Capitulo veinte

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

Muñecas en la casa de muñecas








Hazel

Caminábamos por las calles de lo que parecía ser Storybrooke. Rumplestiltskin se sentía un poco incómodo cerca de nosotros, no quería mostrarle pero podía sentirlo. Peter no dejaba de mirarme, y está más que claro que yo tampoco dejaba de mirarlo, temía que si lo hacía ya no lo vería de nuevo.

Odiaba establecer una relación afectiva con personas que podrían ser arrebatadas de mis brazos, lo evité durante largos siglos. Pero fallé, y más de una vez.





Flashback siglos atrás en Andrómeda•

El viejo hechicero de larga barba entró en el gran salón de mi humilde Palacio. Caminó por la alfombra larga y roja, sus pasos eran acompañados por un largo bastón. Su rostro se veía tranquilo al igual que su mente.

El anciano se detuvo antes de llegar a las grandes escaleras que llevaban a mi trono de oro adornado con ramas y flores delicadas que se unían a otras más grandes situadas en la pared.

¿Qué te trae por aquí, viejo amigo? le pregunté elevando mi mentón y mirándolo desde arriba reflejando superioridad.

Hazel, querida, traigo noticias —comenzó con voz rasposa en la que se podía notar los años que cargaba consigo—, futuras noticias mejor dicho —corrigió inclinando su cabeza con suavidad.

Con un movimiento de manos, los guardias salieron del salón dejándonos solos.

Te escucho —accedí, crucé mis piernas y me dispuse a escuchar al hechicero—. Me intriga lo que pudiste ver en alguna de esas visiones.

Primero, querida, lamento decirte que en ellas has fallado —cargó todo su peso a su bastón y me miró con ojos piadosos.

¿Qué quieres decir con eso, Merlín? —interrogué poniendo mi espalda recta mientras jugaba con una de las florecitas que adornaba el trono.

Has fallado, o más bien fallarás —dijo, ladeé mi cabeza mientras sonreía de lado, eso era imposible—. Vas a amar.

Mis ojos quisieron salirse de la sorpresa, entonces me eché a reír.

¡Vaya, Merlín! ¡La edad te está afectando! —decía con carcajadas de por medio—. Es imposible, yo no puedo amar, lo sabes.

Te digo que es verdad. Lo más interesante es que ví a más de una persona —aseguró como si su vida dependiera de eso, y tal vez así era.

Eso jamás va a pasar —afirmé no tan segura de mis palabras.

Estoy seguro de que hay mucha duda e inseguridad en esa oración —agregó como todo un sabio y sí que lo era, pero lo que afirmaba no podía ser cierto.

Amar me haría débil. Además, es imposible que yo pueda amar, el amor es un sentimiento que no puedo poseer. Aquel sentimiento se me negó al ser creada.

Fin del flashback•




Le sonreí con timidez algo raro de ver en mí. Él me sonrió de regreso, su sonrisa causaba una sensación dentro de mí que jamás había tenido.

Por el rabillo del ojo ví que Rumple se había adelantado, entonces miré hacia donde se dirigía. A lo lejos se veía al grupo de héroes acercarse hacia nosotros a pasos lentos, sus rostros se veían cansados.

Miré a Peter unos segundos mientras caminábamos hacia ellos, él los miraba con una sonrisa llena de superioridad. Su gesto provocó una sonrisa que quise ocultar y no logré.

Él notó mi sonrisa y agrandó más la suya.

Nos acercamos al grupo con pasos tranquilos. Algunos nos miraban con sorpresa, bueno, ver a dos personas poderosas juntas causa mucha impresión. Otros nos miraban con cierta incomodidad.

Claramente nadie se esperaba que Peter o yo fuéramos capaces de amar a alguien que no fuéramos nosotros mismos.

—¿Y Abú? —pregunté buscando al pequeño mono que me había ayudado a encontrar a mi Peter.

—Aquí —salió de quién sabe dónde y se colocó en mi hombro—. Señor —saludó a Peter con una pequeña inclinación de cabeza.

—Abú —Pan copió la acción del pequeño amiguito.

—Ella es muy bonita, señor —comentó Abú con cierto temblor en su voz, ¿tanto miedo le causaba Pan?

—Me alagas, Abú, pero ya lo sabía —respondí con mi ego en lo más alto provocando una carcajada de Peter.

Su risa me encantaba, desearía que fuera mi despertador.

Parecía como si fuéramos nosotros dos en el mundo cuando estábamos juntos. Bueno, ahora éramos solo los tres, Abú formaría parte de mi vida a partir de ahora.

Ese hechicero tenía razón.

—Debemos irnos —agregó Peter cuando finalmente terminó de reírse.

Pero cuando todo parece terminar algo siempre tiene que pasar y cambiar eso, ¿no?

—¿Qué tenemos aquí? —interrumpió una voz amenazadora e irónica que conocía bien.

—¿Algo para decir antes de que me vaya, Hades? hablé con ironía girando mi cuerpo hacia donde provenía aquella voz haciendo que los presentes hicieran lo mismo. Sus caras quedaron horrorizadas. La de Peter reflejaba sorpresa. Y la mía, la mía se veía tranquila, supongo.

—Muy descortés de tu parte no ir a visitar a un viejo amigo —habló mientras se acercaba a nosotros con pasos tranquilos pero amenazantes—. ¿Qué puedo hacer por tí, querida?

¿Cómo supo que estaba aquí?

¿Fué el hechizo de invisibilidad?

—Discúlpame, se me pasó, no era prioridad en mi lista —hablé con sarcasmo acercándome a él para quedarnos enfrentados aunque fueran unos metros los que nos separaban. No le permitiría acercarse más a Peter.

—Es extraño, ¿sabes? —inició con veneno en su voz fingiendo extrañeza—. No supe que tu amado había entrado a mi mundo, de lo contrario te habría ayudado a encontrarlo más fácilmente.

Eso era una amenaza sin lugar a duda.

—Es extraño, ¿sabes? —inicié de la misma manera fingiendo extrañeza pero con una sonrisa pícara en mi rostro—. Yo sí supe cuando Zelena entró a tu mundo y también el porqué de su desaparición del mismo.

Su rostro se endureció, yo también lo estaba amenazando.

Parecía como si estuvieramos solo nosotros, nuestras ganas de matarnos y nuestras amenazas.

—No puedes llevártelo —fué directo al grano.

—Si puedo —contradije, ladeé mi cabeza con una sonrisa pícara acompañando cada una de mis acciones.

—Siempre hay un precio —habló con una mirada de advertencia justo antes de que las puntas de sus rubios cabellos tomaran un leve color azulado.

—Deja ir a Peter y todo estará bien —hablé de la misma manera justo antes de que mis ojos producieran un leve destello carmesí.

—No, niña, podrás ser una leyenda que la gente tonta cree —lo amenacé con una sola mirada pero pareció no importarle—, pero hay un equilibrio que hay que mantener.

—¿Equilibrio? —pregunté con indignación acercándome a él hasta quedar frente a frente—. ¡Yo dispongo del equilibrio!

Y esa fué la gota que derramó el vaso.

Sentí la rabia correr por mis venas.

¿Una criatura insignificante se atreve a desafiarme?

El suelo comenzó a temblar.

Truenos y relampagos se hacían presentes en el cielo rojizo.

—Ustedes sólo son muñecas en mi casa de muñecas y te metiste con mi favorita —inicié con el típico discurso antes de una posible muerte o desgracia—. Voy a quitarte todo lo que tienes, poder, prestigio... todo lo que te dí —hablaba mientras mi mirada se clavaba en él—. Tu mundo, destruire este lugar y lo convertire en un palacio para mí solita —comencé a elevar mi voz conforme mi enojo aumentaba, los edificios comenzaban a fragmentarse y las personas salían de ellos gritando—, ¿Qué más? —fingí calma y duda—. Ah, tus cachorros... —el cabello mágico de Hades se encendió—, a ver, ya se, serán mis acompañantes, ¿o prefieres comida para mis bestias?

Quiso atacarme pero se detuvo al instante, o mejor dicho lo detuve. Comenzó a retorcerse hasta caer de rodillas al suelo gritando.

—¡Basta!

—¡No! ¡No hasta que te quites de mi camino! A menos que tenga que hacerlo yo.

—¡¿Pero qué pasa con las normas que tú creaste?! —atacó pobremente, contradecirme con mis propias normas es estúpido.

—Una persona debe quedar en su lugar, lo sé, entonces, ella —el cuello de la gran Zelena apareció entre mis manos gracias a una nube roja característica de mi magia—. Se quedará contigo para toda la vida. ¿Si? Si, no hace falta que respondas.

Hades se puso de pie con un poco de dificultad.

—Suéltala —pidió con voz rasposa.

—Mmm, no sé —fingí duda mientras presionaba más el cuello de la bruja verde que en aquel momento no era tan verde.

—Por favor —rogó dejando a su cabello rubio como antes y con sus ojos aguados.

—Realmente la amas, eso me sorprende —hablé con sinceridad.

Sonreí con picardía. Los edificios regresaron de nuevo a su forma. Pero el suelo aún temblaba.

El cielo, a pesar de tener un color escalofriante, dejó de serlo por unos segundos cuando sentí la mano de alguien muy peculiar sobre mi hombro.

Me volteé y ví los ojos esmeralda que tanto me gustaban.

El suelo dejó de temblar y de quebrantarse.

Mi mirada se relajó al igual que mi cuerpo.

Solté a la bruja verde y esta corrió a los brazos de su amado.

—Realmente lo amas, eso me sorprende —utilizó mis propias palabras y luego agregó—: creí que no podías amar.

Su voz se oía lejos pero no me importaba nada más que sus ojos esmeraldas.

—Así que así te ves enojada —bromeó sonriéndome, su sonrisa era sin duda la mejor de todas—. Recuérdame no hacerte enojar.

Desaparecí a Hades y su amada dejándolos en alguna parte del Inframundo.

—Arreglemos esto, Peter.

En su rostro ví un pequeño destello cuando pronuncié su nombre.

—Arreglemos esto, Hazel.

Mi nombre junto a su voz era lo mejor que podía tener en la vida.

Llevé mi mano a su pecho justo en dónde se encontraba su corazón.

—Esto dolerá sólo un segundo.

Tomé su corazón en mis manos, él no hizo ningún ruido de queja pero sí una mueca. Por supuesto que dolía que te arranquen el corazón de tu pecho... aunque no palpitase.

Su corazón tenía partecitas oscuras, manchas un poco grandes. Brilló y se lo regresé a su lugar.

—Ahora te doy la bienvenida nuevamente al grupo de los vivos —abrí mis brazos como cuando se le da una sorpresa a alguien, pero la sorpresa me la llevé yo cuando recibí un fuerte abrazo del ojiverde. Y aunque duró unos segundos lo recordaría toda la vida.

Él me miró y luego miró a las personas antes de separarse del abrazo.

Había olvidado por completo del grupo.

—Regresemos rápido a Nunca Jamás, aquí no puedo agradecerte como querría —me susurró con voz grave.

Sonreí con picardía.

—Espero que me agradezcas extremadamente bien.

—Oigan, estamos aquí —intervino Mills interrumpiendo cómo siempre los mejores momentos.

Yo estoy aquí —intervino el Capitán recibiendo un golpe en la cabeza por parte de Abú—. ¡Auch!

—Hora de regresar.







[...]

—No creo poder resistir tanto tiempo con esta gente —habló con franqueza con su vista puesta en el agua clara con ratros de oscuridad dando a conocer que el agua ya no era el agua peligrosa del triángulo de las bermudas.

—Ya pasamos la peor parte del camino —mantuve mi mirada en su admirable y perfecto perfil hasta que su mirada se encontró con la mía—. ¿Quieres irte ya?

—Estarán bien —aseguró, lo miré con los ojos entrecerrados a modo de sospecha.

—Oh, vamos, no te importan ni un poco.

Ambos nos reímos, pues era cierto.

Tomé su mano y lo guié hacia el final del Jolly Roger con todos observandonos.

Peter me miraba con curiosidad.

Subí al borde y me giré para mirarlo.

—¿Qué estás haciendo? ¿vas a suicidarte o algo así? —bromeó copiando mi acción quedando justo a mi lado.

Sonreí de lado.

Sentí un peso extra en mi espalda, uno que no me cansaría de cargar jamás.

Mis alas descansaban en mis espaldas como solían hacerlo años atrás. Parecían estar hechas de cristal.

—¿Vienes?

—Contigo a dónde sea.

Nuestras manos entrelazadas brillaron y cuando mis alas comenzaron a hacer su trabajo, Peter fué rodeado por un polvillo dorado haciendo que su capacidad para volar se activara y con gran potencia.

Creo que a mi lado Peter Pan es literalmente invencible.












•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°•

Me fui de campamento y por eso me tardé mucho en actualizar, en fin:

Estamos a nada del final.

Espero que les guste este fanfic porque es lo que me encantaría vivir. ¿A ustedes no?

Agradezco de corazón a los que leen esta historia escrita por una fan loca de Peter Pan.

No olvides votar y comentar, me ayudas mucho haciéndolo.
Besos.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro