🖇️ Capítulo dos

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CAPÍTULO DOS: PARA EL CHICO TONTO

"¿Un pez acostumbrado a vagar entre corales, querrá observar las mismas aletas?"

— Aquí tiene su orden y lamento lo ocurrido con el tonto de mi amigo, en serio  —ya era la quinta vez que BangChan se disculpaba y la situación se estaba volviendo un poco incómoda para ambas partes. El contrario, que cree recordar que se llama Hoseok, niega con la cabeza para restarle importancia al asunto—. Él generalmente no es así.

— No hay problema, de verdad —respondió el de cabellos castaño oscuro, quien se había inclinado con discreción para ver, por detrás de Chan, al peli negro de la barra—. En serio, realmente no hay ningún problema.

El contrario finalmente se rindió, emitiendo un suspiro corto y adelantándose en leer el costo total de la cuenta a pesar de que no acostumbraba a hacerlo de antemano—. Esto es por los dulces, la malteada habitual y... ¿café negro sin azúcar? ¿De qué círculo del Infierno ha salido esto?

Hoseok rió tan encantadoramente que Yoongi tuvo que cuestionarse qué estaba haciendo con su vida.

— Es para mi hermana.

Chan volvió a ponerse nervioso.

— Perdón, no quise decir que tu hermana-

— Tranquilo. Es abogada, tan alejado de la realidad no está.

El otro emitió una pequeña risita y luego murmuró un "mejor me voy" mientras señalaba la barra y le sugería pagar luego. No es que Hoseok fuera un cliente irascible, pero ya el pelirrojo no sabía donde meter la cara. ¿Razones? Tendrían que haber visto la del contrario ante la escena que a los nervios de Yoongi se les antojó montar. Eso sin agregar la mala racha de clientes sensibles que últimamente les había tocado.

— Soobin, otra risa más y te mando a lidiar con la anciana peleona de la esquina —advirtió Chan al llegar junto a sus amigos y el susodicho peli morado levantó las manos en señal de rendición—. Yoon, tú haz algo. No sé, limpia por decimocuarta vez el mostrador.

No hubo respuesta.

— ¿Yoongi? Ah, olvídalo. Si es que los hombres cuando se enamoran...

Todo se sentía lejano para Min. No sólo por la vergüenza que embargaba su existencia... Sino por Hoseok, un chico que le llamaba como sirena a marinero y del cual no conocía nada más  que datos lanzados al azar por el resto de sus compañeros de trabajo. O alguna que otra acotación que BangChan se dedicaba a dejar flotando en el ambiente. Cosas del tipo "parece rondar los veinti-pocos años", "parece ser una persona amigable" o "prefiere las cosas muy dulces". Todas eran superficiales y banales, algo a lo que estaba acostumbrado Yoongi, pero que se sentía demasiado incorrecto en lo que a Hoseok respecta. Quería saber más del chico. Anhelaba conocer hasta el más insípido dato sin importar que fuera, no sé, de su infancia.

¿Por qué le llamaba tanto la atención? ¿Qué tenía el muchacho que el resto de personas no?

Había conocido a otros chicos con el mismo corte de pelo, con el mismo color de ojos o que incluso gustaran de tomar café frío igual que Hoseok. ¿Entonces? ¿Sería aquella sonrisa encantadora lo que motivaba que los nervios le fallaran? ¿O, por el contrario, esa mirada distintiva que le gritaba que dejara su vida de tira y afloja e intentara algo un poco más serio a pesar de sus  temores?

Siente una conexión estremecedora; sin embargo, sabe que no es amor a primera vista, sino el hecho de observarle y saber que tendrán en un futuro una relación especial que puede ir muy bien o ser un completo desastre.

Por un momento, Min Yoongi, la personificación de la filofobia, comienza a sentirse como un pequeño e indefenso pez Koi que nada contra corriente cuesta arriba, con la esperanza de convertirse en un dragón de agua. Siente que puede desprenderse de todos sus miedos con tal de tomar las manos del chico y se ve, por un instante, como un adolescente encaprichado.

Sí, Yoon es un experto en muchas cosas, pero por primera vez, la niebla que suele cubrir su pecho empieza a verse un poco despejada y toda esa trayectoria anti romance empieza a tornarse bastante aburrida.

Ha conocido chicos bonitos. Todo tipo de chicos, en realidad.

Pero Hoseok tenía un aura diferente a pesar de que Yoongi se consideraba bastante escéptico en esos temas. No obstante, podía tomarse la libertad de comparar al de ojos de miel con un majestuoso dragón de escamas celestes... O con una criatura marina suave y graciosa que mueve las aletas como pétalos perdidos. Y se sentía extraño ocupar la mente en una persona y no en quejarse por la sobrecarga de trabajo en la cafetería.

— Despierta, hombre. Que te duermes en los rosales —refunfuñó Soobin, pegándole un manotazo tosco en el brazo. Acto seguido, Chan se toma el papel del Karma y le propina un zape en la nuca a Bin.

— Déjalo, mequetrefe. Ya meteré cizaña para que le descuenten del sueldo —bromea el pelirrojo mientras termina de limpiar las últimas mesas del día.

Yoongi parpadea cinco veces seguidas para quitarse el adormecimiento.

— ¿Pero qué hora es que todo el mundo se ha ido? —preguntó y hace una seña con la barbilla para que BangChan le muestre lo que traía en la mano. Era un papelito.

— Imagina que he dado cinco maratones, me he retocado el tinte, corté con todos mis pretendientes y busqué otros cien más, busqué un empleo nuevo en el área de mis sueños y vine en transporte público. Así de tanto te has quedado pasmado —dijo Soobin, acomodándose en la barra con los ojos fijos en su persona.

— También tomaste un curso para payaso de circo, ¿no?

Chan interrumpe la posible discusión—. Ya casi es hora de cerrar, Garfield. Sé que hoy es lunes, pero a la próxima te activas más —el chico hace una pausa para abrir el papelito doblado con dedicación, mientras se colocaba el paño húmedo en el hombro—. Anda, es un número y tiene una nota. Dice: "Para el chico tonto, de Jung Hoseok".

Soobin estalla a carcajadas viendo a su amigo retorcerse de vergüenza y comenta un "a los que no hacen nada siempre les cae algo" a la par que se seca una lagrimita falsa. Chan le entrega el papel tras palmearle el hombro y dar por terminado el día.

Yoongi no llama hasta la tercera noche.

¿Por qué? Simplemente se encuentra tan ansioso que sus dedos se frenan. Incluso consideró mejor escribir un mensaje, cual borrador modificó más de cien veces.

Detesta esa sensación de inseguridad y no sabe si debería pedir ayuda. Soobin se burlaría, probablemente. Chan quizá sería la mejor opción.

Se sentía tan atascado y cuando por fin se decidió a dar un paso, sintió que retrocedió diez. Un simple "Hola, soy Yoongi" logró que se sintiera más tímido que en la cafetería y tanta era su desesperación que hoy, tras tantas charlas incómodas con un ligue potencial, se encuentra en una fiesta junto a sus inseparables ángel y diablo.

Claramente, el diablo ya le estaba calentando la cabeza con sus bromas ebrias y terriblemente malas.

— Ya lo perdimos.

— ¿Podrías callarte un rato, Soobin?

— ¿Podrían callarse los dos y escucharme? —se quejó Yoongi, hastiado—. Les estoy hablando de algo serio.

— Sólo invítale a salir, Yoongi. No es tan difícil. Un poco de palabrería barata y ellos solitos caen.

— Pero qué trastada acabas de soltar, cabeza de uva. Yoongi, no le hagas caso.

— ¿Qué? —Soobin miró al pelirrojo indignado—. ¿Trastada? ¿Te recuerdo qué pasó cuando me hizo caso? Exactamente, habló con un chico bonito.

— Dios santo, Soobin. Cállate mejor. Yoongi, invítale a salir a un sitio bonito.

— A un antro.

Chan le dedicó una mala mirada—. ¿Qué parte de bonito no has entendido, cabeza de remolacha prieta?

— Wow, cada día te luces con los insultos, fresa agria en descomposición.

Yoongi bebió un trago largo para luego dejar el pago en la barra debajo del vaso—. Nos vemos, pensaré en llevarle a algún parque bonito o qué sé yo.

Bang se incorpora en el taburete—. ¿Ya te vas?

Yoongi asiente para luego bromear:

— Sí, la tensión sexual existente entre ustedes es demasiado homosexual para mi gusto.

Tras eso se fue a su casa.

¿Realmente esto iba a funcionar?

—"¿Te gustaría ir a comer panecillos en un parque?", fue su siguiente mensaje de texto.

¿Había una propuesta más estúpida que esa?, tal vez debería borrar aquel mensaje.

—"Me encantaría 😊", recibió en respuesta.

O tal vez no.

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