Capítulo 01

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Quizá la brisa de la mañana era lejana a ser buena, no porque no sea fresca y agradable, era todo lo contrario, aquella brisa te haría sentir reconfortado en cualquier momento, las pequeñas aves que pasaban por ahí cantaban como si su vida dependiera de ello e iban felices hacia el sur. Era el momento perfecto para dejar lo que estuvieras haciendo en ese instante e inhalar y exhalar con tranquilidad, con este tipo de mañana estarías sumamente extasiado y no sentirías preocupación alguna, pero aquel bello chico de orbes color avellana no lo sentía así, había algo que él tenía que hacer, y no estaba seguro de sí lo lograría.

Con un suspiro aquel chico se sentó en la silla que acompañaba su escritorio y agarró una libreta color verde, llevaba la tapa dura, en el medio se podía observar fácilmente que tenía letras doradas, Voglio essere il tuo futuro", era eso lo que decía, letras en Italiano que el chico de cabellos rubios entendía perfectamente. Acarició las letras y pudo sentir las finas hebras de hilo con las que estaban hechas, era nostálgico el solo verlo, había sido un regalo de cumpleaños, él era sumamente feliz con solo recordar el nombre de la persona que se lo dio, sin embargo, ahora solo tenía ganas de llorar, sus ojos evidenciaban su intento fallido de esconder su dolor y sufrimiento. Abrió la libreta llegando al punto medio para luego arrancar una hoja de papel llena de reglones. Era ahora o nunca, ya no había vuelta atrás.

En sus orbes podías notar fácilmente la tristeza que presenciaba. Mordía sus labios intentando escribir pero siempre llegando a borrones con aquel lapicero de tinta negra.
Arrancaba las hojas una y otra vez, pero estas siempre llegaban a quedar arrugadas en el piso de esa enorme habitación.

—Vamos, Jimin. ¿Qué tan difícil puede ser escribir una carta? —Reclamaba para sí mismo, pasaban las horas y seguía intentando, pero nada. Era cada vez más difícil escribir lo que quería.

Con miedo arrancó la que sería la última hoja que usaría para intentar escribir una carta. Suspiraba intranquilo, su corazón dolía, pero tenía que hacerlo, no podía permitirse seguir llorando, ya no quería sufrir, no más.

Con lo poco de tinta que quedaba en su lapicero negro empezó a escribir, sería su último intento. Se había pasado toda la mañana intentando escribir esa carta, pero nunca lograba nada.

"Hey, Yoongi hyung, ¿Cómo has estado? Sé que pensaras que esto es tonto, quise hacerlo de esta manera, espero y te guste mi carta...


Escribía buscando llegar a algo, su nostalgia era presente, sin poder aguantar más, una lagrima rodó por su mejilla cayendo a la hoja en la que estaba escribiendo, su dolor no soportaba seguir escondiéndose, dejó la pluma y fue directo a su cama, agarró un peluche de gatito y lo rodeó con sus pequeños y abultados brazos, su llanto era mas enérgico y bizarro, sus ojos no podían mantenerse, estaban completamente afligidos.

Luego de un momento su  llanto cesó y se dispuso a continuar con esa carta, presionó ese lapicero de tinta negra con tanta firmeza que sus nudillos resaltaban y finalmente escribió con ansia lo que tanto anhelaba decir. 

Llegó la tarde escondiendo así el sol que gobernaba la ciudad, salió de su habitación y fue a dejar aquella carta a un correo. La ciudad no era nada tranquila, los transeúntes dialogaban plácidamente, era la misma rutina de una enorme ciudad. Los autos no se detenían, estos iban y venían, no había cambiado nada, todo era tan normal.

Entregó aquella carta quedándose seguro de que ellos —Los encargados— la entregarían al día siguiente.

Arrastró todas sus pertenencias y las metió en una maleta de ruedas, puso todo como pudo y salió de su departamento. 

Agarró el boleto que tenía rumbo a Seúl, el cual había comprado con anticipación y se fue directo a una estación, que sería el último lugar que vería en Daegu.

Estaba dejando sus sentimientos atrás, no quería dejar que su dolor creciera más, aquel hermoso de chico de ojos color avellana se estaba rindiendo ante su amor; su primer amor.

[...]

Un chico de cabellos platinados caminaba por el centro de la ciudad, su idea era despejar su mente, los trabajos excesivos que le dejaban eran casi un infierno, incluso hizo una lista de todos los trabajos que tenía que presentar y parecía nunca terminar. Por suerte tenía a Jimin; aquel chico de cabellos rubios y  ojos color avellana siempre le hacía sacar una sonrisa y le ayudaba a culminar  sus trabajos.

Definitivamente le pediría ayuda, y también lo invitaría a comer, claro, en forma de agradecimiento; era su mejor amigo.

Cuando llegó a su casa se dio cuenta de que había recibido una carta, se le hizo extraño, pues hoy en día casi nadie usa esas cosas, sin embargo agarró el sobre de color rosado y vio que decía: 

De:  Park Jimin

 Lo que le causó gracia, pues no pensó que su amigo fuese tan juguetón.

Se sentó en el gran sofá azul que decoraba su sala y abrió muy sonriente aquel sobre que le había entregado su mejor amigo. Pero aún quería saber porqué su amigo había mandado eso, así que lo primero que pensó fue llamar a Jimin luego para agradecerle por el gesto.

Cuando desdobló aquella hoja pulcra-mente doblada, se podía ver fácilmente que contenía muchos reglones, lo primero en lo que se fijo fue la marca de agua que traía, era de una libreta que  él había regalado a Jimin.

Aún recuerda ese día, los padres de Jimin habían olvidado el cumpleaños de su hijo, y el mencionado estaba hecho un mar de lagrimas, sin embargo cuando él llegó, Jimin se puso muy contento, era como una linda bolita de arroz. Al rememorar eso, Yoongi no pudo ocultar su sonrisa, pues se sentía muy bien haber hecho feliz a su pequeño amigo.

Sin más, empezó a leer aquella carta.  

"Hey, Yoongi hyung, ¿Cómo has estado? Sé que pensaras que esto es tonto, quise hacerlo de esta manera, espero y te guste mi carta...

Mientras más leía, sus expresiones se tornaban serias, era como una estaca directo al corazón, el miedo se apoderó de él, y la tristeza se adueñaba de si.

Con manos temblorosas sostenía aquella carta que a un principio le parecía un tanto ridícula, y mientras miraba mas la carta, sentía desfallecerse, pues la letra con la que fue escrita era muy inestable, y observando cada parte de la hoja se podría ver fácilmente que contenía lagrimas ya secas. 

Min Yoongi definitivamente estaba atónito, no entendía el porqué de eso, no entendía porqué ahora. 

Alarmado corrió a la casa en la que vivía el de cabellos rubios dejando caer aquel papel de suficientes reglones. ¿Cómo era posible creer lo que estaba leyendo? Tenía mil dudas, sin embargo solo Jimin podría afirmarlas o negarlas.

Con pasos ágiles y con la respiración agitada llegó al apartamento en el que vivía el de orbes avellana. No lo entendía, estaba alterado.

Tocaba aquella puerta blanca una y otra vez, pero nadie lo recibía. El temor lo embargaba, no sabía que mas hacer.

—Por favor, Jimin, abre —. Sus ojos dejaron salir lagrimas, no había nadie en esa casa. ¿Por qué le estaba pasando eso ahora? Si lo pensaba mas, más confuso se volvía.

Apoyó su espalda en la puerta blanca y dejó caer su cuerpo, no tenía mas fuerza, había corrido para llegar al apartamento, pero fue en vano, no había nadie viviendo ahí. Era muy tarde. 

—YoonGi, eres un maldito idiota —, se maldijo a sí mismo. Ahora el también sufría.

¿Por qué nunca se había dado cuenta? ¿Tan ciego estaba? ¿Por qué nunca se fijó en los sentimientos de su amigo hacia él? ¿Por qué ahora? 

Ahora el daño era irremediable, pues todo fue inesperado.




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