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Andy Bogard es el tipo de ex novio al cual te costaría olvidar.

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-¿Cómo va todo? -le pregunta su ex cuñado mientras ambos miran a Midori, el conejo de (...), él cual duerme tranquilamente en el regazo de su dueña.

-Ya sabes -dijo sin ganas- ¿Cómo está tu amiga?

-Es una chica fuerte, sé que estará bien -tiene una expresión afligida.

-Tengo algo de té ¿Quieres un poco?

-Si no es mucha molestia, por favor.

Se levantó dejando a Midori en el sofá, la cocina sigue tan igual, tan monótona.

-¿Tienes hambre, Terry?

-No quiero ser mucha molestia.

-Para nada, hay un poco de...

Miró una de las ollas y se encontró con Espagueti Natto.

-Hay unas galletas.

Una hora después su amigo se fue, ella, a pesar de que dijo que estaría bien, seguía mirando esa olla cómo si fuera el centro del universo.

¿Cómo no se dio cuenta de lo que había cocinado?

Ella misma se daba pena, y es que ya ha pasado un buen tiempo desde que terminaron su relación, pero era como si estuviera aferrándose a los recuerdos de una relación de años cuando solamente estuvieron juntos medio año y eran demasiado jóvenes.

Pero se conocían desde hace muchos años.

Con decir que conoció a Jeff Bogard lo decía todo.

Sentir que ya no estaba era malo para su salud, el que cocinará una olla completa y que no comiera nada de ello ya era terrible, solo comida chatarra llenaba su estómago, aunque claro, los que terminaban comiendo su comida eran los vecinos de su piso o los señores sin hogar que siempre disfrutaban de la comida.

El escuchar sus "esta delicioso" era suficiente para alegrarle sus horas de día.

En la noche era diferente, se sentía sola, dormía con Midori al costado en su canasta y sentía envidia de que durmiera patas arriba cuando ella ya llevaba cambiando de lugar unas 10 veces más o menos.

Pero no encontraba el lugar correcto.

Solo podía llegarle a la cabeza la imagen de Andy con el cabello corto, pero ahora que lo había visto en la televisión con el cabello largo solo logró que el hamster que tenia por cerebro diera vueltas en su ruedita.

Y es que se veía muy genial.

Tomó a Midori en brazos y empezó a caminar de aquí para allá, aunque Terry se acabase de ir se sentía de nuevo sola.

Eso era, hasta que escucho como alguien azotaba la puerta de su departamento.

El pomo de la puerta fue disparado cual bala y llegó a romper la ventana, ella dio un grito y se tiró literalmente al suelo de espaldas mientras protegía a su conejo entre sus brazos, ambos resguardados por el sofá de la sala.

-¡Buenas noches, (...)- chan! -su amiga estaba frente a ella y su destartalada puerta.

-Hola Yuri -saco apenas un poco su cabeza de detrás del posa brazos del sofá.

-¡Ven, ven! ¿puedes hacer un poco de umeboshi casero para mi? -pone cara de perrito y ella no puede negarse, necesita algo para distraerse.

-, sí -toma la transportadora de Midori y lo hace entrar, el conejo sigue paralizado por el susto así que entra sin tratar de escapar.

-Uy, lamento lo de tu puerta -da una reverencia y ella solo niega.

-Esta bien, ya veré como arreglarlo.

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Quizás una cena con la familia Sakazaki le hiciera pensar en otra cosa, como en cómo se las arreglaría para sobrevivir.

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