🍂Capítulo único🍂

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

"Sabíamos que no estábamos hechos el uno para el otro, pero también sabíamos que estaríamos desechos el uno sin el otro"

No hace mucho tiempo descubrí algo curioso.

Cada vez que tocaba mi guitarra se creaban sueños y recuerdos que he deseado olvidar, y todo se distorsionaba a mi alrededor, hasta hacerme sentir mareado.

Las hojas dejaban de ser hermosas y la lluvia ya no era tranquila sino tormentosa. Veía defectos donde sólo debería ver belleza, y los sentimientos dentro de mi pecho se encontraban modificados cada vez que de mis ojos salían lágrimas, ya sea en un amanecer soleado o en una noche fría.

Mi vida nunca ha sido del todo perfecta, pero eso es algo que jamás me importó. Todos sufrimos problemas, miedos, dolor..., más que todo dolor; y es esa misma razón la que muchas veces nos vuelve egoístas. Dolía mucho ver sonrisas en las personas que miramos más allá con un simple sentimiento, dolía querer ser visto, pero permanecer enterrado en la ignorancia..., probablemente creíamos que es suficiente querer algo para poder tenerlo; y ese pensamiento debió ser mi señal para detenerme de todo el daño que causé, y que aún me sigue persiguiendo.

Entonces supe que amarlo lo lastimó, que mi amor era veneno cruel, que alguien abandonado como yo jamás podría ofrecer algo que fuese más allá de toda la mierda que ha recibido. Sí..., debí saberlo y detenerme cuando aún estaba a tiempo.

Pero no lo hice.

Jamás me detuve.

Él era como la flor más hermosa del jardín, era la calma soñadora tras un devastador huracán, y sus sonrisas... tan hermosas que brillaban en la más pura oscuridad. Se convirtió en una imagen etérea que me costó procesar, algo tan magnífico, hermoso y perfecto que aún no puedo olvidar.

Una hermosa flor que me hizo sentir codicioso hasta hacerme desear arrancarla para que nadie más que yo pudiese admirarle; sin embargo, mi error fue el no haber sabido que mis manos estaban bañadas de veneno, provocando que sus pétalos murieran, mientras mis ojos observaban el daño causado con una máscara de indiferencia.

Y lamento tanto no haber sido sincero. Debía decirle lo mucho que lo amaba desde el primer momento, jamás debí aceptar formar parte de juegos tontos que inevitablemente me llevaron a un final solitario, con él caminando lejos de mí, sin otorgarme su mirada cálida con aquellos preciosos ojos de verano.

El valor que tenía lo utilicé para lastimarlo de forma profunda, cuando lo que tenía que hacer era utilizarlo para confesarme y cuidar de él como lo que era y lo que sin duda alguna sigue siendo. Mi vida entera.

Cada vez que pude imaginarlo lo comparo con la belleza de las margaritas, y sus ojos azules me recordaban siempre al infinito cielo, uno soleado que se muestra glorioso en mi playa favorita. Es una combinación absoluta de arte, un arte que pude encontrar, que pude amar...

Lo más sensato que podría hacer en estos momentos es dejar de hablar de él, comprender que ya perdí mi oportunidad, que los años pasaron llevándose todo con ellos. Lo sé bien, pero es tan difícil el poder cumplirlo, que no puedo evitar sentir vergüenza de mí mismo.

Fui un idiota, aún lo sigo siendo.

Desde un principio fui consciente de que cometí muchos errores, unos más grandes que otros, pero absolutamente ninguno de ellos podrá compararse jamás con lo que hice en el otoño de ese año.


"Oh no, veo una tela de araña que se está enredando conmigo;
Y perdí la cabeza, con la idea de todas las cosas estúpidas que dije"




El año escolar siempre daba inicio con nuevas expectativas, más aún si eras de último año y pertenecías al equipo de baloncesto.

Tenía popularidad y notas que eran aceptables. Mi sarcasmo, humor negro y temperamento fueron defectos con los que siempre he luchado, pero, de forma graciosa los demás lo veían como cualidades para acercarse o como imanes para querer salir conmigo.

Sinceramente nunca estuve interesado.

Desde que era un niño quise correr lejos cada vez que el amor era pronunciado. Mi hermano menor siempre me decía que de los dos yo sería el primero en enamorarse de verdad, pero que por mi torpeza o terquedad no podría verlo a tiempo.

Ahora me causa gracia cada vez que lo recuerdo.

He vivido en carne propia los estragos que esa emoción ocasiona en las personas. La separación de mis padres aún llega en forma de pesadillas a mi atormentada mente, junto con el sentimiento de soledad e infelicidad; el llanto de mi madre y su partida, donde únicamente tomó la mano de Agust para salir juntos de ese infierno, dejándome atrás y encadenado a un hombre adicto a los golpes, las drogas y el alcohol.

Oh... Agust es mi hermano menor, aunque sólo por diez minutos. Somos idénticos físicamente, pero en carácter y pensamientos no podríamos ser más diferentes.

Él es sol, bastante parlanchín y le gusta hacer amigos.

Yo soy tormenta, bastante arrogante y me vale un carajo las personas.

Quizás esa fue la razón que hizo que mi madre lo eligiera, con alguien tan dulce como Agust ella sería feliz. Si me llevaba seguramente le recordaría a mi padre, al hombre que quería olvidar. No, era necesario dejarme; pero para la mente de un niño de diez años, aquello dolió terriblemente.

¿Por qué me dejaste atrás, madre? Yo también era tu hijo.

Tampoco quiero mostrar una imagen errónea de lo que fui, de lo que soy, y muy probablemente de lo que seguiré siendo. No estoy justificando mis pensamientos tóxicos y egoístas, tampoco estoy victimizándome; simplemente supe que llegó un punto de mi vida donde ya no puedo seguir reteniendo mis emociones, y tan sólo quiero desahogarme para así evitar ese sentimiento ruin que ya está terminando conmigo.

El hombre con el que crecí me inculcó pensamientos egoístas. Me dijo que el amor era malo, que lastimaba y mataba el espíritu; me aseguró que la única forma de sobrevivir era si yo lo mataba primero.

Y es lo que hice.

Porque yo maté el amor de Park Jimin, el chico del que me enamoré.


"Oh no, ¿qué es esto?
Una tela de araña y yo estoy en el medio,
Así que eché a correr
Con la idea de todas las cosas estúpidas que
He hecho"




Lo conocí en una mañana que no pretendía ser diferente al resto. Él lucía tan tímido, pequeño y perdido que recuerdo claramente haber estado sonriendo como estúpido durante un largo rato en la entrada del salón de clases.

Tenía el cabello rubio, no sé si ahora lo tiene del mismo color; sin embargo, en ese entonces lucía hermoso y angelical. Siempre supe que los primeros días en una escuela son difíciles, él me lo demostró en su comportamiento recatado, sin atreverse a mirar otra cosa que no fuesen los cuadernos y lápices de colores esparcidos en su pupitre.

Recuerdo que sonreí una vez más, admirando lo bonito que era.

Por dentro estaba muriendo de nervios, los latidos de mi corazón eran tan acelerados que incluso temí pudieran ser escuchados por los demás. Por fuera lucí seguro, con una sonrisa coqueta que no flaqueó, y con porte erguido al caminar.

Después de todo era Min Yoongi, la estrella del equipo de baloncesto. Si en mi interior se escondía un chiquillo inseguro y temeroso que estaba vuelto loco por el nuevo estudiante, nadie más que yo mismo pudo verlo.

Me detuve cuando estuve frente a él, mi olfato recuerda con nitidez el aroma suave que emanaba. Era una combinación de lavanda con un toque cítrico que me provocaba cosquillas cada vez que lo olfateaba, deseando permanecer oculto del mundo, con ese olor sirviéndome de oxígeno.

—Pequeño, ese es mi lugar —fueron las primeras palabras que le dediqué, y en ese mismo segundo él me miró directamente a los ojos.

Sí, vi chispas.

Esos ojitos hermosos que eran tan brillantes se enfrascaron en los míos, él me miró y me miró como nadie lo había hecho antes. Tan tímido, puro, cálido que el desastre en mi corazón aumentó de intensidad, provocando que la sonrisa que tenía dibujada sufriera una pequeña modificación que esperé pudiera ocultar.

Me quedó mirando por varios minutos, recuerdo que por mi mente pasó la idea de hacer alguna broma para romper el extraño momento. En su lugar permanecí quieto, obediente al silencioso deseo de estar a su lado para así descubrir por cuánto tiempo más me estaría contemplando.

—¿Y bien? —pregunté. Me sentía incapaz de permanecer en silencio, cuando estaba siendo observado de aquella manera.

Él pareció notar lo que estaba haciendo, porque rápidamente parpadeó y sus mejillas gorditas se pintaron de un rojo profundo, que fue capaz de alcanzar sus orejas.

—L-lo siento —se disculpó, su voz bajita y delicada haciendo un contraste perfecto con su apariencia.

En ese momento estaba dispuesto a decirle que simplemente estaba jugando, que podía quedarse en el pupitre y que yo me iría a otro lado; pero él fue tan rápido al ponerse de pie y caminar hacia la otra fila, que las palabras simplemente quedaron atoradas en mi garganta.

Fue así como mi intento de broma fugaz para charlar y parecer agradable con el chico que me había gustado a primera vista, acabó siendo un fracaso total. Él terminó avergonzado y sonrojado, en un lugar que le resultaba incómodo por el sol que se colaba a través de los grandes ventanales, mientras que yo me quedaba solo, mirándole como un maldito acosador durante el resto de la clase.

No pude decirle que lo sentía, así como tampoco pude hacerlo las otras veces.

Sabía que estaba siendo obstinado cuando al final de la clase me planté frente a él. Tuve el atrevimiento de sentarme en su mesa de trabajo, interrumpiéndole la tarea de guardar sus cuadernos para así volver a tener su atención.

—¿Hay algo que desee? —me preguntó, mirándome atentamente.

A lo único que pude atinar fue a sonreír. Sonreí como un depredador hambriento, asegurándome de mostrarme coqueto para impedir que mi estúpido nerviosismo saliera a flote y tiñera mi piel de rojo.

—Eres nuevo, ¿cierto? —hice la pregunta equivocada, porque era obvio. Bien, mis nervios no podían ser controlados del todo, pero intenté hacer algo más para acomodar la situación—. Quería disculparme. Realmente no era mi intención ser tan directo, pero hay ocasiones en las que no puedo evitarlo.

Fui sincero, estuve mal al quitarle el lugar, y realmente esperaba ser disculpado.

—No te preocupes, lo entiendo —me respondió, dándome otra de sus sonrisas bonitas, pero sin la oportunidad de poder ver sus ojos.

Entonces hice algo temerario.

—Vamos te invitaré al almuerzo.

Él se asustó y yo también. Recién nos conocimos y ya estaba invitándolo a almorzar como si fuéramos grandes amigos. Por supuesto que trató de negarse, pero hace poco había dicho que era un obstinado y, por lo mismo, le seguí insistiendo.

Siempre insistiendo, hasta que él aceptaba.

—Park Jimin... —su nombre me lo susurró con timidez, cuando le pregunté cómo se llamaba.

Volví a sonreír, porque con él me resultaba tan fácil hacerlo, lo sentía correcto y natural que en ese mismo momento decidí regalarle cada una de mis sonrisas.

—Un gusto Park Jimin, mi nombre es Min Yoongi.

De haber sabido que lo arruinaría, jamás me hubiera acercado ese día.


"Nunca tuve intención de causarte problemas,
Nunca tuve intención de hacerte mal.
Bueno, si alguna vez te causé problemas...
Oh no, nunca tuve intención de hacerte daño"



Nos hicimos cercanos en poco tiempo.

Todas las mañanas antes de que las clases iniciaran hablábamos de muchas cosas. Él me contaba como había sido su antigua escuela, mientras que yo le informaba detalles curiosos de la que compartíamos.

Pronto descubrí que a Jimin le gustaba reír bastante, tenía un diente chueco que siempre trataba de cubrirse, alegando que era feo y que le provocaba vergüenza. A mí en lo personal me gustaba mucho, le hacía ver más tierno de lo que ya era, pero nunca me creía.

Los almuerzos no siempre los compartíamos. Jimin tenía una amiga de la cual me hablaba maravillas, de hecho ambos eran nuevos en la escuela, así que cuando no estaba conmigo, estaba con ella. Su mirada brillaba aún más cuando me hablaba de ella, y eso fue lo que despertó mi curiosidad por conocerla.

Nunca lo admití en ese entonces, pero cada vez que él hablaba de su amiga, todo mi interior ardía en celos.

¿Qué la hacía tan especial? Él me contaba que era muy hermosa, inteligente y buena. La verdad es que siempre lo puse en duda, las personas con esas cualidades no existían para mí, y en todo caso de hacerlo, únicamente conocía a Jimin.

Y cuando conocí a Kim Jennie, pensé exactamente igual.

Fue en la clase de inglés que pude verla y hablar con ella. La primera impresión que tuve fue bastante confusa para mí, tanto que me prometí jamás mencionarlo.

Supe que le gustaba en los primeros minutos de hablar con ella. Jennie era coqueta, en un nivel que rozaba el descaro, pero como ya estaba acostumbrado a ese tipo de situaciones era fácil ignorarlo. Entonces decidí que lo mejor sería alejarme de ella, no quería involucrarme más de la cuenta, porque lo menos que necesitaba eran malos entendidos, sobretodo si en mi mente estaba la idea de declararle mis sentimientos a Jimin.

Y ahí estaba mi otro problema interno.

De verdad que me resultaba difícil y casi imposible la sola idea de aceptar que aquella chica presumida y vacía fuera tan importante para alguien tan tímido y bueno como lo era Jimin.

Ellos eran demasiado diferentes, tanto que no podía creer que se llevaran tan bien y fuesen así de unidos.

No necesité de mucho tiempo para desarrollar miedos. Sabía que a Jennie le gustaba, pero el que a mí me interesaba era Jimin, ¿él querría algo conmigo sabiendo lo que su amiga deseaba? Con pocas semanas de conocerlo pude tener una respuesta a esa pregunta, y me entristecía saber que no podría acercarme de la forma que tanto anhelaba.

Fácilmente decidí que lo mejor fue continuar como amigos. Así podría estar cerca de él, tomar sus manos, acariciar sus mejillas y ver sus sonrisas; mientras en mi interior escarbaba para encontrar cada gota de fuerza que tenía, y así soportar mis deseos de besarle y cantarle esas canciones cursis que había escrito en mi libreta durante las tardes que dedicaba a tocar con mi vieja guitarra.

Ingenuamente creí que mis sentimientos se apaciguarían, pero fue todo lo contrario. Me enamoré con más fuerza.

Lo amé como un condenado a sólo admirarlo, sin poder demostrar todo lo que me hacía sentir con sólo una de sus sonrisas.

—Yoongi, ¿algún día me dejarás escuchar una de tus canciones?

Esa pregunta me la hizo en uno de los muchos almuerzos que compartimos. El nerviosismo de Jimin fue bastante evidente, trataba de no mirarme, y en su lugar decidía concentrarse en la comida que apenas tocaba.

Recuerdo que sonreí y asentí con mucha energía. Él era la única persona en el mundo con quien quería compartir mi música.

—Te prometo que grabaré todas mis canciones en un disco, y te lo daré como regalo de cumpleaños.

Al menos pensaba hacerlo con todas las canciones que él me inspiró.

Jimin sonrió radiante, y luego me dijo: —Me encantaría, aunque ya no sería una sorpresa.

—No has escuchado ninguna de ellas, la sorpresa será la misma —le había dicho, otorgándole una sonrisa juguetona.

Él me sonrió con aires de suficiencia, sus gestos siempre me parecieron adorables, incluso cuando pretendía verse rudo o intimidante.

—Bien, yo te daré una copia del primer libro que escriba cuando me convierta en un gran escritor —me prometió. Segundos después me ofreció su mano para así sellar el pacto.

Nos hicimos tantas promesas, compartimos nuestros sueños, reímos, gritamos, bailamos y nos metimos en problemas. Cada día que pasaba a su lado lo atesoraba con recelo, jamás compartí con mi padre ese tesoro que descubrí en la escuela, pues sabía que no podría entenderlo, y que en su lugar terminaría destruyéndolo.

En algún momento de ese entonces debí saber que yo también estaba manchado. Me volví ciego, mis ojos sólo lo veían a él, aumentando el deseo por tenerlo.

Hasta que la oportunidad llegara.

Los encuentros con Jennie se volvieron más constantes. No sólo la veía en la clase de inglés, ella también me buscaba en la cancha de baloncesto, la sala de música, la cafetería, el patio, el laboratorio; inclusive en la biblioteca, donde debía cumplir con algunas horas que me habían impuesto en dirección.

Era bastante insistente con la idea de que fuéramos amigos. Yo no estaba interesado en serlo, y si la soportaba era por el simple hecho de que sabía de su amistad con Jimin.

Sin embargo, todo se fue al carajo cuando en una mañana ella me confesó sus sentimientos.

—Yoongi, tú me gustas mucho desde la primera vez que te vi en la clase de inglés.

No me sorprendió del todo, una parte de mí sabía que podría suceder. El dilema interno que se generó tras esa confesión revolvió todas mis ideas, dejándome mudo, sin poder procesar con frialdad y atándome completamente.

—Lo siento. No puedo aceptar tus sentimientos, porque ya me gusta alguien más.

No quise decirle que ese alguien era Jimin. Creí que sería una pésima idea, y que complicaría las cosas.

Mi plan era reunir el valor para confesarme con mi rubio, pero mientras eso sucedía pensaba continuar viviendo momentos especiales a su lado.

Jennie y yo no hablamos por varios días, no me sentí mal por lo que le dije, porque estoy seguro de que fui bastante educado. No podía haberlo hecho diferente, lo menos que deseaba era generar esperanzas en alguien con quien jamás podría estar de forma romántica.

—Jenn me contó que le gusta un chico de su clase de inglés —me contó Jimin durante un receso que decidimos pasar en la sala de música.

Me tensé y el temor llegó a mi cuerpo como fuerte tormenta. No tenía miedo por haberla rechazado, sino por lo que eso pudiera significar con mi futura confesión.

Debía terminar la canción que estaba preparando para ese momento especial, pero mis expectativas de hacerla perfecta me estaban retrasando demasiado. Quizá hubiese sido mejor improvisar.

—¿Eso hizo? —decidí preguntar. No tenía idea de cómo continuar con aquella conversación.

Recuerdo que él me miró con esos ojos preciosos que me hacían callar. Sonrió contento, y sólo de eso se necesitó para que yo también sonriera.

—También me dijo que la había besado en los laboratorios, que se habían escapado entre clases —contó entre susurros, a veces soltando risas pequeñas.

Entonces liberé todo el aire que estaba quemando en mis pulmones. Jennie no estaba hablando de mí, debido a que nunca tuvimos algo más que una conversación vana de cinco minutos.

Sonreí juguetón, y Jimin rió conmigo.

—Vaya, son unos pillos, eh... —piqué, subiendo y bajando las cejas con picardía.

Volvimos a reír. Con él siempre era así.

"¿Yo te alejé? Ya sé lo que dirás,
Dirás: oh, canta una que nos sepamos.
Pero te prometo esto, siempre cuidaré de ti...
Sí, eso es lo que haré"


La desesperación jugó muchas veces en mi contra. Los problemas en mi casa se hacían cada vez más insoportables, con mi padre llevando a muchas mujeres y armar su propia fiesta privada con drogas, gemidos y mucho alcohol.

No estaba durmiendo bien, varias veces recibí regaño de parte de los profesores y el entrenador había decidido convertirse en mi enemigo al exigirme más horas de entrenamiento.

Todos esos percances dieron como resultado mi reprobación inminente en dos materias importantes como lo era ciencias y matemáticas. Mi promedio estaba a un milímetro de besar el piso, y la consecuencia mayor sería mi expulsión definitiva del equipo.

En medio de tanto caos, Jimin era mi único rayo de luz. Lo veía pocas veces porque necesitaba recuperar mis clases, y para ello requería horas y horas de estudio intensivo. Él se había ofrecido para ayudarme, mas no acepté; quería esforzarme bajo mis propios medios, para así sentir que lo estaba haciendo bien.

Aunque lo único que conseguí fue distanciarme de él, y que mi humor nuevamente volviera a ser amargo.

No supe en qué momento del camino Jennie volvió a aparecer. Ella se había sentado conmigo en la biblioteca durante una tarde completa, me dijo que se sentía avergonzada por lo que me había dicho y que le encantaría que fuésemos amigos.

Le dije que no tenía tiempo. Por supuesto que también le aseguré de que no debía avergonzarse por sus sentimientos, que era valiente al admitirlos y aún más valiente al decirlos.

Y entonces dijo algo más que causó un estrago en mi interior.

—Sé que Jimin es la persona que te gusta, y quiero ayudarte para que ganes su atención.

En ese momento de tarde fría debí tener la audacia suficiente para reconocer las señales de alerta; debí tener el coraje para negarme y decir que lo intentaría por mí mismo, malditamente debí decir que no.

Pero no lo hice.

Jennie era la mejor amiga del chico que me gustaba tanto, si había alguien que lo conociera bien, definitivamente sería ella.

—¿Cómo podrías ayudarme? —quiero creer que la desesperación por tenerlo a mi lado fue la que habló en ese instante.

—Los celos son la mejor arma. Conozco a Jimin como la palma de mi mano, si él siente lo mismo que tú, jamás lo admitiría. A menos que se sienta amenazado.

Que idiota fui.

Ni siquiera me detuve a preguntar cómo había descubierto que su amigo me gustaba; tampoco me puse a pensar en el dolor que podría causar en el corazón de mi rubio si aceptaba, sobretodo porque una parte de mí quería hacerlo, para así asegurarme de que también era querido de la misma manera.

—¿Qué propones? —esa pregunta fue la que empezó a hundirme en mi propio abismo de soledad y auto desprecio. Algo tan simple y que aún vive en mi mente, recordándome con fuerza todas las decisiones estúpidas que tomé en un arranque desmedido.

Jimin merecía más que un teatro barato. Él merecía todo el puto mundo, detalles hermosos y la verdad absoluta que decidí encarcelar para dar vida a una mentira amarga que se encargaría de destruirlo.

Y todavía sigo preguntándome, ¿por qué acepté esa propuesta? Desde un principio debí saber que acabaría mal para todos los involucrados, mas en ese entonces, estúpidamente creí que sería una buena idea.

—Fingir un noviazgo —propuso Jennie, sus ojos me miraban sin parpadear—. Puedo decirle a Jimin que estás interesado en mí de forma romántica, obviando el hecho de que sé que ustedes se conocen, y así poco a poco él se irá dando cuenta que te quiere y tú podrás actuar.

Jugar con los sentimientos de una persona. Jamás terminaría bien.

Fingir una relación amorosa para despertar el interés de quien se ama. Jamás funcionaría.

Lastimar el corazón que pretendía cuidar. Jamás debí siquiera aceptarlo.

Era tan fácil de entender..., pero no lo hice.

Recordar se convirtió en mi mayor tortura. Me obligué a hacerlo, debido a que era lo único que podía hacer para castigarme bajo mi propia mano, y aún así, no me era suficiente.

Tampoco quiero ahondar en cosas que ya no tienen importancia.

Basta decir que acepté esa ridícula propuesta que con el tiempo se convirtió en la mentira perfecta. Nunca me interesé en enterarme de todo lo que Jennie le decía a Jimin acerca de nuestra "relación" simplemente me limitaba a observar desde lejos, ignorando en ese momento como la luz de sus ojos hermosos se iba apagando.

—Es un placer conocerte, Park Jimin —le había dicho cuando Jennie me presentó con él siendo su novio.

Fingir demencia fue otra idea brillante. Lo miré tensar la mandíbula, ponerse rígido y no soltar más palabras; creí que estaba funcionando y, que en efecto, él sentía algo por mí.

Nuevamente ignoré que lo estaba destruyendo.

Conforme el tiempo iba pasando, la mentira realizada iba creciendo. Todos en la escuela sabían de mi relación con Jennie, aunque desconocían por completo que fuese completamente falsa. Traté de mantener un control, cuidar lo que decía y como me comportaba, teniendo siempre presente hacer y decir lo justamente necesario para que la farsa siguiera funcionando.

Entonces, Jennie me besó frente a Jimin y sentí que nuevamente volvía a joder todo.

No podía rechazarla porque, en teoría, era mi novia; tampoco podía aclarar las cosas porque era cobarde. Estaba en una encrucijada que yo mismo hice, así que me dejé hundir aún más, respondiendo besos que no me producían sentimientos cálidos, sonriendo falso, tocando manos que sentía frías, mirando ojos que no me cautivaban y alimentando más esa mentira.

Luego llegó un momento donde mis conversaciones con Jimin se acabaron. Pude seguirlo viendo, le sonreía cada vez que nuestros ojos se encontraban, pero ya no era lo mismo. Era como si un profundo abismo se hubiera creado entre ambos, donde sólo podríamos contemplarnos, sin poder tener la mínima oportunidad de sentir el calor contrario, y solamente resignarse al recuerdo amargo.

Sin embargo, sentirlo lejano dolía tanto, que mi corazón se oprimía fuerte cada vez que lo miraba a lo lejos.

A partir de entonces comencé a actuar con más necesidad. Le insistía a Jennie para que hablara con él, pedía que lo convenciera para que saliera conmigo, no me importaba si era como amigos, de hecho eso quería... ser su amigo, y volver a ganarme sus sonrisas.

Quería que todo volviera a ser como antes, regresar al punto exacto donde conversaba con él y reíamos por cosas sin sentido. La misma estupidez e impulso me guiaron a un punto de no retorno, donde inevitablemente me estanqué y seguí lastimando.

Las semanas se convirtieron en meses, esos mismos que malgasté. Jimin se alejó de mí, fue bastante evidente al hacerlo; en ese momento debí detenerme, entender que nada estaba saliendo bien y luchar por encontrar una salida que nuevamente me diera la oportunidad de poder estar a su lado, donde verdaderamente quería estar.

En su lugar, lo que hice fue estúpido.

Fue gracioso para mí descubrir la mentira que Jennie había hecho para que Jimin accediera a salir conmigo.

Habíamos ganado un partido importante de la temporada. Para celebrar se había realizado una fiesta, y Jennie le había dicho a Jimin que mi deseo era llevarlo conmigo, ya que las mujeres no estarían permitidas, al ser una fiesta de chicos. Al principio creí que él no aceptaría, pero cuando me informaron de lo contrario, no pude evitar el sentimiento de felicidad que tanto había añorado.

Mi rubio asistiría conmigo, y por esa única noche me permitiría imaginar que él era mi novio, y que nos amábamos con la misma pasión e intensidad.

Estuve esperándolo fuera de su casa, no me imaginé que Jennie también estaría con él hasta que la vi salir. Al principio tuve miedo de que ella decidiera ir, pero no existía motivo alguno para tal cosa. Simplemente se acercó y me rodeó con sus brazos, tensándome en el mismo instante que pude sentir su toque.

—Tengo que besarte. Jimin está por salir —avisó, segundos después me estaba besando.

No le correspondí, pero tampoco la aparté. Mis labios quedaron congelados en aquel contacto, mis manos apretando su cintura para que se alejara, mientras que ella seguía besándome con todas las ganas que tenía, y continuaba aferrándose a mi cuello.

Detuve el beso cuando lo vi acercarse, me aparté teniendo cuidado de no ser brusco y la miré directamente a los ojos.

—No me vuelvas a besar —susurré sobre sus labios para que Jimin no pudiera escucharnos. Luego decidí sonreírle para que no sospechara del momento extraño.

Y entonces lo vi a él.

Todavía recuerdo lo hermoso que lucía esa noche.

Llevaba el cabello con ricitos esponjosos que lucían suaves, el rosa de la camisa le quedaba tan bien en su piel, con el rubor pintado en sus mejillas, y la sombra dándole oscuridad a sus ojos brillantes.

Realmente no puedo decir el tiempo exacto que pasé contemplándolo, sólo sé que pude tardar toda la noche y jamás me aburriría. Él para mí era el arte más bonito que haya existido..., tan encantador como un querubín, tan perfecto como dios mismo.

—¿Nos vamos, Jimin? —había extrañado tanto decir su nombre. Lo había extrañado tanto...

Él titubeó con nerviosismo palpable. Jennie se acercó a darle un beso en la mejilla y luego pretendía volver a besarme, pero un suave movimiento de mi cara hizo que su contacto cayera en la comisura de mis labios.

Le lancé una mirada de advertencia que ella comprendió al instante.

Finalmente había quedado a solas con Jimin. Ignoré los latidos locos de mi corazón y me apuré a abrir la puerta del lado del copiloto, le invité a entrar y así lo hizo. Corrí hacia mi lugar y aseguré bien todo, cuando estuvimos listos decidí arrancar el auto hacia nuestro destino.

El camino silencioso fue el más angustiante de toda mi vida. Quería conversar con él, que fuera fácil como antes, pero Jimin estaba extraño. No sonreía, evitaba mirarme y sus ojos estaban llenos de temor.

Ahí comencé a comprenderlo.

Caí en cuenta de que él y todos los demás pensaban que Jennie era mi novia. Mi rubio es su mejor amigo, ¿cómo estaría de todas formas? Una vez más me estaba convenciendo de que lo que hice fue una estupidez, que caí en una trampa elaborada por alguien que al parecer no le gustaba perder, y que ahora debía luchar para encontrar una salida.

Sin embargo, él estaba a mi lado. Para mí era motivo suficiente para sonreír.

Aunque no supiera con exactitud si sus sentimientos eran iguales a los míos.

—Luces encantador —le dije, porque realmente lo sentía. Era encantador, era hermoso, era él...

Lo miré sonrojarse y para mí fue lo mejor que pudo suceder. Cuando llegamos al lugar donde se celebraba la fiesta tomé su mano y me negué a soltarla, aquella calidez que solamente él desprendía entró a mi cuerpo y se alojó por completo en mi corazón. Entonces decidí ser más egoísta, decidí quererlo sólo para mí, ya no soportaba tenerlo lejos, lo quería todo, y mandar al carajo todo aquello que me impedía conseguirlo.

Y fue así que sentí como si el tiempo se hubiese detenido, en el instante exacto donde nos miramos bajo las luces improvisadas del lugar.

Dios... ansiaba tanto poder besarlo.

Volvimos a reír como antes, volvimos a bromear como antes. Una vez más compartimos nuestros sueños, yo me olvidé de todo lo que había hecho, y por la sonrisa hermosa que Jimin me dedicó, supe que él también se había olvidado de todo.

Lo imaginé mío, lo imaginé feliz a mi lado. Mi mente tan ocurrente me llevó a soñar con un futuro a su lado, con nosotros juntos para vernos envejecer, adoptando hijos, casándonos... todos esos escenarios pasaron por mi mente durante esa noche, y absolutamente todos ellos se convirtieron en deseos que pedí desde el fondo de mi alma cada noche venidera antes de irme a dormir.

Deseé estar con Jimin.

Deseé hacerlo feliz.

Deseé enamorarlo.

Deseé sostener su mano siempre.

Deseé dormir y despertar a su lado.

Deseé cuidarlo y amarlo como se lo merecía.

Y con cada deseo que recuerdo, afirmo lo cobarde que fui.

Al final de esa noche le hice el amor. Él se entregó a mí por completo, eso pude sentirlo en cada una de sus caricias, confió en mis brazos, se refugió en ellos y sonrió feliz. Recibió mi toque bajo la oscuridad de esa noche, aceptó todo lo que le di..., él me lo entregó todo sin dejar nada para si mismo.

—Eres arte, Park Jimin —le confesé en medio de esa entrega que yo también estaba haciendo.

Al principio tenía miedo, no tenía ni la más remota idea de cómo iniciar. Dejé que mis manos reconocieran cada centímetro de su cuerpo, me dejé guiar por los deseos que nacieron en mi interior, me encargué de amarlo de la única manera que conocía, besándole con adoración, marcando su piel para que mi huella quedara impresa, así como la suya quedaba tatuada en mi alma.

Recuerdo que antes de marcharme lo besé suavemente. Salí de su casa con un rumbo específico: la casa de Jennie.

Esperaba que aún estuviera despierta y así fue. Ella me recibió con una sonrisa cargada de sorpresa, misma que desapareció cuando le dije el motivo de mi visita.

—Ya no puedo continuar mintiendo, mucho menos al chico que amo. Hasta aquí llegamos, Jennie.

—¡Yoongi, está funcionando! —exclamó ella. Desesperación brillando en sus ojos—. ¡No retrocedas ahora! ¡No puedes!

Sonreí.

—Lo siento, no pienso seguir en esto.

Salí de ahí, y realmente recé a los cielos para que todo se arreglara a partir de ese momento.

Ciertamente, mis ruegos no fueron escuchados.


"En mi lugar había líneas que no pude cambiar,
Estaba perdido, oh sí.
Y estaba perdido, estaba perdido;
Crucé líneas que no debería haber cruzado,
Estaba perdido, oh sí"



¿Cómo es posible que se lastime a quién se ama?

Durante mucho tiempo quise encontrar una respuesta que me pudiera explicar la realidad de lo que hice, ahondar en mis pensamientos y así quizá poder comprenderme.

Me convertí en un animal primitivo e ignorante. Nunca debí cruzarme en su camino, mi intención inicial era cuidarlo y amarlo, joder debí continuar de la misma forma.

Si sabía que le estaba haciendo daño, ¿por qué no me detuve?

¿Por qué?

¿Por qué?

¿Por qué?

Porque fui egoísta. No quería detenerme porque lo tenía en mis manos, porque podía verlo, estar con él, contemplarlo y mirar una vez más como se destruía entre mis brazos.

Creí en las palabras llenas de malicia que Jennie me dijo. Me envenenó contra él al decirme que Jimin se había interesado en alguien más, y que me soportaba porque yo era el novio de su amiga.

Cargado de emociones negativas la mentira volvió a surgir.

Los celos, la rabia, la tristeza y el rencor fue una combinación letal que llegó para cubrir cada centímetro de mi mente. No quería creer que mi rubio fuera capaz de dejarme, no podía perderlo cómo lo hice con mi madre.

La desesperación me cerró todos los pensamientos racionales, dejando que mi egoísmo tomara parte importante en aquel juego que yo mismo había inventado.

Me convertí en un monstruo que enterró sus sentimientos por temor a que fuesen pisoteados. Deseché toda idea de hacer lo correcto, sabía que Jimin se iría muy lejos si le confesaba toda la verdad, entonces, como buen egoísta seguí mintiendo y reteniéndolo a mi lado.

Lastimándolo en el proceso... ignorando el dolor en mi pecho cada vez que lo hacía llorar.

"Ahora que te probé no pienso dejarte ir, Jimin".

"Eres mío".

"Ya obtuve lo que quería".

"Lo nuestro sólo es un juego".

"Nunca hubo amor, sólo sexo".

"Nuestro juego es divertido".

¿En qué me había convertido? No podía reconocerme.

Ojalá me hubiera detenido, mas no lo hice. Continué dañándolo, denigrándolo, insultándolo; quería desahogar toda la rabia que tenía atorada, y él era mi blanco; sin embargo, cada vez que terminaba sentía un dolor profundo que sin duda me acompañaría hasta el final de mis días.

No quería lastimarlo, pero terminaba haciéndolo.

Las pocas sonrisas que le daba no podían sanar las muchas heridas que le causé.

La verdad que tenía guardada jamás adquiriría valor en medio de tantas mentiras gritadas.

Me había condenado, ¿lo peor? Lo había arrastrado a él conmigo.

Y cuando quise remediar el daño ya era demasiado tarde.

Esto es una sorpresa para mí..., debo decir que, aunque este fue mi único año aquí, he aprendido más de la vida que en cualquier otro lugar. Aprendí de la traición, del engaño..., aprendí como unas simples palabras tienen el poder de destruirte hasta dejarte en nada.... Min Yoongi, de él aprendí lo mierda que puede llegar a ser un ser humano.

>>Me destruyó de todas las maneras posibles y jugó con mis sentimientos. Aprendió a manipular aquella mente inocente que me pertenecía, y aprovechó el amor que sentí por él. Sí, amé con locura a Min Yoongi, y me entregué a él en cuerpo y alma, logrando que me destruyera a tal nivel de creer imposible el volver a construirme. Yo también tuve la culpa, accedí a ser su juguete y medio de satisfacción pero, entre el experto y el inocente, ¿quién sabía la verdadera verdad?

>>Aún no termino, apenas lo haga me iré. Él me fue quebrando poco a poco, jugando con cada una de mis inseguridades. Me hizo creer que no merecía nada más allá que las migajas que me daba en aquella sucia habitación cuando me follaba..., impuso un juego con sus reglas, dónde sólo él era el ganador. Pero, ¿qué crees, imbécil? Ya me cansé de jugar.

>>Esta noche me iré del país. No me verán en mucho tiempo, ya que no pienso volver; y no, no me voy por ti, no te creas tanto. Simplemente se me había presentado la oportunidad de estudiar lo que me apasiona, y no la había tomado por mis mismas inseguridades. Gracias a todos, les aseguro que no olvidaré a ninguno.

>>Yoongi... no te podré olvidar, aunque hubiese deseado que en mis recuerdos vivieras de otra manera. Este regalo es mi carta de despedida..., Jungkook reprodúcelo.

Ese fue el momento más caótico de mi vida.

Hasta que escuché de su propia boca como se sentía, y hasta qué grado pude lastimarlo fue que la realidad me llegó de golpe.

El arrepentimiento me consumió hasta hacerme sentir pequeño, sentí mucho miedo y el dolor de su mirada azul traspasó todas mis barreras hasta partir lo que me quedaba de corazón.

Lo había perdido para siempre.

Joder, él en verdad me amaba, aún con toda la mierda que hice y dije... él me amaba.

Recuerdo que corrí tras él, no me importaba nada más que verlo. Corrí con desesperación, temiendo que se fuera lejos de mi lado sin haber tenido la oportunidad de explicarme, de decir la verdad aunque fuese una vez en mi vida.

Sabía que ya era demasiado tarde para que mis sentimientos fueran tomados en serio, no tenía ese derecho; pero nuevamente la parte obstinada de mí salió para controlarme, incitándome a intentarlo, convenciéndome para que no lo dejara ir, para sostenerlo fuerte entre mis brazos.

Las lágrimas que solté durante esa noche eran una combinación de todo lo que realmente sentía: dolor, arrepentimiento, más dolor, miedo, soledad, abatimiento... necesitaba tomar su mano para que la soledad se fuera lejos y así volver a envolverme en su calidez.

Perdón. Perdón. Perdón.

En ese momento deseé que existiera una mejor palabra para definir todo aquello que quería decir, pero mi garganta se había cerrado, y yo sólo podía llorar y llorar.

Me sentía perdido, derrotado. Era una basura complicada que tuvo el mundo en sus manos y que lo contaminó con su mierda.

Ese era yo.

Supliqué para que no se fuera, sabía que no podría lograrlo, pero al menos quería intentarlo para que en el futuro incierto que me esperaba pudiera decir: "lo intenté".

Aunque doliese quizás aún más de lo que lo hizo en ese entonces.

Él me sonrió con todo el dolor que le causé, haciéndome que quisiera arrancarme el maldito corazón para así dárselo, en otro pobre intento de ganarme su perdón.

—Ya me perdiste —susurró, y escucharlo de sus labios volvió a doler.

Me dije a mí mismo que me lo merecía. Merecía recibir todo ese castigo y verlo partir sin mirar atrás.

Sin embargo, necesitaba decirle que lo amaba. Me creyera o no, debía decírselo antes que nuestros caminos se separaran. Él ya había comenzado a alejarse de mí, tenía que hacerlo rápido.

Tomé mi última dosis de valor, y sólo así pude gritárselo con todas mis fuerzas.

—¡TE AMO, JODER!

Él se detuvo al escucharme, y por un momento tuve esperanza.

Nuevamente me miró. Si hubiera sabido que aquella sería la última mirada que me dedicaría, me hubiese esforzado por prolongarla quizá por una eternidad.

—Me cansé, Yoongi.

Y luego se marchó.

Caí de rodillas y lloré como un desgraciado, grité con todas mis fuerzas hasta que sentí como mis pulmones ardían a punto de explotar, mis puños golpearon el suelo hasta que sangraron, quería sentir dolor, quería sufrir más, porque estaba seguro que me lo merecía.

Durante todo ese tiempo tuve una idea equivocada del amor.

El amor no daña, no aprisiona, no engaña, no traiciona. El amor debe ser libre, verdadero, fuerte... el amor real jamás debe marchitarse, jamás debe olvidarse.

Así que, como única muestra de mi amor real dejé que huyera lejos de mí, teniendo la esperanza de que algún día sus heridas serían sanadas, para que esa sonrisa tan hermosa que me enamoró, volviera a resurgir.

Aunque yo no pudiera verla nunca más.

"Estaba asustado, estaba asustado...
Cansado y no lo suficientemente preparado,
Pero esperé por ello"


Diez años pasaron sin que pudiera verlo.

Durante todo ese tiempo decidí que lo mejor sería continuar con mi vida. Ingresé a la universidad y estudié música, conseguí un trabajo y con mucho esfuerzo pude salir de las garras de mi padre.

Un par de años después supe que mi padre había muerto, no puedo negar que me afectó, pero tampoco se convirtió en una especie de suceso traumático que haya marcado mi vida. Asistí al velorio, fui a su entierro y nuevamente desaparecí.

También desde ese entonces no hablo con Agust.

Fui a un templo de meditación que estaba en Daegu, fue un mes completo donde tuve la oportunidad de perdonarme a mí mismo, a encontrarme nuevamente y a poner en orden mis pensamientos y mi vida.

El perdón es difícil, reconocer mis errores fue el inicio que me llevó por un buen camino, que aunque fue extenso, sí tuvo los resultados que esperaba.

Después de tanto tiempo pude conseguir paz, logré tomar de mi pasado las enseñanzas que mis errores me dejaron, aprendí a levantarme cuantas veces fuesen necesarias, y a siempre hablar con la verdad.

Construí una mejor versión, pensando siempre en él.

Me sentía bien, porque desde donde estaba podía saber lo que había sucedido con Jimin. Él cumplió todos sus sueños en Londres, consiguió una excelente carrera y ahora es un escritor modelo que ha vendido millones de libros.

De hecho, siempre me encargo de comprar sus libros, tengo mi propia colección. Cada vez que anuncia una nueva publicación voy a mi playa favorita, llevo mi guitarra y canto por un rato, contemplando las estrellas y deseando que él siga siendo feliz.

Los primeros años fueron duros para mí. Deseé tanto verlo, abrazarlo y embriagarme en su aroma que el llanto por las noches era inevitable. Me sentía solo, perdido, roto..., luego recordaba que quizás él estaría peor que yo, así que desechaba los pensamientos de querer verlo, y me reprendía por ser tan codicioso.

El tiempo me ayudó a controlar mis emociones y a disminuir mi dolor. Logré sonreír por cosas pequeñas, pude volver a soñar y a tener aspiraciones en la vida. Muchas cosas cambiaron; sin embargo, mi amor por él seguía intacto.

Y aún permanece de ese modo..., pese a saber que se había casado.

Me tranquilicé mucho al saber que la noticia me causó felicidad genuina. No existía egoísmo dentro de mí, sólo el deseo real de que él fuese feliz al lado de la familia que tanto soñó, y que ahora había podido formar.

Bueno, al menos uno de nosotros pudo cumplir sus sueños. Me encantó saber que fue Jimin y no yo, pues era él quien se lo merecía en verdad.

Ahora, mi actualidad era realmente buena.

En estos momentos de mi vida me siento cómodo. Pude comprar una pintoresca casa ubicada en un pequeño pueblo pesquero de Busan, la playa me daba mucha tranquilidad y el atardecer fue siempre mi parte favorita del día.

Trabajo en un hotel que queda en una colina, era bastante famoso y afortunadamente mis presentaciones han sido aclamadas por el público. La paga era suficiente para tener una vida libre de preocupaciones, así que no he tenido algo real para preocuparme.

En medio de todo ese cambio, mi esperanza por ver a Jimin había desaparecido. En su lugar se formó un recuerdo hermoso de su sonrisa y de sus ojos, mismo que me ayudó para escribir algunas canciones y guardarlas especialmente para él.

Hasta el momento había escrito diez canciones que tenían un mismo nombre: mi rubio.

Pero luego pensé que se necesitaba de algo más profundo y especial para titular el disco, así que me puse a investigar y en una noche de tormenta fue que la idea se me vino a la cabeza:

Inmarcesible.

Inmarcesible era todo aquello que no puede marchitarse. Después de tantos años estoy seguro que mi amor por él jamás murió, se ha mantenido intacto, con la misma fuerza, sin importar los estragos del pasado, ni el dolor de una historia que tuvo un principio, pero que no pudo conocer un final, ya sea bueno o malo.

Jimin es inmarcesible, y por eso su disco se llamó así.

Y ahora me encontraba en la playa que ha visto mis lágrimas y mis sonrisas. Hace un par de horas realicé una presentación importante en el hotel en el que trabajo, y como siempre hacía me vine a mi lugar tranquilo para tocar un rato mi vieja guitarra.

A mi lado descansaba mi cajetilla de cigarrillos y algunos libros que pensaba leer. Tomé la guitarra y comencé a tocar algunos acordes, mientras tenía los ojos clavados en el sol de ocaso.

Yo no estaba preparado, nunca lo estaría.

—Oh, canta una que nos sepamos.

Mi corazón se detuvo cuando a mis oídos llegó aquella voz tan suave que añoré durante todos esos años. Sentí mis ojos picar, y mi cuerpo completo se llenó de tensión, queriendo girarme para ver si lo que había escuchado era real o era una ilusión.

No pude soportarlo por tanto tiempo, todo empeoró cuando logré sentir su aroma.

Volteé rápidamente sin importar las lágrimas que habían empezado a salir. Él estaba ahí, de pie a mi lado, su cabellera ahora era oscura, pero aquellos hermosos ojos de color azul eran inconfundibles para mí.

—J-jimin —susurré débil, sentía el corazón pesado.

Lo miré sentarse frente a mí, Dios... estaba tan o más hermoso que en mis recuerdos, y ahora lo tenía a menos de un metro de distancia. ¿Era acaso un sueño? No quería descubrirlo, y mis ojos se negaban a apartarse de aquella mirada tranquila que me envolvía en infinita paz.

—Canta una canción que nos sepamos, te acompañaré —volvió a hablar.

Rápidamente me recompuse, pensé en alguna de las tantas canciones que compartimos en el pasado y hubo una en especial que nos gustaba a ambos.

—¿Qué te parece Sparks de Coldplay? —le pregunté, mis dedos picando por empezar a tocar.

Él me sonrió, y esa sonrisa fue como de las primeras que recibí, cuando aún no lo había lastimado.

—Me encanta esa canción, Yoongi —asintió con entusiasmo—. Inicia cuando estés listo.

Mis dedos se encargaron de formar una melodía tranquila que se combinó con el sonido de las gaviotas y de las olas, pocos segundos después ambos comenzamos a cantar los párrafos conocidos, nuestros ojos conectados mientras lo hacíamos.

"Mi corazón es tuyo, eres tú quien lo sostiene... sí, eso es lo que hago"

Había olvidado lo bonito que se escuchaban nuestras voces juntas. Ese momento lo viví como si fuese el último de mi existencia, convirtiéndolo en mi tesoro más valioso que me acompañaría hasta el final de mis días.

"Digo: oh..., lloro: oh... sí, vi chispas; y vi chispas"

Terminamos la canción y un silencio sanador se extendió entre nosotros. Yo todavía no podía creer que Jimin estuviera aquí, tenía tantas preguntas y cosas para decir, pero la sorpresa directa me dejó desarmado, sin poder pensar en otra cosa que no fuera él.

—Te miré tocando el piano en el hotel que me estoy hospedado —inició a hablar—. Te reconocí al instante, y tuve el impulso de seguirte hasta aquí.

—Jimin... —llamé, había extrañado tanto pronunciar su nombre en voz alta que en estos momentos lo estaba disfrutando en demasía.

Él me miró con una mezcla de sentimientos que lograron envolverme. Entonces, nuevamente supe lo mucho que lo sigo amando.

—No lo digas, por favor —respondió en un susurro, esos ojitos mirándome con afecto.

Pero no podía callarme, esta vez aprovecharía la oportunidad que la vida misma me estaba regalando, aunque no me la mereciera.

—Lo lamento tanto, Jimin —dije con toda la sinceridad que sentía mi corazón—. Lamento todo lo que hice, lamento haberte alejado, haberte lastimado... —hice una pausa, mis manos aferrándose a la guitarra—. Quisiera regresar el tiempo y volver a esa mañana en la que te vi por primera vez, hubiera hecho las cosas diferentes.

Una lágrima salió de su ojo derecho, lágrima que quise limpiar, pero no me atreví a acercarme.

—¿Qué hubieras hecho de diferente? —me preguntó, su mirada puesta en mí demostrándome el anhelo que tenía por obtener una respuesta sincera.

—No te hubiera quitado el asiento —empecé, él rió y yo también—. En lugar de eso me hubiera acercado, te hubiera dado la bienvenida a la nueva escuela, y también te hubiese ofrecido mi ayuda para cualquier cosa que necesitaras —tomé una respiración profunda—. Me acercaría a ti de forma lenta, te llenaría de halagos reales, te compartiría de mis dulces y escucharíamos música..., días después te hubiese invitado a un helado, pasearíamos por el parque y sólo entonces podría haber tenido el valor suficiente para decirte todo lo que sentía, todo lo que siento.

Él tomó una profunda inspiración y estuvo un par de minutos en completo silencio. Respeté su espacio, mis ojos moviéndose en la playa para dar lucha a mis deseos de observarle sólo a él, no quería incomodarlo.

Finalmente, le escuché hablar.

—Eso es algo que el Yoongi actual haría, porque has madurado y has aprendido de tus errores —dijo con tranquilidad—. Yo también me equivoqué, no debí permitir que me trataras de aquella manera, es por ello que no es justo que te culpe sólo a ti —suspiró—. También es importante que recuerdes que yo me enamoré de ese Yoongi —esa confesión me hizo tragarme un jadeo doloroso—. Amé todo el desastre que eras, y te prometo que no me arrepiento de haberlo hecho.

—Jimin... —intenté hablar, él me detuvo.

—Por eso quiero que no te sientas mal por un pasado que no se puede cambiar. Sí, sufrí mucho, pero luego encontré paz así como seguramente tú hiciste —le miré abrazar sus piernas, sus ojos seguían mirándome—. Éramos jóvenes tontos que cometimos error tras error, deja ir todo lo que aún te siga atormentando y mira hacia adelante.

—Es difícil... más ahora que he vuelto a verte.

Estaba llorando porque la persona que más lastimé era la misma que me estaba diciendo todas aquellas cosas tan bonitas. Nunca merecí a alguien como Jimin, y aún así la vida me dio la oportunidad de tenerlo, hasta que yo mismo me encargué de perderlo.

—Inténtalo, la felicidad empieza con nuestros pensamientos —me aconsejó.

—Lo he hecho, pero antes de colocar un punto final en esa parte de mi vida, necesito saber si me has podido perdonar —solté con rapidez, temiendo que se fuera nuevamente sin darme la oportunidad de decirlo.

Me volvió a sonreír.

—Hace muchos años que te perdoné, Yoongi.

Esa oración tan pequeña fue la única capaz de sanar la última herida que tenía grabada en lo profundo de mi alma. Jimin me había perdonado, y su mirada cargada de calidez podía confirmarlo.

Le sonreí, sintiendo mi corazón tranquilo. —Te lo agradezco mucho, Jimin.

—Bien, ahora cuéntame lo que has hecho durante todos estos años... realmente quiero saber.

Fue así como dimos inicio a una larga conversación. Hablamos de muchas cosas, omitiendo algunas para no volver las cosas extrañas. Decidí contarle lo que había pasado conmigo luego de abandonar la casa de mi padre, le conté mi vida universitaria, riéndome porque le sorprendió saber que fue muy aburrida, reducida a libros y música.

Él me contó lo que hizo en Londres, me habló de lo bonito que era visitarlo, sobretodo en otoño. Habló con ilusión acerca de sus libros, de su esposo y de sus hijos, aunque el tema no lo profundizó tanto, sí me alegró mucho verlo y sentirlo tan feliz y pleno.

Ninguno de los dos lo dijimos en voz alta, pero ambos sabíamos que esa sería la última vez que nos veríamos.

Jimin estaba en un viaje de vacaciones familiares y al día siguiente partiría rumbo a Londres donde tenía su vida hecha. Yo en cambio me quedaría aquí por una temporada más, y ya cuando lo creyera conveniente me iría a otro lado.

Sin embargo, eso no quitaba la alegría que sentí al compartir aquella tarde a su lado.

—Tengo algo para ti —mencioné, el cielo nocturno estaba empezando a pintarse.

Me miró con curiosidad. —¿Cómo es posible? Nuestro encuentro fue una casualidad.

—Siempre lo llevé conmigo —confesé.

Entonces saqué de uno de los libros el disco que había preparado para él, se lo extendí en silencio y Jimin lo tomó con una mirada cargada de melancolía.

Recordó nuestra promesa, la expresión en su rostro me lo dijo a gritos.

—¿Recuerdas? —pregunté. No quería hablar de más.

—Lo hago —dijo, su voz sonó quebrada.

Mi interior se removió, había prometido entregarle mis canciones que fueran inspiradas por él y el destino me permitió cumplirlo. Finalmente pude cumplir con una de las tantas promesas que le había hecho, fue como un respiro tranquilo que alentó mi espíritu.

—No es necesario que lo escuches, solamente quería dártelo, porque era tuyo de todas formas —hablé, tratando de escucharme en calma.

Lo miré abrazar el disco a la altura de su corazón, dos segundos después desvíe la mirada hacia la playa. Estaba seguro que si continuaba viéndolo, no tendría la fuerza suficiente para dejarlo ir.

Y el amor era libre, puro, verdadero, sano.

Tenía que ser fuerte, por el bien de ambos.

—Gracias, Yoongi —susurró, por el rabillo del ojo pude apreciar su hermosa sonrisa—. Creo que ya debo irme.

Nunca me gustaron las despedidas, peor aún sabiendo que sería definitiva. Opté por reunir toda mi fuerza y volver a mirarlo, deseaba que él se marchara en paz y que yo quedara tranquilo al saber que estaría bien.

—Está bien, te deseo un buen viaje de regreso a Londres.

Lo dije con sinceridad y Jimin pudo sentirlo.

Él se puso de pie y nuevamente desvíe la mirada hacia las aguas tranquilas de la playa. No era tan valiente después de todo, no me atrevía a verlo partir.

—Me agradó mucho verte, Yoongi —me dijo—. Cuida de ti, sé muy feliz porque de verdad te lo mereces.

Iba a responder, pero Jimin dejó un objeto donde hace pocos segundos estuvo sentado que ganó toda mi atención.

Era un libro.

—¿Qué es esto? —me apresuré a preguntar.

Lo vi sonrojarse y desviar la mirada, para segundos después encontrarse con mis ojos que esperaban por una respuesta.

—Yo también cumplí con mi promesa, te dije que te regalaría el primer libro que escribiera —me recordó, su índice apuntando hacia el suelo—; ese es el primer libro que escribí, y que nunca fue publicado porque estaba destinado a pertenecer únicamente a ti.

—Este encuentro no estaba programado, ¿cómo has podido dármelo? —inquirí, siendo víctima de los latidos locos de mi corazón.

Y él me respondió con las mismas palabras que yo usé cuando le regalé el disco.

—Siempre lo llevé conmigo.

Tomé el libro y lo abracé fuerte contra mi pecho, mientras mis ojos lo veían partir. El sentimiento que se alojó en mi interior fue aplastante, más aún al recordar que ya no volvería a verlo. Sin embargo, la calidez quedó presente para servirme de consuelo, porque una parte de él quedaba conmigo, impresa en las páginas de un libro que únicamente pertenecía a mí.

Sonreí una vez más. Todo estaría bien, estaba seguro de ello.


"Y si tú te vas, si te vas...
Dejándome aquí por mi cuenta,
Entonces, esperaré por ti"




"Este libro fue escrito para la persona que formó un capítulo imborrable en mi vida"

Leí el libro hasta que mis ojos se cansaron de hacerlo. En esas páginas encontré a Jimin todas las veces que quise sentirlo cerca, y fue así como se convirtió en mi mayor tesoro, en algo imborrable y que tampoco podía marchitarse.

Sin importar cuantas estaciones pasaran.

Sin importar cuantos años llegaran.

Nosotros seríamos lo que fuimos desde un principio.

Yo su indeleble.

Él mi inmarcesible.

Fin.



















¡Por fin pude terminar esta trilogía! 😭

Cada libro fue publicado en un año diferente, Wow. Muchas gracias por esperar, espero que les haya gustado. 🥺

¿Qué les pareció? Déjenme aquí sus opiniones que me encanta leerlos. 🫶🏻

Si tienen alguna duda referente a los libros, déjenla por aquí y la estaré respondiendo a la mayor brevedad posible. ❤️

¡Nuevamente gracias!

9,555 palabras.

Me despido con un beso y un abrazo fuerte. 🫂❤️

🍂Esto fue: Inmarcesible🍂








🍂Yoon~

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro