Jimin era un ratoncito que estaba metido en serios problemas.

En la sala de su casa había un gato gruñón que ya se había dado cuenta de su presencia, el omega lo sabía porque los ronroneos fuertes casi parecían una burla que le obligaba a permanecer escondido.

Tenía que encontrar la manera de llegar hasta su habitación y cerrar la puerta con llave antes que el gato decidiera cazarlo.

Con el corazón golpeando rápidamente dentro de su pecho, el ratoncito marrón salió de su escondite muy lentamente. Sus patitas ágiles se movieron con rapidez alrededor de la sala de estar, rodeando con cuidado al enorme gato que dormía plácidamente encima de la alfombra.

El minino soltaba ronroneos suaves que demostraban el profundo sueño que estaba disfrutando, Jimin caminó muy cerca de él, tratando de controlar sus aromas para no despertarlo.

Lo miró con detalle, olvidando por completo la idea de huir a su habitación.

Era un gato que tenía abundante pelaje dándole un aspecto pachoncito, dormía panza arriba mostrando el pelaje blanco que cubría esa zona, tenía una nariz húmeda y rosita, con bigotes tupidos que se movían constantemente.

El ratoncito soltó un chillido bajito en burla cuando se dio cuenta que el gato tenía la lengua expuesta.

Gran error.

Catastrófico error.

En ese mismo instante el felino abrió sus grandes ojos, paralizando al ratoncito curioso a menos de un metro de distancia.

El instinto de supervivencia en Jimin se disparó cuando el gato sonrió, mostrándole abiertamente los colmillos que amenazaban con devorarlo completo.

—Miau~ <<ratoncito>>

¡A correr!

El omega ratón salió despavorido por la sala hasta llegar a las escaleras que lo llevarían al piso de las habitaciones. Detrás de él iba un gato malévolo que tuvo la mala suerte de enredarse con sus propias bolas de estambre.

Yoongi maniobró sus patitas para no caer, pero fue inútil, se había enredado por completo en el estambre, haciéndolo trastabillar hasta pegar la cabeza en la pared más cercana.

La cola se erizó en coraje, mientras gruñidos constantes salían de su garganta.

Con ayuda de sus colmillos poderosos comenzó a liberarse del molesto estambre, y cuando estuvo completamente libre corrió escaleras arriba, sintiendo el aroma suave que había quedado marcado en el camino.

Estaba por entrar a la habitación donde se escondía el ratoncito cuando ¡zas! La puerta se cerró de golpe, dándole de lleno en la nariz.

Gruñó otra vez.

Decidió echarse sobre su panza en el suelo, la cola moviéndola de un lado a otro y las patitas delanteras escarbando por el espacio que había entre la puerta y el suelo.

Estaba bastante frustrado porque tuvo al roedor demasiado cerca, y por sus tontas bolitas de estambre había perdido su oportunidad de cazarlo.

¡Ya no jugaría con estambre hasta que lo cazara! Lo prometió por su garrita y sus bigotes estaban de testigos.

Cuando pasaron un par de horas supo que el ratoncito no saldría de ese lugar, entonces una idea brillante se encendió como bombillo encima de su cabeza.

Poner una trampa con quesito incluido.

Ronroneó feliz, porque él era un gatito inteligente que tendría a su ratón.

Espero que la historia les esté gustando. 🤧

Muchas gracias por todo su apoyo. 💞

🐭Tita.