Capítulo 19 pt. 4

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng


¿Cómo podría describir el hogar de Yang Melissa?.

Además de poseer las características estereotipas y culturales de los monumentos chinos antiguos, tenía el aire de riqueza que ella traía como aroma fragante. Dos grandes puertas servían de entrada como en templo de dioses milenarios. Techo curvo y puntiagudo en dirección al cielo y lámparas adornantes en sus orillas con variados mensajes escritos en tradicional caligrafía china.

El chófer detuvo el auto y yo pude bajar—: Ella es amiga de la señorita Yang, tiene permiso para pasar—. Le hablo al vigilante en la parte de afuera. Él lucía serio e inescrutable. Asintió y me abrió una puerta anunciando mi nombre, después de decírselo —: La señorita Zhang Wen ha llegado.

Descubrí que esa no era la fachada de su hogar, era una fortaleza que la rodeaba. La verdadera; se decoraba en tonos claros, era pulcra, maderas refinadas la sostenían y, objetos cristalinos la componían.

Una mansión de arquitectura moderna en combinación con la milenaria. Hecha por manos expertas y de muy buena imaginación.

—Háganla pasar— escuché una débil voz proveniente del interior.

Una señora vestida de servidumbre me empujó suavemente por la espalda para que me adentrará tras abrirse una puerta de cristal por un hombre uniformado.

Moví mi rostro para detallar el sitio y nunca había estado en un lugar tan... Tan de película y se sentía extraño. Mi cuerpo sabía que era territorio ajeno y desconocido para una persona como yo, que suele vivir en un bonito apartamento. Mediano. Humilde. Pero sin dejar de ser acogedor.

—La señorita Yang vendrá en un momento— me dijo el hombre uniformado.

Asentí levemente y estuve en medio del gran espacio pronta a acercarme a la escalera en forma de caracol. No sabía a dónde me llevaría.

Todo gritaba: ¿Hola?. ¡ESTA FAMILIA ES ULTRA MILLONARIA!

Mi atención se desvío a un gran cuadro rectangular de una familia. Dos padres. Una niña.
Ambos eran distinguidos. El hombre era joven de rasgos asiáticos acentuados y cabello negro peinado hacia atrás, un traje de negocios.

A su lado, una mujer. Ella era castaña, sus ojos eran dos brillantes esmeraldas redondas, su piel blanca y cuerpo curvilíneo cubierto con un vestido de seda azul.

En medio, la niña cargada en brazos de la mujer. Sus ojos eran rasgados y su cabello castaño con un bonito vestido rosa. Más parecida a su padre que a su madre.

Me quedé congelada admirando aquella obra de arte.

—Es bueno estar de vuelta.

Giré mi cabeza entre sorprendida y asombrada por el intruso sonido que se llegó a mis oídos y una vez lo analicé, vi a Yinzhao Men a mis espaldas. Giré el resto de mi cuerpo y lo admire estupefacta. Su aspecto físico combina tanto con este sitio, que si me dijeran que él es millonario, lo creería de inmediato.

—Hola— me dijo y ladeó su cabeza en una sonrisa de picardía.

Baje la cara y no supe que decir. Penosa.

—H-hola—. Lo único que salió de mi boca en un débil tartamudeo.

—Sabes que puedo decir muchas cosas de ti sin ni siquiera conocerte. Es otra de mis habilidades.

Me quedé muda por el cambio brusco en las palabras.

—¿En serio?, ¿cómo cuáles?—, quise seguirle la corriente.

En mi interior el miedo pasó a segundo plano y la emoción de tenerlo frente a frente y que me hablara, me ilusionó.

—Eres genuina...—Achino los ojos, como si estuviera adivinando o sacara todo a la fuerza de su mente, me escaneó también —. Amas mucho a tu madre y no tienes figura paterna a quién seguir, por esa razón ella te sobre protege porque un padre te daría alas.

Mi atención se intensificó en él demasiado.

—¿Cómo sabes todo eso?, ¿Melissa te lo contó?— dije, casual.

—Soy íntimo amigo de Melissa, pero no hablamos de otras personas que no seamos nosotros.

Permanecí en silencio arrugando el seño por las palabras que usa.

El dió dos pasos hacía mí y olfateó el aire como un perro.

—Hueles a inocencia, moralidad, religión y pureza. Tu cuerpo es un templo. Crees que el mundo es rosa, pero cuando te das cuenta que no lo es, lloras y te dices: "porque la vida es así, ¿qué he hecho yo?, yo no soy de ese modo, entonces imitas a tu madre porque es la mujer más fuerte que conoces".

—¿Eres psíquico?, ¿eres chamán?—. Sus palabras me sonaron extrañas. ¿Cómo puede saber eso?, ¿me espía?.

Meneó la cabeza.

—Niña, los psíquicos no existen—. Esa frase me recordó a algún programa de televisión —. Pero, sí las personas lo suficientemente preparadas y estudiadas para lograr deducir de que están hecho las otras mentes.

—¿Tú eres uno de ellos?—. Quedé sin aliento, ante sus palabras y conocimientos bien estructurados. Él es inteligente.

Asintió.

—También sé a quién le pertenece tu corazón—. Dio otro paso hacia mí y quedé muy cerca de él.

Sonrío tierno y me miró a los ojos.

Me tensé, mis manos temblaron por mi nerviosismo y mis piernas se debilitaron. Mis hombros ligeramente se alzaron y él se acercó un poco más a fin de quedar a pocos centímetros.

—Pero solo te diré una cosa—. Susurró seductoramente a mi oído—, la genuidad y la pureza son mejores cuando son corrompidas; porque corrompidas si son placenteras.

Sentía mi corazón salir de la boca y mi respiración aceleradamente atropellada.

¿Qué me quiere decir con todo esto?, ¿es un mensaje oculto?, ¿una propuesta?, ¿un consejo?.

Indague y recordé todas las veces en el que le he visto indiscretamente y él ha correspondido mi mirada junto a esa sonrisa maliciosa y pícara.

Recordé las veces en que apuré mis pies para verlo jugar en el gimnasio de la universidad, cuando escuchaba sus conversaciones y cuando hablaba de su guapura con mis amigas.

Él parece lo suficientemente inteligente para notar mis comportamientos. ¿Habré sido muy obvia o él busca jugar conmigo tratando de acertar una
adivinanza?.

Tras decir eso, se alejo discretamente y se dedicó ver el interior de la mansión.

Me giré bruscamente para hacer lo mismo y...

Ahí la vi. Rodeada de riqueza material con un bello vestido negro y cabello con perlas adheridas.

Yang Melissa.

—Oigan que hacen tonteando ahí, vengan conmigo.

La seguí subiendo las escaleras al segundo piso. Yinzhao Men estuvo detrás de mí y en un momento, al posar mi mano sobre el barandal, él hizo lo mismo y la acarició.

Horrorizada.

Quité mi mano y aceleré tanto mis pies que sobrepase a Melissa—¿Qué?— me miró —¿tienes un cohete en el trasero?.

Me sentí pequeña ante la amplitud de las salas y espacios. Había habitaciones y cuartos para todo, mi reflejo se veía en el piso y los adornos se veían delicadamente costosos. Había angelitos de concreto sobre columnas como también dragones y gatos. Acaricié a un felino hecho de cristal sobre una encimera.

Se me hizo eterna la caminata hasta que, finalmente llegamos a un lugar.

—¡Bienvenidos a mi humilde hogar!—. Carcajeó. Sus comentarios sarcásticos me están empezando a cansar—. Siéntense como en su casa.

Nos llevó a un espacio delicadamente ornamentado y llevado a un estilo de oficina muy sugestivo. Cómo si fuera su rincón de estudio. Ahí yacía una pequeña biblioteca, una amplia mesa redonda y un escritorio con laptop incorporada.

Las gemelas Na y Zi, la seria Shu y el cerebrito Yul estaban sentados con papeles y libros desordenados sobre la mesa.

—Pensé que nunca llegarían— resopló Shu— no pensé decir esto de ti, Wen, pero creía que eras más responsable con las tareas.

—Lo soy, pero me distraje antes de venir, por eso llegué tarde.

—Yo fui la distracción —. Salió Yinzhao Men en mi rescate —. Yo la distraje en el vestíbulo.

—¿Y se puede saber cómo?—. Un molesto Yul, habló. Tan claramente que no lo creí.

—Yo también quiero saber— Melissa sonó divertida, pero las personas que más se ríen son las más peligrosas al enojarse.

—Sólo hablábamos—. No profundizó, mostrandose despreocupado—. Y tú cállate, brócoli. Sigue soñando que Wen será tu novia.

Reproché con la mirada a Yinzhao Men y los demás rieron, menos Shu.

—Oigan, hay un momento en que deja de ser divertido. Hay tarea, ¡tarea!—. habló Shu, moviendo las manos y hojas al aire.

—Si, sí amargada—. Giró los ojos, Melissa.

—Brócoli—. Dijeron al unísono las gemelas riéndose.

—¿Y tú crees que porque eres guapo, inteligente y habilidoso eres mejor que los demás?—. Dijo Yul, enfadado.

—Bueno...—Pensó un instante—, de hecho, sí.

Yul apretó los dientes y está vez hablé yo—: Somos un equipo, no podemos pelear. Recuerden que el profesor indicó que será el mismo grupo de trabajo por el resto del semestre. Sino alguien se tendrá que ir.

Hicieron silencio.

—Comencemos— dijo Yul. Sonó unas hojas apiladas contra la mesa en señal de enojo—. ¿Quién será el primero en exponer?.

Y así iniciamos con el planeamiento de la presentación. No pasó mucho tiempo. De hecho, fue rápido y me sentí feliz porque llegaría temprano a casa y mi madre no se preocuparía.

El trabajo más difícil lo haría Yul en matemáticas estadísticas y nosotras nos memorizaríamos líneas escritas por Yinzhao, quién presentaría. Pan comido y calabaza, calabaza, todo el mundo para su casa.

Solo que Melissa tuvo que abrir la bocota.

—¿Quién está lista para la fiesta de hoy?.

—Yo—dijeron las gemelas, alzando las manitas al aire.

—Ya que la tarea está lista, me podré despreocupar un poco, sí—dijo, Shu.

—¿Qué fiesta?—. Me confundí alternando la mirada entre todos los presentes.

—Ay tan perdida como siempre y de andar de enamorada de...

Le hice un "shh" con la boca a Melissa, no quiero que diga cosas sin pensar.

—¿Recuerdas hace dos semanas?, ¿cuando hablábamos de la fiesta que se haría en la mansión de Melissa?— dijo, Na.

—Aja.

— Es la que se hará hoy y tú dijiste que no, porque nunca has estado en fiestas—. Prosiguió Zi.

—¡Pero vamos a hacerte un gran favor!, tomenlo como una obra de caridad. Este día te quedarás a disfrutar de una fiesta de verdad, para que de niña te conviertas en mujer, ¿qué dices?—. Melissa junto las manos como si fuera una gran gracia. Un favor. Una ayuda.

Ayuda, nada. ¡Hará que me corten el cuello!.

—No, no, no y no—. Me negué rotundamente.

—Esto será interesante —. Habló Men, acercándose a nosotras.

—Ay que odiosa. Pues resulta que una señorita no puede andar por altas horas de la noche en la calle y casualmente no me apetece enviar un chófer que te lleve a tu casa. Así que te quedas.

—Esto es secuestro— protesté —. Por favor, deja que me lleven a casa.

—Técnicamente no es secuestro, es acorralamiento— habló Yul, ajustándose las gafas.

—¿A ti quién te preguntó?, entrometido—, le contesté mal a Yul y él por su parte, se indignó.

—Me iré—. Alzó su silla y se fue hacia la salida.

Melissa se levantó meneandose con glamour y se acercó a un intercomunicador en la mesa con laptop—: Señor Cho, traiga un chófer que lleve a Yul a su casa.

—Como ordene, señorita Yang—. Se escuchó y me enoje más.

—A él sí y a mí no, por favor, te lo suplico, manda a que me lleven a casa, es de noche y queda lejos—. Junte las manitas y puse cara de cachorrito suplicante.

—Nopi, noki, nop—. Contestó, dándome un toquesito en la nariz—: Te quedas a disfrutar de la fiesta.

—Y yo también—. Habló Men.

🌃

Las chicas me llevaron de empujones a un salón color rosa, luego de arrebatarme el teléfono cuando le marqué a mi madre y estuve a punto de gritar "¡mamá, llama a la policía, me tienen secuestrada!". Para su favor, no sucedió.

—¡Teléfono confiscado!.

Melissa jugueteó con el aparato y abrió la aplicación de WhatsApp antes de que se bloqueará—: ¡Señora mamá de Wen, su hija se quedará en mi mansión a disfrutar de mi fiesta, ella está grande para tomar sus decisiones, no tiene porqué estar asfixiandola!.

Sentí que me daría un infarto.

—Melissa, esto no es gracioso.

—Claro que lo es—. Estuvieron de acuerdo las gemelas.

—Qué humor tan malvado el tuyo, amiga—. Le manoteó Shu y me vió a mí—. Tranquila, Zhang Wen, tu madre debe saber que eres lo suficientemente adulta para tomar tus decisiones. Ella ya te crío, agradecele y honrala, pero sin dejar de divertirte porque divertirse no es malo—. Su pequeño discurso liberó en mí una gota amarga de mis ojos.

Me sentía tonta, frustrada y está situación era tan absurda y que me generaría tantos problemas que mi cabeza se hallo estresada y estuve a punto de estallar.

—Tranquila—, con su mano en mi hombro me reconforto—. Piensa que tu madre no se molestará contigo porque ya eres grande. Eres mayor y como mujer adulta puedes tomar tus propias decisiones.

Me lo creí.

La mezcla de spaghettis que se volvió mi cerebro tuvo un orden lógico.

"Mi madre debe entender que ya soy una mujer adulta".

Esa afirmación hizo que absorbiera bocanadas de aire para tranquilizarme.

—¿Ya?, ¿mejor?—. Melissa, habló impaciente—. Vayamos al siguiente capítulo. ¡Dramática!.

Pero aún así se guardo mi teléfono. Mala.

Pasamos adelante y me encontré sillones acolchonados, espejos amplios e instrumentos para propósitos estéticos. Mujeres sentadas entretenidas en sus teléfonos celulares con uniformes igualmente rosas.

—He llegado—. Anunció Melissa y la chicas se enderezaron en sus asientos y lamieron botas con comentarios.

—Hoy nos arreglaremos para la fiesta y tú, Wen. Te haremos un cambio de look.

Menee la cabeza.

—Oh sí—. Ella asintió repetidas veces.

Las chicas me sentaron contra un sillón frente a un espejo y, luego ellas hicieron lo mismo. De tal modo, que juntas quedamos frente al espejo y cada chica uniformada se posicionó a nuestras espaldas.

—Quiero una manicure francesa—. Habló Na a la chica uniformada—. Combinará con el vestido que traje para la ocasión.

—Yo quiero que ondules mi cabello— habló, Zi.

—¿Me podrías hacer un corte de cabello?, quisiera que fuera por los hombros—. Pidió Shu.

—Quiero que me maquilles como la reina de la fiesta, ¡haz todo lo necesario, pero yo debo ser la que deslumbre, el foco de atención, lo mejor de lo mejor!.

—Como diga, señorita Yang—. Contesta la muchacha sumisa.

—¿Y tú qué quieres?—preguntó impaciente la chica detrás de mí.

—Ahh...No lo sé. Nunca he ido a un salón de belleza...

Me perdí en el reflejo del espejo. Notando nuevamente mi belleza natural. Mis mejillas sonrosadas, piel pálida, ojos bonitos y cabello liso como de una princesa de Disney. Soy tan hermosa como Pocahontas, soy de la raza de Mulan, tengo el color de piel de Blancanieves y frente a Melissa me siento como la Cenicienta.

Luego recordé una conversación que escuché hace unos días. A un chico le gustan las chicas diferentes a mí y a ese chico quiero gustarle yo...

—¿Podrías teñir mi cabello de rubio y maquillarme como una modelo?.

—Como guste.

Y así inició el proceso, las chicas hicieron ruidos divertidos y de aprobación respecto a mi decisión y la chica de rosa colocaba el tinte preparado en mi cabello junto a papeles metálicos. Me sentí rara. Cómo si fuera nueva en la vida. Insegura y con un mal presentimiento, pero manteniendo la esperanza.

—Melissa, ¿cómo es que tus padres te dejan hacer fiestas en tu casa?—. Pregunté curiosa.

—Ay, ellos siempre están ocupados y viajan mucho. La mansión es para mí sola. Además, mamá está en su país natal en Francia de vacaciones, yo quería ir, pero papá dijo que debo estudiar...— Ella se perdió en su discurso, como si su cabeza estuviera en algún recuerdo y su cuerpo junto a nosotras.

—¿Estudiar?—. Le animé a proseguir.

—Papá está en un viaje de negocios y mientras no me meta en problemas legales, todo está bien.

—Comprendo.

Me sentí mal por ella y me pregunté cómo sería vivir con lujos, pero sin padres.

🌃

Al cabo de una hora, ya casi todas estabamos listas. Mi maquillaje me hacía ver cómo una mujer adulta de verdad y mi cabello aún no era revelado.

Poco a poco, la chica lo lavó y secó, incluso lo onduló haciéndome el peinado mariposa.

—Uhh—hizo ruidos Melissa —. Miren a la niñita.

Viré mi reflejo procesando la nueva imagen que tenía ante mí. Casi luciendo como una persona distinta. En mi cabeza se escuchaba: ¿Esa soy yo?. No puedo creer que esté viviendo esto. Es como si viviera una fantasía jamás soñada, pero si cumplida.

Hasta que, finalmente estuve lista. Me incliné frente a la muchacha de rosa y le di las gracias. Abandonamos el salón de belleza exclusivo y Melissa nos llevó a su habitación.

Eran tan grande como la mitad de mi departamento y su closet parecía un mundo totalmente nuevo. Ropas y ropas colgaban de todos lados, habían cajones para las joyas y lugar para los zapatos.

—Wow, esto es literalmente una tienda de ropa, Melissa—. Abrí la boca admirando esas telas caras.

—Sí, es tan grande como una—. Rió.

—Elijan sus vestidos.

Shu, Na y Zi salieron corriendo en busca de algún vestido. Estuvieron como niñas en dulcería tocando lo que se les antojara y yendo cargadas de opciones a uno de los vestidores que se encontraba a un lado (hasta eso tenía).

—¿Podemos elegir cualquiera?—. No me parecía creíble.

—Cualquiera, no me gusta repetir ropa.

Eso encendió un foco en mí.

—¿Me regalarías ropa?.

—Claro— dijo, despreocupada.

—Gracias—. Me emocioné, ¡tendré ropa nueva y de marca!

Camine rumbo a cada fila de ropa que yacía colgada y desdoblaba, la de los cajones, buscando el vestido perfecto para colocarmelo. Mas, todos eran atrevidos y aún no quería llegar a ese nivel por mi propia cuenta. Llegó el momento en que encontré un vestido color plata con lentejuelas y caída en cascada, teniendo como únicos elementos sexys: la espalda descubierta y la falda rasgada a un lado. Puedo sobrevivir con eso.

Al probarlo, Melissa me tomó de los hombros, lo cual me asustó y creí que no debía tomar ese vestido y me gritó—: ¿¡Quién eres y que has hecho con Zhang Wen!?.

Mi corazón había dejado de later. Le di un golpe por dramática. Y la última chica que faltaba por vestirse salió y nos encaminamos a la fiesta.

Y esa palabra se quedaba corta...


Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro