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Octubre 1, 2021.


El museo dedicado a la exposición de arte general abrió sus puertas y Jake jaló a SungHoon hacia él, emocionado.

— ¡¿No es increíble?! — exclamó el australiano ante el silencioso espectáculo de pinturas exhibidas sobre las paredes, estatuas de menor tamaño siendo protegidas por vitrinas de vidrio además de algunas fotografías en primer plano que demostraban la calidad del trabajo puesto en cada uno de los objetos.

— Lo es, todo es muy lindo — murmuró Park caminando lentamente entre los pasillos, tomando fotos y asegurándose de no activar el flash de su cámara para no molestar a los demás visitantes —. Mira allá — dijo y señaló con un leve movimiento de cabeza la pintura de una mujer hermosa y con vestiduras finas.

Ambos eran fanáticos de ese tipo de cosas y, cuando la exposición se anunció en un lugar ocasional y no tan lejos de sus rumbos comunes, Jake no dudó en comprar dos boletos. Uno para él y otro para su mejor amigo. Ambos solían ir a convenciones, exhibiciones e incluso obras de teatro juntos así que SungHoon aceptó de inmediato con una tímida sonrisa, característica suya.

Pasaron al menos otros veinte minutos entre su deleite visual cuando para su desgracia el recorrido terminó, Jake le pidió a SungHoon que le compartiera las fotos que tomó con su cámara a lo que este asintió. Salieron del lugar y fueron a sentarse en una banca del parque que encontraron a un par de minutos del museo, según el mapa de internet.

 —... ¡Y él lo sabe, de verdad, estoy seguro que lo sabe pero invade el tema cuando empiezo a decirle cosas lindas!

— Sabes que Riki es algo... ¿Tímido? — planteó SungHoon ante el relato amoroso y fracasado del australiano en su plan para conquistar al japonés de su clase de dibujo.

— Lo sé, es como lidiar con alguien como tú...

— ¡Hey!

El lugar donde fueron a parar era lindo y muy tranquilo. Había gente haciendo ejercicio trotando, corriendo y caminando, otras paseaban a sus mascotas, gente andaba en bicicleta y vendedores ambulantes platicaban entre ellos a la espera de algún comprador.

— Vamos, yo no soy en lo absoluto tímido, solo soy algo callado, me gusta oír más que charlar — se defendió el menor.

— Claro que sí lo eres, de hecho, llevas la palabra tímido tatuada en la frente a mi parecer.

— Pero...

— ¡Incluso! — interrumpió Shim —... Soy yo quien debe pedir los palillos cuando pedimos ramen porque tú te pones nervioso y me avientas la bolita a mí para que yo lo haga. Si ser tímido no es tenerle miedo a la chica de la comida rápida, entonces no sé qué es.

Park gruñó un poco y dejó ganar a Jake por que tal vez, solo tal vez tenía razón.

— Iré a comprar un helado, ¿quieres uno?

SungHoon asintió —: De vainilla, por favor.

JaeYoon le sonrió y corrió a el puesto de helados que vio a lo lejos, perdiéndose de la vista del menor.

Este se dispuso a visualizar las fotos que tomó en el museo, definitivamente esa cámara era su objeto más preciado. Jake se lució comprándosela en su cumpleaños anterior.

Un par de ladridos acercándose rápidamente fue lo último que SungHoon escuchó antes de sentir a un can encimarse a sus piernas y olfatear cerca de sus tobillos. Asustado, miró rápidamente a su alrededor tratando de identificar al dueño; no quería aceptarlo pero se asustó mucho aunque, viendo de cerca al perrito era lindo.

— ¡Bruno! — escuchó a lo lejos y al darse cuenta de que un chico se acercaba, supo que él era el dueño —. ¡Bruno, ven acá!

Una descripción corta de lo que SungHoon vio venir a lo lejos era a un chico aparentemente alto, delgado, con unos ojos dignos de dedicarles majestuosos minutos de apreciación, labios pequeños pero lindos e incluso una linda nariz.

Cuando el perro salió de su espacio personal reaccionó y observó al dueño ponerle la correa que seguramente se zafó, reaccionó.

— Lo siento — habló —. Bruno es muy inquieto y sin querer se soltó de la correa, espero que no te haya lastimado.

Pero Park no estaba prestando ni la más mínima atención a lo que le decían, simplemente se quedó mirando esos preciosos —si le preguntaban— ojos, y escuchaba la dulce voz a lo lejos.

Se quedó simplemente atrapado en esas pupilas que le miraban fijamente mientras hablaba... Y en su timidez e incapacidad de formular palabra alguna, pero eso era otro tema.

— Oye, ¿estás bien? — cuestionó el desconocido pero al no obtener respuesta, optó por dar la vuelta e irse.

"Tus ojos son muy bonitos" habló SungHoon al aire, imaginando decírselo al actual dueño de sus pensamientos, ese que se alejó segundos atrás y a quien no detuvo aunque quiso hacerlo, lamentándose.

Ojos bonitos y su mascota reanudaron su rutina de correr mientras Bruno iba adelante suyo, cosa que hacían todos los días después de que el mayor saliera trabajar.

— Lindos lunares — murmuró Lee HeeSeung estando ya lejos , el dueño de Bruno y de ahora una sonrisa ante la imagen mental del chico sentado en una banca. 




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