47 » real life

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            Me pareció increíble como es que ya había pasado casi un mes en esta situación. Aún más el hecho de que la convivencia con Robert ha sido demasiado buena, me convencía cada vez más de que nos complementábamos el uno al otro.



Pero eso no me distraía de trabajar en la producción de la película: había story boards por hacer, locaciones por añadir al guion y verificar que tuviéramos los permisos para en cuanto terminara esto nos instaláramos en Inglaterra lo más rápido posible. Eso sin contar que debía revisar el contenido que ya teníamos para hacer observaciones por si necesitaba tomas extra.



—Llevas todo el día trabajando—levanté la mirada de la pantalla para mirarle enfrente mío—estamos en cuarentena, la cuarentena es para hacer nada.



—Estoy segura de que la cuarentena es para evitar contagios de una enfermedad—contesté haciéndole reír. Yo sentada en el sillón con la laptop encima y él de pie mirándome.



—También pero principalmente para descansar—negué sonriendo—estoy seguro de que eso puede esperar unos días. Ni siquiera sabemos cuándo volveremos a filmar.



—Puede ser mañana, en una semana o...



—O un mes, incluso un año—enarqué una ceja.



—Justo el positivismo que necesitaba por parte de mi precioso novio.



—Por mucho que me guste ponerme un traje de murciélago que pesa más que tú, prefiero estar aquí en la comodidad de mi casa rentada bajo el frío infernal de Nueva York. Contigo.



Robert de verdad sabía cómo convencerme de las cosas con su tonto acento inglés y su tonta sonrisa y...ugh. Cerré la laptop de una vez por todas haciéndole sonreír ampliamente. Me tenía en la palma de su mano y lo sabía, pero no sólo eso si no que le encantaba.



—¿Lo ves? No pasó nada. No aparecerá Dylan con un cuchillo en el patio amenazándote para que sigas pegada a la computadora.



—Necesitas dejar de ver los dvds que traje, no te hacen ningún bien—le dije riendo. Fue una buena referencia a una de mis películas favoritas de la vida, Scream.



—Probablemente tengas razón—sonrió otra vez y se dio media vuelta hacia el estante donde estaba la tv para encender el estéreo que descansaba al lado. Le vi atenta sin saber exactamente lo que haría hasta que otra vez se acercó a mi—y por eso dejaré que escojas una canción.



—¿Seguro?—asintió—¿quieres escuchar música emo como en el set?



—Tus playlists son muy buenas, estoy seguro que Bruce Wayne las aprobaría. Pero pensaba en algo más...no sé...



—Entiendo—dejé la laptop de lado para tomar mi celular y conectarme al equipo de audio—pero quiero aclarar que es una obra en proceso.



Amaba hacer playlists, le había hecho una a cada uno de mis amigos para sus cumpleaños con canciones que me recordaran a ellos. Las hacía para escribir ciertas partes del guion. Tenía una para todo y eso incluía a Robert, aunque todavía no se la mostraba.



Finally // beautiful stranger de Halsey comenzó a sonar a través de las bocinas y por el ritmo que tenía él supo que le entendí a la perfección. Me ofreció su mano para ayudarme a levantar y sin perder la oportunidad le rodeé por el cuello cuando hizo lo mismo con mi cintura, comenzando a movernos al ritmo de la canción.



—¿Dos pies izquierdos?—preguntó frunciendo el ceño divertido ante la letra de la canción—¿tan mal bailo?



—Un poco, si—ambos reímos mirándonos a los ojos.



Justo como Halsey cantaba, estábamos en la sala bailando. En pijama y pantuflas pero no importaba mucho en este momento. Aquella canción desde la primera vez que MJ la puso en el auto me recordó a Robert, a nuestra relación.



Hermoso extraño, aquí estás en mis brazos y sé que hermosos extraños solo vienen a hacerme daño. Y espero, hermoso extraño, aquí estás en mis brazos—comencé a repetir junto a ella en voz baja—pero creo que finalmente, finalmente, finalmente, finalmente, finalmente es seguro para mí caer.



Sus ojos recorrieron mi rostro como si estuviera analizando cada facción de este, en silencio. Ay no, ¿lo arruiné?



—Te amo—dijo seguro.



Acto seguido se agachó un poco para besarme cambiando el agarre en mi cintura ahora siendo más una especie de abrazo al acercarme hacia él. Te amo. Acababa de decir que me amaba. No que le gustaba ni que me quería, si no que me amaba. El par de palabras que no creí escuchar en mi vida de alguien como él.



—También te amo, Rob.



Poco después nos olvidamos del baile en la sala cuando decidimos ir a su habitación entre cortos besos y sonrisas tontas. Agradecí haber accedido a tomarme un descanso del trabajo en el momento en que me recosté en la cama y le tuve encima besándome.



Esa noche era una en la que mis pensamientos le ganaban a mis ganas de dormir, como en este momento donde miraba el techo iluminado por la tenue luz que entraba por la ventana. Mi cabeza repetía todas las cosas que me faltaban por hacer, torturándome.



Entonces le vi; su respiración pacífica hacía a su pecho descubierto subir y bajar, mechones de cabello castaño oscuro caían sobre su frente y su brazo descansaba sobre mi vientre. Había veces en las que cuando le miraba dormir me preguntaba si estaba soñando conmigo, así como yo lo hacía continuamente.



Aunque honestamente, él ya era todo un sueño...uno que nunca creí tener. Sonreí acariciando su brazo cosa que le hizo acercarse a mí para esconder su rostro entre mi cuello y hombro. Suspiré subiendo las sábanas para cubrirle. Ocasiones como estas donde no había nada más importante que él, donde recordaba que el amor cursi que veía en las películas sí existía después de todo.

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