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Kim JiHyuk, padre de cuatro hijos (oficialmente) y uno extra al que llamaba "bastardo", no había sido lo suficientemente decente para detener su avaricia y locura. Su historia era demasiado conocida para ser olvidada y él aún reposaba en prisión.

SeokJin estaba guardando sus pertenencias en el maletero de su auto mientras era ayudado por Do Hwan, su mejor amigo y confidente.

— ¿Estás seguro de pasar un mes en una isla donde apenas hay habitantes y debe de estar constipada de leyendas urbanas? —preguntaba lo obvio.

A sus treinta y dos años, era un detective altamente condecorado que provocaba la envidia de sus mayores en su lugar de trabajo. Si no fuera gracias a SeokJin, posiblemente seguiría siendo un simple policía (cosa que no le molestaba en absoluto) pero con la ayuda de SeokJin su carrera policial despegó.

Le debía todo a su mejor amigo y el bastardo no quería crédito alguno, si fuera por Do Hwan, sería totalmente honesto de porque era un "sabueso del infierno" como lo apodaban. Y es que él no hacía mucho más allá de moverse y hacer todo lo que SeokJin no podía porque él era un simple civil y escritor popular reconocido, nada más. Pero Woo Do Hwan, sabía que había mucho más en su mejor amigo, pero por decisión de SeokJin él guardaba silencio.

Ahora le preocupaba que su casi hermano fuera a meterse a un recóndito lugar casi sin nada de señal para terminar el siguiente libro de su popular saga, sabiendo que para SeokJin no serían simplemente vacaciones en total silencio.

El castaño suspiraba—. Voy a estar bien, me comunicaré una o dos veces a la semana —decía camino al lugar del conductor.

Do Hwan sacudía su cabeza—. ¿Y si algo te sucede que? ¿Si ves algo raro qué?

—Oye, no va a pasar nada —aseguraba poniendo las manos en los hombros tensos de su mejor amigo.

Do Hwan suspiraba—. Llámame tres veces a la semana.

—Es mucho. Ni siquiera hablamos tanto estando aquí en Seúl.

—Porque estás en Seúl, carajo. Ahora te vas al culo del mundo, Jin.

"Y por eso traje un teléfono satelital" la voz de Sehun venía de detrás del par de amigos.

SeokJin rodaba los ojos—. No voy a llevar eso conmigo para que me llames cada dos por tres, Hun.

Su representante lo miraba con ojos entre cerrados—. Loa jefes te lo dan, no yo, rey. Así que vas a llevarlo —decía empujando a SeokJin y arrojando el teléfono al asiento del copiloto—. No vas a irte al culo del mundo sin comunicación alguna.

Do Hwan señalaba a Sehun por haber utilizado sus mismas palabras. SeokJin resoplaba.

—No me voy al culo del mundo. Borgyeon está a solo  120 kilómetros y un poco más. Es una isla tranquila. Estaré bien, no voy a morir asesinado, carajo. Ya, dios.

SeHun lo abrazaba repentinamente—. Ten mucho cuidado, sabes que te quiero. Te adoro, hombre, tu éxito me dió todo lo que jamás tuve —decía con voz exagerada, SeokJin rodaba los ojos evitando reir—, sienta tu culo, en el culo del mundo y escribe ese romance adolescente que el público te está pidiendo sin dejar de ser tenebroso como sólo tú sabes serlo —decía golpeando el pecho de SeokJin con pequeñas palmaditas de aliento.

Do Hwan rodaba los ojos y sacudía su cabeza, pero el teléfono de SeHun sonando cortaba su exagerada actuación.

—Ay, carajo —decía tomando el aparato—. Ya vuelvo. ¡Hola!

Su mejor amigo negaba con la cabeza—. No es el único que te debe su éxito —exclamaba—. Reabrimos el caso que me mandaste —mencionaba.

SeokJin alzaba sus cejas—. ¿De verdad?

— ¿Acaso dudas del sabueso del infierno? —decía con una sonrisa timida—. Gracias a ti confían más en mi, si digo que salten, saltan. El padrastro de las niña será interrogado de nuevo y no lo tomo muy bien.

SeokJin suspiraba—. Ya te dije todo lo que necesitas así que, gracias. Sé que todo saldrá como es debido —abrazaba a su amigo una vez más y cuando miraba a la distancia, ondeaba su mano en dirección a su desquiciado representante y emprendía viaje.

Una hora más tarde estaba en Boryeong, esta era una ciudad espléndida, una metrópoli bastante recurrida aunque fuera la que tenía menos habitantes. A SeokJin le gustó desde un inicio, pero estaba feliz cuando recibía las llaves de la casa que iba a estar ocupando por un mes. Muy, muy lejos de toda esa gente ruidosa, en una isla poco más apartada, allí era donde iba a terminar "vacacionando", así que terminaba haciendo los arreglos necesarios para dejar su auto en una cochera y utilizarlo cuando volviera a la ciudad.

Con todo listo subía al barco que lo llevaría a su destino, y no podía esperar. Mientras respiraba el aire salado del mar amarillo que se metía en sus fosas nasales, ese pequeño momento, justo allí lo relajaba bastante. Ver a la distancia el mar y la metrópoli alejándose de su visión, todo era paz y tranquilidad, excepto por los internautas que viajaban con él, pero era mucho mejor que la ajetreada Seúl y todo su movimiento.

Suspirando y apoyado en la barandilla del barco, se quedaba unos momentos sin pensar en nada, solo su mente tomando un respiro de todo lo que venía acumulando debido a las fechas y las cosas que estaban a punto de suceder.

—Cuando hay tormenta, cruzar este tramo hasta la isla es un desafío —decía la voz del tipo que se paraba a su lado.

SeokJin apretaba sus dientes, soltando el aire acumulado a través de sus fosas nasales dilatadas, no necesitaba mirar a su izquierda para saber que ante la vista general del resto de las personas, él estaba parado solo en la proa del barco.

—El clima es una locura. Puede estar soleado y hermoso, pero de repente puede ponerse negro y volver locas a las olas del mar —mencionaba con tranquilidad—. Siempre le digo a mis alumnos que Zeus  y Poseidón están teniendo una pequeña riña de hermanos.

SeokJin no podía evitar reír por eso, miraba hacia atrás y nadie estaba viendolo, así que cuando llevaba su mirada a su acompañante lo notaba. El hombre estaba vestido con unos pantalones de color gris, zapatos negros. Camisa blanca debajo de un chaleco azul oscuro y una etiqueta que dejaba ver su nombre: "Profesor Park DoSoo". Pero no era tan normal como parecía. El hombre llevaba lentes, uno de sus vidrios estaba roto y todo el tipo estaba mojado, simplemente empapado de pies a cabeza.

SeokJin no necesitaba verlos para darse cuenta cuando uno de ellos se le acercaba. Eran pura energía, tres niveles diferentes y con treintaún años, ya sabía diferenciarlos. Era como electricidad, todos y cada uno, pero los difuntos que buscaban justicia eran un escalofrío en su nuca que se sacudia al tronar su cuello, los que buscaban venganza y estaban llenos de ira, drenaban la energía de SeokJin provocándole un intenso dolor de cabeza. Y luego estaban aquellos que ya no eran parte del mundo de los vivos ni de los muertos, ni se los catalogaba como almas en pena, eran otra cosa más oscura que provocaba un dolor sordo en los huesos de SeokJin. Esos no querían un amigo para charla, no querían su ayuda. Querían poseerlo debido a la cicatriz que SeokJin llevaba en el alma, haciéndolo vulnerable e hipersensible al mundo sobrenatural que la mayoría de los humanos no puede ver.

—Tú no deberías estar aquí —exclamaba sin dejar de ver al frente—. No tienes ningún asunto pendiente.

El alma a su lado no lo negaba—. Pero mi esposa está sola. La abandoné.

—No por voluntad propia, me temo —respondía SeokJin.

— ¿Tienes hermanos, Bogsuja? —preguntaba.

SeokJin exhalaba con fuerza—. No me llamo así —decía secamente—. Y sí. Somos cuatro. Tengo tres hermanas mayores —mencionaba.

—Oh, eso es bueno. Mi esposa no tiene a nadie. Era hija única, igual que yo... Ahora que no estoy, llora todo el tiempo, está muy sola. No puedo irme, bogjusa. No puedo dejarla —susurraba el profesor.

—Si te quedas mucho tiempo terminarás perdiéndote a ti mismo —mencionaba, luego giraba su rostro y miraba al hombre que sólo él podía ver—. Ella terminará sola de todos modos y ni siquiera después de la muerte la vas a ver.

El profesor Park DoSoo bajaba la cabeza—. Está llorando de nuevo por mí —susurraba perdido y luego se desvanecía frente a los ojos de SeokJin.

Suspirando sacudía su cabeza, el amor era bueno en vida, pero después de la muerte, había visto más de una vez como los amantes devotos se perdían en el velo entre la vida y la muerte, convirtiéndose en algo feo y oscuro que provocaba pesadillas. Horribles pesadillas que había tenido por largos años hasta que se había acostumbrado a quien era.

Aunque detestara ser llamado "Bogsuja" era la cicatriz que le había quedado. Y no podía deshacerse de ella, ni pretender ser alguien que no era.

El clima en la isla era más húmedo, por supuesto. Cuando descendía con sus maletas, su frente sudaba mientras había alguien esperando por él para guiarlo. El mismo le proveería un pequeño y descuidado auto viejo para moverse con facilidad porque SeokJin había optado por alquilar (no en el culo del mundo) pero si en el culo de la isla donde la casa más cercana estaba a unos largos metros, por ende el centro de la isla, le quedaba a una distancia poco aconsejable para andar a pie.

—Señor Kim, soy Boo SoJeong, su guía en la isla, mucho gusto —decía extendiendo la mano.

Se veía de unos cincuenta y cinco años, muy amable  y con un típico acento más pueblerino.

—Un gusto señor Boo, usted guía el camino —decía amablemente.

En cuanto subían a la pequeña carcacha, olía extraordinario. Fresco y dulce.

— ¿Que es ese aroma? —preguntaba en el asiento del copiloto.

—Orquídeas, joven —respondía el señor Boo—. El clima de la isla es húmedo, ya lo habrá notado, por lo que estas plantas son de las más compradas aquí. Yo solo le compré un pequeño ramo para que el auto oliera decente, pero estamos pasando por la florería del señor Kim, le recomiendo comprar unas macetas de lo que desee, será de gran ayuda en la parte que usted decidió hospedarse.

SeokJin alzaba sus cejas—. ¿Qué me recomienda?

—Unas que absorban la humedad —decía estacionando y señalando una florería inmensa y hermosa—. Ahí, la florería D'Kim. Él lo orientará mejor, vaya, vaya.

SeokJin asentía con una sonrisa, la amabilidad del hombre era adorable y ya se sentía más relajado. En Seúl jamás hubiera comprado plantas o flores o todo lo que provenga de la naturaleza y requiera su cuidado, pero comprar algunas para absorber la humedad clara y reticente de la isla, no parecía mala idea. 

Así que bajaba en calma y caminaba sin prisa, Do Hwan tenía razón, SeokJin podía sentir la energía de cada alma en pena que pretendía no ver. Se había vuelto experto en ignorarlas y ellos no se acercarían a él, su amuleto al que llamaba "mantén la distancia" servía para que no lo molestarán, podían verlo, por supuesto, pero no podian acercarse. Había olvidado activarlo en el barco y en el callejón cuando había sacado la basura y por eso, tanto el profesor como la niña del vestido beige, habían logrado acercarse a él.

Pero ahora necesitaba un momento.

Cuando llegaba a la entrada de la florería D'Kim, un chico estaba sentado escribiendo algo en su cuaderno, también tamborileaba sus dedos con un ritmo peculiar. Vestía unos shorts de jean azul y una camisa manga corta hawaiana. Su cabello negro tenía rizos rebeldes ante la humedad de la isla y tenía unas pestañas largas y  hermosas que SeokJin podía ver desde ese ángulo. Sus labios rosados eran un puchero adorable. No debía tener más de veinte y su piel era dorada, hermosa y brillante.

— ¿Hola, disculpa? —llamaba, sintiéndose incómodo por comerlo con los ojos.

El chico en cuestión alzaba la vista. SeokJin se condenaba por la forma en que había captado el lunar en su labio inferior, en la punta de su nariz y al parecer en uno de sus ojos.

—Hola —decía con la sonrisa rectangular más hermosa que había visto, mientras se ponía de pie con mucha energía y acomodaba su cabello hacia atrás en un ademán a sexy.

SeokJin pasaba saliva.

—Lo siento, no quería interrumpir —exclamaba.

El chico sonreía y sacudía su cabeza—. No estoy de turno ahora, pero puedo ayudarte —susurraba con una voz grave—. Eres nuevo aquí —eso no era una pregunta, sino una afirmación.

Dios, era una criatura, SeokJin estaba seguro de eso.

—Em, sí —decía devolviendo la sonrisa que el chico le estaba dando, al parecer, demasiado feliz de ver un rostro nuevo—. Estoy buscando flores que absorban la humedad. Eso me recomendaron.

El chico se le quedaba viendo. Fijamente y muy sonriente, no lo incomodaba, él podría quedarse viendolo también, pero eso sí sería incómodo asi que alzaba sus cejas.

— ¡Claro! Sí... Emm, tenemos muchas de esas aquí —decía rascando su nuca—. Todas son verdes, si buscas color, estás complicado en eso —decía con una mueca adorable—. Tenemos Espatifilo con unas hermosas hojas verdes, no necesita mucha luz, eso es bueno. Son elegantes y llamativas.

SeokJin lo miraba absorto, era hermoso. El joven más bonito que había visto con la sonrisa más hermosa y los labios más tentadores.

Mierda, de nuevo comiéndote al chico con los ojos.

—Luego tenemos la Cinta o Planta araña, fácil de cuidar también, pero si quieres un poco de color, personalmente me gusta esta —decía pasando por en frente de un SeokJin que sentía una bonita sensación cuando el chico lo rozaba de frente con una sonrisa tímida en su rostro—, permiso —susurraba de forma tímida—. Esta de aquí es la "tilansias, tillandsia o plantas de aire" son tan peculiares que no necesitan maceta con sustrato para sobrevivir. Son las plantas que mayor capacidad de deshumidificación tienen.  Para hidratarse absorben la humedad del ambiente, ya que al carecer de raíces no tienen posibilidad de hacerlo de otro modo. Y tienen estas bonitas puntas en color rosa que va en degradé hacia el violeta y su pico es amarillo. Son muy hermosas —decía sonriente.

SeokJin se quedaba estúpido. Realmente se quedaba prendido de la sonrisa del chiquillo con vibra inocente y tan atento.

—Oh, a-ppa. El joven estaba buscando plantas que absorban la humedad —decía, mirando detrás de SeokJin.

El castaño se giraba de inmediato intentando disimular que no se estaba comiendo al hijo de ese hombre con los ojos y que no estaba más interesado en llevarse al chico que a la planta.

—Buenos días —saludaba el hombre—. ¿Le gustaron las tilansias? —decía acercándose a las mismas y tomando una.

—De hecho, si... Se ve que son fáciles de cuidar y no soy un experto en plantas —mencionaba SeokJin.

El hombre se giraba y sonreía—. Son las favoritas de mi hijo —el chico de cabello azabache sonreía asintiendo detrás del hombre—, venga, las envolvere para usted —decía con un aspecto cansado y una sonrisa amable.

Cuando desaparecía dentro el chico a su lado suspiraba—. Ha estado trabajando mucho, por eso vine a ayudar. Está cansado, pero es amable —mencionaba  a SeokJin.

El castaño lo miraba y el muchacho volvía a sonreírle más nostálgico, joder. Era precioso.

—Soy SeokJin —susurraba.

—TaeHyung. Kim TaeHyung —decía con otra sonrisa de ensueño—. Espero verte por aquí... Es bueno ver rostros tan perfect-... Nuevos, rostro nuevos —se corregía a si mismo, con su rostro rojo.

SeokJin sonreía—. Un gusto, TaeHyung. También espero verte de nuevo.

— ¿Señor? —el hombre lo llamaba y SeokJin se apresuraba a hacer su compra.

Aquel encuentro se había sentido especial de alguna forma o su falta de romanticismo e interés por otra persona, estaba extrañamente hambrienta que se había despertado ante la simple imagen de ese chico tan hermoso e inocente. Cuando miraba para atrás, TaeHyung ya no estaba, volviendo seguramente a sus quehaceres. SeokJin resoplaba, pagaba por su nueva adquisición y el hombre, padre de TaeHyung, volvía a sonreírle de forma amable.

Cuando volvía al auto y se abrochaba el cinturón por mera costumbre, veía a la distancia a TaeHyung sentado en su mismo lugar, pero con sus ojos fijos en SeokJin, compartiendo ambos una mirada anhelante mas larga que dejaba en claro el agrado por el otro.

— Oh, tilansias... Las favoritas de TaeHyungssie —decía el señor Boo.

—Sí, son hermosas —decía SeokJin, intentando disimular que tenía más agrado por el chico que se las había vendido que por la planta que sostenía con sumo cuidado.

—Una de las casas más cercana a la suya, es la del señor Kim y su hijo TaeHyung, es un señor amable. Si necesitas algo, puedes contar con él.

¿Y si necesitara a su bonito hijo?

SeokJin sacudió la cabeza ante sus pensamientos, quizás estar en ese lugar, en el que esperaba ver muchos ancianos con acento divertido, sería interesante, porque el tal TaeHyung era un bono extra que no esperaba tener, podía sentir la inspiración vibrar por su cuerpo y hacer picar sus dedos. La presencia del chico incluso lo había hecho olvidarse de la almas que habían estado paseando sin rumbo y lo habían mirado fijo.

Su atención simplemente robada por ese jovencito de ojos grandes y sonrisa angelical.

—La señora Park también es la más cercana, perdió recientemente a su esposo, pero es una mujer amable y atenta. Sii necesitas su ayuda está dispuesta a mantenerse distraída.

SeokJin fruncía el ceño y recordaba repentinamente el viaje en el barco:

Mi esposa no tiene a nadie. Era hija única, igual que yo... Ahora que no estoy, llora todo el tiempo, está muy sola.

—Oh, acudiré a ella seguramente —mencionaba sonando ajeno a la situación. Ya no se sentía tan ajeno.

Mierda.


Ay amo esta historia 😭 gracias por recibirla tan bien, ya voy a responder los últimos comentarios en JUNE 28 y los primeros en el preludio de este fic. No sé si vieron los detalles, pero notarán que TaeHyung será más joven y SeokJin tendrá su edad actual porque quería un TaeHyung jovencito para este fic en particular UwU

Y ya en el anterior muchas sacaron sus conclusiones sobre SeokJin hablando con los mueqrtos, me gusta que presten atención 🥹💜

Lxs leo, les amito.

Con amor niñita Nanykoo 💜

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