Capítulo23: Sorpresa en llamas

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Eva

10a.m

Me derretí en el momento en que sus labios tocaron los míos, mi corazón latiendo a mil amenazando con querer salir de mi pecho, y eso no puedo evitarlo.

Liam me hace sentir tres cosas:

Bonita.

Segura.

Especial.

Y la verdad es que nunca me había sentido así.

Las apariencias engañan. Y ese dicho nunca había significado tanto en mi vida. Pensé a simple vista que sería un idiota de corazón frío por su ruda mirada pero me equivoqué, es dulce, amoroso, cariñoso y coqueto, que lo hace para mí, el chico perfecto.

El tiempo no pasa por nosotros, seguíamos basándonos como si el mundo a nuestro alrededor no existiera o si el mañana dudara de ver el amanecer.

—Si van a hacer eso deberían cerrar la puerta—la voz de mi gemelo hace que me separe de Liam como si su cuerpo quemara. Mi vista va a la puerta donde encuentro a Edward sin ninguna expresión en su cara y a Erin reteniendo una sonrisa que está a punto de escaparse de sus labios.

—¿Qué...—aclaro mi voz—qué hacen aquí?

—Cerré la pastelería para venir a comer algo, pedí unas pizzas por celular—responde Erin mostrándome las cajas con la comida y mi hermano se queda a su lado simplemente mirándonos—Liam, deberías quedarte.

—Si no es molestia—responde él.

—Que va—mi hermana mayor le sonríe y va hacia la cocina, Ed le sigue no sin antes darnos una última mirada y creo que cuando estemos a solas vendrá su charla de hermano sobreprotector.

Le doy una mirada al chico de ojos azules parado a mi lado y sus labios están levemente hinchados de tanto beso y estoy segura de que los míos están iguales. Nuestros miradas se encuentran y sonreímos por la vergonzosa situación y luego tomo su mano para caminar hacia la cocina.

Disfrutábamos de la pizza tranquilamente, mi mirada observa a Edward delante de mí que comía su pedazo de pizza mirando a Liam de una forma desafiante. De repente golpea la mesa con el tenedor y Erin a su lado da un pequeño brinco.

—Así que Liam...—comienza a hablar.

Ahy no Edward. Ahora no.

—Creo que es muy buen momento para hablar de tus intensiones con mi hermana—le hago señas para que se calle pero ni siquiera me mira.

—Edward, deja en paz a Liam—le reprocha Erin pero él le hace caso omiso.

—Eva solo ha tenido un novio y...—

Lo interrumpo incómoda—Ok. Dato innecesario.

Mi gemelo bufa—Que sea la última vez que me interrumpas, Eva. Esto es entre hombres.

Liam está atónito y yo tengo que ocultar mi risa. Edward continua—Como decía, mi hermana no ha tenido muchas relaciones y la que tuvo no fue muy buena. Así que te voy a pedir como su hermano y hombre de esta casa que me jures que del rostro de Eva no correrá ni una lágrima.

¿Dónde está la cámara oculta?

Estoy viendo una faceta de Edward que jamás he visto.

Erin me mira con una mano en su boca ocultando lo divertido que le parece la situación.

—No debes preocuparte por nada—Liam habla seguro—Nunca le haría daño a Eva, mi intensión es protegerla de todo.

En estos momentos solo quiero chillar de la emoción.

—Me parece muy bien—Edward sonríe levemente—Porque si veo en el rostro de mi hermana una pizca de dolor no tendré compasión contigo y te llevaré drogado en un barco hasta el medio del Océano Pacífico para que los tiburones te coman.

—¡Edward!—Erin y yo protestamos al unísono y Liam solo ríe.

—Considera esta advertencia mi regalo especial de cumpleaños.

Voy a matar a mi hermano.

El castaño a mi lado no para de reír—Me ha quedado bien claro.

(...)

Liam  

2:50p.m

Ahora agregas sal—mi madre toma el salero y agrega una pizca de sal al tazón con ensalada.

Yo río recostado en el mesón—¿Por qué de repente me estás dando una clase de arte culinario?

—Porque debes aprender, ya tienes 24 años.

—¿Para qué? Si siempre tendré a la mejor cocinera casera a mi lado—la abrazo por detrás y le doy un beso en la mejilla.

Escucho la risita de mamá—Cariño, moriré algún día, debes aprender—hago una mueca de desagrado por esa frase.

—Odio cuando hablas así.

—Cuando tienes 46 años la muerte comienza a rondar tus pensamientos—dice y en el momento en que iba a  contradecir sus palabras escucho el tono de mi celular provenir del comedor. 

Sonrío al ver el contacto Eva en la pantalla, contesto inmediatamente—No han pasado 10 horas y ya me extrañas bonita.—suelto bromeando.

—Liam—mi nombre sale con sollozos de sus labios y frunzo el ceño—Hubo un...incendio en el local—me informa entrecortadas y mi respiración se detiene con solo escuchar la palabra incendio—Y Erin estaba dentro...—se corta a sí misma y siento como su llanto aumenta.

—Eva ¿qué pasó?—ella no me responde y solo sigue llorando, mis piernas se comienzan a sentir débil—¡Eva ¿qué pasó con Erin?!

—Mi hermana...está hospitalizada, está en urgencias—

No la dejo terminar—¿Están en el hospital general?—mi madre aparece en la sala mirándome preocupada.

—Si.

—Bien, voy para allá ahora—informo y cuelgo.

—¿Sucedió algo? Te escuché desde la cocina.

Niego para tranquilizarla, mamá es demasiado nerviosa—Vuelvo enseguida. No te preocupes—beso su frente antes de salir de casa.

¿En qué momento ocurrió ese incendio?

En mi moto llego en cuestión de segundo y pregunto en la recepción por Erin Williams, aunque Eva me haya dicho que estaba en urgencias necesito un pase al hospital. Corro las escaleras hacia el tercer piso y me encuentro a mi chica de ojos negros sentada en uno de los asientos de metal frío, el salón estaba completamente vacío.

Eva alza la mirada y me encuentro con sus ojos rojos e hinchados de tanto llorar, corre hacia mí y me abraza como si su vida dependiera de ello. Los fuertes sollozos que suelta queman mi corazón.

—El doctor dijo...que había aspirado mucho humo—escucho que habla entre cortadas—Tengo mucho miedo, Liam.

Me parte el alma, y trato de calmarla hablando con el nudo que se ha formado en mi garganta—Todo estará bien, preciosa.

Eva se separa un poco de mí y me mira a los ojos, su rostro está hecho un desastre de emociones fuertes que solo hacen que mi corazón se apriete más en mi pecho—Yo...estaba en casa...ellos se habían ido a la pastelería y...Edward había ido a hacer una entrega, Erin se quedó sola y cuando mi hermano llegó el lugar estaba cubierto en llamas—trata de explicarme y entre mis brazos siento como su cuerpo tiembla—Sacó a Erin que estaba en la cocina y...estaba desmayada.

—¿Dónde está tu hermano?—me extraña la ausencia de Edward.

—En uno de los consultorios...necesita recuperarse, él también tragó humo, Chloe está con él...yo...debo quedarme aquí yo debo saber de mi hermana—vuelve a llorar y la tomo entre mis brazos apoyando su cabeza en mi hombro.

Estoy consolando a Eva cuando las puertas de la sala de urgencias se abren mostrando a un doctor de cabello negro y ojos cataños un poco rasgados.

—Señorita Williams—la peli negra se separa de mí y mira al doctor.

—Dígame que mi hermana está bien, por favor—pide casi en un susurro y se limpia las lágrimas, yo toco sus hombros tratando de darle fuerza.

—Afortunadamente está estable—el aire vuelve a mis pulmones cuando escucho esas palabras, Eva sonríe y suelta un suspiro mientras toca su pecho.

—¿Puedo verla?—pregunta desesperada.

—No creo que sea posible.

—Por favor...solo necesito ver a mi hermana viva.—suplica

El doctor vacila por un momento pero asiente—Solo puedo darle cinco minutos.

Eva asiente frenéticamente y me mira—Estaré aquí cuando salgas—digo y acaricio su mano antes de verla irse junto al doctor.

Suelto otro suspiro de alivio, gracias a Dios todo está bien.

Cuando estoy a punto de sentarme en una de las sillas mi teléfono suena en el bolsillo de mi pantalón y lo saco rápidamente, pienso que es mi madre pero al ver el contacto de Número desconocido me hace alzar una ceja.

Contesto y la voz al lado de la otra línea no me deja hablar primero—¿Pensaste que iba a olvidarme de tu cumpleaños, Longworth?—mi mandíbula se tensa y siento que mi corazón se detiene por un segundo—Espero que te haya gustado mi sorpresa un tanto...¿fogosa? Se cuanto te gustan—suelta una carcajada chantajista—Feliz cumpleaños, Longworth Junior.—cuelga.

Siento mi cuerpo arder en furia y pego mi palma fuertemente a la parte detrás de mí.

Esta me la pagas, Igor Waller.     
 

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