𝕮𝕬𝕻Í𝕿𝖀𝕷𝕺 𝖃𝕴

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 Volviste a mirar a Rebekah. Seguía teniendo una mirada sombría. Sabías perfectamente que su mente había regresado a un momento en el que sufrió mucho dolor. Decidiste que ya te había contado bastante.

— Rebekah, no tienes por qué contarme todo hoy. Yo aprecio mucho tu franqueza para haberte abierto así conmigo, ya has tenido bastante pasado por hoy —le dijiste.

 Ella asintió dándote la razón. No pudiste evitar admirarla. Llevaba su melena rubia lisa suelta y uno de sus mechones trenzado, te aproximaste a ella con mucha cautela, apartaste con sumo cuidado su pelo y besaste su cuello. Rebekah gimió y te pidió que no pararas. Sonreíste contra su cuello y seguiste con lo que estabas haciendo.  

Dejaste besos por todo su mentón antes de besarla en los labios, ella respondió con mucha efusividad. Con velocidad vampírica se puso sentada a horcajadas sobre ti. Sonreíste  y decidiste usar tú también la velocidad vampírica para pegarla lo máximo posible a tu cuerpo. Rebekah te sonrió de forma coqueta y se quitó la camiseta que llevaba. Tus pupilas se dilataron al ver que llevaba un bonito top lencero de color blanco. Llevaste tus manos al cierre y se lo quitaste, besaste y succionaste sus pechos sin prisa. Rebekah era tu diosa y su cuerpo, tu templo en  el que ansiabas rendir culto.  

Los gemidos de Rebekah se hicieron mucho más altos. En otra ocasión le hubieras pedido que bajara el tono o le hubieras puesto la mano en la boca para acallarla, pero hoy no, hoy querías oírla.

— Te quiero Cleo —gimió mientras succionabas su pezón izquierdo.

 Apartaste tu cara de sus pechos y la miraste a los ojos.

— Yo también te quiero Rebekah — contestaste mientras abrazabas su cuerpo.

 Ella también te abrazó, eso era lo que más te gustaba de estar con ella, podía ser intenso, pasional, pero también bonito e íntimo. Tras estar varios minutos abrazadas, las ganas volvieron. La tumbaste sobre la cama. Levantaste complacida su falda y lamiste ligeramente sus bragas. Rebekah gimió con fuerza y llevó una de sus manos a tu cabeza y te animó a seguir con lo que estabas haciendo. Bajaste sus bragas y te perdiste en ella, su sabor te embriagó. Querías llevarla a la máxima locura y lo lograste introduciendo 1 dedo en ella y presionando su punto G. Rebekah estaba cerca del orgasmo. Lo sabías por cómo cerró los ojos y gemía una y otra vez tu nombre hasta que se dejó ir por completo.

— A ver si te piensas que no tengo ganas de ti... — susurró Rebekah.

 Una vez que se repuso, se aproximó a ti y mordisqueó tu cuello con suavidad, volviéndote loca.

*** 1 año después***

Barrio Francés,  Luisiana, Nueva Orleans

Rebekah y tú ya no vivíais en Mystic Falls. Decidisteis que ya era hora de cambiar de aires. Una noche antes de dormir Rebekah te habló de Nueva Orleans, sobre todo de Luisiana, del barrio francés, de sus coloridas calles.  Te contó que era la ciudad de lo sobrenatural, que allí encajaríais y se acabaría tener que esconderos para no levantar sospechas. 

El día menos pensado hicisteis las maletas y os mudasteis a Luisiana. La ciudad os recibió con los brazos abiertos. Lo que más te llamó la atención es que los humanos convivían con total normalidad con criaturas sobrenaturales como vampiros, licántropos y brujas, no como en Mystic Falls, donde la gente temía y desconfiaba de los vampiros y de toda criatura que no fuera humana.

— Rebekah, ya estoy lista vamos —le dijiste mientras cogías tu chaqueta. 

Esa noche habíais decidido salir de fiesta. Sinceramente te morías de ganas por salir de fiesta hasta el amanecer, entremezclarte con la gente, bailar con tu novia toda la noche y compartir besos sin tener vergüenza a ser vista. 

Rebekah cogió también una chaqueta y te tomó de la mano para guiarte por las calles del barrio francés. Se lo agradeciste porque aunque ya llevabas un tiempo viviendo en el barrio, todavía te costaba ubicarte. Menos mal que la tenías a ella, que se conocía todas y cada una de las calles, cada bar, cada discoteca. En cuestión de minutos ya os encontrabais a las puertas de la discoteca. Os tocó esperar para acceder. La discoteca estaba bastante abarrotada, pero no te molestó lo más mínimo. Había algunos humanos,  notaste su olor en el aire. Decidiste controlarte un poco y pedirte un chupito de Bourbon, Rebekah te siguió a la barra para pedirse también un chupito.

 —¿ Va todo bien? — te preguntó mientras te examinaba con la mirada, intuyendo que había algo que te preocupaba.

— Sí amor, sólo que parece que esta noche hay muchos humanos en la fiesta — puntualizaste mientras te terminabas el chupito.

— Lo sé, temes perder el control — te respondió al leer tu mente. pero yo estoy aquí, no dejaré que pierdas el control.

 A modo de agradecimiento la estrechaste contra tu cuerpo.  

Ya llevabas casi 12 años siendo vampiro y todavía había momentos en los que te costaba controlar tu ansía por sangre humana. Admirabas a aquellos vampiros que tenían un gran autocontrol y no lograban sobrepasarse. Cada día seguías aprendiendo a controlarte, era tu eterna lucha, pero no por ello ibas a rendirte.

— Me alegra que estés conmigo, Rebekah— gritaste para hacerte oír por encima de la música.

***

Ya llevabas algo más de un año viviendo en Luisiana y por primera vez tuviste la sensación de haber encontrado tu hogar. Estaba en esa ciudad y al lado de esa vampiresa rubia que robó tu corazón, Rebekah Mikaelson.

𝕱𝖎𝖓


Creo que me querréis matar porque he estado años sin actualizar esta historia, pero por fin hoy, 5 de mayo de 2024,la he acabado y decidí publicarlo. Espero que os haya gustado este capítulo final, si es así, me ayudáis un montón votando y dejando algún comentario compartiendo qué os pareció 😭🥰✨

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