XV

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Lo malo de la felicidad era que cuando nos encontrábamos en su punto máximo, nuestros pensamientos se tornaban ambiciosos, queríamos más y más, dejando de lado la realidad o cualquier clase de pensamiento negativo. "De todos modos, eso no me sucederá a mí" decíamos, mientras seguíamos adelante; no obstante, las improbabilidades hacían su aparición en el momento menos esperado. El golpe era la peor parte, ni siquiera nos daba tiempo suficiente para analizar todo lo que comenzaba a ocurrir.

Como las ocasiones anteriores, decidí ocultar algo debajo de mi saco, una rosa roja. Si prefería no profesar un "Te amo con mis labios", continuaría haciéndolo con mis acciones. Después de todo, daba resultados y veía una especie de luz al final del túnel.

Una semana atrás pactamos que podíamos encontrarnos directamente en la misma habitación del hotel, porque en todo caso, nuestra estancia en la sala se convirtió en mínima. Ya ni siquiera necesitábamos bailar frente a los demás, preferíamos hacerlo entre nosotros dos y a nuestra manera.

Cuando ingresaba a la habitación, generalmente la encontraba sentada en un pequeño sofá escuchando música en la radio, pero esa noche fue la excepción. Milagrosamente en esa ocasión fui el primero en llegar. Me acosté sobre la cama y esperé su aparición.

No sabía si a ella le pasaba lo mismo, pero cada minuto se me hacía eterno y me llenaba de impaciencia. ¿Cómo habrá hecho ella para evitar la inquietud que causaba la espera? Claramente lo volvería a hacer, aunque muy seguramente me sentiría de la misma forma.

En cuanto escuché el rechinar de la puerta, me levanté de golpe y sonreí. Ella estaba cabizbaja y caminó lentamente hacia mí. Extendí mis brazos y mi amante se adentró en ellos. Aunque no podía ver su rostro, su respiración pesada me hacía pensar que lloró. Jamás nos habíamos encontrado en una situación similar, solíamos estar de buen humor.

Sin siquiera saber lo que estaba pasando, le susurré un "Todo estará bien". Su silencio me decía que no tenía en mente comentarme el motivo de su tribulación. Luego de varios minutos nos acostamos sobre la cama, sin deshacer el abrazo. Sollozaba sin cesar, lo que me daba pinchazos en el corazón, porque lamentaba no hacer lo suficiente para consolarla.

Al rato, comencé a cantar en voz baja en un intento de reconfortarla y besé su frente con sutileza. Ante mi acción, ella se aferró a mí con más fuerza y escondió su cabeza en mi cuello. El cambio de su postura permitió que sintiera sus lágrimas mojar mi piel desnuda.

—No sabía que cantabas tan bien, las ocasiones anteriores que cantamos juntos no te escuchabas igual. Siempre he pensado que tienes una voz increíblemente profunda —murmuró en cuanto estuvo más tranquila.

—Porque no lo hacía con seriedad, solamente quería hacerte reír. Hay muchas otras cosas que aún no conoces de mí. Poco a poco lo harás.

—Deberías hacerlo más seguido, por favor —no dijo nada más.

Continué tarareando las canciones que conocía; sin embargo, luego me percaté de que había caído profundamente dormida. No cesé mi cantar, lo hice hasta que el sueño también se apoderó de mí.

En cuanto me desperté, me di cuenta de su silenciosa partida. La calidez de su cuerpo junto al mío se transformó en un fantasma. Pasó tanto tiempo desde la última vez que desapareció sin previo aviso, que me dio la sensación de ser algo impropio de ella. Dejó una huella de ausencia durante el resto de mi día.

También caí en cuanta de que tenía mucho tiempo de no sentirme desolado. Sin querer, me volví adicto a las emociones positivas, hasta el punto de olvidar las opuestas.

Lo peculiar fue que al llegar de casa después del trabajo mis párpados no pusieron resistencia a la pesadumbre y dormí con la tranquilidad de un bebé entre los brazos de su madre.

Para mi desgracia, la paz no perduró en absoluto. Sentí que alguien pellizcaba cada parte de mi cuerpo. ¡Vaya pesadilla! Pero de cierto modo era mejor que cuando me hacían cosquillas.

Y sí, toparme con Kook no me resultó una sorpresa. Era algo que solamente un ser tan fastidioso como él haría.

—Ya es medio día. No te dejaré dormir todo un domingo —masculló en cuanto abrí los ojos. Al mismo tiempo me golpeó con una almohada.

—Y justamente porque es domingo deberías dejarme dormir en paz. Además, no estoy de humor.

—El clima está precioso. Acompáñame a jugar golf.

—No quiero —abracé la almohada que segundos atrás utilizó para golpearme.

—¿Quién dijo que pregunté si querías o no?

—Como cualquier ser humano con libre albedrío tengo la libertad de decidir —lo vi de forma retadora.

—Lo supuse —se encogió de hombros.

Su sonrisa no me dio ni una pizca de tranquilidad, por el contrario, me forzó a tragar saliva y a arrepentirme de mis propias palabras. Eso solamente podía significar que algo no precisamente bueno se avecinaba.

Sacó una caja de cigarrillos de la bolsa de su pantalón y la sacudió sobre mí. Un ejército de cucarachas invadió mi precioso lecho y me obligó a levantarme cual resorte.

En menos de un segundo, comencé a saltar en el suelo como un demente y sacudí mi cuerpo. Tenía la horripilante sensación de que aquellas diminutas patas atravesaban cada centímetro de mi cuerpo semidesnudo. Sin darme cuenta también estaba chillando por el pánico que les tenía.

Durante mi altercado con los terribles insectos, alguien muy cerca de mí únicamente se dedicó a carcajearse y decir que se orinaría por la risa. Pero en mis planes no estaba dejarlo ileso.

Para asesinar una cucaracha las personas solían utilizar el arma más letal de la historia: el zapato. Así que tomé uno y se lo lancé directamente a la cabeza, mientras con el otro le daba por el trasero.

—¡Maldita cucaracha!

—Si yo soy una cucaracha, eres una sanguijuela porque quieres pasar bebiendo el néctar de...

—¡Vulgar!

—¡Basta! No me hagas reír más, me duele el estómago —su expresión cambió a una de sufrimiento —. Mejor alístate para salir —me empujó y huyó de mi habitación.

Segundos más tarde, corrí detrás de él al sentir una cucaracha acariciar mi pie izquierdo.

***

Jungkook ganó la pelea, pero claramente no salí de casa hasta asegurarme de que se deshiciera de la plaga. Además, no me arrepentía de haber salido, valió la pena hacerlo. No solamente el día era fantástico, el compartir con alguien más mis penas me dio cierto consuelo.

No obstante, los discursos de motivación se esfumaron en cuanto tuve que enfrentarme nuevamente a la realidad.

Para mi desgracia, su nostalgia no fue cuestión de una noche, y con ello no me refería a que las personas debían estar de buen humor todo el tiempo, sino que, se trataba de una señal que indicaba con luces neón un "Algo malo sucede". Mis abrazos, mi voz y mi presencia en general no lograban consolarla, la inquietaba más.

Ya no quedaban rastros de aquellos ojos que tiempo atrás lucían alegres y brillantes, ni de sus labios tan rojizos como una manzana. En su lugar, sus ojos llorosos estaban teñidos de negro debido al maquillaje corrido y sus labios tan pálidos como los de Julieta en cuanto besó a su amante aparentemente moribundo.

¿Acaso estábamos enfrentando la muerte de aquello que apenas estábamos comenzando?

¿Qué nos detenía? Estaba seguro de que, a pesar de nuestro romance secreto, nuestras familias no eran enemigas como los Capuletos y Montescos. Quizás el punto en común era que aquella relación jamás debió suceder.

Su lucha era interna, es decir, consigo misma. Sin darse cuenta me estaba arrastrando a aquél vacío existencial. Me sentía impotente al no saber qué hacer para salir y sacarla.

—Te veo ausente, eso me duele.

—Lo siento —se puso de pie y se dirigió a la puerta.

—No te vayas —la seguí.

Ella ignoró mis palabras y se marchó sin decir nada más.

¿Por qué mi vida parecía la de un texto clásico? No quería el desenlace de Romeo y Julieta, ni el de la tragicomedia de la "Celestina", donde Melibea y Calisto también fueron separados por una muerte absurda a pesar de todas las adversidades que atravesaron para estar juntos.

Me sentía demasiado identificado con Calisto.

Agité mi cabeza en señal de negativa para deshacerme de mis pensamientos y el recuerdo de aquel "Lo siento". Luego, estiré mis brazos y bebí nuevamente té, mientras leía algunos informes. En ese instante me di cuenta de la ausencia de algunos documentos que probablemente estarían en la oficina de mi padre, exactamente junto a la mía. No tenía que salir al pasillo, puesto que, entre ambas habitaciones existía una puerta de vidrio que me facilitaba la invasión a mi progenitor.

Estuve a punto de abrir la puerta, pero una voz conocida y silueta me lo impidieron.

—Padre, toma el consejo, sería lo mejor para ambas compañías —la pelirroja le habló a un hombre de avanzada edad, seguramente una parecida a la de mi padre.

—Me alegra escuchar que se encuentra de acuerdo, señorita Dubois.

—Oh, no. Llámame Bella.

—A mí también me parece un buen trato, pero primero me gustaría pensar en otras opciones.

—No hay problema, puede tomar el tiempo que considere necesario. Por cierto, es una lástima que no puedan conocer hoy a mi hijo porque se encuentra ocupado, pero deberíamos organizar una cena para que lo conozcan.

—Será un verdadero placer. Escuché que tiene una edad similar a la de Bella, ¿cierto? —el otro hombre se mostró curioso.

—Así es. No es por ser mi hijo, pero es todo un caballero y se encuentra en su mejor punto de juventud, cargado de vitalidad.

—¿Qué le parece el próximo sábado? Así podemos descansar el domingo tras los tragos de más.

Mi padre mostró aprobación ante la idea y eso hizo que mi nerviosismo aumentara. Al despedirse, corrí a la puerta que daba al pasillo, pero nuevamente me encontré con la espalda de la mujer. Estaba dispuesto a seguirla para ver su rostro. En ese instante, mi padre apareció e indicó que necesitaba hablar conmigo.

Tenía que ser ella. Aunque habló muy poco, fue suficiente para reconocer su voz. Así que señorita Bella Dubois... estábamos más cerca de lo que alguna vez imaginamos.


*****

Hola, espero que se encuentren bien. Desde días atrás escribí la mitad del capítulo, pero por cosas de la vida no había podido continuarlo, sin embargo, ¡ya está aquí!

Espero que les guste mucho,  en cuanto pueda subiré el siguiente.💖

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