Tender Love [JinYoung x BamBam]

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~Advertencia: ligero smut, incesto.

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Si JinYoung quisiera, podría presumir las grandes hazañas que ha realizado a lo largo de su vida. Creció como un niño ejemplar que siempre llegaba a casa con estrellitas doradas en la frente. Siempre destacó por sus buenas notas en el colegio, esas que le ayudaron a conseguir una beca para estudiar medicina en la universidad más prestigiosa de su distrito. Durante los años en los que se la pasó con la nariz metida entre libros, JinYoung se ganó una reputación que le aseguró puestos increíbles en los hospitales más avanzados del país, pero al final terminó por elegir uno de su ciudad.

Todos veían en él una figura ejemplar, pero desde su propio punto de vista la verdad era diferente. Él tiene un defecto enorme, gigantesco. Algo que definitivamente lo convierte en la peor clase de persona que existe en el mundo.

JinYoung tiene un secreto; está enamorado de BamBam.

Desde luego, el amor no tiene nada de malo, amar no es un pecado. Sin embargo, eso que siente por BamBam es completamente prohibido. No porque JinYoung sea un beta y BamBam un omega.

El chico es diez años menor que él.

Y también es su hermano.

Los sentimientos que le profesa no deberían existir, pero fue algo que no pudo evitar. Uno no planea de quién enamorarse, el corazón siempre ignora la razón, pero el suyo sobrepasó la línea al ignorar mucho más que eso, incluso la barrera sanguínea impuesta entre los dos.

Todo lo bueno que destaca en JinYoung se pierde y ni siquiera las buenas hazañas -como las donaciones al centro oncológico del hospital- lo ayudarían a redimirse.

No supo cuándo ni cómo sucedió, pero sí recuerda el momento exacto en el que se percató de ese extraño y horrible sentir. Siempre vio a BamBam con cariño y sentimientos especiales, desde luego, JinYoung creyó todo ese tiempo que era debido a la posición que ocupaba en el círculo de la familia.

Sin embargo, una noche descubrió que no era así. Por primera vez odió ser responsable, porque de no ser así no se hubiera sentado a estudiar frente a su venta, y por ende, no tendría que haber presenciado el primer beso de BamBam.

Sintió celos y miedo por perder su espacio en el corazón del menor, ambos en un grado muy diferente al que un hermano debería sentir.

Desde ese momento ha tenido que soportar la sensación de vivir un calvario, su conciencia no lo deja en paz, se la pasa repitiendo una y otra vez la clase de monstruo que es, lo atormenta día y noche, haciendo que JinYoung se vuelva loco con sus luchas internas. Pero por otra parte, sufre por ese lado irracional que le restriega en la cara lo inalcanzable que es BamBam para él.

Lo veía a la distancia, reprimiendo todo en su interior. JinYoung ha tenido que soportar a los odiosos amigos de BamBam, las citas, el patético flirteo de las y los alfas jóvenes que veían a su adorado hermanito como un simple bocado.

¿Cómo es que BamBam no se había dado cuenta de eso? Él merecía mucho más que chupetones y toques bruscos, merecía ser tratado con gentileza... Con amor. Algo que ninguno de sus deslices le dio, algo con lo que JinYoung soñaba y estaba dispuesto a ofrecer.

No podía seguir así toda la vida, en algún momento tendría que avanzar y dejar atrás la idea de tener a BamBam. Estaba harto de estar estancado en arenas movedizas, así que se convenció de que había llegado el momento de decir adiós a su extraña obsesión. Porque no podía ser más que eso.

Pero entonces, aquello sucedió.

JinYoung pensó que estaba loco, que su desesperación lo llevó a imaginar tal cosa, pero sería imposible ignorar algo tan magnífico como los coqueteos de BamBam. Espontáneos, tímidos y cuidadosos, así habían sido. La primera vez que presenció uno su corazón bombeó con tanta fuerza que temió dejarse descubierto frente a sus padres, quienes habían estado a una distancia mínima cuando BamBam lo miró con esos aires de deseo.

Se dijo que había sido una ilusión, pero pasó una vez más. Luego otra. Y otra... JinYoung perdió la noción luego de la séptima vez.

Se mostraba de piedra ante el menor, pero por dentro estaba desesperado y ardiendo de frustración. Hizo su mayor esfuerzo por ignorarlo, hasta que esa tensión entre ellos creció con desenfreno llegando al punto de sofocarlo lenta y dolorosamente.

JinYoung hizo lo único que le pasó por la cabeza. Como el tipo maduro que era, comenzó a evitar a BamBam.

Dejó de ir a las cenas familiares y no se había encontrado con ninguno de sus otros hermanos. En el último mes no había visto a sus padres, ir de visita ya no era una opción puesto que BamBam aún vivía con ellos, después de todo era el bebé.

Por fortuna, el trabajo en el hospital incrementó desde que fue nombrado jefe del departamento de pediatría. Tenía las horas contadas y aún así, durante los pocos minutos libres a su alcance se la pasaba divagando en BamBam.

BamBam y su mirada sugerente.

BamBam y sus movimientos de cadera.

BamBam y su bonita silueta, labios llenos, piel caliza. Lo hermoso que era.

Comenzó a acostumbrarse a esa nueva rutina donde apenas podía darse un respiro e ignoraba a todos de una manera abismal. Hasta ese momento le había funcionado, pero no esperó que el bello causante de sus noches de insomnio fuera a buscarlo hasta su casa.

Ese había sido su día de descanso. Se la pasó durmiendo toda la mañana y gran parte de la tarde hasta que despertó por el sonido insistente del timbre. Ignorando quién podría ser, JinYoung se colocó las gafas que estaban en su mesita al lado de la cama y luego caminó pesadamente hasta la puerta, vestido con una simple playera negra y pantalones de pijama, su outfit predeterminado cuando estaba en casa.

Abrió la puerta y... Oh, demonios.

Se tensó de pies a cabeza después de que el aroma característico del menor lo dejara con la guardia baja, incitándolo para que lo tomara en sus brazos sin darle la opción de escapar. Desde luego, sólo eran divagaciones suyas, nada más. JinYoung jamás se atrevería a poner un dedo sobre el chico.

Su cuerpo despertó y le dijo adiós a la somnolencia.

Quizás debió verificar de quién se trataba antes de abrir la puerta. ¿Pero después qué? ¿Encerrarse en la recámara era una opción? Ahora que se encuentra en tal situación comprometedora, JinYoung piensa que todo el asunto de ignorar y esconderse resulta más ridículo de lo que había pensado.

Los ojos del menor brillaron al verle, y en consecuencia, el corazón de JinYoung saltó con alegría. Ni siquiera transcurrió tanto tiempo, pero su tonto corazón dramático opinaba diferente.

A pesar de que lo extrañaba en todo momento -porque jamás podría tener a BamBam como JinYoung soñaba- simplemente lo añoró con locura desde el primer día que comenzó a evitarlo, ya que durante años JinYoung se había conformado con observarlo a la distancia.

—¿Estás cansado?— las comisuras de BamBam se alzaron enternecidas y se dispuso a acomodar los cabellos revueltos que caían sobre la frente de JinYoung. Fue más que suficiente para que sus latidos salieran disparados hacia el cielo. —Si quieres puedo regresar en otro momento.

—Descuida. De todas maneras no podía conciliar el sueño.

Las facciones del chico hicieron evidente la preocupación que sentía. Nunca le agradó que JinYoung se desvelara tanto.

—¿Estás bien?

Ahora, los dedos de BamBam acariciaban su mejilla con una increíble emoción cariñosa y pausada.

He ahí algo más para la lista.

Por el rabillo del ojo, JinYoung vio cómo es que la señora Oh regresaba a su casa al terminar la caminata diaria que hacía acompañada de su molestoso pekinés. Sintiendo la mirada ajena, se apresuró en tomar del brazo al menor y meterlo a su casa. No es como si los vecinos lo conocieran mucho, puesto que pasaba más tiempo en el hospital que en su propio hogar, pero aún así no quería que se crearan una imagen distinta a la realidad. Las muestras de cariño de BamBam podrían interpretarse de manera equivocada y el día que se sepa que es su hermano, sería una catástrofe.

—Sí, estoy bien. Nada de qué preocuparse.—BamBam no se vio convencido, pero asintió sin objetar. Discutir por algo como aquello nunca los llevaba a una opinión en particular, así que lo dejaban de lado. —¿Qué te trae por aquí?

—No fuiste a la casa para celebrar tu cumpleaños, así que te traje algo para compensar la maravillosa cena que te perdiste.

—No era necesario.

—Claro que sí. Te has esforzado mucho en tu trabajo. —una sombra de culpabilidad se encorvó sobre JinYoung cuando notó la melancolía proviniente del menor. Por supuesto, el trabajo se robaba casi todo su tiempo, pero aún con lo poco que le sobraba bien podría ir a casa de sus papás por unos minutos, quizás hasta por una o dos horas. Se sintió mal por haberse comportado como un imbécil, sobre todo cuando escuchó a BamBam decir:

Además, te extrañé demasiado. Tenía tantas ganas de verte.

JinYoung lo perdió de vista cuando el chico corrió apresurado hasta la cocina, mientras él se quedó parado en medio de la sala, con la mente en blanco y el corazón alborotado por un simple susurro.

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Las horas pasaron. Mantenerse cuerdo durante la conversación fue casi un éxito, de no ser por BamBam y los roces extraños y juguetones de sus piernas contra las suyas. Sumado a eso, estaba el aroma suave que se quedó atrapado en la cocina y el comedor. JinYoung podía reconocer comodidad, felicidad y un poco de...

No. JinYoung ignoró esa pizca de excitación en el ambiente. No podía ser eso. Seguramente su mente le estaba jugando una broma más.

Inclusive si la evidencia estaba frente a sus ojos, JinYoung se negaba a creer que el menor pudiera sentir lo mismo.

No puede ser cierto. No puede.

—Abre la boca— murmuró BamBam. JinYoung parpadeó confundido.

—¿Disculpa?

—Sólo ábrela. Te daré un poco de pastel.

Sentado a su lado en el comedor, el chico movió frente a sus ojos la pequeña cuchara con el postre que había traído. JinYoung dudó, pero al final no pudo decirle que no a BamBam. Abrió la boca con lentitud y el menor acercó el postre a sus labios, manchandole las comisuras en el proceso, posiblemente como un movimiento intencionado.

Fue un acto reflejo que JinYoung intentara llevar los dedos hasta sus labios para quitar el glaseado, sin embargo, BamBam se lo impidió.

—Yo... Yo lo hago.

JinYoung sintió cómo su pulso corría desbocado. No se suponía que su hermano se sentara sobre sus piernas para quitar el glaseado con los dedos. Tampoco que fijara su mirada en él mientras se chupaba las falanges en un acto sugerente.

Sus ojos, los sonidos que hacía, el calor, ese delicioso aroma cargado que lo dejaba sin oxígeno.

Era tan... Tan... Oh, cielos. ¿Qué diantres estaba pensando?

La conciencia lo abordó de nuevo cuando las manos del menor subieron lentamente por su pecho dejando un rastro de fuego a su paso sobre la ropa.

JinYoung lo detuvo sosteniéndolo de los brazos, resultando más brusco de lo que había planeado.

—No— susurró.

—¿Jin?

Esa mirada confusa lo hacía querer echar todo por la borda, pero no puede ignorar con facilidad que eso entre ellos es prohibido.

—No, Bam.

—Pero tú y yo...

—He dicho no— cortó las palabras que seguramente el menor se habría encargado de vociferar, por fin, como un hecho. Que ambos se atraían, y sólo como una pequeña posibilidad, los dos se querían de esa forma en la que no debían.—Por favor, ponte de pie.

El ambiente cambió drásticamente. La comodidad y la felicidad fueron reemplazadas por miedo y tristeza. Su corazón se removió con dolor y culpabilidad al ver que BamBam hacía todo lo posible por retener las lágrimas en sus ojos desilusionados.

Se levantó tambaleante y le dio la espalda sin decir una sola palabra, sin embargo, el silencio fue el encargado de hablar por él. JinYoung le vio inclinarse sobre la mesa con un aura pesado y culpable. Observó las líneas tensas de sus hombros y se sorprendió al darse cuenta de lo mucho que ansiaba tocar su piel, aún después de lo que acababa de suceder.

Con una pausa tremenda, JinYoung se puso de pie y siguió a BamBam. Por su forma de respirar era evidente que se encontraba nervioso, aterrado y confundido. Logró comprenderlo cuando se inclinó y recargó la barbilla en uno de sus hombros.

Su aroma.

JinYoung sabe que como beta no puede percibir los aromas de alfas, deltas y omegas como realmente son, así mismo, él emana una esencia tan débil que es difícil percibirlo aún estando entre betas. Es consciente de que desprende un aroma en particular cuando está con el chico, quien es el único que puede sentirlo. Él tampoco debería reaccionar ante la fragancia de BamBam, pero lo hace, sabe que podría ser capaz de reconocerla a kilómetros de distancia.

Esta se había intensificado como nunca antes. Era un desastre de emociones y fragancias que se mezclaban rudamente hasta nublar sus pensamientos. Era perfecto.

—Eres un maldito provocador, Bam.— murmuró contra la piel ajena, aferrando las manos a las diminutas líneas sinuosas de su cuerpo. — Todo este tiempo estuviste esparciendo tu aroma para volverme loco. Querías que perdiera la cabeza, ¿no es así?

JinYoung aspiró profundo y jadeó complacido. Ese aroma a suave almizcle era para él, sólo para él.

BamBam se estremeció por las inesperadas caricias sobre cuerpo. Apretado entre los brazos de JinYoung y la mesa, perdió resistencia y se dejó moldear al antojo del beta.

—Creí que no iba a resultar.— murmuró. —Después de todo soy un omega.

JinYoung no sabía cómo tomar aquello. BamBam se había preocupado más por la relación beta-omega que por su unión consanguínea.

—Eso es lo que menos me importa.

Y fue así como en menos de un segundo JinYoung dejó de darle valor a eso que le impedía querer a BamBam de una manera especial, más intensa. Ahora todo le importaba un bledo; lo que la sociedad pensara, la restricción entre sus edades, al igual que el ADN compartido.

BamBam se arriesgó. Él ni siquiera temía, entonces no había razón para que JinYoung lo hiciera.

Una de sus manos descendió para introducirse en los jeans del chico, donde dejó los mismo trazos de fuego sobre la pelvis y los huesos de su cadera. Cada camino que sus dedos dibujaron, cada beso que dejaba sobre su cuello, hacían estremecer al menor de una manera que JinYoung no había visto nunca.

BamBam se aferró al borde de la mesa cuando comenzó a bajar sus pantalones con una tortuosa tranquilidad.

JinYoung dudó un segundo. Había jurado nunca tocar a BamBam, pero ya estaba completamente inmerso en lo que sucedía.

—¿Qué pasa?

Por más que se mostrara calmo, en la voz del menor se oían sus inseguridades, las cuales contrastaban bastante con las suyas.

¿Está bien si continuamos?
¿Dirás que fue un error?
¿Continuarás conmigo después de esto?

Ambas mentes pensaban con sincronización, pero quizá también ambos corazones exigían todo aquello que dudaban.

—¿Esto es lo que quieres?

Romper paradigmas. Ignorar las normas. Esconderse, pero amarse a puertas cerradas.

—Lo he anhelado siempre.

Con esa respuesta, ninguno tuvo que dudar más.

El suéter que BamBam llevaba terminó en algún lado del comedor y sus pantalones se deslizaron hasta sus rodillas, dejándolo expuesto a los toques intencionados del mayor.

Cada caricia era realizada con el cariño más sutil y cada estremecimiento nacía de aquél amor reprendido que era finalmente liberado.

BamBam se inclinó sobre la mesa hasta que su pecho descansó sobre la madera. Tenerlo así, jadeante y ansioso, era más de lo que JinYoung podía pedir. Sus dedos separaron los pliegues con facilidad, y por más que el chico se encontraba resbaladizo y dilatado, JinYoung se tomó su tiempo para acariciar a BamBam con toda la ternura posible.

En ningún momento dejó de repartir besos sobre su espalda, que era igual a un lienzo en blanco dispuesto a ser pintado por los labios de JinYoung. La piel ligeramente bronceada adquirió toda una gama de colores cálidos, desde rosa en sus mejillas hasta tonos rojos y violáceos debido a las mordidas que descendían desde su cuello e iban cambiando de intensidad según el placer de BamBam.

JinYoung tomó distancia para que el menor se diera la vuelta y terminara de bajar sus pantalones. La imagen que obtuvo en primer plano jamás podrá ser borrada de su mente, el menor era tan divino, tan etéreo, con esa piel brillante y esos ojos salvajes que clamaban por él.

El omega se sentó sobre el borde de la mesa y estiró los brazos, encerrando al mayor y dejándolo sin escapatoria, aunque de todos modos, no es como si JinYoung planeara huir del lugar acogedor donde se encontraba.

Manos temblorosas se deshicieron de las prendas que aún llevaba -las cuales pasaron a formar parte del montón sobre el suelo-, besos ardientes se sellaron en partes de su cuello y pecho mientras un BamBam ansioso separaba los muslos y se mecía de adelante hacia atrás, ocasionando roces deliciosos que hicieron gemir a JinYoung.

Cada parte de su cuerpo ardía y se encontraba desesperado por apagar las llamas, pero si iba a pecar, entonces debía hacerlo bien. No quería que las cosas se dieran en un abrir y cerrar de ojos, él iba a disfrutarlo tanto y se iba a encargar de que el menor gozara de igual manera.

Los papeles se invirtieron, JinYoung se convirtió en ese lienzo de tonalidades rosáceas cuando la lengua de BamBam se movió traviesa hasta sus puntos más sensibles por debajo de su oreja. Los sonidos que escapaban de los labios del chico sacudían cada una de sus terminaciones nerviosas que se crispaban de gusto al percibir el efecto que tenía sobre él.

Sus manos se aferraron a la cintura del omega, BamBam jadeó con sorpresa cuando lo cargó hasta llevarlo sobre las sábanas desordenadas de su cama. Él no había previsto que su visita perdurara más de diez minutos, por lo tanto no se preocupó en acomodarla de nuevo. JinYoung ignoró los edredones grises que caían casi por completo al suelo, de todas maneras terminarían ahí dentro de un rato.

—Esto es mejor de lo que imaginé— mucitó BamBam en un susurro, mientras retiraba lentamente las gafas del mayor y jugaba con los mechones castaños que opacaban ligeramente su mirada cautivadora.

—Definitivamente lo es.

Por un momento ignoraron el deseo y la necesidad, en su lugar se dispusieron a darle espacio a sus verdaderos sentimientos, con mimos, manos entrelazadas y besos ligeros que los hacían estremecer igual que los roces cargados con fuego.

Mordidas, contacto húmedo y agarres fuertes definieron su unión.

Sus cuerpos encajaban a la perfección y desde la primera vez que unieron sus labios, supieron que estaban hechos el uno para el otro. JinYoung no exigía y BamBam tampoco, sus besos eran dulces y delicados como el amor que se profesaban, como cada suspiro y cada roce planeado con un sentimiento profundo y tierno.
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Con cariño para ti. WGPG__

Hice todo lo posible para equilibrar el smut y el fluff, esto fue lo que salió.

Hasta la próxima noche de insomnio. 👋🏻

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