🥀Capítulo único🥀

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"Juntos éramos la calma tras la tormenta que formábamos estando separados"

Sus manos fuertes acariciaban cada rincón de mi cuerpo, mientras sus finos labios dibujaban su propio mapa en mi espalda. La luz tenue de la habitación y el humo del cigarrillo a medio terminar nos daba aquel ambiente viejo y romántico de película, mientras su cuerpo atlético y glorioso me regalaba fuertes y constantes embestidas. Sus caricias quemando en mi piel, mientras nuestros encuentros tatuaban en lo más profundo de mi alma todos aquellos recuerdos que se convertirían en nada.

Y es en ese momento cuando lo siento jadear en mi oído, envuelto en la bruma de nuestra pasión que me dejo llevar. Olvido todo a mi alrededor, y solo me dedico a sentir sus cálidos labios besar cada centímetro de mi piel, me entrego a él sumisamente, sintiéndome suyo como cada tarde que decidíamos ser uno.

El sudor envuelve nuestros cuerpos. Lágrimas de placer bañan mi rostro cuando siento como su miembro acaricia cada centímetro de mi interior, sus movimientos tan perfectos, deliciosos y constantes me tienen complacido, sin saber que, con cada embestida y caricia recibida, una parte de mi alma se desprendía y pasaba a ser parte de él, alimentando con cada toque y roce todas aquellas promesas vacías.

—Eres tan bueno bebé... —susurra en mi oído y yo solo gimo en respuesta incapaz de formular palabra alguna, ya que de su placer soy esclavo.

Está a punto de terminar. Lo sé porque su cuerpo se ha tensado por completo, dejando a relucir aquellas venas que tanto me encantan. Su piel pálida ha sido el puro lienzo de mi placer. En ella dibujé cada constelación y éxtasis vivido en nuestro secreto encuentro. Mejor que cualquier galaxia, solo que con más entrega y quizá un poco de tormento.

Sus estocadas se profundizan y aumentan. Mis gemidos han inundado por completo la habitación y acariciado sin inhibiciones sus oídos. Siento como poco a poco el tan esperado orgasmo se va formando en mi interior y no puedo detenerme a pensar cuando siento sus manos tomar con posesión mi cintura y colocarme a horcajadas de su tentador cuerpo.

Y es ahí cuando lo veo sonreír. Aquella sonrisa tan varonil y arrogante que me atrajo desde el primer momento. En ella estaba todo lo que no era correcto, todo lo tóxico y enfermo. Era una droga, la perfecta droga para un adicto sin remedio que se había acostumbrado a ser amado de aquella manera. Amor, pero amor con sufrimiento.

—Muévete cariño...

Mis caderas obedecen, cegadas de la lujuria que el hombre que me está tomando desprende. Mis movimientos son lentos a comparación de los suyos, sin embargo, a él le gustan. Su rostro de completo placer me lo confirmaba.

Sus brazos abrazan mi cintura y me obligan a caer por completo sobre él. Sus ávidos labios besan los míos con pasión, mientras lo siento enterrar profundo en mi interior. Y es ahí cuando me siento tan delicado, vulnerable y pequeño. Tal como una pequeña ovejita, que está siendo devorada por el lobo feroz. Pero de manera voluntaria, entregando todo de si, y viendo cómo se pierde la esencia cristalina de la verdadera inocencia.

Es solo cuestión de segundos cuando su espeso líquido inunda mi interior. Mis gemidos son ahogados en su boca y sus brazos me sostienen firmemente mientras el placer del éxtasis nos golpea a ambos, dejándonos aturdidos por lo que pareció una eternidad en aquel limbo de nuestro propio paraíso.

Y es ahí cuando me doy cuenta que todo ha terminado. Nuestro momento juntos ha acabado y ha llegado el momento de regresar a mi realidad... aquella en la que yo no soy su dueño, sino un sucio intruso y un vil traidor.

Siento que besa mis labios y abandona mi interior. Se reincorpora de la cama y se dirige hacia el baño, yo decido quedarme envuelto en las sábanas sintiendo el ruido de fondo de la lluvia artificial combinada con la música amortiguada de los bares de la ciudad.

Estoy a poco de quedarme dormido, realmente me siento agotado. Sin embargo, todo rastro de sueño abandona mi cuerpo cuando lo siento salir del baño. Lo veo, pero sus ojos no están puestos en los míos, sino en toda la habitación, mientras busca desesperadamente su ropa para poder irse. Sonrío con amargura, sintiendo aquel dolor tan conocido en mi pecho, al saber que nuevamente todo esto ha significado nada.

—¿Te vas? —me animo a preguntar. Aunque seguro de no querer saber la respuesta.

Él me observa. Sus ojos fríos y profundos han perdido la calidez, y su mirada saciada del deseo de mi cuerpo ya no tiene nada que ofrecer. Me estremezco ante el control que tiene sobre mí. Él lo sabe, y su sonrisa arrogante se ensancha al saber que estoy a su merced.

—Sí.

Su respuesta monótona y corta me deja con las ganas de saber más. Mi corazón me exige que me detenga, pero mi mente rebelde y terca me obliga a preguntar... aun contra mi propia voluntad.

—¿T-te irás c-con e-ella? —la fragilidad de mi voz le sorprende, lo puedo ver en la duda de sus movimientos, más solo es cuestión de segundos para que vuelva a ser el mismo manipulador y frío de siempre.

—Desde luego que sí Minnie.

Cuando ya está completamente listo para irse se acerca a la cama y se sienta. Sus ojos me observan con profundidad, y en ellos puedo ver un leve atisbo de diversión. Después de todo, este siempre ha sido su juego favorito.

—No te vayas —suplico patético—. Solo por esta noche, permanece a mi lado.

Él me sonríe y quiero pensar que es porque aceptará. Pero ya a estas alturas sé que nunca querrá entregarse por completo a mí, entonces... ¿Por qué insisto tanto?

—No empieces de nuevo Jimin —su voz dura me estremece—. Sabes que no puedo quedarme contigo cuando invité a mi novia a una cita.

—Yoongi...

Mi susurro muere en el aire, la oscuridad y soledad me envuelven cuando lo veo salir sin voltear atrás. Nuevamente quedo solo en aquella tétrica habitación, con mi corazón doliendo al ver mi realidad.

Porque este soy yo. Park Jimin, el traicionero chico que se acuesta con el novio de su mejor amiga.



"Te quería tanto, que te ayudé a destruirme"



Todo comenzó a principios del año escolar. Jennie y yo habíamos sido cambiados de colegio por decisión de nuestros padres. La verdad es que no nos interesaba a que tipo de colegio iríamos. Íbamos juntos y solo eso era necesario para sentirnos satisfechos.

—¡Jimin apúrate que llegaremos tarde! —había olvidado lo emocionada que se ponía los primeros días de colegio. Para después quejarse lo que restaba del año por los exámenes y trabajos.

Así era mi amiga, y así la amaba con locura.

Habíamos llegado al lugar y todas las miradas habían caído sobre nosotros, casi de manera instantánea. Entendía la sensación y curiosidad que sentían, éramos carne fresca y la nueva sensación... además que el Ferrari de mi bebé no era tan sutil que digamos.

Todo iba bien hasta que recibimos nuestros horarios. La mayoría de las clases las recibiríamos en secciones diferentes. Solo matemáticas e Historia teníamos en conjunto, lo cual era un alivio ya que yo era pésimo en ambas materias.

Lo mío eran las artes, y quizá un poco de literatura. Había tomado el gusto por las letras en las paredes solitarias y melancólicas de mi habitación. Y aunque escribía poco, para mí era un pedazo de mi esencia que me hacía feliz, que me hacía ser yo... sin aquella necesidad insistente de fingir.

Mi sección era la A y mi primera clase era literatura. Con prisa busqué el lugar, y tras un par de indicaciones logré llegar a tiempo. Si había algo que detestaba era llegar tarde a mis clases, y no era por ser aplicado (que sí lo era) la cuestión era que no me gustaba la atención innecesaria que siempre recibían las pobres almas que llegaban tarde, al ser el blanco de los regaños del profesor.

Había elegido un lugar del fondo, no quería llamar mucho la atención, pero no pude lograrlo. Desde que llegaron todos se presentaron conmigo regalándome sonrisas amables y diciéndome que contara con ellos para cualquier cosa que necesitara, ya que sabían que ser el nuevo no era la mejor de las sensaciones.

La verdad es que me sorprendió tanta amabilidad, ya que en mi antiguo colegio entre más venenoso eras más prestigio y respeto tenías. Sin embargo, en este nuevo lugar todos parecían sinceros y amables, haciéndome sentir un poco más tranquilo.

—Pequeño, ese es mi lugar.

Y fue ahí cuando lo vi por primera vez. Me llevaba quizá un par de centímetros de ventaja, pero era mucho más intimidante que yo. Sus cabellos negros y rebeldes caían en su frente haciendo contraste con su pálida e inmaculada piel. Sus ojos grises y calculadores que me veían con una profundidad que me hizo sentir pequeñito. Sus finos labios curvados en una diminuta sonrisa que si no hubiese sido porque me quede viéndole más de la cuenta no lo hubiese notado. Iba con el uniforme escolar, pero también llevaba una chamarra de deporte, haciéndome saber que pertenecía a algún equipo del colegio, quizá futbol o basquetbol no estaba seguro. Lo que sí sabía es que no era normal sentirme tan nervioso frente a alguien a quien veía por primera vez. Aquella sensación de vulnerabilidad no me gustaba.

—¿Y bien?

Parpadeé un par de veces mientras me ponía de pie de manera torpe. Ese tipo se veía amenazante y lo menos que quería era tener problemas en mi primer día.

—L-lo siento —hice una pequeña venia y opté por un asiento de la otra fila. Estaba igual en la parte trasera, pero era al lado de la ventana y el sol sería una completa tortura. Aunque no había nada que quemara más que la mirada de aquel chico, la cual perforaba y ardía en toda la extensión de mi espalda.

La clase transcurrió de manera tranquila y cuando llegó la hora del receso me dispuse a abandonar el salón y buscar a mi amiga. Solo habían pasado un par de horas de no verla y ya la extrañaba, quería que me contara como le había ido en su clase y si sus compañeros habían sido igual de amables. Pero el extraño chico sentándose en mi área de trabajo detuvo abruptamente mis precipitados movimientos.

—¿Hay algo que desee? —me felicité por la confianza que demostré en mi voz.

Él me sonrió con un aire juguetón y cierta coquetería mientras degustaba de un bombón de fresa por lo que pude oler, mientras veía más de la cuenta sus rojizos labios bañados por el dulce.

—Eres nuevo ¿Cierto? —mi expresión aburrida le dijo lo obvio, haciéndole reír—. Quería disculparme, realmente no era mi intención ser tan directo, pero hay ocasiones en las que no puedo evitarlo.

—No te preocupes —sonreí cortés, evitando que mi mirada cayera en sus ojos—. Lo entiendo.

—Vamos, te invitaré al almuerzo —su propuesta y su agarre en mi brazo me dejaron sin palabras, y sin poder reaccionar de la manera que quería.

—Pero... —traté de negarme, pensando que Jennie estaría esperándome.

—Pero nada... —se quedó pensativo mientras sus ojos viajaban a los míos. Me sentí ruborizar ante la genuina curiosidad que me mostraba—. por cierto, ¿Cuál es tu nombre?

—Park Jimin —susurré bajito, el latir alocado de mi corazón me estaba mareando.

Y él me sonrió nuevamente. Aquella sonrisa que me había parecido hermosa desde un inicio, donde veía toda la coquetería y galantería que le caracterizaba.

—Un gusto Park Jimin, mi nombre es Min Yoongi.

"Me enamoré inocentemente, y lloré tantas veces"


Una semana había pasado de ese encuentro, y desde entonces Yoongi y yo pasábamos mucho tiempo juntos. Las clases no eran monótonas debido a las tonterías que el chico siempre hacía. Los almuerzos no eran constantes, días almorzaba con él, y otros lo hacía con Jennie. Ella me había contado feliz que había conocido a un chico que la traía loca desde el primer momento que lo vio en su clase de inglés, debo admitir que me sorprendió la noticia. Jennie no era de las chicas que se ilusionaban tan rápido. Algún encanto tenía el tipo y eso sin duda no podía dudarlo. Mi sorpresa fue mayor cuando me confesó que la había besado de manera intensa en el laboratorio en una escapada que habían hecho entre clases.

Vaya... llevábamos apenas una semana y Jennie ya había vivido ese tipo de experiencias excitantes. Sin embargo, no me sorprendía; ella era una joven tan hermosa, que podría tener al chico que quisiera a sus pies. Ese era uno de los motivos por el cual me sentía tan orgulloso, pero invisible a la vez.

Tampoco me sorprendía el haberme enamorado de Yoongi en tan poco tiempo, y realmente no me molestaré en negármelo a mí mismo o siquiera dudarlo pues no hay motivos para hacerlo. Él es jodidamente perfecto, su sonrisa logra sonrojarme sin importar el motivo o lugar, sus pequeños detalles, su voz ronca que baja un par de tonos cuando me susurra al oído alguna travesura que tiene en mente, o sus perfectas y suaves manos que me provocan grandes escalofríos una vez que hacen contacto con las mías. Todo él es perfecto para mí, y realmente por primera vez me siento con el valor suficiente de no contenerme y mostrar lo que puedo y soy capaz de dar por todo aquello que amo.

—¡Jimin! —la voz de mi amiga me desconcentra de guardar mis cuadernos. Me había atrasado porque esperaba a Yoongi, pero parece que tuvo entrenamiento temprano.

—Jennie —sonrío—. ¿Qué haces aquí? Pensé que estarías en clases.

La sonrisa radiante y llena de felicidad que me regaló, calentó mi corazón de sobremanera. Oh... como amaba verla sonreír.

—Ven, tengo una noticia que darte —me llamó eufórica, mientras que con sus manos me jalaba de la chaqueta. Apresurándome.

—¿Y no puedes dármela aquí? —interrogué con una de mis cejas alzadas y una sonrisa burlona. Ella jugó con sus manos y mi sonrisa se desvaneció, sabiendo que lo que me diría era algo serio.

—Es importante chim —susurró.

No dije nada más y terminé de recoger mis cosas. Cuando estuve listo la seguí por los amplios pasillos del colegio, los cuales a esa hora estaban casi vacíos. El camino fue en silencio, pero uno cómodo; me imagino que ella pensaba como decirme la noticia, mientras yo trataba de adivinar lo que era. Cruzamos un pasillo más y al fondo de éste se encontraba la sala de música.

—Entremos —pidió. Yo solo obedecí en silencio, con la confusión bañando mi rostro.

—¿Qué hacemos aquí? —no pude evitar preguntar.

Me asusté mucho cuando vi como las lágrimas bañaban su rostro. Los peores escenarios vinieron a mi mente en una fracción de segundos, pero luego pude respirar tranquilo cuando en medio de sus lágrimas, pude volver a verla sonreír tan hermosamente.

—Lo logré Chim —no entendía a lo que se refería—. ¡Lo logré!

—Sigo sin entender Jennie —sonreí por verla tan feliz, pero seguía confundido—. ¿Qué lograste?

—¡El chico que me gusta me propuso noviazgo hoy!

Y ahí entendí todo.

—Me imagino que le dijiste que no —jugué con ella, viéndole fruncir el ceño de inmediato. No pude evitar reír.

—Le dije que sí, Chim. ¿Cómo le diría no? —suspiró enamorada.

Estaba tan feliz por ella. Mi mejor amiga merece que la amen con todo el amor que sean capaces de crear, y yo siempre estaré ahí para cuidar aquella sonrisa. Aunque, como buen amigo que soy, tengo que analizar al tipo valiente que se las jugó por el corazón de mi princesa.

—Bien —asentí de manera seria—. Exijo conocer al sujeto en cuestión —mi voz autoritaria fue un fracaso, haciendo reír a mi amiga—. Como mejor amigo de la dama enamorada, mi deber es evaluarlo y saber si es digno de ella.

Las risas de mi princesa era lo único que se escuchaba en aquella sala de música, y puedo decir que no había sonido más melodioso que aquel. La felicidad también llegó a mí, así como el anhelo de ser correspondido en el amor, como lo había sido mi preciosa bebé.

—Sabía que pedirías eso —comentó con astucia—. Es por eso que le pedí que viniera, y así hacer una presentación formal.

Muy bien bebé, un paso adelante siempre... muy bien.

—Tráelo entonces —pedí impaciente—. Ya quiero conocerlo.

No sabes nada.

—Por favor no seas duro con él Chim —trató de sonar intimidante—. Realmente siento que puedo enamorarme y él de mí.

Levanté ambos brazos en símbolo de paz. No pensaba comportarme como un patán, además no creo poder hacerlo. Soy demasiado tímido.

—Lo prometo Jenn, ahora ve por él.

Con una última sonrisa abandonó la sala de música dejándome solo por algunos minutos. Observé la diversidad de instrumentos que habían ahí, hasta que mis ojos recayeron en el hermoso piano color café, recordando la mañana en la que Yoongi me había comentado que le encantaba tocar aquel instrumento y que algún día me mostraría sus composiciones. Sentí como una nueva sonrisa nacía de mis labios, esta vez era producto de mi propia felicidad y de mi propio amor que nacía. Un amor que tenía escondido, pero que pensaba sacar muy pronto a la luz, dispuesto a afrontar cualquier consecuencia. Sentía que Yoongi valía cada uno de los riesgos.

¿Lo valía?

—¡Regresé! —la voz de Jennie me sobresaltó.

Volteé con una sonrisa ansiosa, dispuesto a presentarme por mí mismo. Pero toda sonrisa abandonó mi rostro, cuando vi a Yoongi sonriente y abrazando por la cintura a Jennie. Mi corazón retumbó de manera violenta, sentía que pronto saldría volando de mi pecho, para luego escucharlo detenerse al igual que mi respiración. Esto tenía que ser una broma, Yoongi no podía ser el novio de mi mejor amiga.

Él por otro lado se mostraba tan sonriente y sereno. En su rostro no había rastro de sorpresa, y su agarre en la cintura de Jenn no flaqueó en ningún momento. Me sonreía de manera diferente, podía detectar la superioridad y el juego en sus ojos, y fue en ese momento cuando me sentí el mocoso más patético de toda la historia. ¿Cómo pude siquiera pensar que alguien como Yoongi se fijaría en alguien tan simple como yo? No. Él merecía a una belleza como Jennie, y la había conseguido.

Me tragué la amargura de mi garganta y sonreí como pude. Justo cuando lo hice me sentí más patético. Me sentía expuesto, inútil, estúpido y soñador. Había vivido en un mundo de sueños en toda la semana, y nadie, ni siquiera el pelinegro que me sonreía tan tranquilo fue digno de despertarme.

—Jimin —la voz de Jennie me despertó—. Él es Min Yoongi, mi novio.

Mi corazón dolió. Iba a responder que ya nos conocíamos, pero la ronca voz que tanto amaba me detuvo, diciendo algo tan simple, pero que dolió tanto.

—Es un placer conocerte, Park Jimin.

Ya no había sueños que rescatar, ni riesgos que correr.


"Recuerdo que me dijiste "no te dejaré caer" y de repente, solo me empujaste"



Los días posteriores fueron un caos para mí. Es estúpido lo sé, llevaba pocos días conociendo a Yoongi y aunque los momentos que vivimos juntos fueron pocos, fueron los suficientes para que me enamorara de él. Ahora, que lo veo tan feliz con Jennie, el cómo toma su mano frente a todos, como la mira con completa ternura y amor...

Como la besa...

Sus finos labios le dan delicadas caricias que hacen doler a mi corazón. Y no quiero, no quiero sentirme así, porque siento que por culpa de mis sentimientos estoy traicionando a Jennie... de una u otra manera.

Las conversaciones con Yoongi se esfumaron. Como si nunca hubiesen existido y nosotros volviendo a ser completamente extraños. Notaba una diferencia en él cuando no estaba en presencia de mi amiga. Buscaba mi mirada y me sonreía, sin embargo, no quise darme falsas ilusiones; tampoco es como si planease hacerlo. Todo, absolutamente todo se había ido al carajo.

Yoongi era el novio de mi mejor amiga. Una relación es de dos. Es claro que yo ahí sobraba.

Es por eso que decidí alejarme. No lo hice abruptamente ya que lo último que quería era dar una errónea impresión. Fue poco a poco, las excusas fueron mis mejores aliadas. Cada vez que me invitaban a almorzar o al cine, siempre encontraba la excusa perfecta para no ir. Sabía que Jennie se daba cuenta de mis intenciones, y aunque notaba molestia y dolor en sus ojos, nunca hizo algo para detenerme. Porque muy en el fondo, ella sabía que era lo correcto.

Yoongi era el que más insistía. Mis excusas siempre eran atacadas con ideas para evadirlas, llegando a tal punto de hacerme ceder, solo en algunas ocasiones; en las cuales mi corazón salía lastimado como de costumbre, al ser el primer espectador de tantos besos y caricias compartidos.

Mis días se habían vuelto grises. No había color que les decorara, ni sonrisas que les acompañara. Todas las tardes sin falta, luego de terminar con mis deberes del colegio debía escuchar con una perfecta sonrisa ensayada todo lo que Jennie tenía para contar.

—Yoongi me llevó un ramo de girasoles y un disco donde varios de sus trabajos están grabados. Dijo que quería que yo fuese la primera en escucharlo ¿Puedes creerlo Jimin?

Y realmente podía creerlo. Una amarga sensación vivía en mi pecho y pese a todo le sonreía. Me reprochaba a mí mismo todos aquellos sentimientos negativos que sentía. ¿Celos? ¿Dolor? ¿Traición? No tenía el derecho de sentir ninguno.

Al pasar los días mi corazón se iba acostumbrando. La mente y el cuerpo humano en conjunto son una combinación tanto armoniosa, como peligrosa. Capaz de adaptarse a los más imposibles panoramas, sobreviviendo a emociones fuertes que derrumban la mente débil.

Hablar con mi madre de mis sentimientos fue una de las mejores decisiones que he tomado. Nunca había recurrido a ella, porque mi corazón jamás se había sentido tan atacado. Afortunadamente estuvo ahí para escucharme, y las palabras que me dijo en aquella tarde, espero jamás olvidarlas.

—Jimin. Amar no es malo, tampoco debes sentirte avergonzado por tus gustos, ni sentir que traicionas al ser querido por los sentimientos que nacen de ti. Uno no elige a quien amar. Ese sentimiento es tan libre y potente que logra dominarnos por completo, haciéndonos marionetas de él. No te sientas débil, eres alguien auténtico que pese a la fuerza de tus sentimientos has sabido reprimirlos para no romper la felicidad de tu amiga. El amor es hermoso, pero también doloroso, y desgraciadamente solo has conocido el dolor de él. Pero debes saber algo importante pequeño... el día que conozcas lo bonito del amor, será el día en el que tu verdadera felicidad nazca.

Esa tarde volví a ser aquel niño frágil que lloraba por la mínima cosa. Mi corazón dolía mientras era envuelto en los frágiles brazos de mi madre. Soporté aquel dolor como pude, porque sabía que sería la última vez que sentiría. La coraza que me protegería nacía ese mismo día, ocultando mis culposos sentimientos de los demás. Incluso de mí mismo.

Porque sentir dolía, y no quería más dolor.

"Si regresas por mí, no querré nada más"


—¿Salir? —pregunté sin entender bien todo aquello. Jennie asintió eufórica mientras sonreía.

—Luego del partido los chicos harán una pequeña celebración en la casa de Hoseok, y Yoongi quiere que vayas.

Pero yo no quería ir. Quería estar lo más lejos posible de él.

—No creo que sea buena idea Jenn, sabes que las fiestas no son lo mío. Mejor vayan solo ustedes, yo les amargaría el rato.

—Es una fiesta de chicos Jimin. Yoongi te invitó porque quiere llevarse mejor contigo —debatió con el ceño fruncido, clara señal que comenzaba a irritarse.

—No conozco el lugar, tampoco sé que ponerme —mis fieles amigas las excusas, hacían acto de presencia.

La sonrisa siniestra que me regaló mi bebé me dio a entender que estaba preparada para debatir cualquier excusa. Después de todo, su novio la había entrenado bien.

—Yoongi te irá a recoger y luego a dejar —informó sonriente—. La ropa ya lo tengo cubierto. Estaré en tu casa a las 18:00 horas —su sonrisa se expandió más—. Así que no hay excusa que valga Park Jimin.

Sí... fue bueno mientras duró.

Recibí mis clases sin contratiempos. Yoongi no había asistido por motivos de entrenamiento, y realmente agradecía el no verlo. Así, el dolor era más llevadero, además de que estaba más tranquilo al no sentir su mirada quemando en mi piel. Porque sí, a pesar de que no había vuelto a dirigirme palabra alguna desde que inició su relación con Jennie, su mirada sobre mí era algo que siempre me inquietaba. Era profunda, misteriosa y fuerte; me estremecía sin poder evitarlo, y su silencio me dejaba en profunda agonía al no saber el significado de tanto que sus ojos me daban.

Al finalizar mi última clase me sorprendí al encontrar a Jennie en la salida de mi salón. Nunca había ido por mí, por lo general era yo quien la buscaba ya que mi horario era más accesible. Mi sonrisa flaqueó y mi corazón dolió cuando mis ojos captaron dos marcas violáceas en su cuello y una más abajo. Sus labios estaban rojizos y sus pómulos cubiertos de un leve rubor. Mi mirada viajó más allá del pasillo y pude ver la ancha espalda de Yoongi alejándose, iba vestido con su uniforme de basquetbol. No tenía que ser adivino para saber lo que habían hecho minutos antes.

Sonreí una vez más.

—Jenn, no esperaba verte aquí.

La sonrisa de ella, era mucho más grande y hermosa que la mía. Auténtica, sin necesidad de una máscara.

—Estábamos esperándote para irnos, pero a Yoongi le llamaron y tuvo que marcharse —me comentó con un puchero—. Así que solo somos tú y yo.

—Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que salimos, y realmente ya empezaba a extrañarlo —y no mentía.

Culpa se concentró en sus preciosos ojos. Yo era consciente que había quedado de lado desde que inició su relación con el capitán del equipo de básquet, pero mi intención nunca fue removerlo o hacerla sentir mal. Entendía que cuando estabas enamorado, toda tu atención y tiempo era exclusivamente para esa persona. Realmente lo entendía.

—Perdón por eso Chim —sus ojos estaban acuosos—. Sé que he sido una pésima amiga y que te he dejado de lado, pero es que aún no creo el sueño en el que estoy viviendo —jenn, por favor no me sonrías así—. Él es tan perfecto que mi tiempo se va volando cuando estoy a su lado. Pero, hoy es nuestro día, así que tú eliges donde iremos, y qué haremos.

¿Cómo le decía que lo único que quería era estar en mi habitación y escribir todo lo que mi alma sentía? No podía... no podía fingir con ella, me sentía falso y una escoria cuando lo hacía, pero... ¿Qué opción tenía?

—Helado... —susurré.

—¡Helado será! —su felicidad sin duda no tenía límites. Solo esperaba poder seguirle el ritmo.

Fue así como pasamos el resto del día juntos. Luego del helado, Jennie me llevó a una de mis librerías favoritas y me regaló el libro que tanto deseaba. Sonreí con auténtica felicidad. Hace un par de semanas que mi escritor favorito de la vida había lanzado su reciente obra, y con todo lo que había estado pasando, no había tenído la oportunidad de comprarlo. Pero ahora que mi bebé lo había conseguido para mí, sentía una pequeña gota de felicidad que atesoraría para mis días oscuros.

El atardecer estaba muriendo. Con Jennie estábamos en mi habitación donde ella me hacía probarme miles de conjuntos de ropa, que no sabía de donde había conseguido. Llevaba como una hora en aquel tortuoso proceso, y al parecer duraría más porque ninguna prenda que usaba a mi amiga le gustaba.

—¿No crees que estás exagerando un poco? —pregunté sutil—, solo es una reunión del equipo. Unos pantalones y una camiseta bastan —mi comentario pareció ofenderla.

Me apuntó con su pequeño dedo. —Ni se te ocurra Park Jimin, irás y brillarás como solo tú sabes hacerlo —decidió—. Y quien sabe —murmuró maliciosamente, activando mis alarmas—. Podrías encontrar un buen partido para pasar una noche loca —me codeó, mientras me hacía cejitas y yo ya no podía con tanta vergüenza.

—¡Kim Jennie! —exclamé, con el rojo furioso presente en mi rostro.

—¿Qué hice ahora? —me preguntó inocente.

—¡Soy virgen! —le recordé indignado, haciéndola reír al instante, aumentando mi bochorno—. ¡No te rías!

—Ya, ya. Perdón Chim —seguía riendo, pero yo no la acompañaba—. Si te hace sentir mejor. También soy virgen —confesó con seriedad.

—Ya lo sabía —le respondí con superioridad, haciéndola rodar los ojos.

—Somos un par de vírgenes tontos —concluyó, y no pude estar más de acuerdo con ella.

Dejando las bromas de lado volvimos al asunto inicial. Para mi suerte, Jenn encontró un conjunto que la convenció y, de manera sorprendente, a mí también. Eran unos vaqueros ajustados de color negro, una camisa rosa pastel de mangas largas, la tela era suave y me encantaba el detalle del lazo que tenía en el cuello. Un par de botines color negro que quedaban camuflados con el pantalón. Todo era un conjunto sencillo, pero que había logrado gustarnos a los dos.

—Precioso —halagó mi amiga—. Ahora, llegó el momento del maquillaje, peinado y accesorios —dio a conocer de manera ilusionada.

Y yo pensando que todo ya había terminado...

Tras largos minutos de concentración y tarea por fin me había dejado verme al espejo. Yo no sabía quién era aquel reflejo que veía. En él había un joven de rubios y brillantes cabellos peinados en delicados rizos, el delineado y la sombra natural dándole coquetería a los ojos, el tenue rubor adornando las mejillas, la delicada brillantina en el blanco cuello. Y, el rojo ambivalente cubriendo cada porción de los vírgenes labios.

Ese no era yo, aquella imagen no me pertenecía. La sensualidad y coquetería que veía no eran propias de mí.

—Eres tan hermoso Jimin —el susurro de mi amiga me hizo sonrojarme.

—No más que tú —respondí sincero. La sonrisa que me dio fue diferente a todas las demás.

La bocina de un auto detuvo nuestra pequeña charla. Mi corazón se aceleró por los nervios que empezaban a nacer en mi interior, al saber que afuera de mi casa estaba Yoongi esperándome.

Por favor Jimin... no te ilusiones.

—Ya está aquí —me dijo lo que sabía. No me sorprendió el verla salir rápidamente de mi habitación, para ir al encuentro de su amado.

Respiré profundamente un par de veces tratando de poner mis ideas en orden. El latir alocado de mi corazón no cesaba, sentía el sudor en mis manos y el leve temblor en mi cuerpo. Me sonreí al espejo y me dije que todo estaría bien. Solo era una salida entre amigos, y mis sentimientos estaban celosamente guardados en lo más profundo de mi corazón.

—No te expongas Jimin —me dije a mi mismo, observando mi reflejo—. Nadie tiene que saberlo.

Tomé mi móvil y salí de mi habitación. Mis padres estaban en una cena de negocios así que solo me despedí de mi nana. Cuando estuve afuera, sentí un pequeño cambio en el latir de mi corazón. Definitivamente ver a mi amiga y su novio besarse tan apasionadamente había ayudado a que mi latir furioso muriera. Agradecía tanto por ello.

Carraspeé un poco incómodo y en el mismo segundo se separaron con sonrisas cómplices. De repente, la mirada de Yoongi abandonó la de su novia para centrarse en mí. El cambio en ella fue tan notorio, que tuve miedo que Jenn notara lo extraño que se había puesto el ambiente; él me veía diferente, en sus ojos había cierto gusto que me hizo bajar la mirada y jugar con mis manos en gesto torpe. Su mirada me quemaba, era tan enigmática que no podía descifrarla, o no quería hacerlo. Tenía miedo de descubrir lo que había detrás de ella.

—¿Nos vamos Jimin? —incluso su tono de voz fue bajo, casi cómplice. Levanté mi mirada y nuevamente nuestros ojos se encontraron.

—S-sí —respondí como pude. Jennie sonreía con suficiencia. Estoy seguro que estaba feliz al saber que su novio y su mejor amigo se conocerían mejor.

—Bueno, yo me voy —avisó, dándome un beso en la mejilla y uno en los labios a Yoongi—. ¡Diviértanse mucho!

Me había quedado observando cómo se iba, cuando de repente sentí como una mano tomaba la mía con una confianza y firmeza que desconocía. Logrando descolocarme por completo.

—Ven —él abrió la puerta del lado de copiloto y con una sonrisa ladeada esperó a que entrara.

Mis movimientos eran lentos y torpes, sin embargo, logré acomodarme con naturalidad a la espera que mi acompañante también ingresara y por fin marcharnos.

El camino fue silencioso. Solo la tenue melodía de la radio inundaba el ambiente. Yo realmente no sabía que hacer, temía decir algo torpe y quedar en ridículo porque ¿De qué podría hablar con Yoongi? ¿Deportes? ¿Mujeres? No teníamos intereses en común. Lo único que nos unía era Jennie, y sinceramente no creía tener la fuerza suficiente como para escucharlo hablar de ella.

—Luces encantador —su comentario dejó de lado mis pensamientos y tardé quizá una eternidad en comprender.

—G-gracias —piensa Jimin ¡piensa!—. T-tú también.

Una pequeña sonrisa nació de sus labios mientras seguía conduciendo. Genial... seguro piensa que tengo algún tipo de retraso mental. Ti timbiin ¡¿En qué estoy pensando?!

—Ya casi llegamos —comentó risueño. Decidí no responder, mi mente no estaba de mi lado esa noche.

A los pocos minutos estacionó el auto frente a una hermosa casa de dos pisos. La música se escuchaba hasta donde nosotros estábamos, y había un grupo de chicos en el patio jugando con lo que al parecer eran pistolas de agua. Me imaginaba una pequeña reunión, donde solo los del equipo y quizá algunos invitados estarían, pero aquí estaba prácticamente toda la escuela. Fruncí el ceño cuando miré a varias chicas de mi salón. Según recordaba, Jennie me había dicho que la "reunión" solo era para hombres ¿Qué hacían ellas ahí?

—¿Te gusta? —el susurro en mi oído me sobresaltó. Yoongi estaba extremadamente cerca, mientras me sonreía de una manera que inevitablemente me hacía sonrojar.

—Hay chicas... —y es por eso que prefiero no hablar.

Él levantó una de sus cejas, observándome burlón. —¿Qué con eso?

—Jennie me había dicho que era una reunión solo de chicos —fruncí el ceño cuando el rió.

—Yo le dije a ella que solo era de chicos.

—Pero...

—Le mentí Jimin.

Oh... ahora no entendía.

—¿Por qué harías eso? —pregunté con confusión.

Me asusté cuando nuevamente impuso cercanía entre nosotros. Esta vez, una mucho más estrecha. Sus brazos rodearon mi cuerpo hasta posarlos sobre el automóvil, dejándome inmóvil entre su cuerpo y el auto.

Me miraba tan intensamente que sentía a mis piernas temblar. Sus ojos oscuros eran encantadores, y su cabello desordenado y rebelde le daba ese toque tan varonil que me hacía suspirar. Pensamientos que no debía tener atacaron mi mente, cuando fui consciente que Yoongi había mantenido sus ojos fijos en mis labios. Se acercó más a mi cuerpo, su fresco aliento golpeando en mi rostro, sus ojos fijos en los míos, y mi corazón alocado queriendo delatarme.

Y nuevamente sonrió. Aquella sonrisa sensual y ladeada que solo a él le quedaba bien. Sentí una pequeña caricia en mi mejilla. Su tacto frío y delicado logró estremecerme, y sabía que estaba perdido cuando me encontré a mí mismo buscando más de aquel roce tan adictivo, pero prohibido.

—Porque quería venir contigo —su respuesta me sorprendió, estaba quieto en mi lugar siendo víctima de sus caricias—. Quería estar solo contigo Jimin.

Una sonrisa más se me fue otorgada, su mano sostuvo la mía mientras ingresábamos a la casa. Me presentó a varios de sus amigos, a los cuales increíblemente les había caído bien. Entre tanta charla que habíamos estado compartiendo me habían ofrecido tomar diferentes tipos de bebidas alcohólicas, pero Yoongi no me dejó probarlas. Realmente lo agradecía, nunca fui bueno para el alcohol, y no quería tener problemas con mis padres.

Las horas pasaban y todo iba marchando bien. Yoongi no soltaba mi mano, me sonreía y brindaba pequeñas caricias. El ambiente era tan ameno que por un momento me permití soñar. Soñé que estaba al lado de mi chico celebrando el triunfo de su equipo, soñé que él me presumía con orgullo con sus amigos, soñé que bailábamos y nos besábamos bajo las brillantes luces... soñé que Min Yoongi era mío, y que yo era de él.

—¿Ya te quieres ir? —me preguntó. Y aunque la estaba pasando bien, le asentí.

Nos despedimos de sus amigos y caminamos hacia el auto en silencio. Observé el reloj y apenas iba a ser media noche. Me sorprendí, porque creí que ya era de madrugada.

El transcurso de regreso fue menos silencioso. Yoongi hablaba de cosas triviales, y me preguntaba por mis gustos, le conté que amaba el baile y la lectura extendiéndome más de lo que hubiese deseado. Él me escuchaba atentamente mientras tomaba mi mano cada vez que podía.

—Quisiera verte bailar algún día. Estoy seguro que lo haces jodidamente bien —ya había perdido la cuenta de los sonrojos de esa noche.

Llegamos a casa y lo invité a pasar. Él aceptó con un poco de renuencia, y estuve feliz de poder tenerlo, aunque sean pocos minutos más a mi lado. Mis padres aún no habían llegado, así que la casa estaba completamente en penumbras. Pasamos por la sala de estar camino a la cocina. Pensaba darle unas galletas y quizá un café o un té mientras charlábamos un poquito más.

—Espero que te gusten las galletas de jengibre —comenté, mientras las buscaba por toda la cocina—. Son una delicia que mi nan...

Mis palabras habían sido calladas por el demandante beso que Yoongi me estaba dando. El plato que tenía entre mis brazos cayó al suelo rompiéndose en mil pedazos. Mi cuerpo no respondía, y mis ojos estaban abiertos a mas no poder.

¡Min Yoongi me estaba besando!

Lo separé como pude de mi cuerpo. Mi cara ardía de la vergüenza, mientras observaba al jadeante hombre frente a mí, el cual tenía intenciones de volver a acercarse.

—N-no —susurré como pude, mis brazos extendidos hacia él en clara señal que se detuviese.

No lo hizo.

—También lo quieres Jimin —susurró ronco. Yo negué, esto no podía pasar—. No me lo puedes negar, tu cuerpo me lo dice y tus hermosos ojos también.

—Yoon... —jadeé cuando sus brazos envolvieron mi cuerpo con posesión.

—Me gustas mucho, pequeño —confesó, no sabía cómo actuar—. Todo tú me vuelve loco, y mi ser anhela tenerte —su nariz acarició toda la extensión de mi cuello, y me sentí derretir entre sus brazos—. Por favor hermoso... sé mío, solo mío.

Toda lógica y sensatez abandonó mi sistema. Sus caricias eran un veneno que acababa con toda mi lucidez, haciéndome un perfecto títere que encajaba entre sus dedos. Sus labios volvieron a los míos, y esta vez le respondí con torpeza. Lo sentí sonreír en medio del beso, mientras sus manos me brindaban pequeñas caricias en mi espalda. Los chasquidos hacían eco en la cocina, mis ojos abiertos observaban el rostro sereno del chico de mis sueños. Sus labios eran tan suaves, que en conjunto con los míos creaban un movimiento tranquilo que me fue adormeciendo poco a poco. Sabía que lo que hacía estaba mal, estaba fallándole a una de las personas más importantes de mi vida. Sin embargo, tenía toda una eternidad para arrepentirme y odiarme a mí mismo. Mientras que este momento que tenía con el chico que quería era tan efímero, que sabía tenía que aprovecharlo. Sin importar las consecuencias, o la clase de persona en la que me estaba convirtiendo.

Sentí su tacto directo en mi piel, e inmediatamente me estremecí. Mi cuerpo reaccionaba a cada una de sus caricias, mi corazón estaba con su tan conocido latir furioso, que ya no me importaba nada de mí. Quería entregarle todo a él, sentir sus caricias con mayor profundidad, y de alguna manera sabía que Yoongi deseaba lo mismo que yo.

Nos separamos con un breve chasquido y nos quedamos observando por unos instantes que parecieron eternos. El mundo a nuestro alrededor se detuvo, no éramos conscientes de las consecuencias, tan solo queríamos vivir el momento y terminar la traición que habíamos empezado.

—Quiero hacerte el amor Jiminnie —me dijo confidente, con una sonrisa que sin duda correspondí.

—Y yo quiero que lo hagas —susurré, atreviéndome a dejar un beso fugaz sobre sus labios.

Relamió sus labios con anticipación. —¿Dónde está tu habitación?

Tomé su mano y lo guie escaleras arriba en silencio. Los nervios hacían acto de presencia, al ser consciente de lo que haríamos... de lo que Yoongi me haría.

Sabía que lo que hacía estaba mal. ¡Era el novio de mi mejor amiga maldición! Quería odiarme, repudiarme y aniquilarme a mí mismo. Quería sentir culpa, y que esta misma me detuviera, pero no sentía nada. Mi mente, alma, y cuerpo concentrados en él... y solo en él.

Mi corazón latió con fuerza cuando sus manos empezaron a quitar cada una de mis prendas. La delicadeza y paciencia con la que lo hacía, eran sublimes caricias para mí. Tuve miedo y vergüenza de mí mismo cuando estuve completamente expuesto a sus ojos. Nunca nadie me había visto desnudo, y mi cuerpo no era algo de lo cual me sintiera orgulloso. Víctima de mis propias inseguridades traté de cubrirme, pero sus manos y su profunda mirada me detuvieron.

—No —demandó, tomando mis manos con delicadeza—. No te cubras, eres lo más precioso que he visto —y por un momento le creí.

Asentí en silencio, y me dejé guiar por él. Me recostó en la cama, sus ojos seguían fijos en los míos mientras se desvestía. Sentí como mi rostro ardía en rojo cuando pude verlo en completa desnudez. Su pene era más grande y grueso que el mío, y estaba totalmente erecto. Una punzada de necesidad y anhelo embriagó mi ser, y ahí supe que quería más.

Su cuerpo se posicionó encima del mío. Su calor corporal calando en mi piel y haciendo añicos mi poca cordura. Sentí como besaba cada parte de mi rostro, mientras sus manos brindaban caricias lentas y tortuosas en mis muslos. Su tacto me derretía, su pasión me consumía, y el acto que ambos estábamos llevando a cabo bajo nuestra propia voluntad, me condenaría.

—Eres arte, Park Jimin —susurró en mi oído, su nariz acariciando mi cuello, y sus manos jugando con mis pezones.

—Mmmm... Yoongi —jadeé al sentir sus labios en mi cuello.

Un lento y mágico proceso. Se tomó su tiempo en acariciar cada centímetro de mi piel, sus labios conocieron cada rincón de mi cuerpo y sus manos me reclamaron en cada segundo que transcurría. Sus palabras, dulces como el más sublime néctar de los frutos de primavera, sus jadeos y gemidos eran la música que componía nuestro momento. Aquella combinación inesperada y loca que sucedió sin pedir, sin desear, es algo que siempre tendré en mi memoria. Después de todo, nosotros éramos algo completamente diferente. Y sabíamos que aunque quisiéramos, no podríamos borrarnos, tampoco olvidarnos.

Poco a poco fue ingresando, mi ceño se arrugó por el inevitable dolor y traté de relajarme lo más que pude. Él fue paciente y esperó a que estuviese listo, y solo cuando le di la señal fue que prosiguió. Sus embestidas eran lentas y constantes, el dolor aún estaba presente, pero poco a poco pude ir sintiendo el placer que me producía su toque.

Fui completamente suyo. Las paredes de mi habitación y las sábanas de mi cama fueron nuestros principales testigos. En ese momento había olvidado todo, mi moral se había ido al carajo, mi lucidez estaba adormecida por sus besos; y el arrepentimiento... quizá vendría luego.

—Eres una droga... eres mi perdición...

Tú eras mucho más para mí Yoongi.

Esa noche me entregué a él y me sentí deseado y amado. Cada toque fue fuego en mi piel, el cual arde tan vivo, tan brillante.

Cuando todo concluyó me besó castamente y se marchó. Aun procesaba todo lo que había hecho, y me preguntaba cuando llegaría a mí el sentimiento de culpa y arrepentimiento. No sentía nada de aquello, y no sabía si asustarme o alegrarme... no sabía que pensar, o cómo actuar. Lo único que sí sabía, es que en ese momento en el que le pertenecí, fui pleno... fui feliz.

Al costado de mi cama pude apreciar el libro que Jennie había comprado para mí, y la culpa que tanto había estado deseando sentir me atacó sin tregua y sin piedad. ¿Cómo pude traicionarla de aquella manera? ¿En qué clase de persona me convertía? ¿Era realmente una persona? Lágrimas fueron derramadas por mis mejillas, sintiendo como ahora mi angustioso corazón dolía. Miles de clavos eran incrustados en él, mientras sentía el hormigueo de todo mi cuerpo por las caricias que había recibido. De nuevo, mi mente recordó cada suceso vivido y más lágrimas derramé. Porque, por más que busqué y busqué en mi profundo interior, no pude encontrar arrepentimiento.

Mi móvil estaba dentro de mis vaqueros, me moví para buscarlo, y cuando lo tuve entre mis manos busqué el contacto de mi amiga. Verifiqué la hora y eran las 1:30 de la madrugada, solo esperaba que pudiese responder a mi llamada, de verdad necesitaba hablar con ella, sentir su voz, y pedirle perdón de alguna manera.

No lo hizo. No respondió.

Intenté una segunda vez y tampoco obtuve resultado.

Tomé el libro y me dispuse a leer. Ahora recordaba por qué había esperado tanto por él, era simplemente perfecto. Las letras plasmadas en aquellas simples páginas lograban un efecto en mí, difícil de explicar. Pasé horas y horas amando a cada personaje y situación que no supe que el tiempo se me había ido volando. Solo reaccioné cuando mi móvil sonó, anunciando una llamada.

Era Jennie. Me había llamado feliz, contándome con lujos de detalles el motivo por el cual no me había respondido.

Y dolió, claro que dolió. Pero ese dolor era merecido y tenía que acostumbrarme.

"Perdón por no haber respondido tus llamadas Chim, pero Yoongi se apareció en plena madrugada en mi casa"

Ese fue su destino luego de salir de aquí.

"Me hizo el amor, Jimin estoy tan feliz que tenía que contártelo"

"Mi primera vez fue con el amor de mi vida ¿Puede ser más perfecto?

La mía también Jenn, pero la magia y perfección se fueron. Murieron al igual que mis ilusiones.

No lloré, tampoco sentí, simplemente me entregué a la oscuridad de mis sueños, envuelto en mi habitación. Yoongi le había hecho el amor a Jennie, tan solo minutos después de haber estado conmigo. Ese pensamiento fue el que dominó en mi mente.

No tenía nada que lamentar, no tenía el derecho para llorar. Había interferido y deseado algo que desde un principio no me pertenecía. Todo había sido un sueño, del que tuve que despertar.

Porque soñar dolía, y la realidad también.


"¿Tan difícil era decir "no te ilusiones, te estoy utilizando"? ¿Tan difícil?"



Me sentía inusualmente tranquilo mientras mis pies me llevaban en dirección a mi salón de clases. La noticia que había recibido tan solo horas atrás aun calaba en mi interior, pero de manera curiosa no me afectaba como creí que lo haría.

No había visto a Yoongi, tampoco a Jennie. Había salido de casa más temprano de lo usual, con el único objetivo de evitarla.

No tenía el valor de verla a los ojos... aun no.

Respiré temblorosamente mientras ingresaba. Desde mi lugar pude ver que en mi pupitre estaba una rosa roja y una nota. Fruncí el ceño en confusión y apresuré el paso. Todavía no había muchos estudiantes, y los pocos que habían estaban ocupados en sus asuntos. De manera tranquila tomé la nota y me dispuse a leerla.

"Nos vemos en la salida del gimnasio en 15 minutos"

Y aunque la nota no tenía firma, sabía exactamente quién era. Decidí arriesgarme y asistí al lugar indicado. Yoongi me esperaba recargado en una de las paredes, la sonrisa que tenía la noche anterior había desaparecido. Su semblante ahora era totalmente relajado y sereno, sus ojos profundos y calculadores haciendo trizas los míos.

—Fue un error —hablé antes de que él lo hiciera. Mi comentario logró sorprenderlo—. No se volverá a repetir, y te prometo que no diré nada —continué de manera acelerada. Yo solo quería irme de ahí.

—¿De qué hablas Jimin? —la burla y rostro de superioridad me confundió.

—D-de —no sabía que decir—, lo que pasó anoche...

Él se acercó a mí y con una de sus manos acarició mi mejilla. Maldije en lo más profundo de mi interior cuando me sentí derretir ante sus caricias.

—Ahora que te probé, no pienso dejarte ir Jimin —aseguró, me paralicé ante la brusquedad de su voz.

—¿Qué quieres decir? —pregunté como pude. Él me sonrió, y yo solo necesitaba eso.

—Eres mío —me aprisionó entre sus brazos.

Sus labios reclamaron los míos en un beso brusco y lleno de necesidad. La demanda y fuerza con la que me besaba me estaba ahogando, traté de separarme, pero él me lo impidió, imponiéndose sobre mí, y haciéndome saber que yo no podría hacer nada para escapar.

Pero ¿Realmente quería escapar?

Me sentía tan amado por él. Sus besos y sus caricias se habían convertido en la energía que me daba felicidad y vida. En ese momento me permití ser egoísta y entregarme por completo a Yoongi, sin pensar en el daño que causaría. Quería amor, quería sentirme deseado, amado, cuidado... es por eso que seguí aquel beso con la misma inexperiencia, pero con mucha intensidad. Mi decisión había sido tomada, pertenecería a él y solo a él.

Y ese había sido nuestro comienzo.

"No me arrepiento del amor que te di, porque lo necesitabas"


Mis caderas se movían al compás de sus embestidas. Nuestros cuerpos sudados y cansados daban aquella tan conocida melodía de lo morboso y lo prohibido en aquellas viejas paredes de la habitación, la cual servía como refugio donde llevábamos a cabo cada uno de nuestros desenfrenados encuentros.

Llevábamos seis meses de aquella manera. Yoongi me había enseñado todo lo que le gustaba en el ámbito sexual para así ser el amante perfecto. Ahora, podía decir que era un experto. Sus jadeos roncos y maldiciones mientras me comía su pene completo me lo decía, y su excesiva posesividad y dominio ante mí, no eran más que otras pruebas. Ambos sabíamos lo que deseábamos del otro, y ambos nos llenábamos de satisfacción cada tarde de miércoles a domingo.

Aunque no todo era perfecto. Frente a los demás, Yoongi era el amoroso y atento novio de Jennie; mi corazón se estrujaba todos los malditos días que tenía que soportar verlos juntos. Sus sonrisas, sus te amo, sus abrazos y sus besos eran mi mayor condena. Yo era el simple mejor amigo, de la novia del capitán del equipo de basquetbol. Lo que ellos no sabían, era que, en las viejas paredes de una habitación en un barrio de clase baja, dos amantes condenados, presos de la lujuria, caían en su propia obsesión y pecado.

De repente, sentí como tomaba mis caderas y aumentaba las embestidas. Nuestro clímax estaba próximo y mis movimientos de cadera se intensificaron. Mis labios soltaban gemidos, que sabía él amaba. Nuevamente su boca demandante reclamó la mía, y el placer que sentí al ser llenado por su esencia mientras me besaba, lograba ser igual de gratificante que las anteriores ocasiones en las que habíamos estado juntos.

Un profundo suspiro abandonó sus labios. Ya todo había terminado, y ahora venía lo que me dolía incluso más que verlo con su novia. Y eso era verlo partir.

Lo que proseguía era despertar del sueño en el que me envolvía cuando estaba entre sus brazos. Queriéndome sentir amado y deseado. Aquel sentimiento que había sentido con él en los primeros meses empezaba a desvanecerse. Y tenía miedo, porque a pesar de todo, yo no quería dejar de amarlo. Sin embargo, sentía como mi corazón se iba aburriendo.

Las amenazas para estar con él habían disminuido. Hubo un par de ocasiones en las que quise parar todo aquello, temiendo el final que tendríamos; pero Yoongi no accedió a dejarme ir, llegando a amenazarme con un video íntimo que habíamos grabado en uno de nuestros tantos encuentros de locura.

Y yo... pues no luché como debí hacerlo. Caí en su juego y me hundí. Quería salir, pero no veía esperanzas para mí.

—¿Te vas? —pregunté lo que sabía.

Y esa sonrisa de burla y superioridad apareció en su rostro. —Ya obtuve lo que quería.

Se vistió en silencio. Su mirada jamás se posó en la mía, y a estas alturas ya me había acostumbrado a su indiferencia luego de tener sexo. No dijo nada y solo se marchó, dejándome nuevamente solo y destrozado en aquellas solitarias y viejas paredes de la habitación.

Lágrimas de amargura y una sonrisa rota eran las que vivían en mi rostro. Me había costado entender que no significaba nada para él, era solo un capricho y un trofeo que usaba para saciar su ego. ¿Dónde había quedado mi dignidad? No me reconocía y sentía vergüenza de mí mismo.

Esa tarde juré que sería la última que viviría como un juguete enjaulado, me recuperaría, y los trozos que había perdido de mi encontraría. Ya no podía seguir de aquella manera, el amor que sentía se había convertido en algo enfermo, que poco a poco me iba contaminando. Ya era momento de purificarme, y afrontar mis consecuencias.

Sus juegos habían dejado de ser divertidos. La arrogancia, violencia y desdén eran las bases de nuestra relación, y aunque sabía que no valía casi nada, si era lo suficientemente valioso para salir de ahí.

Basta. Ya me había cansado.


"Solamente quiero que me liberes"



Distanciarme de Yoongi había sido más difícil de lo que creí, y no eran por mis sentimientos, me había dado cuenta que su presencia ya no tenía el mismo efecto en mí.

Todas las peleas, amenazas y burlas ya no estaban. Mi corazón sentía un poco de tranquilidad, y podía sentir que por fin volvía a pertenecerme.

El año escolar había terminado, y hoy era la noche de graduación. Jennie me había pedido que asistiera, ya que era una de las candidatas a la reina del baile, y según ella debía estar ahí.

Yoongi no había parado de llamarme y enviarme mensajes. Realmente no entendía aquella necesidad que tenía por hacerme daño, yo solo quería amarlo con pureza y verdad, pero cuando se lo dije y le pedí que estuviéramos juntos de manera correcta y sin escondernos, solo se burló de mí.

Y de repente cada uno de sus comentarios invadieron mi mente. Recordándome que lo que haría esa noche, era lo correcto y lo que debí haber hecho hace tanto tiempo.

"Lo nuestro solo es un juego Jimin"

"Somos hombres"

"¿Crees que vales tanto como para estar conmigo?"

"Nunca hubo amor, solo sexo"

"Estoy enamorado de Jennie. Ella es perfecta para mí"

"Eres mi perra. No te conviene dejarme, sabes lo que tengo ¿Qué pensarán tus queridos padres si ven a su hijo saltar como puta sobre mi polla?"

"Nuestro juego es divertido"

Realmente logró manipularme y jugar conmigo a su antojo. Fue dueño de todas mis primeras veces, compartí mis sueños e ilusiones con él. ¿Y todo para qué? Para enseñarme de la manera más cruel el arte que tenía en persuadir y engañar.

Observé mi reflejo en el espejo. Iba vestido con un traje de color negro, solo la camisa sobresalía en blanco. Mi cabello naturalmente rubio, había sido laciado y peinado al lado, dejando al descubierto mi frente. No quise maquillarme, la máscara de mi rostro bastaba, tan solo un poco de bálsamo labial. Mi apariencia era completamente diferente, había seriedad y madurez. Dejando todo rastro de inocencia y diversión en un pasado que enterraría a partir de esta noche.

Sonreí mientras observaba el nombre de Yoongi brillar en el móvil. Ya no lo haría esperar más.

"Sudo por fuera, no estoy bien y tiemblo en el suelo"


La decoración del salón me había gustado mucho. El rojo y el dorado hacían una gran combinación, y la comida y bebidas que servían eran exquisitas.

En cuanto entré fui el foco de atención de todos los presentes. Miradas curiosas, resentidas, y otras quizá burlescas. La verdad, no me importaba que pensaran, no era regla de oro llevar acompañante, y yo quería ir solo.

Me habían nominado para rey del baile y no sé por qué. Yoongi también estaba nominado, y un tal Kim Taehyung también; no me interesaba nada de aquellos recuentos y votos, tampoco me interesaba ser el ganador de aquella tontería. Lo único que quería era una oportunidad, y la vi cuando pude localizar a cierto castaño responsable del equipo de música y efectos visuales.

—Jungkook —lo llamé, el chico me sonrió amigable—. ¿Podrías poner esto cuando te de la señal? —pregunté, mientras le extendía una pequeña memoria USB—. Es una sorpresa para todos —aclaré.

—Como digas Jimin —asintió tomando la memoria y pude sonreír aliviado—. Oh, mucha suerte, espero que ganes —me animó.

Claro que sí ganaría Jungkook.

El resto de la velada la pase probando los diferentes aperitivos y hablando con una que otra persona. En todo momento sentí la mirada penetrante de Yoongi sobre mí, sabía que quería acercarse. Después de todo, habían pasado días sin vernos, y todas las llamadas y mensajes que había estado ignorando, seguramente afectaron su orgullo. Sonreí cuando vi la impotencia que tenía al no poder hablarme. Jennie lo abrazaba posesivamente mientras le besaba, y él como novio perfecto, debía estar con ella.

Víctima de su propio juego y decisiones. Se sentía tan bien descubrir aquello.

—Buenas noches queridos estudiantes. A continuación, daremos inicio a la ceremonia de coronación del rey y la reina del baile.

Una multitud de gritos y aplausos me aturdieron, apenas y la voz del director se escuchó. A la lejanía pude ver a Jennie sonreírme y de verdad que atesoré aquella sonrisa, ya que sería la última que obtendría de ella.

—Y la reina del baile es... —un pequeño silencio—. ¡Kim Jennie!

Subió al escenario ganándose suspiros de la mayoría de los estudiantes. Lucía tan hermosa con aquel vestido rojo, la sonrisa que tenía en su rostro apenas fue coronada no se comparaba ni con la estrella más brillante del firmamento. Kim Jennie era preciosa.

Perdóname bebé.

—Ahora el rey del baile... —otro silencio inundó el lugar—. Por favor demos un aplauso a nuestro rey, ¡Park Jimin!

Vaya... así que había ganado. Los aplausos y gritos iniciaron mientras hacía mi camino al escenario. Recibí la corona con mi rostro imperturbable, y escuché en silencio el pequeño discurso que Jennie tenía para dar. Agradecí ser el último en hablar, ya que lo que diría no sería precisamente breve.

Pocos minutos después el micrófono y la completa atención del público era para mí. Un pequeño suspiro salió de mis labios, mientras veía con determinación a todas aquellas personas que esperaban por mis palabras.

Había llegado la hora... y ya no había marcha atrás.

—Esto es una sorpresa para mí —por fin pude iniciar—. Debo decir que, aunque este fue mi único año aquí, he aprendido más de la vida que en cualquier otro lugar —callé por unos segundos, mi corazón latía fuerte—. Aprendí de la traición, del engaño —escuché los primeros susurros—. Aprendí como unas simples palabras tienen el poder de destruirte hasta dejarte en nada —mi vista se posó en un sorprendido pelinegro—. Min Yoongi —él apretó la mandíbula, su mirada amenazante como siempre. Solo que esta vez, ya no me afectaba—. De él aprendí lo mierda que puede llegar a ser un ser humano...

—Jimin... detente —Jennie me suplicaba.

Pero no lo haría.

—Me destruyó de todas las maneras posibles y jugó con mis sentimientos —nunca retiré mi mirada de la de él—. Aprendió a manipular aquella mente inocente que me pertenecía, y aprovechó el amor que sentí por él —conseguí un jadeo colectivo luego de aquella declaración—. Sí, amé con locura a Min Yoongi y me entregué a él en cuerpo y alma, logrando que me destruyera a tal nivel de creer imposible el volver a construirme —el primer sollozo de Jennie partió mi corazón—. Yo también tuve la culpa, accedí a ser su juguete y medio de satisfacción. Pero, entre el experto y el inocente ¿Quién sabía la verdadera verdad?

—Joven Park —advirtió el director.

—Aun no termino —anuncié con voz firme—. Apenas lo haga, me iré —sonreí ante la rabia que Yoongi dejaba ver—. Él me fue quebrando poco a poco, jugando con cada una de mis inseguridades. Me hizo creer que no merecía nada más allá que las migajas que me daba en aquella sucia habitación cuando me follaba —Jennie apretó mi brazo, aun así, no me detuve—. Impuso un juego con sus reglas, donde solo él era el ganador —sonreí con amargura—. Pero, ¿Qué crees imbécil? —sus ojos se oscurecieron en furia—. Ya me cansé de jugar.

Tomé un profundo suspiro para por fin poder encarar a la única víctima de todo esto. Aquella que había sido mi mejor amiga prácticamente toda mi vida. Aquella que ahora me veía con profunda decepción y dolor.

—No te pediré disculpas, porque sencillamente no las merezco —inicié. Los demás no podían escucharnos ya que no estaba utilizando el micrófono con ella—. Te engañé todo este tiempo con tu novio, y eso no tiene perdón. Traicioné tu confianza y fui una basura —suspiré, sus lágrimas me dolían—. La única excusa que quizá tenga es que yo también me enamoré, y que la astucia le ganó a la inocencia. De lo único que me siento orgulloso es que tuve el valor de decirte la verdad de frente, sin ocultarme más.

No me respondió con palabras, pero la sonrisa rota que me brindó antes de irse del salón me dolió incluso más que las múltiples cachetadas que esperaba de ella.

Nuevamente mi mirada se dirigió al público atento y consternado. Sonreí en alto por dejar caer todas aquellas máscaras que había venido arrastrando conmigo y volteé a ver a Jungkook, quien me veía con pena y sorpresa.

—Esta noche me iré del país —anuncié, sorprendiendo a todos—. No me verán en mucho tiempo, ya que no pienso volver. Y no —me detuve, observando directamente a un consternado Yoongi—. No me voy por ti, no te creas tanto —usé sus mismas palabras—. Simplemente se me había presentado la oportunidad de estudiar lo que me apasiona, y no la había tomado por mis mismas inseguridades —él bajó la mirada—. Gracias a todos, les aseguro que no olvidaré a ninguno. Yoongi... —sus ojos se encontraron con los míos, y debo admitir que me sorprendió ver lágrimas en ellos—. No te podré olvidar, aunque hubiese deseado que en mis recuerdos vivieses de otra manera. Este regalo, es mi carta de despedida. Jungkook —el nombrado asintió—. Reprodúcelo.

A los pocos segundos gemidos inundaron el lugar robando un grito colectivo por lo que la gran pantalla mostraba. El rostro de Yoongi estaba pálido, cuando sus ojos temerosos vieron aquel prohibido video con el que me había amenazado tanto.

Tomé la corona que yacía en mi cabeza, y antes de irme la dejé caer frente a todos. Ya había arrancado cada mentira incrustada en mi interior. Ahora, por fin me sentía libre.

Caminé con la frente en alto hasta la salida, sintiendo cada una de las miradas de los presentes en mí y con mis gemidos de fondo. El auto que me llevaría al aeropuerto ya estaba esperando; pero antes de poder subirme, una mano que conocía tan bien sujetó mi brazo.

—Ya dije todo lo que tenía para ti —le dije sin flaquear.

Sus ojos estaban sumamente irritados con lágrimas secas adornándolos, y sus manos temblaban mientras mordía con insistencia su labio inferior. Nunca lo había visto tan destruido, vulnerable y débil, y fue en ese momento cuando me vi reflejado en él. Con todo el dolor y la amargura presentes.

—N-no te vayas... —susurró, sus ojos convertidos en la más pura súplica—. Por favor Minnie...

—Jimin —corregí con dureza, el asintió cabizbajo.

—Jimin —repitió—. Perdóname por todo lo que te hice, merezco todo el dolor que estoy sintiendo, pero por favor... no me dejes. Puedo soportar cualquier cosa, menos perderte.

Sonreí con dolor. —Ya me perdiste.

Estando a punto de entrar al auto, él gritó aquellas palabras que tanto había deseado escuchar en el pasado. Palabras que ahora, me producían nada.

—¡TE AMO JODER!

Me di la vuelta y le observé una última vez.

—Me cansé Yoongi.

Subí por fin y sin ver atrás me largué de ahí. En Corea quedaba mi pasado, aquel que había enterrado, pero que no podría olvidar.


"Y no digas que no te quise, porque traté de entenderte hasta cuando me lastimaste"



El tiempo. Algo que no podemos ver, pero que está ahí. Muchas personas me dijeron que el tiempo lo cura todo, que con el tiempo el dolor pasará, que no hay nada que el tiempo no pueda vencer.

Han pasado siete años. Ahora mi hogar es Londres, aquí construí una nueva vida y aprendí a dejar ir. No quise olvidar, tampoco pude hacerlo porque lo intenté. Lo que sí hice fue sanar cada una de las heridas de mi pasado.

El tiempo, no sana. Lo único que hace es darte una oportunidad para el cambio.

Me dediqué a reconstruirme y a explorarme. Me conocí, me acepté con todas las virtudes. Y todos aquellos defectos que tanto me llenaron de inseguridad en el pasado... bueno, logré amarlos más.

Me permití amar, y no me arrepiento cuando duermo y despierto en los cálidos brazos de un hombre maravilloso, que supo entenderme, supo cuidarme. Estuvo ahí sosteniéndome en mis momentos de debilidad, que celebró conmigo cada uno de mis triunfos. Pero que sobretodo, ha sabido amarme de manera pura y sincera.

El recuerdo de Yoongi aún permanece en mi mente. Sin embargo, solo está ahí, como una prueba más de todo lo que he superado.

Ahora, con veinticinco años, felizmente casado y enamorado es que puedo sonreír como nunca antes lo había hecho. El amor que ahora siento es tan fuerte, que a veces temo traspase mi pecho.

Y es que lo amo... lo amo tanto, que me es irreal sentir todo esto.

De repente siento como unos brazos rodean mi cintura, y no puedo evitar sonreír como enamorado al sentir aquella fragancia que tanto me tranquiliza y encanta.

—Estás aquí —susurro, mientras acaricio sus manos. Me estremezco al sentir sus cálidos labios besando mi cuello.

—No podría dejarte en nuestra noche especial amor —me sonríe y otro beso me es otorgado con suma delicadeza en mi frente.

—Pero tenías trabajo —le dije, haciendo uno de los pucheros que tanto amaba.

—Mi esposo vale más que cualquier trabajo y cosa —me sostuvo entre sus brazos—. Jimin, tú eres mi todo —confesó mientras en mis manos dejaba una bolsa de tamaño mediano.

—¿Y esto? —pregunto extrañado, él solo se encoge de hombros sonriente.

Abro la bolsa y dentro de ella encuentro un libro de color rojo vino con los bordes dorados. Mis ojos se llenan de lágrimas al contemplar el título, sabiendo desde ese preciso momento que ha sido escrito para mí.

—Feliz aniversario amor —susurra, limpiando con ternura cada una de mis lágrimas.

Y mi corazón cae enamorado una vez más, mientras soy abrazado por aquel hombre que me salvó en mis días de tormento, sintiéndome amado mientras veía aquel precioso libro con mi historia dentro.

INDELEBLE.
By: Min Agust.

Para mi amado esposo y razón de existir.




























Este es mi primer one shot y realmente espero que les haya gustado. 😭

11,396 palabras. Lo hice largo y lamento eso, pero por más y más que escribía, nada me convencía. 🥺

¿Qué les pareció? Por favor déjenme saber. 🥰

Si tienen alguna duda, también déjenme saber. ❤️

Ustedes decidirán si quieren que haga otro one shot contando la historia de cómo Jimin y Agust se conocen. Siguiendo el hilo de éste. Si les parece bien la idea me dicen ☺️

Nota actualizada: el segundo libro de esta trilogía ya está disponible en mi perfil. Se llama Inefable. ❤️

Los amo mucho familia Yoon~❤️






YOONGLH🥀

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