Capítulo 17

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¿Otoño, invierno, primavera? Seokjin no estaba seguro en qué época del año se encontraba cuando despertó en esa mañana gris. Tardó un tiempo en recordar que cursaba el mes de noviembre, uno de los primeros días de invierno. Una suave brisa entraba a través de las cortinas abiertas.

Sus ojos se sentían pesados, estaban algo pegados y le costó trabajo abrirlos. Su pensamiento inicial fue que aquello se debía a las largas horas de llanto que tuvo en la madrugada debido a sus pesadillas y lo visto luego de salir de ellas, fue una extensión de las mismas.

Cuando su nana hizo la entrada con una pequeña bandeja y se sentó a su lado de la cama, quedó confundido. Ella primero lo abrazó, siempre lo hacía, era el único abrazo asegurado en su vida, el de ella y el de su hermanito.

- Mi niño, hay que curarte esos ojitos que están enfermitos. Lo comprobé esta madrugada cuando te acosté a dormir. Has estado con fiebre y según el doctor, tienes conjuntivitis. - Comentaba preparando algunas gotas oculares. - No dolerá, ¿de acuerdo? Solo limpiaré tus ojos y te daré un medicamento.

Seokjin asintió sin hablar, aceptando la sonrisa que le daban. Ese niño de diez años se comportaba en ocasiones como todo un adulto. No lloraba aun cuando quería hacerlo, si se sentía mal, callaba, era su nana quien estaba al pendiente y siempre se daba cuenta cuando estaba enfermo o algo le dolía. Él era un hombre que tenía que ser fuerte, como su papá. Los hombres fuertes no lloraban y no mostraban sus debilidades.

Hwa lo miró con su corazón apretujado, veía su labio inferior temblar mientras limpiaba sus ojitos llenos lagañas. Había un sonido desgastado por el tiempo que pareció por momento fuera de lugar en aquella silenciosa mansión, pero si algo conocía Jin, era el sonido que emanaba la puerta del cuarto de su madre cuando se dignaba a salir de allí. Los pasos se detuvieron frente a su habitación, cuando entró, su nana rápidamente se disculpó y salió dejándolos solos.

- Seokjin, mi amado hijo. - Musitó aquella mujer de negra, larga y lacia cabellera que, descalza, caminaba hacia él envuelta en un fino vestido negro. Las mangas largas, la tela lisa y sin gracia que cubría hasta sus tobillos. - ¿Cómo te sientes?

- Bien, madre.

- Eso es, mi niño es tan fuerte como su papá, eres un gran hombrecito. - Se inclinó para besar su frente. - Deberías siempre intentar parecerte más a tu padre. Como su hijo mayor, no puedes permitir que otros duden de ti, de tu comportamiento incluso depende el modo en que mirarán a tu hermano, a la familia. Si tú estás bien, nuestro Jungkookie siempre estará bien. Encárgate de tomar todo el amor de tu padre para ustedes dos.

Su voz opacada por la falta de fuerza en su hablar retumbaba en los oídos de Seokjin mientras ella le apretaba la cabeza contra su pecho y lo acariciaba casi frenéticamente, peinando sus castaños cabellos con los dedos.

- Mi querido Seokjin, puedes hacer esto que te pide mamá, ¿verdad? - Aunque no podía verla correctamente, asintió.

- Sí, puedo hacerlo mamá. - Pudo sentir el beso depositado en su cabeza, disfrutaba de esos abrazos, caricias y cariño que muy pocas veces recibía de su parte. - Seré siempre un hombre ejemplar y velaré por mi hermano.

- ¿Me lo prometes, hijo?

- Lo prometo.

La puerta del cuarto se abrió, un niño de cinco años, cabellos negros y brillantes entraba con algunos juguetes en la mano, acompañado de una alegre sonrisa. Su madre se separó y avanzó hacia Jungkook, acariciándole los cabellos mientras miraba con una sonrisa a su hijo mayor.

- No puedes estar aquí, Jungkookie. - Habló Seokjin al ver que su hermano iba a subirse a la cama. - No, bájate, no podemos jugar no.

- ¿Por qué no, Jinnie? Jungkookie quiere jugar contigo. Mira, traje a mi hombre de hierro para los dos, también mi superman. - Levantaba sus brazos para mostrarle a su hermano los juguetes. - ¿No quieres jugar conmigo?

- Sí quiero, Jungkookie, pero no podemos jugar ahora. Tu hermano está enfermo y si estás aquí, también podrías enfermarte. - Eran dos niños hablando, uno con diez, el otro con cinco, mas parecía que la brecha era mucho mayor. - Cuando me cure, jugaremos mucho.

- ¿Jinnie, estás malito?

Por un momento, pensó en darle una respuesta afirmativa, mas las palabras de su madre continuaban resonando en su cabeza. Si él estaba mal, Jungkook también se sentiría mal, tenía que estar siempre bien por los dos. De él dependía que todos estuviera bien, principalmente, su hermanito.

- Estoy enfermo, pero no estoy mal. Estoy bien, no te preocupes. - Diciendo estas palabras, la señora Hwa entraba por la puerta, preocupada por que el más pequeño también se contagiara. - Nana, ¿podría llevar a Jungkookie a su cuarto?

El nombrado negó mientras corría en su dirección con un juguete en cada mano, lloraba rehusándose a dejar a su hermano mientras Jin contenía sus deseos de llorar o abrazarlo. Jungkook lo miraba con súplica, quería que su hermano lo abrazara y defendiera, pero estreno hizo nada. Envuelto en un ruidoso llanto, gritó para que le dejaran entregarle al menos sus juguetes a su hermano mayor, cuando lo logró, le dio la mano a su nana para salir de la habitación.

Jin no lloró, solo abrazó los juguetes que su hermano le entregó y, acomodándose nuevamente en la cama, intentó dormirse.

+++

Estaban celebrando varios sucesos a la vez, el aniversario de boda del matrimonio Jeon, el cumpleaños número once de Seokjin y el éxito en los negocios. Jeon Company ahora se convertía en Jeon Corporation, expandiendo muchísimo más su marca y presencia en el mercado internacional.

Ese fin de semana era la primera vez en mucho tiempo que hacían una reunión de tan grande envergadura en la mansión. Familias y amistades más allegadas se encontraban ahí. El socio y mejor amigo del líder de la familia, Jeon Deongun, visitaba junto a su mujer e hija, Kim Chanmi. Siempre hablaron sobre sus familias y el deseo de unirlas a través de sus hijos.

Desde mucho antes de que ellos nacieran, Chungha y Seokjin habían sido prometidos. Ella era la única niña con la que Jin jugaba a excepción de su hermano, a los tres le gustaban esas reuniones porque de ese modo, se reunían y podían jugar, no solo estaban envueltos entre adultos. Se entusiasmaban cuando se veían. Ese fin de semana, en esa noche de sábado, ellos solamente eran niños que deseaban jugar a los escondites.

No eran solo ellos tres, gracias a toda la familia y amistades, había cuatro niños más, incluyendo a otro de la edad e Jungkook, el heredero de la familia Jeong, Jaehyun. Mientras la madre de ellos dos contaba, todos corrieron a esconderse, Chanmi corrió junto a Seokjin y su hermano, los tres estaban supuestos a separarse, pero como siempre, Jungkook no quiso alejarse de su hermano, Chungha tampoco quiso quedarse atrás y juntos, encontraron su escondite dentro de la mansión.

Como el mayor iba adelante, fue quien se encargó de abrir una puerta que no debió haber abierto. Era como sus pesadillas, esas réplicas de la realidad. Muchas veces escuchó y vio cosas, pero esa noche, algo se sintió diferente cuando sus ojos se ensancharon al encontrar a su padre teniendo sexo junto al padre de su amiga Chanmi.

Los estrepitosos sonidos de la mesa junto a la distorsionada voz de su padre que pedía más. Por un momento, no fue capaz de moverse, ya que todo su cuerpo se puso rígido al ver una apariencia que nunca antes había presenciado en su padre. Aunque en otros momentos solo escuchó cosas o vio como su padre le hacía cosas a otros hombres como se las hacía a su madre, nunca vio que alguien le hiciera todo eso al hombre que lo engendró. Fue como si Dongun hubiese estado siendo consumido por una deidad maligna.

Cuando escuchó un sollozo fue que recordó que no estaba solo, Chunga también estaba mirando por la pequeña apertura de la puerta. Al voltearse, Jungkook batallaba queriendo ver lo que ocurría, pero Seokjin no quería que su hermanito viera esas cosas y tuviera las mismas pesadillas que él. No quería que llorara como Chungha en ese momento, como tantas veces él lo hizo a solas. Jungkook no, él debía estar bien.

Fue por eso que con una sonrisa corrió a esconderlo en un armario del pasillo.

- Esto será genial, aquí solo entras tú, yo estaré en el otro y Chanmi se esconderá en otro lado. No salgas hasta que yo te busque, ¿de acuerdo? - Jungkook asintió con una sonrisa. - Así vamos a ganar.

- ¡Sí! - Exclamó risueño y su hermano mayor sonrió. - Vamos a ganar.

- Sí, yo solo permitiré que tú ganes, siempre. - Lo abrazó por cortos segundos y luego lo escondió en aquel armario para correr de regreso a donde había dejado a su otra amiga.

Ella seguía llorando y viendo, sus padres estaban tan perdidos en su mundo que no se percataron de nada. Los dos tomaron sus manos y se quedaron mirando. Jin no lloraba, él no podía hacerlo.

- Jungkookie, Seokjinnie... - Llamaba su madre divertida. - ¿Dónde están? - Avanzaba por el pasillo hasta que divisó a los dos niños.

Sonrió al verlos agarraditos de las manos, al parecer, aunque ella no estaba muy segura de que esos niños que todos querían casar se llevarían tan bien, estos parecían afirmarles que sí serían futuros esposos. Se acercó lentamente hasta que los agarró.

- Hijo, ¿qué están haciendo aquí? ¿Dónde está Jungkookie? Saben que no tienen permitido esconderse en el estudio de tu padre. - Musitaba con dulzura, esa que la embargaba en los días donde la depresión no la consumía.

No obstante, todo el cuerpo de la mujer se estremeció, palideció al escuchar y ver como su esposo era vulgarmente follado por alguien más. Su matrimonio fue por conveniencia, sus padres eran políticos que se llenaron de deudas y prácticamente la estaban vendiendo al mejor postor. Ella se encontró con Dongun en un evento de caridad y ambos, terminaron sincerándose, él quería una mujer que le diera hijos, alguien para guardar las apariencias y Kookjin necesitaba un esposo que ayudara a su familia, pero no la obligara a cumplir en todo momento en la cama.

Estuvieron de acuerdo, sabían lo que ocurría entre ellos, solo eran negocios. No obstante, mientras esperaba a Seokjin, sus sentimientos por el hombre que tenía como esposo fueron desarrollándose. El trato de Dongun siempre fue de acorde a lo establecido, pero era cariñoso, se preocupaba por ella y el bebé. Sin quererlo, terminó amándolo, esperando que en su corazón creciera ese mismo amor.

Esa noche, fue la primera vez que ella atestiguó con sus propios ojos lo que su esposo hacía, lo que calmaba en verdad sus deseos, aquello que le daba placer. Aunque deseara, ella no podía brindarle todo eso que veía, nunca podría hacer que sus encuentros fueran para algo más que procrear, el cumplimiento de un deber. Él no la miraba así, no la besaba con ese anhelo, no sonreía o gemía de ese modo en la cama, ahora veía que no había ningún disfrute para él en aquello que hacían.

En ese instante, Jin pudo oír algo que se desmoronaba en su madre. Kookjin le tapó los ojos a los dos niños mientras continuaba mirando por la rendija de la puerta con su respiración irregular.

- ¿M-Mamá? - Kookjin lo cargó, tomó la mano de Chungha y corrieron por el pasillo. - Jungkookie, mamá.

- ¿Dónde está?

- En el armario en el comienzo del pasillo. - Dejando a los menores en la habitación de Seokjin, ella volvió a bajar para buscar a Jungkook.

Estando los tres juntos, ella volvió a descender. Chanmi se quedó inmediatamente dormida por lo mucho que había llorado, Jungkook también, pero Jin no. Él se levantó con cuidado de la cama para no despertarlos un tiempo después. Los mayores que habían estado celebrando partieron, solo la familia Kim permanecía en la casa.

Primero hubo murmullos que se fueron acrecentando a medida que él avanzaba hacia el estudio de su padre, el único lugar alumbrado. Kookjin le gritaba a su esposo y al hombre que este tenía como amante. Les lanzaba libros y todo lo que quedaba a su alcance. En su loca furia, caminó hacia el escritorio y sacó una cuchilla, lanzándose hacia Minjong, cortando sin querer a su esposo en el proceso.

Buscando evitar que ocurrieran daños mayores, como las palabras ya no funcionaban en su esposa, Dongun la empujó a un lado, ese fue justo en el momento en que los ojos de su hijo comenzaron a ver la escena. Jorobó su brazo con fuerza y la abofeteó dos veces logrando que ella soltara la cuchilla. No obstante, volvió a lanzarse hacia el hombre que acompañaba a su esposo, pero este no lo permitió, tiró de ella hacia la puerta, sorprendiéndose al encontrar a Jin.

Ella se apresuró a cargarlo en cuanto Dongun la soltó algo asustado, poniéndolo en medio de ambos porque sabía que su esposo no le haría nada con sus hijos cerca. Jeon no era un mal padre, bajo las circunstancias en las que se casaron, fue el mejor esposo que pudo ser, pero jamás dejó de lado sus deseos como hombre. No renunció a los placeres solo por la paternidad y un papel firmado cuando, justo la razón para firmar aquel documento se debía a que quería libertad para hacer lo que quisiera sin la presión externa, ya fue de su familia o pública.

Seokjin miró a su padre en silencio mientras se alejaban, todo lo que veía era el momento en que este golpeó a su madre una y otra vez. No veía la manga de su camisa cubierta de sangre, no entendía toda la situación y según iría creciendo, la iría acomodando a lo más obvio. Su padre era un perro infiel que incluso le pegaba a su madre, a pesar de que este hecho realmente solo sucedió aquella noche cuando ella procuraba herir de muerte al hombre que estaba con quien ella amaba.

Hasta esa noche, para Jin, su padre era un hombre que se preocupaba mucho por ellos, con su atención fijada en él. Irónicamente, su madre también. A la manera de ambos, él y su hermano, eran hijos amados.

+++

- Jin, hijo, ven aquí. - Hablaba Dongun mientras Jungkook corría por el patio y Seokjin leía no muy lejos de él. - Ten, te regalo esto. - Comentaba entregándole una agenda. - Me has dicho que querías tenerla, ¿verdad? - Asintió serio.

Era cierto que la quería, antes del incidente de meses atrás, él le había pedido a su padre una agenda como la suya porque el mayor siempre se veía genial mientras escribía en la suya. Por eso, porque él deseaba y tenía que ser como su padre, quiso tener una igual.

- Mi querido hijo, a tu hermano y a ti les daré cualquier cosa que deseen. - Musitaba con una sonrisa mientras yacía arrodillado para quedar a la altura de su hijo. - Creo firmemente que en un futuro, cuando seas un hombre adulto, llegarás a tener más éxito que yo, Seokjin.

Aceptando el abrazo del mayor y su regalo, Seokjin permaneció otro rato en el patio antes de entrar a la mansión. Mirando la agenda que tenía grabado elegantemente su nombre, subió las escaleras hasta el cuarto de su madre, tocó y cuando tuvo autorización, entró para mostrarle el regalo que había recibido.

- ¿Te lo ha dado tu padre? - Jin asintió arrodillándose en el suelo frente a la mujer que se encontraba sentada frente a una chimenea. - Es hermosa. - Sonrió, hacía días que no la veía sonreír y esto provocó que el niño también riera. - Ven aquí...

Abrió sus manos, palmeando su regazo para que su hijo pusiera la cabeza, acariciándolo, peinando su cabello como siempre de manera casi frenética sin importar la velocidad o intensidad que utilizara.

- Mi amado hijo, Seokjin. - Musitaba ella en voz baja. - Tienes que ser igual a tu padre. Si te conviertes en un adulto exitoso como él, asegurarás el bienestar de esta familia. Jungkookie no pasará necesidades, yo habré tenido éxito como madre frente a todos y tu padre regresará a mí. De ti depende que seamos una familia feliz nuevamente. Debes ayudarnos, hijo. - El menor empuñaba sus manos, sus ojos cristalizados se cerraron y asintió. - Me ayudarás, ¿verdad, Seokjin?

- Sí, madre. - Él amaba a sus padres, a su hermano y estos los amaban a ellos, eran hijos amados, pero estos tenían una extraña forma de seguir siendo mujer y hombre al mismo tiempo que eran padres.

- Tienes que ser como tu padre.

Así, lentamente, se fueron volviendo una familia sin palabras. No hablaban entre ellos, la distancia se hacía presente junto a la soledad. Intentaba siempre ser fuerte, no llorar. Ahora, donde los únicos que hablaban constantemente eran los hermanos porque su madre vivía encerrada y su padre trabajando para no tener que lidiar con ella, ellos eran todo lo que tenían.

Si lloraba y Jungkook lo veía, él terminaría también llorando por su hyung porque era un niño de sentimientos muy puros e inocentes. Seokjin no quería que su hermano sufriera como él, quería que él siguiera siendo como el resto de los niños, uno solo para cargar con el peso de las decisiones de sus padres era suficiente. Jungkook merecía ser un infante feliz, estar rodeado solo de mucho cariño y amor. Él se sacrificaría por su hermano.

Tres meses después, justo uno después de que él cumpliera doce años, llegó aquella fatídica noche en el que encontró a su madre ahorcada en el salón de su casa. Él la encontró, él escuchó sus últimas palabras mientras desesperado intentaba ayudarla.

"Deberás siempre intentar parecerte más a tu padre. Como su hijo mayor, no puedes permitir que otros duden de ti, de tu comportamiento incluso depende el modo en que mirarán a tu hermano, a la familia. Si tú estás bien, nuestro Jungkookie siempre estará bien. Encárgate de tomar todo el amor de tu padre para ustedes dos."

"Tienes que ser igual a tu padre. Si te conviertes en un adulto exitoso como él, asegurarás el bienestar de esta familia. Jungkookie no pasará necesidades, yo habré tenido éxito como madre frente a todos y tu padre regresará a mí. De ti depende que seamos una familia feliz nuevamente. Debes ayudarnos, hijo."

"Tienes que ser como tu padre."

¡Hola, hola!

LORED

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