(In)suficiente

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Advertencia: historia heterosexual; respeto a los personajes y al shipp impopular; songfic; estilo directo libre; drama; relación complicada (o tóxica, si prefieres); +18 (smut).


«El prefijo más jodido de esta historia hace que mi amor sea negativo para el tuyo. Nos vuelve, deja que arroje mi veneno: insuficientes, incompatibles, incapaces, inmorales, inadecuados, pero, también, inseparables.»


La tibieza que dejaron sus cuerpos sobre la cama se vuelve paulatinamente en un abrigo fantasma. Tiembla de rabia y de pena, pero se envuelve en las sábanas para retener el halo de perfume que han dejado la pasión y la siesta de esa tarde. 

Otra vez, promesas rotas.

Habían prometido no volver a hacerlo, que ya no, que ya basta, que de esto no ganamos más que guerra donde debimos hacer el amor. Pero ninguno sabía las reglas básicas para no destruirse. La primera: no mientas. Olvídate de eso: miénteme tan bien que cuando escuche la verdad me dé jaqueca. 

Los cuentos hablan de quererse, pero nunca muestran qué tan fácil es odiarse. Pero debían haberlo sabido, ¿no aprendieron la lección de Ariel y su canto? Oh, claro. De eso van los cuentos, ¿no? De amar al otro por sobre sí mismos, a toda costa, hasta que dejes de reconocerte en el espejo y solo sepas rezar su nombre para salvarte. Tan siquiera fuera este salvador o heroína, sin embargo, en esa cama compartieron almohada dos villanos.

Acurruca los helados pies buscando el rastro de calor de Seokjin, pero apenas puede dar cuenta de su estado desolado cuando él vuelve. Y es silencio de anuncio trágico lo que trae consigo. Hay en sus ojos un brillo ebrio, y no se acerca, pero el cigarro que trae colgado en los labios viaja en ondas de humo seco hasta la cama y la ahoga. 

Seokjin tiene el torso descubierto y el sol, que se mete sin ser invitado, por entre la cortina lo apuñala en el pecho. JiEun ve las marcas de sus dientes sobre la piel. No son pintas de amor, sino de reclamo. Quiereme, quiereme, quiereme. No es un ruego, es una puta condena, una maldición ¡quiereme!

—Vete —dice, no obstante, Seokjin, y frunce los labios sobre el cigarro.

La llama del cigarrillo arde vivo como el sonrojo en el rostro de ella; era tiempo de marchar, pero, ¿por qué las prisas? Diríase autodefensa, Seokjin, ves el peligro y te quedas quieto, indefenso, aguardando que se aleje. Si eso no funciona, pues, repítelo: vete. ¡vete!

—¿Qué hora es?

—Temprano —suelta Seokjin mientras se sienta en la punta de la cama. A prudente distancia. Recoge las piernas y las abraza, posa el mentón en su rodilla y la observa—. Te lo diré otra vez, vete y no vuelvas.

No hay emoción en su voz, pero sus ojos expían el pecado en castañas pupilas. Es de sus mentiras favoritas, ya casi domina la farsa de no querer volverla a ver. Infortunadamente, hay siempre un gesto que delata que está faltando a la verdad. Se escapa la sinceridad desde su ojo derecho, donde un músculo debajo del ojo se levanta como un guiño inverso. Otras veces es un rictus ligero en el costado izquierdo de la boca; se contraen sus labios tal vez buscando recuperar las palabras que liberó, pero es tarde. Las ha dicho. Es tarde para retractarse, y es temprano por lo que repite que ha de marcharse. Vete. Vete. Quiereme. No, vete. Quiereme más. 

—Antes, recuéstate conmigo —pide con una sonrisa enorme JiEun,  quien de actuación aprendió tanto como le enseño él; y es tiempo de Seokjin de sentirse vulnerable, despojado de todo, incluso si es quien está vestido mientras ella sigue completamente desnuda.

Vete. Quiereme.

Obedece. No hay manera que se resista a sentirla verano sobre el otoño que lo asaltó cuando salió de la cama por su cigarrillo. Otro vicio. Otro de tantos. Además, ya le ha informado que debe irse, ¿por qué no la conmiseración de un abrazo?

Seokjin gatea por el colchón hasta la mesa de noche junto a la cama. Apaga el cigarro contra un portaretrato que ha caído —o lo tiraron, no está seguro— rato antes.  Ve la ceniza oscura manchar la felicidad plasmada en el recuerdo de papel y vuelve a ver a JiEun; piensa, ¿dónde se fue aquella alegría? Y no indaga demasiado, porque no sabe si está listo para las respuestas.

Los pechos de ella se aplastan sobre su pecho plano y es tan agradable el contacto que suspira y entierra el rostro entre la melena azul. Quiereme. Quiereme. 

Con delicadeza, podría ser incluso temor, la rodea y la sujeta hasta que parece que existe posibilidad alguna de que si la suelta ella haga caso a su pedido y se vaya.

JiEun eleva las piernas y lo atrapa entre ellas, luego se deja caer de espaldas para que Seokjin sea techo de un hogar que no admite hospedaje permanente. Y es comodidad, complicidad, y es incorrecto insistir, mas nada los detiene a sonreírse en silencio.

Seokjin lamenta por el pantalón, pero aun así su cuerpo reacciona con la memoria placentera de momentos atrás y embiste. No es gentil, y no se lamenta cuando percibe que ella busca el hueco en su cuello para esconder el gozo de la presión. Las huesudas rodillas se le clavan en los costados y Seokjin se pierde. No aguanta la tentación y se baja el pantalón apenas lo suficiente para liberar la erección que se alzó apenas volvió a la cama. 

Es una bienvenida húmeda y ardiente, y es un paseo hasta el fondo; Seokjin tiene el mentón clavado en el hombro de JiEun, los dientes apretados tal cual si sintiera rabia de tanto placer. JiEun ha dejado la impresión rojiza de sus uñas en las nalgas de Seokjin, pero ha sido gentil y no ha herido la piel. Palpita, ella y él, donde se unen como amantes aunque se odien por hobby. Sin mendigar besos, JiEun lo incita a que se mueva; él está respirando con dificultad por una angustiosa sensación de pérdida incluso si no hay distancia entre los dos. 

Es rápido, contrario a la vez anterior donde Seokjin se dedicó a mostrarle que la ama con todo de sí. Y JiEun entiende el mensaje y regala otra sonrisa, temblorosa, mientras con sus manos viaja por la espalda de él, va al frente, le pellizca los pezones, sigue por el largo cuello y se enredan en el cabello. Seokjin solo se sostiene, ambas manos a los costados de JiEun, porque si se da licencia de tocarla también, no querrá dejar sitio sin explorar. Y no hay tiempo. Debe irse. Vete. Haz las maletas, ¿hay sitio en ellas para mí?

Seokjin se recrea con la vista de los pechos que siguen el compás que marcan sus caderas cuando se hace sitio dentro. Reconoce como una labor extraordinaria no desarmarse pronto cuando es ella misma quien les da atención a los desatendidos pechos, con una mano los recoge y los acaricia del modo en que imagina Seokjin que haría si se lo permitiera; y él casi pierde la batalla de no correrse antes de tiempo, antes de que los dos estén al punto de no retorno, cuando con una marcha sensual una de las delgadas manos viaja hasta el sur, y lo tocan, lo rodean en su baile de ir y venir. JiEun arquea la espalda cuando juega consigo misma, con ese punto sensible al que Seokjin aprecia en sus exploraciones y que no termina de entender cómo funciona. Y es una visión de ensueño, tanto, que Seokjin parpadea velozmente para aclarar sus ojos y no perder detalle. Sudor se desliza por su sien y se limpia con un movimiento de su brazo, y a duras penas conserva el equilibrio.

—Dentro —dice ella de pronto.

Seokjin tarda unos segundos en entender lo que desea. Cuando lo hace, se sacude como si le hubiesen inyectado adrenalina caliente en las venas, o como si le hiciera efecto el LSD y le diera un subidón. Pero este viaje es turbulento, porque hay una bruma lujuriosa que rodea la evidente despedida. 

Arremete con entusiasmo, con ímpetu de venganza y cuando ella lo envuelve y oprime en su interior, no ve caso en negarse al final por lo que se empuja una última vez. El orgasmo arrasa, va destruyendo todo a su paso, hasta que se libera y lo deja sin aliento. Leves estertores repercuten en su cuerpo mientras se vacía y por poco echa el alma en el jadeo erótico que emitió. Aturdido, no oyó cuando ella conjura su nombre en la culminación. 

Entonces, Seokjin cae, se desploma del vuelo y aterriza en el abrazo de JiEun. Están agotados, es temprano aún porque el sol sigue espiando alto desde la ventana y hay espasmos y cosquillas cuando todavía son incapaces de soltarse. Pero es tiempo de que ella se vaya. 

Y Seokjin se resigna a ello. Lo hace, es lo suyo. Como es suyo el amor, y como es suya la verdad de que no basta para que ella se quede. 

Y Jieun respira la tristeza, tragando la suya propia. Porque este amor es suyo, y es suya la verdad de que no basta para que él quiera detenerla antes de partir.






Nota:

Es domingo (¡espanto de día!) y debo grabar un examen, pero dije "ah, vamos con un Jiniu" jaja

Lo hice del tirón, y con lo que sea que me causa la canción que titula esta historia. Así que, si hay errores, pues, los veré luego.

Por cierto, escuchen la canción. Es hermosa.

Maldito wattpad que no me deja publicar tranqui, ¡jebus!

En fin, a quien llegó hasta aquí:

¡Gracias por leer!

Bye :)

Nota211121: Edito para poner el banner y la portada ¿y qué día es? ¡Domingo, espanto de día!

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