- 3 2 -

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

"Todo pasa por algo"


Unas horas antes...

-Adela...- decía un Asa con una cara de preocupación que se notaba a mil kilómetros de distancia.

Verlo fue algo que no quería que pasara. Sabía que al hacerlo caería en el hoyo que estaba tratando de evitar y me sentiría culpable por todo lo que había hecho en esas semanas. Pero tenía que ser fuerte, no podía dejarme llevar por lo que sea que fuese lo que estaba invadiendo mi mente. Lo que fuese, no lo admitiría nunca.

-Adelante, toma asiento- decía Carlos apuntando a la silla que había frente a él y al lado de Asa. Creo que estaba enojado.

Hice lo que se me ordenó, de mala gana obviamente.

Al estar al lado de él mi cuerpo me estaba traicionando. Me sentía nerviosa, cosa que odiaba. ¿Por qué? No era como que él me gustara o algo, todo lo contrario.

-¿Qué está pasando contigo? Y lo pregunto enserio, Adela. Basta de excusas, necesito que me digas ahora todo-

-Y si no lo hago, ¿qué? - dije desafiante, mi paciencia estaba al límite y mi incomodidad crecía a cada minuto.

-Me temo que tendré que pedirte que te vayas y no vuelvas más- dijo Carlos con una expresión triste en su rostro.

No necesitaba que me tuviera lastima, ni él ni nadie. Yo podía cuidarme sola, no necesitaba estas estúpidas terapias, al fin y al cabo no me habían ayudado nada y ya llevaba meses en ellas.

A mi incomodidad la reemplazó la rabia. La rabia que me daba que todos pensaran que necesitaba ayuda. La rabia de que todos me vieran débil o hecha un desastre. La rabia de que todos creyeran que me conocían o que sabían lo que sentía o por lo que había pasado. La rabia que me daba que creyeran que podían ayudarme cuando yo ya había aceptado que nadie podía hacerlo.

-Sabes que Carlos... gracias. Me diste la salida más fácil a todo esto- dije poniéndome de pie.

En ese mismo momento Asa tomó mi brazo y me llevó hacia un rincón de la sala.

-¿Qué estás haciendo? ¿No te das cuenta que si te vas todo va a empeorar?- dijo dolido.

-¿Qué va a empeorar, Asa? ¿Acaso alguna vez he dicho que necesito ayuda? ¿Crees tanto que soy una mierda que necesito quedarme aquí donde nadie puede ayudarme?- dije mientras le pegaba con mi dedo en su pecho cada vez mas fuerte.

-Podemos ayudarte, déjanos- dijo tomando mi mano.

-No puedes salvar a alguien que no quiere ser salvado. Es momento que lo aceptes- dije soltándome de su mano y saliendo por la puerta.

Él no me siguió, aunque en el fondo de mi corazón creí que lo haría. Una parte de mí, la estúpida parte de mí, quería que lo hiciera pero si hubiera sido así todo sería mucho más difícil y nadie quiere algo difícil. Todos nos vamos por lo fácil, o al menos yo soy así.

Marqué enseguida el teléfono de Bruno y le dije que pasara a recogerme, tenía ganas de hacer algo, algo peligroso, algo como una pelea.

Esta vez mi oponente era un poco más grande que yo, de mí misma edad o quizá un poco más pequeña. Sin tatuajes, sin aros, sin nada. Su cara no me decía nada, pero aun así Bruno me recalcó que tuviera mucho cuidado con ella, que no era para nada de fiar.

Estaba confiada, acertaba muchos más golpes que mi oponente y ella no mostraba ninguna emoción al respecto. Me di cuenta de que me estaba aburriendo así que comencé a tomarme las cosas más enserio lanzándole mis mejores golpes. Su cara estaba hecha un asco de todo lo que le había pegado y aun así seguía poniéndose de pie pidiéndome más.

Quería noquearla, quería sentir mi mano en su cara, quería ver sus ojos cuando cayera al suelo. Necesitaba hacerlo, por lo que cuando lanzó un golpe a mi cara me agache rápidamente usando mi pie para pegarle en uno de los de ella haciéndola caer al suelo azotando su cabeza con el pavimento. Terminada.

Me di media vuelta viendo a mis espectadores, levantando los brazos en signo de victoria cuando siento un pinchazo en el costado derecho de mi espalda.

"-Hola mamá, he llegado-

-Mi ángel, ¿cómo te fue hoy?-

Mi madre es la persona más hermosa de todo el planeta. Sólo con verla mi día se alegra.

Estaba cocinando dándome la espalda por lo que no podía ver que lagrimas caían por mis mejillas.

-Bien- digo con un susurro.

En ese instante ella se da media vuelta, notando que algo andaba mal.

-¿Qué ha pasado, ángel?- me dice con su voz preocupada.

Odiaba preocuparla. Odiaba no poder ocultar mis emociones, menos con ella.

-Nada-

-Ángel...-

-Son tonterías-

-Nada de lo que digas son tonterías para mí. Ahora... dime que ha pasado- dijo dándome uno de esos abrazos que devuelven todos tus pedazos a su sitio.

-Zoe dejó de hablarme. Me dijo que no la molestara más-

- ¿Por qué?- me decía con esa cara de preocupación que deseaba no ver.

-No lo sé. Pensé que era mi mejor amiga, mamá, la consideraba una hermana. Pensé que siempre estaría conmigo. Además, es nuestro último año de escuela, ¿por qué hizo esto? Sé que estoy grande para llorar por algo así, pero nunca pensé que esto pasaría- dije con lágrimas en los ojos.

-Ángel, no importa lo que haya pasado. Aunque no quieras debes respetar sus deseos, pero eso no quiere decir que lo que hizo esté bien. Quiero que te quede claro que eres una persona extraordinaria, no quiero que pienses distinto a eso. Lo que vales no disminuye porque ella no lo vio. Al contrario, está dándole espacio a alguien mejor para que llegue a tu vida. Quiero que te quede claro que la amistad no es algo que se pida o se mendigue, es algo que simplemente se da porque se quiere. Si ella no quiere darte su amistad es problema de ella, se está perdiendo a la mejor amiga que podría tener. Las cosas siempre pasan por algo, mi vida. Estoy segura de que te esperan cosas maravillosas, tan maravillosas como tú- "

No podía ver nada, mis ojos no respondían a mis órdenes. Mi cuerpo se sentía pesado. No podía moverme. 

¿Mamá?, pensé.

Luego mi mente cansada se apagó.





Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro