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Personaje: Aiden Froste/ Atsuya Fubuki.
Ambientado en: Ares no Tenbin.
Nota: nombres en japonés.
Indicación: las oraciones en cursiva son los pensamientos de la protagonista.

└◌───❀*̥˚───◌───❀*̥˚┘

Observaba como la pastilla de chocolate se deshacía en la leche, algo impaciente por poder tomar ya la bebida. Lo cierto era que mis tripas ya llevaban un tiempo quejándose y la lentitud de la comida no me ayudaba mucho a mantener la paciencia.

Oh, la paciencia... la paciencia era la que se me estaba acabando con la chica que estaba en mi salón. Aquella pelirrosa de ojos claros era la pesada más grande de todo Hokkaido, de eso no tenía ninguna duda. De hecho, el chocolate era mi escusa para no escuchar su incesante parloteo.

Una parte de mí, y no sabía realmente cuan grande era, quería ahogarla en el chocolate y salvar mis pobres oídos. La otra solo quería meterse en la cama, hacerse una bolita y dejar de escuchar su chillona voz.

¿Por qué padre se había empeñado en que fuera amiga suya?

Ah, sí... porque la pobre Nae no tenía amigos.

¡Me pregunto por qué!

Lo peor era que no dejaba de parlotear sobre los hermanos Fubuki, sin descanso. De ellos y de todo el equipo, como una auténtica cotorra. Repetía lo mismo varias veces, y no era como si yo no supiera quienes eran. Era la gerente del equipo, la única chica antes de que la pesada apareciera.

No era por celos, pero antes de que Nae apareciera con su estúpida voz chillona, yo era la princesa del equipo. Shirou siempre se burlaba de mí, preguntándome donde había dejado mi corona. Someoka le seguía el juego y me preguntaba donde había dejado mi carruaje con blancos corceles. Y Atsuya, bueno, él me decía que dejara de buscar un príncipe azul... porque lo tenía a él.

Eso era antes de que la princesa Nae apareciera. Ahora me limitaba a estar sentada en el banquillo, con las mejillas infladas con indignación y el ceño fruncido.

Okay, igual sí que estoy algo celosa.

Al parecer, Nae se aburrió de esperarme, porque apareció correteando por la puerta. Comenzó a hablar de nuevo, dando pequeños brincos como si fuera un conejo. Me dieron ganas de tirarle la olla a la cabeza, pero si hacía eso me quedaba sin chocolate. Y, por muy mal que me cayese, no quería quedarme sin mi adorado chocolate.






(...)



Apreté la carpeta contra mi pecho, intentando no fruncir el ceño con molestia. La petarda, digo, Nae estaba pasando su mano por el brazo de Atsuya. El pelinaranja tenía mueca extraña, como si le estuviera dando dolor de tripa o algo así.

—Si sigues poniendo esa cara, te quedarán arrugas. —la suave voz de Shirou Fubuki sonó a mi lado, haciéndome dar un brinco por el susto. —Lo siento, no pretendía asustarte.

—No te preocupes, Shirou-kun. Es mi culpa... tengo la cabeza en otra cosa.

Soltó una suave risita que me hizo girar la cabeza para mirarlo. Sonreía de lado, hasta parecía divertido.

—¿Quieres saber un secreto? —su tono de voz se volvió juguetón, y me dio un escalofrío. —Mi hermano no soporta a Nae. A veces se le pasa por la cabeza pegarle un puñetazo, hasta que se acuerda de que es la hija del entrenador.

—¿Eh? —eso me confundió. —¿Pero no era que a Atsuya-kun le gusta el protagonismo?

Volvió a reírse, cerrando sus ojos verdes unos segundos.

—No es que le guste, lo adora. —señaló, divertido. Volvió la mirada hacia donde se encontraba su hermano pequeño. —Pero, como ya te he dicho, no soporta a Nae.

—Ya somos dos...—musité, haciendo una mueca.

Palmeó con suavidad mi hombro, haciendo que lo mirase. Ni siquiera me había dado cuenta de que había vuelto a mirar al pelinaranja.

—Ya me darás las gracias luego.

—¿Shirou? —pregunté confundida, en especial al ver como comenzaba a caminar. —¿Qué haces?

No me contestó, pero me guiñó uno de sus verdosos ojos. Lo observé, todavía confundida, viendo como se acercaba a Atsuya y a Nae. Su hermano pequeño casi pareció aliviado al ver a Shirou, al contrario que la pelirrosa, quien hizo una fugaz mueca. El peligris le susurró algo al pelinaranja en el oído, y, por alguna razón, ambos me miraron.

Mentiría si dijera que un escalofrío no me recorrió entera en cuanto los ojos verdes de Atsuya me miraron — a veces me preguntaba cómo era posible que los dos hermanos tuvieran el mismo tono de iris—. El pelinaranja le dijo algo a su hermano mayor y luego se comenzó a acercar a mí.

—Atsuya-kun. —lo saludé.

—Aisha... ¿Qué te ha pasado en la mano? —sus ojos se abrieron desorbitados.

Bajé la mirada, siguiendo la dirección en la que estaba mirando. Casi ni me había dado cuenta de que tenía una pequeña marca roja en un lateral. Una quemadura.

—Me quemé ayer con una olla. —admitió, frunciendo los labios con molestia. Luego, añadí con retintín: —La princesa Nae no quería esperar más por su estúpido chocolate.

Soltó una ronca risa, logrando que lo mirase confundida. Estaba sonriendo de lado, mostrando su brillante dentadura.

—Me alivia saber que no soy el único que no la soporta.

—No creo que nadie lo haga. —murmuré, rodando los ojos con fastidio. —Es demasiado...

—¿Insistente?

—Iba a decir pesada, pero tu palabra también me sirve.

Sacudió la cabeza, riendo levemente.

—Nunca le he agradecido tanto a mi hermano porque me hubiera salvado de una chica.

—Claro, porque tú tienes pinta de tener muchos problemas con chicas. —no pude contener mi sarcasmo, estaba algo molesta con el mundo.

¿Molesta o celosa?

Estúpida conciencia.

—Sí, bueno, menos con la que me gusta. —masculló, colocando las manos en las caderas.

Me congelé en el sitio.

¿A Atsuya le gustaba una chica?

—¿Ah?

¿Enserio, Aisha, enserio?

—Te has puesto pálida. —señaló, haciendo una mueca. —¿Tan raro es que me guste alguien?

—N-no p-pero...—genial, y ahora comenzaba a balbucear. —...y-yo... n-no s-sé...

Me puse roja bajo su insistente mirada verdosa. Había dejado de sonreír y ahora me miraba entre serio y preocupado. Se me estaba poniendo la piel de gallina con solo verlo.

—Lo siento, tengo que irme. —mascullé, más rápido de lo que debería.

Giré sobre mi eje y me preparé para mi escapada modo Flash, pero algo me impidió hacerlo. Una cálida mano envolvió mi muñeca con suavidad, frenando mi retirada de emergencia. Mi cuerpo fue girado de un movimiento, y solté un gemido de dolor al estamparme contra el pecho de Atsuya.

¡¿Pero de qué puñetas está hecho este chico?! ¡¿De hormigón?!

El agarre del pelinaranja ahora estaba en ambas muñecas.

Desde luego no tenía escapatoria.

—Aisha...

—¿Ah?

Elevé la mirada, y me arrepentí al instante. Tenía la cabeza inclinada hacia abajo, por lo que con mi movimiento prácticamente rocé mi nariz con la suya. Sus ojos verdes me miraban con atención y eso me puso más nerviosa de lo que ya estaba.

Obviamente, mis mejillas se encendieron como las luces de un semáforo. Estaba segura de que podrían ponerme en una verdulería y alguna persona confundiría mi cara con un tomate maduro.

—¿Por qué llevas evitándome toda la semana? —preguntó, sonando dolido, haciendo que quisiera que la tierra me tragase. —¿Hice algo malo?

Realmente llevaba esquivándolo, —o intentándolo—, toda la semana. Entre la pesada de Nae que siempre me sacaba de quicio y el torbellino que sentía cuando estaba cerca del pelinaranja, había tomado la drástica decisión de mantener cierta distancia. Probablemente, la decisión más estúpida de mi corta vida.

—No hiciste nada malo, Atsuya.

—¿Entonces por qué me evitas? —preguntó con la voz quebrada. Sus ojos comenzaron a cristalizarse, para mi sorpresa. Nunca lo había visto llorar. —No sabes la chapa que mi pobre hermano ha tenido que aguantar porque pensaba que me odiabas.

—Yo jamás podría odiarte Atsuya...

—¿Entonces qué pasa? Por favor, dime la verdad porque me voy a volver loco.

Bajé la mirada a su bufanda blanca, incapaz de seguir mirando sus verdes orbes. Me recordaban a dos brillantes gemas, esmeraldas. Sí, esas eran.

—Y-yo...—solté un suspiro de rendición, cerrando los ojos. —Creí que te gustaba Nae y-y no quería ser un estorbo... por eso me alejé...

—¿Qué a mí qué? —su voz sonó algo más aguda de lo normal, quizás por eso carraspeó. —Esa es la mayor estupidez que te he escuchado decir. ¿Por qué creías eso?

—No lo sé. Quizás porque siempre está revoloteando a tu alrededor...

—Como una mosca cojonera. —su comentario hizo que alzara la cabeza para mirarlo. —Perdón por la expresión, pero es igual que una mosca. O un mosquito en verano.

Me reí, porque la comparación que había hecho no podía estar más acertada. La única diferencia era que a aquellos insectos podían fumigarlos y se morían; mientras que a la pesada no podías hacerle nada porque era la intocable. La nena bonita del entrenador.

—¿Puedo hacerte una pregunta? —musitó.

—Ya has hecho una.

—Qué graciosa amaneciste hoy. —rodó los ojos con fastidio, logrando que me riera de nuevo. —Sí, sí... tú ríete de mí.

—Puedes hacerla, Atsuya.

Eso y todo lo que quieras...

Okay, sonó fatal.

—Tú... ¿A ti te gusta alguien? —hasta parecía temeroso de la respuesta.

—S-sí...—bajé la mirada, lamiéndome los labios. —Sí que me gusta alguien.

—¿Lo conozco?

Quise reírme pero fui capaz de contenerme.

Ay, si tú supieras...

—Mejor de lo que crees.

Noté como su cuerpo se tensaba, por lo que alcé la cabeza de nuevo. Tenía el ceño fruncido encima de sus bonitos ojos verdes, y sus labios formaban una fina línea.

—¿Te gusta mi hermano?

¿Qué?

—¿Qué?

—Que si te gusta Shirou.

Me eché a reír, sin poder evitarlo. Su ceño se frunció más, si es que eso era físicamente posible. Aquello, junto con su estúpida deducción, solo hicieron que me riera con más intensidad.

—No le veo la gracia. —gruñó entre dientes.

—Ay, Atsuya-kun, tu hermano no me gusta. —me costaba hablar porque su mueca era demasiado graciosa. —Al menos no en ese sentido.

—¿Ah?

—Shirou es un encanto, no te lo niego, pero no es mi mejor amigo. Es como mi hermano mayor.

Si no lo pillas ahora, te juro que te pego.

—¿Tu hermano...—elevó una ceja. —...mayor?

—Sí, eso he dicho.

Se quedó unos segundos en silencio, aparentemente procesando lo que le había dicho. Casi era capaz de ver como sus engranajes cerebrales funcionaban.

—Si no te gusta mi hermano, no tengo ni idea de quién es. —hizo un puchero que se me antojó demasiado tierno para ser él. —No conozco a nadie mejor que a Shirou.

—Te equivocas.

—¿Qué? —se ofendió, o fingió hacerlo. —¿Cómo que me equivoco?

—Hay una persona a la que conoces mejor que a tu hermanito. —señalé a modo de indirecta. Bufé al ver su mueca confundida. —A ti, tonto.

—Ah, bueno, eso es verda-.... ¡Espera! —abrió los ojos como platos y por un momento me dio la impresión de que había sufrido un colapso interno. —¿Te gusto?

Esbocé una pequeña sonrisa, notando mis mejillas calientes. Desvié la mirada hacia el cielo unos segundos, asintiendo levemente. Lo escuché reírse por lo bajo, lo que me hizo fruncir las cejas con confusión.

—Bueno, entonces no tengo nada que perder...

Abrí la boca para preguntarle a qué se refería, pero nada salió de mi boca. Los suaves labios de Atsuya lo impidieron, cuando se posaron sobre los míos. Aquello me hizo soltar un jadeo de sorpresa, uno que él pareció disfrutar, ya que noté como sus labios se estiraban en una sonrisa. Se había movido tan deprisa que ni siquiera me había dado cuenta de que sus manos habían dejado mis muñecas y ahora estaban cada una en una mejilla.

Me aferré a su sudadera cuando comenzó a mover sus labios contra los míos, notando como me temblaban las piernas. No tenía mucha idea de qué hacer, por lo que opté por imitarlo lo mejor que pude. Una de sus manos bajó por mi espalda baja, y me dio un empujón, haciendo que me pegase a su cuerpo. Aquel movimiento me arrancó un gemido que me hizo ponerme más roja y que Atsuya aprovechó para colar su cálida lengua en mi boca.

Nunca nadie me había besado como él lo estaba haciendo, quizás por eso me tenía que aferrar a su sudadera para que no me temblaran todo el cuerpo. Notaba la brecha de la inexperiencia, pero la parsimonia de Atsuya me dejó adecuarme a su ritmo, aunque no por mucho tiempo. Comenzó a mover sus labios con más rudeza, mientras clavaba sus dedos en la piel de mi cadera. Las sensaciones que me estaba creando eran realmente indescriptibles.

Se separó, jadeando levemente. A los pocos segundos, ni yo misma me reconocí cuando lo cogí por el cuello de la sudadera y estampé mis labios contra los suyos. Lo pillé algo desprevenido, pero no tardó en recuperarse. Ambos movíamos los labios con dureza, mientras nuestras lenguas se entrelazaban y chocaban con fuerza. Realmente no sabía si estaba intentando dominar el beso o solo sacarlo de quicio, pero me gustaba. Chupó y succionó mis labios, arrancándome jadeos que le supusieron ventaja.

No supe cuánto tiempo estuvo besándome de aquella manera, aunque quizás ese no era el término más adecuado para describirlo. No, tratándose de Atsuya Fubuki no lo era para nada. El asesino de osos no me estaba besando, sino devorando.

—Voy a matar a quien inventara el oxígeno. —gruñó, con la voz ronca, cuando nos separamos por enésima vez.

—No creo que puedas hacer eso. —me reí, sonriendo.

No sabía que aspecto tenía yo, pero ver sus labios rojos e hinchados me hacían sonreír como una idiota. Tenía la bufanda algo caída y el pelo más revuelto de lo normal.

—¿Crees que después de lo que ha pasado es ético que te pida que seas mi novia? —preguntó, esbozando una sonrisa algo socarrona.

—Realmente no lo es, pero no me esperaba otra cosa de Atsuya Fubuki.

—¿Eso es un cumplido o un insulto?

—Tómatelo como quieras, —esbocé una sonrisa coqueta. —novio.

Se echó a reír, mientras rodeaba mis hombros con un brazo y me pegaba a su cuerpo. Realmente su cálido cuerpo hacía contraste con el frío de Hokkaido. Y ahí tenía una excusa para abrazarme a él, justo como estaba haciendo ahora.

—Vosotros dos deberíais hacerme un altar para darme las gracias. —la voz de Shirou Fubuki sonó cargada de diversión.

Escondí la cara, totalmente sonrojada, en el pecho de Atsuya. Noté como este temblaba levemente, siendo una señal de que el pelinaranja, mi novio, se estaba riendo.

—No te des tantos aires, hermanito.

¡Hola, hola! ¿Qué tal estáis? Espero que bien.

No tenía pensado subir hoy OS, pero estuve viendo el partido del Raimon Inakuni contra el Alpino y se me ocurrió uno de Aiden.

Que él esté es una de las razones por las que Ares no Tenbin me gustan. Por lo menos Shawn no está todo triste. Y la verdad es que la personalidad de Aiden es como me esperaba.

Bueno, ¿qué os ha parecido?

¡Espero que os haya gustado!

Podéis decirme que quien os gustaría ver OS. ✨

Nada más por mi parte, pero...

¡Nos lermos en comentarios!

~I 👑

|Publicado|: 05/03/2021


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