Capitulo once

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Who got the power?






Narrador omnisciente

Solo había transcurrido un día desde que Peter Pan había castigado la desobediencia de Hazel, esta no había querido escuchar nada que saliera de los labios del chico, algo que lo enfureció y con todo su orgullo decidió ignorarla, tal y como ella hacía con él. 

La chica solo había salido de la cama para ver a los niños, sin embargo el hacerlo se le dificultó, Devin tuvo que sostenerla antes de que cayera al suelo, desde entonces ella no ha salido de su cabaña. El estado de Hazel no era el mejor, Pan al enterarse de la situación de la chica quiso ignorarlo, pero luego terminó por recapacitar y aceptar que se le había ido de las manos, entonces optó por visitarla y hacerle un favor. Algo extraño, Pan no hace favores. Pero allí estaba él, camino a la cabaña de la chica que había puesto a su isla de cabeza.

Se detuvo en la entrada al verla con los ojos cerrados, aparentemente dormida, dudó unos segundos, hasta que finalmente entró.

—Afuera, Devin —ordenó con autoridad, ni él se creía lo que estaba apunto de hacer, el niño obedeció sin rechistar y salió del lugar.

Se detuvo a un costado de la cama dispuesto a aprovechar que se encontraba dormida para sanarla o al menos poder aliviar sus dolores. Elevó sus manos sobre el cuerpo de la chica y de estas se desprendieron un destello verde, característico de la magia del chico, y penetraron el cuerpo de la joven, en cuanto Pan oyó un suspiro profundo de Hazel supo que debía terminar. Sí, Pan hizo un favor, pero nadie debía saberlo, aunque no contó con que uno de los niños presenciase aquella escena de bondad.

La ojiazul comenzó a abrir los ojos, encontrándose con la mirada aparentemente fría del ojiverde.

—¿Qué haces aquí? —intentó susurrar temiendo que sus tímpanos explotasen si hablaba más fuerte, pero no sintió dolor, algo que la sorprendió y la hizo arrugar el entrecejo—. Qué extraño —expresó alzando un poco más la voz para comprobar que era cierto, su vista pasó a la del castaño—. No tienes nada que ver en esto, ¿o sí, Pan?

—¿Qué tendría yo que ver? —habló indiferente. La chica bufó—. ¿qué?

—Nada, es sólo... —intentó mantenerse seria como si lo siguiente que iba a decir lo fuese—, tu idiotez.

El castaño enfureció su mirada, se volteó hacia la puerta y caminó hasta ella.

—Pan —lo detuvo sin salir de la cama temiendo caer de nuevo—, ¿de verdad no tuviste nada que ver en mi increíble recuperación de la noche a la mañana?

Ella tenía la esperanza de que él se hubiera preocupado por su bienestar.

—No, no me importas tanto como para... -soltó sin voltearse, pero fué interrumpido.

—Entendí —cortó dolida, esto tensó a Pan y provocó que saliera de la habitación sin intenciones de mirar atrás y encontrarse con sus ojos azules.

Él no quería aceptarlo, pero en el fondo sabía que ella estaba perdiendo su fé en él.

Hazel se encontraba sola en su cabaña, sin los niños, sin Peter Pan. Se encontraba nuevamente sola, como siempre había sido. Estaba sumida en sus pensamientos sobre la soledad, el estúpido amor y lo que le haría a Pan como venganza.

—¿Hazel? —llamó con inseguridad en su voz.

—Félix —expresó con voz dulce a la persona que la había sacado de su viaje temporal por su mente. Se sentó en la cama y el rubio se adentró a la habitación con intenciones de saber algo—. ¿qué necesitas, querida jirafa?

Ella notaba los nervios que tenía el chico e intentó calmarlo. El chico rió.

—No me gusta ese apodo —admitió haciendo una mueca.

—Pues lo siento, jirafin —se burló, pareció pensar algo y continuó—. Sería un buen nombre para una criatura mística —lo pensó de nuevo, otra vez volvía a sumirse en sus pensamientos "irracionales", o al menos así lo veían las personas—. Mmm, no, ya están los serafines.

Félix carraspeó captando la atención de la chica.

—¿Ya terminaste de reflexionar? —inquirió con una sonrisa genuina, una que pocos veían esbozar. La chica asintió—. Bien, quería preguntarte algo.

—Adelante, niño Félix.

—Bueno... —inició nervioso, se rascó el cuello unos segundos y se acercó más a la cama—. ¿Pan... te hizo esto? Quiero decir, ¿él te castigó? —la mirada de la joven se endureció, dándole a entender al rubio de que sus especulaciones no eran erróneas—. No respondas.

El ambiente se puso tenso y continuó de esta manera hasta que la chica habló.

—¿Quieres hacer algo? —se dispuso a levantarse, pero el rubio la detuvo haciéndola regresar a su antigua posición.

—No, Hazel, tú...

—Estoy bien, Félix —sinceró la pelinegra,  el rubio no se la creyó y le dedicó una mirada de incredulidad—. De verdad, si te hace sentir más tranquilo puedes acompañarme. Quiero salir de aquí.

Lo dudó un momento, Pero finalmente aceptó. Hazel se levantó sin ayuda del rubio, esto lo sorprendió. Ambos caminaron hacia afuera de la cabaña, Hazel apoyando su brazo en el de Félix.

Los niños no se encontraban, ¿què estarán haciendo?, se preguntaba Hazel. Es extraño ver el campamento totalmente vacío.

—¿Y los niños, Félix? —interrogó la chica mirando al rubio sin recibir ni una sola mirada en respuesta—. ¿Félix?

—Pan los necesitaba para algo —habló con una parte de la verdad en sus palabras. Intentó cambiar de tema—. ¿cómo es que mejorarse tan rápido, Hazel?

La mano derecha de Pan no sabía del extraño y curioso acto de bondad de su líder.

—La verdad no sé —admitió tratando de unir cabos, pero cuando llegaba a la conclusión más obvia, se retractaba, él lo dijo, no le importaba. La chica maquinó algo aún más obvio al instante—. Ve a ver a Pan, Félix, estaré bien, dile a tu líder que no necesito un guardaespaldas.

El rubio la miró casi al instante, detuvo su caminar y abrió sus grises ojos lo más grande que pudo.

—¿Tú cómo...? —nada salió después de aquellas palabras.

—No importa, ve, Félix, estoy segura de que van a necesitarte —aconsejó posando una de sus manos en un brazo del chico a modo de apoyo—. Aún me pregunto por qué Pan envió a su mejor niño para ser mi niñero mientras no está.

—A... yo... no puedo irme —se negó el rubio.

La chica realizó una acción que provocó un, por así decirlo, deja vú en el chico. La chica quedó paralizada por unos segundos como si hubiera sentido algo, como si hubiera tenido un pequeño escalofrío.

—Ve, yo tengo cosas que hacer —sugirió, o más bien ordenó. El chico no se inmutó—. Félix.

—No, las órdenes de Pan son las órdenes de Pan —se limitó a decir, mostrando la excesiva lealtad que le tenía a su líder.

La chica bufó con molestia.

—Bien, entonces acompáñame a buscar unas frutas —pidió con cierto tono de complicidad, como si hubiera una segunda intención en aquella petición.

El rubio dudó pero asintió con lentitud y se dispuso a seguirla.

Caminaban sin decir una sola palabra, hasta que Hazel inició con lo que tenía pensado.

—Félix —canturreó, puso sus manos entrelazadas en su espalda y ladeó su cabeza—. Quiero un coco.

—Pues búscalo —habló elevando ambas cejas.

—Tú eres mi niñero —canturreó de nuevo con una pequeña sonrisa inocente.

—¿Disculpa? —expresó con indignación.

—Bueno —dijo bajando su cabeza en un intentó por verse decepcionada.

Aunque el rubio sabía que a ella no le entristecía el no tener su coco, él decidió dejar aquellos pensamientos y cumplir con lo que la chica pedía. Se quejó, pero se dispuso a buscar una palmera cerca de la playa y treparla.

Al llegar a la punta de una palmera, Félix miró abajo y Hazel estaba allí, esta le dedicó una sonrisa inocente, entonces el chico prosiguió. Al bajarse de la palmera con dos cocos para la chica, se encontró con los arbustos y la nada, la chica ya no estaba.




[...]

Hazel se encontraba caminando en busca de Peter Pan, pudo gritar su nombre y estaría frente suyo, pero quería encontrarlo ella a él y no él a ella. Iba tranquila hasta que llegó a un gran árbol, ella lo conocía por supuesto, era el árbol en el que Malcom abandonó a su hijo y se convirtió en Peter Pan. Se acercó y tocó la corteza con suavidad.

—¿Quién eres tú? —interrogó la voz de un hombre detrás suyo, se oía curioso, un poco mayor y a unos tres metros de distancia.

Ella sabía quién era él. Porque así es Hazel, ella jamás falla.

Se volteó encontrándose con un hombre adulto.

—Hola, Rumple —saludó con un tono dulce, pero aquel tono dulce que ella casi siempre usaba no era del todo bueno, no siempre. Ella sonrió inocente, el Oscuro sólo la observaba como si no pudiera creer lo que tenía enfrente—. ¿Pasa algo, querido?

Peter Pan se encontraba observando la situación, Félix le había comentado que la chica se le había escapado.

—Tú —dijo en un murmullo más para sí.




Flashback de Rumple

No, papá, no —la sombra lo arrastró por los aires, su padre lo había abandonado, había preferido la juventud y el poder por sobre su hijo—. ¡Noo!

La sombra y el niño se encontraban por el cielo de Nunca Jamás. La primera arrastrando al niño hacia fuera de la isla. El pequeño luchaba contra las garras de aquel ser, en un instante sintió una ráfaga de viento y comenzó a caer, la sombra había desaparecido, se había ido. Pero alguien lo atrapó en sus brazos, ocultaba su rostro en su regazo hasta que tocaron el suelo ambos, pero no de manera brusca sino como si los hubieran dejado delicadamente en el suelo.

Fué entonces cuando Rumplestilskin abrió sus ojitos y se separó de la persona que lo había salvado. Pudo verla, era una muchacha joven de cabellos negros y profundos ojos azules. Su tez clara, rasgos delicados y una sonrisa dulce y pura. Estatura media alta y una figura delicada que se podía apreciar gracias a su blanco y delicado vestido.

me salvaste —dijo el pequeño observandola maravillado.

Ella sonrió, le regaló un beso en su pequeña frente y  se dispuso a irse.

Espera —la detuvo, ella lo miró con atención—. ¿me dejarás aquí?

Aquí estarás mejor, Rumple —habló con melodiosa voz

Al menos dime tu nombre, cuando nos encontremos tal vez estés mayor —pidió haciendo sonreír a la joven.

No lo necesitarás, no creo que cambie mucho —afirmó con una sonrisa misteriosa antes de desaparecer en la vegetación que había en el lugar.

El niño caminó un poco y se encontró con un lugar familiar. La chica lo había dejado en el bosque encantado.

Fin del flashback




—Yo... —agregó Hazel incitandolo a continuar.

—Sigues igual —habló con sorpresa. Dió tres pasos y se detuvo—. Realmente eres tú.

—¿No te dije que no cambiaría mucho? —soltó con su característica sonrisa haciendo que el Oscuro sintiera recordando aquella conversación.

Pan no podía creer lo que sus ojos veían. Iba a intervenir hasta que su hijo habló.

—Tú me salvaste de las garras de la sombra de mi odiado padre, ¿puedo saber tu nombre? —dijo con un tono relajado y sereno.

Pan abrió los ojos con sorpresa, No se lo esperaba.

—Mi primer nombre es Hazel —respondió con un asentimiento de cabeza.

—Un gusto, señorita Hazel -hizo una prqueña reverencia—. Creo que no hace falta que me presente.

—No realmente, Rumple.

—Vaya, vaya, mi hijo y esta chica se conocían —hizo acto de presencia el líder de los niños perdidos—. Qué noticia.

—Hola, padre —saludó con desprecio.

—Hola, hijo —habló Pan de la misma manera mientras una sonrisa sin nada de gracia se formaba en su rostro. La sombra se hizo presente y Pan aprovechó para cuestionarle—. No sabes lo que acabo de descubrir, sombra.

—¿Qué?

—No finjas, conocías a Hazel —reprochó—. Sabias que ella había salvado a Rumple años atrás, ahora me pregunto, ¿cómo es que sigues tan joven, Hazel?

En ese preciso instante, los ojos amarillos de la sombra brillaron con intensidad, el candado que tenía en su mente se abrió. Rápidamente apareció frente a la chica.

—Tú —musitó con voz grave.

—No te acerques a ella —intervino Rumplestilskin provocando que la sombra se dirigiera a él con intenciones de descargar el enojo que no podía descargar en Hazel. Pues no podía dañar a su ama.

—Detente o sufrirás las consecuencias, Lucero —la sombra quedó en su lugar como si hubiera quedado petrificada.

Pan miró a Hazel con confusión, esta estaba molesta, se notaba por su entrecejo arrugado y sus ojos lanzando dagas.

—¿De qué está hablando? —interrogó Pan acercándose a la sombra.

—Haz... —no pudo continuar la sombra, cómo si decir su nombre quemara—. Mi señora.

Pan abrió los ojos como platos. Rumple hizo lo mismo.

—¿Mi señora? —exclamaron padre e hijo al unísono.

—Precisamente.

—¿Quién rayos eres? —inquirió Pan con frustración.

—Oh, olvidé presentarme por completo —habló con ironía, esto la divertía, siempre planeaba su presentación cuando visitaba sus tierras—. Soy Hazel, la Reina de las dos estrellas —hizo una pequeña reverencia dejando a todos sin habla.

Entonces, Pan supo que la leyenda era cierta, Rumple unió cabos descubriendo a qué se refería Hazel con sus palabras cuando se conocieron, y la sombra recordaba cuando acompañaba a su ama en sus visitas en la tierra, cuando era luz y no sombra.














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Para tí: Valeri1018
La sombra debería llegar esta noche a tu casa, según el ritual que hice, decía resultados rápidos.

Este capitulo es importante, reveló mucho que estaba escondido.

Votando o comentando me haces saber que te gustó el capítulo o te está gustando la historia. quieres puedes seguirme.

Besos y que la sombra te visite.

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