Capitulo 5

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Artemisa abrió los ojos sobresaltada en cuanto su pulsera de plata vibro con intensidad. Rapidamente se levanto de la cama de un salto y agradeció internamente el no haberse cambiado ni quitado las botas. Activo el cristal de su pulsera, que soltó una luz blanca y la guio hasta la entrada, donde encontró a Aria ensangrentada con una daga en el estomago.

—¡Aria!—Artemisa se lanzó sobre ella y visualizo la herida, inmediatamente notó que era una daga maldita y que el veneno, por la sangre perdida, ya debería tener un rato en su sistema.

—Art..e...—dijo Aria con dificultad.

—Cállate, maldición. Estas a punto de morir.—dijo Artemisa retirando la daga y presionando la herida.

—Le..leem..e..—rogó Aria.

Artemisa la miró con el ceño fruncido, pero obedeció y gracias a sus dotes de legeremancia, ingresó a sus recuerdos, ahí lo vio todo: Peter Pettigrew con Harry en brazos, apuñalándola y huyendo.

—Mierda—mascullo Artemisa. Se quito su collar con el dije de media luna y se lo coloco en el cuello a Aria.—mi collar te curará en unos minutos. Intenta informar a los demás, debo buscar a Harry y no hay tiempo que perder.

—No...sol...—dijo Aria con terror.

—Estaré bien, el amanecer tardará una hora en llegar. Puedo hacerlo. Llama a tu padre.—dijo Artemisa y sin esperar respuesta, salió corriendo de la cabaña.

Mientras corría por entre los arboles, su corazón latía furiosamente. Casi podía imaginar la expresión de Dumbledore y sus palabras si se llegara a enterar que habían raptado a Harry Potter y ella no hizo nada:

¡Solo tenías un trabajo!

Corrió tan rápido como sus piernas le permitían, siguiendo el rastro de huellas en el lodo, al parecer había llovido en algún punto de la noche. Agradeció internamente el haber tenido que andar corriendo casi toda su vida, gracias a ello estaba avanzando rapidamente. Un ruido la alerto y se detuvo abruptamente. Si su memoria no le fallaba, estaba llegando a una parte oculta del lago.

Pudo escuchar el llanto de Harry, saco su varita y se preparo para atacar en cualquier momento, lentamente se fue acercando hasta llegar al lago, donde contemplo a Peter Pettigrew. Tenía el rostro tan pálido como un muerto, temblaba de pies a cabeza cargando a Harry entre sus brazos y tenía los ojos cerrados, como si orara por su vida.

—¡Aléjate!—grito Peter al sentir la presencia de Artemisa. 

Se giro, quedando frente a ella y apuntando con su varita a Harry, quien lloraba entre sus brazos. Artemisa lo apuntaba firmemente con su varita.

—Dame al niño, Pettigrew.—ordenó Artemisa.

—¡Cállate! ¡Aléjate o lo matare!—amenazó Peter clavando su varita en la mejilla de Harry.

—No, no lo harás.—dijo Artemisa con una sonrisa de lado.— Voldemort lo necesita vivo para matarlo el mismo, si te atreves a ir contra sus deseos te matara.

—¡Tú no vas a detenerme!—grito Pettigrew y cerro los ojos durante un minuto y luego los abrió confundido.

—Encante todo el lugar cuando llegamos.—Artemisa lo miro con burla.—No puedes desaparecerte. 

—¡Crucio!

(...)

—¡James! ¡Marlene! ¡Sirius!—gritaba Remus.

El collar de Artemisa había curado casi por completo el cuerpo de Aria, pero la chica seguía débil. Había conseguido tomar su varita y enviar un patronus a su padre y a Remus, este ultimo había acudido a ella de inmediato, recibiendo la traición de su amigo Peter Pettigrew como un balde de agua fría.

—¿Qué ocurre?—pregunto James, bajando las escaleras seguido de Marlene y Sirius.

—¡Peter se llevó a Harry y ataco a Aria! ¡Es un mortífago!—exclamo Remus colocando a Aria sobre el sofa.

—¡¿Qué?!—James miró a Marlene—¡Dijiste que dormiría contigo!

—¡Peter me pidió cuidarlo! ¡Lo siento!—dijo Marlene a punto de llorar.

—¡Maldición! ¡No hay tiempo para esto!—dijo James.—¡Artemisa!

—Artemisa fue tras Peter, ella salvó a Aria.—dijo Remus.

—¡James!—exclamo Aria sujetándose la cabeza—¡Dale esto a Artemisa! ¡Ella no debe tocar el sol y no falta mucho para que amanezca! ¡Corran!

James tomó el collar y seguido de Remus y Sirius, corrieron a través del bosque siguiendo el rastro de magia que Artemisa dejo para ellos. Para cuando lograron llegar hasta el lago, contemplaron a Artemisa forcejeando con Peter.

—¡Expelliarmus!—lanzó James contra Peter.

Artemisa aprovecho el susto de Peter por ver a sus amigos para arrebatarle a Harry de los brazos. 

—¡MALDITA RATA TRAICIONERA!—grito Sirius atacándolo.

—¡Avada Kedavra!—apuntó Peter a Harry

—¡Expelliarmus!—lanzó Artemisa.

La varita de Peter voló y su propio maleficio reboto en su cuerpo, cayendo muerto al suelo. Artemisa abrazo a Harry, quien se aferro a ella con fuerza. Mientras que los tres hombres se acercaban a ver con decepción y tristeza el cuerpo de su amigo, Artemisa alzó la mirada y no pudo evitar un jadeo de terror al ver como el sol salía.

—Mierda.—susurró para despues gritar.—¡Potter! ¡Dame el...!

Pero Artemisa no logró terminar la frase cuando cayo de rodillas al suelo. 

—¡Arte!—James corrió hacia ella.

Lo siguiente que paso, ninguno habría podido imaginarlo. El cuerpo de Artemisa brillaba ante el sol como un precioso diamante, sin embargo, a pesar de la bella vista, Artemisa se retorcio en el suelo, mordiendo sus labios para no gritar. Marcas rojizas comenzaron a salir de su cuerpo, como si su piel se estuviera quemando. 

Dumbledore apareció de repente, justo frente al cuerpo de Artemisa, alzo su varita en alto y grito:

—¡Expecto Tenebris!

Un enorme haz de oscuridad fue expulsado de la punta de su varita, cubriendo a la chica del sol. Lo último que Artemisa pudo ver, fueron los ojos esmeraldas de Harry, quien la miraba llorando.

(...)

—Mierda...—susurró Artemisa abriendo lentamente los ojos.

—¡Arte!—Aria corrió a su lado—¿cómo te sientes?

Artemisa se incorporó, estaba muy adolorida. Levanto la mirada, notando que estaba en el sofá de la sala de la cabaña. Frente a ella, todos la miraban preocupados...todos excepto Dumbledore, quien la miraba con el ceño fruncido.

—Vamos a tu habitación, Artemisa.—ordenó Dumbledore

—Esta herida.—replicó Aria, molesta.

—Esta bien.—murmuró Artemisa levantandose.

—Artemisa..—murmuro James arrepentido, pero ella no lo miro y simplemente siguió a Dumbledore arriba, no sin antes arrebatarle su collar a James.

—¿Qué fue lo que le paso? ¿Porque Dumbledore quiere hablar con ella?—cuestionó James.

—Artemisa tiene una maldición de nacimiento, por eso no sale durante el día a menos que sea con su collar.—explicó Aria vagamente.—Y mi padre...probablemente ahora la este regañando.

—¿Porque?—pregunto Sirius con el ceño fruncido.

—Harry es su responsabilidad, mi padre no pasara este incidente por alto.

—Tiene sentido.—dijo Marlene.

—¡Pero fue mi culpa!—se quejo James.—Ire a decirle.

—No, James. Déjalo así.—pidió Aria.

Dos horas despues, Dumbledore bajaba solo. Los chicos lo esperaban en la sala con sus hijos en brazos. Dumbledore acaricio el cabello de los tres bebés y miro a James.

—Es hora de que vuelvan a Godric's Hollow, James. Yo los llevare.—anunció Dumbledore.

—¿Dónde esta Artemisa?—pregunto James con preocupación.

—A ella no la verán durante un tiempo, la he enviado a otra misión.

—Pero...

—Sin peros. Vamos, James.

Los chicos se despidieron en silencio, la traición de Peter Pettigrew seguía latente en sus corazones y todos se sentían tristes y decepcionados, pero nadie se sintió más triste que James.

Se fue de Godric's Hollow con Artemisa...y volvía sin ella.






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