Corazón

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Shake it up de Taylor Swift estaba sonando en la radio justo en el mismo momento que una bala impactó contra el hombro de uno de los hombres que se encontraban en aquella habitación enorme para, acto seguido, escucharse tres disparos más al resto de los hombres acabando con ellos en menos de un minuto.

El hombre que fue disparado primero se retorcía en el suelo intentando llegar al intercomunicador que estaba en la mesa al lado de la radio pero un metal frío siendo apuntado en su sien lo dejó inmóvil.

— Creí que esa canción ya había pasado de moda, que irritante —exclamó el chico apuntándo su arma— Definitivamente la quemaron hace más de 5 años, déjenla morir ya ¿no lo crees?

El señor no contestó, se encontraba temblando aún en el suelo aunque intentaba aparentar como si no estuviese meandose los pantalones poniendo una cara lo más seria posible. Pero a nadie engañaba, al menos no al chico.

— A no ser que te gusten mucho los clásicos —apretó aún más la pistola en la cabeza del hombre.

— ¿Que mierdas quieres?, ¿quién se supone que eres tú?

— Oh no te preocupes por mi —se acercó a la mesa aún apuntando su arma para luego tomar el intercomunicador— Yo solo soy un mensajero, mi identidad no es relevante...al menos no para ti.

Apoyó su cadera en el filo de la mesa para luego apretar el botón rojo del aparato, su rostro tenía una sonrisa tranquila y despreocupada, como si en ese momento estuviese simplemente hablando con un colega suyo.

— Good morning pajarillos~ —canturreó por el intercomunicador— ¿Está el señor Kang Jounghyun por ahí?, necesito hablar urgente con él.

— ¿Que demonios? —se escuchó del otro lado de la línea— ¿Quién mierda habla?

— Irrelevante y estúpida pregunta —rodó los ojos— Si no eres el señor Kang no quiero oírte. Pásame con él o le vuelo los cesos a tu compañero...eh...¿tu nombre, perdona?

— Púdrete —escupió de forma ácida.

El chico torció sus labios quitando su sonrisa por unos momentos para luego golpear de manera repentina con el mango de su arma la cabeza del hombre provocando que ésta rebotase en el suelo soltando un quejido fuerte. Un hilo de sangre comenzó a manchar su frente.

— Que pocos modales tienes —habló entre dientes el chico— Te hice una pregunta amablemente, ahora responde si no quieres que te ayude a enderezarte.

—limpiando la sangre con manos temblorosas se trató de reincorporar a la posición que estaba antes— Suh Leon —contestó.

De un momento a otro la sonrisa que antes adornaba su roatro volvió como si nada hubiese pasado quitando todo rastro de seriedad en él.

— Así me gusta —volvió a apretar el botón rojo— Un tal Suh León.

— Lee Know —una voz diferente, más añeja y rasposa, se escuchó esta vez provocando que el chico cambiase su expresión una vez más por un segundo antes de volver a como estaba— ¿Jackie te contrató? —preguntó.

— No puedo revelar esa información Joung, pero podrías ir a preguntarle tu mismo —dejó de apuntar al hombre colocando la pistola en la mesa— Eso si no te asesino primero.

— Todos sabemos que ese será mi destino de todos modos —se escuchó movimiento en la línea— Después de todo, una vez tienes la mira en alguien nunca se te puede escapar hasta que consigas tu objetivo, ¿no es así?

Lee Know pudo escuchar desde la distancia el sonido de una arma siendo cargada y cuando menos se dio cuenta se encontraba tomando su propia arma mientras volcaba la mesa tirando todo a su paso, utilizando ésta como escudo tanto para él como para el hombre que se hizo bola en el suelo cuando varios disparos comenzaron a medrellar.

Por la cantidad de disparos, cómo sonaban y su forma de perforar la madera de la mesa dedujo que eran al menos unas 6 personas con rifles de calibre 5. Trató de asumarse por la mesa para poder conseguir un buen ángulo de las posiciones pero más disparos casi le vuelan un mechón de cabello.

— Carajo, casi me despeinan esos desgraciados —tranquilamente sacó un pequeño espejo de su saco.

— ¿Estás de joda, verdad? —habló el hombre a su lado.

— Tengo una reunión muy importante después de esto, no tendré tiempo de volver a peinarme —arregló un mechón de cabello que estorbaba sus ojos, debía tener su vista completamente despejada en ese momento.

Más disparos comenzaron a caer, tantos que Lee Know sabía que la mesa no podrían aguantar dentro de mucho por lo que arreglando por última vez aquel mechón rebelde se aseguró que su arma estuviese completamente cargada y lista.

— Tu jefe parece tener el mínimo aprecio hacia ti, si tuviera aunque sea un poco se aseguraría que estuvieses fuera del campo de tiroteo —comentó posicionándose para atacar— Pero no lo hizo, lo que significa que no me sirves ni a mi para persuadirlo ni a él como para importarle. Tienes 3 minutos para irte al carajo o también te volaré los cesos ¿entendido?

Asintiendo efusivamente el hombre aceptó acercándose al más jóven para que le brindase protección.

— A la cuenta de tres corres hacia la puerta y te largas. Te quiero en Vancouver para cuando diga 3. ¿Listo? —el hombre negó repetidas veces con la cabeza abrazándose a la pierna del más joven. Lee Know soltó un quejido— No me hagas las cosas más difíciles Leonsito, tengo cabezas que disparar.

Con fuerza movió su pierna pateando al hombre quien no se soltó a pesar de la sorpresa, sin embargo una segunda patada hizo que sus manos por fin soltaran la tela de el pantalón alejándolo del castaño.

— Uno —comenzó a contar posicionándose para atacar— Dos —el hombre chilló asustado enderezándose justo cuando escuchó el— ¡Tres!

Lee Know se levantó de su escondite y comenzó a disparar con una puntería precisa y rápida hacia los demás hombres armados. Suh Leon comenzó a correr como si fuese un Black Friday y tuviesen la play 5 en los escaparates.

Solo pudo escuchar disparos, gritos, cuerpos cayendo, el sonido de las balas perforando los cráneos de sus compañeros y una voz sínica que le dio escalosfríos.

— ¡Suh, creo que este trabajo no es para ti después de todo!

Justo al llegar a la puerta del lugar volteó por un encontrando al castaño moviéndose por la habitación esquivando los disparos mientras él mismo disparaba sin ningún fallo.

— ¡Saluda a tu familia de mi parte, Leon!

— Este tipo es un demente —susurró antes de salir por completo del lugar escuchando un "¡Fue un gusto conocerte!", por parte del maniático castaño.

Las calles de París estaban abarrotadas de personas. Contrario a lo que los románticos ingenuos creerían, aquella ciudad del amor no era nada más que un montón de gente primer mundista abarrotando sus calles como en cualquier otro lado.

Lee Know nunca fue muy fan de viajar ahí pero su cliente parecía muy cómodo en sus vacaciones como para sacrificarlas volviendo a Corea a verlo. Tampoco entendía porqué no simplemente le hacía la transferencia bancaria y una video llamada de despedida, así todos felices y a él no le hubiese tocado ir a esa sobrevalorada ciudad justo en temporada de lluvias.

— ¿Terminaste el trabajo? —preguntó el hombre sentado frente suyo en aquel restaurante carísimo.

— No estaría aquí si ese no fuese el caso, ¿no lo crees JackJack?

El mayor no pareció inmutarse tanto por el apodo como por la forma tan confianzuda de hablar del chico, simplemente siguió cortando un pedazo de su bistec con paciencia llevándoselo a la boca y degustando el sabor con un trago de vino.

— ¿Cheque o prefieres efectivo o transferencia? —preguntó con la boca llena.

— Prefiero que no me estés escupiendo en la cara mientras masticas, gracias —asqueado tomó su vaso de agua y le dió in trago— Pero cheque estaría bien.

Asintiendo el hombre se limpió las manos con la servilleta de tela que tenía colocada en el cuello de su camisa para prevenir que se la manchase. Luego de su saco sacó su libreta de cheques comenzando a hacer el solicitado.

Lee Know por su parte observó por un momento las afueras del restaurante. Notó que el cielo tenía algunas pocas nubes teñidas de gris que antes no estaban, supueso entonces que pronto comenzaría a llover y que llegaría tarde a su encuentro con su amigo.

— Por curiosidad, ¿dijo algo Kang antes de que terminaras tu trabajo con él? — arrancó el cheque de la libreta guardando el lapicero en el bolsillo de su saco.

—Lee Know observó aquellas nubes por un tiempo más en silencio, pasados unos segundos volteó a ver al hombre— Si. Dijo que te vayas al infierno y que se acostó con tu mujer hace 2 veranos.

El hombre soltó una carcajada extraña. ¿Era eso un motivo para reírte?, el castaño no lo sabía pero como no era comediante no opinaba.


Eran las 2 pasadas de la tarde cuando por fin pudo llegar al punto de encuentro. Desde lo lejos había podido ver a su amigo sentado en una de las mesas con techo que tenía el parque, pudo ver dos bolsas de papel levemente mojadas en la mesa y a su amigo con cara de estar posiblemente ideando un plan de asesinato contra su persona.

Llegó caminando-corriendo con el paraguas en mano y una sonrisa nerviosa havia el chico que al verlo frunció más el ceño. Genial, quizás había llegado el día en que por fin conocería a San Pedro, qué ironía, su trabajo era quizás el más peligroso de todos pero terminaría siendo asesinado a manos de su mejor amigo por llegar casi dos horas tarde.

Una muerte digna al menos pudo haber tenido. Esta solo iba a ser muy triste y humillante.

— Mi buen amigo~

— Dame una buena razón para no atravesarte con ese mismo paraguas que llevas Lee Minho —fue lo primero que dijo.

— Channie no te enojes, no fue mi culpa. El idiota de Jack no me quiso soltar, sabes como se pone de platicón —sacudió la sombrilla quitándole el exceso de agua mientras se sentaba en frente de el otro chico.

— Llevo muriendo de hambre desde las 12 del medio día hijo de puta. Me hubieras avisado al menos que llegarías tarde.

— Pudiste comenzar a comer sin mi si tanta hambre tenías —replicó sentándose a un costado.

— No porque yo si soy un amigo leal y de palabra, no como otros bastardos por ahí —tomó una de las bolsas con enojo— Te pedí un sandwich de pavo.

— ¿No había de pollo?

Inmediatamente cerró la boca y se dispuso a comer cuando su amigo le clavó la mirada más gélida que alguna vez le haya dado. No quería tentar a su suerte ese día.

Comenzaron a comer y a hablar tranquilamente, a Chris se le fue pasando el enojo rápidamente, después de todo no era exactamente la primera vez que su amigo llegaba tarde y sabía muy bien que tampoco sería la última.

Minho, o el conocido Lee Know (siendo este su apodo en el trabajo) se la pasó quejando los últimos minutos de precisamente su trabajo. Había tenido una semana agitada haciendo varios recados, al ser pistolero usualmente era contratado para matar pero también para intimidar o proteger a alguien. A veces solo era para mandar algún mensaje claro o transportar alguna mercancía.

Sentía que últimamente todo eso le estaba pesando de alguna manera, disfrutaba su trabajo pero aunque podía llegar a ser entretenido para él de algún modo, se comenzaba a sentir monótono todo agregando el echo de lo peligroso que se estaba volviendo al ser contratado cada vez más en "misiones" más arriesgadas. Él era imparcial, no le pertenecía a ningún bando en específico y se sabía, solo aceptaba el trabajo sin importar de quien viniese siempre y cuando éste cupiese entre sus parámetros.

Pero algunos de sus clientes hanituales comenzaron a creerse sus jefes de tiempo completo o peor aún, sus dueños. Querían qur trabajara sólo para ellos y comenzaban a reclamar cuando hacía trabajos para algún bando contrario.

A ese paso estaría sobre la cuerda floja y en la mira de sus contratistas.

— Eso te pasa por creerte Jonh Wick y andar con tus pistolitas —exclamó su amigo— Podías ser, no sé, veterinario, director de cine, panadero, ¡hay un montón de posibilidades! —llevó el último pedazo de su sandwich a la boca masticando rápido— Pero escogiste la profesión más peligrosa y solitaria que podrías encontrar.

— Es en lo único que soy bueno —se encogió de hombros— Y puede llegar a ser divertido a veces.

— Solo tú le encontrarías lo divertido a eso.

Volvió a encogerse de hombros.

Soltó un gran suspiro apoyando su mejilla en su mano mientras observaba el parque. Aún estaba lloviendo aunque ya no tanto como cuando él había llegado.

Observó a la gente que se paseaba por ahí, mayormente adolescentes posiblemente saltándose la escuela, algunos varios viejesitos jugando ajedrés, señoras platicando, personas paseando sus perros, muy pocos niños suponiendo que era por el clima y que sus padres no los dejarían andar por ahí mojándose.

También habían parejas, observó a un par que iban caminando tomados de la mano bajo un paraguas, otro par que ni siquiera el paraguas traían y estaban todos empapados pero parecían felices de ese modo. Alguna pareja sentada por ahí en una banca o el mismo césped húmedo, otra pareja con su hijo y un perro paseando por los alrededores, una pareja de ancianos sentados mientras comían juntos.

Para Minho, en ese momento, hubo algo especialmente mágico en ver a esas personas enamoradas pasear por un parque de París.

Chris, por otro lado y por supuesto, no pasó por alto aquella extraña mirada de su amigo.

— Dices que últimamente todo es monótono ¿no? —retomó la palabra.

—Minho solo asintió—

— Deberías salir un poco más, ya sabes para hacer algo que no sea solo trabajar —revolvió lo poco que le quedaba de café con el removedor— Como dicen por ahí, mucho de algo nunca es bueno.

— ¿Y salir a dónde?, por si no lo recuerdas eres mi único amigo por obvias razones y no hay muchos lugares  que quiera frecuentar.

No pudo evitar reírse cuando vió cómo el perro de la familia que había visto antes se zambuyó en un charco ensuciando por completo su hermoso pelaje blanco. La cara de los padres era ver un poema desfigurándose aún más en muecas de cansancio y frustración cuando su hijo le siguió al perro.

— Podrías quizás intentar conocer a más personas, quien quita y conoces a alguien especial —Chan sacó un cigarrillo encendiéndolo de inmediato.

— Alto ahí —se incorporó rápidamente lanzándole una mirada de advertencia a su amigo— Sé a dónde estás queriendo llegar y te digo desde ya que te calles la boca.

— Oh vamos Lee, ¿no te sientes muy solo?

— Oye, con mi soledad no —lo señaló con su dedo índice— Con la soledad no. Estoy muy cómodo como estoy, no necesito de nadie.

Chris soltó el humo en la cara del castaño provocando que tosiera alejando la cara.

— Eso es asqueroso idiota.

— ¿Hace cuánto que no sales con alguien o que alguien te ha interesado?

— Quetin —dijo recuperándose de ese mal momento.

— ¿Quetin? —preguntó alzando una ceja no comprendiendo exactamente qué había dicho.

— Si, que te importa hijo de puta. Ya déjame en paz y encárgate tú de tus bolas mejor.

—Chan rodó los ojos— Hablo en serio.

— Yo también, ¿hace cuánto no le das como cajón que no cierra a tu noviecito?

Recibió por supuesto un golpe fuerte en su nuca al decir tal comentario. Su amigo podía llegar a ser un poco sobreprptector con su pareja y aunque sabía que era broma y que Minho solía decir cosas como esas no iba a perder nunca la opoetunidad de darle un zape o un golpe bien merecido. Por todo lo que le sacaba de quicio.

— Deja eso, estamos hablando de ti, no de mi.

— No, TÚ estás hablando de mí y diciendo estupideces —sobándose aún la parte afectada apoyó sus brazos en la mesa recargando su cuerpo— No necesito novia, ni un casi algo, mucho menos un casi nada-

— ¿Y novio? —interrumpió.

— No soy gay Chris —rodó los ojos— Ya te lo he dicho antes, nunca se me ha parado el pito por ningún chico u hombre. Ni siquiera por Henry Calvin ni Messi.

— Una vez te atrapé observándole el culo a Changbin —alzó la ceja una vez más— ¿Cómo explicas eso?

— Que Changbin tiene un gran culo y que es imposible no mirarlo —respondió obvio— Soy hetero, no ciego.

— ¿Y la vez que me llegaste contando que uno de tus clientes hombres era muy sexy como para ser verdad?, creo que era un tal Seonghwa —se llevó el cigarrillo a la boca tratando de recordar.

— Ya dije, hetero, no ciego —sentenció.

Exhalando la bocanada de humo volvió a rodar los ojos. Él no era tonto, a veces su mejor amigo podía ser incluso más gay que él mismo pero ciertamente tenía sus dudas si podría ser exactamente una posibilidad o simplemente solo era Minho siendo Minho.

De cualquier forma no venía al caso. Podría ser gay, travesti, hetero, pansexual o cualquier otra sexualidad o incluso género que exista y a Chan lo único que le importaba en ese momento era que su amigo cada vez se veía más apagado. Sabía que el amor romántico no era precisamente la salvación de todo, que nadie estaba obligado a estar en pareja y que se podía vivir perfectamente soltero hasta el fin de sus días.

Pero con Minho parecía que la vida soltera no le estaba funcionando tanto y hacía años que no había tenido encuentro íntimo de ninguna clase con alguien, que él supiera claro, sin contar con que el castaño tenía amigos contados con una mano y aún así le sobraban dedos. No estaba demás intentar quizás con la vida acompañado de alguien, pero era obvia la terquedad de su amigo.

— ¿Y si sales conmigo un día a divertirnos? —preguntó.

— Tu idea y la mía de diversión son muy diferentes mi buen amigo —rió— Como que no me apetece ir a billares a pegarle con un palo a unas cuántas bolas, para eso mejor me quedo en casa —le guiñó un ojo.

— Agh, eres asqueroso.

— Como si no hicieras eso con Seungmin —le sacó la lengua cual niño infantil.

— Vamos Min —ignoró por completo ese comentario con el fin de no darle un golpe más fuerte— Hace tiempo que no sales a tomar aire y pensar en otra cosa que no sea tu trabajo.

— Claro, y estar en un bar para que me consigas una chica es mucho mejor.

— O chico —agregó.

— ¡Que no soy gay, maldita sea!, ¿cuántas veces debo decírtelo?

Pero, entre la carcajada que pegó el mayor, la lluvia que seguía cayendo, sus ojos que se desviaron de su amigo un momento viendo por innercia hacia el parque, en ese preciso instante todo se congeló para Minho y una chispa quiso prenderse en su pecho.

Caminando por el sendero más amplio de el parque, entre farolas, gente, paraguas y brisas sus ojos se toparon con un chico con cabellos tan negros como el carbón y un perfil que le robó el aliento.

"Hermoso", pensó.

El chico iba caminando a paso lento (¿o era él que lo veía en cámara lenta?), con un par de audífonos de pita puestos, el cabello largo hasta el inicio de su cuello con un par de mechones colocados detrás de su oreja permitiéndole ver mejor su perfil, perfil tallado por la mismísima Afrodita con todo el cuidado del mundo. Era alto, usaba un saco café oscuro largo hasta casi llegar a sus rodillas, un centro negro, pantalones del mismo color de el saco, botas y una mochila caqui cruzada, llevaba también un portaledger a un costado protegiéndolo de la lluvia, y a sí mismo, con un paraguas negro.

Era la viva imágen de la palabra elegante en carne y hueso. Su corazón se sentía estallar, como si en cualquier momento se le saldría del pecho.

— Mierda, soy gay.

Chris casi se atraganta con el humo de la última bocanada que estaba tomando del cigarro. Saltó éste tosiendo mientras intentaba recuperar un poco de aliento y volteó su cabeza más rápido que flash para mirar consternado a su amigo.

— ¿Qué dijiste? —preguntó con la voz quebrada de tanto toser.

— Soy gay Chris, soy jodidamente gay —sus ojos seguían puestos en aquel muchacho, quien se iba alejando de a poco— Mierda que soy muy gay.

Con su rostro desfigurado en una mueca de confusión total volteó a ver hacia la dirección que el castaño veía, al inicio no logró visualizar nada que le diera un indicio de qué ocurría pero luego, a lo lejos, vió a un chico pelinegro parado en la acera esperando a que el semáforo se pusiera en rojo para poder pasar la calle.

—por tercera vez alzó la ceja— ¿Ese quién es? —preguntó.

—con una sonrisa estúpida y un suspiro aún más estúpido, dijo— El amor de mi vida.

Y nuevamente lo volteó a ver, casi pertiéndose el cuello en el proceso, con ojos llenos de confusión absoluta para luego pasar al horror cuando sus ojos se toparon con un Minho con mirada perdida y cara de idiota.

De inmediato se abalanzó hacia él comenzando a tocarle el rostro como desquiciado.

— ¡Hey!, ¿que mierdas te pasa demente?

— ¿Qué me pasa a mi?, ¿qué te pasa a ti, querrás decir? —lo tomó de los hombros con fuerza y lo miró fijamente— Minho, ¿te sientes bien?, ¿te duele la cabeza?, ¿será que en tu último trabajo resultaste mal herido y haz perdido tanta sangre que ahora estás delirando?

— Quítate animal —hizo que lo soltara forcejeando— Estoy perfectamente bien, ¿a qué viene toda esta histeria?

Chan parpadeó paulatinamente escutriñando con sus ojos al chico, Minho por su lado comenzaba a sentirse nervioso e intimidado aunque nunca lo demostraría, mucho menos en frente de Chan.

— ¿Escuchaste al menos lo que acabas de decir hace un momento? —preguntó su amigo.

— ¿Que soy gay?

— ¡Si! —exclamó sobresaltado— ¡Hace literalmente 5 minutos me acababas de decir que no lo eras!, ¡me perjurabas que no te gustan los chicos!. ¿Que mierda Minho?

—se encogió de hombros— ¿Que puedo decirte?. Como dijo Drake Bell alguna vez "a veces los caminos de la vida no salen como uno espera", ¿o como era?

Chris frotó su rostro en frustración, realmente habían tantas veces que no lograba comprender cómo funcionaba el cerebro de el castaño. Podía llegar a ser un total misterio para él y quizás para cualquiera que lo conociera.

Aunque, después de todo, le seguía queriendo como a un hermano. A pesar de no comprenderlo del todo y que le provocara querer arrancarse el cabello muchas veces.

— Bueno, si me disculpas galán —Minho se levantó de repente sorprendiendo al mayor— Debo ir a buscar al futuro padre de mis gatos.

Y sin dejar que su amigo dijera ni una sola palabra más, dejándolo en total confusión y consternación, Minho le dio un abrazo rápido al mayor para luego salir corriendo en la dirección que había visto irse aquel precioso chico.

— ¿Y a este que mosco le picó?

Soltó al aire Chan observando al castaño desaparecer por las calles.

Correr por las calles de París con un paraguas que no servía de mucho puesto que de igual forma se seguía mojando no era una de las cosas favoritas de Minho. La primera cosa menos favorita era sin dudas que sus gatos se enfermaran de algo, ¿a quién le gusta que sus hijos se enfermen?

Volviendo a Minho dejando la vida en alcanzar a un escurridizo pelinegro, lo había perdido de vista hace un momento y estaba ciertamente cansado de correr. Su condición física es excelente debido al trabajo que se maneja sin embargo eso no quería decir que pudiese aguantar casi dos cuadras corriendo sin parar a todo dar.

Se detuvo un momento tratando de recuperar un poco de aliento para luego observar su alrededor.

Había llegado a un especie de centro comercial abierto, como una plaza casi, llena de gente caminando de un lado a otro. Con toda esa multitud iba a ser difícil encontrar a aquel chico.

Esperen un momento, ¿encontrar a ese chico?, ¿por qué diablos quería encontrar a ese chico?

Es decir, si, se había quedado completamente embobado con la belleza casi inhumana que poseía, su corazoncito casi muerto y lleno de telarañas había palpitado por primera vez en mucho tiempo al ver a alguien. Pero ahora que se para a pensar, ¿no estaba siendo un excesivo impulsivo?, eso no era muy escorpio de su parte.

Solo vio una vez al chico hace a penas unos 15 o 20 minutos. ¿Qué le estaba pasando?, estaba prácticamente acosando a un completo extraño solo porque, cual Grinch, su pequeño corazón latió.

Llevó su cabello para atrás tomando más aire, intentando calmar sus pensamientos y sentimientos echos un revoltijo. Solo estaba exagerando, solo fue un crush platónico muy lejano, de esos que ves en el transporte público, en el súper o, como a él mismo le pasó, por la calle que pronto olvidará y seguirá con su vida como siempre. Si, eso hubiese sido lo ideal pero, como han de asumir, no pasó así.

Después de razonar que solo estaba siendo un psicópata recibió una llamada de otro cliente que precisamente ameritaba sus servicios ahí en París por lo que le tocó quedarse un poco más tiempo en la ciudad.

Pasaron 3 días enteros donde estuvo investigando su objetivo, preparándose para lo que le habían encargado, analizando su plan y llegando a un acuerdo con ese cliente. 3 días en los que a pesar de todo eso la imagen de un chico pelinegro rodeado de tonos cafés y lluvia no había abandonado ni por un momento su cabeza alterada.

Se estaba volviendo loco.

— Parece ser que el objetivo da clases, tipo cursos, de moda en un edificio por la calle La Rue Montorgueil, es bastante poblada de gente todo tiempo —le comentó a su cliente vía línea telefónica.

Se encontraba precisamente en Montorgueil sentado tomándose un café al teléfono con su cliente. De frente tenía el edificio donde su objetivo daba las clases de 1 a 6 de la tarde, estaba esperando su llegada.

No quiero que le hagas daño, solo intimídalo para que pague más rápido. Lleva 6 meses evitándome, un pequeño susto le hará saber que yo no voy con juegos —le indicó el señor del otro lado de la línea.

— Bueno, 6 meses es mucho tiempo evitando sus responsabilidades —tambolireó sus dedos en la mesa de vidrio— ¿Por qué esperaste tanto tiempo a llamarle la atención?, eso no es muy propio de ti Yang.

Puedo ser un poco generoso a veces, el hombre me pidió el dinero para que no le quitaran el apartamento de aquí al siguiente año. Decidí esta vez no ser un hijo de puta y esperarlo pero creo que comenzó a abusar de mi confianza —explicó.

Lee Know pudo observar al hombre que debía intimidar llegar en una moto vespa color gris.

— Obejtivo en la mira —dice de inmediato discimulando su mirada a través de sus lentes oscuros negros— Debo colgar, te aviso cuando esté echo el trabajo.

Recuerda, solo intimidar.

Fue lo último que escuchó antes de que le cortara a él la llamada. Resopló un poco ofendido, ni siquiera un "adiós, hasta pronto" pudo decirle. No eran los amigazos más cercanos pero llevar 6 años conociéndose debía de haber algún peso.

Observó de nuevo al hombre bajándose de su moto y quitándose el casco. De la poca información que encontró era un hombre de 36 años divorciado con un par de deudas que pagar cobrando sentido el porqué acudió a Yang para pedir un préstamo y no al banco como una persona normal y civilizada.

Estuvo a punto de pararse de su asiento dejando el dinero en la mesa y sorbiendo las últimas gotas de su taza cuando se quedó completamente petrificado ante la escena puesta delante de sus ojos.

Cabellos largos y negros cual carbón la mitad amarrados en una coleta alta y un poco despeinada, rostro echo con todo el amor de Afrodita, unas gafas ovaladas probablemente solo como accesorios puesto que no reflejaban ninguna luz, un conjunto completamente negro de suéter con textura, pantalón formal y zapatos con plataforma. El dueño de sus insomnios y su pase a la locura saludaba a su objetivo con una reverencia que el contrario correspondió un poco desordenadamente confirmando, no solo por sus facciones, que su amor platónico era seguramente coreano o asiático al igual que él mismo.

Se encontró a sí mismo caminando hacia el otro lado de la acera donde ambos se encontraban entrando al edificio.

Quiso entrar igualmente, atravesar aquella puerta donde por fin lo esperaba el fantasma que estaba cargando desde hace días pero no pudo. Se quedó parado justo en frente de la puerta sin poder dar un paso más y se sintió molesto.

¡Era Lee Know!, uno de los pistoleros más conocidos por su excelente trabajo mayormente sin falla alguna. ¿Por un chico desconocido estaba flaqueando, desconcentrándose de su misión?

Sacudió su cabeza reacomodándo sus cabellos castaños, no podía permitir en lo absoluto que algo como eso le estuviera atrasando e impidiendo que hiciera bien las cosas, era simplemente absurdo. Así que sin más y decidido tuvo la intención de atravesar la puerta y buscar a su objetivo, sin distracciones.

O eso era hasta que la puerta misma se abrió ante él provocando que trastabillara hacia adelante casi golpeándose con quien tenía en frente. La vida parecía odiarlo quizás demasiado.

— Oh excuse-moi, est-ce que ça va ? —(Oh disculpe. ¿Está bien?)

¿Era la voz de un ángel que le hablaba o porqué se sintió tocar el cielo?

Al levantar la vista lo tuvo ahí en frente, ahí parado justo al frente suyo mirándolo directamente a él en espera de una respuesta. ¿Eso era un lunar debajo de su ojo?

"¡Afrodita, te maldigo por dejar caer una escultura tuya en la tierra!". Gritó desde sus adentros.

— Je?, perfectamente bien —dijo combinando el coreano con el francés por los nervios. Se enderezó avergonzado, acomodando sus ropas.

— Oh, habla coreano —mencionó alegre— Yo igual soy de Corea, es un gusto —dijo sonriéndole provocando que se formasen unas arruguitas al rededor de sus ojos y éstos se comvirtieran en media lunas— De nuevo perdón no me había dado cuenta que había alguien detrás de la puerta, tenía un poco de prisa —dijo el muchacho soltando una risa ligera.

"Jesucristo, deja de torturarme así"

Su oportunidad de hablar estaba ahí, su chance de conocerlo de verdad a unas palabras de distancia. No debía arruinarlo, no podía hacerlo o seguramente se patearía a sí mismo una y mil veces.

Debía escoger las palabras correctas si no quería que aquel ángel de le escapara.

— Descuida no hay problema, debí yo apartarme de la puerta y no quedarme como idiota ahí en frente —trató de sonreír tranquilo aunque su interior estuviera explotando y decidió que era momento de hacer su movimiento— Oye, disculpa el atrevimiento pero quería preguntarte, ¿te dolió cuando caíste de la máquina expendedora? porque sin dudas eres un bombon —le guiñó un ojo.

Está de más decir que el pobre muchacho se quedó helado por tan terrible piropo y peor aún viniendo de la nada de un tipo extraño que acaba de toparse con él. Soltó una mueca incómoda y Minho quiso golpearse tan duro contra la misma puerta.

— Yo-...fue un placer conocerlo, creo debo irme. Con permiso —se excusó queriendo pasarlo de largo.

— ¡No, espera! —pidió con un tono de voz alto asustando al chico. Golpearse contra la puerta ya no era suficiente, necesitaba que in tren lo arrolllara— Perdón, perdón. No tengo ni idea de dónde salió eso, yo solo-

El chico parecía querer huir de ahí, podías aspirar la incomodidad de el pobre a kilómetros de distancia. Ese no era el encuentro que Minho tenía pensado, ni siquiera tenía pensado algún encuentro pero si lo hubiese echo definitivamente este no entraba en las posibilidades.

Se aclaró la garganta y se enderezó tratanto de calmarse, su actitud iba a espantar aún más al muchacho si no se tranquilizaba y dejaba de parecer un loco de remate.

— Ok, de nuevo —dijo en voz baja— Primero déjame presentarme como es debido. Soy Lee Minho y no pude evitar quedar encantado contigo, no espera, eso no era —volvió a entrar en pánico llevando una mano a su frente— Soy Min-

— ¡Hyunjin! —alguien lo interrumpió.

El objetivo de Lee Know se encontraba bajando unas escaleras al fondo de el pasillo y acercándose a ellos. Por un momento recordó entonces su misión principal y que de nuevo se había distraído por completo gracias a el pelinegro que dejó de prestarle atención por voltear a ver al hombre.

— Je pensais que tu étais déjà à la cafétéria en train d'acheter les cafés —(Creí que ya estabas en la cafetería comprando los cafés) se dirigió al muchacho con un tono un poco de reproche.

— Je suis désolé Jules, j'ai été distrait en chemin mais maintenant j'y vais —(Lo siento Jules, me distraje en el camino pero en un momemto voy) explicó.

— Vite mon garçon, les cafés sont bondés en ce moment et ça t'a déjà pris 10 minutes! —(¡Rápido chico, las cafeterías se llenan a esta hora  y ya te tardaste 10 minutos!)

— Oui je sais, maintenant j'y vais —(Si lo sé, ahora voy)

— Mais dépêche-toi —(Pero apresúrate) dijo señalando su reloj dorado en su muñeca— Je te vois debout là à parler comme si de rien n'était —(Te veo ahí parado hablando como si nada)

El chico iba a contestar notoriamente astiado de el hombre pero un cuerpo adelantándose un par de pasos al frente suyo le mantuvo la boca cerrada.

— Il a dit qu'il était déjà en route, il n'y avait pas besoin de le presser comme ce camarade —(Él dijo que ya iba en camino, no hay necesidad de apresurarlo así camarada) dijo Lee Know mirando serio al hombre.

—la mirada del hombre pasó del pelinegro al castaño frunciendo el ceño— Et toi, intrus, qui es-tu? —(¿Y tú, entrometido, quién eres?)

— En fait, je viens d'un de vos amis —(De echo, vengo de parte de un amigo tuyo), metió sus manos a los bolsillos de su saco largo de manera casual— M.Yang, vous semble-t-il familier ? —(El señor Yang, ¿te suena?)

Decir la cara de aquel hombre se había puesto pálida era poco, era como si estuviera viendo a un fantasma en frente suyo, a su peor pesadilla quizás. Tragó duro e inhaló fuerte antes de asentir, quizás preparándose mentalmente para lo que ocurriría.

— On monte à l'étage pour parler? —(¿Vamos arriba a hablar?), ofreció.

— Bien sûr, je pense que c'est une bonne idée —(Claro, me parece una buena idea)

—el hombre regresó su mirada a su alumno que miraba todo confundido— Apportez un café supplémentaire pour monsieur —(Trae un café extra para el caballero)

— Ce ne sera pas nécessaire, cela ne prendra pas longtemps mais merci —(Eso no será necesario, no tardaré mucho pero gracias), volteó a ver al pelinegro y esta vez le esbozó una tierna sonrisa— Fue un placer Hyunjin —tomó su mano con un poco de cuidado, al no ver una reacción de rechazo procedió a darle un beso en el dorso de ésta— Espero vernos de nuevo algún día.

Y sin más siguió al hombre adentrándose al edificio, dejando a un pelinegro ruborizado y completamente confundido detrás.

¡Había sido un compelto tonto!, ni siquiera le pidió su número o algún lugar donde verse de nuevo, ¿o eso hubiese sido muy potencial psicópata de su parte?

Después de amenazar al tal Jules tanto por su trabajo como también para advertirle que dejara de tratar mal a sus estudiantes o él volvería y no precisamente a tomarse un cafesito y hablar, habían pasado solo dos días de aquel encuentro y si antes no podía sacarse al chico de la cabeza ahora en todo momento andaba un olograma de el rostro perfecto del pelinegro sonriéndole repdroduciéndose hasta en sus sueños. ¡Que alguien salve a esta pobre alma en desgracia!

Ni siquiera se había ido de Francia en general con la esperanza de volver a toparse con él en algún momento a pesar de que hubiese preferido estar en su apartamento en Corea donde seguramente no estaba lloviendo a cántaros como en aquel momento. No es como si detestase la lluvia pero comparando eso a un buen día soleado donde no le tocaría andar con paraguas donde sea que fuese y mojarse todo claramente prefería el día soleado.

Se encontraba de nuevo en las mesas del parque donde había tenido su almuerzo con su amigo días atrás, amigo que desde ese entonces no había parado de bombardearlo con mensajes preguntando sobre el misterioso chico a la vez que lo molestaba por su "pequeño enamoramiento".

Él no estaba enamorado, para nada, solo le parecía el ser más hermoso que haya pisado el planeta tierra y que sus ojos y los de nadie en realidad eran dignos de ver tal obra de arte, eso no significaba que estuviese enamorado, eso ya era una palabra fuerte, estaba interesado.

Removiendo sus cabellos, ésta vez llevádolos naturalmente así como llevando puesta ropa casual en lugar de las camisas formales manga larga y pantalones formales que usaba mientras trabajaba, esta vez solo era Lee Minho paseando por las húmedas calles de París, sacó entonces un cigarrillo de su abrigo y al momento de intentar encenderlo su mirada cayó en un pelinegro que caminaba por el mismo sendero que la primera vez que lo vio.

Su cuerpo se movió solo, se paró de inmediato tomando su paraguas pero por las prisas ni siquiera se molestó en abrirlo. Se apresuró a caminar hacia el chico que iba distraído.

— ¡Hyunjin! —lo llamó al notar que aún iba muy lejos y no lograría alcanzarlo, como la primera vez.

Por suerte el chico pareció escucharlo puesto que paró su andar y miró al rededor confundido quitándo un audífono de su oreja hasta que se topó con el castaño trotando hacia él con el cabello ahora mojado al igual que sus ropas.

— ¿Minho?

Llegó sonriendo hasta él con la respiración un poco agitada.

— Que gusto encontrarte por aquí —fue lo primero que alcanzó a decir.

— Está empapado —señaló preocupado— ¿Por qué no usa su paraguas?

— Ah —recién en ese momento notó que estaba mojado— Bueno, verás, te vi caminando desde las mesas de allá —señaló donde estaba antes a unos metros de ellos— Y solo me vine corriendo intentando alcanzarte, creo que pasé por alto que seguía lloviendo —soltó una risita divertida y nerviosa pensando en lo estúpido que seguramente se veía en ese momento.

— Pero debe abrirla ahora, se seguirá mojando y puede agarrar un resfrío —sus ojos mostraban la preocupación inocente que traía, no pudo evitar hacerlo sonreír más.

—hizo un gesto despreocupado con la mano— Descuida, estaré bien un poco de agua no le hace mal a nadie. Ya me mojé de todos modos —volvió a reír intentando quitarle importancia.

— Oh no, no. No debe mojarse más.

E, inesperadamente, se acercó a él cubriéndolo con su propio paraguas provocando que ahora ambos compartieran un espacio reducido que le permitía ver mejor aquel lunar bajo su ojo y otro colocado en su mejilla. Sus ojos eran del mismo color de las burbujas del café.

— No hace falta —logró decir tratando de tragarse los nervios— Te podrías mojar tu.

— Descuide, cabemos los dos.

Oh, el pobre corazón de Minho se agrandó 5 milímetros más. ¿Así es como se sentía el Grinch cuando su corazón comenzó a crecer?

— ¿Te dirigías a tus clases con aquel maleducado sujeto? —preguntó tratando de distraer su propia mente.

— Así es, empieza dentro de 30 minutos pero mi maestro siempre me pide que vaya por su café y de paso me compro el mío. Por eso voy un poco antes —explicó.

Por algún motivo ambos comenzaron a caminar retomando el camino del pelinegro mientras hablaban bajo la lluvia y el paraguas.

— ¿Eso no es considerado como abusar de su atoridad que te mande por su café?

— Me gusta más verlo como hacerle un favor —asintió a sus propias palabras— Y como dije, de paso me compro yo uno para mantenerme despierto el resto de la mañana. No puedo funcionar bien sin ese café.

Salieron de el parque y continuaron su camino por la plaza aún hablando entre ellos, haciendo alguna broma, sacando algún otro pequeño tema de conversación irrelevante, quedándose en pequeños silencios. Todo se sentía ameno y correcto, todo se sentóa muy raro para Minho.

— ¿Qué hace aquí en Paris? —preguntó el más joven.

—sonrió un poco nervioso y rascó su cuello tratando de pensar bien sus palabras— De vacaciones podría decirse, necesitaba un momento lejos del trabajo y relajarme un poco. O al menos eso dice mi amigo, sinceramente yo digo que estoy bien como estoy.

— Bueno, dicen que trabajar demasiado es malo. Es bueno tomarse un descanso de vez en cuando —se encogió de hombros.

— ¿Ver Piratas del Caribe los viernes en la noche no se considera un descanso? —preguntó entre serio y entre en broma. Más serio que en broma quizás.

— Claro que si pero quizás su amigo se refiere a un descanso más largo, debe trabajar mucho. ¿De qué trabaja?

El corazón de Minho se saltó esta vez un latido. Oh mierda, ¿y ahora qué le decía al chico bonito?

No estaba acostumbrado a hablar de "su trabajo" con las personas y ver los ojos de el chico simplemente le hacían querer ser completamente sincero con él, sin embargo no podía simplemente decirle que era un pistolero que mataba personas. No era ni legal eso.

— Digamos que soy como una especie de mensajero independiente —otra risa nerviosa, ¿cuántas iban ya?— Hago a veces algún que otro trabajo que me pidan. No es algo muy concreto —dijo ambiguamente.

— Eso suena interesante —sonrió pareciendo intrigado.

— ¿Y tú, que haces aquí en Paris a parte de estudiar? —cambió el tema rápidamente. No podía seguir con esa conversación si no quería que lo entregaran a la policía.

— Pues solo estudiar la verdad, planeo ser un futuro diseñador reconocido y París parece ser un lugar indicado para comenzar —explicó.

— Oh, eso sí que es interesante —recalcó él tratando de seguir con la conversación— Lo cierto es que pareces todo un modelo, podrías modelar tu propia ropa —soltó el comentario tirando un poco a lo coqueto.

Hyunjin parecía un poco sorprendido y tímido, solo le dio una sonrisa un poco nerviosa y tímida por igual. Parecía ser que el chico no sabóa cómo recibir cumplidos o simplemente Minho había sido muy directo para su gusto. De cualquier forma al castaño le había parecido adorable.

Accidentalmente, mientras pasaban a la par de un grupo de personas, alguien pasó empujando al castaño provocando que chocara con el pelinegro y que el paraguas casi cayera de sus manos. Todo fue muy rápido y lo más parecido a un drama coreano.

Minho, con los grandes reflejos que se manejaba gracias a su trabajo, alcanzó a sostener a Hyunjin por la cintura con una mano mientras que con la otra sostuvo la mano del contrario para evitar que el paraguas cayera terminando casi entrelazando dedos. Se quedaron quietos por un momento de la impreción, mirándose a los ojos.

El primero en romper el contacto visual fue Hyunjin, apartando sus ojos cuqndo se sintió cohibido por la mirada directa del castaño en él. Algo dentro de su estómago y corazón revoloteó.

— Ya puede soltarme —comentó quedito.

— ¿Estás bien? —preguntó en su lugar sin apartar la mirada— ¿No te lastimé o algo?, perdona por eso.

De laa dos veces que Hyunjin había conocido a Minho éste siempre tuvo un tono de vos divertido y poco serio, la única vez que escuchó uno diferente fue cuando éste habló en un perfecto francés hacia su maestro de modas (que también le hizo sentir aleteos en su estómago, no lo iba a negar).

Pero en ese momento era un tercer tono de voz, era serio pero no como cuando se dirigió a Jules que hasta parecía sombrío, este era un serio tranquilo, con unas manchas de preocupación y ni rastro de el juguetón sujeto al que se estaba acostumbrando. Casi hasta usando un tono cercano.

— ¿Yo?-, si descuide —alcanzó a decir— ¿Usted está bien?

—le regaló una sonrisa que demostraba solo tranquilidad y alivio— Perfectamente.

Por fin lo soltó, dejando un sentimiento un poco desconforme en el pecho del peliegro pero ignorándolo porque le pareció ilógico, y siguieron caminando aunque ajora más pegados el uno del otro que antes. Casi como si el paraguas no fuera tan grande para ambos, a pesar de que perfectamente cabían si dejaban un espacio pequeño entre sus cuerpos pero ahora eran un poco como imanes donde sus hombros rozaban con cada paso. Sus manos, en cambio, nunca se soltaron del mango del paraguas.

Llegaron entonces a Montorgueil quedando en frente una vez más del edificio de la última vez donde Hyunjin recibía sus clases.

— Gracias por acompañarme hasta aquí —dijo el menor— Aunque no debía, lo hice caminar todo ese trayecto —torció sus labios un poco apenado.

— No hiciste nada bonito, yo decidí caminar todo eso contigo. De todos modos debía estirar un poco mis piernas —restó importancia.

Hyunjin sonrió por el apodo sorpresivo que usó el mayor mas no dijo nada al respecto.

Se quedaron callados unos segundos sin saber cómo proceder hasta que el palinegro miró inconscientemente su reloj de muñeca notando que llegaba justo a tiempo y que aún debía ir por el café de su maestro.

— ¡Oh!, se me hizo un poco tarde ya. Debo irme —exclamó.

— Yo igual debería irme, tengo algunas cosas que hacer.

— De nuevo, muchas gracias por acompañarme, espero verlo de nuevo por aquí algún día —le sonrió ampliamente.

—a Minho no le gustó mucho cómo eso había sonado, como si no se verían quizás nunca más, de esas típicas despedidas— Yo-...también espero verte, me encantaría verte de nuevo —se corrigió.

Sin embargo Hyunjin parecía un poco más concentrado en la hora y que probablemente su maestro lo regañaría por llegar tarde por lo que no había reparado tanto en las palabras del mayor y solo asintió sonriendo.

— Debería abrir su paraguas ahora, para que no se vuelva a mojar —comentó antes de darle un medio abrazo— Nos vemos Minho.

Y cruzó la calle para poder llegar a la cafetería. Minho sintió que se había quedado con algo atorado en su garganta, algo que le golpeaba el pecho y sentía que si no lo hacía en ese momento quizás ya no tendría alguna otra oportunidad más adelante así que sin pensarlo mucho se cruzó la calle también siguiendo al contrario, logrando alcanzarlo cuando llegaron ambos a la acerca.

— ¡Hyunjin! —lo llamó alcanzo su muñeca.

El pelinegro volteó sorprendido quedando cara a cara con el castaño.

— Lo siento, lo siento —se disculpó Minho al sentir que quizás fue un poco exagerado, soltó rápidamente al contrario— Es solo que...bueno, solo se me ocurrió que quizás podríamos salir a tomar un café un día de estos —rascó su nuca nervioso— Si quieres, claro.

Las mejillas del pelinegro tomaron un ligero color rosa que no hubiese sido perceptible si no fuese porque el día seguía gris gracias a la lluvia y el era lo único de color que había ante los ojos de Minho. No pudo evitat sentir que había triunfado en la vida con solo haber logrado ruborizar al chico bonito.

— Pues, me encantaría —sonrió una vez más— Los jueves tengo libre, ¿le parece bien?

—le devolvió la sonrisa encantado— Jueves será entonces. ¿Aquí a las 3?

— Me parece muy bien.

— Excelente —sonó emocionado, y es que lo estaba pero trató de disimularlo— Nos vemos el jueves entonces.

Tomó su mano derecha y, como la última vez, besó el dorso de ésta regalándole otra sonrisa antes de darse la vuelta y marcharse dejando a un pelinegro aún más sonrojado y a él mismo con un sentimiento de victoria total.

De repente Minho amaba París y la lluvia. De repende amaba París bajo la lluvia porque al parecer todo el mundo tenía razón, París era la ciudad del amor.

Les traigo esta historia coml regalo, iba a ser participante en un concurso de escritura pero sinceramente la universidad está consumiendo todo de mi y no medí mi tiempo ni mi inspiración, menos mis ganas de escribir así que lamentablemente no pude sacarla a tiempo para el concurso y quedó descailificada, pero tenía tantas ganas de sacar la historia a la luz y además ya había avanzado mucho como para solo dejarla en borradores.

Así que aquí está, un intento de comedia que sé que fracasé rotundamente pero al menos no me quedé con las ganas. No sirvo para hacer solo comedia, debo meter drama y seriedad a todo, una disculpa jsjs.

Espero que disfruten la historia.

Sin más que decir, nos vemos en la próxima 🦋.

©_prayBluesoul_

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