009

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Personaje: Jude Sharp (Kidou Yuuto).
Ambientado en: línea GO.
Advertencia: nop.
Nota: nombres en europeo.
Aviso: aparición de uno de los shippeos más conocidos de GO.

└◌───❀*̥˚───◌───❀*̥˚┘


El heredero de los Sharp, de 24 años, se encontraba de brazos cruzados, observando el entrenamiento del equipo del Raimon. A su lado, con los brazos en jarra, se encontraba su amigo de cabello castaño y bandana naranja. Ambos estaban en silencio, simplemente observando como los chicos corrían de un lado para otro, en un partido de entrenamiento.

Mark miró de reojo a su amigo, viendo sus labios apretados. Sabía que estaba molesto, pero no conocía la razón. Por mucho que el de rastas se empeñara en decir que estaba bien, mentía. Habían pasado por mucho juntos cuando tenían la misma edad que aquellos que ahora entrenaban. Por esa razón conocía las expresiones de su amigo, por mucho que su mueca estuviera cubierta por sus enormes gafas.

Jude se sentía observado. No solo era por su hermana pequeña, quien giraba la cabeza de vez en cuando para mirarlo. No, no solo era ella. El hombre a su lado también lo mirada. Lo hacía de reojo, como si quisiera disimular su vigilancia y pasar desapercibido. Pero para él, quien había recibido el apodo de Comandante Absoluto del Campo, pocas cosas pasaban desapercibidas. Y, por eso, estaba preocupado.

Su preocupación era como una onda de mar que lo ahogaba lentamente, mientras él trataba aparentar que no se estaba comiendo la cabeza. Le hormigueaban los dedos, queriendo lanzarse sobre su móvil y escribirle un mensaje, pero no podía. Sabía la hora que era y, por ende, sabía que no había salido de la consulta.

—Si sigues apretándote los brazos de ese modo, acabarás por quedar sin circulación. —masculló por fin el de apellido Evans, manteniendo su mirada castaña en los chicos.

Jude no contestó, simplemente relajó su postura, chasqueando la lengua con molestia. Sabía que parecía un niño pequeño, pero a veces su orgullo le ganaba.

—¿Vas a decirme que te pasa? —insistió Mark.

Lo miró de reojo, viendo que los labios del estratega estaban formados una línea. Tenía la mandíbula tensa y sabía que, de no tener las gafas puestas, vería sus ojos chispear. Solo los había visto una vez, pero a veces su amigo era muy evidente.

—Ya te he dicho que no me pasa nada. —replicó Jude, con voz monótona. La típica que usaba cuando estaba trabajando. —Estoy pensando en estrategias, eso es todo.

Mark le dio una mirada incrédula. Si algo había servido el paso de los años era para quitarle esa inocencia que en su adolescencia lo había librado de ver algunos problemas. Ahora podía detectar cuando su amigo le daba largas.

Y eso, claramente, era una larga.

—Hermanito. —lo llamó Celia, interrumpiendo la conversación. —Te está sonando el móvil.

Jude giró sobre su eje, viendo como su hermana pequeña se había acercado a él con el dispositivo en la mano. Lo aceptó y por poco se le salieron los ojos de las órbitas al ver el nombre del contacto. Por eso, dio gracias de llevar las gafas puestas.

Se alejó unos pasos y contestó. No pareció percatarse de que su hermana y su amigo lo miraban, estando al tanto de sus respuestas.

—¿Sí?... ¿Tan pronto? ¿No duraba una hora?... No, no me estoy agobiando... No-...bien, me has pillado.... ¿Seguro que todo está bien?... Agh, ¿te parece momento para intentar hacer un chiste?... ¡No me estoy poniendo histérico!... Maldita sea, devuélvele el teléfono antes de que te cuelgue de un árbol...

Mark y Celia se dieron una mirada. Estaba claro que el castaño estaba hablando con Caleb. Solo perdía los nervios de aquella manera cuando el de ojos verdes se burlaba de él. Había cosas como esas que no cambiaban, por muchos años que pasaran.

Volvieron a prestar atención cuando lo escucharon hablar de nuevo.

—¿Está todo bien? ¿Te encuentras bien? .... Tsch, no estoy molesto... ¡Es que no entiendo por qué dejaste que Stonewall te acompañara y no yo! .... Ogh, dile que cierre el pico que lo escucho perfectamente... No, te vas a casa... ¿Qué? No, no, no. En tu estado debes descansar.... ¡Me da igual!... No seas testaruda... ¡Stonewall, cierra la boca!... ¿No puedo hacerte cambiar de opinión?... Bien...

Jude colgó, soltando un suspiro de rendición. No sabía por qué se empeñaba en tratar de hacer cambiar su opinión, después de todo, siempre acababa ganando la cabezonería antes que la lógica. Estaba tan metido en sus pensamientos que no se dio cuenta de que volvía a estar al lado de su amigo ni de que este lo miraba con algo de desconfianza.

Una de las gerentes hizo sonar un silbato, indicando a los chicos que hicieran un descanso. Los adolescentes se acercaron a por botellas de agua y toallas. Pero, uno de ellos tenía la mirada fija en su entrenador de gafas, puesto que este estaba mirando hacia el suelo, de brazos cruzados.

—¿Ocurre algo, entrenador Sharp?

A Jude por poco le dio un infarto al escuchar de pronto la voz del capitán del equipo. Por suerte, sabía esconder sus reacciones, y simplemente alzó la cabeza. El pelicenizo lo miraba con el ceño fruncido, mientras tenía una botella en una mano y con la otra se secaba la frente.

—No te preocupes, Riccardo. —esbozó una sonrisa, algo tensa. —No es algo que no pueda manejar.

El de ojos medio marrones lo miró con algo de desconfianza, pero el adulto simplemente le palmeó el hombro y se alejó de él unos pasos. Riccardo no le quitó la mirada de encima, puesto que estaba algo preocupado, aunque no lo fuera a admitir en voz alta. Su relación con el adulto no era la simple de entrenador-jugador, no, era un poco más profunda.

—¿Le pasa algo al entrenador?

El capitán giró la cabeza apenas unos centímetros, encontrándose con los ojos azules cyan de su mejor amigo. Este también parecía algo preocupado, por como intercambiaba la mirada del jugador al entrenador y viceversa.

—No lo sé. —admitió Riccardo, apretando los labios. —Ya sabes lo poco comunicativo que es.

Gabriel esbozó una sonrisa ladeada, como si se estuviera riendo de un chiste. Le dio una mirada significativa a su mejor amigo, aunque este lo miró confundido.

—Fue a hablar el más indicado, eh. —sus ojos azules brillaron con picardía.

Riccardo se puso rojo, por lo que desvió la mirada de vuelta al entrenador de coleta. Ignoró por completo la risita que su amigo soltó, mientras observaba el lenguaje corporal del adulto. Parecía ansioso, por mucho que tratase de ocultarlo.

El ruido de unas llantas llamó la atención de todos, pronto girando las cabezas hacia la dirección por la que se escuchaba aquel ruido. Muchos dejaron sus conversaciones a medias, pues el rugido del motor no era de cualquier coche, sino de uno de alta gama. Quizás por eso Mark ladeó la cabeza para mirar a su amigo.

Jude ya se había puesto en movimiento, caminando hacia la entrada, aunque casi corría. Los demás lo observaron algo sorprendidos, puesto que estaban acostumbrados a que se mostrase sereno y tranquilo, no a verlo correr por alguna razón. Lo observaron abrir la puerta del coche y prácticamente abalanzarse sobre alguien, encerrándola en un abrazo.

Los chicos se miraron unos a otros, sin saber muy bien si ir detrás de su entrenador o quedarse donde estaban. Celia miró a su amigo, algo preocupada, pero este se encogió de hombros. Era su forma de decirle que no tenía ni la más remota idea de lo que pasaba.

—Deberías haber ido directa a casa. —regañaba Jude, y por el volumen de su voz se estaba acercando. —No deberías hacer esfuerzos, cabezota.

Escucharon una suave risa, una que hizo que el capitán y el eje central de los defensas fruncieran el ceño al mismo tiempo. Se les había hecho familiar, quizás demasiado. Y lo mismo le pasaba a Celia y a Mark.

—Ya te he dicho que está todo bien, Jude. —sonó una suave voz femenina.

Los ojos medio marrones medio rojizos de Riccardo se abrieron como platos al reconocer la voz, mientras que su mejor amigo, a su lado, sonreía como si le hubiera tocado la lotería. Celia también sonreía, mientras que Mark parecía sorprendido.

A los pocos segundos, fueron capaces de ver al entrenador Sharp y a una mujer caminando hacia ellos. Bueno, en verdad parecía que él la estaba arrastrando, ya que estaba soportando la mayor parte del peso de fémina. Esta se reía y sonreía con burla, mientras que el de rastas parecía enfadado por alguna razón.

Cuando estuvieron en el césped, fue cuando todos —o casi todos — entendieron las reacciones de los cuatro. La mujer pasó su mirada por todos, ahora seria, y sus ojos marrones oscuros se centraron en el pequeño pelicenizo. Se apartó un mechón gris amarronado de la cara y ladeó las comisuras de sus labios en una sonrisa.

—Hermana. —murmuró Riccardo, sorprendido.

—Se te van a salir los ojos de las órbitas, piccolino.

Al escuchar aquel apodo, algo en la cabeza del capitán del Raimon hizo click y se precipitó a ayudar a su entrenador. Los que no sabían quién era aquella mujer, tuvieron la respuesta en cuanto Riccardo se acercó a ella. El chico era una fotocopia casi exacta de ella, así que no había duda, era la hermana mayor de su capitán.

—¿Qué ha pasado? —preguntó, aunque casi reclamó.

—Relájate un poco, hermanito. Te va a dar un infarto. —Stella Di Rigo pasó su mirada por el resto de los chicos que la miraban atónitos, hasta que dio con cierto defensa. —Gabriel, ¿es que no vienes a decirme hola?

El de ojos cyan reaccionó, moviéndose hacia donde estaba la mujer, quien le sonreía suavemente. Alargó una mano y apartó de la cara del defensa uno de los mechones rosas que se le habían salido de una de las coletas, mientras el pelicenizo esperaba algo ansioso una respuesta.

—Chicos, dejamos el entrenamiento por hoy. —indicó Mark, de brazos cruzados.

Los jugadores lo miraron sorprendidos, pero el hombre Evans tenía la mirada fija en la mujer de cabello ondulado y gris ceniza. Estaba preocupado, e igual que Riccardo, Gabi y Celia, quería respuestas.

—¿Quién te trajo? —preguntó Celia, acercándose a ella.

—Caleb. —masculló Stella, viendo la mueca de Jude. —Ay, no pongas esa cara.

Jude se cruzó de brazos y frunció el ceño, como un niño pequeño. Los demás presentes no entendieron de todo su reacción.

—No entiendo por qué dejaste que él te acompañara. —se quejó, prácticamente gruñendo. —¡Ni que él hubiera hecho algo!

Los dos adolescentes fruncieron el ceño, sin entender. Por su parte, los otros dos adultos comenzaron a entender por dónde iba la cosa.

—10 años y sigues sin superarlo, eh. —Stella soltó un suspiro al ver que el de rastas seguía en la misma pose. —Ay, Jude...

—¿A dónde fuiste? —preguntó el de ojos cyan.

—Al médico. —murmuró el excomandante, entre dientes.

Aquello espantó a los demás, y ambos fueron conscientes.

—¿Qué? —Riccardo parecía al borde del colapso. —¿Te pasa algo? ¿Estás enferma?

—No, no estoy enferma, hermanito. Pero si que me pasa algo...

Jude se descruzó de brazos y se agachó al lado de la mujer, quien lo miró al instante. Aun con las gafas puestas, la peliceniza mayor sabía que la estaba mirando angustiado.

—¿Estás segura de que no es de riesgo? —preguntó el de gafas.

—Segurísima. Katsuya dijo que está todo fenomenal. —respondió ella, acariciando con suavidad la mejilla del hombre. —Aún es muy pronto para escandalizarse de esa manera. Me pidió que te dijera que te relajes un poco.

El de apellido Sharp soltó un suspiro, bajando la mirada al suelo. Su público los observaba como un partido de tenis, sin entender del todo lo que pasaba. Bueno, ese era el caso de los adolescentes, puesto que los dos adultos ya tenían su propia hipótesis formada.

—¿Qué es muy pronto? —preguntó Riccardo, confundido.

La mayor de los pelicenizos esbozó una pequeña sonrisa, mientras tomaba la mano del hombre rastas a su lado. Aquello hizo que él alzase la cabeza y la mirase. Se quedaron así unos segundos, como si hablasen con la mirada.

—¿Estás segura? —le preguntó Jude.

—Tarde o temprano tendremos que decirlo, sharpi.

Aunque no lo vio, el estratega puso los ojos en blanco por como le había llamado. Pasarían los años y seguiría sin hacerle gracia aquel apodo que le había puesto solo para sacarlo de quicio.

—Bien. —acabó por aceptar.

Stella desvió su mirada hacia los cuatro que los miraban algo ansiosos. Pasó su mirada lentamente por ellos, mientras hacía un gesto con los labios, como si se estuviera preparando para soltar una bomba. En verdad, lo iba a hacer. Por eso, Jude le dio un suave apretón en el agarre que tenía.

—Tenemos algo que contaros. —habló Jude, sonando demasiado serio.

Riccardo sintió un leve deja vu. Había sido el mismo tono y la misma frase que cuando le habían dicho que vivirían juntos. Llevaban varios años casados. ¿Qué más faltaba? A no ser que...

<<Oh, dios, mío.>> pensó el Virtuoso, hilando piezas en su cabeza.

—Estoy embarazada. —soltó Stella, de sopetón, junto con una risa temblorosa. —Vamos a ser padres.

El primero en reaccionar fue Riccardo, tirándose con suavidad a abrazar a su hermana y sonreírle de forma sutil a su entrenador, mientras murmuraba un felicidades a ambos. Gabi imitó a su mejor amigo, mientras Celia trataba de ponerse a chillar de la emoción. Mark parecía haberse quedado en shock, pero cuando ambos adolescentes soltaron a la pareja, él tomó el relevo.

—Pero... —Riccardo parecía todavía procesando. —¿Qué? ¿Cómo? ¿Cuándo? ¿Dónde?

La pareja se echó a reír.

—¿Necesitas que te de la charla otra vez, Riccardo? —le preguntó Jude, alzando una ceja.

El mencionado enrojeció hasta las orejas, mientras desviaba la mirada a otro punto del banquillo. Por su parte, Stella apretaba los labios para no reírse, mientras los otros tres miraban sorprendidos al de rastas.

—No será necesario. —murmuró el de la cinta de capitán, abochornado.

—Eso sí que no lo veía venir. —silbó Gabi, sorprendido, para luego sonreír con picardía. —Gracias, entrenador Sharp.

—¿Qué?

—¡Gabi! —exclamó Riccardo, todavía más rojo que antes.

—Ay, Rick, no seas así. —se burló el de ojos cyan. —De todos modos, tu hermana ya lo sabía.

Riccardo giró la cabeza, casi rompiéndose el cuello, para mirar a su hermana mayor con los ojos desorbitados. Ella le devolvió la mirada, sonriendo de lado.

—¿Qué?

—Oh, vamos, hermanito. ¿Realmente crees que no sé todo de ti? —preguntó algo sarcástica, soltando una pequeña risa. —Llevo sabiéndolo mucho tiempo y esperaba enterarme por ti y no por Gabriel.

—Por eso...por eso... —una bombilla se encendió en la cabeza del menor de los Di Rigo. —¡Por eso dejas la puerta de atrás abierta!

—Cuando lo vi entrar por una de las ventanas, casi me da un infarto. —intervino Jude, sonriendo de lado. —Por eso decidimos dejar la puerta abierta.

—¿Qué? ¿Tú también?

—Riccardo... —Gabi sonaba divertido. —Ambos son de los mejores estrategas de Japón, ¿creias que se lo podíamos esconder a ambos?

El pelicenizo infló las mejillas con indignación, apartando la mirada de todos. Eso causó las risas de su hermana mayor y su mejor amigo, mientras Celia negaba con la cabeza y Mark sonreía divertido.

—De todas formas, —habló Jude de nuevo. —¿por qué os empeñasteis en ocultarlo?

El de ojos cyan bufó y rodó los ojos, como si se esperara esa pregunta todos los días de su vida. Riccardo lo miró de reojo.

—Principalmente, por Aitor.

—¡Riccardo!

El Virtuoso le sacó la lengua al de coletas, viendo cómo se ponía rojo.

—¿Triángulo? —preguntaron a la vez Celia y Mark.

—Más bien, cuadrado. —señaló Stella. —No os olvidéis de Lucien.

Los dos adolescentes la miraron confundidos, logrando que se echara a reír.

—¿Qué?

—Oh, ¿enserio no os habéis dado cuenta de que persigue a Aitor como un perrito? —se echó a reír de nuevo. —Bueno, básicamente como Aitor hace con Gabi.

—Entonces, te falta uno más, es un pentágono. —señaló Jude, con dos dedos en el mentón.

—¿AH?

Los dos adolescentes parecían al borde del colapso.

—Ah, claro. —Stella asintió. —Me olvidaba de Rosie, qué fallo.

Riccardo y Gabi intercambiaron una mirada, ambos estaban tan rojos como tomates maduros. ¿Cómo ellos dos podían no haberse dado cuenta de todo aquello y los adultos sí?

—De todas formas, —habló Stella de nuevo. —bienvenido a la familia, Gabriel. Llevas años formando parte de ella, ya era hora de que fuera oficial.

—¡Hermana!

¡Hola, hola! ¿Qué tal estáis? Espero que bien.

Lo cierto es que ya me estaba tardando en hacer un OS de Jude... Y la verdad es que de adulto se hace más interesante, no sé. Le queda genial el traje y el peinado, pero las horribles gafas no se las quita ni a palos. Bueno, tampoco me esperaba otra cosa de él.

¿Qué os ha parecido?

¡Espero que os haya gustado?

PREGUNTA: ¿De quién o quiénes os gustaría leer OS?

¡Nos leemos en comentarios!

~I 👑

|Publicado|: 26/02/2021

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