El Aprendiz de Zeus Cap.23

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—Sabía que algo pasaría entre ustedes dos.

Jenissia se había ido a trabajar, yo hice todo lo que tenía que hacer y me fui al Olimpo un rato. Lo primero que hice fue encontrar a Hefesto y contarle las novedades y, entre ellas, la de ser pareja de Jenissia.

—Tenías razón, y yo lo negaba.

—Eres un tonto escéptico. Ahora tienes una vida diferente, poderes, ¿qué más quieres?

—Ya no pido nada más.

Antes de venir visité a Jessie y a Mort, parecían todos unos adultos trabajadores. Nunca pensé que cambiaríamos y sólo necesitamos unos lingotes de oro para que pasara todo esto, y yo entrar al Olimpo inesperadamente y que un rayo me tocara para que me diera los poderes de un dios. El mundo y sus cambios a última hora...

—¿Dónde está Afrodita? —le pregunté a Hefesto, eran pareja pero parecían estar distanciados.

—Con Hera en una misión —son dioses, pensé que no tenían que hacer misiones.

—Para eso está Hermes, él debería hacer las misiones y los encargos de aquí —le dije bromeando y él aguantó unas risas.

—Es lo que yo dije —retiene unas risas más.

(Pobre Hermes)

—¿Qué has hecho todos estos días de "vacaciones"?

—Quise buscar un trabajo para no aburrirme.

—¡¿Tú?! ¡¿Un trabajo?! —en eso no aguantó las risas y se rió a carcajadas con mucha burla.

—No es gracioso, y ya tengo uno. Cazarrecompensas.

—Parece ser… genial —se notaba que no le sorprendía para nada.

(Tampoco quería que le sorprendiera)

—Sí, lo mejor es que estoy con un Ángel Caído —él abrió bien grande sus ojos.

—Primero estuviste con una Ángel y fuiste al Cielo, ahora te hiciste amigo de un Ángel Caído y se hicieron cazarrecompensas, ¿qué falta, que te hagas amigo de un Demonio Puro?

(No creo que esas cosas sepan hacer amigos)

No lo creo —negué después de haber sentido un escalofrío por todo mi cuerpo.

Me despedí de Hefesto y fui por el perro grande: Zeus. Ya que estaba aquí, pensé que no estaría mal que me enseñara cosas nuevas.

Llegué a su trono, estaba sentado viendo lejos, para que se percatara de mí, dí un pisotón en el piso dorado para que sonara, él se percató y se levantó para caminar a mí.

—Tom. Me da gusto verte —saludó amablemente y cuando llegó nos dimos un apretón de manos.

(Casi me rompe la mano)

—Hola, pasé a visitarlos y pensé que sería buena idea tomar clases de nuevo contigo —me dio una sonrisa aseguradora.

—Ya me preguntaba cuándo vendrías a eso. Empecemos de una vez.

Nos fuimos al coliseo, cuando entré sentí una fuerte nostalgia y punzadas en mi estómago.

—¿No has creado o descubierto algo tú solo? —preguntó el dios cruzado de brazos.

—Puedo teletransportarme a cualquier lado con tan solo imaginarme el lugar, también puedo hacerlo detectando energías lejanas o cercanas. Solo eso en estos días, nada nuevo.

Zeus se rascaba la barbilla nada impresionada.

—Te falta mucho por aprender. Empecemos con algo fuerte, ya aprendiste todo lo básico y algunos ataques fuertes, pero no de los buenos.

—¿Me enseñarás todo tu arsenal? —le pregunté animado de aprenderlas.

—Algunas… —respondió fría y egoístamente —Pero antes experimentemos un poco. ¿Recuerdas cuando creaste aquella bola eléctrica que venció a Ares?

(Lo recuerdo perfectamente, es mi mejor ataque hasta ahora)

—Sí, es mi as bajo la manga.

—Créala de nuevo, pero introdúcele toda la energía que tengas —quise entender el punto pero me hizo el ademán de que lo hiciera.

BOLA ELÉCTRICA —una esfera eléctrica apareció en mi mano, era pequeña como el tamaño de una bola pequeña.

—Hazla crecer, dale toda tu energía —pidió y lo hice, pero antes dejé la esfera flotando en el aire y empecé a hacerla crecer dándole energía —, dale toda.

—No entiendo el punto de hacer ésto.

—Pero yo sí —seguí haciendo crecer la esfera, creció más de cinco metros, más grande que nosotros dos, y seguía creciendo, podía sentir la energía de la esfera en su núcleo, en su centro, eso era mi energía.

Llegué al punto de que le dí toda mi energía a la esfera y quedé totalmente extraído, caí arrodillado sin más nada que dar pero la esfera eléctrica seguía en el aire, era casi del tamaño de una una casa, o más grande.

—Escucha, Tom, un ser viviente debe saber controlar su poder, puede hacerlo para el bien o para el mal, pero lo principal es poder controlar ese poder que llevamos y tenemos ya siendo en el interior o por la magia. Con esta esfera eléctrica, tú puedes destruir una parte de un pequeño pueblo —un miedo me invadió en ese momento, me sentí pesado y confuso.

—¿Con sólo ese tamaño? Eso es nada comparado de lo que tú puede hacer —en el fondo seguía incrédulo.

—Tú tienes mi poder, mi poder es para castigar, poder desatar mi furia y pocas veces para bendecir, es el poder de un dios. Mi poder puede destruir y crear, mis rayos viajan más allá de lo que cualquiera puede imaginar; ésto tiene la energía y el poder suficiente como para destruir a una pequeña parte de un pueblo. Sólo se debe impactar esta cosa en el suelo y listo, todo un desastre. Tú hiciste una más pequeña cuando te enfrentaste a Ares, y tú viste el resultado y el proceso de la explosión.

—¿Por qué me pediste hacer esto y por qué me dices todo eso?

—Es una pequeña advertencia, es un aviso temprano. Controlar algo como mis poderes no es nada fácil, mis rayos fueron algo único para mí, para evitar futuras cosas; que tú hayas obtenido mis poderes es otra cosa, es una gran responsabilidad y todo poder tiene sus desventajas y consecuencias. No queremos hacerle daño a nadie, y tú menos, debes aprender a dominar tus poderes —estaba serio y su voz era más grave que antes.

—Pero yo lo controlo...

—No del todo, sólo lo básico, tal vez puedas hacerlo, pero tú saliste de control cuando te enfrentaste a Ares y con todo ese poder que sacaste puedes destruir y agrandar más ésta esfera y hacer otras cosas distintas. Yo puedo hacer una aún más grande y destruir todo lo que vea, pero éso sólo fue el principio de ti, más adelante podrás tener más energía y tendrás el poder suficiente para acabar con todo lo que quieras.

—¡No lo haré! ¡No destruiré nada! —grito. Si él lo dice, entonces tengo el poder de matarlos a todos.

—Yo también cargo con ese miedo, ya es normal para mí. No te lo tomes a mal y en serio, sólo es un aviso, tranquilízate.

(No mataré a nadie y no explotaré mis poderes otra vez)

Toca la esfera y retoma tu energía —me levanté y toqué la esfera, la energía volvió a mí y la esfera disminuyó.

La esfera desapareció, pero toda esta… Advertencia no se irá fácilmente. Nunca pensé que esto se haría realidad, nunca pensé que tener éste poder me traería consecuencias tan grandes, creo que no podré dormir.

***

Después de haber obtenido esa advertencia me quedé entrenando con Zeus, pero estuve desconcentrado muchas veces y no podía concentrarme en lo que hacía, estaba mal y todo por esa advertencia, eso ya me hizo efecto y ahora lo hará de ahora en adelante, puedo ser una amenaza o algo peor aún, y mientras entrenaba, sentía que me volvía más peligroso.

No es algo que quiero y de seguro ellos tampoco, menos Jenissia. Es como estar en la cuerda floja entre si seguir aumentando mis poderes y cada vez sentirme pesado y con la seguridad de que podré destruir todo un pueblo y más o dejar todo esto y quedarme en casa con Jenissia. Quisiera ser como Zeus, pero todo esto tiene una responsabilidad y desventaja, quisiera sentirme como él y tener sus enseñanzas y mayores técnicas pero ahora más que nunca dudo en hacerlo.

—Es suficiente por hoy. Descansa —la verdad, él no terminó porque yo no estaba bien, se percató de que estaba muy metido en mi mente y terminó con esto.

—P-Puedo seguir —a pesar de eso, su decisión no era discutible. Quise desquitarme con algo pero luego me calmé y me fui a casa.

Era tanta la presión que tomé demasiada agua al llegar, nunca me esperé eso y menos que me lo dijera el mismo Zeus. Después de enbriagarme en agua me senté en una de las sillas del comedor y volví a pensar más cosas.

(¿Está bien seguir yendo y pedirle más entrenamiento a Zeus? ¿Ya estoy bien?)

Pasé horas pensando, ni siquiera almorcé, estuve sentado en la misma silla sin moverme pensando en la misma cosa, en el futuro, en lo que podría pasar, pero puedo evitar eso. Hurtson piensa que vendrá una guerra pero podemos evitar eso, y así como podemos evitar eso, yo puedo evitar convertirme en un monstruo, en algo peor que un dios.

Anocheció, Jenissia llegó de trabajar, me recibió con un beso en mi mejilla pero yo no le hice caso, ella se desvistió y se puso su pijama, faltaba mucho para cenar así que se sentó conmigo a platicar, pero al notarme extraño empezó a preguntarme sobre ello.

—¿Pasa algo? —pregunta acercándose más a mí sentada en una silla.

—Tal vez... —respondí fríamente mirando a otro lado menos a su cara.

—¿Qué es? —ella tomó mis dos manos con las suyas y se echó para adelante para quedar cerca y escuchar con atención —Vamos, puedes contarme todo.

Tomé mucho aire antes de hablar y luego lo exhalé.

—¿Crees que yo pueda ser una amenaza? —soné muy tímido para preguntárselo, además de agregarlo con un poco de miedo.

Ella me miró extrañada y preocupada.

—¿Por qué me preguntas eso?

—Fui al Olimpo hoy, quise volver y pedirle a Zeus que me entrenara y en vez de eso me dio una advertencia. Me dijo que podía destruir una parte de un pueblo con mi poder actual, que, en pocas palabras, podría ser una amenaza —en ese momento mis ojos se hicieron agua frente a ella, giré mi cabeza y la miré a los ojos —. Yo no quiero eso, no quiero ser una mala persona para el mundo, no quiero destruir a nadie con mis poderes —empecé a llorar dejando caer lo que quise en todo el día.

Ella, amable y cariñosa, como siempre, limpió mis lágrimas y juntó su frente con la mía.

—No eres y nunca serás una amenaza, si no piensas en ello, eso no pasará, ten fe en ello y en mis palabras. Sólo fue una advertencia, algo que tal vez nunca pasará. No le harás daño a nadie, ni a mí. Te juro por Dios que no lo harás.

Tomé sus mejillas y le dejé un beso en la comisura de sus labios, sabía que me ayudaría, sabía que estaría de mi lado. Ella era mi salvación, pude calmarme con ella. Ambos cenamos y estuvimos viendo televisión hasta tarde, luego nos fuimos a dormir, pero yo no podía, me senté en el borde de mi lado de la cama, aún seguía pensanso en ello.

(Intenta dormir, tal vez lo olvides mañana)

Aun así mi mente no me deja dormir ni salir de ese pensamiento, era como intentar retener una maldición molesta o algo peor.

Sentí los brazos de Jenissia rodear mi cintura, ella me estaba abrazando por detrás.

—¿Aún sigues pensando en eso? —me habla al oído, sentí un leve cosquilleo en mi entrepierna por la forma en que preguntó, pero rápidamente lo ignoré.

—Sí —afirmé fríamente ignorando aquella tentación.

—Tranquilo, todo estará bien —ahora ya no estoy tranquilo ya que siento los pechos de Jenissia contra mi espalda, algo que me pone muy nervioso.

(Aguante, soldado)

—Jenissia… —ella me silenció tapando mi boca con una de sus manos.

—Déjame sentirte un poco más —pidió con suavidad y cariño.

Me quedé un rato sentado con ella detrás abrazándome y sintiendo cada melón de ella chocar con mi espalda y su cabeza recostada también.

—¿Puedo pedirte algo? —preguntó con un tono coqueta.

—S-Sí, lo que sea —afirmé.

—Quédate así.

—¿Por qué...?

Jenissia se levantó de la cama y se puso frente a mí, su mirada estaba intensa sobre mí, lucía dominante, lucía como una reina frente a mí, sus ojos penetraban los míos y me dejaban saber que ella era quien mandaba al final. No tenía expresión, nuestro contacto visual lo decía todo.

Dio un paso hacia mí, elevó sus manos y las puso en mis mejillas, luego se subió a mí lentamente, en eso, cruzó sus brazos detrás de mí y lentamente tomó mis labios con los suyos y empezó a besarme. Esto solo me causaba excitación, sentir y saborear sus labios, labios angelicales, me hipnotizaban poco a poco haciendo que me olvidara de todo lo malo.

Eso quería ella, besarme de verdad. Eso es todo lo que yo necesitaba. Eso era todo. Eso era amor.

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