Capítulo 14:

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Camino despacio para llegar a la cama, dos días en el hospital me agotaron. No he podido ir a la universidad, pero afortunadamente los profesores me han mandado los trabajos por internet.

Debido a que mis faltas fueron por un caso real de emergencia. Acomodo mi sudadera color negro y quito mi abrigo del mismo color de la sudadera quedando en una camisa blanca de tirantes.

— No te acomodes cariño, te irás a casa de mi madre — dice James entrando por la puerta.

Lo veo sacar mi maleta del armario y ponerla sobre la cama. Frunzo el ceño no acabo de llegar y ya me está haciendo enojar.

— ¿Por qué? Estoy bien aquí en mi casa — asevero tratando de mantener la calma.

— Tengo que hacer un viaje de negocios — dice como si nada, lo veo echar ropa mía en la maleta y me levanto.

— No voy a ningún lado, está es mi casa James.

— Tengo que ir a Miami, no sé cuánto tiempo me tarde. Pero no vas a quedarte aquí, siempre que viajo te dejo con mi madre ¿Cuál es el problema ahora? — pregunta.

— El problema es que no quiero ir, estoy bien aquí en mi casa. Aquí no va a pasarme nada. ¿Qué es lo que quieres? Que vuelva a alterarme para que pierda al bebé — digo enojada.

— No digas eso ni en broma —gruñe molesto.

— Pues eso es lo que estás provocando con tu actitud. Déjame estar aquí, tranquila, en paz. Que no puedes complacerme aunque sea por está vez. Siempre tengo que hacer lo que dices y después te quejas de por qué me muestro distante contigo — confieso y él se queda viéndome unos segundos.

— No me manipules — habla molesto.

— No te estoy manipulando, solo te estoy pidiendo que al menos por está vez me dejes tomar la decisión de quedarme — él suspira exasperado.

— Mujer, me estás volviendo loco — admite rascándose la barba.

Sus ojos verdes me observan como si estuvieran leyéndome por dentro. Me remuevo incómoda por su mirada es como si también quisiera poseer mi interior.

— Está bien, solo por está vez. Lo voy hacer porque estás convaleciente. No quiero que te alteres, pero eso no significa que harás lo que se te pegue la gana. Estaré al pendiente de ti, te estaré llamando y siempre quiero que me respondas. Si no me respondes o noto algo extraño hablare con mi madre para que venga por ti y te lleve con ella sin protestar — me advierte y asiento complacida.

— Bien — cierra la maleta de mala gana. Se acerca a mí y me hecho hacia atrás — Espero que cuando vuelva, me recibas feliz y con muchas ganas de estar conmigo. Eres mi mujer y extraño tu piel — confiesa pasando su nariz por mi cabello. Me recuerda el hecho de que hace días que no permito que me toque.

Desvío mi vista, pero él toma mi mentón y estampa sus labios sobre los míos. Me besa con fuerza obligándome a responderle.

— Te amo — susurra.

— Señor — aparece un empleada y lo agradezco.

— ¡Qué! — gruñe él provocando que brinque del susto.

— Las señora Abby y la señorita Mayela están en el living — nos informa y abro mis ojos. No sabía que estaban aquí.

— Supongo que tu hermana quiere irse conmigo — dice como si eso le molestara.

— Y qué importa, ella es tu secretaria. Es obvio que viaje contigo, si de verdad es un problema grave es buena idea que vaya — intervengo y él bufa. Lo veo sacar su maleta y comenzar a arreglarla.

— Yo la preparó — digo y él niega.

— Atiende a tu madre y a Mayela. Yo me encargo de esto — responde a la defensiva. Está molesto, no sé si es conmigo o con él problema por el que está atravesando la empresa.

Decido dejarlo solo y caminar hasta el living. Bajo las escaleras despacio y sonrío al ver a mi madre. Ella me abraza y al igual mi hermana.

— ¿Dónde está James? — pregunta ella sonriendo.

— Esta arriba preparando su maleta.

— Pero hija, eres su esposa por qué no se la preparaste — dice mi madre.

— Lo intente, pero no quiso — digo y ella asiente.

— Bueno, eso debe ser por que como acabas de salir del hospital quiere cuidarte — ruedo mis ojos. Mi mamá siempre defendiéndolo, buscando el lado  positivo a los actos de James.

— Si tú lo dices mamá — me limito a responder.

— Oye Kylie, prometo cuidar a tu esposo de todas las lagartonas que quieran robártelo — comenta Mayela y sonrío.

Si supiera que eso es lo menos que me importa. No tengo derecho a juzgarlo, porque yo estoy traicionándolo de una de las peores maneras.

— Oye hija, no te vas con Sonia — dice mi mamá.

— No, esta vez James me dejo quedarme aquí.

— Te quedarás sola — especula mi mamá asombrada.

— Estaré bien, además me hará bien estar sola. Así me cuido mejor y descanso — admito y ella acaricia mi mejilla.

Escucho a James bajar por las escaleras mientras va hablando por celular. Desvío mi vista agobiada de tantas cosas que tengo en mente.

— Paola, ve por mi maleta y llévala al auto — ordeno James. — Tenemos que irnos de inmediato — gruñe llegando hasta a mí — Ya sabes lo que te dije cariño, nada de locuras y me mantendré al pendiente de ti — concluyó para besar mis labios.

— Bueno ya vamos — interrumpe mi hermana — Es que vamos tarde — dice ella y asiento. Frunzo el ceño al ver a James tan tenso y enojado — Abby, le pido cuide de mi amada esposa.

— Claro que sí, cuídate — responde mi mamá. Caminamos hasta afuera para ver como James y Mayela suben al auto y el chofer guarda sus maletas. El portón se abre y el auto sale de inmediato. — Vamos hija, me quedaré a pasar la tarde contigo. Iré un momento a la cocina a ver qué preparan para la cena — dice mi mamá y asiento. Cerramos la puerta y caminamos por al enorme mansión.

Suena mi celular y lo saco del bolsillo ella me sonríe. Abro mis ojos al ver el número de Damián en mi celular. Es él.

— Mamá es algo de la universidad, es una compañera qué tal  si te adelantas — digo y ella asiente.

— Te espero hija — responde de camino a la cocina.

Me alejo al despacho para que nadie logre escuchar mi llamada. Descuelgo la llamada y nerviosa lo llevo a mi oído.

— Hola.

— Pensé que no ibas a responder — responde él.

— ¿Qué sucede? ¿Por qué me llamas? — preguntó curiosa. Me siento en el escritorio y lo escucha suspirar.

— Quería saber cómo estabas, acaso es un delito preocuparme por ti.

— Pues en este caso si lo es, es un delito que me llames y es un pecado el hecho de que te responda. Pero sabes, no me importa — confieso por primera vez.

— Quisiera verte.

— No es posible, no podemos. Esto es muy arriesgado — le recuerdo y se hace un silencio incómodo.

— Entiendo.

— Tengo que colgar — digo con pesar.

— Espera, ¿Cuando puedo verte? Me refiero fuera de la universidad — siento mi corazón saltar de emoción no sé por qué. No puede ser que esa simple pregunta me haya emocionado.

— No lo sé, es complicado — le recuerdo.

— Está bien, ni modo. Tengo que conformarme con escucharte — lo escucho reírse y sonrío.

— ¿Dónde estas? — pregunto curiosa.

— Estoy en una propiedad que tengo a las afueras de la ciudad. Hoy me tocaba venir a ver qué todo estuviera en orden por que estoy pensando en venderla. Por eso estoy acá — siento mi celular vibrar y veo el mensaje.

Es la localización en la que se encuentra.

— ¿Y hasta cuando estás allá? — pregunto.

— Hija, ¿Dónde estas? — escucho la voz de mi mamá.

— Damián, tengo que colgar.

— Estaré hasta mañana, así que ni modo nos veremos en la universidad — gruñe.

— Gracias por llamarme, la verdad me haces mucho bien. — admito con una leve sonrisa.

Cuelgo la llamada y camino hasta la sala. Mi mamá me observa asustada, al parecer se preocupó al no verme.

— Kylie, me asustaste — dice y sonrío.

— Estoy bien, ahora vamos a cenar.

Camino con ella hacia la mesa y me siento a comer con ella. Toda la comida estuvo deliciosa y después de unas horas mi mamá se fue en taxi. Le pedí se quedara, pero no quiso; dijo que se sentía mejor en su casa y que no tenía ropa para dormir aquí.

Le insiste, pero con una sonrisa me dijo que no me preocupara.

Luego de eso me di un baño relajante y decidí acostarme. Me remuevo de un lado a otro en la cama. Gruño molesta al no poder dormir.

Veo la luz de la luna entrar por la ventana a mi habitación. Gracias a eso tengo claridad en mi habitación sin necesidad de tener la luz encendida.

"Quiero verte"

Sus palabras llegan a mi mente. Yo también quiero verlo. Si no estuviera tan alejado de la ciudad quizás podría verlo o tal vez sería más conveniente ir a un lugar tan alejado o tal vez sería mejor esperar a mañana.

O tal vez son demasiados tal vez.

Detengo el auto frente a la localización que Damián me mando por mensaje cuando estábamos hablando. Ya es de noche, si James se entera que estoy a estas horas en la calle pondría el grito en el cielo.

¿Por qué estoy aquí? Bien pude haberme quedado en casa a tratar de dormir, pero no lo hice y ahora aquí estoy. Frente un lugar desconocido y a está hora de la noche. Ni si quiera me arregle, solo me puse otra sudadera, pero está es color gris oscuro. Además debido al frío que hace está muy buena y cómoda.

Estoy nerviosa, ansiosa e indecisa. ¿Estaré haciendo bien en venir aquí? y sobre todo sin avisar.

Me armo de valor y salgo del auto. Echo las llaves en mi bolso y camino hasta la casa. Es hermosa, pero es un poco más pequeña que la que él tiene en la ciudad.

Está es más hogareña, más acogedora y más al ver que tiene algunos lugares hechos con madera. Me detengo frente a la puerta. Respiro hondo y llevo mi mano al timbre.

"Eres mía Kylie, quiero poseerte, y que solo me ames a mí"

Recuerdo las palabras de James y siento como los bellos de mi piel se erizan. ¿Qué sería capaz de hacerle a Damián?

Remuevo mi cabeza de esos pensamientos, no quiero pensar. Solo quiero hacer lo que dicta mi interior. Quiero ocuparme de mí y de lo que yo quiero.

Me doy la vuelta y bajo el primer escalón del pórtico dispuesta a irme. Cierro mis ojos analizando mis opciones. Irme sería lo correcto y quedarme sería el inicio de muchos problemas.

— ¿Qué hago? — me pregunto a mí misma.

Ladeo mi rostro y sin pensarlo presiono el timbre. La puerta se abre y me quedo estática viéndolo.

¿Esto es lo que quiero?







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