CAPÍTULO 32: «ME MENTISTE»

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Todos nos quedamos en silencio, mirando a Mason con nuestras mandíbulas por los suelos. ¿Mason y Mack se habían besado? ¿Cuándo? ¿Y por qué Mack nunca me lo había contado?

No entendía nada, y podía imaginarme lo confuso que debía estar Chad en ese momento.

—¿Mack y tú...? —No consiguió acabar la pregunta—. ¿Mack te ha besado? —preguntó como si le faltara el aire. La confesión de mi hermano le había golpeado como una bola de derribo, y ya no batallaba para liberarse de Chris. Estaba inmóvil, con la cara blanca como la nieve.

—Fue hace mucho tiempo. —Se limpió la sangre de su cara con su camiseta—. No te ha puesto los cuernos si es eso lo que te preocupa —dijo con odio.

—¿Cuándo...? —Intentó preguntar Chad, pero de nuevo, no consiguió acabar la frase.

—Hace unos años. Tú todavía no habías vuelto —le respondió Mason. Chad seguía quieto como una estatua, impactado con la nueva información—. Yo le gustaba, pero pasé de ella. Fui un imbécil... —Sacudió la cabeza—. Y luego llegaste tú. —Le miró con odio. 

¿A Mack le había gustado mi hermano hacía unos años? ¿Por qué nada de lo que Mason decía tenía sentido?

—¿Por qué Mack nunca me lo ha contado...? —susurró Chad y miró al suelo, confuso. Levantó la cabeza para mirarme a mí—. ¿Tú lo sabías? —Me miró entristecido. Cuatro pares de ojos se posaron en mí y me removí nerviosa.

—Sabía que Mason había besado a Mack antes de que se marchara, pero no lo otro —murmuré y vi dolor en los ojos de Chad—. ¡Mack me pidió que no dijera nada! ¡Quería contártelo ella! —Corrí a defenderme. Chad no me miraba.

—O sea que lo has sabido todo este tiempo... —Sacudió la cabeza todavía sin mirarme—. Te pregunté si le pasaba algo a Mack y me dijiste que no sabías. Me mentiste... —susurró dolido. Me acerqué a Chad, todavía con sangre cayendo de mi nariz y le miré a los ojos.

—Por favor, no te enfades conmigo. Quería ser ella quien te lo contase. Me lo pidió como amiga —le supliqué.

—¿Y yo no soy tu amigo? —preguntó dolido.

—¡Claro que sí! ¡Habría hecho lo mismo por ti! —exclamé exasperada—. Chad, he odiado no poder decírtelo. Y ojalá nunca me hubiese enterado antes que tú, pero no me tocaba a mí contártelo —le expliqué, intentando que comprendiera mi punto de vista. Chad no respondió. Se quedó mirándome unos segundos y apartó la mirada.

—Creo que me voy a ir a casa —susurró y salió disparado de casa.

—¡Chad, espera! —Salí corriendo detrás de él. No podía irse de esa forma. Teníamos que arreglarlo. Chad ya había recorrido todo mi jardín cuando le pude dar alcance—. Chad, por favor, quédate. Hablemos —le supliqué, pero él ni me miraba.

—No pases a recogerme mañana —dijo y pasó por mi lado. Me di la vuelta y le vi desaparecer por la línea del horizonte. 

Me quedé plantada en el sitio unos minutos. Aquello era justo lo que temía que fuera a pasar. Me acababa de explotar en la cara.

Entré arrastrando los pies a mi casa. Chris me esperaba en la puerta, y me recibió con los brazos abiertos. Enterré la cara en su cuello y lloré. No era justo que Chad se enfadara conmigo. No era justo que Mason hubiese sido tan egoísta hacía unos días al besar a Mack. Y tampoco era justo que Mack me hubiese estado mintiendo todos estos años. ¿Mason había sido la razón por la que Mack no había querido venir a mi casa durante tantos años? Ahora entendía por qué cada vez que mencionaba a Chad o cada vez que venía a mi casa, Mason se ponía insoportable. Estaba celoso de él. 

Todo era un caos en mi cabeza, y nada tenía sentido.

—Tranquila, seguro que se le pasa rápido. —Me intentó calmar Chris, pero sólo provocó que llorara más fuerte. 

Entré en el recibidor y vi a Kyle pasando un trapo por el suelo, limpiando la poca sangre que había salpicado. Mi hermano había desaparecido.

—Deja, ya lo limpio yo... —dije llorando, y me agaché al lado de Kyle para quitarle el trapo, pero él apartó la mano.

—No, tranquila. Puedo ocuparme de esto. Vete a descansar, ¿quieres? —Me sonrió y me dio un beso en la mejilla. Me puse de pie, y me acerqué a Chris otra vez.

—Puedes irte ya a casa. Siento todo esto... —me disculpé.

—Cariño, esto no es tu culpa. No te disculpes —me reprendió—. Y no deberías quedarte sola. No estás bien. —Me limpió una lágrima que se deslizaba por mi mejilla—. ¿Te duele? —me preguntó mirando mi nariz ensangrentada. Negué con la cabeza y me limpié la sangre seca.

—Yo me quedo con ella, Chris —se ofreció Kyle y le miré agradecida. Chris me miró no muy convencido.

—Vale —dijo finalmente—. Pero si necesitas algo, por favor, llámame —me pidió y yo asentí con la cabeza. Me besó la coronilla.

—¿Puedes pasar a buscarnos a Kyle y a mí mañana? —le pregunté. No tuve que explicarle por qué porque Chris me sonrió entristecido.

—Claro que sí, nena. Nos vemos mañana. —Me besó la comisura de los labios una última vez y se marchó. 

Subí las escaleras y me metí en mi cuarto. Tuve la tentación de ir a la habitación de Mason para cantarle las cuarenta, pero me contuve. Ya había oído demasiados gritos esa noche. Mi móvil comenzó a sonar. Me tensé al ver quién era. Mack. Probablemente me llamaba para decirme que había hablado con Chad, aunque yo eso ya lo sabía. Dejé el móvil de nuevo en mi mesita de noche y esperé a que dejase de sonar. No quería hablar con ella en ese momento. 

Me cambié y me puse la ropa para dormir, pero antes de poder meterme en la cama, la puerta de mi habitación se abrió y Kyle asomó la cabeza.

—Sé que le he dicho a Chris que me quedaría contigo, pero también estoy seguro de que quieres estar sola. Así que voy a dormir con la puerta de mi cuarto abierta, por si necesitas algo —me avisó con una pequeña sonrisa.

—Gracias. —Le sonreí agradecida y la cabeza de Kyle desapareció. 

Estuve repasando la escena del salón durante horas. Tantas cosas tenían sentido de repente... Era como si la última pieza del puzle por fin hubiese aparecido. Pero no habría tenido que ser tan complicado. Mi hermano podía haberme contado que le gustaba Mack. Mack podría haberme contado que le gustaba Mason, o al menos que en algún momento de su vida, había sentido cosas por mi hermano. ¿Pero por qué nunca me lo había dicho? ¿Es que acaso no confiaba en mí?

Esas y muchas otras preguntas me mantuvieron despierta casi toda la noche. Oí sonar la alarma de mi móvil, pero no me levanté de la cama. El panorama no era alentador. Brandon iba a intentar sacarme de quicio con sus juegos mentales, Chad no me hablaba, no quería ni ver a Mason y no sabía si estaba enfadada con mi mejor amiga. 

Sentía que me pesaba la cabeza. Me encerré en el baño, donde me limpié los restos de sangre seca de mi nariz, que estaba ligeramente hinchada. Me duché y comprobé que Chris me había hecho el día anterior un chupetón bastante llamativo y grande en mi cuello, justo encima de mi clavícula, y no me quedaba corrector. Resoplé y fui a mi habitación a buscar un jersey de cuello alto otra vez. Mi móvil sonó de nuevo, aunque esta vez no esperé a que dejara de sonar y colgué yo.

A diferencia del resto de mañanas, no me crucé con mi hermano al salir de mi habitación. Kyle ya había terminado de desayunar cuando bajé al recibidor.

—¿No desayunas? —me preguntó Kyle mientras se ponía la cazadora.

—No tengo hambre —dije y Kyle asintió con la cabeza—. Hoy nos lleva Chris. No te importa, ¿no?

—¿Y Chad? —preguntó confuso. Puse una mueca y entorné la mirada—. Perdona —se disculpó. Sacudí la cabeza y bajé los escalones del porche. 

Chris estaba apoyado en la puerta del copiloto, esperándome.

—Me dijo de no pasar a buscarle —dije con la voz apagada. Kyle asintió y no dijo nada más. Me acerqué a Chris y le abracé. Kyle se montó al coche directamente después de saludarle.

—Buenos días, Pinocho. —Me dijo y le dio un golpe con el dedo índice a mi todavía hinchada nariz. Sonreí ligeramente. Chris siempre conseguía sacarme una sonrisa.

—Hola, Gargamel. —Le di un beso en los labios y me abrió la puerta del copiloto para que me subiera. Después de rodear el coche y montarse, arrancó el motor y condujo hacia el instituto.

—¿Cómo estás? —preguntó Chris y me dio un apretón en el muslo.

—Cansada —admití. Estaba agotada física y mentalmente. Sentía que me iba a desmayar en cualquier momento—. Y me duele la cabeza a horrores.

—Toma, tengo Ibuprofeno aquí. —Kyle me ofreció un blíster de pastillas. Lo cogí y le sonreí agradecida.

—Gracias. —Kyle me sonrió de vuelta. 

De camino al instituto, Chris y Kyle hablaron del entrenador de Educación Física mientras yo trazaba dibujitos en el dorso de la mano de Chris.

Cuando Chris aparcó en el parking del instituto, mi teléfono volvió a sonar, y adivinando quién podía ser, lo apagué. Chris me observó, pero no dijo nada.

—Voy a ir a buscar a Max. Nos vemos luego —nos avisó Kyle y desapareció entre la gente. Hacía días que no veía a Max, lo cual era raro, porque siempre estaba pegado a Kyle. 

Chris y yo caminamos de la mano a nuestras taquillas. Sin embargo a unos pocos metros antes de llegar, Chris se detuvo.

—¿Qué pasa?

—¿Qué hace ese ahí? —preguntó con odio. Seguí su mirada y tragué cuando vi lo que miraba. Era Brandon, estaba apoyado en su taquilla, y charlaba con dos chicos del equipo de baloncesto.

—Ah... Es su taquilla ahora —dije con cautela. Chris ni me miró, sólo tenía ojos para fulminar a Brandon. Parecía furioso—. Estoy bien —dije, asumiendo que se enfadaba con él por mí. Me acerqué a él, y con el fin de distraerlo, le agarré el cuello y le di un beso en los labios. Nuestras lenguas danzaron hasta que me separé de él para coger aire—. ¿Mejor? —Sonreí. Parecía irónico que fuese yo quien le estuviese calmando y no al revés.

—Mejor. —Sonrió, aunque no le llegó a los ojos. Le volví a coger de la mano y me acerqué a mi taquilla. Brandon nos observaba a los dos, y no supe adivinar si estaba divertido o molesto.

—Buenos días, Abbie. —Me sonrió y un escalofrío me recorrió la columna vertebral. Le ignoré, abrí mi taquilla y saqué los libros de Matemáticas. Chris estaba detrás de mí y me rodeaba protectoramente la cintura—. Veo que has encontrado a tu Romeo. —Miró a Chris, aunque no supe interpretar su mirada. Cerré la taquilla y miré a Brandon—. Creo que no nos han presentado. Soy Brandon. —Le sonrió cínicamente y le tendió la mano. Su forma de actuar era realmente espeluznante, y se alejaba enormemente del Brandon con el que una vez salí. Al ver que Chris no iba a aceptar su saludo, dejó caer la mano, aunque su sonrisa se mantuvo intacta—. Tengo entendido que sales con Abbie. Qué afortunado eres, ¿verdad que sí? —Podía sentir la fuerte respiración de Chris chocar contra mi pelo. Me alegraba que estuviese detrás de mí, así yo podía actuar de barrera por si se le ocurría hacer alguna tontería.

—Cierra el pico —le advirtió Chris con la voz tensa. Le apreté la mano, intentando decirle que se calmara.

—¿Y cómo os conocisteis? —Le ignoró y me miró. Sabía que Brandon sólo intentaba provocarme, pero no pensaba seguirle el juego.

—No es asunto tuyo —le respondí cortante. Chris estaba demasiado furioso como para acordarse de coger los libros de Matemáticas, así que metí la mano en su bolsillo del pantalón y saqué las llaves para abrir su taquilla. Brandon siguió con la mirada todos mis movimientos y su mirada se oscureció. Agarré de la mano a Chris, quien no apartaba los ojos de Brandon, y pasé por delante de él. Abrí su taquilla y saqué sus libros.

—Cuéntame, Chris. ¿Es Chris, verdad? —Se hizo el desentendido—. Debe ser duro empezar en un nuevo instituto el último año. ¿Por qué te echaron de tu anterior instituto? —le provocó. Me sorprendió que Brandon supiera que le habían echado de su antiguo instituto, pero también que fuera la segunda vez esa semana que alguien sacaba ese tema a colación. ¿Tenía tanta importancia?

Chris apretó la mandíbula y dio un paso hacia Brandon.

—Eres un pedazo de mierda... —Empezó a insultar a Brandon. Cerré la taquilla con un golpe seco y me puse delante de Chris antes de que pudiera avanzar un paso más.

—Vámonos, tenemos clase —le susurré. Chris seguía sin mirarme a mí. Estaba muy ocupado fulminando a Brandon con la mirada—. Chris. —Le volví a llamar y por fin me miró—. Vámonos —insistí. Él respiró hondo y asintió. Me giré y miré a Brandon, que nos observaba serio, pero rápidamente cambió su expresión y nos sonrió. Comencé a alejarme de él y tiré de Chris para que viniese conmigo.

—¡Nos vemos luego, pareja! —nos gritó cuando ya nos habíamos alejado. Apreté la mano de Chris y seguí caminando. Al menos no había acabado en tragedia. Sin decir nada, Chris me quitó sus libros de Matemáticas y los míos también. Le sonreí agradecida, aunque mi sonrisa se desvaneció al ver a Chad caminar por el pasillo. Su mirada se cruzó con la mía. Tenía una mancha morada en su pómulo y la nariz roja y algo hinchada. Rápidamente apartó la mirada y subió las escaleras que daban al segundo piso. Resoplé resignada y caminamos hacia la clase del señor Bigotes.

(...)

No volvimos a cruzarnos con Brandon en todo el día.

Salí de mi última clase y me agarré la cabeza. El dolor había empeorado a lo largo de la mañana y se estaba haciendo insoportable. Entonces, me acordé de las pastillas que me había dado Kyle. Suspiré aliviada y caminé hacia los baños. Una vez dentro, dejé mis libros sobre un lavabo y me tomé la pastilla. Me mojé la cara para refrescarme, y cuando volví erguirme, me sobresalté al ver una figura detrás de mí a través del espejo.

—¿Necesitas algo? —Me giré mientras me secaba las manos con papel. Miré a Britanny de arriba abajo y no pude evitar arrugar la nariz. Llevaba unos horrorosos pantalones negros con estampado animal y un top de encaje del mismo color. Estábamos en enero, ¿cómo podía no tener frío?

—Vengo a advertirte que te alejes de Brandon, so zorra —dijo con un fallido intento amenazador.

—A lo mejor deberías decirle a él que se aleje de mí. —Reí divertida. El hecho de que Britanny siguiera pensando que estaba interesada en él me mataba de la risa.

—Eres tú quien revolotea a su alrededor —me acusó.

—¿Eso te ha dicho él? —Me apoyé en el lavabo y la miré divertida. Al parecer las cosas entre Britanny y Brandon no habían cambiado nada.

—¿Qué quieres decir? —Entrecerró los ojos.

—¿Sigue mintiéndote para no herir tus sentimientos? —le pregunté con una sonrisa torcida en la cara. Britanny cerró las manos en puños.

—Brandon nunca me ha mentido —dijo con los dientes apretados, y yo puse los ojos en blanco. Hablar con Britanny no tenía caso. No escuchaba a nadie que no fuera a Brandon.

—Si así vives más feliz, mejor para ti. —Me giré, cogí mis libros y me acerqué a la puerta—. No tengo tiempo ni ganas para tener esta conversación —dije y salí del baño. El instituto estaba casi vacío. Las clases habían acabado, y le había mandado un mensaje a Chris avisándole de que iría a buscarle al coche directamente. 

Britanny se colocó delante de mí, impidiéndome seguir avanzando.

—O te alejas de Brandon, o... —La corté.

—¿O qué? —Me reí—. ¿Vas a pegarme? —me burlé de ella—. ¿Y qué pensaría Brandon de ti, cuando se enterase de que le has puesto la mano encima a la chica de la que está enamorado? —Di un paso hacia ella, y observé cómo Britanny cada vez hacía más y más esfuerzo por contenerse—. ¿Cuál sería tu respuesta cuando te preguntase por qué lo has hecho? —Otro paso. Britanny volvió a cerrar las manos en puños, pero no dijo nada—. ¿Quieres que responda yo por ti? —pregunté con una sonrisa de superioridad y pegué mi cara a la suya—. Sigues celosa de que me escogiera a mí antes que a ti, y tienes miedo de que eso vuelva a... —No me dejó acabar, porque me agarró del pelo y tiró de mi cabeza hacia atrás.

—¡CIERRA LA BOCA, PUTA! —chilló y me dio una bofetada. Dejé caer los libros, y sin ver demasiado lo que hacía, alargué el brazo y le arañé la cara.

—¡QUÍTAME LAS MANOS DE ENCIMA! —grité, y con la palma de mi mano, golpeé su nariz con un golpe seco, provocando que echara la cabeza hacia atrás y se alejara de mí. Se agarró la nariz y me miró furiosa.

—¡Estoy sangrando! —gruñó y se lanzó de nuevo sobre mí. Mi cuerpo retrocedió con el suyo y mi espalda chocó contra unas taquillas. Levantó la mano para volver a golpearme pero fui más rápida. Cogí su cabeza con mi mano y se la estampé contra las taquillas. Aproveché su estado de confusión y le puse la zancadilla, provocando que su cuerpo cayera al suelo. La rabia me había consumido, y lo único que quería era golpearla hasta que no me quedasen fuerzas. Me puse encima de ella y le di una bofetada, y después otra. Britanny gritaba histérica, aunque no entendía nada de lo que decía. Levantó las manos y me arañó la cara, pero al ver que no conseguía que me quitase de encima de ella, me golpeó una teta con fuerza. Pegué un alarido y me la agarré. La miré con furia, y preparada para propinarle otra bofetada, unos brazos me rodearon y me levantaron de encima de ella.

—¡SUÉLTAME! —chillé fuera de mí misma y me revolví en los brazos que pensaba que eran los de Chris—. ¡LLEVO MESES MORDIÉNDOME LA LENGUA! ¡DÉJAME QUE LA DÉ LO QUE SE MERECE! —Intenté soltarme para volver a lanzarme sobre ella—. ¡ESTÁS ENFERMA! —aullé con todas mis fuerzas. Mi pecho subía y bajaba rápidamente y tenía la respiración acelerada. Brittany seguía en el suelo, y se limpiaba el hilillo de sangre que le salía de la nariz.

—No te puedes imaginar lo mucho que me pone verte así —me susurró una voz que no era la de Chris al oído y yo dejé de removerme instantáneamente. Miré hacia abajo y comprobé que efectivamente, eran los brazos de Brandon los que me sostenían, y no los de Chris. Entonces empecé a agitarme de nuevo para que me soltara, pero no me dejó y apretó más el agarre.

—¿¡Qué coño haces!? —Intenté darle patadas, pero no me soltó—. ¡SUÉLTAME YA! —chillé. Quería que se alejara de mí lo más posible, pero no me lo estaba poniendo fácil. Miré a mi alrededor en busca de alguien que me ayudara, pero los pasillos estaban vacíos. Britanny seguía en el suelo, y nos miraba a los dos furiosa. Comencé a llorar. Necesitaba que Brandon me liberara en ese mismo instante. El pasillo me daba vueltas, y estaba comenzando a no sentir las extremidades—. Por favor, suéltame —lloriqueé. Sentía un agobio asfixiante, como si alguien estuviera comprimiendo mi pecho, no dejando espacio para que mis pulmones pudieran llenarse de aire. 

De repente, Brandon me soltó y mi cuerpo cayó al suelo.

—¡APÁRTATE DE ELLA! —Oí que rugió Chris a mi lado. Me agarré el pecho y miré en su dirección. Chris estaba sobre Brandon y le daba un puñetazo tras otro. Intenté concentrarme en respirar hondo, pero no podía. Mis pulmones habían decidido que no querían colaborar conmigo.

—¿¡TE JODE QUE ME ACERQUE A ELLA, EH!? —se burló Brandon, a pesar de que probablemente Chris le estaba haciendo una cara nueva—. ¡PUES HACE NO MUCHO LA TENÍA DEBAJO DE MÍ SUPLICÁNDOME QUE LA TOCARA! —gritó entre risas. Chris gruñó y empezó a golpearlo más fuerte. 

Sin previo aviso, el cuerpo de Britanny se abalanzó sobre el mío, y mi cabeza golpeó el suelo. Britanny se colocó encima de mí y rodeó mi cuello con sus manos.

—¡TE ODIO! —Golpeó mi cabeza contra el suelo otra vez. Intenté apartarla, pero no veía casi nada, me faltaba el aire y no sentía los brazos. Aumentó la presión de su agarre, y poco a poco, empecé a sentir cómo se me cerraban los ojos y dejaba de sentir todo mi cuerpo. 

Intenté apartarla con las manos, pero no podía. No podía. Lo intenté de nuevo. No podía. No podía. No podía. Empecé a ver puntos negros. Cada vez más. Mis manos rodearon las suyas. No podía. Abrí los ojos. Esa loca me iba a ahogar.

Antes de llegar a desmayarme, sentí cómo el peso del cuerpo de Britanny desaparecía. Sus manos se despegaron de mi cuello, dejándome respirar.

—¿¡ES QUE ACASO QUIERES MATARLA!? —Oí que gritó Chad. Me agarré el cuello e intenté respirar, pero el aire seguía sin entrar por mis pulmones—. ¡Abbie! —Me agarró de los hombros y me obligaron a sentarme. Las lágrimas seguían cayendo por mis mejillas y no conseguía dejar de llorar—. ¡Abbie, mírame! —Me sacudió y yo intenté apartarle. Necesitaba que me dejara.

—¿Abbie? —Oí que preguntó Chris y miré en su dirección. Se giró hacia mí y en cuanto me vio, se levantó de encima del cuerpo casi inerte de Brandon—. ¡Abbie! —gritó y se acercó a mí corriendo. Me intentó agarrar las mejillas, pero me aparté y cerré los ojos. Si intentaba contar hasta diez, a lo mejor me calmaba—. Está teniendo un ataque de pánico —dijo atropelladamente mientras yo contaba una y otra vez hasta diez. Me dejé caer en el suelo otra vez y me agarré el pecho, como si de esa forma fuese a calmar los latidos de mi corazón.

—Hay que sacarla de aquí. Parece que está a punto de desmayarse —dijo Chad ansioso. Chris me ayudó a levantarme. Me rodeó la cintura y al ver que no conseguía concentrarme en caminar, me cogió en volandas. Seguía llorando sin control y no conseguía coger todo el aire que necesitaba, pero al menos ya no veía puntos negros. 

Chris comenzó a alejarse por el pasillo, escoltado por Chad. Pasamos por delante de Britanny y Brandon, quien se había incorporado y se limpiaba la sangre que le salía de toda la cara mientras que Britanny lloraba a su lado.

—¡Se te ha acabado el tiempo, Chris! —gritó Brandon a nuestras espaldas. 

Estaba demasiado desorientada como para pensar en qué había querido decir con eso.


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Ay Dios Santo, han pasado tantas cosas en este capítulo que creo que me va a dar un ataque.

¿Cómo estáis, babes? El curso escolar se está acabando y no queda nada para veranooooo. Voy a morir durante la semana de exámenes, pero siempre hay que mirar el lado bueno de las cosas: VERANO, VERANO, VERANO.

Respecto a la novela... ¿¡QUÉ OS HA PARECIDO LO MÁS FUERTE DE ESTE CAPÍTULO? Porque si yo tuviese que escoger, sería... ¿Que a Mack le gustaba Mason, y le besó hace unos años? ¿O tal vez el motivo por el que Britanny odia tanto a Abbie? ¿¡Y QUÉ PENSAIS DE BRITANNY VOLVIÉNDOSE LOKA Y ATACANDO A ABBIE!? OSEA WHAT.

Os agradezco mucho a los que votáis y comentáis, me hacéis sonreír mucho :)

Como siempre, os animo a votar, comentar y compartir con los amigos y la familia, porque ya sabéis lo que dicen: "compartir es vivir".

Muchos besazos, y preparaos para las próximas semanas,

Elsa <3

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