☉✌Especial SV - 01/14✌☉

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Shingo Yabuki es el tipo de amigo al cual le das chocolates por San Valentín.

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Era una tarde pacífica de un día nevado en Japón.

Todo era pacífico, hasta llegar a una casita en donde una muchacha preparaba, minuciosamente, unos chocolates.

-1, 2, 3, 4, 5, 6, 7-

-Por todos los... ¡(...)! -llamó su hermano al ver que la cocina era un desastre de ollas sucias, envoltorios, mangas de cocina y moldes.

La muchacha, que estaba contando cuantos segundos tenía que llevar exactamente el chocolate derritiéndose, perdió la cuenta, y esa era razón suficiente, para ella, para mirar a su hermano tal cual niña del exorcista.

El muchacho salio de la cocina sin hacer más ruido y la muchacha suspiro mientras apagaba la hornilla en donde, con agua hirviendo, trataba de derretir los chocolates.

-Una vez más, tienen que salir perfectos.

Y estaba decidida a cumplir su palabra, por más canas verdes que le pudiera sacar.

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Daba gracias al cielo de haber comprado sus insumos con una semana de anticipación y cuando aún no les subían los precios.

Eso es lo que harían unas verdaderas enamoradas, ir con tiempo, hacerlo pacientemente y con todo su cariño, practicar hasta encontrar el resultado que sea del agrado de ese alguien especial.

Y eso era lo que haría para el día de mañana, el ansiado 14 de febrero.

Ella no era como esas chicas, se preparo tanto física como mentalmente para hacer esos chocolates.

Chocolates que hacía y perfeccionada cada año, hasta tenía un cuadernillo en donde escribía todos sus avances y las variaciones del sabor según la manera en la que lo pudiera derretir.

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Era una mañana exhaustiva, por muchas partes de la escuela se veía chicas dando chocolates o cartas con forma de corazón.

Ella no era así de cliché, era más original.

A la distancia vio al castaño junto a ese chico al que admiraba y la novia del último, por ello se acercó corriendo.

-¡Oye, Shingo! -el castaño volteo al escuchar la voz de su amiga, viendo como venía a velocidad Jet hacia él.

-¡Alto! ¡(...)! ¡Baja un poco a tu-!

-¡Feliz San Valentín! -dijo mientras tacleaba a su compañero.

Dieron algunos vueltas de campana antes de impactar contra una pareja que se besaba con frenesí.

-¡¿De donde vino eso?! -inquirió en cuanto se detuvieron, la chica le sonreía como un pequeño demonio mientras, casi a la fuerza, le ponía un chocolate en la boca- no, espera... ¿Qué? -saboreó bien el dulce y soltó un suspiro, uno que solo la gente que disfruto un bocado muy bueno de comida hace- Oh, esta delicioso.

-, sí -dijo al entregarle la bolsita decorada con más chocolates cuadrados en ella- mis exclusivos chocolates anuales por compromiso de amiga.

Eres la mejor! -toma la bolsita para empezar a comer los chocolates sin dejar de señalar lo buenos que estaban.

En eso vio otra bolsita plastificada en su bolsillo.

-¿Qué es eso? -pregunta con voz tétrica al momento de sacar del bolsillo- te dieron chocolates ¿Quién?

Shingo, tan ensimismado en el sabor del dulce como pudiese estar, solo soltó la verdad.

-Kirishima-sama me los acaba de dar.

Oh my gods.

Fue lo que pensó al escucharle, giro su cuello tan fuerte que, si no fuera que estaba pegado en su lugar, su cabeza pudo salir volando.

Miro en la dirección en la que el tal Kusanagi paseaba con su novia, la tal Kirishima.

No podía contra ella, era una tipa genial en los ámbitos tanto femeninos cómo masculinos, ah, practicaba artes marciales también.

Era tan increíble, para ella, que merecía a Kusanagi y, sobre todo, a Shingo.

-Esta bien, Shingo -dijo mientras se levantaba y le daba la espalda- lo comprendo, no me meteré en su destino.

Y tan rápido como llego, también se fue, dejando al chico sin entender la situación.

...

-¡Oh, rayos!

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-¡(...)! ¡sé que estas ahí arriba! -grito en frente del árbol apenas unos minutos después del inicio del recreo, su amiga ni siquiera dijo sus usuales comentarios o sus miradas furtivas en clase- ven aquí y te explico.

-¡No quiero! ¡vete con tu "Kirishima-sama"! -estaba siendo dramática, lo admitía y lo sabía, pero imaginarse a Shingo con otra chica... -¡No!

Ese no fue del todo por sus pensamientos deprimentes, también tenía que ver con que Shingo le hubiese jalado de un pie para hacerla bajar.

-Muy bien, lo digo desde ahora, Kirishima-sama solo me dio los chocolates por compromiso de amistad, así como tu.

Consiste, directo, con voz divertida y sin darle demasiada importancia, esa era la manera de Shingo para hablar, y eso le dejaba en claro que se estaba ahogando en un vaso de agua.

Ya arreglados y con (...) evadiendo las preguntas del castaño sobre la razón de que se pusiera así, el día de San Valentín paso rápido y sin complicaciones.

(...) miro siligilosa la bolsita que fue regalada por Kirishima y vio que los dulces tenían forma de sol, decorados con motivos en dorado.

-¿Quieres uno? -abrió la bolsa para ella e inmediatamente la chica se llevó una al rostro, primero olió el pedazo de chocolate y luego lo pudo degustar.

El aroma era bastante bueno, ¿el sabor? Ni que decir, por un momento se sintió en aquel manga de cocina.

-Están increíbles cada año -dijo Shingo a la par que también comía unas dos piezas.

Esas palabras despertaron la competitividad en el interior de la chica.

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Nueva meta: Hacer mejores chocolates para enamorar a Shingo.

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