El Aprendiz de Zeus Cap.16

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Sebastián era toda una fuente de información, sabía de la Subespecies y las Facciones, incluyendo a los Humanos. Me enseñó de todo y habló también, era impresionante ver a un ser que supiera todo, cosas que él únicamente sabe y mantiene en secreto pero que compartió conmigo.

—Oiga, Rey Sebastián, ¿tiene una profecía? —el rey me miró con una sonrisa antes de hablar —Pregunto, el Esclavo Mestizo no creó la suya pero creo que usted debe tener una.

Remplazó su sonrisa con una mirada pensativa.

—Creo que no. No me he concentrado para pensar y dejar una. Tal vez lo haga algún día.

—¿Cuál es su edad? —le pregunté mirando algunos libros en una estantería en la biblioteca.

—Más que una vida regular, más que nadie, soy el Primer Rey del Cielo, tengo más de diez mil años —al escuchar eso dejé de mirar los libros y giré para verlo a la cara.

—¿Cómo es posible que se vea joven y en forma siendo inmortal?

—Existen tres tipos de inmortalidad. La primera es la Inmortalidad Vital; pueden pasar los años y nunca envejeces, yo tengo esa inmortalidad. Luego está la Inmortalidad Física; pueden hacerte daño pero no sufrirás dolor y tus heridas se curarán, pero igual envejeces.

(Pensé que tenía esa inmortalidad pero yo siento dolor ante todo)

—Y por último la Inmortalidad Perfecta, que es la fusión de las dos anteriores, no recibes daño alguno y vives por toda la eternidad. Yo tengo la Inmortalidad Vital, ningún Ángel ha querido quitarme mi puesto ya que prefieren mil veces que me quede como el guía de este reino santo y me quieren mucho, igual que yo a ellos, y lo seguiré haciendo por toda mi vida.

—¿Y eso por qué? —debía haber una razón para ser inmortalidad y no dejarle la batuta a otro Ángel.

—Yo fui la mejor opción para reinar y guiar en aquellos momentos, Dios me seleccionó, y hasta ahora, cuidar del Cielo y la tierra junto con los Humanos ha sido todo un compromiso, una gran causa que no debo dejar pasar; es mi deber quedarme aquí y verificar que todos y todo esté bien y en orden dentro de los mundos celestiales y el equilibrio. Dios nos creó a nosotros, los Ángeles, pero además creó a los Arcángeles; creó a un grupo y a otro para que defendiera al Cielo pese a todo llamado los 10 Mandamientos. Los primeros Arcángeles fueron inmortales, yo soy uno de esos Arcángeles de primera generación; aunque no creas cómo, algunos de esos Arcángeles desaparecieron, el Ángel de la Misericordia y la Melancolía, el Ángel de la Muerte, Ángel de la Protección, de la Salud, Guía... Muchos se fueron y desaparecieron y sólo quedamos los Mandamientos y yo, Lucifer y Azazel se hacen cargo de sus lugares asignados.

—¿Llegaré a conocer uno de ellos?

—Sí, te lo aseguro. El Cielo también se divide, existen Ángeles y Arcángeles ascendidos por mí, unos más inportantes que otros y con altos rangos. Está el Ángel común, luego el Ángel de alas Metálicas, el Ángel de Alas Doradas y también el Ángel de Alas Doradas y Metálicas.

—Tú eres un Arcángel de Alas Doradas y Metálicas.

—Sí, pasé por muchos rangos pero ya era un rey, decidí darle mi propio nombre, descubrí que cuando un Ángel o Arcángel se hace Rey, sus alas se duplican y se hacen séis, como las mías. Yo me llamé Rey Ángel de Alas Doradas y Metálicas. Los Arcángeles siguen siendo Ángeles pero se vuelven importantes.

—Creo que ahora sé más de aquí que los Dioses del Olimpo —comenté bobo por la información, el rey simplemente rió a carcajadas.

—Nadie se acostumbra a obtener mucha información y menos de un lugar así.

—Algo que sí sabía era que los Ángeles tienen que cuidar a un subordinado, a un Humano...

—Así es, quise crear una ley dentro del Consejo Mundial que me permitiera asignarle Ángeles a seres Subespecies pero ellos mismos me negaron la petición, quién sabe por qué. Desde que existimos, somos informados de eso y es como la misión principal de nuestra vida, pero evitar la muerte de su subordinado es inevitable para nosotros, suele denominarse como el final de nuestra misión, más no como una derrota, ya que es natural que algún día tengamos de dejar el plano terrenal. Hay que dejar las cosas correr hasta su punto final, también es importante evitar que el protegido muera por otra razón que no sea de su destino para que así no sea un final drástico. Tú tienes el tuyo, y también a tu propio Ángel.

—¿En serio? —me emocioné en ese momento —¿Puedo conocerlo?

—¿Sabes qué sería mejor? Que lo descubras por ti mismo, te llevarás una gran sorpresa —me desanimé en ese momento, no me iba a decir quién era mi Ángel Guardián —. Tu Ángel no está lejos de ti, no te desanimes.

—Está bien, me quedaré con la curiosidad y el suspenso.

***

Ambos nos dirigimos al inicio del castillo, seguíamos adentro y poco después llegó Jenissia, parecía estar feliz de que yo estuviera con Sebastián aún y que haya pasado mucho tiempo con él.

—Parece que se divirtieron —saluda ella con una sonrisa de oreja a oreja.

—Sí, pude cono… —las grandes puertas del castillo se abrieron y de ellas pasaron varios Ángeles, diez en total, pero entre esos diez habían dos Elfos.

(Sus energías son visibles y son muy poderosas)

—¿Quiénes son? —le pregunto a Jenissia a su lado viendo a los Ángeles acercarse lentamente con sus miradas enfrente, luciendo como si fueran lo mejor de aquí. Serenos y rudos.

—Son los 10 Mandamientos —responde ella nerviosa de verlos —, los Arcángeles más antiguos y fuertes del Cielo.

(Tu deseo se hizo realidad)

No pude sacarme de la cabeza a los dos Elfos, era una mujer y un hombre, sus cabellos eran de color gris, su color de piel era clara y se notaban sus orejas puntiagudas comparadas a los otros. Todos pusieron sus ojos en mí y en mi cabello.

—Energía diferente, aspecto diferente —habla una mujer de cabello negro viéndome con curiosidad de lejos ya que se detuvieron al verme. La mujer era hermosa, todas las Ángeles lo son.

—No es Ángel —anunció un hombre, su cabello era castaño oscuro y tenía una cara arrogante.

—¡Pero si son los 10 Mandamientos aquí, presentes! —el rey les saludó pero ellos no le hicieron caso, me hacían caso a mí.

(Pase lo que pase, actúa duro)

—Mi rey, ¿qué hace un Humano en el Cielo? —cuestiona una Elfo mirándome más de cerca con curiosidad.

—Es mi invitado —responde Jenissia con dureza.

—Semidiós —corregí al grupo.

—¿En serio? No pareces uno —dijo otro de ellos, era el grandulón del grupo, era grande y musculoso.

—Santos hermanos míos, cálmense un poco, tenemos a un invitado de Grecia —intentaba relajar Sebastián pero tenía las miradas de ira de seis hombres y cuatro curiosas de mujeres.

—Supongo que ustedes deben ser los 10 Mandamientos.

—En efecto —afirmó el arrogante acercándose a mí —. ¿Quién eres, "Semidiós"?

—Soy el Semidiós del Trueno —éste rió burlonamente.

—No creo que Zeus haya dejado que un Humano usara su nombre… Muy abajo del todo.

—Soy su aprendiz. Según tengo entendido, ustedes diez son los más fuertes del Cielo, pueden defenderlo de cualquier problema.

—No te equivocas. Es el poder que nos ha otorgado Dios.

—Pero ¿pueden defender algo como ésto del Cielo? —estando en el medio de todos, decidí mostrar mi poder sacando mis rayos al exterior rodeando todo mi cuerpo, los Mandamientos miraron con más asombro y curiosidad.

—Increíble.

—Por Dios, es fantástico.

—¡Magnífico!

—Peculiar —el último en comentar fue el Elfo mirando mi acto separado del grupo.

—¿Sabes qué sería bueno? —habló el arrogante con una sonrisa retadora.

—Creo que estoy pensando en lo mismo que tú.

(Un duelo)

—Te reto a una batalla, Semidiós…

—Tom McFly.

—Bien, Tom. Tengamos una batalla y veamos si yo puedo defender a mi hogar de cosas como tú.

—Rael… —su nombre era Rael, el Elfo fue el que lo detuvo, estaba haciendo una escena frente al rey.

—Déjame probar al chico del Olimpo, Jeztes.

—Yo lo apruebo, estoy en contra de la violencia pero me causa mucha curiosidad saber de qué es capaz Tom —sentencia el rey con ansias por ver el combate —, pero solamente porque me causa curiosidad.

—Por el señor, Tom. No te dejas de meter en problemas —Jeni parece estar apenada, debe conocer esa parte de mí. Tengo la oportunidad de enfrentarme a un Mandamiento. Es hora de probarme.

***

—Dejaré las cosas claras, no seré misericordioso —declara Rael alistándose, era magia contra poder natural. La batalla se iba a dar en el campo de entrenamiento, el rey puso una zona para que lucháramos. Por accidente, los que estaban entrenando, entre ellos Valquírias, se detuvieron para verme a mí y a Rael, pero no parecían enojadas de ser interrumpidas.

—¡Vamos, chico del cabello rojo! —las Valquirías me apoyaban más a mí que a Rael que sólo tenía a sus compañeros. Jenissia miraba a las Valquírias amenazante y con enojo, parecía estar enojada por los elogios de las Valquirias, no sé por qué.

—Bien, empecemos. Con todo respeto, y como el invitado que eres, te dejaré dar el primero golpe —Rael hizo un gesto de reverencia y enseguida desapareció con magia.

(Ya empieza lo bueno)

CAMPO ELÉCTRICO —formé un círculo de rayos a mi alrededor haciendo paredes para que Rael no me hiciera nada desprevenido.

Rael se reveló, seguía en su misma posición donde inició.

—Vaya que tienes precaución

—Es una advertencia —en mi mano derecha creé una espada de doble filo larga y lista para empezar —. Veamos si son buenos como dicen, son Mandamientos y deberían serlo —sin hacer casi nada, llegué al lado izquierdo de Rael con mis poderes, éste al reaccionar no hizo nada, ni siquiera estaba sorprendido.

—Típico en batallas, te falta mucho por aprender —Rael me dio una patada lateral y me mandó a volar pero me detuve frenando fuertemente el piso con mis pies.

Pasé de una espada a un arco y flecha y le disparé varias veces, Rael esquiva fácilmente y de manera segura las flechas y no parecía nada para él.

DESTELLO DE LUZ —un destello blanco luminoso salió de su mano izquierda y lo disparó en mi dirección, apenas pude esquivarlo pero cuando lo hice me encontré con él a mi lado —. Eres lento, Semidiós —con una sola mano me empujó lejos.

Volví a frenar, me estaba confiando pero no quería malgastar mi energía, era para poder analizar sus movimientos, lo que ya sé qué es, y ya no hace falta que me siga conteniendo.

DESTELLO DEL DIOS TRUENO —aparecí de nuevo a su lado ahora con mis manos electrocutadas, lo empujé y éste salió disparado, no quería hacerle daño a un Ángel así siendo una batalla, pienso que es un pecado y que... No debo hacerlo del todo.

Rael se levanta después de haber pasado por una total electrocución en su cuerpo y se posicionó para atacar, pero antes sacó una espada y ésta brilló de un color amarillo.

(Una gran energía proviene de ahí dentro)

CORTE DEL COSMOS —se movió a la velocidad de la luz pero usé el destello de nuevo y me teletransporté, pensé que el ataque no me dio pero sí lo hizo, me cortó un poco mi abdomen y duró mucho entre mis rayos curando la herida, difícil de procesar —ESPADA ANCESTRAL —su espada creció más y brilló demasiado, corrió a mí. Rápidamente creé una espada casi igual y la choqué con la suya haciendo que se proyectara un sonido agudo y un quiebre de viento.

Solté la espada y rápidamente creé un mazo y lo estrellé, no a propósito, en su cara mandándolo lejos de mí.

El rey, Jenissia, los otros Mandamientos y los guerreros presentes veían mi batalla contra Rael con atención. Él se levantó sosteniendo su mandíbula.

VIRTUD OCULTA —un aura blanca salía ahora de Rael, su energía y poder aumentaron de golpe —PUÑO DE FE —su puño derecho se puso totalmente blanco por ese aura y corrió para golpearme.

En el trayecto de eso creé un guantelete eléctrico en mi puño derecho para contrarrestar el golpe. Ambos chocamos los puños y una explosión sónica salió de ésta y nos separó con mucho impulso.

Cuando recuperé la visión vi a todos los espectadores protegidos con un escudo que formó el rey, Rael estaba en el suelo intentando recuperarse. Enseguida me levanté y corrí a él.

Cuando llegué volteé su cuerpo y lo apunté con un rayo en forma de cuchillo y también creé varios cuchillos en el aire por si intentaba algo. Rael iba intentar algo pero al ver el arsenal entero de rayos a su alrededor se detuvo y sólo sonrió.

—Está bien, me rindo —se rindió con una sonrisa convencida, por otro lado, yo le ofrecí mi mano para que se levantara y lo hizo —. Parece que Zeus te entrenó bien, pero déjame confesarte que no usé todo de mí, sólo un… Diez por ciento.

(Era obvio, no dio mucha pelea y no duramos mucho)

—Lo sé, y la mejor parte es que yo tampoco lo dí todo —en realidad me esforcé.

—Soy Rael Travers, el Décimo Mandamiento. El Mandamiento de la Fe.

Estreché su mano.

—Ya sabes mi nombre, al menos ya conocí a un Mandamiento.

—¡Qué pena, Rael fue humillado por el chico! —grita burlonamente el hombre más corpulento del grupo.

—¡No es cierto!

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Ouh, más información y ahora los 10 Mandamientos, un escuadrón fuerte, venerado y muy querido, y miren quién apareció y le dio la cara a Tom.

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