Hoseok amaba bailar.

Era su segunda pasión a parte del dibujo. Claro está. Pero el creía que aún no lo hacía tan bien como debería, por ello no dejaba que nadie le viera hacerlo. YoonGi sabía que Hoseok dedicaba tiempo a ello, y pensaba que alguien que practicaba diariamente no podía bailar tan mal como Hoseok decía.

"Si supieras lo asqueroso que me veo bailando, Hyung. . ."

Pero YoonGi logró verle.

Había una sala de ensayo dentro de la escuela, en el gimnasio, para ser más precisos. Y Hoseok escapaba hasta allí cuando no tenía nada más que hacer.

YoonGi era un alma curiosa y cuando vio a su amigo correr con su bolso hasta perderse en aquella puerta color marrón, decidió seguirlo. A paso lento, el mayor tomó su mochila y ajustó su abrigo antes de dar marcha a su plan.

La música resonaba hasta afuera de la sala, y YoonGi lo notó a medida que se acercaba cada vez más.

Abrió la puerta sigilosamente, asomándose a penas, y grata fue su sorpresa al ver a Hoseok moviendo su cuerpo a lo largo de la pista, con gracia y armonía, como si él mismo fuera parte de la melodía. Entró y se apoyó en la pared cercana para seguir mirando, hasta que la canción finalizó y Hoseok por fin notó su presencia.

—¡Oye, tú! — Exclamó Hoseok con un leve rubor en sus mejillas, YoonGi no podía distinguir si era por la agitación de haber estado bailando o simplemente tenía vergüenza.

—Eres un tonto Hoseok, bailas jodidamente bien.