CAPÍTULO 17: «SAYONARA, BABY»

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Abandonamos el cuerpo de Mack y salimos corriendo. Nos acercamos a las casetas, sin embargo, no había rastro de Kyle ni tampoco de Max.

—¡Kyle, Max! ¿¡Estáis ahí?! —grité para que pudiesen oírme. No obtuve respuesta, así que rodeé la caseta para comprobar si estaban escondidos detrás—. ¿Chicos? —Era imposible que les hubieran eliminado, nadie sabía que estaban ahí. Di la vuelta a la esquina de la caseta y me encontré a Kyle y a Max dándose el lote contra la pared. 

Ahora entendía por qué no había funcionado nuestro plan.

Carraspeé intentando llamar su atención.

—¡Abbie! —se sobresaltó Kyle, pero no quitó las manos del culo de Max—. Perdona, estábamos ocupados por aquí —sonrió inocente. Max giró la cabeza para que no le viese reírse.

—Ya puedo verlo...  —dije irónicamente. Mientras unos intentaban ganar, otros se restregaban contra casetas ajenas—. Cambio de planes. Ya nos hemos cargado a cinco de sus jugadores y no creo que se arriesguen a perder uno más. Por eso no creo que envíen a nadie más. Los demás miembros de nuestro equipo se dirigen al sur por el este. Nosotros iremos por el oeste para tenerlos rodeados —les informé.

—A sus órdenes, prima —dijo Kyle haciendo el saludo militar. Empecé a caminar, seguida muy de cerca por Kyle, Max y Brooke. Cuando llegamos a su asentamiento, nos escondimos detrás de un arbusto y miré a mi alrededor. A lo lejos, vi a los chicos y chicas de nuestro equipo escondidos detrás de unos árboles. Les hice una seña para que supiesen que ya habíamos llegado y miré al equipo contrario. Estaban colocados en círculo, rodeando la bandera. Me fijé en Chris, y odié lo atractivo que estaba con el traje de paintball. Miraba a su alrededor alerta y agarraba el arma con fuerza.

Les indiqué a mis compañeros que era hora de atacar, y todavía de cuclillas, nos fuimos acercando para estar lo más cerca posible de ellos y no fallar los disparos. Sin embargo, Chris se giró y nos vio. Levantó el arma y empezó a disparar.

—¡A vuestra derecha, pardillos! —gritó Chris, y sus compañeros empezaron a dispararnos también. Nos escondimos rápidamente detrás de los árboles, pero a Kyle no le dio tiempo a apartarse a tiempo, y a Max, en un intento de cubrirle, también le dispararon.

—¡Ahora! —grité y a lo lejos, mis compañeros de equipo salieron de detrás de los árboles y cargaron contra Chris y sus esbirros. Chris centró su objetivo en mí, por lo que tuve que volver a esconderme detrás de los árboles. Miré a Brooke, que se apoyaba contra el árbol con la respiración agitada.

Menos de medio minuto más tarde, se dejaron de oír disparos, y me asomé para ver lo que ocurría. En medio del campo sólo quedaban Chris y Chad, y los cinco chicos de mi equipo se alejaban con manchas en la ropa. ¡¿Cómo era posible que todos estuvieran eliminados?!

—¡Chris, no sé cómo, pero me las vas a pagar! —le grité todavía escondida detrás del árbol completamente furiosa. Le oí reírse, lo que me enfadó más. Ni siquiera se estaban molestando en esconderse, como si tuvieran la partida ya ganada. Prepotentes.

—¡Aquí te espero, nena! —se burló de mí. Tenía que tomarles por sorpresa... Por eso me subí otra vez a un árbol. Vi cómo Chad se acercaba silenciosamente a Brooke, y le disparé antes de que pudiera eliminarla, pero fallé. Sin embargo, Chad no no lo hizo y le dio a Brooke en el hombro izquierdo.

—¡Mierda! —maldijo, enfadada. Chad rio, y antes de que pudiera dar un paso más, le disparé en la rodilla. Sonreí y vi cómo me buscaba con la mirada. Me escondí entre las hojas y al no encontrarme, resopló molesto y se alejó junto a Brooke.

—¡Sólo quedamos tú y yo, Abs! —Chris ya no se encontraba donde estaba antes, lo que me dio a pensar que había tenido la misma idea que yo y se había subido a un árbol. Confirmé mis sospechas cuando vi un árbol sacudirse violentamente. Me fui deslizando entre las ramas de los árboles, teniendo cuidado de no hacer mucho ruido. A unos metros de mí, me encontré con Chris de espaldas que miraba el suelo, buscándome. Tomé un gran impulso, y salté sobre él.

—¡Muere! —grité mientras me abalanzaba sobre él. Sin embargo, no calculé bien, porque sólo yo me caí del árbol, y para colmo, mi pistola se quedó colgando de una de sus ramas. Había caído con la rodilla de la herida, pero no me importó. Debía recuperar mi pistola.

—Bueno, bueno... ¿Pero qué tenemos aquí...? —se regodeó Chris. Saltó y aterrizó ágilmente junto a mí. Yo le miraba desde el suelo, y Chris me apuntó con la pistola. No sabía qué probabilidades tenía de salir ahí triunfante, pero seguro que eran pocas.

—Dispárame y estás muerto. —le amenacé. Se rio y dio unos pasos, aproximándose a mí. Si tan sólo se acercase un poquito más...

—Creo que no estás en condiciones de amenazar, nena. —Dio otro paso más, dejando su pie al lado del mío. Aproveché la oportunidad y golpeé su tobillo, haciendo que perdiera el equilibrio y cayera de culo al suelo. Su pistola salió disparada, y aterrizó a unos metros de mí. Me levanté antes de que él pudiese reaccionar y la agarré. Sonriente, me acerqué a Chris. Ya había ganado.

—Sayonara, baby. —dije triunfante y le disparé justo en la entrepierna.

—¡Abbie! —gritó Chris, dolorido, y se agarró sus partes. Corrí a coger la bandera y bailé en el sitio. ¡Había ganado yo!

—¡Si yo pierdo, tú pierdes también! —gritó Chris y antes de poder reaccionar, se lanzó encima de mí. Nuestros cuerpos cayeron al suelo, y se sentó encima de mí. Me quitó el casco y me sonrió.

—Quita tu culo de babuino de encima de mí si no quieres recibir otro golpe ahí abajo —le amenacé.

—Has hecho trampas y exijo que se repita —protestó y junté las cejas.

—¿Trampas, yo? ¡Si no sabes jugar no es mi culpa! —bufé. Nadie me quitaría mi puesto de triunfadora.

—Sí, me has empujado. —Se acercó a mi cara. Sus ojos fulminaban los míos, y por un momento, me perdí en ellos.

—Las reglas no dicen que no pueda empujarte, mal perdedor. —Me acerqué yo más. Nuestras respiraciones chocaban y si uno se acercaba más, probablemente nuestros labios se rozarían.

—Entonces las reglas no dicen... ¡Que no pueda dispararte! —Me quitó el arma y me disparó una mancha de tinta roja en mi abdomen.

—¡Chris! —le grité enfadada.

—Ahora nadie sabrá quién habrá ganado. —Se encogió de hombros.

—Te odio. —Me acerqué a él apretando los puños.

—No, que va. —Se acercó más, y mi nariz rozó la suya.

—Te odio —repetí y respiré fuerte para mostrarle lo molesta que estaba.

—No, que va —susurró de nuevo y antes de que pudiese besarme, la voz de Tom nos interrumpió.

—¡Se acabó la partida! —gritó y le miré. Nos miraba fijamente, serio. Se dio media vuelta y se fue. Fruncí el ceño, pero no dije nada. Chris y yo salimos pegándonos con las pistolas del campo de paintball y nos reunimos con el resto en la tarima.

—¡Es la hora de la comida! —gritó Tom para que todos pudiésemos oírle.

—Esta tarde tendréis tiempo libre porque va a nevar, y esta noche, si se puede, haremos otra fogata y contaremos historias de miedo. ¿Os parece? —nos preguntó Jackie y se oyeron gritos de alegría. Iba a disfrutar como nadie no hacer nada por la tarde, no me vendría mal descansar un rato.

—Me gusta cómo suena eso del tiempo libre —ronroneó Chris en mi oído. Se me erizó la piel del cuello y sonreí.

—Sí, dormir en mi cama sola suena genial. —Empecé a caminar hacia el comedor, ignorándole. No tenía ninguna intención de irme a dormir a mi cama, pero me gustaba verle sufrir.

—Me ofendes. —Se colocó una mano en el pecho—. ¿No quieres dormir conmigo? ¿Con este trozo de pan? —Se señaló a sí mismo de arriba a abajo.

—El trozo de pan que veo yo está mohoso y huele mal. —Arrugué la cara y me pasé la mano por la nariz. Chris rio y sacudió la cabeza, divertido. 

Nos servimos la comida en el comedor y nos sentamos a comer con nuestros amigos.

—¿Quién ha ganado en el paintball al final? —me preguntó Chad—. Los dos teníais manchas de pintura.

—¡Yo! —gritamos Chris y yo a la vez. Entrecerré los ojos al mirarle. Estaba mintiendo.

—¡No es verdad, yo te he disparado primero! —grité ligeramente más fuerte de lo que pretendía.

—No sé por qué preguntas, cariño. Te había dicho que no dijeses nada —le dijo Mack a Chad susurrando y negó con la cabeza.

—¡Eres un mentiroso, Chris! Yo he ganado, ¡acéptalo!

—¡Nunca! - Me gritó de vuelta. Estaba tan enfadada que le tiré unos pocos espaguetis a la cara. Me quedé estática cuando me di cuenta de lo que acababa de hacer.

—Tú... ¿Me acabas de lanzar espaguetis? —preguntó Chris lentamente, quitando los restos que todavía tenía en el pelo. No pude evitar reír porque tenía toda la cara llena de tomate. Ni yo lo habría visto venir.

—En realidad no. Te has desmayado y te los has tirado encima tú —intenté excusarme. Podía sentir la rabia que desprendía el cuerpo de Chris. Di un paso atrás, con miedo a que Chris me tirara de vuelta su plato de espaguetis.

—¿¡Y por qué me he despertado de pie!? —exclamó, furioso.

—Porque eres como los caballos, ¿no te acuerdas? Ay, pobrecito, que no se acuerda... —Miré a mis amigos, buscando compasión, pero ellos sólo me miraron temerosos. 

—Es verdad... —¿Se lo había creído? Sí que iba a ser cierto que Chris era estúpido—. No me acordaba de que... ¡eres una mentirosa patológica! —gritó y estampó su plato de espaguetis en mi cara. Me separé de él, y me quite los espaguetis de los ojos. Le miré incrédula—. Estás preciosa, nena. El color rojo te sienta genial —se burló.

—¡Oh Dios...! Corred, poneos a cubierto —advirtió Mack mientras se deslizaba debajo de la mesa. Antes de que me diese tiempo a coger el plato de espaguetis de Chad, lo quitó de mi alcance.

—Ni se te ocurra, yo tengo hambre —me dijo y se empezó a comer los espaguetis debajo de la mesa. Alcancé a coger mi plato de espaguetis para tirarle lo que quedaba en él, pero entonces, llegó la monitora y me detuvo antes de lanzárselo a Chris a la cara.

—Si no quieres quedarte a recoger todo el comedor esta tarde, te recomiendo que bajes ese plato de espaguetis —me amenazó la mujer. Me giré a mirarla y por un momento pensé en tirarle el plato de espaguetis a ella encima, pero recapacité. Bajé el plato, y Chris sonrió—. Fuera, los dos —dijo y esperó a que saliéramos del comedor para marcharse.

Fuera, Chris pasó su dedo índice por mi mejilla y lo chupó.

—Mmmmm... —Se relamió los labios —. Sabe mejor así —dijo sonriente y volvió a pasar su dedo por mi mejilla. Reí divertida y me aparté de él.

—Ahora voy a tener que ir a mi cabaña otra vez para cambiarme —m quejé. Chris vaciló y me detuve para mirarle—. ¿Qué? —Junté mis cejas.

—Había pensado que si querías, podías traer tu maleta a nuestra cabaña y dormir conmigo el resto de las noches. Mack puede hacer lo mismo, así no tenéis que iros corriendo por las mañanas y te puedes quedar un rato más conmigo en la cama —me dijo nervioso.  Llevar la maleta a su cabaña no era exactamente tomarse las cosas con calma, pero no dejaba de darle vueltas a la conversación que había tenido con Mack esa mañana. Quizás si me arriesgase un poco más...

—Está bien —dije finalmente. A Chris se le iluminaron los ojos.

—¿Es en serio? —preguntó emocionado. Asentí y me reí. ¿Tampoco era para tanto, no? Además, siempre que dormía con Chris, descansaba y podía dormir a pierna suelta. Podía aprovechar el efecto calmante que tenía sobre mí un par de noches más.

Chris me cogió de la cintura y me dio una vuelta en el sitio. Chillé del susto y me agarré a sus hombros, aún riéndome.

Cuando llegamos a la cabaña, me limpié la cara y recogí mis cosas. Chris me observó en silencio y cuando lo tuve todo listo, se ofreció a llevar mi maleta hasta su cabaña. Cuando entramos por la puerta, nos encontramos con Chad y Mack tumbados en el sofá. 

Mack se fijó en lo que llevábamos en las manos, y sin decirme nada, me guiñó un ojo. Parecía que no iba a tener que dar explicaciones a nadie de lo que estaba haciendo... Sin embargo, Kyle y Max salieron de la habitación, cortándonos el paso.

—¿Qué haces con tus maletas, Abbie? —me preguntó Kyle, extrañado.

—Se muda de cabaña —respondió Mack por mí y sonrió satisfecha.

—¡Ah, eso es genial! —celebró y yo le miré sorprendida. Cuando quería, Kyle podía ser hasta más pesado que Mason—. Yo me mudo también a la de Max. —Sonrió inocente. La diferencia entre mi primo y yo era que yo venía a dormir, y Kyle se mudaba de cabaña para hacer justo lo contrario. Reí y cogí la mano de Chris. Tiré de él para que avanzara, pero la voz de mi primo me detuvo—. No creas que no voy a tener el ojo puesto en vosotros. ¡Tu hermano me ha dicho que te vigile y pienso cumplir con mi obligación! —gritó, divertido. Puse los ojos en blanco y reí.

Volví a tirar de Chris, y abrí la puerta de la habitación. Divisé su cama y me tiré encima.

—¡Por fin! —Enterré la cara entre los cojines y escuché a Chris reír. Unos segundos después una masa terriblemente pesada me aplastó el cuerpo—. ¿Se puede saber qué haces? —grité intentando respirar. Del susto me había quedado sin aire.

—No he podido resistirme. —Rio en mi oído y se quitó de encima. Se tumbó a mi lado y se apoyó en su brazo derecho. Sus dedos comenzaron a recorrerme la espalda, dándome un placentero masaje. Sonreí y cerré los ojos, disfrutando de la sensación.

—Me encanta... —murmuré. Su mano se deslizó por debajo de mi camiseta sin pedir permiso, y un escalofrío me recorrió la espalda. Giré la cabeza para mirarlo, y me encontré con los ojos lujuriosos de Chris. Me observaba como si fuera el postre más apetitoso del mundo.

Giré mi cuerpo para quedarme boca arriba. La mano de Chris no se apartó de su sitio, estando ahora encima de mi abdomen. Me acarició la piel de la misma manera que antes la espalda. Dentro de mí estaban creciendo unas inmensas ganas de sentir su cuerpo sobre el mío. Sin aguantar un segundo más, agarré el cuello de su sudadera y lo atraje hacia mí para besarle. Nuestros labios se movían en sintonía, era un baile que ambos habíamos memorizado. Chris pasó su lengua por mis labios y no pude evitar gemir. Sonrió un poco y adentró su lengua en mi boca. Sus besos se estaban convirtiendo en una droga de la que me estaba volviendo una adicta. Me pegué más a Chris mientras continuaba besándome y le empujé hacia atrás para tumbarlo. Me cogió del cuello para evitar que nos separáramos. Un fuego había aparecido dentro de mí y no tenía pensado apagarlo.

Chris me cogió de las caderas y me apretó contra su cuerpo. Pude sentirle a la perfección, lo cual me encendió aún más. Suspiré y provoqué que un gemido se escapara de sus labios. Me restregué contra él y me agarró las caderas más fuertemente. Me empujó a un lado y se colocó encima de mí. Descendió su boca por mi mandíbula, hasta mi cuello, dejando un rastro de húmedos besos. Empezó a succionarme la piel y no pude evitar gemir. Decidí meter mi mano debajo de su sudadera y sentir sus abdominales.

Sus manos subían y bajaban por mis caderas y para cuando liberó mi cuello, yo ya conocía al pie de la letra el camino que hacían los músculos abdominales de Chris. Sonrió, travieso, al ver que había dejado una marca en mí. Entonces sonreí yo también, porque él no se quedaría atrás. Volví a ponerme encima de él, tomando total control de la situación. Le volví a besar y descendí a su cuello lentamente sin separar mis labios de su piel. Soplé ligeramente en su cuello, provocando que se estremeciera y que sus pelos se erizaran. No esperé más y comencé a hacerle un chupetón yo también. Chris se revolvía debajo de mí, sobrepasado por el placer de sentir mis labios contra su piel. Sus manos, que antes estaban en mis caderas, no tardaron en empezar a subir. Le mordí el cuello y Chris gimió, apretandome aún más contra él. Sus manos subieron con rapidez a mi sujetador, sin embargo, unos toques en la puerta lo detuvieron.

—Chicos, ¿venís a ver una película con nosotros? —dijo Chad al otro lado de la puerta. ¡Qué oportuno! No podía hablar de lo agitada que tenía la respiración, por lo que miré a Chris indicándole que respondiese él.

—¡No gracias Chad! Nos vamos a quedar durmiendo un rato —respondió Chris entrecortadamente. A él también le costaba respirar. Sonreí.

—¡Vale, descansad! Supongo... —Rio Chad. El ruido de sus pasos fue minimizándose hasta que dejamos de oírlos. Chris me miró y suspiró.

—Menos mal que nos ha interrumpido, porque... —Sacudió la cabeza— No sé hasta dónde habría sido capaz de llegar. —Asentí todavía algo agitada. Se agachó y me dio un beso lento y profundo—. Al menos ya he podido observar el efecto que tengo sobre ti —susurró en mi oído juguetonamente.

—No hablemos de efectos, porque tus pantalones hablan solos —susurré de vuelta, y levanté una ceja. Chris rio y me besó la nariz antes de levantarse.

—Voy al baño, ahora vuelvo. —Se encerró en el baño y me dejé caer en la cama. ¿Hasta dónde habríamos llegado si Chad no nos hubiese interrumpido? 

Chris salió del baño con los pantalones desabrochados. Apagó la luz del baño y se tumbó a mi lado. Igual que la primera noche, Chris me agarró de la cintura y me pegó a él. Le abracé y enrrollé mi pierna a la suya. Comenzó a dibujar recorridos en mi espalda otra vez, y antes de darme cuenta, me quedé dormida. 


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¡Hola de nuevooooowowowooo!

¿Cómo estáis? ¿Disfrutando del nuevo y caótico año 2021? Yo acabo de terminar (espero) mis exámenes, esos que me llevaban amargando desde que empezaron las vacaciones de Navidad, y no puedo estar más agradecida a los Dioses, al Diablo y a cualquier criatura que me haya ayudado a afrontar estas dos horribles y estresantes semanas.

¡PERO BUENO! ¡La historia avanza! Para los que habíais apostado que era Abbie quien iba a ganar, enhorabuena, habéis acertado :)))))))))). Además, hemos tenido un pequeño momento... entre Chris y Abbie, y espero que os haya gustado jujujuju.

¡Quiero saber qué opináis de la historia! ¡Votad y comentad todo lo que se os pase por la cabeza! Yo estoy encantada de responder, además de que me hacéis el día ^^.

Besazos, y nos leemos la próxima semana,

Elsa <3

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