Sinopsis:

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Recordaba con claridad la primera vez que soñé, se que suena extraño, pero no me refiero a la primera vez que soñé luego de nacer, no, me refiero a la vez que dormí y tuve aquellas visiones por primera vez.

A penas era una niña, como a los 8, y esa mañana mamá no había podido despertarme para ir a la escuela, dijo que estaba profundamente dormida, pero al despertar recordé con exactitud que había soñado.

Unas grandes garras se precipitaban a un cuerpo paralizado, sujeto por una gran cola de serpiente. La boca de la criatura enseñaba una larga lengua y unos filosos dientes.

Mamá me tranquilizó diciendo que solo había sido una pesadilla, yo le creí.

Le creí, hasta que en la salida de la escuela fui levantada por una enorme cola de serpiente proveniente del cuerpo de una hermosa mujer, que sonreír con sus dientes filosos.

Si no hubiera sido por mi madre, quien me había estado esperando desde hace horas, nerviosa  a raíz de mi extraño sueño, no hubiera salido viva de esa.

A partir de ese momento los sueños se hicieron más frecuentes, más preocupantes. A veces no tratan de mi, a veces conecto con los sueños de otras personas y conozco sus esperanzas y temores.

A veces danzo con los fantasmas de mis sueños, quienes son los únicos capaces de acompáñarme en las pesadillas.

Como dije, a veces no tengo sueños propios, si no sueños ajenos, como en esta ocasión.

Mi cuerpo se movía con rapidez, sentía una gran irá filtrarse por cada parte de mi ser, una irá incontrolable y sedienta de venganza. Los árboles se alzaban a mi al rededor y el viento golpeaba mi rostro con fuerza, pero aquello no me detuvo de correr, la bestia no se detuvo de correr.

Olía a la perfección la sangre en el ambiente, escuchaba con claridad un latido acelerado no muy lejos de ahí. Mis ojos vieron con alegría la mirada asustada de un joven.

La bestia se lanzó hacia el chico.

Y desperte.

Lleve mi mano a mi pecho e inhale y exhale repetidas veces sintiendo un nudo en mi garganta y un malestar en mi pecho. Me sentía agobiada, aún con rastros de irá en mi pecho que me hacían querer romper todo el auto.

Mamá, miro por el retrovisor del auto y suspiro.

-¿Otra pesadilla?

No respondí y mire por la ventana viendo el extenso bosque alzarse a nuestro al rededor. Traté de mirar entre los árboles, buscando algo que me indicará como había continuado mi sueño, pero solo veía ramas moverse a causa del viento.

Beacon Hills nos dio la bienvenida, tratando de  ocultarnos el asesinato que había ocurrido.

Bien, Moiras, que empiece está historia.

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