【10: ¿Me amas?】

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YoonGi observaba por la ventana de su habitación la calle llena de autos que iban y venían que estaba el frente de su casa, por alguna razón la psicosis de que alguien los estuviera vigilando lo había invadido desde la noche anterior y el sueño había pasado a segundo plano. JiMin a su lado dormía pacíficamente, luciendo hermoso con su piel marcada en incontables lugares que sólo eran cubiertos por la sábana blanca que compartían, tranquilo, importándole en lo más mínimo la situación en la que se encontraban. Se masajeó el cuello luego lanzar una especie de jadeo contenido, era estresante el asunto y quizás no sería el único preocupado si no fuera porque le había dicho a JiMin que dejara todo en sus manos.

Se sentía como un estúpido, alguien que no había notado algo demasiado obvio como lo era el hecho de que la policía no los hubiera vuelto a señalar, ¿qué otra razón tendrían más que buscar pruebas en su contra? Seguro ya estaban claros en quien había sido el que estaba detrás de todo y él se mantenía ignorante. No podía creer que hubiese sido tan descuidado siendo que lo que estaba pasando debía ser pensado con la cabeza fría, anotando detalles y escondiéndose. Pero ahora no podía, simplemente no podía pensar fríamente, no cuando la razón de su distracción estaba siempre consigo.

Tenía que buscar la manera de salir de eso, del problema, pero no lo quería hacer solo, no sabría lo que le pasaría si alejaran a la única persona que realmente llamó su atención lo suficiente como para obligarlo a ignorar las cosas obvias e importantes.

"Oye... vuelve a la cama..." escuchó el murmullo del menor entre la oscuridad, Park lo miraba con una sonrisa adormilada pero YoonGi ni siquiera se giró a mirarlo, teniendo los suficientes conflictos mentales como para hacerle caso al pelinegro. JiMin se sentó y enarcó una ceja, gateó hasta estar más cerca del pálido y recostó su mejilla sobre la espalda ajena, suspirando cuando la piel fría del pelinegro tocó la suya "¿No tienes sueño?"

"No realmente" respondió con la voz gruesa, le dio una rápida mirada al menor y este sonrió de manera ligera, acariciando sus cabellos con tranquilidad. No iba a admitirlo en voz alta, pero le gustaba demasiado la manera que tenía el más bajo de distraerlo de las cosas importantes, mirándolo como si todo estuvieses bien y provocándole esa extraña sensación de no alejarse nunca de su lado, de su cuerpo o de su sola presencia "¿Te desperté? No creo haber hecho ruido."

"Sólo no te sentí cerca" dijo como explicación, acariciando ahora la nuca ajena con suavidad.

En ese momento, mientras sus labios rozaron los gruesos del más joven, un nuevo pensamiento rondó por su cabeza. Tensó la mandíbula de tan sólo imaginarse que alejarían al contrario de su lado, que lo dejarían completamente solo. No podían, JiMin era suyo y jamás se los daría, jamás lo dejaría ir porque ya lo había atrapado y lo mejor de ser un cazador era disfrutar de tener a presa consigo, quizás devorarla, quizás jugar con ella, pero YoonGi quería hacer eso y mucho más con Park, quizás toda la vida no sería suficiente para saciarse así mismo.

"Hm..." JiMin ahogó un jadeo cuando el mayor se inclinó sobre su cuerpo, hundiendo su boca en el cuello ajeno y mordiendo como si no fuera suficiente con las demás marcas "Oh... ¿Cuántas rondas necesitas para poder cansarte?" preguntó con una sonrisita en el rostro, enroscando sus piernas en la cintura contraria y enterrando sus dedos en el negro cabello del pálido, disfrutando de la sensación de tenerlo encima mientras perdía poco a poco el sueño.

El cuerpo del mayor empezó a dar ligeros movimientos, arrancándole algunos jadeos y gemidos ahogados a Park. Las regordetas manos ajenas se enroscaron en su cuello con fuerza y rasguñaron como hacía poco había tomado la costumbre, disfrutando de los siseos que soltaba Min cuando su piel empezaba a arderle.

"Todas las que sean necesarias..." murmuró, intentando que los amargos pensamientos se dispersaran al menos por esa noche. La risita de JiMin se escuchó luego y con un movimiento de cadera, supo que el menor estaba dispuesto a lo que sea que pidiera.

A la mañana siguiente el pálido se dio una ducha y se fue sin decirle nada al contrario, a sabiendas de que este seguramente formaría un alboroto por aquello, igual lo hizo.

Se perdió casi todo el día concentrado en resolver su principal problema y regresó cuando el sol empezaba a ocultarse en el horizonte. Una vez en casa, contraria a una recibida de su pareja preocupada como sería normal que ocurriera en una relación sana, se encontró con un JiMin desesperado preguntando si ya se había hartado de su presencia, exigiendo una respuesta con lágrimas bañando sus mejillas y rostro enrojecido de la rabia. Claramente, ellos no eran el mejor ejemplo de «relación sana».

Era obvio que JiMin estaba siendo atacado por los mismos demonios que atormentaban YoonGi, él también sentía ansiedad y pánico cuando la idea de perderlo se cruzaba por su mente, aquel arranque de rabia fue uno de los efectos. Aun así, aun cuando el menor casi le hace daño, a Min no le molestó, lo vio justificable de hecho, y de igual manera sentía que estaba siendo correspondido.

Park fue comprensivo en cuanto le contó la razón de su pequeño escape, sonriéndole como si nada hubiera pasado y dejando de lado el cuchillo que había tomado de la cocina. Era YoonGi, estaba bien, él tenía sus razones; no significaba que quería deshacerse de JiMin, no, él no lo haría, porque lo prometió.

"Jamás te dejaré ir" le dijo una y otra vez YoonGi para calmarlo.

"Jamás dejaré que te vayas" esa fue la respuesta del menor.

Estaban dispuestos a cumplir esas palabras, aunque el destino estuviera en su contra, aunque la gente los señalara o los mirara con miedo, no les importaba nada.

La noche siguiente era la fecha más importante, YoonGi le había preguntado a JiMin si a le gustaba Japón y recibió muchos besos acompañados de rasguños y sonrisas sólo para él. Sus maletas estaban listas y en sus venas corría toda la adrenalina de lo arriesgada que era aquella hazaña. Había personas que tenían los ojos puestos en ellos, hacer algo así sólo haría a la policía sospechar pero no les importaba, no cuando estaban juntos.

Tampoco les importó haber sido iluminados por la luz de una patrulla cuando estuvieron cerca del aeropuerto, a YoonGi no le importó pisar el acelerador dirigiéndose hacia algún sitio al azar y a JiMin no le importó sacar medio torso del vehículo y mostrarle su dedo medio a quienes los seguían. Sus corazones chocaban con fuerza dentro de sus pechos y hubo más de una ocasión en la que ambos simplemente se carcajearon de la situación, mirándose como si el otro fuera la única persona de su mundo, cosa que no estaba en absoluto alejada de la realidad.

Con el pasar de las horas terminaron subiendo un edificio, hombres desconocidos y uniformados los seguían por las escaleras con pistolas en mano listas para usar, algunos incluso dispararon pero ninguna bala tocó sus cuerpos. YoonGi había asegurado la puerta de la terraza y el viendo golpeaba con fuerza sobre sus rostros.

Los brazos de JiMin atraparon el cuerpo de su pareja cuando este se lanzó a abrazarlo, ambos sonrieron y los besos no tardaron en hacerse presentes. Los hombres les gritaban distintas cosas, la puerta estaba cada vez más cerca de ser derribada y YoonGi miró los ojos de Park con una mirada extraña, ida, esos no eran sus planes desde el principio pero estaba con quien quería estar, ¿no es así?

"¿Me amas?" preguntó con una enorme sonrisa formándose, una que lo hacía lucir como una persona que jamás sería capaz de hacer todo lo que hizo, alguien inocente para todo el mundo. Las sirenas de policías sonaban con fuerza pero aun así JiMin lo escuchó, porque YoonGi se había convertido en lo único que le importaba.

"Te amo demasiado" rodeó su cuello con sus brazos "Tanto que te seguiría hasta el infierno" susurró ya que estaban lo suficientemente cerca, casi como un secreto entre los dos que no debía saber nadie, siendo respaldados por el fuerte sonido del viento.

Aquella extraña pero regocijante sensación de felicidad caló tan fuerte en el cuerpo YoonGi que lo besó otra vez, siendo correspondido de inmediato por los dulces y gruesos labios de su amante, de su presa, de su pareja, de todo su mundo.

Su último beso.

"Vámonos entonces" murmuró sobre sus labios, JiMin suspiró de puro gozo.

Se sonrieron con ojos brillantes y la puerta fue tirada abajo.

Pero ellos ya no estaban en el techo.

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