ACTO 2: Los elegidos que presenciaron el inicio.

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《Son dos historias y solo puedo ofrecerte una, pero a cambio, tendrás que ayudar a la encargada de salvar el planeta》.

(Acto 2: Los elegidos que presenciaron el inicio)

Había un vacío profundo en su cuerpo. Una oscuridad que iba adentrándose en su cuerpo hasta lograr darle la luz a sus ojos y despertar todos sus sentidos. Lo malo, era que el vacío seguía en su mente y no la dejaba descansar.

Aun con ello, hizo su mayor esfuerzo para prestar atención. No era una oscuridad sin emoción, escuchaba diversos sonidos. Pasos resonaban en medio de una cueva. De pronto en un bosque, pisando las hojas que habían caído. Después escuchó el constante y fuerte sonido de una cascada que bajaba sin temor. Aunque lo que más le sorprendió fue escuchar varias voces de diversos seres disfrutando de un espectáculo.

De pronto esa oscuridad se volvió en luz. Agachó su cabeza y tembló, pero pronto sintió una mano en su hombro mientras le hablaban:

—Bienvenida a mi dulce y luminoso hogar. Por favor, entra sin miedo, disminuiré la luz para que puedas disfrutar de la estancia.

Tales palabras la dejaron atónita, abriendo su boca mientras levantaba su rostro. La luz había disminuido, conviviendo con la oscuridad que ella creaba. Por primera vez sentía cariño por la luz, pero esto la hacía sentir inusual. ¿No debía temerla? ¿No debía odiarla?

—Siéntete como en casa. Bueno, más o menos como en casa.

Esa voz tan melódica y amable, la hacía sentir dividida. Era luz, un elemento que se decía que la oscuridad odiaba y que desde muchísimo tiempo atrás se peleaban. Era la representación del bien y mal que siempre se peleaban. ¿Por qué esa luz era así con ella?

De pronto alguien la abrazó con fuerza. Su pureza la hacía demasiado feliz, pero no solo eso, las palabras que pronunció la dejaron atónita:

—¿Puedo despedirme una vez más de ella?

Ese abrazo se intensificó aún más, creando una explosión de sentimientos amorosos que la hicieron llorar. Deseaba abrazarla, pero no podía porque la luz fue desapareciendo ante diversas voces que la empezaron a atormentar.

Una presión tan horrible que la dejó inmóvil hasta que escuchó una voz:

—No te puedes quedar quieta, ¿verdad?

Una que demostraba odio y maldad.

Ànima cayó de rodillas, sintiendo una gran presión en su pecho que le impedía moverse. Trató de levantar sus manos para protegerse, pero no podía porque algo había clavado en estas. La hacía sufrir, un dolor que la hacía gritar en silencio mientras esa presencia se acercaba más.

Como mejor pudo levantó su rostro para ver una masa grisácea que se movía con total libertad. Lo curioso de esta, era que podía ver rostros, unos difusos y ocultos en su alrededor.

—Mira que lo intentas una y otra vez y aun así sigues estancada en el mismo sitio. No merece la pena, Ànima, si sigues este camino, te meterás en problemas.

—¿Quién...?

Quiso hablar, pero algo afilado perforó su garganta, haciéndola gritar de sufrimiento mientras oía risa que resonaba de un lado a otro.

—Este es mi último aviso, Ànima. O frenas tus malditas acciones o atente a las consecuencias .

Ante esa amenaza, algo dentro de Ànima se activó. Un poder que se movió por sus espaldas, algo que la haría girar poco a poco mientras escupía sangre negra por su boca. La voz dejó de reír para mirarla con interés.

—A mí no me amenaces de esa manera —habló Ànima con firmeza, levantando su cabeza para ver por fin una figura femenina. Sonrió con maldad, moviendo su mano izquierda.

—Débil.

Y en un abrir y cerrar de ojos logró despertar de la realidad. Respiró lentamente mientras temblaba sin parar. Confundida y sin entender nada, alzó su mirada para ver a Yrmax agarrando a Lizcia de la mano.

No le hizo falta saber lo que ocurría. Por primera vez habría sacado unos tentáculos pequeños y gruesos que se movían alterados ante los recuerdos que tuvo. Arrepentida, los guardó, sentándose en el suelo para mirar la hierba que la rodeaba y murmurar con vergüenza:

—Lo siento, pero a-algo ha hecho que vuelque mis emociones y actué así.

—¿Tan grave era? —preguntó Yrmax.

—Posiblemente. Solo sé que es la culpable que bloquea mis recuerdos. De hecho me amenazó —explicó, aún no se atrevía a mirar al príncipe, ni siquiera a Lizcia—. Siento mi actitud, de verdad, yo solo...

—¿Te hizo daño? —preguntó Lizcia. Ànima miró a otro lado sin responder—. ¿Te hizo daño?!

—Estoy bien, Lizcia, no fue nada...

—¡Ah! ¡Qué injusto! —pronunció Lizcia, molesta—. ¡¿Y dónde está?! Si apareció en tu memoria es porque es un cobarde que no le gusta luchar de frente. ¡No me parece justo que te haga ese daño y no podamos hacer nada!

—Lizcia...

—¡Si la veo le daré su merecido! No me parece justo que te haga ese daño y que encima te bloquee los recuerdos.

Era la primera vez que veía así a Lizcia, y todo porque habían hecho daño a su amiga, a Ànima.

—Tranquila, estoy bien, no tienes por qué...

Fue entonces cuando Lizcia se separó del agarré de Yrmax para abrazar a Ànima, dejándola sin palabras. Recibir ese abrazo fue abrir una puerta de emociones incomprensibles. Lloró y en silencio correspondió el abrazo de Lizcia.

—¡Recuperaremos tus recuerdos, Ànima! ¡Lo juro! —prometió Lizcia mientras apretaba ese abrazo.

Ànima no dijo nada, solo mantenía la sonrisa para luego calmar a Lizcia. Mucho tenían por delante y no podían perder tiempo.

Índice

Capítulo 8: Un viaje reflexivo.
Capítulo 9: Hacia Vilen.
Capítulo 10: La leyenda del Vilonio.
Capítulo 11: prueba de amistad.
Capítulo 12: Retorno a la inocencia.
Capítulo 13: Orgullo, Valor y Fuerza.
Capítulo 14: Manos unidas.
Capítulo 15: Secretos por revelar.
Capítulo 16: Alegría.

Cast

 Curo

Edad- 18 años
Estatura - 1'90m
Peso - 80kg
Género - Hombre Vilonio


El símbolo de los Vilonios.



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