Capitulo 13

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Al día siguiente, James se despertó muy temprano, se arregló, alimentó a Harry y también lo arreglo. Espero impaciente a que Dumbledore volviera y le informaran que irían con Artemisa, pero por más que pasaban las horas, el no llegaba. James estaba muy preocupado, tanto por la salud de Artemisa como por lo que Sirius le había dicho anoche:

—Cornamente.—llamó Sirius ingresando a la habitación de los Potter.

—¿Qué pasa, Canuto?—pregunto James al verlo preocupado.

—Yo...debo decirte algo.—confesó nervioso.

James dejó a Harry dormido sobre la cama y miro a Sirius con seriedad. Se sentó al filo de la cama y palmeo el lugar a su lado para que se sentara, pero Sirius negó.

—Se trata de Artemisa.—dijo Sirius.

—¿Qué ocurre con ella?—pregunto frunciendo el ceño.

—Ella...bueno, —se aclaro la garganta.— no se sinceramente que clase de relación tenga con el tal Apolo pero...los vi anoche, estaban bailando muy juntitos bajo la lluvia y el...el le dijo que siempre la amaría y ella...dijo que también.

El sentimiento que golpeo a James era mil veces peor que el que sintió cuando Lily rechazo a Harry o cuando los abandonó, no, James nunca había sentido tantas ganas de llorar y gritar como en ese preciso instante. Tenía los puños y la mandíbula apretada, aguantando el picor en sus ojos que amenazaban con empezar a llorar.

—¿Son pareja?—se atrevió a preguntar.

—No.—respondió Sirius rapidamente.—Bueno...la verdad es que no lo se.—hizo una mueca.— Ella lo trata igual que a nosotros, pero al parecer se conocen desde hace mucho y...no se, tienen una química especial, como si fueran uno solo.

James asintió con un nudo en la garganta y se paso una mano por el rostro.

—Mientras no sean pareja, yo no pienso rendirme.—dijo James con firmeza.—Gracias por decirme, Canuto.

Sacudió su cabeza, intentando alejar aquellos pensamientos de su cabeza. No valía la pena mortificarse sobre el tema del misterioso y desconocido Apolo para con Artemisa. Lo unico que ahora le importaba era ir con ella y ver que estuviera bien.

Suspiro pesadamente al pensar en lo mucho que le atraía Artemisa. Nunca había sentido nada así por nadie, ni siquiera por Lily...y eso lo ponía bastante nervioso. Artemisa aún era muy joven, tenía solo diecisiete años y el nada más era un divorciado de casi veintidós años.

Cerca del mediodía, Albus Dumbledore se apareció frente a ellos y todos corrieron a verlo. James inmediatamente dio un paso al frente y hablo:

—Dumbledore, ¿puedo...?

—Si, James.—lo interrumpió Dumbledore.— A eso vengo, voy a reubicarlos a todos. No es seguro que estemos todos juntos y mucho menos en esta casa que no tiene tantas protecciones. Tomen mi brazo, los apareceré donde Artemisa y de ahí nos reubicaremos.

Todos tomaron sus cosas y se sujetaron al brazo de Dumbledore, un segundo despues se aparecieron en una sala donde un joven de cabellos rubios y sin camiseta dormía sobre el sofá. En cuanto el sonido de la aparición llegó a sus oídos, el joven se levanto abruptamente apuntándolos con la varita.

—Ah, eres tú, Albus.—saludó tallándose los ojos.—Hola, Aria.

—Hola, Apolo.—saludó Aria con una sonrisa. Los merodeadores la miraron, sorprendidos de que ella lo conociera.

—Buenas tardes, ya es mediodía, Apolo.—saludó Dumbledore con una sonrisa divertida.

En cuanto Apolo dejó de tallarse los ojos, su mirada recayó en Lily y Marlene, quienes lo miraban impactadas y palidas. Apolo, quien parecía no notar la mirada desesperada de ambas mujeres, sonrió con coquetería y exclamo alegremente:

—¡Ah, no esperaba volver a verlas! ¡Bonito trío el que hicimos anoche! ¡Hola Lily, hola Marlene!

(...)

Artemisa pocas veces se encontraba tan relajada como en ese momento. Se encontraba en la tina del cuarto de Apolo, llena de esencias y burbujas, tomando un merecido y delicioso baño. Si había algo que ella amara, era eso. Las tinas de baño y ducharse en ellas. 

Hizo la cabeza hacia atrás, hundiéndose un poco más en la ducha y disfrutando de la paz y tranquilidad que le brindaba el momento.

Hasta que de repente escucho el sonido de algo caer y romperse, gritos en la parte de abajo y lo que suponía debía ser el sonido de algunos hechizos. Suspiro pesadamente y se hundió un poco más. No quería bajar a ver, pero quizá era de vida o muerte. 

Con rapidez se amarro una toalla al cuerpo y tomando su varita, bajo descalza hasta el segundo piso donde se encontró con una escena extraña: Apolo contra la pared con Sirius pegado a su cuerpo, apuntándole con la varita. Sirius lucía furioso y Remus y James, respaldando a su amigo, también apuntaban a Apolo. Los pedazos de vidrio de lo que parecía haber sido un jarrón estaban tirados en el suelo. Más atras, Marlene sollozaba tapandose el rostro, Lily lucía sumamente sonrojada y Aria y Dumbledore cargaban a los bebés. 

—¡Expelliarmus!—lanzó Artemisa, 

Arrebatándole las varitas a los tres chicos, Artemisa se colocó frente a Apolo de manera protectora y levanto su varita en alto, apuntando a Sirius y mirándolo con el ceño fruncido.

—¿Qué crees que haces?—pregunto molesta.

—¡Dame mi varita! ¡Este hijo de puta se acostó con Evans y mi esposa!—grito Sirius.

Giro tan rápido la cabeza, que Artemisa pensó que podía habérsela arrancado. Miró furiosa a Apolo, quien le sonrió avergonzado.

—En mi defensa, ellas me dijeron que eran solteras.—se excusó levantando ambas manos en son de paz.

—¡Voy a matarte!—grito Sirius intentando lanzarse contra el.

—¡Hey!—Artemisa lo empujo de vuelta.— ¡El no tiene la culpa de que tu esposa te haya engañado! ¡Quien tiene la responsabilidad de respetarte es ella, no el! ¡Y en todo caso, Apolo no sabía que ella era tu esposa!

—¡¿Porqué lo defiendes?!

—¡Porque se me hincharon los putos ovarios!

Sirius, en un arranque de furia, intento apartar a Artemisa, quien lo volvió a empujar. Rapidamente James y Remus sujetaron a Sirius y Apolo, por su parte, sujeto a Artemisa tomándola de la cintura. James lo miró con furia y se acercó amenazante.

—Suéltala.—ordenó con frialdad.

Artemisa notó que en verdad estaba enojado, por lo que ella misma se deshizo del agarre de Apolo en su cintura y trato de mirar a James, quien miraba retadoramente a un divertido Apolo escondido detrás ella.

—Ya es suficiente.—dijo Dumbledore.—No hay tiempo para esto. James, toma a Harry, ustedes serán los primeros en irse, Artemisa irá con ustedes. Ya estan las cosas de los tres ahí. —informó Dumbledore extendiendo un trasladador.

Apolo y Artemisa se voltearon a ver y se dieron un cortó abrazo. Apolo besó su frente y ella se acercó hasta James, quien no parecía tener intención de dejar de matar con la mirada a Apolo.

—Iré a verlos en una semana, hasta pronto.—se despidió Dumbledore.

Se aparecieron a las afueras de una bella casa de dos pisos. Estaban ocultos en un gran y frondoso bosque. Artemisa rapidamente corrió a esconderse en la casa, pues aunque traía encima su collar, no quería exponerse al sol y menos estando en toalla. James entró detrás de ella, cargando a Harry, quien dormía recargado en su hombro.

Ninguno de los dos dijo nada, James subió las escaleras y entro al cuarto que tenía una cuna, dispuesto a dormir a Harry. Artemisa, por otra parte, puso unos cuantos hechizos protectores extra y cuando iba a subir a ponerse algo de ropa, James bajaba las escaleras.

La tomó del brazo y sin jalonearla la llevó hasta la cocina. La acorralo contra la mesa, poniendo sus fuertes manos en el filo de la mesa, mirándola con el ceño fruncido. Artemisa estaba segura de que iba a cuestionarle quien era Apolo, pero fue todo lo contrario.

—¿Estas bien?—pregunto con el ceño fruncido.—Los chicos me dijeron que estabas herida.

—Ah...si, ya estoy bien.—respondió Artemisa, evitando decir que había sido Apolo quien la curo.

—Bien. Ahora...—se acercó a su rostro.—¿Quién es ese tal Apolo?—pregunto tensando los músculos.

—Eso es asunto mío.—respondió con el ceño fruncido.

—¿Es tú novio? ¿Por eso llevan sobrenombres a juego? ¿Por eso te dice que te ama y tu le correspondes?—pregunto James con rabia, intentando contenerse.

—No es nada de eso...—dijo Artemisa, esta vez sonrojada, desviando la mirada y con un tonó de voz mas bajo.

—Artemisa.—llamó James.

Artemisa volteó a verlo y James junto sus labios en un beso ardiente y necesitado. Ella no quería ceder, no lo sentía correcto pero al final termino aceptando sus labios y pronto se vio tomándolo de la nuca.

—James..—gimió al sentir los labios del hombre besando su cuello.

James agarro el nudo de la toalla y se la quito, dejándola sobre la mesa. Acostó a Artemisa en la mesa y se tomó un momento para admirar el precioso cuerpo de la joven, quien lo veía sonrojada, mordiendo su labio inferior. Volvió a besarla y fue descendiendo sus besos hasta su monte venus, donde se detuvo y la miro con un brillo en los ojos.

—Eres una niña bonita, Arte. Mi niña bonita.

Un fuerte gemido brotó de los labios de Artemisa en cuanto James comenzó a atender su intimidad. Ella nunca había sentido algo igual y no pudo evitar que sus piernas se tensaran y que sus manos se enredaran en el cabello de James, apretándolo más contra ella.

—¡James!

Pronto fue evidente para James que Artemisa jamás había tenido una experiencia previa, al sentir como se tensaba cada vez más y el como temblaba ante la sensación. Con cuidado ingreso acarició su botón de placer con la lengua, causando que Artemisa arqueará la espalda y soltara otro alto gemido.

—¡James! ¡No se que...!

—Córrete.—ordenó y sin que ella supiera realmente que significaba, se vino en un potente y primerizo orgasmo.

Bebió su orgasmo y se levanto frente a ella, observando como respiraba cansada y su cuerpo aún temblaba. Un llantó desde el segundo piso los alerto.

—¡Papi! ¡Papi!—lloraba Harry.

James se quito su camisa, tomó a Artemisa de la cintura y le colocó encima su camisa. La cargo, haciéndola enredar sus piernas en su cintura.

—Te llevare a la cama, mi niña bonita. Mientras revisaré a Harry. Descansa.

Y Artemisa casi juro que podría volver a venirse con aquel mote cariñoso que James le había puesto.







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