Capítulo 3

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Estaba plenamente consciente de que posiblemente esa no era la mejor decisión; sin embargo, no había podido pensar con claridad durante toda una semana. Solo él, era en lo único que podía pensar y por más que lo intenté no logré sacarlo de mi cabeza, parecía que se había adueñado de ella.

Su expresión tan seria, pero al mismo tiempo tan intrigante; su ceño fruncido con espesas cejas bien definidas; su piel ligeramente bronceada, con un hermoso tono casi de dorado bajo la luz amarilla; esos ojos oscuros tan profundos y tenebroso; sus labios ligeramente entreabiertos al beber cada sorbo de alcohol, los cuales relamía con lentitud para quitar el residuo del líquido; finalmente su nariz, el puente no era demasiado prominente, más bien tenía curvatura y el lunar en la punta de ella era demasiado adorable.

Sí, lamentablemente lo había visto de más, con demasiado detenimiento. Ahora me arrepentía de ello.

Era una tonta, me fijé más de lo que debía en un ser odioso y tan seguro de sí mismo que fue capaz de advertírmelo. Lo peor es que no le creí y por eso estaba allí.

Empujé la puerta de vidrio, esperando ver toda una multitud, pero no fue así. Las pocas personas que había se encontraban tranquilas, hablando algunos con otros, mientras bebían; a excepción de él.

Bebía un sorbo y cerraba los ojos por algunos segundos.

¿Qué pensaba? ¿Le había ocurrido algo?

Aparentemente la "valentía" que tuve la primera vez que lo vi se esfumó por completo, dejando ahora solo a una insegura So Hee, completamente sola sin tener idea alguna de qué hacer.

Juro que aunque intenté animarme y dirigirme hacia él no logré hacerlo, era como si mi cuerpo se encontrase inmovilizado por mis pies hundido en cemento. Talvez solo debía salir de ahí y eso era justamente lo que haría.

Para mi desgracia él levantó su mirada y la fijó en mí antes de huir. Su expresión se transfiguró en una que irradiaba enojo.

No tenía escapatoria y no quedaría como una tonta cobarde frente a él, por ello en contra de mi voluntad me encaminé en su dirección.

En cuanto me senté junto a él negó con su cabeza, tomó con tanta fuerza el vaso entre sus largos dedos que lo quebró, sin importarle que los trozos de cristal se incrustaran en ellos y la palma de su mano.

Mordió su labio inferior y luego comenzó a reír a carcajadas, pero lo sentí con bastante sarcasmo.

Después de unos cuantos minutos se animó a verme, pero su expresión nuevamente era seria. Me escaneó hasta hacerme sentir vulnerable, avergonzada y casi desnuda, por lo que tuve que apartar la mirada, pero sentía que la suya seguía fija en mí. Quería intimidarme y lo logró exitosamente.

—Así es como debiste sentirte desde el inicio, es justo lo que debiste hacer —su voz ronca tenía un aire burlesco —. Viniste por mí, estoy seguro ¿No has podido sacar mi hermosa imagen de la cabeza, cierto?

Sentía como si mi padre me estuviese regañando, pero solo quería gritarle a él un "¡Sí, tenías la maldita razón!", pero lo que me detenía era ese poco orgullo que quedaba en mí.

—¿Qué te hace pensarlo? —soy demasiado estúpida.

Volvió a reír, pero en esta ocasión con incredulidad, porque sabe que tiene la razón.

—Viniste completamente sola, con una única intención. Puedo verlo en tus ojos. No hay nada en el mundo que pase desapercibido ante mí.

Ni siquiera soy capaz de replicar algo, estoy demasiado avergonzada y eso es algo que lo alegra.

El barman dejó un paño frente a él y se marchó. Lo tomé para ayudarle a limpiar su mano herida y sacarle algunos trozos de vidrio que todavía estaban incrustados, pero su voz me detuvo.

—Si lo haces enloquecerás todavía más por mí.

—Nada de lo que dices tiene sentido, incluso siento que me tratas mejor esta vez que la anterior.

—No te equivoques, la ley de los 15 segundos ya pasó, justo por eso estás aquí.

—¿De qué ley hablas? —estaba confundida.

—Si alguien me habla por más de 15 minutos pasa justamente esto, ya no es necesario alejarte, me perseguirás hasta el fin del mundo, cariño —se encogió de hombros.

En serio era un idiota con un grave problema de autoestima, quería golpearlo.

No le hice caso y pasé con cuidado el paño por su mano.

—Pasaste a la segunda etapa, So Hee. A todas les encanta tocar mi piel, ¿es suave, no? Dejará de ser suficiente para ti saciar el deseo por verme, querrás sentir mi piel, cada vez más, hasta el punto de sentirla en su totalidad y sabes cómo acaba eso, ambos probablemente desnudos en algún motel y si no te importa mucho, en tu cama.

—¡¿Pero de qué diablos estás hablando?! —estaba alterada.

¿Cómo se atrevía a hablar de mí de ese modo? Patán.

Todavía seguía sujetando su mano, efectivamente su piel era demasiado tersa y caliente, tanto, que provocó un cosquilleo en mi interior y sentía mis mejillas arder.

—¿Cómo se siente? Siempre me he sentido curioso respecto a ello —rió.

—Muy tersa y caliente —respondí sin siquiera pensarlo.

—Eso pensé, seguramente ahora mismo también una oleada de placer recorre tu cuerpo. ¿Se siente bien que te hable al oído? —susurró. Sentí su aliento chocar contra mi cuello —. Eso es tan aburrido, todas reaccionan igual —alejó mi mano de la suya, pero volví a tomarla.

Justo cuando me di cuenta de lo que hice la alejé.

—¿Por qué lo haces?

—Yo no lo hago, yo trato de impedirlo, pero mira, has sido quien me insistió. Es tu culpa, solo la tuya —terminó de limpiar su mano. —He notado que observas mucho mis labios, ¿acaso quieres besarlos? —sonrió con malicia.

Sentía que su presencia comenzaba a sofocarme y le odiaba cada vez más por el modo en el que me hacía sentir, junto a sus palabras vulgares. Siempre odié desde lo más profundo de mi ser a los tipos como él, pero había caído demasiado bajo al buscarlo. Me lo merecía, fui yo quien se buscó todo eso.

—¡Eres un completo idiota! —me levanté abruptamente, obteniendo la atención algunos de los que se encontraban presentes.

Salí del lugar completamente molesta, pero conmigo misma por haberlo hecho cuando en el fondo sabía que estaba mal y era una pésima idea.

—Probablemente me llamarás, pero nunca podré corresponder tu amor, solo lograré satisfacer mi deseo carnal, mientras te creas falsas ilusiones y esperanzas conmigo. Mi maldición será siempre mi belleza, la tentación que produce mi cuerpo, de ese modo seguiré siendo castigado y castigaré a quienes me desobedecen —lo escuché decir detrás de mí y preferí ignorarlo.

Solo esperaba que esta vez no tuviese razón y solo se tratara de un juego, sino enloquecería.

  — No estoy jugando, So Hee.

Justo como si estuviese leyendo mi mente. 

*****

Hola, espero que les haya gustado el capítulo, intentaré ser un poco más constante.

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