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Min YoonGi

Ese era el nombre del chico más apuesto, ardiente y presumido que existía en la universidad. Cursaba su octavo y último semestre, y aún debía materias del primero. Traía locas a las chicas y a los chicos también. Y claro, se aprovechaba de esta situación al tener encuentros casuales por aquí y por allá cuando se le daba la gana. No tenía respeto por sus profesores, amaba tomar café, jugar basquetbol, ser el centro de atención y subir selfies a sus redes sociales.

A decir verdad, era un muchacho sociable. Tenía un par de amigos y muchos, muchos contactos. Su piel pálida contrastaba con su rebelde cabellera roja. El corte undercut lo hacía más interesante y atractivo. Casi siempre vestía de negro y, para rematar, el aro dorado en la parte izquierda de su nariz lo hacía ver totalmente sexy.

Y Jeon JungKook lo odiaba por eso. YoonGi era el crush imposible de JungKook... o algo así.

Desde que Jeon entró a la universidad, el chico pálido y de cabello colorido llamó su atención. Esa aura seria y arrogante fue suficiente para que el chico volteara a verlo. Las habilidades de YoonGi en el basquetbol fueron otro punto más para que el castaño cayera a sus pies. Esos ojos rasgados eran hipnotizantes. Pero JungKook sabía que no tendría ni una oportunidad con él, nunca habían cruzado palabras y mucho menos alguna mirada. Así que no le daba muchas vueltas al asunto. Además, JungKook era el típico estudiante centrado y dedicado a sus estudios. Nunca había tenido novio, aunque sí había compartido unos cuantos besos en la secundaria. Era un chico muy inocente.

Todo cambió esa tarde de febrero. JungKook recuerda perfectamente cómo YoonGi se comía a besos al líder del equipo de basquetbol. Las respiraciones irregulares, los jadeos y los sonidos obscenos de sus bocas hicieron que Jeon se quedara paralizado en su lugar. Él sólo pasaba por ahí y fue una casualidad que los hubiera encontrado. Bendita casualidad. JungKook no podía apartar la vista, le era imposible. De repente empezó a sentir calor.

El pelirrojo se percató de la presencia del chiquillo. Y lo miró a los ojos. Hizo contacto visual mientras succionaba la lengua y mordía los labios carnosos de NamJoon. Le dirigía una mirada cargada de burla y curiosidad. Nunca había tenido espectadores en sus encuentros y se le hacía divertido ver a ese chico castaño ahí, parecía que le daría un paro cardíaco en cualquier momento. Con sus ojos tan abiertos como un ciervo bebé.

JungKook era como un pequeño ciervo y YoonGi tenía el papel de cazador. No podía negar que ese muchacho era tremendamente guapo. Una nueva presa.

A partir de ese momento, JungKook, quien cursaba apenas su segundo semestre, no pudo dejar de pensar en el de hebras teñidas. Era la primera vez que lo veía tan cerca y vaya primer encuentro que tuvieron. Le preguntó a su amigo SeokJin si sabía algo de él. Como respuesta, le pasó el perfil de instagram de YoonGi. JungKook se encontró con diversas selfies: algunas donde sonreía, otras donde estaba serio y bastante sexy, otras donde sacaba la lengua, selfies en el espejo y selfies en el espejo sin playera, dejando ver su piel blanquecina y un tatuaje adornando sus costillas. También encontró fotos en las cuales YoonGi parecía modelo de alguna marca de ropa. "Tan guapo." Por último, también se encontró con fotografías de un canino café.

Y sin notarlo, JungKook guardo la mayoría, si no es que todas, las fotografías en su teléfono. Eso lo hacía sentirse como un acosador. Pero vamos, era imposible resistirse a Min YoonGi. Y más, cuando el susodicho le empezó a dirigir miradas intensas cuando se encontraban en los pasillos de la facultad. Algunas veces le guiñaba el ojo y le sonreía de una manera tan seductora que JungKook se ponía totalmente nervioso y sentía el calor subir a sus mejillas. Se sentía como un tonto niño de secundaria cuando se encontraba con YoonGi.

Un día, el castaño caminaba con rumbo a la biblioteca, cuando escuchó una melodía dulce. Alguien estaba tocando el piano de una manera tan cautivante que su instinto curioso lo hizo seguir las notas hasta llegar a la sala de música. Al asomarse por la ventana, grande fue su sorpresa al ver a YoonGi tocando ese precioso piano de cola. El de ahora cabello color durazno movía con delicadeza sus grandes manos llenas de anillos sobre las teclas monocromáticas. La melodía que tocaba era agradable y reconfortante, contrastaba con su aspecto rudo y serio.

La música se detuvo. JungKook sabía que era momento para salir de ahí pero la voz rasposa de YoonGi hizo que sus pies se pegaran al azulejo.

—¿Qué haces ahí, Bambi? Te invito a pasar, si gustas puedes acompañarme mientras toco.

JungKook no quería. Pero por otro lado, esa oportunidad era su oportunidad. Era el momento perfecto a solas con YoonGi, su crush. Así que entró al cuarto. Min YoonGi se levantó del banquillo y se acercó a él. Sus ojos negros escanearon su cuerpo de abajo hacia arriba. Detuvo su andar a sólo un paso de distancia.

Eran de la misma altura, tal vez JungKook unos cinco centímetros más alto. Pero se sentía pequeño e intimidado al lado del pálido. YoonGi olía a café y ligeramente a perfume. Era un olor embriagante.

—Wow, eres muy lindo. Y sexy también, Bambi.

—¿Gracias?

YoonGi alzó su mano derecha y con su dedo pulgar, rozó levemente el labio inferior de JungKook.

—Tus labios son suaves, me pregunto a qué sabrán... ¿Puedo besarte?

El tono usado por YoonGi era bajo, sensual, hechizante. JungKook estaba muy confundido. ¿Enserio le estaba preguntando eso? ¡Claro que podía! Así que, sólo puedo asentir levemente, cerrando poco a poco sus ojitos cafés. Sintió la respiración de YoonGi justo sobre sus labios, pero la boca ajena cambió su trayecto y dejó una leve caricia en su mandíbula.

—Mmm ¿Qué me darás a cambio, chico lindo? —De nuevo ese tono. Sexy, provocativo, peligroso.

—¿Ah? Lo que sea, YoonGi... —El tono del menor era muy bajo, sumamente tímido.

—Excelente, eso es lo que quería escuchar.

Y lo besó. Un beso rudo, imponente, ardiente. JungKook se tambaleó un poco pero las grandes manos pálidas lo sujetaron fuertemente de la cintura, recargando su cuerpo en la pared más cercana. Los labios de YoonGi hicieron que los vellos de su piel se erizaran, la lengua caliente hizo que una chispa de placer se expandiera por todo su cuerpo.

Se sentía bien, jodidamente bien. Y ese beso fue su perdición. Gracias a ese beso, Min YoonGi de apoderó de él.

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Ese fue el primero de muchos encuentros entre los dos jóvenes. Los días pasaban y cada que YoonGi quería se veían en aquella solitaria sala de música. Pocas veces charlaban pues, la mayoría del tiempo lo dedicaban a intercambiar caricias salvajes y uno que otro manoseo. A JungKook le encantaba, disfrutaba sentir el tacto de YoonGi sobre su cuerpo, su mente y su alma. ¿Estaba mal lo que hacía? Él creía que no. Pero estaba cegado. Su vista era nublada por esa sensación de placer y adrenalina que el pálido le otorgaba.

El empeño académico de JungKook bajó. No se concentraba haciendo su tarea, pues no podía dejar de pensar en YoonGi y sus besos. Se distraía observando sus fotos o las historias que subía a instagram. Su madre estaba preocupada, pensaba que algo grave pasaba con su retoño. Pero por supuesto, no sabía el motivo real que derivaba este comportamiento en el joven Jeon.

Sus maestros también notaron el cambio en su actitud, pues se le notaba distraído en clases o bien, habían ocasiones en las que ni siquiera asistía. Era bastante extraño, ya que JungKook era un estudiante regular y participativo en clases. Pero el chico castaño prefería pasar tiempo con Min YoonGi o ir a comprarle golosinas a la cafetería en vez de entrar a clase de literatura. Y de historia. Y de filosofía y todas las demás.

Por otro lado, YoonGi estaba consciente de la influencia que tenía en JungKook. Le gustaba esa sensación de poder que tenía sobre él. Se había dado cuenta de lo iluso que era ese niñato. Le daba igual. YoonGi no podía controlar sus acciones. O tal vez sí, pero prefería ver cómo ese chico caía perdidamente por él. Le hacía mucha gracia, pues JungKook cumplió su palabra y hacía todo lo que le pedía. JungKook se encontraba en un trance. Es como si YoonGi fuera el flautista de Hamelín y JungKook su pequeño ratoncito que lo seguía a todos lados. Hechizado, perdido. YoonGi se estaba apoderando de él.

En una ocasión, YoonGi tocaba una exquisita melodía en el blanco piano. Notaba muy distraído a JungKook y eso no le gustaba. Prefería escucharlo suspirar por sus besos, verlo impaciente por su unir sus lenguas o sentir cómo su respiración se agitaba gracias a una simple mirada.

—Hey. ¿Qué tienes, Bambi? Te noto distante.

JungKook volteó a verlo, posando su mirada en el cabello deslavado de YoonGi. Ahora era de un color rosa pálido.

—Oh, no es nada. Solamente he reprobado literatura, la profesora Oh me dijo que estaba decepcionada de mí.

YoonGi bufó como respuesta.

—Chico, los maestros son unos idiotas. No le hagas caso a esa mujer. —Un breve silencio—. Aunque bueno, si ese es el caso, debería dejar que estudiaras un poco más para esos tontos exámenes ¿No crees?

Como respuesta, el de hebras avellanas le dirigió un mirada de confusión mezclada con tristeza.

—Ya... ¿Ya no quieres verme?

—Pff, no es eso —dijo YoonGi con una sonrisa burlona—. Sabes que mis cálidos brazos siempre estarán disponibles para ti, Bambi. Pero no quiero arruinar tus estudios y esas cosas. No me gustaría ser una distracción para ti.

JungKook frunció el ceño. Se subió en el regazo de YoonGi y pasó sus delgados brazos sobre el cuello tatuado.

—No seas idiota. Eres dulce, YoonGi. No hay manera de que tu compañía sea algo negativo para mí. Eres como mi salvación... algunas veces la vida y la universidad son una mierda.

Al terminar de hablar, le sonrió tiernamente y besó los labios resecos y delgados.

JungKook muy en el fondo sabía que estaba perdido. Que Min YoonGi lo estaba arruinando, que era un chico peligroso. Que ya no era simplemente su crush imposible, sino que algo estaba sucediendo entre ellos, en él. Pero no le importaba, tal vez nunca podría salir de ahí. Y no quería. Así que cerró los ojos y se dejó llevar por el dulce sonido de sus bocas uniéndose.

Y YoonGi, a YoonGi no le importaba en lo más mínimo lo que sucedía en la vida de Jeon. Lo único que quería era sentir ese cuerpo en su brazos, tener uno que otro polvo y lo más importante: no ser rechazado por el menor. Y si la única manera era decirle esas cosas tontas y cursis, lo haría.

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—Kook

...

—JungKook

...

—¡Jeon JungKook!

El susodicho salió de su trance, confundido. Volteó y se encontró con la mirada molesta de Jin.

—¡Al fin! ¿Qué rayos te pasa? Por favor ponme atención, tonto. Tenemos que ponernos de acuerdo acerca del trabajo de historia.

—¿Qué trabajo?

—¡Maldición! Estoy empezando a cansarme, JungKook. Desde que estás como perrito faldero detrás de Min, tu mente siempre está en otro lugar. ¡Date cuenta! Ese imbécil sólo quiere tener sexo contigo. Estar con él te está haciendo mal...

JungKook, ahora totalmente atento a sus palabras, hace un gesto ofendido.

—Y eso a ti que te importa, SeokJin. No es tu jodido problema. —Dicho eso, se levantó del césped donde ambos estaban sentados.

—Lo es, idiota. Eres mi amigo, Kook. —El castaño rodó los ojos y comenzó a alejarse—. ¡Me conseguiré otro jodido compañero para el maldito trabajo! Gracias por nada, Jeon.

JungKook no quería escucharlo. Todo estaba bien ¿no? "No, sabes que está mal. Sal de tu burbuja, JungKook". No le importaba, aún así le gustaba.

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Pasaron semanas, meses. Y las cosas entre JungKook y YoonGi seguían igual: encuentros casuales, caricias, besos. A pesar de ser ignorado diversas veces por el chico teñido, JungKook siempre quería más y Min no era nadie para negárselo. Probó de esa manzana prohibida, cayó en las frías manos del cazador. YoonGi se apoderó de él

Pero no importaba, porque la melodía dulce de los gemidos de YoonGi al tener sexo, el susurro de sus palabras huecas, el olor embriagante a café y el mirar esos ojos rasgados era lo único que necesitaba. Tenía a YoonGi.

Y YoonGi también tenía a JungKook, pero no era el único.

"Eres un buen chico, Bambi. Esta canción es para ti".

Y comenzó a tocar el piano.

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¡Muchas gracias por leer!
Besos, Moon

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