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"He aprendido más de mi cuando estaba en pedazos que cuando estaba completa" 


Mandeq Ahmed dijo que había dos tipos de cansancio. Uno es la necesidad de dormir y el otro es la necesidad de paz. Creo que mi inclinación es por el segundo.

En la mañana esquivé a Bruno olímpicamente y triunfé. No sabía que decirle y tampoco tenía ganas de dar explicaciones.

Mi día iba tranquilo. Mis clases de defensa me ayudaban a relajarme y lo necesitaba ya que hoy era mi primera sesión con Asa.

Me bañé, limpié mis heridas y me vestí. Salí de mi santuario tratando de no pensar en lo que me esperaba. Su departamento no quedaba muy lejos del mío, así que decidí caminar.

Iba de lo más feliz con mi música a todo volumen cuando se pone a llover. Me quedaba poco por llegar, así que decidí correr. La lluvia me encantaba, pero no en esta situación.

Llegué a la puerta y toqué el timbre.

-Sube-

Llegando me di cuenta que su piso era muy grande, como los de las películas que tienen mucho espacio y ventanas enormes con vista a la ciudad.

-No me digas que te viniste caminando- me dijo con tono de burla.

-¿No es obvio?-

-Pero que tonta eres- dijo riéndose.

-No es chistoso- dije seria.

-Ven, sígueme. Te pasaré ropa para que te cambies-

-Que caballero, no pensé que fueras así-

- ¿Cómo pensaste que era?-

-Un estúpido egoísta, pero aún lo pienso. Nada ha cambiado-

-Creo que esa me la merecía-

Entramos a su habitación y era enorme. Con una cama que ocupaba gran parte. Un ventanal que mostraba una vista preciosa y un baño.

-Ten, ahí está el baño- dijo pasándome un pantalón deportivo y una sudadera con capucha. Todo bastante enorme.

La tomé y fui a cambiarme. La ropa me quedaba gigante. Parecía cualquier cosa menos una chica. Menos mal mis zapatillas no se mojaron tanto y pude quedarme con ellas.

-Te ves bien-

-Sé que no. ¿Podemos empezar?-

-¿Ni siquiera un "gracias"?-

-No te lo mereces-

-Lo sé. Bueno empecemos-

-Al fin-

-¿Cómo te sientes hoy?-

-Esa es la pregunta más cliché que podrías haberme dicho-

-Es cliché pero sirve, ahora respóndeme-

-Estoy bien-

-Eso no es cierto-

-¿Qué sabes tu?-

-Es mi trabajo. Estudio psicología, veo cómo te comportas, como eres ante situaciones o ante la gente, tu forma de ser. Sé que no estás bien-

-Me has estado observando bastante- dije con burla y el enseguida se puso nervioso.

-Tenía que saber a qué me estaba enfrentando-

-Entonces para que vine si lo sabes todo de mí-

-Mira Adela, ya que estamos acá tratemos de sacar algo bueno de todo esto, puedo ayudarte si me dejas-

-Está bien- dije ya sin ganas de discutir. Quizá esto me serviría.

-¿Por qué no estás bien?-

-Por cosas del pasado-

-¿Qué cosas?-

-No quiero hablar de eso- Ahora si estaba incómoda. No quería recordar lo que había pasado y menos hablar de eso. Ni con él ni con nadie. Quería borrarlo de mi mente, hacer como que nunca pasó, pero no podía si seguían insistiendo en saberlo. Me lo recordaban constantemente, todos los días, en las dos terapias. Ya era demasiado.

-Está bien, si no quieres hablar de eso no te obligaré-

-Gracias-

-Wow- dijo sorprendido.

-¿Qué?-

-"Gracias"- dijo con una sonrisa.

-No le des tantas vueltas a lo que digo, nunca me entenderás-

-Para eso estamos aquí- continúo diciendo -Dime una palabra que defina tu vida-

-Inercia- dije sin pensar.

-¿Por qué inercia?-

-Porque vivo sólo por inercia, porque tengo que hacerlo-

-¿Por qué no haces algo para cambiarlo? Vivir porque lo deseas, no porque tienes que hacerlo-

-No tengo ganas- 

-¿Por qué?-

-¿Por qué tantas mierdas de preguntas?- dije ya enojada.

-Es mi trabajo- dijo mirándome queriendo entenderme. Debería darse cuenta que nunca podrá hacerlo porque yo no quiero que lo haga- Te haré una última pregunta por hoy- 

-Dispara- 

-¿Quieres sentirte mejor?-

Esa pregunta me descolocó. Nunca me la habían hecho, ni siquiera yo misma me había planteado esa posibilidad, la de sentirme mejor. Porque simplemente no creo que sea posible, porque quizás en el fondo no quiero. 

-No lo sé- fue lo único que se me ocurrió decir. Primera vez que me quedo sin palabras.

-Creo que no habías pensado en eso- dijo y pude ver su mirada suavizándose. 

-Tú ves una luz al final del túnel, yo no- y eso salió sin pensar de mi boca.

-Se supone que todos tenemos que ver eso- dijo pensativo, como si él tampoco se lo creyera-Estoy seguro de que hay muchas personas a las que le importas, que te pueden ayudar si te sientes mal, con las que puedes hablar y así poder encontrar la luz al final de tu túnel-

-No estoy tan segura de eso. A nadie le importa si estás roto. Realmente nadie puede ayudarme, aunque lo quisiera- ¿Qué estás haciendo Adela? ¿por qué le estas contando estas cosas? No lo conoces. ¡Mierda, piensa en lo que te dijo! ¿¡Qué haces!?

Después de eso el silencio se instaló en la habitación. Él no sabía que decir y yo tampoco. Hablé sin pensar, dije cosas que no debí decir. 

¿Dónde quedó lo de no hablar con nadie de lo que sientes Adela?

-Lo siento, yo...-Dijo con una pausa.

-No digas nada- dije interrumpiéndolo- No debí decir eso, me tengo que ir- dije levantándome de mi asiento.

-No te vayas- dijo también levantándose- Está lloviendo- agregó como dándose cuenta que su primera frase fue un poco rara. 

-No importa- dije tomando mis cosas y saliendo lo más rápido posible por la puerta sin darle tiempo de decir nada. Él solo se quedó parado ahí, en medio de la sala. Con una expresión en su cara que no pude entender.

Estaba lloviendo muy fuerte pero no me importaba. En estos momentos necesitaba la lluvia para calmarme, sentir frío, sentir algo.

No pido sentir felicidad, sólo un poco menos de dolor.

Asa P.D.V.

No la entiendo y creo que aunque quisiera hacerlo ella no me dejaría. 

Cada vez que la veo, cada vez que la escucho hablar me doy cuenta que está tan rota, tan vacía y en el fondo estoy sintiendo unas ganas inexplicables de arreglarla, no sé por qué. 

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