Capítulo 11

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— ¿No vas a descender? — Preguntaba Jaehyun acostado en la cama junto a Jungkook. — Ya han pasado diez minutos desde que nos vinieron a avisar que tu padre ya se va de luna de miel.

— Creo innecesaria mi presencia, son adultos. No entiendo la necesidad de despedirlos cuando se van a celebrar su boda, no para la guerra. — Contestó girando su cabeza para mirar a su acompañante, sonriéndole antes de unir sus labios en un beso. — ¿Qué te parece si mejor vamos a mi apartamento?

— Lo preferiría, aquí siento que siempre hay muchas personas y ojos alrededor, me hace sentir un poco incómodo. — Le respondía su sonrisa, inclinándose para otro beso cuando la puerta de la habitación se abrió.

Con las manos en los bolsillos de su pantalón, un Seokjin de aspecto impecable se mostró frente a los menores, enarcando muy brevemente una ceja cuando vio la escena. Pusieron distancia por respeto al mayor, mas ambos continuaron acostados.

— Levántate, padre y su esposo nos están esperando para irse. — Habló Jin mirando al pelinegro de cuello tatuado. — Vamos.

— Hyung, eso es un show de mal gusto que no quiero presenciar. ¿Para qué debemos estar nosotros ahí? — Protestó Jungkook a pesarse mantener la calma, su tono neutro.

— La edad de hacer berrinche la dejamos atrás hace más de una década, eres un hombre adulto que tiene que saber cómo comportarse en cada momento. ¿Vas a permitir que padre siga haciéndonos bajar la cabeza de ese modo? Si se está equivocando o no, es su vida, no tenemos derecho a entrometernos en esto. Ahora hay invitados, hombres importantes con quienes incluso hacemos negocio, no solo nuestro papá, nosotros también somos empresarios. Tienes que saber comportarte. — Espetó serio, haciendo que Jungkook rodara los ojos.

— ¿Me esperas aquí? — Se volteó hacia Jaehyun que permanecía en silencio. — Regresaré rápido.

— No es que tenga muchas opciones, me verías si me fuera. — Sonrió asintiendo. — Aquí estaré.

Intercambiaron una sonrisa que desapareció cuando el menor de los Jeon abandonó la habitación, creyendo que su hermano le seguía. No obstante, este permaneció en su cuarto, mirando a un pelinegro que se incorporara tranquilamente. Sus miradas se cruzaron, una extraña tensión se podía palpar en el aire.

— ¿Qué haces aquí? — Se escuchó la voz del castaño que continuaba mirando al visitante. — Creí que habías aprendido tu lección.

— Por supuesto, lo hice. La aprendí muy bien, pero las lecciones aprendidas se pueden pasar por alto y yo decidí hacerlo. ¿Algún problema con eso?

— Aléjate de mi hermano, es mi última advertencia.

— ¿Qué, volverás a hacer que mis padres me exilien al extranjero con el pretexto de estudiar? Porque para tu información, he cortado todo lazo con mi familia y me importa muy poco lo que quieras. Jungkook ya no es un niño chiquito y tú no eres su padre, deja de sobre protegerlo.

El mayor no le respondió, solo caminó hacia la puerta, deteniéndose frente a esta, miró hacia el techo. — Aléjate de mi hermano, Jeong Jaehyun.

Taehyung reía en complicidad con sus amigos, dejando que su esposo lo abrazara. Estaba rodeado de los escasos invitados y los familiares del hombre a quien se unió en matrimonio. En ese momento, se sentía genial, tan cerca de su objetivo, de la vida que siempre quiso vivir. Una corrección, no estaba cerca, ya lo había logrado, ahora solo restaba cuidarla porque no estaba dispuesto a perderla.

Vio a Jungkook, se le hizo tierno y a la vez gracioso que se incomodara. Se acostaron una, bueno, varias veces durante un fin de semana que debía admitir fue maravilloso. De igual manera, los seis meses que pasó con Seojoon fueron geniales, no le restaba importancia a nada de eso, no obstante, ninguno de ellos podían ofrecerle lo que él buscó por buen tiempo.

Por un momento, sus miradas se encontraron, le sonrió educadamente y lejos de lo que esperó, el menor también le sonrió de regreso, levantando su copa mientras enarcaba una ceja. ¿Por qué ese gesto se sintió tan extraño? Fue como si guardara un as bajo la manga que aún no había mostrado, como si esperara dar el golpe final cuando menos lo esperara. La sonrisa del peligris tembló y esto solo hizo que Jungkook riera más ampliamente, acercándose para abrazar a su papá.

— Gracias por este abrazo, hijo. — Murmuró agradecido mientras palmeaba su espalda, sin poder ver la mirada que este intercambiaba con Taehyung. — Creí que estabas molesto.

— No es estoy molesto, estoy incómodo y preocupado, tengo todo el derecho de estarlo, pero si realmente será felices, no me queda nada más que felicitarlos y augurarles la mejor de las dichas. — Se separó de su padre para voltearse hacia el peligris, abrazándolo de manera que sorprendió tanto al propio Kim, como a sus amigos e incluso Seokjin. — Bienvenido oficialmente a la familia, te deseo lo mejor, Taehyung.

— G-Gracias. — Contestó casi paralizado, relajándose más de lo debido en ese abrazo, sintiendo el mismo perfume que aquella noche en que lo conoció. Trataba de alejar los recuerdos, pero la respiración que sin querer chocó contra su cuello cuando el menor volvía a separarse, por poco lo obliga a tirar de él contra su cuerpo para que no se distanciara. — Tu padre y yo estamos agradecidos por los buenos deseos, todo lo que espero es que de ahora en más, seamos una familia feliz.

— Tampoco exageremos. — Sonrió mirando también a su padre. — Tengan un feliz viaje.

A pasos lentos, Jin se acercó hacia los recién casados, abrazando también a su padre con fuerza excesiva, acercando la boca a su oído.

— Espero que a este esposo sí lo haga feliz, que no lo golpee, que no folle o se deje follar por otros hombres en presencia de su mujer e hijo. Espero que no lo haga partícipe de sus fechorías y que en realidad, lo ame. Porque sería triste volverse a casar para tapar las apariencias sin amor. — Las manos de Jeon Dongun abrazaron a su hijo mayor, mostrando una gran sonrisa. — ¡Felicitaciones, padre!

Exclamó esta vez de forma que todos pudieran escuchar, incluyendo a los recién llegados que, acompañados del personal de servicio, ingresaron en la sala. Seokjin arrugó su ceño viendo como la sonrisa de su padre solo se ensanchaba más, la atención pasó de aquellos que casi se iban a los nuevos visitantes.

— Me hubiese encantado llegar antes a su boda, pero lamentablemente, mi vuelo tuvo retrasos. — Habló la mujer de larga cabellera negra y labios rojos. — Finalmente puedo conocerte, Jeon Taehyung, mi nombre es Kim Chanmi, pero mis conocidos me dicen Chungha, puedes llamarme así, después de todo, pronto seremos familia. Yo soy la prometida de Jin Oppa. — Se giró hacia el mencionado que como rara vez, mostraba sus mandíbulas tensadas, evidenciando su molestia.

— Buenas, Chanmi, señor Kim. — Saludó Seokjin a la recién llegada y al padre de la misma, volteándose hacia su padre, este continuaba parado al lado de su esposo, notando lo afectado que se veía quien recientemente le había dicho todas esas cosas al oído. — Padre, ¿me acompaña un momento?

Ni siquiera Jungkook comprendía bien lo que estaba ocurriendo, nunca supo de alguna relación amorosa por parte de su hermano, tampoco alguna por interés mutuo. La vida privada de Jin era de cierta forma un secreto, aunque prefería pensar que solo era demasiado privada.

— Es bueno tener a mi futura hija aquí presente. — Saludó Dongun a la mujer con cordialidad, la misma que utilizó para dirigirse al padre de esta, ese que no podía apartar la molesta mirada de un Taehyung que notó no solo la tensión entre los presentes, sino el brillo que escondía ese sujeto. No podía asegurarlo, pero parecía un antiguo amante de su esposo, uno un poco molesto y no podía negarlo, era divertido darse cuenta de esto. — A ti también, Kim Minjong. Si me disculpan, debo reunirme con mi hijo un momento. Es una lástima que llegaran tan tarde, nos hubiera gustado que participaran en la ceremonia. Mi amor, te encargo a nuestros visitantes.

— Está bien, mi amor. — Asintió el peligris pasándole la mano por la espalda.

Padre e hijo se alejaron del resto de los presentes, dirigiéndose hacia el estudio de Dongun para encerrarse allí. El mayor se dirigió a su silla, Jin permaneció parado hasta que con la mirada, una que muy pocos lograban ver porque él solía usar una máscara ante el mundo, su padre le indicó que se sentara.

— ¿Qué está haciendo?

— Pensé que estabas viviendo una vida decente desde que decidiste radicar mayormente en el exterior, pero había un rumor muy malo por ahí que me tocó detener. ¿Eso fue intencional? ¿Estás causando alboroto para llamar mi atención? — Otra vez en su mejor porte, sentado correctamente con su espalda recta contra la silla, Seokjin no respondió. — Es divertido, te comprendo mejor que nadie, pero hay un momento para cada cosa. Sé el placer que puedes experimentar con otro hombre, lo mucho que incita y se disfruta lo prohibido, pero las cosas se hacen con cautela, es algo que te he enseñado desde niño.

— ¿Con cautela? ¿Como la que usted tuvo teniendo trayendo a sus amantes a la casa de su mujer e hijos?

— No le corresponde a los padres discutir sus asuntos privados con los hijos, no tengo que darte explicaciones. Yo jamás engañé a tu madre, nuestro matrimonio fue de mutuo acuerdo, ella necesitaba alguien que cubriera la deuda de su familia y yo una mujer con quien no estuviera obligado a esconder todos mis gustos. Ambos fuimos el medio para un fin en la vida del otro. Cumplimos con lo que la sociedad esperaba de nosotros en su momento mientras seguíamos viviendo nuestras vidas.

La saliva acumulada en la boca de Jin, parecía no querer bajar. Sabía que nunca hubo amor por parte de su padre hacia su madre, pero esta sí se enamoró de él, a pesar de que el matrimonio bien pudiera haber sido una conveniencia como le decía su padre. No era el primer, ni el último fruto que daba un matrimonio como el de ellos donde el amor no era la base del mismo. Una familia hasta cierto punto disfuncional desde el comienzo. Él era un adulto ahora, podía entender eso, pero no borraba todo el dolor experimentado, tampoco ese que estaba sintiendo en ese momento mezclado con enojo.

— ¿Estás pensando en dejar tus encuentros íntimos con Min? Preferiblemente, deberías incluso prescindir de sus servicios, indemnizarlo correctamente. — Dándose la vuelta en su silla, tomó una botella que tenía detrás para servir dos tragos para ambos.

— Tal vez es porque me ha criado a su imagen y semejanza, soy igual a usted de los pies a la cabeza, pero nos diferenciamos en algo, no juego con los sentimientos de las personas y los que tengo hacia él son muy sinceros. — Dongun rio, viendo a su hijo girar el vaso.

— Sí, claro. Como bien dices, somos más parecidos de lo que te gustaría aceptar y, eso significa que nosotros no jugamos con los sentimientos de las personas, somos claros en lo que queremos ya sea que nos guste solo para diversión, interés o realmente nos guste. Puedes ser enigmático para todos, pero no para mí. No sientes nada por Min, él está supliendo algo que quieres y no puedes tener, aunque no sé qué es exactamente eso. Es tu juguete, alguien que te permite tener el control que no te gusta perder, te calma, te sacia, pero sigues sintiéndote incompleto. Yo me sentí así por muchos años hasta que Taehyung entró a mi vida.

Permitiendo que el último trago bajara por su garganta, se levantó de su silla y caminó hacia un Jin que se mostraba mucho menos afectado de lo que realmente estaba. Siguió de soslayo los movimientos del mayor que pasó por su lado mientras bebía de su vaso, el mismo que le fue arrebatado. Todo lo que sintió, fue el líquido cayendo en su cabeza, corriendo por su frente y los costados.

— Despierta, hijo. Tú eres tú y yo, soy yo, no te vuelvas a comparar con mi persona jamás. Para comenzar, tenemos nuestras propias maneras de hacer las cosas, de pensar. Cásate con Chungha como lo conversamos hace un año, es momento de mantener una apariencia que te permitirá en el futuro vivir tu vida como se te plazca. Pero ahora, no puedes exponernos y dañar nuestros negocios. Si sigues así, te arreglaré de nuevo a mi manera. — Espetó siguiendo su camino hasta la puerta. — Mínimo, no deberías ser como yo.

Abandonó aquel estudio dejando al mayor de sus hijos riendo con ironía mientras sacaba su pañuelo para secarse. Se levantó después de cortos minutos solo para dirigirse al espejo que allí había y cuidar que su aspecto luciera como si aquel incidente jamás hubiese tenido lugar. Al salir a la sala con el resto de los invitados, una sonrisa se dibujaba en su rostro, permitiendo que Chanmi se agarrara de su brazo mientras él le pasaba la mano por su espalda con respeto, pero evidenciando la cercanía.

— No quería opacar el gran día de mi padre y Taehyung, por eso iba a dar la noticia después que todo esto pasara, pero supongo que se me adelantaron. — Comentó Seokjin viendo a los ojos de su hermano que lo miraba con gran confusión. De él, su mirada fue forzada a ir hacia su asistente, un Yoongi que permanecía inerte mirando todo lo que sucedía. — Chungha y yo nos casaremos dentro de seis meses.

Jin y su padre se miraron, este sonrió complacido mientras Hoseok y Taehyung compartían una mirada cómplice. Todo se sentía extraño, pero una ley sabida era que, nadie comprendería jamás el proceder de las personas millonarias. El peligris solo negó y sonrió con cierto cinismo porque miraban feo lo que él hacia, pero eso, que tan común era, todos lo aceptaban divinos.

Entre algunas felicitaciones y despedidas, aquella reunión llegó a su fin. Fue Jungkook el primero el marcharse junto a Jaehyun, después del anuncio de su hermano, solo se sentía peor, frustrado por muchas razones aunque no podía identificar una en específica. Hoseok se fue con Wooshik tras la partida de todos los invitados, incluyendo a la próxima familia política. Casi al último, el matrimonio partió hacia el aeropuerto, quedando únicamente Seokjin y su asistente junto a los empleados.

— Sácame de aquí. — Le ordenó a Yoongi que en silencio, asintió, encaminándose hacia el garaje. — ¿Quieres decirme algo? — Preguntó cuando el menor y él se encontraron gracias a sus miradas a través del retrovisor. Jin siempre ocupaba el asiento trasero, guardando las formalidades tal cual en ese momento.

— Solo me gustaría felicitarlo, por su próxima boda.

— Gracias. — Espetó serio. — Euphoria.

Yoongi entendió el mensaje, activando el intermitente, cambió de senda para alterar el curso inicial. Como tantas veces antes, los deshicieron su camino hasta una de las Suites especiales, una que prácticamente era la habitación de ellos, pues Seokjin cuando estaba en la ciudad hacía uso de esta permanentemente aunque no la utilizara diariamente.

— ¿Rol? — Preguntó Yoongi una vez que ambos se encontraron en el interior de la suite. Sin embargo, cuando notó como el mayor desabotonaba sus mangas para doblarlas hacia arriba, supo lo que sucedería. — Mascota sumisa...

En silencio, pasó al baño para tomar una ducha, pasando varios segundos mirándose al espejo cuando su cabello mojado continuaba goteando sobre su rostro. La imagen de Seokjin abrazando a Chungha lo invadió, pero lo abandonó pronto porque su mente debía quedarse en blanco y él era experto en eso. Humedeció un poco más su cabello porque sabía que era de la preferencia del mayor y, envuelto en su albornoz blanco, salió del baño.

Al llegar a la sala, Jin lo aguardaba con una copa de vino en la mano, sentado en el sofá con sus piernas cruzadas, una fusta marrona a su lado. Avanzó hasta el centro, se quitó las pantuflas ubicándolas junto al sofá. Se desnudó, dobló la bata para dejarte ubicada pulcramente en una esquina y se arrodilló en el suelo de espalda al castaño, de frente al gran ventanal que le permitía ver toda la ciudad.

Por más de cinco minutos, no hubo ruido o movimiento alguno, las gotas de agua que caían sobre su cuerpo habían cesado, incluso se estaban secando. El aire acondicionado de la habitación era bajo, casi nulo, pero aun así, hacía a todo su piel erizarse. Desde sus vellos hasta sus pezones, esos que cada vez se tornaban más rígidos. Entonces, el impacto de aquella fusta en su espalda logró que liberara el aliento contenido.

No emitió sonido alguno, cuando llegó esto, ni las repeticiones. Seokjin también pudo respirar, a cada golpe un poco más. Cada uno, más fuerte que el anterior. Cuando alcanzó la cifra deseada, a diferencia de encuentros anteriores, no fue mucho lo que hizo, simplemente volvió a sentarse en el sofá, permitiendo que Yoongi se encargara de hacer todo el trabajo, al ritmo y del modo en que sabía que Jeon Seokjin le gustaba, pero que ambos disfrutaban.

Permitió que Jin se perdiera en él, que sus ojos se encontraran cuando brincaba en su regazo, cuando el mayor no movía absolutamente nada, cediéndole como siempre un falso control. Porque no importaba el rol, Seokjin siempre tenía el control de la situación, incluso cuando no lo llamaba amo y era él quien recibía este nombramiento.

+++

— Sigo sin comprender todo esto, ya me lo explicaste, pero no lo comprendo. — Murmuraba Jungkook viendo a su hermano terminar de ponerse el traje de su boda. — ¿Casarte?

— Casarme... — Asintió mirándose en el espejo. — ¿No te agrada tu cuñada?

— No es eso, sino que ni siquiera la siento como tal. No tengo nada en contra de ella, pero ni siquiera te he visto sonreír una vez a su lado. Sigues diciéndome que no es una conveniencia, han pasado seis meses desde que nos dieron la noticia de su compromiso y boda, creo que los he visto juntos dos veces, en ninguna, parecían una pareja feliz que ansiaban esta boda que se celebrará en cuestión de minutos. Además, papá ni siquiera ha regresado aún.

En ese tiempo, muy pocas cosas relevantes habían vuelto a pasar para ellos dos. Su padre se marchó de luna de miel, lo que supuestamente serían quince días se convirtió en un mes para Dongun. ¿La gran sorpresa? Regresó solo, sin Taehyung. Ninguno lo había vuelto a ver en ese tiempo, cosa que fue beneficiosa para Jungkook.

Desde hacía tres meses aceptó iniciar una relación con Jaehyun a pesar de que no le habían dicho a nadie. Al único que quiso contarle fue a Seokjin, porque era la primera vez en su vida que tenía una relación, pero este se había mantenido viajando, ocupado y sin darle mucho espacio en su agenda para pasar algo de tiempo juntos. Esos seis meses de Jungkook se redujeron a su trabajo y Jaehyun en el tiempo que quedaba de sus también ajustados horarios.

Podían verse incluso en la compañía, puesto que Jaehyun era uno de sus artistas, pero en la mayoría de las ocasiones ni siquiera allí coincidían. No obstante, se las arreglaban bien y, cuando lograban verse, hacían que la ausencia no se notara.

— Señorito Seokjin, su padre ha llegado. — La señora Uhm anunció después de leves toques en la puerta. — Siempre luce tan hermoso.

— Tienes el mejor ojo y gusto, soy perfecto. — Sonrió Seokjin acercándose a ella. — ¿Qué tal si me ayuda con los últimos arreglos?

— ¿Y-Yo? — Los ojos de la mujer se humedecieron, una lágrima cayó y fue limpiada rápidamente por Jin.

— Normalmente las madres ayudan en un día como este, eres lo más cercano a una que hemos tenido. Te tocan los honores. — Jungkook sonreía a la distancia, aunque todavía continuara un poco extrañado con todo eso, escenas como esa le hacían sonreír. — Ustedes dos, ayúdenme.

Mientras en Seúl se llevaba a cabo la boda de Jeon Seokjin, en Londres, Kim Taehyung abría sus ojos para otro día de escuela. Porque sí, había retomado parte de sus sueños a petición de su esposo. Su luna de miel fue un viaje al rededor del mundo, paseando varios países, pero cuando llegaron a Inglaterra, cierta nostalgia lo invadió. Porque más allá de la decisión que tomó, estudiar algo relacionado con lo que amaba, seguía siendo su sueño.

Eso fue algo que Dongun notó, por esto le ofreció aquello que tanto amaba, él lo respaldaría. No fue difícil para un hombre como él hacer que lo readmitieran. Con un paso de su tarjeta, ni siquiera necesitó la beca, porque este pagó todo en su totalidad. Jeon Dongun permaneció a su lado las primeras semanas, pero él tenía que volver a Seúl aunque regresaba cada dos semanas así fuera solo para tres días que se tornaban casi mágicos para el peligris.

Realizó su procedimiento matutino y salió a su escuela. Amaba estar allí, aunque su inglés todavía era deficiente, le fue fácil hacerse de amistades.

— ¡Hey, Taehyung! — Escuchar su nombre le hizo voltear a gran velocidad, riendo al ver a Mark acercarse. Era el único con quien podía comunicarse correctamente debido a que hablaba coreano como él aunque cometía errores, eran menos graves que aquellos que el peligris podía cometer en inglés. — ¿Ya te vas?

— Sí, tengo muchos deberes que hacer. Además, ayer apenas pude dormir y hoy me tocó madrugar, muero de sueño. — Hizo una mueca exagerada de cansancio mientras se peinaba el cabello con los dedos.

— Mañana es sábado. Tendrás todo el fin de semana para tus actividades, ven, déjame enseñarte cómo nos divertimos en este lado del mundo.

— Supongo que como en casi todos, solo que en inglés. — Ambos se carcajearon, pero el peligris terminó accediendo. — Vamos, pero necesito primero pasar por mi departamento para dejar mis libros. Si no te es molestia.

— Para nada, aprovecharé para dejar también mis cosas en tu casa si me lo permites. Tenía pensado llevarlas conmigo, pero has llegado con tu mente brillante a darme una excelente idea. Podría ir a la mía, de hecho, es bien cerca de aquí, pero si entro a mi apartamento, es un hecho que no salgo más, todas mis ganas se esfuman.

Mark era un chico muy ocurrente, era menor que él, varios años, pero era demasiado fácil llevarse con él. Esa era la primera vez que de verdad salían a algo más que una cafetería, se habían estado divirtiendo muchísimo, al menos hasta que el peligris sintió que estaba viendo una aparición frente a él.

— ¿Tae? — La voz de aquel pelinegro resonó por encima de la música, ambos estaban sorprendidos por haberse encontrado en ese lado del mundo. — ¡Dios, sabía que vendrías a Londres, pero no me esperé encontrarte!

— ¿Seojoon? — Sonrió abrazándolo, levantándolo en el aire contento. — ¿Qué haces aquí?

Buscando alejarse del gentío y la bulla, el mayor tiró de él hacia el exterior del club. Taehyung buscó con la mirada a Mark, pero al notar que este estaba muy entretenido besando a una chica, simplemente lo siguió. Fue raro, coincidir por esos rumbos, los dos caminaron en silencio durante varios minutos, sentándose en un pequeño parque que ninguno conocía.

— ¿Qué haces aquí? — Volvió a preguntar el peligris cuando estuvieron sentados.

— Gané por mis méritos dos años de superación en hotelería y turismo. Estoy en la escuela internacional de negocios de la ciudad en turismo y gestión hotelera. Es una sorpresa verte aquí. No puedo negar que cuando me lo dijeron lo primero que hice fue pensar en ti, después de todo, terminamos justo porque venías para acá. Lo supe solo un mes después, pero ya no tenía cómo contactarte, creo que de haberlo sabido antes, los dos hubiésemos podido venir juntos y...

Sus palabras se vieron interrumpidas cuando el menor sello sus labios con su dedo índice. Un beso se posó en ese dígito que Taehyung utilizó para acariciar con suavidad los labios que durante seis meses besó hasta el cansancio. Mirando esos ojos color avellana, Seojoon, estiró sus manos hasta la cabellera gris. La distancia disminuía y la anticipación crecía, mas cuando casi se besaron, el casado se echó hacia atrás. El mayor retrocedió y fue entonces que el peligris se abalanzó contra él para besarlo.

¡Hola por aquí! 🙈
LORED

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