Capitulo 10

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Valentina se sobresaltó cuando Sara la asustó con un pequeño grito.

—Joder, no es gracioso—La miró furibunda y la morena le dio un beso en la mejilla.

—Mañana iremos al parque acuático, me lo prometiste.

La rubia suspiró.

—Sari...—Se giró para mirla—De verdad siento haberte tenido tan abandonada, pero ya sabes con todo esto del proyecto...—Sara se sentó en la cama mirándola.

—Lo entiendo, rubia. De verdad. Pero ya lo habíamos acordado.

—Lo sé, lo sé. Tienes razón. Iremos—Asintió y Sara lanzó un gritito de emoción.

—Bueno...—Dijo divertida—Al final no me contaste porque llegaste empapada ayer.

Valentina tuvo que hacer un gran esfuerzo para no sonreír.

—Me caí a una piscina.

—¿Qué?

—Juliana y yo...

—Uy, Juliana y yo...

—¿Ves? Por eso no te cuento.

Sara carcajeó.

—Venga, cuenta.

—Juliana me llevó hasta un lugar en donde dan clases de natación a niños especiales y...

—Espera—Sara la detuvo—¿Qué hacía Juliana en un sitio donde dan clases a niños especiales?

—La cosa es que ayuda de vez en cuando a entrenarlos y los niños la adoran—Sonrió—Tenías que verlo, parecía que hubiesen visto llegar al mismísimo papá Noel con regalos—Se reclinó en la silla del escritorio que tenía en su habitación.

—Ajá...—Sara la miró divertida—Y a ti se te caía la baba seguro al verla con los niños—Valentina se sonrojó y se tapó la cara haciendo que Sara abriera la boca—¿Tengo razón? ¡Joder!—Soltó un alarido y se acercó a Valentina—Valentina...—La rubia la miró a través del espacio que dejaban sus dedos—¿Te gusta Juliana?

—No—Dijo muy bajito—O si, no lo sé—Bufó y echó la cabeza hacia atrás—¿Cómo sabes si te gusta una chica? —Le susurró.

—Pues de la misma forma que sabes que te gusta un chico—Sara se encogió de hombros.

—Es que... no lo sé, yo... a veces es tan engreída y me dan ganas de darle un puñetazo en la cara y luego es... es diferente, Sari, es dulce y divertida y tiene una mirada tan cálida...

—Joder, joder—Sara se puso de pie con la mano en la boca—Te gusta una chica. Esto es... vaya, guau. Ni siquiera te ha gustado ningún chico en la universidad. O al menos no me lo has comentado... ¿te ha gustado alguien en la universidad?

—Estaba demasiado ocupada, que se yo.

—¿Cómo te sientes?

—¿Cómo me siento?

—Sí, sí. Con tu primera bolloexperiencia.

—Sara no sé de qué estás hablando no he tenido ninguna experiencia...

—...aun.

—Te recuerdo que es de Juliana Valdés de la que estamos hablando aquí. La que se quita a las tías de encima.

—Bueno, pero tú no eres como esas tías.

—Exacto—Se puso de pie con un suspiro—Voy a buscar algo de tomar a la cocina—Dijo luego dando por finalizado el tema.

Pensar en que probablemente Juliana la viera como una chica del montón la hacía sentirse fatal. Y no tenía idea de por qué le importaba tanto. Pero la realidad era esa. Juliana probablemente iba detrás de chicas mas bajas, un poco mas boluptuosas y muy guapas, justo como Eva, por ejemplo.

Tenía que mentalizarse y tenía que dejar de pensar en el tema porque aún quedaban unos cuantos días de verano y tenía un proyecto que finalizar.

—No, estoy bien—Valentina asintió y salió de allí.

Sara se asomó en la puerta y cuando la vio desaparecer en el pasillo hasta las escaleras, cogió la libreta de Valentina arrancando una hoja en la que escribió:

"Nos vemos esta noche"

Se escabulló hasta la habitación de Eva y lo colocó encima de la cama con una sonrisa. No pudo evitar mirar alrededor. La habitación olía a cigarrillos y a Eva y estaba decorada con posters de bandas de rocks y tías en pelotas. Muy al estilo de la rubia mayor.

Sentía que tenían tantas cosas en común...

Aunque Eva había crecido con unos padres que le dieron todo lo que ella quiso, en algún momento aparentemente, habían dejado de interesarse en ella para centrarse en su hija menor. Y aunque los padres de Sara nunca hicieron eso, cuando fueron deportados, la dejaron completamente sola, en una etapa en la que todo estaba en transición y eso había sido un golpe muy fuerte. Así que ambas habían tenido que vivir una adolescencia bastante solitaria.

A veces Sara podía sentir el dolor en el interior de la chica, aunque no lo hablara, aunque no lo exteriorizara, se reflejaba en sus ojos y en sus besos. Eran momentos fugaces en los que la morena tenía la tentación de abrazarla y decirle que contaba con ella, que todo iba a estar bien. ¿Pero qué derecho tenía a decir eso cuando no eran más que dos personas que disfrutaban de un buen sexo? Joder, ni siquiera habían tenido una conversación en condiciones.

Sin embargo, Sara no podía dejar de pensar en la rubia y en lo bonita que era su sonrisa... aunque sonriera muy poco.

Estaba a punto de salir cuando algo llamó su atención.

Había crecido en una zona de Nueva York en donde esas cosas eran bastante comunes, y aunque ella nunca llegó a meterse en el mundo de las drogas, se juntaba con mucha gente que si, en el barrio latino.

Por eso cuando vio rastros de algo blanco sobre la mesilla no pudo evitar pasar el dedo y probarlo para asegurarse de que no era lo que ella pensaba.

Pero sí que lo era.

—Joder, Eva...—Murmuró cerrando los ojos, sabiendo lo que eso significaba.

Revisó el cajón y efectivamente allí estaba.

¿Debía decirle a Valentina? No, Eva la odiaría y Valentina probablemente iría directo a sus padres y todo se volvería un puto caos. Quizás era mejor hablarlo esa noche con Eva... o quizás no. Si se lo comentaba se iba a enfadar con ella por hurgar sus cosas y por meterse en cosas que no le competían. Pero el problema era que sí que le competían, porque pensar en Eva metiéndose esa mierda le partía el corazón.

Dejó todo en su lugar y salió de la habitación.

Valentina mientras tanto estaba sacando agua saborizada del refrigerador cuando vio a Eva entrar por la puerta de la cocina, iba con una sudadera gris y llevaba puesta la capucha. La rubia mayor se le quedó mirando.

Valentina la miró con extrañeza. Tenía ojeras y mala cara. Casi se sintió preocupada y estuvo a punto de preguntarle si estaba bien cuando Eva se detuvo frente a ella y le dijo:

—Te queda muy bien el acto de niña inocente, pero ya lo sé todo.

Valentina la miró sin entender nada.

—¿Qué?

—¿Por qué tienes siempre que arruinarlo todo para mí? ¿Por qué siempre quieres todo lo que yo tengo o he querido?

—Eva, no sé de qué...

—Sé que quizás, en parte... he sido yo misma la que he jodido mi vida, pero tú también has ayudado, porque siempre todos te escogen a ti... ¿Qué es lo que tienes? Dímelo.

—Eva ¿estás bien?

La rubia mayor se quitó la capucha y rio irónica.

—Como si te importara realmente...—Apretó la mandíbula—¿Desde hace cuando te estás tirando a Juliana?

—¿Perdona?

—Venga, no lo niegues más. Me lo ha confirmado ella misma ayer cuando estuve en su casa.

—¿Juliana te ha dicho que me estoy acostando con ella?

—Por dios, Valentina, enserio. Deja de hacerte la inocente. Ya no te pega en lo más mínimo. Sé exactamente quién eres.

—Mira, no tengo ni idea lo que te habrá dicho Juliana o no, pero yo no...

Eva acercó mucho su rostro susurrándole:

—Espera a que mamá y papá se enteren de que su hija favorita también resultó ser una bollera—Rio—Oh, va a ser de lo más divertido.

—Eva, ni se te ocurra.

—Oh no. No te preocupes. No voy a revelar tu sucio secreto... pero créeme, al final todo se sabe. Y cuando te follas a Juliana Valdés, más aun.

Le quitó el agua saborizada y se fue escaleras arriba.

Valentina pestañeó y sintió que el enfado comenzaba a carcomer su cuerpo.

¿Cómo se atrevía Juliana a inventar una cosa como esa? ¿Por qué? ¿Para lucirse y exponerla como una más de sus conquistas? Pues con ella se iba a equivocar porque definitivamente no era una de esas cabeza de chorlito que iban detrás suyo como moscas.

Subió las escaleras, algo enfurruñada, y cogió el teléfono con la intención de hacerle saber a Juliana que ya sabía sobre su mentira. Pero Sara la entretuvo y acabaron viendo otros capítulos de The Walking Dead hasta la media noche.

Sin embargo, Valentina no podía dormir y acabó escribiéndole a esa hora. Le daba igual si la despertaba o no.

Yo: Con qué derecho inventas cosas sobre ti y sobre mí que no son ciertas?

Para su sorpresa, no pasaron ni cinco minutos antes de que la nadadora respondiera.

J. Valdés: Hola para ti también. No sé de qué estás hablando. ¿Qué he inventado?

Yo: Sabes muy bien lo que le has dicho a Eva...

J. Valdés: Rubia, no sé qué te habrá dicho Eva pero lo que sea que te haya dicho te aseguro que las cosas no ocurrieron así.

Yo: ¿Así es como engañas a todas tus chicas?

Valentina se sobresaltó cuando su móvil empezó a sonar. Era Juliana. Miró a Sara de reojo que estaba dormida y sacó las piernas al otro lado de la cama para susurrar y no ser escuchada.

—¿Qué?—Dijo de mala gana.

—¿Qué demonios te ha dicho Eva?

—¿Qué más te da?

—No quiero que pienses cosas de mí que no son ciertas, Valentina. Dime lo que te dijo, por favor—Valentina apretó el móvil.

¿Por qué tenía que hablar con esa voz melosa que le hacía sentir cosas extrañas en el estómago?

—Me dio a entender que le habías dicho que tú y yo...—Se sonrojó en la oscuridad de la habitación—...que tú y yo nos habíamos acostado.

Escuchó a Juliana suspirar.

—Eso no es verdad.

—Es tu palabra contra la de ella.

—Oye, no es justo, Carvajal. Tengo derecho a defenderme...

—¿No lo estás haciendo ya?

—En persona...

—Sí, bueno... son la una de la mañana ahora mismo.

—¿Y qué? Yo... quiero verte—Murmuró. El corazón de Valentina dejó de latir. Cerró los ojos e intentó controlar su respiración—Para explicarte lo que pasó...—Dijo luego Juliana carraspeando.

—Puedes hacerlo mañana.

—No, no puedo. Estaré frente a tu casa en quince minutos...

—Juliana...

—No me hagas esperar demasiado, rubia.

Y simplemente colgó.

Valentina se quedó mirando la oscuridad.

¿Iba a tener un encuentro clandestino con Juliana Valdés a la una de la madrugada?

Mierda.

Casi había olvidado porque estaba molesta en primer lugar.

****

¿Cuáles eran las posibilidades?

Estar soñando con Valentina y despertarse con... el cuerpo bastante caliente y a los cinco segundos recibir un mensaje suyo. Uno poco agradable, pero Juliana pensó que había sabido manejar un poco la situación.

Se mordió el labio recordando el sueño.

Había sido uno muy gráfico y pocas veces Juliana se había despertado tan mojada. Y no hablaba de la camiseta. Los gemidos de Valentina en su sueño habían sido gloriosos y se preguntaba si en la realidad serian así... apretó con fuerza el volante y echó un poco la cabeza hacia atrás.

No tenía ni idea de porque le había pedido verse a la una de la mañana, pero lo único que sabía era que quería verla. ¿Por qué? ¿Qué significaban estas ganas de locas de... de solo verla y notar como sus ojos azules brillaban con la luz o como se mordida la uña con nerviosismo cuando estaba pensativa? Eran cosas en las que ella nunca se había fijado en nadie, detalles que le parecían que hacían más atractiva a Valentina.

Gimió con frustración y puso un poco de música mientras conducía. Paloma había dejado su iPod así que Juliana simplemente colocó alguna de las canciones para relajarse:

I can't see through the stars in my eyes.

And I don't recall breathing steady, ever since you've been in my life.

So, let me catch my breath, before you steal it once again.

I should be dead by now.

Juliana frunció el ceño y miró el título de la canción y el artista:

—Safe and sound, Tonight Alive—Bufó.

Encima hasta una estúpida canción la hacía pensar en Valentina... bueno realmente no era estúpida. Era... no sabía lo que era, pero nunca le había prestado atención a las canciones. Las canciones eran para cantarlas y bailarlas. Y ahora estaba allí, sintiendo su corazón latir con fuerza mientras se aproximaba a la casa de Valentina. Menuda tontería.

Estuvo a punto de dar una vuelta en U y regresar por donde había venido, pero luego pensó en Valentina allí, esperándola... y simplemente no podía hacerle eso.

Se estacionó en la acera de enfrente. Todo estaba en silencio y la calle por supuesto estaba solitaria. Ver la casa de Valentina la hizo pensar en Eva. Tenía que disculparse por lo ocurrido con ella. Era verdad que ninguna chica merece ser llamada por otro nombre en un momento tan íntimo. Se disculparía, pero le dejaría claro que lo suyo estaba terminado.

Sacó su móvil e hizo una llamada rápida.

—Hey, Tony—Sonrió—¿Estas de turno hoy?, estupendo. Si...—Juliana soltó una risita—Algo así. Te agradecería que ya sabes, me echaras una mano...si, muchas gracias. Estaré allí en un rato. Vale, adiós.

Tamborileó con los dedos el volante y sintió un subidón de adrenalina cuando vio a Valentina salir de puntillas y luego correr hacia el auto. Sentía que tenía otra vez quince años y que estaba buscando a la chica de sus sueños en casa de sus homofóbicos padres que no sabían que su hija era gay.

¿Estás perdiendo la mente?

Se dijo y aspiró con fuerza cuando Valentina entró al auto embriagándola con su olor.

—Dios Santo, Valentina... ¿Cómo demonios hueles así?

Valentina la miró sorprendida por un momento y se olfateó.

—¿Huelo mal...?

—No, no—Se apresuró a decir—Hueles estupendo, cariño—Respondió con voz ronca y Valentina recordó que era la segunda vez que llamaba así y la segunda vez que su corazón se aceleraba—Demasiado—Se acercó a ella con media sonrisa.

—Juliana... eh... —Apartó la vista—Esto es una locura, lo sabes ¿no?

—¿Hablar de lo bien que hueles? —Sonrió.

Oh joder, no. No sonrías así.

—Digo vernos a esta hora para hablar. Podíamos hacerlo perfectamente mañana...—Se puso pensativa—No, espera mañana no, se supone que iría al parque acuático con Sara.

—Oh, así que vas a ir al parque acuático dos veces.

—¿Qué?

—Porque ahora mismo vamos hacia allí—Puso el auto en marcha y Valentina la miró como si se hubiese vuelto completamente loca.

—¿Has perdido la cabeza? Es muy probable que esté cerrado.

Juliana rio.

—Y lo está.

—¿Entonces qué? ¿Vamos a sentarnos fuera a mirarlo cerrado?

—No, rubia. Vamos a entrar.

—Juliana...

—Tú confía en mí.

—Pensé que solo íbamos a hablar.

—Y lo estamos haciendo.

—Juliana, detente—La morena la miró de reojo.

—¿No quieres ir al parque acuático?

—No es eso.

—Entonces si quieres ir...

—Juliana—Se quejó colocándole una mano en la pierna y ambas se miraron. Valentina la apartó enseguida—Nunca he hecho esto ¿vale?

—¿Ir al parque acuático a la una de la mañana?

—Si bueno, eso tampoco. Pero me refería a salir de casa a esta hora así sin más...

—Bueno, nunca es tarde para empezar a tener aventuras.

—¿Me puedes decir que haremos en el parque acuático?

—Divertirnos, por supuesto.

—No quiero divertirme contigo. Te recuerdo que estoy bastante molesta.

—Oye, tienes que darme al menos la oportunidad para explicarte lo que ocurrió.

—Es lo que estoy haciendo y sin embargo solo hablas de ir al parque acuático. A veces actúas como si tuvieras cinco años ¿sabes?

Juliana sonrió.

—Y esa es mi más grande cualidad—Le guiñó el ojo y Valentina giró la vista pero tuvo que contenerse para no sonreír.

Llegaron increíblemente rápido por la falta de tráfico y Valentina se sobresaltó cuando Juliana cogió su mano. Sintió una descarga eléctrica en todo el cuerpo al sentir esos dedos largos y esa piel cálida junto a la suya.

¿Qué estaba haciendo?

Juliana saludó a un chico rubio que parecía que no se hubiese afectado en dos días.

—Si vas a usar los rápidos hazlo antes de las tres. Josh hace las rondas por esa zona a esa hora.

—Entendido. Eres lo más, Tony—Le alborotó el pelo y el chico pareció embobado con Juliana. Si es que hasta los chicos caían ante la nadadora.

—¿A cuántas más has traído aquí? —Preguntó con malhumor soltándose del agarre de la morena. Aunque a los dos segundos se arrepintió porque le encantaba sentir su mano junto a la suya.

Juliana la miró divertida.

—¿Por qué? —Preguntó la morena mientras caminaban.

—Porque he visto como me ha mirado... Tony o como se llame.

—¿Cómo te ha mirado?

—Como si fuese una más de las que desfilan por aquí.

Juliana rio entre dientes.

—Generalmente suelo venir yo sola, Valentina—La miró metiéndose las manos en los bolsillos.

—Ja, generalmente...—Murmuró Valentina con una mueca y Juliana volvió a reír mirándola con... adoración.

¿Cómo es que esa rubia podía hacerla sentir así? Feliz, plena... emocionada de tenerla allí. Esto era un maldito error y Juliana lo sabía, pero no había podido evitarlo.

—Solo he traído a una persona además de ti y esa es Paloma—Le dijo luego más seria. Valentina adoró la forma en la que el viento de la madrugada hacia que su pelo se moviera.

No era un viento especialmente frio. Se podía estar bastante a gusto.

—¿Tu y ella...?

—Dios, no—Rio—P es como mi hermana.

—Ya, pero no lo es.

—Tengo mis códigos.

—Aja...

Juliana sonrió.

—Suelo venir aquí cuando necesito distraerme y pensar.

—Ah ¿pero piensas?

—Ja ja ja—La miró y vio a Valentina riendo. No pudo evitar mirarla fijamente y sentir su pulso acelerarse.

Joder era la sonrisa más bonita que había visto.

¡Ella miraba tetas no sonrisas!

Menuda ñoña se estaba volviendo.

—Ven, subámonos a los rápidos —Salió corriendo y Valentina bufó.

—¡Espera! —La siguió y llegaron hasta donde estaban los pequeños botes redondos.

—¿No te encanta? —Dijo emocionada la nadadora.

—La verdad es que tengo años que no me...—Juliana la cogió del brazo interrumpiéndola y ambas se subieron—¿Cómo se supone que nos vamos a bajar luego?

—Nos preocuparemos después...

El viaje comenzó lento y Valentina se puso nerviosa al tener a Juliana a un lado.

—Bueno, creo... que podrías comenzar a explicarme lo que pasó con Eva.

Juliana la miró seria.

—Eva ha confundido la relación que tenemos tú y yo, Valentina.

Juliana se dio cuenta de que los labios de Valentina se veían más apetecibles que nunca esa noche. Quizás era por el sueño que aún estaba en su cabeza o porque ya no podía contenerse mucho más y todo el deseo que sentía por esa rubia acabaría emergiendo.

—¿Y qué relación es esa? —Preguntó Valentina y contuvo la respiración cuando notó la mirada de Juliana sobre su persona.

Era intensa y prometía tantas cosas que Valentina sintió un cosquilleo en el estómago y.... mucho más abajo.

Antes de que Juliana pudiera responder, la velocidad del bote aumentó y chocaron contra las aguas mojándose en el proceso. Valentina rio como una niña pequeña y la morena simplemente adoro ese sonido. La rubia notó que Juliana aún seguía mirándola y cuando volvieron otra vez a la calma se humedeció los labios y preguntó:

—¿Entonces no le dijiste que tú y yo...? —Juliana negó lentamente.

—Sería incapaz de inventar algo así.

—Eva parecía tan segura...

Juliana apartó la vista.

—Fue mi culpa. Pero te aseguro que nunca le dije algo como eso—Volvió a mirarla—¿Me crees? —Su tono de voz sonó suplicante.

Valentina asintió.

—Te creo—Le aseguró y Juliana sonrió a medias.

Disfrutaron del resto del paseo entre risas y Juliana la arrastró hacia el acuario en donde Valentina estaba fascinada con los manatíes mientras se secaba la ropa mojada con una toalla que no tenía ni idea de donde la había sacado la morena.

—Parece que cada vez que estoy contigo acabo mojada—Dijo Valentina y de repente se dio cuenta de lo que había dicho porque Juliana comenzó a reír muy fuerte—No lo hagas...

—Es lo que provoco en todas las chicas, rubia—Se encogió de hombros.

Valentina suspiró.

—Y lo hiciste...

—¿Sabías que los parientes más cercanos de los manatíes son los elefantes? —Le ofreció palomitas y Valentina la miró anonadada.

—¿De dónde has sacado eso?

—Me las he servido—Se encogió de hombros y Valentina rio.

—Eso es robo.

—Oye, le he dejado diez pavos en el mostrador. Encima que le dejo hasta propina...—Refunfuñó y Valentina la miró de reojo adorando como fruncía el ceño.

Deseó darle un beso en la mejilla como a una niña pequeña, pero se contuvo. Simplemente estiró la mano comiendo palomitas.

—Entonces...—Comenzó a decir Juliana—Nunca habías ido a una aventura nocturna ¿eh?

—Nop.

—Me alegro ser la primera con la que lo haces entonces.

Valentina le sonrió.

—Tu supongo que las haces muy a menudo.

—Bueno... antes solía hacerlas más. Ahora tengo un horario muy cuadriculado por los entrenamientos.

—Hey, es verdad... entrenas en cuatro horas y medias—Le dijo Valentina mirando su reloj.

—Mmm... ¿escuchas eso? —Dijo Juliana de repente. Valentina se concentró intentando escuchar de que hablaba.

—¿El qué? No escucho nada...

Entonces Juliana comenzó a tararear una canción de Frank Sinatra y luego la puso en el móvil.

—¿Qué haces? —Rio Valentina al verla bailar.

—¿Me concede esta pieza, señorita Carvajal? —Valentina la miró con las mejillas sonrosadas—Venga, sé que adoras bailar, te he observado.

—¿Me has observado?

—¿Te creías que solo tu tenías ese derecho, rubia? —La cogió de la mano y la acercó a su cuerpo con fuerza, juntando su frente con la de Valentina. El corazón de ambas comenzó a bombear sin parar—Yo también tengo ojos... y ahora mismo me están diciendo que eres jodidamente hermosa—Valentina la miró sorprendida.

¿Cuándo habían pasado de no poder cruzar una palabra a esto? No lo sabía, y tampoco le importaba demasiado.

—No lo soy...—Valentina intentó agachar la vista, pero Juliana no se lo permitió.

—Lo eres, créeme.

—¿Esto...? —Ambas se movían al ritmo de "Fly me to the moon"—¿... es algo que le dices a todas, Juliana?

Juliana cerró los ojos aun con la frente junto a la de Valentina y sonrió a medias.

—No voy a mentirte y decir que no se lo he dicho a muchas... pero cuando te lo digo a ti, quiero que sepas que lo digo de verdad—Susurró y Valentina también cerró los ojos tragando hondo.

—No quiero ser una de tus chicas...

—Y yo no quiero que lo seas—Le confesó Juliana—Pero... ya no puedo seguir conteniéndome, rubia. Y no tengo ni idea de que es esto, pero... dios, Valentina, no puedo sacarte de mi mente—Abrió los ojos y se separó para mirarla. Valentina seguía con los ojos cerrados—Dime que tú te sientes igual... dime que...—Valentina abrió sus ojos azules y Juliana notó que miraba sus labios de una forma que la hizo estremecerse.

Y sorprendiéndola, fue la rubia la que se aerco y la besó. Juliana sintió todo su cuerpo vibrar. Era un simple beso, bastante casto para su gusto, pero estaba experimentando cosas que la asustaban mucho y que a la vez eran maravillosas.

Ambas se miraron y Juliana sonrió a medias pasando su dedo por esos labios tan hermosos que acaba de besar.

—Quiero más de ti... ¿me dejarías...?—Valentina asintió sin dejar de mirar los labios de la nadadora y Juliana junto su boca de nuevo con los de la ojiazul, cogiendo su rostro entre sus manos.

Abrió la boca irrumpiendo con su lengua dentro de la boca de Valentina quien gimió y ese sonido Juliana pensó que era el sonido más erótico que había escuchado en su vida. Dios santo, no iba a poderse contener... pero debía ir despacio, lo sabía.

Valentina parecía tener muy poca experiencia besando, pero cuando Juliana comenzó una danza erótica dentro de su boca con su lengua, enseñando a la rubia como mover la suya, pronto la inexperiencia quedó a un lado. Valentina se aferró a la camiseta de Juliana y ambas se devoraron con los manatíes como testigos mientras Juliana intentaba con todas sus fuerzas no dejarse llevar por el deseo y las ganas que tenia de hacer a Valentina suya.

La deseaba muchísimo. Pero Valentina era diferente. Valentina hacia que un simple beso, fuera mágico. Que no solo sintiera su entrepierna palpitar, sino que también sintiera su alma y su corazón volar contentos.

Los labios de Valentina eran suaves y su boca sabía a pasta dental y palomitas. Juliana podría besarla toda la noche, toda la madrugada hasta quedar sin aliento.

¿Por qué sentía que nunca había besado ni la habían besado de esa forma? ¿Por qué era todo tan diferente?

Había besado a un montón de chicas y sin embargo... nada se sentía igual.

Finalmente, se separaron por la falta de aire. Juliana mantuvo unos segundos la frente contra la de Valentina y cuando se apartó la rubia se escondió en su pecho, haciéndola sonreír y rodearla con sus brazos.

—¿Estás bien? —Le susurró al oído, acariciando sus mechones rubios—¿Te he asustado?

—Estoy bien—Respondió Valentina—Solo... me siento un poco rara.

—¿Por qué?

—Creo que nadie me había besado así nunca. Y además acabo de besar a una chica y me ha gustado... mucho.

Juliana rio.

—Te ha gustado ¿eh?

—Oh por favor, no hagas ningún comentario sobre lo buena que eres besando o te mataré.

—Pero es que lo soy.

Valentina se abrazó con fuerza a Juliana y la morena lo adoró.

—Es... ¿Por qué...?

—No lo sé.

Silencio.

—¿A ti te ha gustado? —Preguntó Valentina aun sin levantar la cara. Juliana podía imaginarla completamente sonrojada.

—Si fuese un tío probablemente pudieras darte cuenta—Valentina tuvo que pensar en lo que eso significaba.

—¿Lo dices por...? —Juliana rio—Oh, ya, ya...

—Estoy muy excitada, Valentina—Susurró en su oído de forma ronca y Valentina tembló entre sus brazos sintiendo los vellos de punta—¿Qué demonios me has hecho?

—Juliana, yo...—Valentina se apartó y cuando vio la forma en la que Juliana la miraba sus piernas fallaron—Yo no estoy acostumbrada a... quiero decir...

Juliana colocó un dedo en sus labios.

—Lo sé—Suspiró—No sé lo que esto significa, pero... ¿me dejarás seguir haciéndolo? Besarte...—Acarició los labios de la rubia con sus dedos—Porque siento que no puedo tener suficiente de ti.

—Es muy complicado...—Se llevó las manos a la cara y se sentó en uno de los bancos.

Juliana suspiró.

—Bueno, es la primera vez que me rechazan luego de un beso—Rio sentándose a su lado.

—No es que te esté rechazando es... yo...—La morena la miró de reojo.

—¿Quieres ir a ver a las focas?

Valentina levantó la vista y adoró que Juliana la mirara divertida.

Lo que acababa de pasar unos minutos atrás había removido muchas cosas en su interior. Pero no sabía si estaba lista para enfrentarlas. Y Juliana parecía que tampoco.

Terminaron viendo a las focas que no tenían muchas ganas de ser molestadas a esa hora de la madrugada y finalmente Juliana vio la hora. Solo le quedaban tres horas de sueño.

—Te vas a arrepentir de esto—Rio Valentina que iba comiéndose un cubo de palomitas mientras Juliana la llevaba a casa.

—¿De haberle robado palomitas al parque acuático?

Valentina le lanzó una palomita y Juliana le sonrió.

—De la aventura nocturna. Tienes que entrenar pronto y no podrás con el sueño.

—Para eso inventaron el Red Bull. Ya dormiré luego.

Valentina meneó la cabeza.

—Eres muy básica, Juliana Valdés.

—Mmm soy básica ¿eh?

—Mucho.

—¿Y se puede saber por qué lo dices?

—Eres feliz simplemente nadando todo el santo día, tomas Red Bull y te hipnotizan las tetas.

—Oye ¿a quién no le hipnotizan las tetas? —Se defendió divertida y luego la miró un poco más seria—No hay forma de que me arrepienta de nada de lo que pasó hoy, Valentina—Murmuró y se estacionó frente a la casa de la rubia.

Ambas se miraron y Valentina bajó la vista.

—¿No?

—No.

—Creo que yo tampoco.

—¿Crees? —Carcajeó—Eres lo peor que le ha pasado a mi ego ¿lo sabias?

—Te lo mereces—Se mordió el labio y notó que Juliana miraba sus labios con una sonrisa.

Ella también miró los de la nadadora y se fundieron en un beso aguantando las respiraciones. Valentina sentía que podía estar volviéndose adicta a los besos de Juliana. Antes besar no le parecía gran cosa, pero esto, oh cielos, esto era excitante y tan placentero... y la forma en la que Juliana jadeaba hacia que su entrepierna se estremeciera.

Se apartó sonrojada.

—Tengo que... irme...—Susurró aun cerca de la boca de la morena.

—Si— Contesto esta con los ojos cerrados—Ve...

—Yo... podríamos hablarlo luego... cuando hayamos pensado...

—Valentina, ve o volveré a besarte y no te dejaré bajar de este auto—Sentenció Juliana con voz cargada de erotismo y Valentina abrió la puerta haciéndola sonreír.

—Me he divertido mucho—Le dijo Valentina antes de salir y caminar hasta la puerta de su casa.

—Me he divertido mucho dice—Bufó—Matas mi ego Valentina Carvajal—Rio para sí misma.

Juliana se puso en marcha y se dio cuenta de que estaba tarareando la estúpida canción del iPod de Paloma.

—Muy bien, Juliana. Eres oficialmente una paloma—Se dijo a si misma pero no pudo evitar sonreír.

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Sorpresa jejeje

Bonita noche


Esta historia no me pertenece es una adaptación realizada con la autorización de su autora Buttomupjuno

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