Diez: La llamada

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Todo lo que hacía últimamente estaba mal.

Había estado saliendo con un chico a escondidas por meses, quedando sólo los jueves encerrado en el único lugar que se había prometido jamás volvería: Un armario. Atrapada en un amor a escondidas, engañándose así misma y mintiéndole a un chica que no lo merecía.

Luego lo conoció a él, un joven de aspecto bondadoso quien llegó a darle un poco de sentido a sus días, con quien podía ser y decir lo que quería y en realidad no era juzgada. Sin embargo, ahora estaba haciéndole daño siendo un egoísta con sus sentimientos personales, o en palabras de su novia Margo Robinson: Un drogadicto trans que acabaría con su increíble reputación que tanto le había costado construir. ¿Era justo hacerle eso al chico que comenzaba a causar miedo en su interior? No, no lo era.

Así que, un pensamiento terminó incrustado en su cabeza luego de escuchar "accidentalmente" la conversación de la parejita en la cafetería: Esta vez haría lo correcto y se alejaría de él, como tenía que haber hecho desde un principio.

Por bien de Min, por bien de Margo y por el bien de su inestable corazón.

Por lo tanto, después de ver cómo la chica depositaba la fruta favorita del peli negro en la basura, decidió irse y poner su plan en marcha, así que comenzó a evitarlo todo el resto de la tarde, e increíblemente le estaba saliendo a la perfección. Si, su día era aburrido, pero, ya podía tener una consciencia limpia ¿Verdad?.

¡Qué va! No podía mentir, todo era una porquería.

Y empeoró cuando al salir se topó con aquel muchacho que se había encargado de romper sus ilusiones cuán cáscara de huevo.

—Jamie—escuchó ser nombrada, obligándole a levantar la cabeza—¿Podemos hablar? Necesito decirte algo muy importante.

La chica lo meditó unos segundos. Ya había tenido suficiente por ese día, que con el paso de los minutos se volvía aún peor.

—Zack, escucha, está anocheciendo, ¿No puede esperar?—murmuró guardando las manos en los bolsillos de la chamarra por el frió que comenzaba a hacer —Estoy agotada y...sólo quiero ir a casa.

—Por favor—insistió y en cuanto sus ojos conectaron, Park pudo detectar todo el desorden en su interior y todo el desastre en el que se había convertido su exterior—Sólo será un momento.

Aquella suspiró y sin pensarlo más, simplemente se acercó a él.

—¿Qué es?—cuestionó exhaustiva—Y más te vale que sea rápido, eh—advirtió tratando de actuar como siempre lo hacía.

—No quiero que lo nuestro termine—murmuro por lo bajo, tomándole desprevenida.

—¿Y que es lo nuestro exactamente Zack Anderson?—pregunto serena.

Supuso que era momento de ser sincero.

—Jamie, sabes que mi padre es el cura de la ciudad, un hombre religioso que está en contra de lo antinatural—comenzó.

—¿Estas diciendo que soy alguna especie de anti naturalidad?—cuestionó divertida por tal descripción. Había escuchado toda clase de cosas, pero... ¿Eso?

—No, eres simplemente una persona. Igual que yo, igual que cualquiera, él no lo entiende pero yo si—dijo haciéndola callar y cortar su respiración—Yo...tú no sabes, no tienes ni idea lo que es estar enamorado de ti.

Aquella peli rosa bajo la mirada y la posó en los vans que decidió usar ese día. Apretó los ojos e hizo lo posible por no soltar tan siquiera una mísera lágrima, porque entonces sabría que estaría jodida. Estaba escuchando una declaración formal por primera vez de su parte. Esa que mucho tiempo atrás estuvo esperando e imaginando pero que jamás hizo presencia. ¿Y ahora? ¿Por qué no simplemente podía sentirse feliz y maldita mente enamorada? En lugar de sentirse como un pedazo de basura por ser la que esta vez no corresponda.

—No me dejes, nuestra relación secreta puede funcionar si nos lo propo...

—Zack, por favor no hagas esto—interrumpió al notar que rumbo estaba tomando esta pequeña e íntima conversación.

Sin embargo, el contrario se abalanzó sobre ella envolviéndola en sus brazos. Park simplemente se dejó dominar por ese cálido contacto y aspiró su aroma. Estaba lista para por fin dejar ir a ese chico por el que ya no sentía nada.
Sin embargo, cuando estuvo a punto de alejarse, este depósito sus labios sobre los suyos en un repentino beso, del que ella se separó negando con suavidad.

—Toda mi vida he hecho las cosas mal—hablo el peli negro a pocos centímetros de sus labios, dejando que sus respiraciones se mezclaran—No quiero seguir temiendo. Te amo.

—Gracias. Te doy las gracias por amarme—dijo desconcertada.

—¿Es todo? Acabo de decir que te...

—Me gusta alguien más—interrumpió casi inaudible—Hace semanas lo descubrí. Lo siento.

—¿Q-qué?

—Debiste saber que no siempre iba a estar dispuesta a mantenerme oculta contigo—explicó dando unos cuantos pasos hacia atrás—Y no quiero salir contigo sólo porque quieres dejar de temer y encontrarte, haciendo que me pierda a mi misma. Tú no me amas Zack, te gusta que yo te ame. Estás tratando de despegar, y yo...retomo vuelo.

Finalizó dedicándole una última sonrisa y finalmente siguió de largo, dejándole sollozar quieto a la mitad de la calle.

Tomó el autobús para llegar a casa lo antes posible y en el camino poder despejar un poco su cabeza. Su vida había dado un gran giro esas últimas semanas y todo gracias a la marihuana que decidió fumarse una tarde. Después de todo, ella la condujo a detención.

Cuando finalmente se detuvo frente a la puerta de su maravilloso (y algo roto) hogar, tomó unas cuantas respiraciones para preparar su actuación y finalmente entrar.

—¿Ji-Min?—escuchó una voz llamarle desde la estancia antes de poder escapar por las escaleras.

— Estoy en casa—respondió a tal llamado y luego se acercó hasta el, encontrándolo recostado sobre su sofá con aquel concentrador de oxígeno en su nariz.

—¿Estás bien? Hace meses no ocupas eso—cuestionó sentándose a su lado—¿No puedes respirar otra vez?

—Estoy bien, sólo necesitaba tomar algo de aire prestado—respondió sonriendo divertido—¿Y tú? No te ves nada bien. ¿Pasó algo diferente en la escuela?

«Todo. Pasó de todo» quiso responder.

—Nada en realidad, sólo...creo que sólo iré a dormir a mi habitación—respondió levantándose dispuesta a marcharse.

—¿De verdad? Esa no es la Jamie que yo conozco—murmuro su padre regresando la vista al televisor.

Ji-Min se detuvo. Y lo pensó.
Aquí iban de nuevo.

—¿Cuál es la Jamie que conoces según tú?—cuestionó frunciendo su entrecejo.

—Aquella que se instala aplicaciones para citas y así tener una pareja distinta para cada antro gay al que va—explicó su padre levantándose del sofá, con dirección a la cocina.

—Tú nunca vas a aceptarlo ¿Verdad, papá?—soltó acompañado de un largo suspiro—¿Porque siempre tienes que decir o hacer algo para remarcar lo "diferente" que es tu hijo?

—Lo acepto—le respondió sonriendo con serenidad, encogiéndose de hombros mientras tomaba una coca cola del refrigerador—Eres mi hijo, eres así, no es que no lo acepte.

—¿Entonces que es? ¿Porque cada vez que llego a casa tenemos la misma conversación incómoda?

—Es que...tengo miedo—susurró—Como dije. No es que no lo acepte.

—¿Miedo de que?.

—Miedo a que te lastimen como si tu corazón fuese un pequeño trozo de papel insignificante.

El rostro de Jamie se relajó al instante, boto la mochila al suelo y prácticamente se lanzó a los brazos de su padre, quien correspondió aquel abrazo con fuerza. Hacia tanto no abrazaba a su padre.

Y era verdad, su papá había dado justo en el blanco. No estaba siendo la misma de siempre. ¿Desde cuándo Park Jamie se dejaba deprimir o afectar por el mal de amores? ¡No! No debía perder el tiempo en eso, si quería olvidarse del grandioso Min Yoongi y sus problemas, debía hacerlo a su estilo. Así que, sin pensarlo demasiado, deslizó su mano en el bolsillo para sacar su celular y entrar otra vez a esa app de citas que su mejor amigo Gabriel odiaba tanto.

Esa sería la mejor noche de su vida en mucho tiempo. Bailaría, bebería, fumaría, podría incluso llegar a cogerse a alguien, ¡Aún no lo sabía! Pero tampoco quería planearlo. Necesitaba volver en si otra vez, ser esa Jamie a la que no le importa nada ni nadie más que ella misma.

Esa noche sería mágica, o al menos eso era lo que tenía pensado cuando llegó hasta aquel antro propuesto por su cita; sin embargo, toda la magia se esfumó como el humo cuándo:

—Te doy veinte libras por hacerme un oral—fue lo primero que le escuchó decir al tal Jonathan luego de bailar un par de canciones juntos.

—Te doy treinta por largarte al carajo—respondió rodando los ojos, caminando de vuelta a la salida.

Era cierto que ambos no se encontraban completamente en sus cinco sentidos, habían tomado bastante, pero no lo suficiente como para perder la razón aún.

—Por favor—insistió el peli morado.

—¡Por Dios! ¡Eres un maldito degenerado!—espeto sin siquiera dar media vuelta.

Si, en definitiva, se topaba con cada idiota...

—¿Cómo me llamaste?—pregunto sujetando de pronto su muñeca para obligarle a girar.

—¡Dije que eres un maldito degenerado!—grito cansada, todo eso había sido una mala idea—¡Y quita tus asquerosas manos de pervertido de mi muñeca!—advirtió abriendo de más sus ojos, se soltó de aquel agarre con brusquedad y siguió.

—Maldito marica de mierda—se burló a sus espaldas haciendo que frenara nuevamente.

Esa tampoco era una buena idea, pero regreso.

—Maldito idiota, al parecer tienes los huevos para llamarme marica, pero no los suficientes para admitir que también actuaste como uno ¡Al pedirme un jodido oral!.

—Voy a asesinarte—exclamó apretando sus manos a los costados al observar cómo las personas a su alrededor posaban la mirada sobre ellos.

—Hazlo entonces, antes de que se te haga más pequeña—respondió sin importarle ya nada y lo siguiente que sintió fue un manotazo estampándose fuertemente contra su mejilla.


—¿Y qué tal la escuela? —escuchó decir a su padre acompañado del ruido que los cubiertos provocaban al chocar con los platos de cerámica.

—La escuela va perfectamente. Me mantengo en el primer lugar aún—se limitó responder.

Pero...no podía ni engañarse así mismo, no podía sacarse la imagen de aquel idiota besando a la peli rosa frente a sus narices.

—Aunque Cían pelea ese puesto desde hace mucho, Yoongi no se la ha puesto fácil—hablo esta vez Margo.

Ah si. Esa era una cosa aparte que Min tampoco lograba comprender. Margo era la persona más confusa del planeta, había discutido con el en la cafetería, pero cuando regresó de la escuela ese mismo día ya se encontraba ayudando a cocinar la cena con su madre. ¿Acaso era bipolar? ¿Acaso no tenía a dónde ir aparte de la cocina de su casa?

—¿Y el béisbol?—continuó ahora su progenitor en su intento de mantener la comunicación.

—Bueno..

—Min es sin duda el mejor jugador del equipo—le interrumpió nuevamente la peli roja—Podría obtener una beca deportiva para la universidad.

—Por supuesto, pero...¿Tú? ¿Ya sabes a qué universidad aplicarás?—espeto su madre algo cansada de que la chica respondiera siempre por su hijo.

—Bueno, por supuesto que en dónde Yoongi estudie. Podríamos incluso rentar un apartamento cerca del campus, para vivir juntos. ¡¿No sería maravilloso?!

Espetó y Min casi se ahoga con el trago de agua que acababa de dar. ¡Jesús! ¡San Pedro casi se ganaba un hijo más allá arriba!

—Margo, aún es algo pronto para pe...—sin embargo,
"Square rooms" se presenció por todo el comedor.

Ese era su celular avisando que tenía una llamada entrante. Lo sé, incluso el se sentía lo suficientemente patético por elegir la canción que canto con esa peli rosa como su tono de llamada.

—Disculpen, debo contestar—dijo levantándose de la mesa para caminar con pasos rápidos a la estancia.

Observó aquel nombre en la pantalla y dudo un poco, sobre contestar o no. Después de todo...su decisión la había tomado luego de ver que ella y Zack se reconciliaran.

—Hola—mencionó al instante en que presionó aquel botón verde y llevó el celular a su oreja.

Hubo un silencio de unos cinco segundos, y cuando estaba a punto de colgar...

Se que esto sonará raro pero...¿Podrías hacerme un favor y venir a recogerme?—escucho al otro lado de la línea.

¡Maldita Sea! Había extrañado oír esa voz.

¿Qué?—soltó regresando a su postura—Jamie, en este momento estoy teniendo una cena familiar, incluso Margo está aquí.

—Señor Min, por favor, no te lo pediría si de verdad no fuese importante.

¡Joder! Amaba escuchar su apellido siendo pronunciado por ella.
El peli negro lo medito unos segundos en silencio, levanto la cabeza admirando el techo como si en él estuviese escrita la respuesta. «¿Qué debía hacer?» se cuestionaba. Entonces escuchó fuerte música a través de la bocina y la cadena del baño siendo jalada.

—¿Dónde estás ahora? ¿Eso es "Ocean Drive"?—cuestionó poniendo atención a la canción de fondo.

¿Ahora?—habló la chica arrastrando las palabras—Creo que estoy en el baño.

—¿Cómo qué crees? ¿Jamie? Hablo enserio—cuestionó Yoongi sintiendo la preocupación invadiendo su cuerpo.

Perdón, estoy muy feliz en este momento como para saberlo—exclamó acompañado de una risa—Las paredes se mueven muy gracioso.

Y Min supo que definitivamente había ingerido algo, y eso lo alarmó por completo.

—Mándame tu ubicación por mensaje, ahora—se limitó a decir antes de finalizar la llamada—¡Carajo!

—Hijo...¿Quién era?—cuestionaron a sus espaldas haciéndole sobresaltar.

—Madre, me asustaste—dijo tomando su pecho agitado—Bueno, era una amiga. Quería que la ayudara con algo pero...ya sé las arreglará ella sola—mencionó.

—De acuerdo, entonces serviré el postre—contesto la mujer sonriendo. Sin embargo, antes de poder marcharse, algo la obligó a regresar—Querido, me encanta Margo, de verdad.

—Lo sé—contesto el joven asintiendo—Por eso...

—Pero no sé si a ti también—le interrumpió acallándole al instante.

—¿A que te refieres, mamá?—cuestionó ahora sintiéndose confundido.

—Ella te hace feliz amor, pero...no te hace brillar—susurró posando su mano sobre la mejilla de su hijo para acariciarla—Quiero ver brillar a mi hijo.

Fue lo último que dijo antes de desaparecer de la sala dejando a un peli negro debatiendo en contra suya.

Más sin embargo, con prontitud camina hacia el pasillo principal, agarra su chaqueta posada en el perchero de la entrada para sacar las llaves del auto que tomó sin permiso esa mañana, y sale de la casa dejando plantada a una chica, quien al escuchar la puerta cerrándose, le llama sin obtener respuesta alguna.

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