𝐨𝟒𝟑. mamá y papá discuten

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o43. ❝ but i miss screaming and fighting and kissing in the rain and it's 2 a.m. and i'm cursing your name ❞
































































❝ cuando mamá y papá discuten es mejor no intervenir ¿eh? ❞

✦•─────• NATALIA SEGUÍA MOLESTA Y LAS COSAS NO estaban yendo bien.

Después de aquella desastrosa entrevista vino lo que ella temió: Las redes sociales comenzaron a hablar de ella y de la historia de su infancia.

Sí, hubo mucha gente que le dio su apoyo, que la animaron, que dijeron que era muy valiente, que era un ejemplo a seguir y todas esas cosas. Sin embargo, e inesperadamente, hubo un gran grupo de personas que aprovecharon aquella información para hablar mal de ella y tirarle mierda. Muchos de ellos eran fans que odiaban al Barcelona y otras chicas de 15 años que la odiaban por salir con Pedri.

Sí, eran personas mediocres que ni conocía, pero de todas formas le afectaba el odio que le estaba llegando.

Se pasó toda la mañana leyendo tweets como:

"¿Natalia Dietz es una huerfanita? Eso explica muchas cosas ahora"

"Ahora entiendo porqué esa mujer es una completa perra, sólo miren la forma en que creció"

"Sí, sí, triste historia familiar y lo que sea pero...¿A quién le importa?"

"Les apuesto que amenazó a Pedri para que contara esa historia y así darle pena a la gente. Tiene sentido, ella nunca ha hablado del tema. O lo sacó para llamar la atención o lo inventó"

"Pedri dice que es una persona extraordinaria por sobrevivir así...Y bueno, yo la veo igual de aburrida e inútil que siempre"

"Sin papás y a cargo de su hermana pequeña. Esa mujer tiene que estar completamente trastornada"

"Si yo fuera su madre también la hubiera dejado sola"

Aquel último que leyó fue la gota que rebasó el vaso y dejó su celular boca a bajo con brusquedad sobre la isla de la cocina.

Ansiosa y agotada, la mujer se tomó la cabeza entre las manos con fuerza. Se sentía miserable y dentro del foco de atención permanente, pero de la peor manera posible.

Así habían pasado las horas para ella desde la entrevista. Evitó entrar a las redes sociales como Vivianne le había aconsejado pero fue completamente nulo. La curiosidad la mató y terminó revisando Instagram, Twitter e incluso Tiktok. En todos ellos había algo o alguien hablando de su historia. Sí, muchos la apoyaban y admiraban su fuerza y su valentía, pero muchos otros seguían usando aquella información para herirla.

Se sentía como una estúpida.

Más aún porque había confiado en Pedri.

Ah, y sobre el canario.

Luego de que ella le cortara bruscamente la llamada, el futbolista siguió insistiendo. La trató de llamar cerca de 10 veces más pero ella lo ignoró completamente. Llamó a Vivianne pero esta acompañó la mentira de su prima diciendo que no tenía idea de donde estaba así que no podía ayudarlo. Incluso terminó llamando a Fabiana, la cuál no alcanzó a contestarle el primer llamado y mensajeó a Natalia para saber qué sucedía. La chilena le explicó todo y que debía hacerse la tonta y ya al segundo llamado de González la mexicana supo evadirlo bien.

En serio, se los digo, ella no quería verlo ni en pintura.

La había cagado mucho con ella y ella no estaba dispuesta a ofrecerle perdón alguno.

—Si no comes algo te juro que me voy a matar.

De repente, la actriz salió de su trance al oír la voz de Vivianne a su lado.

La mujer se había plantado junto a ella con media sonrisa y en cada una de sus manos sosteniendo algo. En una tenía un plato con un sándwich y en el otro un vaso de agua.

En efecto, Natalia no había probado bocado alguno desde que su crisis comenzó. No había comido nada.

—Estoy bien, gracias —sonrió asegurando que no necesitaba nada.

La contraria soltó un quejido y dejó la comida con brusquedad frente a ella—Es la tercera vez que me dices eso. Ahora no lo voy a dejar pasar, así que si no comes tú te lo daré yo en la boca.

La insistencia le pareció ligeramente cómica y soltó una suave risa—Bien, ya voy a comer.

La mayor sonrió complacida mientras la veía comer algo luego de horas. No lo había asimilado hasta ese momento, pero vaya que había necesitado al menos un sándwich dentro de su estómago.

—Gracias —susurró hacia ella mientras masticaba.

Sonrió y pasó su mano por su espalda—De nada...¿Cómo te sientes?

Suspiró con pesadez—Del asco aún. La gente no para de hablar del tema. Es impresionante como se ha masificado.

—La prensa es un asco —se lamentó—. Pero ya pasará.

—Es lo único que quiero —le dio un mordisco a su sándwich.

—¿Y qué hay de Pedri?

La inesperada pregunta la hizo pausar sus acciones y el recuerdo del canario otra vez en su mente se sintió como una tortura.

Se encogió de hombros mientras seguía comiendo—Pues se puede ir muy a la mierda. No estoy ni ahí con él.

Suspiró—Ha seguido llamado. A mi celular y al tuyo.

—Bueno, entonces está a un paso de que lo bloquee —sonrió con sarcasmo hacia ella.

—No te juzgo —comentó.

Luego de unos segundos en los que Vivianne se aseguraba de que la menor comiera algo, el timbre sonó. La rubia no se preocupó mucho y ni siquiera levantó la cabeza del plato ante el sonido, fue la castaña la que se alertó y caminó hacia la puerta para ver de quién se trataba.

Una vez que la puerta fue abierta, un torbellino despeinado y castaño entró por ella totalmente ansioso.

—Perdón, perdón, perdón. Traté de evitarlo.

Era Fabiana.

Al verla sorpresivamente ahí, Natalia se les unió preocupada para saber qué sucedía. La mexicana había entrado de repente con la respiración agitada, el cabello revuelto y el corazón latiendo a un ritmo descomunal.

—Fabi ¿Qué pasa? ¿De qué estas hablando? ¿Por qué estás así? —preguntó la rubia.

La recién llegada trató de recuperar el aire—Que perdón, la neta he tratado de detenerlo pero no lo logré.

He tratado de detenerlo.

Inmediatamente Natalia supo de qué estaba hablando y sintió como el cuerpo se le helaba.

Tan sólo en cosa de segundos después se oyeron murmullos por el pasillo al haber quedado la puerta abierta. Las tres mujeres se voltearon en esa dirección para ver como de repente dos figuras masculinas aparecían en el interior del departamento.

Una era Gavi.

La otra...

¿¡Dónde está ella!?

...Era Pedri.

El primero parecía ir protestando con el segundo, casi sujetándolo del brazo para que dejara de avanzar. Se notaba que Fabiana le había pedido ayuda para detenerlo pero no había sido posible ya que la intencionalidad con la que González iba no se la iba a quitar nadie. No importaba que su mejor amigo protestara diciendo que no debía ir o que lo sujetara para frenarlo, eso no iba a suceder.

Una vez que ambos ya estuvieron dentro, las quejas cesaron y todos se miraron dentro de la habitación.

Sobre todo Natalia y Pedri.

Sus miradas se conectaron en un tenso momento en el que nadie dijo nada. La chilena estuvo dispuesta incluso a correr en vez de tener que enfrentarlo pero sabía en el fondo que eso no sería posible.

Pedri, por su parte, sintió un poco de alivio al finalmente poder verla cara a cara. Sabía ahora que tenía que arreglar las cosas de la forma que fueran.

Nat.

Un suave y agotado suspiro salió de sus labios con el nombre de la rubia. Aquella voz que conocía tan bien ahora estaba bañada en una súplica por una mísera parte de su perdón.

Perdón que ella no iba a conceder.

—Vete de aquí.

La dura y fría frase que ella escupió comenzó a desesperar al futbolista. La mujer se alejó de él volviendo a su lugar anterior pero el canario siguió cada uno de sus pasos.

—Nat, Nat, espera.

Mientras tanto, Vivianne se volteó a ver a los dos menores.

—¡Se suponía que tenías que ignorarlo! —le reclamó en un susurro a Fabiana.

—¡Lo hice! Pero apareció en casa de Gavi justo cuando yo estaba ahí y después de eso ya no hubo como frenarlo —se excusó ella en el mismo tono.

—Es verdad —aportó el sevillano—. Fabi me dijo lo que sucedía y traté de frenarlo también, pero venía con tanta decisión a hablar con ella que ni un ejército iba a pararlo.

La mayor se tomó el rostro en las manos—Madre mía, lo que nos faltaba.

Después de sus quejas, los tres volvieron a voltearse para poner atención al acto principal que se estaba llevando en desarrollo en frente de ellos.

—He dicho que te vayas —se giró ella de repente frenándolo.

—No me voy a ir hasta hablar contigo.

—Ya estamos hablando y creo que fue suficiente —sonrió con ironía—. Ahora adiós.

—No me iré —buscó su mirada pero fue inútil—, tengo que hablar contigo.

—Vete al carajo —lo apuntó.

—Natalia, perdóname por favor —sabía que ella seguiría protestando así que decidió empezar su discurso de una buena vez—. La he liado, lo sé, no debí haber dicho eso en la entrevista.

—Al menos ahora te volvió el sentido común —se cruzó de brazos.

—Te puedo jurar que no lo dije con una mala intención, tampoco es que haya querido pasar sobre ti —seguía excusándose.

—¿En serio? Yo podría jurar que esto puede haber sido una especie de venganza ¿Acaso lo hiciste por eso?

—¿¡Estás demente!? —estallo—. Yo jamás haría eso.

A la distancia, y viendo la escena, Fabiana susurró para los dos a su lado:

—Ay no, mamá y papá discuten —se cubrió los ojos.

—¡Pero dijiste algo que no debías!

—Lo sé, lo sé —juntó sus manos y cerró los ojos—. Estaba nervioso, sobre todo cuando me tocaba responder algo sobre ti —ella alzó una ceja—. No pensé que hablar sobre ese tema sería tan malo.

Natalia sintió que el ojo le temblaba.

—¿No sería tan malo? —se le acercó lentamente—. Pedri por la rechucha, he estado toda la mañana leyendo como la gente dice que soy una puta huérfana, que por eso soy una perra, que doy pena, que estoy trastornada y que me merezco haber sido abandonada —un nudo comenzó a formarse en su garganta, sobre todo el referirse a aquel último tweet—. ¿Crees que eso no es malo? ¿Acaso no es nada? ¿No es suficiente?

González se sintió miserable al verla al borde de las lágrimas por su culpa. Ya no sabía qué decirle.

—No pensé que eso iba a suceder —susurró.

—Claro —chasqueó la lengua—. ¿Y quieres que te diga qué es lo peor de todo esto? Que en serio es peor —rió nerviosa—. Por tu culpa ahora la persona que me estaba siguiendo tiene más oportunidades de encontrarme, ¿Por qué? Porque es de las pocas personas que sabe sobre esta historia...Ahora sólo le queda hacer conexión contigo, con la historia...Y en cualquier momento aparece.

Pedri abrió los ojos como platos al oírla. El corazón se le aceleró por el nerviosismo y notó como aquel hecho tenía afectada a la rubia. Estaba ansiosa y con la voz temblorosa.

Se sintió un imbécil.

—¿Qué...? No puede ser...No puede ser... —se lamentó—. Lo siento ¿Pero cómo iba yo a saberlo? —alzó las manos.

Ella abrió la boca sorprendida—¿En serio? ¿Eso me vas a decir? No, no tenías como saber eso pero ¡Nadie te dio el derecho de hablar sobre mi infancia en televisión!

—¡Ya me he disculpado!

—Las disculpas no alcanzan, mi amor —hizo una mueca—. La única forma en la que podrías arreglar esto es volviendo en el tiempo y evitando abrir el hocico. Pero ¿Se puede? ¡Claro que no se puede!

—¡Perdón, pero es todo lo que puedo hacer! —estalló.

—Qué pena entonces. Lo que sí puedes hacer es irte de mi casa ¡Ahora! —apuntó a la puerta.

—No hasta que tengamos una conversación decente —la apuntó.

Rió—Imposible que sea decente con tremendo cagazo que te mandaste —lo miró mal—. Eres un egoísta.

Rió también—Ya vas a empezar...

—Oh sí, voy a empezar y mucho —se le acercó peligrosamente, sintiendo como sus pechos chocaban—. Eres un irrespetuoso que pasa por encima de la gente y se mete donde no debe.

Cerró los ojos—Ya basta.

—Elegí confiar en ti y contarte mi secreto —lo miró con decepción—, pero me defraudaste...Y ¿Sabes qué? —pensó bien sus palabras pero tomó valentía para decirlas—: Eso es lo que más me duele.

Aquello hirió al futbolista como un balazo.

Ya no la estaba viendo enojada desde el punto de la revelación de su secreto, ella estaba mostrando enfado y decepción al haberle él fallado en algo tan básico de su relación. Ella sentía pesar porque él había contado algo suyo que no debía, pasando por alto sus decisiones y su privacidad.

Ya no tenía forma de defenderse.

—Puedes confiar en mí —susurró a penas con un hilo de esperanza.

Negó con una vaga sonrisa—No...Ahora no...Pudiste haberme preguntado, como mínimo, si podías hablar de ese tema en televisión. Ya habíamos estipulado un diálogo para las entrevistas ¿Por qué te saliste de él?

—No lo dije de mala manera, Natalia...Lo dije porque realmente estaba destacando cualidades tuyas.

Rió—Ah no, adulándome no vas a lograr nada.

Negó—No te estoy adulando.

—Pedri quiero que entiendas que nada de lo que hagas me hará cambiar mi posición —dijo con voz más dura—. No quiero volver a verte...No tienes idea el daño que has causado...En serio no.

—Quizás lo pueda arreglar... —trató de buscar la forma.

—¡Imposible!

—Puedo dar una entrevista explicando...

—¡No!

—O decir que me equivoqué y...

—¡No! ¡No vas a hacer nada! Porque todo lo que has hecho ha sido para peor.

Negó y rió suavemente—Estás siendo demasiado egoísta.

—¿Yo la egoísta? —se apuntó y habló con ironía—. Vaya qué pelotas tienes para decirme eso ¡Cuando el egoísta y desconsiderado has sido tú!

—¡No lo he sido! —atacó de vuelta más cerca de ella.

—¡Claro que sí!

—¡He estado buscando formas de compensar esto! ¡Distinto sería que no hiciera nada! —alzó las manos.

—Pues nada de eso sirve —negó.

—¿Y qué quieres que haga? ¿Que te pida perdón de rodillas?

Ella entonces soltó una risa nasal y, poniendo sus manos en sus caderas, se le acercó peligrosamente para decirle en la cara:

—No es necesario, ya sé perfectamente lo bien que te ves cuando estás de rodillas.

Silencio total.

La discusión y el tiempo mismo parecieron detenerse un instante. Natalia le miraba expectante esperando una reacción ante su ingenioso y a la vez humillante comentario. El futbolista se había echado al agua solo y por supuesto que ella iba a aprovechar la oportunidad de, en su enojo, sacar un comentario como aquel que hacía referencia a sus encontrones sexuales.

Pedri no supo qué decirle. Efectivamente su comentario había dado resultado ya que se sentía rendido; con la discusión perdida. No esperó que ella fuera tan astuta como para decirle aquello que despertaba los vivos recuerdos de su intimidad. No obstante, esta vez los recuerdos le cayeron en su contra.

La tensión aumentó más y más. Nadie decía nada, sólo se atacaban con sus miradas.

Quizás por un segundo olvidaron que no estaban solos en la sala, ya que Vivianne, Fabiana y Gavi presenciaron la escena con la mandíbula hasta el suelo. Sorprendidos hasta la médula por lo que habían escuchado.

Lentamente, la mayor estiró sus brazos hasta los menores y, estando ella al medio, los alcanzó para tapar sus respectivas orejas con sus manos. Al mismo tiempo, los acercó a ella en silencio como si fueran sus hijos a los que buscaba proteger de aquel vocabulario.

—Niños, no escuchen eso —les susurró.

En vista de la tensión que se estaba generando en aquel lugar —y que ya evidentemente no tenían cabida en la situación— la actriz tomó la decisión de llevarse a Gavi y a Fabiana de ahí. Literalmente jalándolos de las manos como si fueran pequeños.

—Creo que los vamos a dejar solos.

El anuncio de la mayor no fue muy atendido por la pareja, ya que ellos no movieron ni un pelo de sus lugares o se inmutaron ante el movimiento detrás de ellos. Vivianne sólo jaló a los muchachos en silencio y el sonido de la puerta cerrándose les dio la señal de que estaban completamente solos.

¿Para qué? ¿Para seguir peleando? Natalia parecía haber dado ya el golpe final, Pedri era el que lo había recibido de muy mala forma.

El futbolista se había quedado sin más argumentos, así que simplemente eligió comenzar a darse por vencido.

No tenía otra alternativa.

González asintió frunciendo los labios. Seguía bastante sorprendido por el inteligente y personal contraataque de la rubia—Bien...Lo intenté.

Entonces, el sonido de una bolsa de papel siendo puesta sobre la isla de la cocina hizo a la dueña de casa fruncir el ceño. No se había dado cuenta de que él había llegado con eso al lugar.

—¿Y eso qué? —apuntó el objeto que el canario había dejado sobre el mueble.

Él le miró unos segundos en silencio hasta que arrastró la bolsa hacia ella.

Ella soltó una risa nasal—Con un tonto regalo no vas a comprar mi perdón.

El futbolista negó con la cabeza. Se le notaba tranquilo, como si ya se hubiera tragado el trago amargo que había sido ser humillado a causa de las palabras de Natalia minutos atrás.

—¿Tienes algo en tu agenda para el próximo sábado?

La repentina pregunta, casi considerada como fuera de contexto, la hizo abrir la boca en sorpresa. Lo miró repetidas veces pensando que él había olvidado su discusión previa y los problemas que estaba teniendo. Sin embargo, no le cabía en la cabeza cómo podía estarle haciendo esa pregunta en ese instante.

—¿Qué? —sacudió la cabeza—. Tienes que estarme webeando.

Suspiró y su semblante permaneció neutro—Que si tienes que hacer algo el próximo sábado.

—¿Para qué? ¿Para salir contigo? —rió de forma sarcástica—. Claro, la persona con la que más deseo estar en este momento.

Cansado de todo, sólo decidió insistir—Que si tienes...

—Para ti absolutamente nada —reclamó sin siquiera dejarlo terminar.

—...Algo que hacer...

—Él po, que quiere comprar mi perdón con invitarme a salir —rió.

—...El sábado...

—¡Que no te voy a perdonar sólo porque me invitas a salir! —soltó sin pelos en la lengua.

—¡Pero si no es para eso! —se defendió

Frunció el ceño—¿Entonces?

Él suspiró agotado y se dispuso a repetir todo el mismo proceso nuevamente:

—¿Tienes algo que hacer el próximo sábado?

Cansada de tanta insistencia y considerando que se trataba de algo aparte a su discusión, Dietz terminó gruñendo y se giró en su lugar para ver su horario de trabajo que estaba pegado pegado el refrigerador y confirmar de esa forma la disponibilidad de su tiempo para lo que fuera que él estuviera por sugerirle.

—No —contestó de forma áspera regresando su vista a él—. Además, no trabajo los fines de semana.

Él asintió y le dio dos golpecitos a la bolsa antes de decir:

—¿Qué posibilidad hay de que puedas viajar a Madrid ese día?

—¿¡Qué!? —exclamó ella completamente salida de sus cabales y comenzando a perder toda la poca paciencia que le quedaba. No entendía nada, y el hecho de que él estuviera jugando a ser el indiferente no era de mucha ayuda.

—Bien, genial, me parece perfecto.

Sus palabras le vinieron a peor. Él ni siquiera esperó que ella le dijera que sí o que no, inmediatamente asumió que su respuesta sería afirmativa y tuvo la audacia de pegar media vuelta con el propósito de irse. Irse y dejar a la chica confundida y muy, muy enojada en ese momento.

No obstante, ella no lo permitiría. Lo alcanzó del brazo y lo tomó para darlo vuelta; impidiendo su huida.

—¿Y tú a dónde crees que vas? —reclamó—. ¿Por qué me preguntas por Madrid? ¿Por qué miercale quieres que vaya allá?

Él sólo suspiró. Sus reacciones estaban siendo cada vez más pausadas, como si su batería emocional ya se hubiera acabado y ya no le quedaran fuerzas para discutir con ella.

—Jugamos allá, contra el Atlético —se acercó más para explicarle y al notar las intenciones de todo aquello, la chilena apretó la mandíbula—. Elías me dijo que te avisara porque quiere que vayas.

—Pues Elías se puede ir muy a la mierda —escupió.

Se encogió de hombros—Sus reglas, no las mías —volvió a arrastrar la bolsa, la cuál tenía el logotipo de la tienda del Barça impreso en ella—. Por eso te he traído esto.

Ella frunció el ceño y ojeó rápidamente lo que podía haber en el interior. Luego se volteó a verlo soltando una risa nasal.

—Yo ya tengo una —contestó asumiendo que se trataba de una camiseta del equipo. Obviamente con su nombre y número.

—Sí sé, pero esta es la cuarta equipación; la amarilla. Es con la que vamos a jugar allá y esa no la tienes —contestó con suavidad—. Elías me lo ha ordenado.

Ella gruñó en su lugar y se cruzó de brazos. Tuvo que guardar silencio unos segundos porque no sabía qué más decirle. Podía reclamar todo lo que ella quisiese pero sabía que, al final del día, Herrera la haría ir sí o sí a aquel partido, haciéndola protestar por nada.

Finalmente soltó una risa nasal—No era necesario.

—También traje una para Laura y Vivianne —señaló casi inexpresivo—. En caso de que quieran acompañarte.

Aburrida de su natural e inconsciente amabilidad que en ese momento no le estaba ayudando en nada, ella se tomó la cabeza entre las manos, casi estrujándola de tanto estrés.

—Pude haberlas comprado yo —soltó de forma seca, ya bastante harta de su presencia.

En ese momento, ella presenció el casi único cambio de expresión que Pedri tendría durante esa conversación: Soltó una suave risa para luego acercarse a su rostro. La repentina e inesperada cercanía llegó a ponerla bastante nerviosa. La calidez que emanaba su cuerpo y el distintivo olor de su perfume comenzaban a torturarla poco a poco, más aún cuando terminó cerca de su oído.

Ahí le susurró:

—Las de tu hermana y tu prima las ha comprado mi agente.

Ella tragó saliva y él pudo notarlo.

—Pero la tuya... —hizo una pausa que pareció una eternidad—. La he comprado yo personalmente.

Natalia sintió que los huesos se le helaban.

La tensión, su cercanía y la densa y provocativa voz con la que le decía eso comenzó a desesperarla. El cuerpo le tembló y su terso aliento contra su oído le generó un cosquilleo que le recorrió el cuerpo entero. El hombre sabía qué estaba haciendo. Ya la conocía lo suficiente como para ponerla nerviosa.

Pero en ese caso no iba a funcionar.

Regresando en sí, la rubia se alejó de él con el ceño fruncido y así le miró a los ojos.

—Si crees que vas a producir algo para distraerme, seducirme o lo que sea estás muy equivocado.

La seriedad de su voz lo hizo erguirse nuevamente y le miró de la misma forma.

—Me importa muy poco que hayas comprado esto para mí —le dio un pequeño golpe a la bolsa—. No iré a ese partido.

—Lo siento, reglas de Elías —se encogió de hombros casi inexpresivo.

—Bueno, luego me las arreglaré yo para decirle que no iré —se cruzó de brazos—. Pero me niego a estar viéndote en un partido otra vez, ni siquiera mereces que esté ahí.

Asintió con una pequeña mueca—Sí, quizás no lo merezco —ella se sorprendió al ver que le daba la razón—, porque sé que cuando estás viéndome el partido se hace mucho más fácil.

Ella soltó un pesado suspiro y se tomó el puente de la nariz. Sabía lo que estaba haciendo y no dejaría que le afectara en ese momento.

—No empieces.

—De hecho, de sólo saber que estás en las gradas que yo mismo reservé para ti... —se le acercó, quedando muy cerca otra vez—. Juego mucho mejor.

Algo se removió dentro de ella porque le aterró el hecho de ver que él estaba hablando en serio. Sus marrones y profundos ojos pegados a los suyos infundían una seguridad tremenda de que sus palabras no eran en lo absoluto un chiste. Eso la ponía nerviosa.

Eso la confundía.

—No vas a lograr nada con palabras, ya que con tus acciones me decepcionaste —susurró con un hilo de voz.

Aquello le dolió al futbolista más de lo que creen. En el fondo, ella tenía razón.

—Mi posición no va a cambiar. Me hiciste daño y comenzaste una catástrofe en mi contra —suspiró—. Lo único que ahora sé es que te odio de nuevo —se le acercó—. Te odio.

Al oírla, una especie de ampolleta se encendió en la mente del canario y le dijo:

Alzó una ceja—Ah ¿Me odias de nuevo?

Asintió—Sí.

—Entonces sí hubo un momento donde no me odiabas.

Las barreras de la mujer parecieron derrumbarse para hacerse pedazos en el suelo.

Abrió ligeramente la boca en sorpresa al no meditar bien en sus palabras y encontrarse con la ingeniosa respuesta del hombre. Muchas cosas pasaron por su cabeza y ahora fue ella la que se sintió como una idiota al haber caído redondita en su juego.

Lo peor de todo...Es que él tenía razón.

Por supuesto que hubo un momento donde ella dejó de odiarlo.

Pero ya no más.

Ella no lo toleraría.

Cansada de sus juegos y sin estar dispuesta a ser parte de ellos, dijo de forma áspera:

—Vete de mi casa.

Ni siquiera le miró para hablar, sólo esperó que con esas palabras pudieran dar por terminada aquella discusión a pesar de no haber llegado a nada concretamente.

—Ahora —volvió a insistir.

Rendido, sabiendo que había perdido esa batalla, el canario asintió y pegó media vuelta para irse de aquel lugar. No había logrado su objetivo y seguía sintiéndose miserable por todo lo que había hecho.

Quizás eso estaba sirviendo de señal para ambos de que jamás funcionarían como una pareja real, o al menos eso pensaban ellos.

No congeniaban.

Quizás...Simplemente no estaban destinados a estar juntos.

¿Qué dicen ustedes?

Yo digo...Que Natalia y Pedri están equivocados.

Y tarde o temprano lo verían.



















































HOLAAA, LES DIJE QUE SE VENIA PELEAAAA Y LLEGÓ

me disculpo de antemano 😔🙏 yo sé que todo iba bien y lo arruiné JAJAJAJAJ pero es por el bien de la trama, por favor no me odien !!!! no me odien !!!

en fin, qué les pareció???? inteeeeenso, lo sé. qué parte de la discusión o dialogo fue su favorito? LES ESTARÉ LEYENDO Y RESPONDIENDO ❤

yo sé que ahora está la cagá JAJAJA pero bueno, así es la vida, esos dos estarán peleados un rato. pero...tranquilxs👀

180 votos para actualización ✨

el siguiente capítulo está bastante entretenido jajsja así que voten!! para traerles lo bueno (haré todo lo posible por actualizar la otra semana ya que estoy con la defensa de mi tesis !!! de no poder les dejaré un anuncio en el tablón ❤)

hasta la próxima !!

SEE YOU SOON

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