Capítulo 17:

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

Presiono el timbre mientras espero frente a la puerta. Me pareció extraño no verlo hoy en la universidad, pero supongo que estuvo en el hospital que trabaja cuando se lo solicitan. En fin, ayer por medio de mensaje me pidió que nos viéramos hoy y aquí estoy. Ignore su mensaje, pero a pesar de eso estoy aquí.

En el pórtico de su mansión arriesgándome a que alguien pueda reconocerme. Al menos se me ocurrió traerme mis lentes oscuros. Aunque a decir verdad no es un gran disfraz.

—Buenas tardes señorita, ¿Qué se le ofrece?—pregunta una empleada y le sonrío incómoda.

—Buenas tardes, ¿Está Damián?—respondo y ella asiente.

—Pase, ya le informó al señor que usted está aquí.—me hace pasar al living.—¿Cuál es su nombre señorita?—dice y carraspeo.

—No es necesario, yo puedo ir a buscarlo. Tenga por seguro que mi visita va a alegrarlo.—sonríe de manera fugaz. Al parecer tomo mi comentario de que voy ha alegrarlo por otro lado. 

—Es que no quiero meterme en problemas con el señor.—admite y me acerco a ella.

—No se meterá en problemas, lo prometo.—le aseguro y ella suspira.

—Está en su despacho,es por este pasillo la segunda puerta a la izquierda.—señala la dirección y asiento.

—Gracias.—le agradezco y me dirijo por el pasillo. Abro la puerta sin pedir permiso y me lo encuentro de espaldas a mí y hablando por teléfono.

—Tranquila Rachel.—ruedo mis ojos, ella siempre está entre nosotros.—Todo estará bien. Yo fui está mañana al hospital e hice lo que pude. Él se va a recuperar.—abro mis ojos así que fue al hospital por ella. A veces pienso que él siente por ella algo más de lo que dice.

Vamos Kylie, compórtate a la altura. Él puede tener las amigas que quiera nosotros dos no tenemos algo serio. Me repite mi subconsciente.

—Claro que sí.—gruño al darme cuenta que aún no se ha percatado de mi presencia.—Te veo luego.—se despide y cuelga.

—Wow, pensé que nunca terminarían de hablar.—ironizó y él se da la vuelta. Por fin se ha percatado de mi presencia.

—Kylie, no pensé que vinieras. Como dijiste que querías mantenerte un poco distante para que nadie sospeche.

—Así es, pero aquí estoy. Qué quieres que me vaya para seguir platicando con tu amiga, novia ¿No sé? Prometida ¿tal vez?—me odio a mí misma por decir esas palabras.

Una sonrisa divertida aparece en sus labios y lo detesto por eso. Él está disfrutando el verme así. Deja el teléfono a un lado y se acerca unos pasos hacia mí.

Introduce las manos en sus bolsillo y arquea sus cejas.

—Dijiste que nunca estarías celosa, ¿Qué te hizo cambiar de opinión?—dice y trago grueso.

—No estoy celosa, solo estoy asqueada de tener que compartir saliva con otra mujer.—su rostro se vuelve serio.

—Y yo con otro hombre.—me recuerda y algo se oprime en mi pecho.

—Tienes razón lo siento.

—No discúlpame tú a mí no debí decirte eso.—se disculpa y niego. Quito mis lentes y los dejo aún lado.

—Es la verdad. No tenemos porque tapar el sol con un dedo. Está situación cada vez se vuelve más complicada. Jamás pensé en estar en una situación así, sabes pienso que Maluma se inspiró en nuestra historia para escribir la canción de felices los cuatro.

—Todo lo que estás diciendo no es más que miedo Kylie. Un miedo que te paraliza y lo entiendo. Pero quiero que sepas que no voy a permitir que algo te suceda.—confiesa tomando mi mentón con su pulgar.

—Si entiendo que quieras protegerme por el bebé.—¿Lo pensé o lo dije?

—No solo por el bebé, también me preocupo por ti Kylie. En fin, me gusta que te pongas celosa.

—Eres un...

—¿Un qué?—pregunta con voz ronca mientras rodea mi cintura con sus fuertes brazos.

—Un pecado difícil de olvidar.—digo nerviosa entre sus brazos. Rozo mi nariz con la suya y muevo mi muslo con brusquedad sobre su erección.

—Te necesito.—gruñe tomando mis labios con posesión. 

Beso sus labios con la misma intensidad que él. Sus labios y los míos están perfectamente sincronizados al igual que nuestras lenguas.

Desabrocho su camisa de botones mientras Damián suelta el amarre de mi vestido. Siento sus manos recorrer mis muslos hasta subirme sobre el escritorio.

Beso su cuello y bajo mis labios dejando un recorrido de besos desde su cuello, seguido su clavícula y por consiguiente su pecho.

Le ayudo a desabrochar su pantalón mientras Damián besa mi cuello. Él es apasionado, pero al mismo tiempo delicado. Es un combinación perfecta.

Él termina de quitárselos y los deja en el suelo junto a mi vestido. Pasa sus labios por mis hombros mientras baja el tirante de mi sostén. Sin perder el tiempo le ayudo a quitarlo y él me inclina hacia atrás.

Lo necesito, quiero ser suya nuevamente. Estoy loca.

Arqueo mi espalda y suelto un gemido cuando siento sus labios sobre mis bragas. Sin darme cuenta aviento todo lo que estaba en el escritorio al suelo. Espero que nadie entre al despacho.

Comienza a bajar mis bragas mientras sube sus labios por mi vientre hasta llegar al valle de mis senos. Envuelvo mis manos en su cabello mientras disfruto la sensación que crea en mí el tener sus labios sobre mis senos.

Los besa con delicadeza y se toma el tiempo en cada uno. Muerde levemente mi mentón y conecta con mis ojos.

—Alguien puede escucharte.—dice con voz ronca. Asiento preparada para aguantar lo más que pueda mis gemidos.

Muerdo mi labio inferior al sentir sus labios sobre mi parte baja. Mi vientre se contrae mientras con mi mano aprieto uno de mis senos. Se queda unos largos segundos sobre mi parte sensible.

Me siento sin que él lo indique y lo escucho gruñir. Pero no me importa, atraigo sus labios a los míos y lo beso. Es un beso desesperado y lleno de pasión. Siento como me levanta un poco para dejarme en el borde del escritorio.

Inclino mi cabeza hacia atrás cuando lo siento entrar en mí fácilmente. Envuelve sus manos en mi cabello para atraerme hacia él. Me besa y ambos gruñimos de placer en medio del beso.

Me siento a punto de tocar el cielo, espasmos recorren mi cuerpo y mi vientre se contrae varias veces antes de sentir el orgasmo. Gimo sin poder evitarlo, se mueve varias veces más dentro de mí y ambos gemimos sin pudor alguno. Siento su líquido entrar y suspiro cansada. Sale de manera delicada de mi cuerpo.

Siento mi cuerpo exhausto y me dejo caer sobre su pecho. Damián me abraza y da un  beso tierno en mi nuca. Me envuelvo en sus brazos sintiéndome feliz entre sus brazos.

—Damián.

—¿Eh?— deshace el abrazo para mirarme.

—Nada.

—Dime—insiste tomando mi mentón para que lo vea.

—Tengo miedo.—frunce el ceño.

—¿A qué?—pregunta.

—A que te vayas y me dejes con todo este lío sola.—admito tomándolo por sorpresa.—Tú entraste en mi vida de improvisto y sin que yo te lo pidiera. No quiero que te vayas como si nunca hubiera pasado algo entre nosotros.

—No iré a ningún lado. No soy de las personas que huye, cuando tomo una decisión la acepto sabiendo lo malo y lo bueno que puede pasar. ¿Entiendes?—asiento más tranquila ante sus palabras.

Siento sus labios sobre los míos y correspondo con un delicado beso.

—No quiero que hablemos de problemas ahora.—estoy de acuerdo con él.—¿Puedes quedarte a cenar?—pregunta.

—Damián, no puedo llegar muy tarde a la casa.—le recuerdo, aunque James esté de viaje no puedo darme el lujo de levantar sospechas.

—No te preocupes, le digo a Dominga que adelante la cena para ahora.—responde y sin pensarlo mucho asiento.


Cierro la puerta he introduzco las llaves del auto en mi bolso. Apenas empezó a anochecer, si James estuviera aquí estaría con el grito en el cielo.

—¿Dónde estabas?—lo llame con la mente. Me doy la vuelta y abro mis ojos sorprendida al verlo sentado en el sofá. Trae su pijama puesta y una ligera sonrisa en sus labios.

¿Esa sonrisa debería preocuparme? Tengo que disimular si no quiero que se de cuenta.

—Dónde más, en la universidad.—me encojo de hombros sin darle importancia.

—A está hora.—dice viendo su reloj.—Cariño, deberías contarme una excusa mejor ¿No crees?—se levanta del sofá.

—No me dejaste terminar.—le aclaro y él arquea sus cejas.—Estaba en casa de una compañera de la universidad, teníamos un trabajo que hacer juntas y pues ya salimos de eso.—el asiente.

—Una amiga, bien entonces dame el nombre y su número. Si es tú amiga es recomendable yo tenga su número.

—Ni lo sueñes, no voy a darte el número de ella. Eres mi esposo y no está bien.—intento fingir celos.—En fin, ¿Cómo te fue en la empresa de Miami? —pregunto fingiendo interés en el tema.

—Bien, alguien intentó dañar el contrato de negocios que tengo allá. Están averiguando quién fue el responsable.—me informa.—Pero de todos modos no quiero hablar de trabajo. Te extrañe.—me asegura besándome por sorpresa.

Aprieto mis puños para detener mi instinto de alejarlo. Es solo un beso, me repito una y otra vez.

—Hermana.— me separo de inmediato al ver a mi hermana bajar las escaleras. Ella también se encuentra en pijamas.

—Mayela ¿Qué haces aquí?—pregunto confundida.

—Bueno acabamos de llegar del aeropuerto y le insistí a tu esposo que me dejara quedarme al menos por esta noche, estamos muy agotados no tienes idea de todo lo que tuvimos que hacer en Miami.

—Ya me contarás después, ahora iré a ducharme.—me excuso y subo las escaleras. Llego a la habitación y saco mi celular. Lo enciendo y entro a configuración para ponerle password.

Listo.

Me levanto de la cama y busco mi pijama. Siento como abren la puerta y sé que es James. Estos dos días sin tenerlo a él detrás de mí pidiéndome sexo fueron los mejores.

—Te extrañe mucho sabes.—susurró detrás de mí. Pasó sus labios por mi oreja y sin pensarlo me alejo.

—Deberías dormir, debes estar cansado.—le recuerdo y él sonríe.

—No me digas lo que tengo que hacer, yo sé perfectamente lo que quiero y te quiero a ti.—toma mis mejillas y estampa sus labios sobre los míos.

—James, voy a ducharme. Estoy cansada de verdad el trabajo estuvo súper pesado.—miento cínicamente, soy una zorra.

—Dijiste que la universidad no iba a interferir en nuestro matrimonio.—gruñe enojado.—Eres mi esposa.

Tocan la puerta y lo agradezco. Me ha salvado la campana.

—Señor tiene una llamada en su despacho.

—Tiene que ser algo importante, puede que sea una larga llamada. Ve a ducharte y descansa.—me dice enojado.  

Lo veo salir por la puerta y la culpa viene a mí. Nunca me imagine en una situación así. Yo sé que es mi esposo, pero después de estar con Damián, yo no quiero que me bese, no quiero que me toque.

Por más perverso que se escuche, yo solo soy de Damián.







Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro