CAPÍTULO VEINTICINCO -radioactivo

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【 CAPÍTULO 25 】

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DESPUÉS DE HABER PRESENCIADO EL TESTIMONIO DE UNA DE LAS MUJERES QUE POBLABAN LA PEQUEÑA ALDEA AFRICANA DE NAIROMI, en la cual se llevó acabo el ataque donde la presencia de Superman se vió violentamente involucrada, la senadora Finch estaba segura de que aquel incidente se había convertido en una señal para que el mundo reconociera lo peligrosa que podía ser la ayuda del hombre de acero. Si es que podían considerar la destrucción como un apoyo.


«El mundo se ha quedado tan embobado con lo que Superman puede hacer, que... nadie se ha preguntado lo que debería hacer»

Tras varias audiencias que por razones obvias llegaban a una misma conclusión, el Comité de Justicia, el gobierno estadounidense y los sobrevivientes del ataque culparon de todos los asesinatos a Superman, y también a los invasores kryptonianos.

A veces lo que comenzaba siendo como una salvación resultaba como la peor decisión del ser humano.

Días después, lo mismo para el Senador Barrows que para el resto de los presidentes que estuvieron presentes en la decisión de la corte, recibieron una citación que los llevó hasta la inmensa empresa de LexCorp, un lugar con la capacidad suficiente y el aspecto de un centro comercial. Donde los empleados y jóvenes iban y venían de un lado a otro entre trabajo y visitas de interés.

Ni cabía duda alguna que era un negocio familiar llevado por un adolescente que recibió la responsabilidad desde muy temprana edad. Aunque para ser sinceros unos con otros, nadie negaba de la aguda inteligencia que poseía aquel muchacho.

Era todo un genio en cuanto a descubrimientos se trataba. Físico, biólogo, químico, científico y demás... no había una sola materia en la cual no resaltase, y por eso y mucho más, era una de las figuras más alabadas de Estados Unidos.

Pero en su sede de Washington D.C precisamente era donde ocultaba uno de sus más grandes secretos, el cual se veía obligado a revelar ante ellos si es que quería tachar el próximo punto de su desordenada lista.

— Hoi hoi. No sabía que estaban aquí —los saludó en medio de una expresión cortés y bromista, muy característica de su parte.

— El hombre en la marquesina —adivinó Barrows en lo que extendía su mano para aceptar la del joven presidente de las industrias Luthor.

— Para, no me lo creo —sonrió— Mi padre nombró a la compañía después de sí mismo. Era el Lex enfrente de la Corporación ¿Hola cómo estás?

June Finch, enfundada en uno de sus elegantes vestido para el trabajo a juego con un collar de perlas que resaltaban graciosamente su presencia, volteó su atención hacia su y se apresuró en responder su educada pregunta.

— Oh. Realmente genial.

— ¿Realmente genial? Bueno, bueno. Síganme.

Recogiendo una de las batas blancas que solía utilizar regularmente para ese tipo de revisiones, Lex guió a sus honorables invitados a través de los salones del edificio, explicando a su vez a qué se debía la presencia de ambos allí y el objetivo de su visita.

— Papá comenzó diciendo que nombró a la compañía por su hijo en el lanzamiento de los inversores. Viejas damas ricas creyeron que era muy lindo ¿Saben? “Escriba un cheque para Lex” —exclamó, como si la historia detrás de su nombre no fuera tan grandiosa como el hecho de que había heredado millones por el buen ingenio de su padre— Ya saben, papá nació en el Este de Alemania. Se crió comiendo galletas rancias, y cada sábado tuvo que marchar en un desfile y agitó las flores para los tiranos. Por lo tanto, creo que fue la providencia el que su hijo, yo, iba a terminar con esto.

Ubicados en el interior de su laboratorio, todos se mantuvieron observando la gran caja de cristal cuyo único acceso era a través orificios cubiertos por la boca de dos guantes.

A primera vista parecía una cámara de mantenimiento para una piedra diminuta que se encontraba en el centro de esta, y lejos de lucir como un objeto de extremo peligro o que poseyera tanta importancia como para ser el núcleo de esa conversación, no portaba nada más que la apariencia de un cristal sujetó por dos pinzas.

— Uno de mis equipos de reconstrucción de Metrópolis lo halló —agregó con un toque de orgullo en su voz— Un pequeño recuerdo del Mundo Tecnológico Kryptoniano.

— ¿Qué tiene una roca que ver con la Seguridad Nacional? —cuestionó la senadora Finch en lo que sus ojos hacían el trabajo de estudiar aquella pieza.

— ¿Seguridad Nacional? —la cabeza del millonario se movió de un lado a otro— No, no ,no señora. Seguridad Planetaria.

— El fragmento es de un mineral Xeno radioactivo —su desentendimiento se vio interrumpido por la voz de uno de los científicos que trabajaban en esa área, quien para mayor entendimiento, prendió la pantalla que tenían delante de sus ojos— Sospechamos que podría tener interacciones biológicas, por lo tanto, llevamos la muestra al AMRIID. Donde se guardan los restos del fallecido de Krypton, y cuando expusimos al general Zod al mineral esto sucedió.

Una imagen de varias células pertenecientes al cadáver alienígena siendo afectadas por la presencia del químico verde se hizo más grande hasta que llegó a adueñarse de toda la computadora, y también de la visión que comenzaba a preocupar grandemente a June Finch.

Si aquello era tan fuerte como para degradar la aparente resistencia de un extraterrestre ¿Qué más podría probarse con ello en manos equivocadas?

— Biodegradación profunda, la decadencia de las células kryptonianas.

— Llegamos a la conclusión de que el mineral se puede volver un arma, si se halla una muestra lo suficientemente grande —continuó el millonario al tiempo que daba vueltas alrededor del objeto— y luego, entre los peces ¡Una ballena! Yaciendo en el fondo del Océano Índico. La Ciudad Esmeralda. Muy hermosa.

Suponían que al hablar de esmeraldas, se refería directamente a la existencia de aquella piedra.

— Ahora, Rocky es radioactivo, pero, lo que necesito de ustedes es una licencia de importación.

— ¿Y por qué querríamos convertir en armas este material?

— Como elemento disuasorio. Una bala de plata para mantener en reserva y usar en contra de los kryptonianos. Así, el día no llegará, señora, cuando sus hijos estén agitando margaritas en un puesto de revisión.

— La única vez que miré, el único de esos volando por aquí era Superman —dijo el senador, intercambiando una mirada con su acompañante.

— Pero hay más de ellos.

— La tesis de los meta humanos —aportó June.

— Sí, la tesis de meta-humanos. Lo más probable es que estos seres expecionales vivan entre nosotros. Las bases de nuestros mitos. Dioses entre los hombres sobre nuestro pequeño planeta azul —quizás nunca antes lo habían pensado con detenimiento, pero cuando Lex Luthor lo decía, sonaba incluso más temible— No se tiene que utilizar la bala de plata, pero si se forja una... bien, entonces no tenemos que depender de la bondad de los monstruos.

A pesar de que tenía un punto en cuanto a esa idea, la senadora Finch sabía que muchas veces detrás de esas palabras podían existir dobles intenciones. No era una principiante en cuanto a asuntos de ley y seguridad se trataba, al igual que acaparaba experiencia con sus años de trabajo, y sabía que el poder era solo una máscara para disuadir a los altos rangos del orden judicial.

No aceptó ante tal petición porque sabía que bloquear la licencia de importación era la única forma de evitar que se crearan más conflictos para el país. Ya era suficiente tener que lidiar con la destrucción causada por uno, no necesitaban aumentar esa lista de problemas con algo mucho más grande que ellos mismos.

No obstante, de no ser porque su colega cometió el error de confiar demasiado en los nuevos amigos, su negación no hubiera sido en vano.

Mientras tanto, las noticias corrían por todos lados en el resto de América. No existía un solo diario, revista, blog o programa televisivo donde el incidente con los terroristas y el hombre de acero no fuera viral. La perspectiva de las personas ante su héroe comenzaba a hacerse cada vez más negativa.

El logo de «Falso Dios» se leía en cada crítica o pancarta que el movimiento de rebeldes alzaba delante del capitolio. Exigiendo justicias para aquellos que no solo murieron ese día en la república africana, sino también los millones habitantes de Metrópolis que fueron víctimas de los ataques de las naves kryptonianas.

Para ellos, Superman solo había llegado para causar más problemas que para solucionar los que la humanidad ya tenía. De saber que se perdería tango por ello, hubieran preferido que siguiera detrás de las sombras.

«Ha llegado el momento para que el mundo oiga el otro lado de la historia... Dicen que Superman es un héroe. De acuerdo, ¿Pero héroe de quién?»

Haley podía hacerse una idea de cuantas cosas estarían atormentando la mente de Clark en esos momentos. La opinión de las personas para él y para las cosas que hacía siempre fueron una línea importante en su trabajo de continuar defendiendo el planeta en el que había crecido. Tan suyo como de ellos. Pero llegados a ese punto, de seguro ya no sabría qué hacer.

La castaña se maldijo internamente, porque en esos momentos hubiera deseado estar cerca suyo para poder reconfortarle y decirle que todo iría bien. Sino era como su pareja, por lo menos como amiga.

Aunque a juzgar por lo que se decía, suponía que con el apoyo de Lois tenía suficiente. Había ido hasta aquel sitio por ella, para salvarla a ella, sin importar las consecuencias que traería el actuar por impulsividad... una de las cosas que la joven Rogers siempre le recordaba que debía evitar a toda costa.

Era bueno defender a las personas que amaba, pero también era necesario razonar antes de lanzarse a la pelea.

Continuó escuchando la entrevista que se realizó a una de las testigos, Kahina Ziri, sin perderse ninguna sola de sus palabras:

«Si Superman estuviera aquí ahora ¿Qué querría decirle? »

«Que mi familia también tenía sueños... verlo a los ojos y preguntarle cómo decide qué vida cuenta y cuál no»

De un momento a otro, la pantalla de la televisión se apagó sin explicación alguna, y cuando Haley se giró para buscar el control remoto, vió que había sido Diana la causante de que ahora se encontrara mirando a la nada.

— Creo que ya has visto demasiados reportajes por hoy —advirtió, notando la expresión desolada que tenía la castaña.

— Cada vez que cambias un canal te encuentras con lo mismo —respondió con un largo suspiro.

La semidiosa cruzó los brazos por encima de su pecho, puesto que al parecer, no era solo el hecho de que el mundo entero estuviera hablando de Superman lo que la tenía tan consternada.

— ¿Qué sucede, Hals?

— Él fue hasta allí para salvarla... una vez más —dijo en un hilo de voz— ¿No te has preguntado por qué todos los problemas que involucran a Lois Lane son siempre los que terminan en caos?

— ¿A qué te refieres con eso?

— El amor nos hace cometer estupideces, Diana. Y Clark no se lo pensó dos veces antes de que las cosas se jodieran solo por salvarla... Sé que sueno como una ex novia celosa, pero entretanto ella siga metiéndose en problemas, Clark no dudará en hacer lo que sea para sacarla de un aprieto.

— Hablas como si fuera más importante que todo, y en mi opinión, él hizo lo que podría haber hecho por cualquier otra persona.

Haley negó.

— Es Lois Lane. Ella lo es todo.

— Haley...

— Quizás se dió cuenta de que ella es a quien realmente quiere, piénsalo. Este tiempo en el que hemos estado alejados lo hizo entrar en razón y darse cuenta de que lo nuestro fue solo un error.

Diana la tomó por los hombros, obligándola a verla directamente a los ojos:

— Basta de seguirte menospreciando. Puede que estuvieras acostumbrada pero eso era antes de venir a Metrópolis y convertirte en la mujer que eres ahora... no sé mucho sobre cómo era tu relación con él, pero sé que de seguro no es nada de lo que piensas.

— ¿Sabes qué? —dijo— Da igual lo que yo piense en estos momentos, pero no veo la hora de que todo acabe y pueda irme de nuevo a casa.

Aunque a decir verdad, no estaba muy segura de que las ruinas que había dejado a sus espaldas pudieran volver a reconstruirse otra vez.

Hola hola mis amores

Primero que todo ¡Felíz Navidad!

🎄☃️🎁🍾🎅

Los he extrañado mucho desde la última actualización, y como buena escritora de Wattpad que soy vengo a anunciarles que aquí tienen la primera parte de mi regalo de Navidad para ustedes, porque sí, por los próximos tres días estaré haciendo una maratón de varias de mis historias.

Por lo pronto, este es el primero de Infinity, esperen el próximo mañana.

Saludito y los dejaré con una escena del próximo capítulo aquí abajo para que griten y se emocionen.

Con todo amor les deseo una Feliz Navidad.

Debbie

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