PROLOGO

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PROLOGO



11 De mayo de 1995



— ¡Idiota!

— ¡Basura!

— ¡No mereces vivir!

Le gritaban los jóvenes a su compañera después de clase, eso hacía que se sintiera cada vez peor mientras que juntaba sus cosas apurada y con miedo de que la hagan algo malo. Después de muchas horas de sufrimiento, ya había terminado la clase. Después de tantas cosas irritantes, tantas cosas, que la hicieron ponerse nerviosa, triste, amargada, pudo salir de esa clase que la consideraba un infierno.

— ¡Ve al baño a masturbarte como siempre haces!

Le grito la chica "popular del curso" lo cual a la joven que estaban molestando se sonrojo de la bronca que tenía y todos sus compañeros se empezaron a reír como si hubiera dicho el mejor chiste del mundo, lo cual no lo era.
Entonces por miedo de que la mataran en ese momento, se fue corriendo de allí.
Había días peores para ella. Su mente recordaba fijamente cuando la escupieron, cuando le pegaron una piña en el ojo, cuando la ignoraban, cuando la amenazaban, cuando le tiraban los pelos y muchas cosas más desagradables que tuvo que soportar. Pensar que algunas de esas cosas habían sido hace dos meses atrás pero a ella le quedaban grabadas en su mente como si hubiese sido hace solamente un día.

Los profesores sabían cómo maltrataban a esa niña pero no podían hacer nada. Bueno, ellos creían que no podían hacer nada pero lo que realmente pasaba ahí, era que a nadie le importaba esa pobre chica desafortunada.

La niña entro a la biblioteca rápidamente para alejarse de todos los chicos y chicas que querían molestarla. En una mesita había una tijera filosa, entonces no pierdo ni un solo segundo más y se la guardo en el bolsillo, para sentirse segura.

Dejo sus libros en la mesa y se sentó esperando a que la bibliotecaria llegara para que este a su lado con el fin de que le diera consejos ya que era la única que lo hacía.
No tenía amigas ni amigos, ningún conocido, se sentía sola allí, tenía a su madre lejos y tenía que soportar que sus compañeros la molesten y le quieran pegar, sin que ella les hiciera nada. Ni tampoco podía hacerlo. Porque solo era una niña, una niña contra todo el curso, era imposible defenderse.

Aquellos días eran una eternidad y sobre todo porque sufría. Entonces trataba de comportarse mejor con el psicólogo para que la dejen salir de una vez y poder ir a su casa tranquila como hace unos años atrás. Pero las situaciones que tenía en su cabeza la obligaron a que tenga que entrar al internado. Era su única solución.

Saco su mejor libro y se puso a leerlo. La biblioteca se encontraba vacía, solo estaba ella y su libro. Ni siquiera estaba su compañera, la señora bibliotecaria, pero tuvo las esperanzas que después de un rato pudiera volver, quizás se había ido a hacer "cosas" de su trabajo pensaba, para consolarse.

Pero todo el mundo se le acabo cuando vio ingresar a Anthony el director de donde se encontraba, del internado "La Paz".

Ese hombre era su miedo, ese hombre la hacia sentirse muy mal, más que sus compañeros, la hacía llorar, sufrir y odiar su miserable existencia. Cada vez que lo veía empezaba a entrar en pánico...

Anthony la vio allí, sentada y sola. Miro alrededor de la biblioteca para comprobar que no haya nadie atrás de ellos, porque eso lo perjudicaría de todas formas. Se acercó y apoyo sus manos en los hombros de la jovencita.

—Mi niña... Como siempre sola... ¿nunca van a aceptarte tus compañeros? — Le susurro.

En ese momento ella estaba tensa, pensando todo lo que tenía que pasar cuando ese hombre estaba cerca de ella, ni estaba escuchando lo que aquel le decía.

— ¿Me oyes? —Se acercó a su oído haciéndole dar un tremendo susto y escalofrió.

Pobre chica miserable, ni su madre se imaginaba lo que le estaba pasando en aquel maldito internado. O tal vez lo sabía pero no venía a buscarla, porque no le importaba, quizás.

Lo único que pensaba era salir de allí, irse corriendo y no ver a esa desagradable persona que ahora estaba junto a ella. Lo odiaba con todo su ser y odiaba tener que mirarlo, e hablarle.

—Lo oigo...— Contesto con una voz suave y tímida.

El hombre dio una leve sonrisa y comenzó a acariciarle la cabeza con dulzura, pero esa mano se le iba para cualquier lugar que no tenía que tocar. Eso no tenía que porque hacerlo... Él siempre sobrepasaba los limites con ella, no le bastaba tener que soportar a sus compañeros si no a aquello hombre odioso también.

En ese momento a Anthony se le ocurrían muchas cosas en mente y no eran nada buenas para la chica, por eso decidió llevársela.

— ¿Tienes que hacer algo en la biblioteca, querida? —Dijo con tono de confianza.

Mientras la chica miraba y rezaba que aparezca la bibliotecaria, pero no fue así entonces trato de inventar una excusa para que hoy no sea el infierno de todos los días. Al menos quería solo un día de descanso, todos ahí le hacían daño.

—Si... Me dieron... Mucha tarea y para estudiar... —Dijo tratando de engañarlo.

Pero no tuvo éxito, es más empeoro la situación en lugar de arreglarla.

—Me estas mintiendo... —Dijo con tono medio enojado al darse cuenta que lo estaba haciendo para no ir con él.

Él sabía que ella lo odiaba porque él lo tenía merecido, él se lo había buscado por todo el mal que le había hecho por eso no le molestaba que lo haga. Sabía bien lo que hacía, por eso no le importaba que lo odie.

No perdió más tiempo, la agarró del brazo y saco su cuerpo de la biblioteca. Su actitud fría y psicópata hizo que borrara todo lo que tenía en mente. Ese día tenía que hacer una charla súper importante con unos profesores, porque él era el director del internado, pero por estar torturando (como siempre) a esa niña la iba a perder.

¿Cuál de esas dos cosas era más importante?

—Lo siento chiquita hoy tengo ganas de hacerlo... —Le susurro mientras la arrastraba por todos los pasillos.

Ella comenzó a ponerse nerviosa, pero ya no estaba tan desesperada por escapar como meses anteriores le había ocurrido. Antes ella lo empujaba, mientras lloraba un montón, mientras gritaba ¡ayuda! por todo el internado, pero simplemente hoy estaba más tranquila porque llevaba una simple y sencilla tijera.

Además sabía que si gritaba o le pegaba, no iba a lograr escapar.

Unos minutos más tarde llegaron a su despacho, lo cual tenía llave. El "director" saco las llaves de la puerta y la abrió temblorosamente, mientras sostenía con fuerza a la pobre chica.

Hasta que la empujo en el despacho, verifico que nadie haya visto que la había metido allí y cerró la puerta con su llave.

—Bueno estamos los dos solos...— La miro de arriba hasta abajo.

Como ella sabía que solamente le sacaba toda la ropa de abajo se guardó las tijeras en el bolsillo de su campera.

Sin poder hacer nada, sin poder defenderse porque él tenía mucho más fuerza que ella, tuvo que una vez más soportar ese momento tan horrible, tan vergonzoso, tan espantoso, tan incómodo, tan irritante, tan doloroso y muchas cosas más.

Entonces paso lo que paso, la niña tuvo que soportar ese momento desagradable de casi todos los días, que Anthony, la violara.

Siempre lo hacía porque ella no quería saber nada con él, ni quería que se le acerque, ni que la toque entonces esta situación llevaba a la fuerza.

Después de ese rato tremendamente asqueroso, no iba a abandonar el despacho como siempre hacia, hoy no. Tenía que usar la tijera que había juntado con un propósito. No quería siempre ser la "tontita" que se acomodara la ropa, se secara las lágrimas, no decir nada y marcharse por las amenazas que le decía antes de salir.

Lo único que tenía que hacer era esperar a que este distraído. Fue sacando las tijeras con delicadeza para que no se diera cuenta y cuando vio que estaba distraído, que se estaba acomodando la ropa, aprovecho.

Le clavo con fuerza la tijera descargándose de toda la furia que le había hecho pasar en tantos meses. Anthony grito con fuerza por el dolor que sentía en la pierna.

Ella sabía que lo que hizo no estaba mal pero en el desorden que se había metido era impresionante. Todos la creían de "tontita" que nunca iba a decir nada, que nunca se iba a defender, que nunca iba a vengarse, pero este acto demostró todo lo contrario.

— ¡No debiste haber hecho eso! —Le dijo gritándole mientras trataba de sacarse la tijera de la pierna.

Ella iba retrocediendo pasos, mientras él la fulminaba con la mirada. Hasta que se abalanzó sobre ella tirándole los pelos con furia, mientras que gritaba tratando de que alguien de todo el internado la oyera, pero no lograba conseguirlo

— ¡Deja de gritar, Maldita! ¿Sabes lo que me duele? ¡Me has lastimado!

Le decía mientras le tiraba los pelos y le pegaba algunas cachetadas. Era un momento violento y descontrolado que nadie podía acabarlo, nadie podía pararlo. Anthony había perdido la cabeza por completo, por el dolor que le había causado la tijera filosa que la niña había clavado en su pierna. Pero él no se ponía en el lugar de ella, que el daño que le hacía casi todos los días era más doloroso que lo que a él le pasó ¿Qué dolía mas una tijera en la pierna o todos los días ser torturada y violada sin haber hecho nada?

Cuando logro sacarse la tijera de la pierna, empezó a darle pequeños cortes con la tijera a la niña, ya que no podía lograr cortes más profundos porque la niña no se quedaba quieta.

— ¡Basta! ¡Por favor! —Gritaba con desesperación.

Anthony la tiro contra su escritorio, agarro un bastón que se encontraba allí, y empezó a pegarle por todos lados como si estuviera pegándole a una simple almohada.
Solo se sentían los ruidos de los golpes y los gritos.

Luego de pegarle unos cuantos bastonazos en la cara y por todo el cuerpo, empezó a pegarle piñas en la cara, a morderla, a pegarle patadas y a muchas más cosas desagradables.

Hasta que la agarró del cuello y lo empezó a apretar fuertemente. Ella ya estaba indefensa tenía todos los pies golpeados y no podía abrir bien los ojos, además de que tenía su rostro impregnado de su propia sangre.

Las patadas, los golpes, le habían afectado y ahora la estaba matando. Quizás el plan que se le había ocurrido había sido terriblemente un fracaso porque la había llevado a la muerte. Solo tenía quince años.

Unos minutos después de esa desgarradora escena, la había matado. Unos minutos más el director del internando se había quedado en shock mirándola en el escritorio toda desfigurada a causa de sus golpes y muerta.

—Trataré de olvidarlo...— Dijo el director, mientras le salía una lágrima del ojo izquierdo.
Ese día había sido el peor.


Cuando su madre se enteró de que mataron a su hija, no paro de arrepentirse del porque la había enviado ahí.

Ella sabía que su hija estaba en peligro pero no le dio importancia, solo quería que se recupere y todo había sido un desastre.

No se había muerto de un ataque al corazón, no se había muerto de una enfermedad, no se había suicidado, la habían asesinado y eso era lo que a su madre le quedo en la cabeza.

Como todo asesinato estaban investigando haber quien había sido el culpable de este caso y su madre había prometido ocuparse, vengarse y descubrir quien fue la maldita persona que había tocado a su hija.

No podía olvidarse del cuerpo de su niña, cuando se lo mostraron en la morgue, estaba totalmente desfigurado.

El último día que la vio cuando la dejo en el internado, ella estaba normal ¿por qué se la habían entregado así, muerta si ella la había entregado sana? Pensaba la mujer tan triste.

Pero lo que no sabían era que Lorelei tenía un poder muy grande como su hija y tan solo hablar con una persona se daba cuenta de todo lo que ocurría.

Y se dio cuenta de todo, el día que el director de "La paz" la invito a tener una charla para hablar de su hija.

Ese mismo día a la noche fue al cementerio del internado e hizo lo que tenía que hacer lo que se merecía por haber matado a su hija. Ella pensó que no debía ensuciar las manos por alguien tan insignificante como lo era Anthony.

—Yo misma no lo haré... Tú mismo lo harás... —Dijo esa noche en el cementerio
mientras hacía que el internado se hunda en la oscuridad

—Todo el daño que le hiciste a mi hija quedara en este maldito internado, y en tu frió y oscuro corazón. No vas a poder aguantar en estos últimos días, veras a mi hija en todas partes, y recordaras como le quitaste la vida. No aguantaras las últimas horas de tu estúpida vida y vas a volverte loco. Vas a hundirte en el infierno con tu miserable internado "La Paz", maldito desgraciado —Grito— Panipen gresité lerele lucue drupo, camble Ostebé sos te diqueles on as baes dor buchil y arjulipé sata as julistrabas, sos te merelees de bocata, sos ler galafres te jallipeen, sos panipenes currucós te mustiñen ler sacais; sos Cresorne te dichabe yesqui zarapia tamboruna per bute chiró, sos unga quesarelas romandiñao tucue rumi te sugerete ler nogués, sos manques sacaitos te diquelen ulandao de la filimicha, y sos menda quejesa or sos te buchare de ler pinrés y sos ler bengorros te liqueren on drupo y orchi balogando á or casinobé —Susurro mientras miraba el Internado con odio.

Esas fueron las últimas palabras de la señora.

Unos meses después Anthony se terminó suicidando en el internado. Dicen que estuvo muy extraño en los últimos días, todos decían que quedo mal desde la muerte de la niña y después se terminó sacando la vida. Se lanzó del piso más alto del internado.

Todas las personas quedaron impactadas cuando recibieron las noticias en todos los diarios, que el director del internado, se habia suicidado. 

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