CAPÍTULO 24 (+18)

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CONTINUACIÓN DESDE EL AVISO

El beso empezó a cobrar mucha más fuerza que antes, y mis manos se empezaron a mover frenéticamente por el pelo de Chris. Se agachó ligeramente y me cogió de los muslos. Tomé impulso, y rodeé mis piernas a su cadera. 

Todavía besándonos, noté que Chris se movía, y unos segundos más tarde, sentí la fría puerta de mi armario chocar contra mi espalda. Se pegó a mí, y debido a la fuerza que ejercían sus caderas contra las mías, que me empujaban contra la pared, quitó las manos de mis piernas al dejar de ser necesarias en esa zona, para subir lentamente por mis caderas y adentrarse dentro de mi camiseta. Suspiré entre beso y beso llena de placer. El recorrido que habían hecho sus manos sobre mi piel había provocado que corrientes eléctricas se extendieran por todo mi cuerpo, concentrándose sobre todo en mi entrepierna. Chris me levantó la camiseta, y yo extendí mis brazos sobre mi cabeza para permitirle quitármela, quedándome así en sujetador. Decidí que no iba a ser la única en no llevar camiseta puesta, así que cogí el dobladillo de su camiseta y se la quité. Posé mis manos en sus abdominales y los sobé hasta que los memoricé uno a uno. Chris volvió a gemir por mi tacto, y empujó sus caderas contra las mías con fuerza. Llevaba ya unos minutos notando cómo la entrepierna de Chris crecía y crecía, pero ahora la sentía como nunca antes. Su movimiento salvaje me prendió más y gemí.

—Mierda, Abbie —gruñó Chris contra mis labios. Suponía que no era a la única que le encantaba oír al otro gemir. 

Me separó del armario y me llevó a la cama. Se tumbó encima de mí con agresividad y yo rodeé mis piernas alrededor de sus caderas y lo atraje a mí. Lo quería igual de cerca que antes. Sus manos fueron subiendo por mi abdomen para posarse ambas en cada copa de mi sujetador. Comenzó a dejar un rastro de mojados besos por mi mandíbula y mi cuello, para descender hasta el espacio entre mis pechos. Me miró y me sonrió, sabiendo lo que iba a hacer. Con un movimiento rápido, metió sus dos manos dentro de mi sujetador y lo apartó. Mis pezones se pusieron duros instantáneamente, y Chris no perdió mucho más tiempo, porque comenzó a jugar con ellos. Uno lo pellizcaba y se lo pasaba entre los dedos y el otro lo mordía y lo succionaba. 

Sabía perfectamente lo que hacía.

—Oh, Dios... —gemí, dejando la frase a medias. Agarré las sábanas de mi cama y mi espalda se arqueó, muerta de placer. Estaba empezando a sentir una presión crecer en mi zona más sensible, y como siguiese así, me iba a correr ahí mismo. Chris se restregó contra mi zona baja y tuve que morderme la mano para no gemir demasiado alto. Finalmente, levantó la cabeza, y trazó un camino con su lengua hasta mi boca. Sin separar nuestros labios, deslizó sus manos por mi espalda para desabrocharme el sujetador y lo lanzó al otro lado de la habitación.

Decidí tomar control de la situación e hice rodar nuestros cuerpos. Chris quedó debajo de mí, y sus manos se posaron en mis caderas, que me empujaban hacia las suyas. Empecé a moverme lentamente sobre su entrepierna, trazando círculos y ejerciendo más presión en algunas zonas. Él había estado torturándome a mí un buen rato, y ahora me tocaba a mí. 

Chris gruñía en mis labios, y yo sonreí. Descendí mis manos al botón de su pantalón vaquero negro y lo desabroché. Le bajé la bragueta y jugué con el elástico de su bóxer.

—Joder... —siseó y cerró los ojos. Los volvió a abrir y me miró. Le miré yo también, y con una sonrisa, le metí la mano en los calzoncillos y le agarré el miembro. Chris abrió la boca, complacido. No hice nada, sólo lo sostuve y Chris me miró suplicante—. Abbie... —gimió y yo empecé a mover lentamente la mano de arriba a abajo. Empezó a subir y a bajar sus caderas al ritmo de mi mano, y yo sonreí, complacida de que tuviera ese efecto en él. Verle así, tumbado en mi cama con la mirada perdida del placer y siseando mi nombre en voz baja me ponía a cien. Con la mano que tenía libre, empecé a pellizcarlo ligeramente—. Abbie... Me voy a correr —me avisó entrecortadamente, pero yo seguí. Sentí cómo se empezaba a tensar, y su cuerpo comenzó a temblar—. Joder... —susurró, y sentí un líquido caliente en mis manos. Su pecho subía de arriba a abajo, ahora relajado. Me incliné a besarle, y me restregué de nuevo a su entrepierna. 

—Me encanta verte así... —ronroneé en su oído. Se volvió a colocar encima de mí y se alejó. Protesté y Chris me miró—. Dame un segundo. —Se marchó al baño y al poco tiempo, volvió a salir. Se había limpiado—. Ven aquí. —Me cogió de las caderas y me colocó al borde de la cama. Me quitó lentamente los pantalones de pijama, asegurándose de que sus manos rozaran la piel de mi pierna. Chris fue dejando un rastro de besos a lo largo de mi pierna y se colocó encima de mí. Me besó lentamente y sentí su mano sobre mi tanga. La restregó de arriba a abajo y trazó círculos con su pulgar. Suspiré de placer. Mi corazón iba a mil por hora y mi respiración estaba agitada. Si ya me ponía así con un trozo de tela de por medio, no quería imaginarme...

—¡Joder! —grité cuando sentí su mano directamente sobre mi piel. Chris me tapó la boca.

—Shhh... Calla. —Rio—. Vas a despertar a tu hermano —susurró y me mordió el cuello. Sus dedos me recorrían de arriba a abajo, y con el pulgar presionaba mi zona más sensible. Se acercaba mucho a mi entrada, pero siempre volvía a alejarse. Era una tortura realmente placentera—. Estás muy mojada... —me susurró y sin previo aviso, metió un dedo dentro de mí. Cogí una bocanada de aire y mi espalda se arqueó. Dios, iba a explotar. 

Comenzó a moverlo lentamente, y me mordí el labio.

—Más rápido... —supliqué y moví mis caderas bruscamente hacia su mano. Chris dejó escapar un risita y obedeció. No sólo empezó a moverlo más rápido, sino que su pulgar volvió a centrarse en hacer círculos en mi zona más sensible. Hundió su cabeza en mis pechos y agarró un pezón con sus dientes y tiró de él.

—Venga, nena. Córrete para mí —me susurró sensualmente y metió otro dedo dentro de mí. La presión que antes creía que era insoportable se intensificó. Moví mis caderas al ritmo de sus dedos, que salían y entraban con decisión mientras Chris jugaba con mis pezones.

—Voy... a... —gemí, pero mi cuerpo explotó antes de que pudiese decir nada más. Solté todo el aire que había estado conteniendo y mi cuerpo se relajó. Moví lentamente mis caderas disfrutando del tacto y Chris los sacó. Se colocó encima de mí y se inclinó a besarme.

—Te sonrojas cuando te beso en la calle, y resulta que eres una gata en la cama... —susurró en mi oído y yo reí.

—Estoy llena de sorpresas... —Me mordí el labio. Chris me miró con deseo y me besó. Sus manos recorrieron mi cuerpo de arriba abajo. Agarré su pantalón y tiré de él para quitárselo. Comprendió rápidamente lo que quería hacer y me facilitó la labor. Observé su cuerpo, únicamente tapado por un bóxer negro, y sonreí. Era todo mío. Se inclinó para besarme otra vez y restregó su miembro a mi entrepierna. Gemí de placer y me separé de él. Aquella iba a ser mi primera vez con Chris, y me moría de ganas de sentirlo ya dentro de mí.

—El condón —le medio susurré medio gemí. Chris alargó su brazo y rebuscó en los bolsillos de su pantalón sin apartar la mirada de mí. Frunció el ceño y centró su atención en sus pantalones—. ¿Qué pasa? —pregunté. Chris resopló y cerró los ojos.

—No puede ser... —Dejó caer la cabeza—. No tengo condones —dijo apretando los dientes, y yo estampé mi cabeza contra el colchón. ¿Era en serio?—. ¿No tendrás tú uno? —Me miró y me reí.

—¿Yo? —Me señalé con el dedo—. ¿Tengo pinta de ser de las que tiene condones en su habitación? —pregunté divertida. Chris suspiró, me dio un beso y se quitó de encima de mí.

—No, supongo que no.


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