𝐨𝟒𝟒. encadenadas consecuencias

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o44. ❝ gray and blue and fights
and tunnels. handcuffed to the spell i was under ❞




























































































❝ no lo pensaron antes pero, sus
peleas les traerían encadenadas consecuencias

✦•─────• UN PAR DE DÍAS PASARON Y EL PARTIDO DEL que Pedri le había hablado a Natalia había llegado.

La chilena estaba negada. No quería asistir a un evento que giraría en torno al canario y que literalmente tendría que estar ahí para verlo a él. Después de su pelea ambos cortaron comunicación el uno con el otro. No se hablaron más y evitaron encontrarse hasta al menos aquel partido ya que eso era una obligación; ya se habían hecho la idea de que así era.

Pedri le dejaba mensajes. Los primeros fueron tratando de buscar su perdón pero ella le dejó el visto. Después de rendirse con eso, le iba recordando cosas que Elías les pedía ya que ella ni siquiera había querido responder el grupo que tenían entre los tres. A pesar de eso y que tan sólo fueran recordatorios sobre el contrato, ella no le respondía, sólo los leía.

Recordar lo que había pasado y leer todos los días como la atacaban los medios la hacía alejarse cada vez más del hombre. Además, el constante miedo al peligro de ser encontrada gracias a la entrevista no ayudaba en nada en lo absoluto.

Eran tiempos complicados.

Pero de alguna u otra forma algo los haría tener que acercarse otra vez.

Oh y, en este caso, ese algo tenía nombre y apellido.

Elías Herrera.

Natalia frunció el ceño confundida una vez que abrió la puerta de su departamento y se encontró a su jefe ante ella, el cual sonreía como siempre. Esa sonrisa que ocultaba malicia detrás y que tantas calamidades le había traído ya.

—¿Y tú? —preguntó ella con el ceño fruncido—. ¿Qué haces aquí?

El mayor iba a responderle la pregunta pero no pudo debido a una acción que la rubia no esperó.

Detrás de Elías apareció alguien.

Y al ver a ese alguien, la chilena abrió los ojos de par en par.

—¿¡Qué!? —estalló su voz—. ¿Qué está pasando?

Así es damas y caballeros.

Se trataba de Pedri.

El empresario había aparecido en la puerta de la casa de la mujer en compañía de un muy nervioso futbolista que sólo la miró sin decir nada. Se veía apenado.

Elías suspiró con una cansada sonrisa—Esa era la reacción que esperaba. Ahora entiendo todo —le hizo una seña con la cabeza al chico—. Entremos.

Estática y sorprendida, la mujer no pudo evitar que ambos hombres ingresaran a su casa sin su permiso. Sólo los pudo observar con la boca abierta mientras se plantaban en medio de su sala de estar como si estuvieran en su propia casa. No obstante, era Herrera el que venía con actitud avasalladora, el futbolista parecía nervioso a su lado.

Natalia cerró la puerta con fuerza y se les acercó—¿Disculpen? ¿En algún momento les di permiso para entrar?

—No —contestó el mayor con las manos detrás de su espalda—, pero íbamos a pasar de todos modos.

Ella se tomó la cabeza ya que le comenzaba a doler—¿Qué rayos hacen aquí y qué se creen por entrar así nada más?

—Bueno, primero que nada soy tu jefe —ella rió—. Segundo, tenemos que hablar...Los tres.

Un silencio se formó en la sala mientras el empresario miraba a las dos celebridades con una cara similar a la de un padre a punto de castigar a sus hijos.

Eliás suspiró finalmente—¿Se volvieron a pelear? ¿En serio? Pero si íbamos tan bien.

Y justo en ese momento, la mirada asesina de Natalia cayó con brutalidad sobre Pedri.

—¿Le dijiste? —lo apuntó severamente—. ¿Me fuiste a acusar con él? ¿En serio? —comenzó a reír—. ¿Cómo si fuéramos niños pequeños? ¿En serio me fuiste a acusar con él?

González puso los ojos en blanco—Tienes un concepto demasiado elevado de ti misma. Bájate de la nube.

Ella sólo rió otra vez ante su supuesto ofensivo comentario.

—Yo le pregunté —aclaró el mayor—. Llegó a mi oficina cuando lo llamé para saber cómo le había ido con la invitación al partido y su expresión me lo dijo todo —lo apuntó—. Era evidente que algo había pasado. No sé qué pero algo los hizo pelearse de nuevo.

—Bueno, si no sabes qué es mejor no opines. Porque no tienes idea lo que este hizo —apuntó al susodicho.

—Pues explícame —pidió.

Ella rió—No gracias. Mientras menos sepan mejor.

—Entonces arréglense entre ustedes.

—Como quizá este te adelantó yo no pienso seguir hablando con él y mucho menos perdonarlo así como así —siguió protestando la rubia—. Accedí a ir al partido porque fue orden tuya, no por otra cosa.

—Pero íbamos tan bien —se quejó el empresario exageradamente—. Se estaban llevando de lo mejor. Por un segundo me hicieron creer que lo suyo era en serio.

—Pues te dejaste llevar por ilusiones, Elías —dijo el canario frunciendo los labios—. Al parecer no hemos cambiado desde que nos conocimos.

Dietz puso especial atención a sus palabras mas no dijo nada.

—Bien, bien, bien —Herrera juntó sus manos—. No sigan peleando ni diciendo cosas feas, yo he venido aquí en rol mediador.

Entonces, la pareja vio como el empresario los tomaba a ambos de las manos y los comenzaba a jalar junto a él. La pareja se miró asustada y consternada pero no dijeron nada de puro miedo a las acciones del hombre de Adidas.

El trayecto llego hasta la isla de la cocina donde Elías sentó a Pedri y a Natalia juntos en dos banquillos y luego se movió para poder sentarse en frente de ellos. Los menores siguieron cada uno de sus pasos asustados hasta que por fin se detuvo.

Tomó aire—Miren muchachos, hay que hacer esto de la forma pacífica —inició—. En la vida...Hay altos y bajos, pero nosotros los seres humanos tenemos que ser capaces de pasar sobre ellos y olvidar las diferencias que nos separan.

La chilena alzó una ceja—¿En serio nos vas a dar una maldita charla motivacional?

—Ustedes, seres jóvenes, tienen mucho por delante —él la ignoró completamente y siguió hablando lleno de inspiración—. No pueden seguir atados a aquel odio que se tienen. Sea lo que sea que haya pasado solamente hará que se sientan...Aprisionados.

La pareja se echó una mirada. Ambos estaban ta aburridos de la charla.

—Sí, todas esas cosas que traen los harán sentirse así. Literalmente es como estar encadenados. ¿Saben qué es eso? —ellos negaron—. Pues es horrible...Les puedo dar un ejemplo.

De pronto, vieron como el hombre sacaba de un bolsillo al interior de su chaqueta un objeto bastante particular.

Los menores abrieron los ojos como platos.

Eran un par de esposas.

Sí, como lo oyen.

—Tranquilos, son de juguete —explicó el hombre al ver sus rostros de terror. Luego, le dio unos golpecitos a la mesa con el objeto para que ellos confirmaran que él hablaba en serio—. Me gusta usar ejemplos reales cuando hablo. A veces las saco y se las muestro a mis empleados cuando quiero tener estas catarsis como con ustedes.

—Creo que es hora de llamar a Recursos Humanos —susurró la rubia.

—Está loco —secundó el moreno de la misma forma.

—El punto es que... —miró la utilería en sus manos—. Esto aprisiona a la gente...Y así mismo se sienten ustedes con todo lo que están cargando.

De pronto, dejó su juguete en la mesa y alcanzó sus manos con las suyas. Aquel momento se sentía cada vez más raro para la pareja.

—Si ustedes se siguen odiando...Será como si cada uno estuviera atado —tomó las esposas otra vez y las abrió. Primero tomó la mano de la rubia que estaba más cerca y puso una de las esposas alrededor de su muñeca—. Tanto como Natalia... —se escuchó como la cerraba—. Y como Pedri...

—¿Qué rayos estás haciendo?

El murmullo del canario no fue atendido ya que Elías repitió la acción con su muñeca, dejando finalmente a ambos esposados. Los dos se miraron con confusión y terror y se sintieron idiotas al no haber reaccionado antes, preguntándose como no habían parado todo ese teatro cuando podían. Seguían sin moverse, consternados por la situación.

Elías soltó un sonoro suspiro—Mírense...Se ven mal así ¿No? —ellos no respondieron—. Así se ven aprisionados por todo el odio que tienen. Por favor, les pido, que dejen eso atrás ya por algo mucho más allá que el contrato...Sino por la pérdida de sus almas.

Natalia no iba a creerle todo su teatro así que bufó poniendo los ojos en blanco—Ya, ya, ya, ya entendimos. Nos vamos a portar mejor o lo que sea. Ahora... —señaló las esposas—. La analogía fue suficiente. Suéltanos.

Entonces Elías hizo una mueca.

—Sí, sobre eso... —torció los labios—. No puedo.

—¿¡Qué!?

Una voraz exclamación salió de la boca de ambos que combinaba perfectamente con las expresiones de horror plantadas en sus caras. Literalmente sintieron el terror calar sus fríos huesos en ese momento.

Elías se encogió de hombros—La verdad es que les mentí...Sí son esposas de verdad.

—¿¡Qué!? —volvieron a exclamar de la misma manera.

Enseñó las palmas de sus manos—Bueno, reales, reales no tanto. Son utilería que me robé una vez de un set de una película pero cumplen exactamente la misma función —sacó algo de su bolsillo y se los enseñó—. Y se abren de la misma forma.

Lo que tenía en su mano era una pequeña llave plateada, la que tenía el poder de abrir las esposas.

—¡Dámela! —la rubia quiso extender rápidamente su mano hacia la llave, pero lamentablemente había alzado la que se encontraba atada por las esposas, haciendo que su mano se viera arrastrada por la de Pedri, incluso causándole un leve dolor.

Al darse cuenta de lo que había ocasionado, ambos quisieron morirse en ese instante.

—En serio lo siento, pero no me dejan opción —siguió el mayor guardando la llave de nuevo en su bolsillo—. Su carácter odioso está afectando a la marca así que si no arreglaron esto por las buenas...Será por las malas.

—¡No puedes hacernos esto! ¡Es ilegal! —protestó el futbolista muy enojado.

Se encogió de hombros—Sí puedo y ya lo hice —como si nada se puso de pie y comenzó a caminar a la salida bajo su asustada mirada—. Volveré por ustedes en una hora y espero que al menos estén menos ermitaños que antes.

—Tengo que ir con el equipo a tomar un avión a Madrid ¡Tenemos partido hoy! —siguió reclamando.

—Y yo tengo que hacer lo mismo e ir por mi hermana y mi prima ¡No puedes hacerlo! —se unió la actriz.

—Los soltaré antes de que tengan que cumplir con sus responsabilidades. No piensen que no pensé en eso —abrió la puerta—. Hasta entonces...Usen este tiempo para hablar.

—¡No puedes hacernos esto! —lo apuntó la rubia.

—Que ya lo hice —insistió—. Los quiero mucho pero esto es por su bien.

—Hijo de perra —murmuró Pedri apretando la mandíbula.

—Sean buenos chicos y aténganse a sus encadenadas consecuencias —hizo como si les lanzara un beso al aire—. Nos vemos.

—¡Elías!

Entonces Herrera se fue, cerró la puerta y la tortura comenzó.

Natalia y Pedri estaban esposados el uno al otro.

Y tenían que resistir una hora de esa forma.

¡Sonaba ridículo! ¡Realmente una tontería! Era algo sacado de una película o de una novela turca que vi una vez...En fin, ese no es el punto pero a lo que quiero llegar es que, por el lado que miren esta situación, era una verdadera atrocidad.

¿Qué iban a hacer? ¿Cómo se moverían? ¿Cómo convivirían? Lo único que querían era estar lo más lejos posible del otro y ahora no podían por ningún motivo. Estaban literalmente anclados al otro en contra de su voluntad.

Era lo que les faltaba ¿No? Entre todas las tonterías que Elías los había hecho pasar, aquella estaba siendo la cereza del pastel.

Después de que su jefe se fuera, ambos comenzaron a protestar. Sin embargo ¿De qué les servía? Podían reclamar todo lo que ellos quisieran pero eso jamás los liberaría. Debían simplemente aguantarse una hora pegados al otro aunque quisieran solamente arañarse la cara.

Luego de que enfrentaran su realidad ellos eligieron el camino supuestamente más fácil: No hacer nada. Se fueron a sentar al sillón peleando por quien avanzaba primero y quien era el arrastrado y así permanecieron sin emitir palabra alguna por el tiempo que aguantaran. Por mucho que quisieran sentarse lejos del otro no podían. Sus anatomías estaban pegadas la una a la otra.

Aunque no lo crean resistieron casi media hora sin decir nada. Dietz no tenía problema con el silencio. Lo disfrutaba y podía pretender que la otra persona no existía. Sin embargo, nosotros ya sabemos quien tiene problemas con los silencios incómodos.

Así es, nuestro canario.

Desde que conoció a la chilena que se le generaban problemas con ella y los momentos en los que nadie decía nada. Siempre sentía que tenía que rellenar o decir algo, ya que el silencio le preocupaba e incluso lo ponía ansioso.

Sí, aguantó así treinta minutos pero llegó un momento en donde no pudo resistir más.

—Quizás Elías tiene razón.

Su suave voz llegó a los canales auditivos de la actriz mas esta ni se inmutó al oírle. Siguió en su misma posición mientras él le miraba: Ignorándolo con la vista al frente.

—No, no la tiene —se opuso sin mirarle.

—¿Por qué? Quizás podemos hablar de lo que sucedió.

—Un par de esposas no van a hacer que te perdone —soltó finalmente girándose hacia él y levantando sus manos atadas—. Tú y yo no tenemos nada de qué hablar.

—Natalia, por favor —rogó con los ojos cerrados.

Al oírle de esa forma ella se desesperó y apretó los ojos gruñendo—Ya ni siquiera digas mi nombre así. Ya no puedo tolerarlo.

De pronto, la mujer decidió que era buen momento para levantarse y alejarse. No obstante, olvidó que algo le generaba peso y cuando se puso de pie se quejó de dolor y volvió a caer sentada en el sillón.

—Por el amor de Dios, levántate ¿Sí? Ni siquiera puedo escapar de ti —se quejó.

Soltando un pesado suspiro, el futbolista le hizo caso y comenzó a seguirla mientras era arrastrado por ella hasta la cocina.

—Ese es el problema, siempre terminas escapando de mí cuando no tienes que hacerlo —la encaró a sus espaldas.

Se volteó indiganda—No empieces.

—Deja de huir de mi, Natalia —rogó—. Te he pedido perdón hasta el cansancio. Sé que eres orgullosa pero por favor deja eso de lado aunque sea por un instante.

Abrió la boca sorprendida—Qué insulto tan sutil —rió—. Y no, no voy a bajar mis barreras sólo porque lo dices. Me heriste Pedri, traspasaste mi confianza.

Cerró los ojos con arrepentimiento—Lo lamento tanto.

—Ojalá una simple palabra lo arreglara todo —torció los labios—. Ahora, mejor volvamos a la regla de no hablarnos hasta que Elías llegue. Esa me estaba gustando.

Entonces, la mujer volvió a pegar media vuelta para alejarse a pesar de que lo tuviera arrastrándose junto a ella. No obstante, esta vez González no se movió y permaneció estático en su lugar, haciendo que la rubia diera un pequeño rebote hacia adelante y hacia atrás, finalmente volviendo hacia el canario cuando éste la atrajo hacia sí de espaldas y pasó el brazo esposado alrededor de ella, dejándola con su espalda apoyada en su pecho y aprisionándola con su brazo.

Aquella posición la puso muy, muy nerviosa.

—Pedri, por favor, no quiero jugar. Ya suéltame —dijo con la voz titubeante.

—Deja de escapar de mí —susurró en su oreja.

Aquel aliento fresco y terso en su oído le puso la piel de gallina y tuvo que poner todo el esfuerzo de su parte para evitar tener un escalofrío. Una vez más, se sentía vulnerable cuando él tomaba ese rol.

—Aunque quisiera huir estoy atada a ti, idiota —atacó.

—Sabes perfectamente a lo que me refiero —apoyó su frente en la parte trasera de su cabeza—. No huyas más de mí.

Cerró los ojos—Deja de decirme eso.

Hubo una ligera capa de dolor en aquellas palabras y Pedri lo pudo percibir con un nudo en la garganta.

—¿Por qué?

—Porque estoy tratando de hacerlo —protestó con voz cansada.

El futbolista tuvo problemas para creer lo que oía, y la actriz se sintió como una estúpida niña pequeña cuando lo dijo.

—Pero ¿Por qué?

Luego, él pasó su brazo sobre ella y le dio una vuelta para que quedara ahora en frente de él y pegada a su cuerpo, con su mano libre sosteniendo su cintura y la otra de ella sobre su pecho igualmente. Una posición más que conocida pero en ese instante estaba siendo una verdadera tortura.

A ella le costó responder en primera instancia—Porque no quiero que alguien me vuelva a hacer daño...Y tú ya lo hiciste.

Aquello fue como una puñalada directa al corazón del español. Torció los labios en una mueca y se sintió inmensamente culpable ante el recuerdo de sus acciones. No obstante, y por sobre todo, se sentía culpable por hacerla decir ese tipo de cosas. Él la había herido y eso lo hacía sentir peor que al perder cualquier campeonato o partido.

—No sabes lo que causaste —retomó ella al notar su silencio—. He leído muchas cosas horribles sobre mí y, para colmo, vivo con el pánico de que quien me acosa aparezca de la nada.

Cerró los ojos con pesar—Lo siento tanto, no quería causarte esto. Jamás haría algo pensando en hacerte daño.

—Pero lo hiciste —escupió—. El daño está hecho y no hay como remediarlo.

—Podemos remediarlo —la atrajo hacia sí.

—¿Y qué somos para pensar en remediarlo? ¿Una pareja real? —ella soltó una risa nasal pero él no dijo nada—. No hay nada que remediar. El asunto me lastima tanto que ni quiero pensarlo.

Queriendo finalizar su discurso, la mujer se alejó de él para dar media vuelta pensando que él la seguiría de todas formas pero otra vez él se quedó estático. No obstante, en esta ocasión se oyó un gemido de dolor un poco más sentido que los anteriores.

Auch.

Por inercia, la rubia se volvió a girar y se llevó una mano a la muñeca donde estaba la esposa. El tirón el había dolido más de la cuenta e inmediatamente Pedri se puso un alerta ante su necesidad.

—¿Qué pasó? —se le acercó tomando su mano para verla.

—Nada, sólo que el tirón me lastimó un poco —gruñó—. Elías maldito, en serio no puedo creer que nos tenga así.

—Haz esto —indicó.

Cuidadosamente, el canario tomó la manga de su suéter y la jaló hacia abajo para luego arreglarla de tal forma que la esposa quedara por sobre la tela. De esa forma, a ella no le dolería tanto el movimiento.

Dietz observó la escena y cada uno de sus detalles. Algo se revolvía dentro de su estómago y buscaba oponerse a las palabras que salían de su boca. Iba a volverse loca.

—Ya está —finalizó—. Eso debería hacer que no duela tanto.

—Gracias —murmuró sin mirarle—, pero no pienses que todo está arreglado así como así.

El hombre no respondió, sólo asintió con una mueca.

—Ahora —suspiró—, si vamos a movernos que sea al mismo tiempo, así no nos va a doler.

—Claro, ¿A dónde quieres ir?

Entonces ella hizo una mueca al recordar algo.

—Eh...A lo que más tenía desde que nos encadenaron —murmuró.

González frunció el ceño confundido—¿A dónde?

La mujer suspiró y meditó sus opciones un segundo. En primera instancia pensó en no decirle y simplemente aguantarse. No obstante, se conocía y sabía que no podría resistir más minutos hasta que Elías llegara. Sería un riesgo que debería tomar.

Ella suspiró—Al baño.

González estuvo un momento sin decir nada pero luego de unos segundos, y entendiendo sus palabras, él comenzó a reír estrepitosamente mientras la mujer lo observaba con una expresión seria.

—Sigues igual de despreciable que siempre —murmuró viéndolo reír.

—¿Y cuál es el problema? —dijo terminando sus carcajadas.

—¿Como que cuál? —levantó sus manos esposadas—. No voy a ir contigo al baño.

Puso los ojos en blanco—Por favor...

—No, no lo haré —puso sus manos en sus caderas—. Veremos alguna forma en que tu te quedes fuera y yo haga lo mío.

—Es imposible. Las esposas son muy cortas.

Gruñó—Me niego, prefiero aguantarme un rato más.

—¿Por qué no quieres? —preguntó como si fuera lo más normal del mundo.

—¿En serio me preguntas eso? —se indignó sorprendida.

—Venga Nat, no hay nada ahí que yo ya no haya visto antes —ladeó la cabeza observándola.

La frase y los recuerdos hicieron a la rubia pasar por una especie de cortocircuito. Su cuerpo se sacudió en un escalofrío y trago saliva ante todo lo que había pasado por su mente.

—No empieces —lo apuntó—. No sigas con esas frases o voy a colapsar. Coqueteándome no arreglarás nada.

De encogió de hombros—Yo decía.

Movió las manos—Da igual, no hay forma de que yo vaya al baño contigo. Eso no va a pasar.

Palabras vanas de Natalia ya que eso fue exactamente lo que terminaron haciendo.

Después de que ella se quejara por otros minutos y se diera cuenta gracias al futbolista que realmente no había otra opción, ellos caminaron hacia el baño.

La mujer se sentía avergonzada pero el hombre caminaba como si fuera lo más normal del mundo. Claro, él tenía razón, conocía cada detalle de su cuerpo, no iba a ver algo que llegara a desconocer.

Finalmente, la chilena acabó formulando una estrategia para que Pedri no la viera. Ella quedaría sentada con él de pie frente a ella pero dándole la espalda. De esa forma él no la vería y ella podría hacer lo suyo.

Era tan incómodo que hasta a mí me da vergüenza, chicos.

—¡Ni se te ocurra voltearte a mirar!

La exclamación de la rubia ante el ínfimo movimiento inofensivo del mediocampista lo hizo tensarse en su posición.

—Pero si no he hecho nada —alegó.

—Da igual. Por favor no mires. Dios, me quiero matar —gruñó.

Suspiró—No entiendo porqué te afliges tanto.

—Oye, venir a hacer pipí es muy diferente al sexo. Son niveles de confianza distintos —señaló.

Pedri no pudo evitar reír suavemente y en cuestión de segundos más tarde sintió como ella se movía detrás de él y oyó el sonido del estanque siendo vaciado.

—Ya vámonos de una vez. Ya no lo tolero —se oyó decir a la mujer.

Posteriormente, el canario sintió un tirón y se trató de la mujer moviéndose hacia el lavamanos para lavar sus manos. A pesar de tener la muñeca del futbolista pegada a la suya, la mujer hizo su labor normalmente, accidentalmente dándole cortos tirones al hombre.

Pedri la miró por el espejo y solamente sonrió de lado. Ella no se daba cuenta de que estaba siendo observada ya que estaba demasiado concentrada en lavar sus manos como de costumbre. Cuando alzó la vista al espejo, se encontró con los marrones ojos del canario pegados a su anatomía en el reflejo del espejo.

Un escalofrío por nerviosismo recorrió su cuerpo y se volteó hacia él mientras tomaba una toalla para sacar sus manos.

—No quiero oír ni una palabra sobre esto en toda tu existencia —sentenció.

Rió—Claro.

—Hablo en serio —alzó su vista y dejó la toalla en su lugar—. Que se te borre de la memoria.

—Lo intentaré —de encogió de hombros pero luego frunció el ceño cuando vio algo fuera de lugar en el rostro de la chica—. Tienes...Algo ahí.

—¿Dónde? —dijo ella preocupada tomándose la cara.

—Cerca del párpado —la tomó para acercarla a él y ver mejor—. Creo que se te corrió un poco el delineador.

—Oh —hizo una pausa—, ya lo limpio, yo...

—Déjame hacerlo, tengo mejor ángulo de aquí.

Y sin dejar que ella protestara o hiciera otro movimiento, el canario volteó el rostro de la mujer hacia él para verlo mejor y tomó un pequeño pétalo de algodón que ella guardaba sobre el lavabo. Divisó también una botella de agua micelar y recordó que ella usaba eso para desmaquillarse. Posteriormente, la tomó y mojó un poco aquel algodón con el líquido para luego pasarlo sobre su piel con suma delicadeza.

Natalia observó toda la acción sin moverse. Veía al canario y su rostro concentrado y sentía que nuevamente el estómago se le revolvía por completo. Su cuidado y su dedicación no desaparecerían ni aún en la peor de las peleas. Siempre estaba ahí, siendo un perfecto caballero.

Y eso la seguía volviendo loca.

Un tanto incómoda por la acción, ella decidió hablar—: Que situación tan bochornosa ha sido esta —hizo referencia a lo anterior.

—Bueno, esto extiende las barreras de la confianza —acabó su misión exitosamente y tiró el algodón a la basura—, o eso dicen.

Puso los ojos en blanco—No me hables de confianza ahora. Estas cosas son completamente opuestas.

—Nat...

—Y nada de esto hará que cambie de opinión. No soy alguien a quién puedas chantajear —soltó en una voz suave pero firme.

Acto seguido, la mujer pegó media vuelta para salir del baño arrastrando al futbolista con ella. Los dos llegaron de nuevo a la sala de estar y ahí González decidió retomar la palabra a como diera lugar.

—Por favor, dime qué tengo que hacer para que me perdones —la jaló ligeramente para voltearla por las esposas y tenerla pegada a su anatomía—. Lo he hecho todo.

—No sé Pedri, quizás hay cosas que simplemente no se perdonan y ya —se encogió de hombros—. En el fondo...Pero muy en el fondo...Sí pensé en perdonarte, pero cada vez que recuerdo el caos que tus palabras causaron me arrepiento.

—Por favor —cerró los ojos—. Estábamos bien.

La mujer iba a abrir la boca para protestarle aquella frase pero él fue más ágil para detenerla.

—Y esta vez no me lo puedes negar como en otras ocasiones —interrumpió—. Sabes que estábamos bien...

Dietz soltó un pesado suspiro y miró al suelo. A pesar de que quisiera mantenerse como una persona fría e intransigente sabía en el fondo de su corazón que él tenía razón. Sentía que antes de su pelea las cosas iban bien e incluso agradables entre ellos y que luego de aquella entrevista todo se había ido a la basura. Aquel hecho también le dolía.

—Da igual —se encogió de hombros—. Quizás esto es lo que somos...No servimos en realidad ya que siempre vamos a terminar peleados.

Cerró los ojos—No siempre...

—¡Pero míranos! —alzó los brazos— ya lo estamos. Es mejor dejar las cosas como estaban y volver al sistema que teníamos antes...Así nadie saldrá herido de nuevo.

—Y si no quiero volver a lo de antes ¿Qué?

La mujer se tensó en su lugar y pudo sentir como las rodillas le temblaban. La intensidad de sus ojos sobre los suyos y la firmeza de su voz la sacudió completamente. No esperaba aquella respuesta, así que mucho menos se sentía capacitada para decirle algo de vuelta. Se quedó sin habla durante los primeros segundos en donde sintió que tenía a otro Pedri frente a ella.

—Por favor no hagas esto —susurró en un hilo de voz.

—¿Hacer qué? —la tomó por la cintura para acercarla a él.

—Esto...Este juego —movió las manos.

Negó—Para mí no es un juego. Sé que arruiné las cosas y que lamentablemente no puedo deshacer las consecuencias de mis acciones. Pero te hablo en serio cuando te digo que voy a estar para ti en lo que sea que tengas que enfrentar. Quizás, si lo piensas, no termine pasando nada importante —se encogió de hombros.

Alzó las cejas—¿Nada importante? Te pasaste weón —le dio un corto empujón para poder escapar de él pero sólo pudo arrastrarlo consigo hasta otra parte.

Apretó los ojos—Bien, bien, bien, mala elección de palabras. Lo confieso, me equivoqué de nuevo.

—Así es —se volteó a verle—. Este asunto es importante y el más delicado de mi vida. Si lo sigues viendo como algo insignificante puedes olvidarte de que alguna vez me conociste.

—Perdón, perdón —suspiró—. No lo haré.

—Insisto, creo que es mejor dejar las cosas como estaban —suspiró—. Nos odiamos, tú por tu lado y yo por el mío —se encogió de hombros—. Ya está.

Soltó una suave risa—Sabes perfectamente que eso no es lo que quieres.

Se sintió un poco expuesta y titubeó—Tú no tienes idea de lo que yo quiero.

Se le acercó y tomó su mano que tenía amarrada a la esposa con la suya y la puso sobre su pecho. No la soltó mientras su mano permanecía allí y no era sólo porque estaban esposados, sino simplemente porque no quería hacerlo.

No quería.

—Claro que lo sé —le respondió suavemente—, de la misma forma que tú sabes lo que yo quiero.

El cuerpo de la mujer tembló y él lo pudo sentir bajo su tacto. Sabía como tocar aquella fibra sensible de su ser y la había aprendido a conocer tan bien que a ella, a ese punto de su vida, ya se le estaba siendo difícil mentirle. Él la conocía, la descifraba y veía debajo del agua lo que ella buscaba esconder.

Había algo que se sacudía en sus corazones cada vez que hablaban de temas así estando tan cerca del otro. Era una especie de magnetismo embrujado que los jalaba siempre en la misma dirección, y esa dirección era con destino al otro.

Podían escapar todo lo que quisieran, pero a esas alturas sería un camino en círculos que terminaría siempre en el mismo lugar.

Ellos.

Tratando de tolerar la situación, la mujer negó con la cabeza y se soltó de su agarre para dar un paso atrás.

—Da igual lo que nosotros queramos —susurró—. Hay cosas que van mucho más allá de nosotros mismos.

—Eso no importa —atacó casi de inmediato.

—Sí importa —la serenidad de su voz y su expresión lo confundió—. No quieres conocerme más de lo que ya me conoces.

Aquellas palabras lo dejaron sin habla y bastante sorprendido. No le entendió pero dilucidó que ella estaba hablando de algo mucho más grande; de algo mucho más allá de su discusión y eso se notaba que en el interior le lastimaba. Aquello tenía confundido al futbolista y deseaba saber de qué se trataba.

El timbre sonó e inconscientemente miraron el reloj de la pared. La hora había pasado así que debía de tratarse de Elías.

En sincronía, ambos caminaron hacia la puerta agradecidos en el fondo de que su encadenada tortura estaba por acabar, pero también un tanto angustiados por todo lo que habían hablado y porque otros asuntos habían quedado inconclusos.

Cuando Natalia abrió la puerta ahí estaba él.

Herrera esbozó una sonrisa de oreja a oreja al verlos y extendió sus brazos.

—Ahí está mi pareja favorita —sonrió—. ¿Arreglaron sus problemas?

Natalia estuvo tentada a decirle que no y Pedri sólo guardó silencio sabiendo que su respuesta también sería negativa.

—Bueno...Creo que llegamos al acuerdo de fingir aún mejor en las cámaras ignorando lo que hay detrás —mintió la rubia sólo para poder ser liberada de las esposas—. ¿Eso te sirve?

El empresario los analizó unos segundos en silencio.

—Sólo suéltanos —pidió González completamente agotado por todo lo vivido y conversado. Se sentía rendido.

Elías suspiró y sacó las llaves de su bolsillo—Bien, se lo merecen.

Sí, al final Herrera los había liberado de aquel encadenamiento.

Sin embargo, y a pesar de no tener esposas sobre ellos, seguían sintiéndose prisioneros.

Prisioneros de lo que sentían y que no eran capaces de explicar.




















































HOLA A TODXSSSSS, DIA DE ICSY Y MÁS PELEA WKDKSKF CÓMO ESTÁN

qué tal les pareció el capitulo de hoy? entretenido, cómico pero también con sus cosas profundas. cuéntenme qué fue lo que más les gustoooo

quiero tomarme este espacio un segundo para agradecer ya que esta historia ha llegado a los 100k 🥺 somos 100k nedri loveeeerssss. les confieso que cuando subí esta historia pensé que nadie la leería, se los juro, durante los primeros capítulos así me había mentalizado. no obstante, al ver como está familia ha crecido mis expectativas han sido superadas y estoy muy muy contenta 🥺 gracias por todooooo, sigamos creciendo ❤

SE VIENE MUCHO MÁSSSSS Y MÁS

190 votos para actualización

toda pelea tiene su desenlace y yo se los prometí, así que sintonicen la próxima semana para ver como termina esto 🙏

LES AMO, NOS VEMOS

SEE YOU SOON

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