Capítulo 11:

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Bajo de mi auto mientras observó el gran edificio que se encuentra frente a mí. Es realmente muy grande, digamos que las Empresa Anderson es igual de grande que el ego de mi esposa.

Agarro el sobre que él me pidió que lo trajera debido a que lo dejo en nuestra casa. Respiro hondo antes de entrar a la empresa.

— Buenos días señora Anderson, desea algo de tomar. ¿Qué necesita? — dice la recepcionista con una enorme sonrisa.

— Buenos días y gracias por el ofrecimiento, pero solo vengo para traerle unos documentos a James — ella asiente sin dejar de sonreír. Okey eso debería darme escalofríos.

— Está en su oficina él acaba de salir de una reunión. Usted no necesita que la anuncie — me responde y asiento.

Llego al ascensor y presiono el botón del último nivel. La verdad es que siento pesar por las personas que trabajan para James, no es que él sea malo. Pero es agotador trabajar con alguien con un temperamento tan frío y controlador como él. Además de ser tan exigente.

Abro la puerta y me sorprendo al ver a mi hermana en la oficina. James está sentado en su silla mientras ella lo mira de pie.

— Hola hermana — digo y ella me sonríe levemente. Al parecer James estaba discutiendo con ella. Supongo que por cosas del trabajo.

— Cariño que bueno que llegaste. Mayela déjanos solos y que no volvamos a perder un posible socio por tu culpa y el mal manejo de tiempo que tienes con todo lo que te ordeno — él la regaña y ella asiente asustada. Lo sé, por la forma en que lo mira.

— James, no tienes porque hablarle así. Es mi hermana — le recuerdo y él se levanta de la silla para acomodar su traje.

— Aquí no es tu hermana, es solo una empleada como las demás. No puedo tener preferencias con ella no es justo para mis demás empleados. Así que te pido que no intervengas con mi trato al personal. ¿Entendido? — dice y voy cuestionarle.

— Hermana, está bien él tiene razón además fue un error mío — ella interrumpe mis palabras y solo me dedico asentir — Los dejo me iré a trabajar — especula antes de irse dejándonos solos.

— Aquí tienes lo que me pediste — le entrego el sobre y él lo agarra para ponerlo sobre el escritorio.

— Gracias cariño, supongo que ahora irás a la universidad — dice con mala cara.

— Así es no tuve la primera clase, pero tendré que ir a coger la otra. Tranquilo hoy solo tengo una clase, no tienes que preocuparte — digo exasperada mientras él camina sigilosamente alrededor de mí.

Siento su mano posarse en mi cintura y sin previo aviso me da la vuelta con fuerza para pegar su pecho con el mío.

— James, tengo que irme —me excuso para tratar de irme.

— Shhh — ronronea contra mi oído de manera seductora. Cierro mis ojos para tratar de pensar otra manera en la que pueda escaparme de está escena.

— Alguien podría entrar mejor dejémoslo para otro momento — trato de irme, pero él me toma con fuerza para que no me mueva. Lo siento subirme al escritorio y se pone entremedio de mis piernas separándolas por completo — James.

— Shhhh, nadie entrará. Les tengo prohibido que alguien pase sin anunciarse. Si alguien entra sin ser anunciado lo despido así de fácil — dice como si nada.

— Yo pase sin ser anunciada — cuestionó y él sonríe.

— Tú eres mi esposa — me recuerda y suspiro. Lo siento besar mi cuello de manera posesiva y necesitada.

Quiero alejarlo, no quiero estar con él. No es el momento para hacerlo. Es muy incómodo para mí hacerlo en un lugar así de hecho sería la primera vez lo haría en este lugar.

Y si fuera Damián, me reclama mi subconsciente.

Tengo que dejar de pensar tanto, James es mi esposo y yo siempre le he cumplido como mujer. No entiendo que me está pasando.

La mano de James acaricia mi muslo derecho mientras la otra me toma del cabello para levantar mi cabeza y el tener un ángulo mejor para besar mi cuello. Comienza a bajar a mis senos y cierro mis ojos para adaptarme a la situación.

Toma mis labios con fuerza y los besa apasionado. Se aleja al ver que no correspondo a su sentimiento y sus ojos muestras enojo.

Tiene razón de enojarse.

Cierro mis ojos y de repente el recuerdo de aquel beso entre Damián y yo vuelve a mí. Esa sensación que me provocó aquel beso volvió a mí de tan solo recordarlo. ¿Qué estaba haciendo ese hombre prohibido de mí?

Yo tengo que matar cualquier cosa que ese hombre esté haciéndome y tengo que detenerlo ya, antes de que sea demasiado tarde.

Sin pensarlo más beso a James, dejo su lengua entrar a mi boca. Trato de hundirme en aquel sentimiento. Busco en él las sensaciones que yo sentí con Damián.

James es mi esposo él sí debe provocarme esas cosas. Siento como intenta desabrochar mi pantalón y en ese momento despierto. Me alejo de él sintiéndome culpable.

No puedo creer que lo utilice para buscar emociones que otro me provoca. Soy la peor de las mujeres.

— Kylie — gruñe James.

— Tengo que irme, luego seguimos — le pido al verlo agitado.

Antes de que continúe protestando salgo de la oficina. Escucho su gruñido antes de cerrar la puerta. Busco a mi hermana en su escritorio, pero no está.

Arreglo mi cabello y ropa para salir lo más rápido de allí.


Respiro hondo para tranquilizarme, observó la oficina de Damián. Okey, calma Kylie. Solo debes mantener la cabeza fría. Sé que tengo que hablar con él como la mujer adulta que soy.

Bueno no es que sea una vieja apenas tengo veintidós años, pero sería una adolescente si me la pasara huyendo de él para evadir el tema de aquel suceso lamentable.

Sí, fue un suceso lamentable. Por qué bajo ningún motivo o circunstancia debe volver a suceder.

— Vamos, yo puedo — me aliento a mí misma y abro la puerta sin si quiera tocarla.

Me quedo estática al ver como Rachel besa a Damián. Siento algo dentro de mí encogerse y un frío recorrer mi cuerpo. Se están besando.

— Lo siento — digo interrumpiéndolos. ¿Por qué no me quede callada? ¿Por qué simplemente no me fui y los dejaba terminar su número romántico?

— Oh por Dios, Kylie, discúlpanos es que no sabía estabas ahí — se disculpa sofocada y solo me dedico a ver a Damián. Quién se encuentra aturdido y quizás confundido. Su rostro lo delata.

— No se preocupen, yo entre sin tocar la puerta — digo y ella sonríe.

— Sé que esto no es ético, pero te lo voy a decir sé que puedes guardarnos el secreto — me pide y trato de sonreír.

— ¿A qué te refieres exactamente? — pregunto intentado descifrar cuál es su secreto.

— Apenas hace unos días Damián y yo comenzamos una relación — confiesa y siento como si me cayera un balde de agua fría.

Están juntos.

Yo ayer lo besé. Él me correspondió el beso.

Esto cada vez se vuelve peor, cada segundo qué pasa más personas pueden salir heridas debido a lo que sea que esté pasando en mi interior. Esto tiene que terminar, ¿Pero cómo se puede terminar algo que nunca inició?

— Los felicitó — hablo intento mostrar que no me ha afectado.

— Rachel, déjanos solos. Tengo que hablar con la señora Anderson sobre las clases de ayuda que le he estado dando para que se ponga al corriente con lo demás alumnos — se excusa Damián, porque sé perfectamente lo que quiere hablar.

— Está bien cielo, hablamos luego te veo en la tarde — dice ella, así que se van a ver en la tarde. Rachel da un beso nuevamente y desvió mi vista para no verlos — Gracias Kylie, luego hablamos y te pido nos guardes el secreto hasta decidamos hacerlo público — me pide nuevamente y asiento.

Ella sale con una sonrisa y yo me limito a mantener la cabeza fría. Debo ser distante, segura y muy directa aunque eso signifique mentirme a mí misma.

— Leí tu mensaje de anoche. Dijiste que teníamos que hablar urgente y tienes razón — digo lo más fría que puedo.

— ¿Por qué no me lo respondiste? — pregunta y bufo.

— Estaba con mi esposo — respondo y él se acerca un poco.

— Entiendo, en fin tenemos que hablar sobre lo qué pasó ayer. Aquí en está oficina — dice analizándome.

— No te preocupes — aseveró y él frunce el ceño — Lo qué pasó en este lugar, no debió suceder nunca — le aclaró y él da dos pasos hacia el frente.

— ¿Segura? — pregunta. Aprieto mis puños para controlarme.

— Completamente — miento y me acerco a él para demostrarle que no provoca nada en mí. Quiero convencerlo de que fue un momento de debilidad.

— Tu rostro no dice lo mismo — admite mientras me analiza.

— Te estoy hablando enserio, nos tenemos que olvidar de lo qué pasó — le aseguro y él carraspea.

— Y esto es en honor a su esposo — sus palabras me toman por sorpresa.

— Sí a mi esposo y no solo a él también a Rachel que es una buena mujer. Ellos no merecen lo que le estamos haciendo — digo y él desvía su vista. Él también sabe que esto está mal.

— Crees que no lo sé — admite desesperado.

— Siento mucho haberte confundido al besarte. Pero no te preocupes no volverá a suceder — concluyo y él sonríe, pero la sonrisa no le llegó a los ojos. Lo que significa que esa sonrisa es falsa.

— Pues lamentó decirte que tu disculpa llego un poco tarde, por que ya estoy confundido. Todo lo que haces me confunde — confiesa alterado.

— ¿Yo te confundo? — digo confundida.

— Sí y sabes por qué — cuestiona y niego.

— ¿Por qué? — se queda unos segundos viéndome.

— Por esto — susurra sobre mis labios antes de besarme. Correspondo de inmediato, toda esa barrera de distancia que había puesto se cayó.

Envuelvo mis manos en su cabello mientras él toma mis mejillas. Es un beso apasionado. Nuestros labios quedan a la perfección. Siento mi cuerpo temblar en sus brazos y un calor abrazarme.

Estoy apunto de quedarme sin aire y me separo un poco. Con sus pulgares acaricia mis mejilla y cierro mis ojos disfrutando la sensación que tan solo un beso suyo ocasiona en mí.

— No — digo alejándome — ¿Por qué haces esto? — preguntó cansada, no quiero besarlo, no quiero cometer más errores.

No quiero seguir traicionado a James, por que sea lo sea es mi esposo.

— Para que dejes de fingir y hablemos como dos personas adultas. Aquí no podemos, tenemos que vernos en otro lugar — niego, no puedo verlo en otro lugar. Escribe algo en un papel y me lo entrega — Voy a esperarte y si no vas voy a tomar eso como una señal de que fui yo quién confundió las cosas. Es tu última oportunidad para aclarar las cosas — admite y siento algo invadirme.

Miedo.

¿Miedo, a qué?





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