Capítulo 11

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

La Infinity ya llevaba bastantes horas navegando por todo el Cuadrante Gamma, surcando como un solitario velero en un inmenso océano de astros. El silencio era total, la calma después de una agitada tormenta por la cual tuvieron que pasar.

Sin embargo para el afligido Capitán de la nave no era ningún momento de paz. Las rencillas entre Xirack y él habían culminado en un periodo de abrupto silencio del cual simplemente no podía escapar. Y con Lylum no era distinto, luego de revelarle la verdad con respecto a su repentino encuentro, pareció entristecerse a tal grado que la mejor opción que encontró para lidiar con su dolor fue ensimismándose en sus propios pensamientos. No la conocía demasiado, pero sabía que lo mejor era mantenerse distanciado al menos un tiempo, lo suficiente hasta que el ambiente se lograra aligerar.

—No puede ser —Marco revisaba un proyección holográfica, que mostraba una escena horrorosa—. Miren esto.

Todos se acercaron, era una noticia intergaláctica, la batalla librada en las afueras de Klim había resultado en una completa masacre.

La flota de la Federación Estelar sufrió una derrota abismal, se desconoce con exactitud quién fue el responsable de esto, pero si los atentados aumentan es posible que esto se extienda a una confrontación mucho más grande —narró la reportera Rodariana con un ligero tono de nerviosismo en sus palabras.

—Mierda. Si pudieron contra toda una flota, imagina lo que nos hubieran hecho —pronunció Minck tragando saliva por el temor que le provocaban las pocas imágenes del reportaje.
Todo había concluido en una marea de residuos y pedazos de metal flotantes y demás basura. Al igual que uno que otro cadáver volando a la deriva, una escena realmente atemorizante.

—Olviden eso —Marco quitó el reportaje—. Hay que apresurarnos, mientras antes lleguemos a casa, mejor.

Todos se dispersaron por lo largo y ancho de la nave. Benjamín Wrax se encaminó a la zona de motores, donde se dispuso a dar mantenimiento a la maquinaria y alistarla para su próximo salto a velocidad luz. Escuchó entonces como alguien abría la escotilla y bajaba al nivel inferior también.

—¿Qué pasa? —Chick apareció detrás suyo mientras comía una manzana.

—S-solo reviso el Reactor... —respondió nervioso y sin voltearlo a ver.

—Déjame ver —se agachó y comenzó a ver toda la maquinaria.

—Oye... quería explicar lo que sucedió en Klim —logró articular la oración pero no pareció importarle mucho.

—No digas nada, olvídalo —zanjó el asunto sin más.

—Oh... está bien —quedó unos segundos en silencio—. Escucha, solo quiero decir que lo que pasó... —apretó con una llave una tubería y un chorro de aceite salió disparado contra el menudo mecánico. Bañándolo de un viscoso fluido negro.

—¡Maldita sea! —exclamó con una voz mucho más aguda que la acostumbrada. Benjamín se sorprendió de sobremanera.

—¡Lo siento mucho! —le pasó un trapo pero el aceite había manchado por completo su ropa.

—Idiota —se levantó con rapidez y subió a la cubierta.

—¡Ey! Limpié hace días —exclamó Jonh al ver las manchas de aceite regadas por el suelo. Miró al mecánico y algo nuevamente no cuadraba—. Date un baño, anda.

Chick entró en el camarote y se dirigió al baño a toda prisa.
Benjamín subió de igual manera.

—¿Qué, juegan al escondite? —bromeó Dutch.

—¿Dónde está?

—En el baño. Dile que puede usar algo de mi ropa, y Ben —volteó antes de entrar—. Limpiarán después.

—Sí, Capitán —entró lentamente al camarote. La ropa grasienta yacía regada por el suelo. Se agachó y comenzó a levantarla.
Tomó el overol y una camiseta, cuando escuchó el sonido del agua caer. Cerró sus ojos intentando pensar con claridad sobre lo que haría, se levantó y se aproximó a la puerta. Pero la tentación y la curiosidad acabaron por derrotarlo, se giró con rapidez y se aproximó sigilosamente al umbral del baño.
La puerta no estaba completamente cerrada, así que asomó su cabeza y se topó directamente con algo que realmente no esperaba. El corazón le dio un vuelco al ver a una chica en la regadera... el agua caliente y el vapor limpiaban la grasa de su cuerpo, mientras que ella tallaba con una esponja su delicada y blanca piel. Abrió los ojos como platos al contemplar su figura, bastante delgada, cabellera rubia y larga que le llegaba hasta la mitad de la espalda, pero afeitada en el hemisferio derecho del cráneo, como si fuera un corte militar inconcluso, un par de pechos redondos y uniformes que hacían juego con un trasero bastante firme y levantado. Y un tatuaje, una flor de Árbol Corazón alojado en su brazo derecho.

Pareció haber sentido que alguien la observaba, pues confundida se giró y Benjamín sintió que iba morir por un infarto.

—¡¿Qué demonios?! —la ira en ella era imposible de ocultar, mucho menos apaciguar. Salió de la regadera sin cubrir su desnudez, Benjamín se arrastró con rapidez y salió una vez que ella le azotara la puerta.
Por unos instantes sintió algo de alivio en su ser, como si le hubieran removido un gran peso de encima, solo para colocarle una soga al cuello.
Se quedó ahí, cualquier persona hubiera salido con la esperanza de recibir o experimentar la mayor pena de su vida, pero él se quedó.

Salió del baño vistiendo solo una toalla mojada que cubría su cuerpo, Ben se levantó del borde de la cama y le tendió una camiseta, ella lo miró con molestia, pero sin decir nada.

—Así que... no eres un chico —dijo con una aparente seguridad, lo cual era realmente extraño en él.

—Obviamente no, idiota —le arrebató la camiseta y dejando la pena de lado dejó caer la toalla y se colocó la camiseta, le quedaba bastante grande, como un camisón.

—¿Por qué? ¿Por qué te hacías pasar por un hombre?

—No lo entenderías —Ben levantó ambas cejas y se cruzó de brazos, no se iría hasta obtener una respuesta—. Las oportunidades para una mujer de conseguir trabajo en Klim... que no sea siendo una puta o un criminal, son realmente escasas. Tuve que adaptarme para sobrevivir, además, nunca he sido alguien realmente femenina.

—Pero ya no estás en Klim. Aquí nadie te juzgará ni hará menos. Mira a Xirack. Aquí hay total libertad de ser quien quieras.

La chica soltó una risilla.

—Suena bien —admitió moviendo un mechón de su cabello.

—Una cosa más, ¿Chick es tu nombre verdadero?

—Es solo una abreviación. Me llamo Chickari —ambos caminaron hacia la puerta. Benjamín sonrió y la abrió.
Los presentes observaron consternados a aquel par.

—El chico tiene talento: entró con un mecánico y salió con una chica —se burló Dutch levantándose de su asiento.

—Así que eres una mujer —Marco se le acercó y la analizó de pies a cabeza—. Gracias al cielo, ya empezaba a sentirme extraño —se rio de igual manera.
El ambiente se aligeró sin que ellos lo esperaran.

—¿Cuál es tu nombre, chica? —Jonh se cruzó de brazos frente a ellos.

—Chickari, señor.

—Bueno, Chickari, bienvenida a la Infinity —algunos hicieron un breve festejo logrando generar una sincera sonrisa en su rostro—. Parece que tendrás que buscar una nueva cama, niño.

Curiosamente todas las emociones que experimentó Lylum a lo largo de los días la mantuvieron bastante ocupada, tanto, que no había sentido lo que era estar en tranquilidad.
El viaje a través del Cuadrante Gamma la mantenía en calma, pero en un curioso estado de aburrimiento, solo caminaba hacia todos lados observando y analizando cada rincón de la nave, bajó al nivel inferior por tercera vez, y se topó con Minck, quien trabajaba en una pequeña mesa.

—Hola —dijo ella bastante curiosa con lo que hacía.

—Hola, Lylum —respondió cordial pero sin dejar de lado su trabajo.

—¿Qué es eso?

—Una bomba —ella abrió los ojos—. ¿Qué? Es por si las cosas se tornan feas.

—Dicen que eres muy hábil para reparar o hacer ese tipo de cosas.

—Pues dicen la verdad —bromeó evitando sonar ególatra.

—¿Siempre has sido hábil para eso?

—No, no siempre, tuve que aprender desde que era un pequeño renacuajo recién salido del huevo.

—¿Tus padres te enseñaron?

—Jamás conocí a mis padres —admitió con resignación y ella se conmocionó—. Salí del huevo en un pequeño planeta ubicado en el Cuadrante Lota, ni mis padres, ni ninguno de mi especie estaba ahí, soy único, en una forma literal y algo triste de verlo.

—No tenía idea.

—Todos aquí hemos tenido vidas solitarias y de porquería; Marco es huérfano desde pequeño, Dutch vivió toda su infancia como un criminal hasta que pudo escapar, Xirack era una esclava, incluso Ben, él era un marginado que tenía que robar piezas de vehículos para sobrevivir. Todos hemos pasado cosas similares, tal vez por eso encajamos bien como equipo.

—¿Qué...qué hay de Jonh?

—Jonh... —lo meditó un poco—, es curioso, nadie sabe qué pasó con él. Solo Marco, pero ninguno de los dos dice algo real. Tampoco seguimos preguntando, no nos incumbe y mucho menos tienen la obligación de contarnos, sus motivos tendrá para ocultar tal cosa.

Como si lo hubieran invocado, Jonh Riley bajó al nivel inferior intentando conseguir algo de señal en su comunicador, se acercó sin despegar su vista del pequeño aparato hasta casi chocar con ella.

—Ho-hola —emitió aparentemente nervioso.

—Hola —respondió alejándose de ahí con rapidez, Jonh cerró los ojos y bufó.

—¿Problemas, Capitán? —sonrió sarcásticamente.

—Y que lo digas. —Rascó su barba—. ¿Puedes ver qué le pasó al comunicador? Dejó de funcionar en Klim.

—Déjame ver —tomó el artefacto y comenzó a revisarlo—. Ya vi, la batería dejó de funcionar por el calor, veré si tengo una extra entre mis cosas y te lo entrego.

—Gracias.

—Jonh, creo que deberías hablar con ella.

—¿Tú crees?

—Es tu oportunidad para arreglar lo que sea que hiciste. —Se quedó unos segundos meditando aquello que le dijo, y salió a toda prisa.

—Lylum —la alcanzó casi a punto de subir a la cubierta. Ella volteó pero no dijo nada, algo en sus ojos había cambiado, más que estar molesta lucía algo triste—. Quiero que sepas, que pase lo que pase estaré a tu lado, y no dejaré que nada te ocurra.

Logró sacarle una pequeña sonrisa, estuvo a punto de hablar, cuando Marco Ramírez se adelantó.

—Finalmente —llegaron hasta la cabina—. Estamos en casa.

La Tierra, siempre que volvían de una misión lejana parecía más y más corrompida y moribunda de lo que recordaba. Lo que alguna vez fueron enormes continentes verdes ahora eran páramos áridos y grises, ni siquiera sus océanos se habían salvado de todos los conflictos, eran bastante más grandes, eso sí, gracias al calentamiento global, pero su apariencia era tan deprimente que nadie navegaba en ellos desde hacía años. Claro que después de la extinción de las criaturas marinas nadie quiso regresar.

—Genial —fue lo único que dijo Jonh.

—Capitán, tenemos algunos inconvenientes.

—¿Cuáles?

—Nuestro viejo amigo Rollan nos estará esperando.

—Maldición —exclamó dándole la razón a su mano derecha—. ¿Tienes algún plan?

—Podríamos refugiarnos con alguien más.

—¿Quién podría ayudarnos?

—¿Qué tal Torhem? —sugirió Marco trazando el destino hacia San Francisco.

—No, recuerda la noche del casino.

—Cierto... ¿Dalt? ¿Rickard?

—Uno nos odia y te tiraste a la esposa del otro.

—Carajo, lo olvidaba —meditó unos momentos hasta que una idea llegó a su mente—. ¿Qué hay de Takeshi?

—¿Tak, eh? Nos debe un favor hasta donde recuerdo.

—Y nadie se ha tirado a su mujer.

—Creo que es una buena opción. Nos refugiaremos en el recinto de Tak hasta que pueda hablar con Altham de nuevo —ordenó Jonh Riley decidido.

—Suena bien —la Infinity aceleró el paso. Y en cuestión de minutos finalmente lograron entrar a la atmósfera terrestre.
La aeronave surcó los cielos nocturnos y lluviosos de San Francisco hasta llegar a una zona ''exclusiva'' de la ciudad. El Distrito Jatsu, un territorio habitado en su mayoría por orientales, la mayoría japoneses, miembros de los Yakuza para ser exactos.

Tras muchos años de constantes peleas entre las células y familias criminales de la ciudad, fueron los Yakuza quienes lograron establecerse con el dominio de la zona sur, adaptándola a sus costumbres y convirtiéndola en un páramo peligroso para cualquier forastero.
No duraron ni cinco minutos sobrevolando el lugar cuando dos pequeñas naves caza aparecieron y rápido les empezaron a seguir.

—Venimos a ver a Takeshi Yoshimoto —habló Jonh luego de escuchar una oración en un claro japonés en el comunicador de la nave.

¿Quién eres? —logró articular uno de los pilotos.

—Me llamo Jonh Riley, dile a Takeshi que he venido a visitarlo.

Las naves caza escoltaron la Infinity hasta llegar a un sector del lugar, un bloque de calles de aspecto japonés tradicional, pero a la vez con toques bastante modernos que la hacían relucir sobre los demás sectores de calles. La nave descendió en el estacionamiento de un recinto similar a un gran monasterio de antaño.

—Muy bien, gente, estaremos aquí un tiempo. Recuerden, no llamen demasiado la atención y no causen problemas, esta gente es muy peligrosa —luego de eso la tripulación se equipó con algunas armas no muy visibles. Jonh se colocó una gabardina oscura y guardó su Neruvian 12 en el bolsillo interno de esta—, ¿listos? —asintieron casi todos a la vez—. Bueno, entonces vamos —abrió la compuerta de la nave y finalmente bajaron.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro