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Matt abrió los ojos exageradamente.

—¡¿Que yo... qué?!

—Escucha... en el accidente del 2020 es posible que hayas muerto y al reencarnar, te tocó vivir esta vida, la que tienes aquí en 1985.

Matt mantenía el ceño exageradamente fruncido mientras escuchaba.

—Lo ilógico es que recuerdes todo lo de tu vida «pasada» del 2020 y que no recuerdes nada de lo que has vivido desde 1968.

—¿Eso... es posible?

—En realidad, no lo sé, es solo una teoría incierta.

—Dios, esto me está hartando —caminó algo desesperado por toda la habitación, sudando—. Necesito volver, este no es mi lugar.

—Y... —Harley se arrastró a la orilla de la cama con cuidado para seguir explicando su teoría— ahí está el problema. No sé cómo hacer para que puedas volver a tu época, —Matt lo miró, frustrado— es más, hasta creo que es imposible. Esta es tu nueva vida, el hecho de que hayas muerto y que recuerdes tu vida del 2020, no afirma que debes dejar esta y tratar de regresar, porque en sí, no hay forma de hacerlo.

—No, —Matt se puso frente a él, no quería aceptarlo. No quería vivir toda su vida en un lugar al que no pertenecía. No podía terminar así— no, Harley. Esto es un error. Debe haber alguna forma de volver a mi época, yo no soy de aquí.

—Pero esta es tu nueva vida. No puedes hacer nada para cambiarlo.

—Debe haber algo, Harley, debe haber algo —se quedó por un momento en silencio y volvió a mirarlo—. ¿Y si... en realidad esta es mi vida pasada y no la del 2020?

Harley ladeó la cabeza. El rubio logró llamarle la atención. ¿Y si tenía razón?

—Explícate.

—Quizás, solo he vuelto a mi vida pasada, a la de aquí, en 1985.

—¿Cuál sería la razón para eso? ¿Cómo pudiste regresar a tu anterior vida?

—No lo sé. Quizás...

Trató de explicarse, pero no supo cómo. Estaba tan confuso que no pensaba con tranquilidad.

Mientras Matt entraba en crisis, el castaño pensaba con rapidez lo que realmente estaba pasando. Trataba de encontrar una explicación mucho más lógica. Y con alguna solución, por más vaga que fuera.

—Demonios, mis padres ni siquiera se habrán dado cuenta de que desaparecí —Matt hizo una mueca.

—¿Qué?

—Ellos están tan ocupados. A puesto a que ni mis hermanos saben que he desaparecido —rio, pero en el fondo, le dolió creer eso.

Una idea se le vino a la cabeza del castaño. Trató de indagar sobre ello con astucia, cambiando de tema ligeramente.

—¿Tu familia... no se preocupa por ti?

Se levantó suavemente de la cama y se acercó un poco hacia el contrario.

El rubio soltó una ligera sonrisa de ironía mientras su mirada se perdía en el suelo de la habitación.

—No..., jamás lo han hecho.

—¿Jamás?

—No. Jamás. Crecí casi completamente solo.

—¿Qué hay de tus amigos?

—Todos ellos son unos hipócritas. Solo soy amigo de ellos cuando ganamos algún partido de Básquet. Luego, soy un completo desconocido.

—¿Y tu vida amorosa...?

—Me ha ido de la mierda en ese aspecto. Mira lo de Daniel... por su culpa estoy varado en el pasado, y muerto en el futuro.

Bingo. Todo tenía sentido con lo que Harley pensaba.

—La ley de causa y efecto.

Matt dejó de mirar el suelo y le prestó atención.

—¿Qué?

—¡La ley de causa y efecto! —gritó con una sonrisa.

—¿Cuál? ¿De cuál hablas?

—¿Has escuchado que las personas que hicieron algo malo en su vida pasada, sufrirán en la siguiente?

—Sí, pero, ¿eso qué tiene que ver?

—¡En mucho! La forma de la que actuemos nos será devuelta por la vida. Si hacemos el bien a los demás, la vida nos devolverá cosas buenas. Devuelve lo que damos.

—¿Y...?

—En cambio, si hacemos el mal recibiremos el mismo trato por la vida.

—¿He hecho algún mal? ¿Es lo que me estás diciendo?

—Sí.

—Pero..., yo no hecho nada —dijo casi inocentemente.

—Sí, lo has hecho. No en el 2020, pero sí aquí en 1985.

—No te entiendo.

—A ver, dime, ¿estabas sufriendo en tu época? ¿Te pasaban cosas malas, no? Dime más.

Matt se calló y bajó la mirada, pensando en lo que pedía el castaño. Sí, en su época, estaba sufriendo. Sin la atención de sus padres, si el amor de ellos, el acoso fuera de la escuela, la mierda que era su vida amorosa y... el haber tratado quitarse la vida varias veces.

Matt estaba hecho una mierda, pero no iba a mostrárselo a Harley. No quería que viera esa horrible parte de él. Quizás podía contar algunas cosas, pero sin detalles.

—Hay... muchas cosas.

—¿Cuáles?

—Bueno, yo...

—Matt, si quieres mi ayuda, tienes que contarme.

Sin escapatoria, decidió hablar.

—Mis padres ni siquiera se acuerdan de mi cumpleaños, no se acercan a mí por siempre estar pendientes de mis otros dos hermanos. Eso es lo que me afecta, ¿contento?

—¡Sí! ¡Estás sufriendo en tu vida del 2020! ¡Tus padres, tu familia, tus amigos... no sienten verdadero amor hacia ti, y estás sufriendo! Y si te das cuenta, aquí en esta vida, que puede ser la pasada, estás cometiendo muchos errores dañinos y graves.

—¿Me estás diciendo que... esta es mi vida pasada?

—Sí. Y según esta ley y lo que significa el karma, creo que en tu siguiente vida del 2020, de donde vienes, estás pasándola mal porque aquí has hecho mucha mierda.

Matt frunció el ceño, pero siguió escuchándolo con atención.

—Uno, golpeas a quién se te de la gana. Literalmente, le haces bullying a cualquiera. Dos, no respetas a tus hermanos, ¡jamás los escuchas porque eres egoísta y siempre lo quieres todo para ti! Y tres...

Se detuvo, pensativo por unos segundos.

—No lo sé, quizás tu siguiente error aún no está cometido. Pero en conclusión, por todo eso, y según mi teoría... el universo te está dando una segunda oportunidad para que en esta vida hagas las cosas bien y en la siguiente ya no sufras.

¿El universo? ¿El universo da segundas oportunidades?

Matt nunca creyó en esperanzas del universo, jamás fue algo espiritual o algo así. Era algo difícil de creer, pero al saber que su desgracia era tan real como él, no tuvo de otra que creer poco a poco en la teoría del chico.

¿Y Harley? Quizás era un cerebrito, pero también se equivocaba como cualquier ser humano en el mundo. Al no encontrar ninguna explicación con un sentido más común, creyó que lo que le pasaba al rubio tenían que ver con el universo. En ese momento, era lo más lógico.

—Ok, en primer lugar, eso de que mi familia y mis amigos no me quieren, me dolió, y mucho. Y segundo lugar, ¿me estás diciendo que el universo planeó mi muerte para que regrese a mi vida pasada y haga las cosas bien, para que así, pueda ser feliz en mi siguiente vida?

Harley dudó un poco. Escuchándolo así, parecía que era un idea realmente tonta, pero asintió de todos modos.

—Sí.

—Ok, si estas en lo correcto, y yo hago cosas buenas aquí, al final, ¿cómo podré regresar a mi época?

—Pues es muy simple —dijo con casualidad y tomó una respiración, sentándose nuevamente en el borde de la cama.

—Dime cómo.

—Haciendo que mueras el mismo día y hora que lo hiciste en el 2020.

Hubo un momento de silencio, donde Matt pensó con rapidez.

—¿Tendré que morirme...?

—Sí. Si queremos hacer que vuelvas al futuro..., debemos acabar con tu vida de la misma manera en la que moriste en el 2020. Esa es la única forma de hacer que vuelvas a nacer. De que reencarnes.

—Pero si reencarno... ¿volveré a ser un niño?

Harley abrió la boca para decir algo, pero se quedó en silencio.

El silencio repentino de Harley alarmó a Matt.

—Harley, ¿volveré a ser un niño? —preguntó nuevamente, acercándose a él con pasos lentos, y con el inicio de sus cejas inclinadas hacia arriba.

—Yo... no lo sé. Hay probabilidades de que no suceda..., pero moriste en el futuro... así que si vuelves, también hay probabilidades de que vuelvas a nacer.

—P-pero, si pasa, ¿es de seguro que vuelva con mi familia?

—Sí, porque así lo decidió el universo. Cuando hagas las cosas bien y luego regreses, tu vida se arreglará. No sufrirás.

—¿Estás seguro?

—Sí, no lo harás. Solo tenemos que acabar con tu vida el...

—26 de diciembre de este año —miró a Harley—. Yo morí en esa fecha.

—Entonces..., en tres meses.

Matt suspiró y caminó hasta sentarse al lado del contrario. Ambos se concentraron en la luz de la luna a través de la ventana de aquella habitación.

Matt comenzaba a sentirse mareado, sentía un dolor en el centro de su cabeza.

—¿Crees que funcione? —el rubio susurró con algo de temor, pero con un tono suave. Aunque no hizo notar que tenía miedo a través de su voz.

—Espero que sí.

Matt giró su cabeza al castaño.

—¿Y si no?

—Habré matado a un adolescente esquizofrénico. Pero igual, te ayudaré en cómo pueda.

Matt no pudo contener una sonrisa divertida, lo que llamó la atención del contrario, haciendo que también girara su cabeza para mirarlo.

—No soy un adolescente esquizofrénico.

—Y yo no soy un asesino.

Ambos sonrieron, mirándose el uno al otro. Y al notar un cierto nerviosismo por parte del castaño, volvieron su mirada a la brillante luna en medio de la noche.

—Por cierto... —Matt lo miró otra vez— ¿Qué lugar es este? ¿Dónde estamos?

—En California, Matt.

Matt sonrió totalmente sorprendido, la emoción corrió por sus venas y soltó un grito de felicidad, que al instante, asustó al castaño.

—¡Por Dios, California!

Solo algunas veces había visitado California con su madre, y ese lugar le encantaba. Era como su segunda casita, donde se refugiaba en pequeños lugares, los cuales le causaban nostalgia.

Harley lo miró confundido, pero al verlo tan sonriente y emocionado, sonrió. Rápidamente Matt le contagió esa sonrisa.

Eran ideas inciertas y adolescentes conociendo el mundo.

La vida a veces duele por castigos que nunca debiste recibir, y en otras ocasiones, te trata como un rey.

¿Matt? Matt en su siguiente vida tenía aún más sufrimiento y desgracias por vivir. Pero a veces, el universo te da segundas oportunidades por algo que tu yo del pasado hizo, porque tu yo del presente nunca lo haría, y porque mereces ser feliz con la razón de que no le has hecho daño a nadie.

No, de hecho, Matt era el único.

E iba a aprovechar la oportunidad, aunque eso signifique arriesgar su vida por una teoría tan incierta como las ideas de su nuevo amigo.


***


Abrió los ojos con dificultad. El dolor de espalda por el frío y duro piso lo había estado molestando toda la noche. Parpadeó dos veces más hasta aclarar su visión.

¿Pero, qué...?

Gritó fuerte y se movió rápido en su lugar, enredándose con la fina sábana que ayer por la noche, Harley le había dado.

—¡¿Quién eres tú?! —preguntó con los ojos abiertos exageradamente.

—Al contrario, ¡¿Quién eres tú?!

Una niña pequeña lo miraba con el ceño fruncido, totalmente enojada y señalándolo con su dedo índice.

—¡Tú no eres mi hermano! —gritó ella.

Matt frunció el ceño bastante confundido, pero en unos segundos, después de analizar los rasgos físicos de la niña frente a él, se dio cuenta de lo que pasaba.

—¿Eres la hermana de Harley?

—No, su vecina —dijo poniendo los ojos en blanco con mucha obviedad.

Matt soltó una sonrisa sarcástica.

—Qué graciosa.

—¡Pregunté quién eres! —volvió a gritar, haciendo que el mayor salte levemente.

—Primero, deja de gritar. Segundo, tú hermano y yo...

Se calló cuando escuchó que la puerta de la habitación se abrió. Y al ver que quien entraba era Harley, corrió hacia él y se puso atrás, en su espalda, colocando sus manos en los hombros del chico, y haciéndolo avanzar hacia la niña frente a ellos.

—Dile a esta niña gritona que yo soy tu nuevo amigo y que viviré contigo de ahora en adelante.

—¡Har! —gritó la niña tomándolo del brazo—. ¡Bota a ese tonto de la casa!

Intentó jalar de él, a lo que Harley suspirando se reusó y suspiró algo cansado.

—Lucy, yo no-

—¡No, él se queda conmigo! —el rubio tomó su otro brazo y jaló de él, apegándolo a su cuerpo.

Matt no dejaría ir a su salvación tan rápido, ni mucho menos que se lo robe una niña amargada.

—¡Claro que no! ¡Es mi hermano, no el tuyo! —volvió a tomar el brazo de su hermano y lo jaló con fuerza, separándolo del mayor.

—¡Ahora no! ¡Él va conmigo! —Matt volvió a jalar de su brazo.

—¡Claro que no! —jaló.

—¡Claro que sí! —jaló.

—¡Claro que-!

—¡Silencio!

Harley se soltó de ambos y acomodó su ropa dañada por tantos jalones.

—Ya basta, parecen unos niños caprichosos.

La pequeña y el grandulón se señalaron a la defensiva y gritaron "¡él lo es!" y "¡ella lo es!", respectivamente.

—¡Dije silencio!

Harley suspiró otra vez, cuando ambos se quedaron callados, mirándose con recelo.

—Lucy, —el castaño se dirigió a la pequeña— ayer no te lo dije porque te encontré durmiendo, pero ahora que estás aquí... —miró a Matt y trató de sonreír mientras le explicaba la situación a la menor— él se quedará con nosotros por un tiempo. Es un estudiante de intercambio y se llama Matt. Es extranjero.

—¿Un... estudiante de intercambio? —preguntó ella, cambiando su expresión a uno de curiosidad.

—Sí, Lucy. Por ahora se quedará en mi habitación porque el cuarto de huéspedes está en arreglo. ¿Puedes entender eso?

De la nada, la pequeña sonrió repentinamente y dejó de señalar al pelinegro con furia.

—¡Hola, Matt!

Matt frunció su ceño, y aún más cuando la pequeña Lucy corrió a él para rodearlo con sus brazos. Era una abrazo de bienvenida para el mayor.

—¡Bienvenido!

El chico seguía confundido y miró a Harley suplicando por ayuda, a lo que el castaño solo cerró los ojos, apretó un poco los labios, y negó levemente con la cabeza, lo que significaba «déjalo pasar».

—Te esperamos abajo, ven a comer —se separó del mayor y se fue corriendo por las escaleras con gran entusiasmo.

Matt se giró y cerró la puerta. Volvió a Harley.

—¿Qué rayos le pasa a tu hermana?

El chico se acercó al suelo y comenzó a recoger las sábanas del piso donde había dormido Matt, mientras explicaba la situación.

—Ella es así. Cada que ve a un desconocido en casa o cerca de mí, se pone muy gritona y trata de defenderme como si fuera el peor peligro. Pero también ama a los estudiantes extranjeros que vienen a hospedarse aquí, por eso cambió tan de repente cuando le dije tremenda mentira.

Matt se acercó a Harley y le ayudó con una sábana que faltaba doblar.

—Pues es muy inestable. Peor que países corruptos.

—Sí, lo es —Harley sonrió.

El rubio saltó a la cama donde el contrario había dormido.

—Dios, tu cama es muy suave... —cerró los ojos y volvió a abrirlos al sentarse—. No quiero volver a dormir en el suelo. Harley, es muy doloroso e incómodo —se quejó.

—Matt, el hombre es un ser adaptable. Si te vas a la marina, al principio sentirás mareos y tendrás vómitos, pero en poco tiempo, te adaptarás sin problemas, y será como si nada. Lo mismo sucederá aquí si dejas de quejarte.

—¡Pero no es lo mismo, me duele la espalda! Jamás he dormido fuera de mi camita, la extraño.

—Tu camita no te extraña. Además, tu espalda se acostumbrará.

—No, no lo hará. Necesito una cama. Quizá la tuya.

—Ya te dije que no dormirás conmigo —se cruzó de brazos.

—¡¿Por qué?!

—¡Porque no dejo que cualquier desconocido entre a mi cama!

—¡Pero ya estoy en tu habitación!

—¡Pero no en mi cama!

Harley acarició las sienes de su rostro, dispuesto a cambiar el tema de conversación. No dejaría que su bully entre a su cama, no quería hacerlo. Sería extraño.

—Será mejor que te bañes y te cambies rápido, es hora de desayunar e ir a la escuela.

—¿Ir a la escuela? Qué pesado. Ahora mismo estuviera disfrutando de unas pequeñas vacaciones y no yendo a la escuela.

—¿Pesado? Oye, tonto, te recuerdo que esta es tu vida ahora, así que si quieres volver a tu época, será mejor que avances. El desayuno está listo. Mis padres llegarán en poco tiempo, ayer salieron, y hoy te conocerán.

—¿Tus padres, Har?

—Sí, mis padres.

—Ohhh, ya voy a conocer a mis suegritos —dijo con una expresión coqueta y divertida.

Harley miró con los ojos entrecerrados a Matt y le tiró la almohada en la cara.

—Cállate, tonto.

Matt solo se rio, divertido ante la situación.

—¿Tonto? No soy tonto, soy muy intelectual.

—Eres un tonto. Y deja de hacer bromas homosexuales, a menos que quieras que mi padre te eche de la casa.

—No puede ser, —fingió dolor en el pecho— ¿es homofóbico?

—Y hasta más que eso.

—Uhhh....

Matt se quedó pensativo. Lo que dijo Harley le hizo recordar que su padre también era homofóbico. Tanto que la vez que lo encontró en su habitación con un chico conversando de lo más tranquilo, votó de la casa al pobrecillo, y amenazó a su hijo con golpearlo si eso volvía pasar.

Harley notó su silencio y sonrió para sacarlo de sus pensamientos. Empezaba a tener curiosidad sobre el chico.

—Vete a bañar, te esperamos abajo.

Sin decir nada más, salió de la habitación, cerrando la puerta detrás de él.

Matt sacudió su cabeza y se levantó de la cama.

¿Su padre dejaría de ser así si hacía lo que Harley dijo? Solo esperaba que las cosas cambiaran; es decir, todos quieren algo de felicidad en su vida, ¿no? Pues Matt solo quería ser feliz. No era mucho pedir.

Entró al baño y se duchó totalmente perdido en su mente. Su cabeza seguía dando vueltas desde la noche anterior, estaba algo mareado. No estaba seguro de que las cosas funcionaran de la manera en que le explico el castaño.

¿Y si no funcionaba?, ¿Y si todo lo que hiciera en esta vida no serviría nada? O peor aún, ¿Y si todo era un simple sueño porque quizá no está muerto y solo ha entrado en coma, como en las películas?

Debía confiar..., tenía que hacerlo.

Después de vestirse, tomó una respiración profunda y soltó el aire lentamente. Salió de la habitación, bajó las escaleras y se encontró con una familia feliz y sonriente.

Había una señora no tan pasada de edad, se veía joven. Ella se reía mientras su cabello rizado caía a los lados de su cara. Había un señor de pelo totalmente liso a diferencia de la señora, este también sonreía. La pequeña niña que conoció hace pocos minutos, se veía enojada. Y su amigo también sonreía, pero de alguna manera, esa sonrisa era más linda que la de los demás.

Se acercó con lentitud hasta que notaron su presencia. La señora se sorprendió un poco al verlo, se levantó de la mesa y se dirigió a él con una sonrisa. Ya todos tenían la mirada sobre el nuevo chico.

—Tú debes ser Matt. ¿Vienes de España, no? Debió ser difícil para ti aprender inglés.

Matt miró con confusión a Harley, el cual alzó las cejas dando a entender «sigue la corriente».

—Buen día, señora.

—¿Puedes decir algo en español? Mi esposo y yo somos fans del español.

Matt se inclinó un poco para encontrar al señor muy atento a lo que decía.

Y así, los siguientes días fueron igual de pesados. De hecho, lo eran más para Harley que Matt. Porque el menor pensaba en algún plan, mientras que el otro se la pasaba escapando de clases y huyendo de todos. Esa mañana cuando el rubio miraba al menor con intriga, ambos caminaban hacia la escuela.

—¿Estás seguro de que puedo hacer todo eso?

—Claro que sí. Todos lo saben. Vas a natación, básquet, voleibol, fútbol, ciclismo... y hasta boxeo.

—Eso es increíble. En mi otra vida solo practicaba natación y básquet.

—Bueno, aquí eres el chico perfecto. Eres bueno en todo.

Matt estaba sorprendido, por lo que dio un pequeño salto algo emocionado, era la primera vez que oía una versión tan perfecta de él mismo, y eso le encantaba.

—¡Soy genial en deportes!

—Sí, tonto, se sabe.

Matt entrecerró los ojos y se cruzó de brazos, decidido a interrogarlo.

—¿Y tú practicas algún deporte?

—Sí, el de lavar platos y cocinar.

Matt soltó una pequeña risa y Harley lo miró con la ceja enarcada.

—¿Qué te causa tanta gracia?

—Tu sarcasmo.

—¡Es que es la verdad! No practico ningún deporte.

—Pues deberías.

—¿Qué? Claro que no. Eso no va conmigo.

—¿Por qué no? Tienes talla, un cuerpo en forma, fuerza, altura... ¡también eres guapo!

—¿Acaso me has estado espiando? Eres un acosador.

—Pero eres guapo.

—¡Deja de decir que soy guapo!

—¡Es que lo eres! Y además, lo digo en serio. Estás en forma, te iría muy bien en deportes.

—Olvida eso, Matt, no iré a deportes, no es para mí.

Matt se detuvo, haciendo que Harley también se detuviera y lo observara con atención.

—¿No te gusta?

—Podría, pero...

—¿Pero...?

—Nada, solo no lo haré.

Y siguió caminando.

Su cambio de humor dejó al mayor bastante confundido. ¿Por qué no querer practicar algún deporte? Si era bastante divertido.

Matt dejó el tema y caminó rápido para alcanzarlo. Se dijo que no volvería a mencionar el tema, aunque la intriga no lo dejaría por un buen tiempo.

—Entonces, —dijo una vez que estuvo a su lado— ¿qué otras cosas que no sean deportes sabes hacer?

—Ya te dije, lavar platos y cocinar.

El rubio puso los ojos en blanco.

—Aguafiestas.

Se quedó varios segundos en silencio, hasta que el castaño decidió contestar.

—Los instrumentos.

—¿Eh?

—Sé tocar algunos instrumentos.

Matt sonrió y le prestó mucha atención.

—¿Cómo cuáles?

—El acordeón, la guitarra, el violín, y sobre todo, el piano.

—Guao, ¿te gusta mucho el piano, no?

—Sí, fue el primer instrumento que aprendí a tocar, junto a mi madre.

—¿En serio? Quisiera oírte.

El castaño abrió los ojos sorprendido y un fuerte calor atacó sus mejillas, o de hecho, casi todo su rostro.

—¿Q-qué?

Matt notó el sonrojo de Harley, lo que le pareció lindo y sonrió discretamente.

—Que quiero oírte tocar el piano.

—Pero...

—Quizá me puedas enseñar un poco y toque contigo.

Definitivamente, este nuevo Matt no tenía comparación con el Matt que Harley conocía. Era... tan diferente... tan nuevo, y carismático. No esperaba que alguien que haya perdido a su familia tuviera esa energía, creía que de hecho, estaría triste y desconsolado.

Aún seguía dudando.

—No lo sé, Matt, es difícil, tienes que tener dedos y manos muy ágiles.

—Soy ágil con mis dedos, Har.

El castaño entrecerró los ojos sonrojado y lo observó. El chico a su lado sonreía pícaramente.

—¿Qué...?

Cuando logró comprender el doble sentido de lo que dijo el mayor, abrió la boca indignado y golpeó su hombro.

—¡Matt!

Este solo reía, divertido por ver la reacción del castaño.

—¿Qué?

—Eres un cochino.

—Pero, dijiste que debía ser ágil con mis dedos y manos, yo dije que sí lo soy.

—Ya cállate. Nos hacemos tarde, debemos avanzar.

—Claro, sargento.

Avanzaron varios pasos más, y cuando el sonrojo desapareció del rostro de Harley, Matt volvió a hablar.

—Lo digo en serio, Harley.

El mencionado frunció el ceño.

—¿A qué te refieres?

—A que quiero oírte tocar el piano.

Hubo un momento de silencio, no tan incómodo. Harley lo meditó, y asintió.

—Lo pensaré.

—Un «lo pensaré» no me basta, Harley.

—Está bien, lo haré, pero no te diré cuando.

Una sonrisa se formó en el rostro del rubio.

Sí, Matt estaba tratando de conocer a Harley, quería hacerse su amigo, no un desconocido que ha prometido ayudarlo. Matt quería formar una buena relación con la persona que lo salvaría, eso era lo correcto, ¿no? Después de todo, hace mucho tiempo no tenía amigos de verdad.

Después de haber caminado unos pasos más, vino el arrepentimiento. Mucho más para Harley.

Todos; literalmente, todos los observaban. Hasta los maestros y el director pasaron sus miradas de pies a cabeza. Unos con el ceño fruncido, otros con la boca abierta, expresando sorpresa ante ellos.

¿Cómo es que el malote había llegado a la escuela con el nerd? ¿Por qué llegaron juntos el bully y su víctima? ¿Por qué el chico perfecto no estaba con su grupo de amigos?

Ambos no se esperaban tanta atención, por lo que Harley comenzó a ponerse nervioso, hasta un poco ansioso.

—C-creo que es mejor que nos separemos por ahora.

—¿Por qué lo haríamos?

—Matt, media escuela nos está mirando. No me siento cómodo.

—¿Estás seguro?

—Matt, no puedo. No me gusta que todos me estén mirando así.

Matt tomó una pequeña respiración después de mirar a su alrededor y encontrarse con un montón de tontos que tenían la boca abierta. Unos segundos después, suspiró. Sus ojos miraron al contrario y entendió lo que sucedía.

—Está bien, ve a tu clase, yo iré a la mía. ¿Nos encontramos en el receso?

—Sí, sí —ajustó su mochila y después de dos segundos de silencio, volvió a mirar al rubio—. Yo lo siento. Es solo que...

Matt sonrió.

—Ey, está bien. Ve a tu clase, nos vemos luego.

Le dio una última mirada y siguió el camino que quedaba por recorrer. Harley metió ligeramente su labio inferior entre sus dientes mientras mordía un poco de el. Lo observó irse y después, siguió su camino.

Al llegar a su clase, se la pasó mirando atento a la pizarra, y por momentos, conversando con Marcos, su amigo. Aún había adolescentes mirándolo y susurrando entre sí, pero decidió no prestarles atención. Solo los ignoraba, cómo le había dicho Matt. Su día era como cualquier otro.

Por otro lado, Matt se aburrió a los cinco minutos de haber empezado la clase, y ya estaba desesperado para que termine. Su pierna se movía de arriba abajo, pasó su mano por su cabello tantas veces que lo había desordenado. Suspiró tantas veces que ya hasta tenía una pequeña presión en el pecho.

Necesitaba salir de allí, ya no soportaba estar en clase de matemáticas.

Levantó su mano, interrumpiendo lo que estaba explicando el maestro.

—¿Necesita algo, joven Matt?

—Ahm, sí. ¿Me da permiso para ir al baño?

—Claro, pero regrese en menos de tres minutos.

—Sí, sí, se lo aseguro.

Apresurado, salió del salón, y cerró la puerta de este. Al fin fuera, se estiró y sonrió como si hubiera salvado su vida.

Siga esperando mi regreso, profe.

Caminó por los casilleros con las manos en los bolsillos. No escaparía de la escuela, solo se iría a pasear por esta en busca de algo que lo distraiga. Algo que no sea matemáticas. Pasó por la sala donde el equipo de básquetbol jugaba, hasta que llegar a la sala de natación. Observó todo este con nostalgia y un fuerte recuerdo vino a su cabeza.

Extrañaba hacer deportes, extrañaba entrar a una piscina y competir contra otros estudiantes.

La mayoría del tiempo en el que se la pasó en Boston solía practicar natación y básquet, casi toda su vida se había tratado de competir para ganar el primer puesto y una medalla de oro. Solo una vez llegó ha lograr el puesto número dos, y se ganó la medalla de bronce que guardó en uno de sus cajones.

Ese día, estaba muy desconsolado, no fue una competencia justa, y aunque él más que nadie sabía lo que había sucedido antes de competir, nunca lo expresó ni se quejó frente al jurado o con quienes se encargaban del concurso. Solo lo dejó pasar y, desde entonces, en sus pensamientos siempre sería el número dos. El que nunca lograría avanzar. Eso era, el número dos.

Apretando los labios llevó una mano a su hombro y la apretó en este mismo, sintiendo como un pequeño escalofrío mezclado con una sensación de dolor lo recorría.

—Es hora de calentar un poco —se dijo a sí mismo.

Aprovechando el estar solo, se sacó la camisa y los pantalones, quedándose solo en ropa interior. Sin pensarlo mucho se hundió en el agua de un salto, casi arrepintiéndose al instante por lo fría que estaba el agua.

Intentó nadar con lentitud, hasta que poco a poco logró una grata velocidad. Se relajó y se dejó llevar. De alguna manera estar en el agua era hermoso para él, dejarse fluir sobre esta lo hacía sentir tranquilo consigo mismo, hacía que se olvidase de sus problemas al menos por un pequeño tiempo.

Pero estos lo atacaron en el mejor momento.

¿Y si no merecía vivir? ¿Y si no merecía seguir con ese tonto plan? ¿Para qué? ¿Para vivir una vida que no le toca vivir? ¿Para vivir bien cuando en realidad sí era un tonto despreciable que sí merece toda la mierda del futuro? Eso sería injusto, muy injusto. Alguien más se merecía la vida que él buscaba.

No merezco vivir, yo no lo merezco, no, no, no...

No supo cuánto tiempo pasó, solo tomó una profunda respiración y se dejó caer, a lo muy profundo de aquella piscina. No quería pensar en nada en más. Quería dejar de pensar. Quería morir. Quizá solo así estaría tranquilo. Al final, ¿nadie lo extrañaría, no? Absolutamente nadie se acordaría de su existencia.

Ni sus padres, ni hermanos, ni amigos... nadie.

Comenzaba a faltarle el aire, en pocos segundos necesitaría salir a la superficie. Pero al contrario de buscar oxígeno, se quedó al fondo de la piscina, observando la superficie.

Pero, ¿qué hay de...?

De repente, el chico que apenas hace unos días conocía apareció en su mente.

Harley era lindo, se notaba que era una buena persona, y el tan solo hecho de que haya acogido en su casa al chico que le había hecho la vida pedacitos en toda su secundaria, ya decía muchas cosas de él.

¿Acaso a Harley le agradaba al menos un poco Matt? ¿Podía llegar a tratarlo como un amigo... como alguien que nuevo, una persona buena?

"Habré matado a un adolescente esquizofrénico. Pero igual, te ayudaré en cómo pueda."

¿Le importo?

Apenas me conoce, no creo...

Ya no le quedaba oxígeno, y cuando iba a tragar agua, escuchó un extraño ruido, algo o alguien pronto tomó su brazo y lo jaló con fuerza hacia arriba. De repente el oxígeno volvía a sus pulmones con dificultad, y un fuerte dolor atacó a su cerebro.

—¡Matt, por el amor de Dios!

El mencionado comenzó a toser desesperadamente, mientras intentaba hacer que sus pulmones tomaran el suficiente aire que necesitaba. Harley lo sacó por completo y ambos se arrastraron al borde de la piscina.

—¿Estás bien? Matt, respira, respira, por favor, respira...

El rostro del castaño se mostraba sinceramente preocupado, tocaba el pecho del contrario con tanta desesperación que hasta casi se le salían algunas lágrimas, pero las aguantaba en sus ojos.

—¿Estás respirando? Dime si respiras, por favor.

La acción de revisar todos sus signos vitales tan preocupadamente tocó ligeramente el corazón de Matt, pero también lo llenó de algunas dudas.

—Quizá deberías darme respiración boca a boca, bonito —bromeó tosiendo por última vez.

La furia de Harley creció a la par que el calor en sus mejillas. Y se encendieron más cuando notó que el rubio solo contaba con una prenda delgada, que al estar totalmente mojada, se pegaba a la piel sensible de este, haciéndose notar por la casi transparencia de la tela.

—¡Maldito idiota! —se levantó del piso, el cual se humedecía por las gotas de agua que caían por toda su ropa mojada.

Matt se sentó en el piso, sonriendo.

—¿Por qué tanta agresividad, bonito?

—¡¿Y aún lo preguntas?!

—Vamos, no es para tanto, solo tomaba un pequeño baño. Y, ya estaba pensando en salir.

—¿Un pequeño baño? ¡Creí que saldrías pronto del agua, pero estabas todo tieso al fondo de la piscina! ¡¿Qué querías que pensara?!

En todo momento en el que gritaba sonrojado y furioso, trató de no bajar la mirada hacia la piel desnuda del mayor. Fue una lucha inigualable. Y para no pelear más contra sus impulsos, caminó apresurado toda la orilla de la piscina para tomar la ropa de Matt y volver con ella. Se la tiró con desprecio y lo señaló.

—Vístete, idiota.

—¿Te importo? —preguntó de repente.

Los ojos de Matt buscaban los del castaño con curiosidad, con mucha intriga. ¿Acaso alguien al fin se preocupó por él? ¿Había un mínimo sentimiento de preocupación en Harley hacia Matt?

O simplemente, el pequeño intelecto de Harley había entrado en crisis al estar en una situación así.

—¿A qué viene eso?

—Tú luces tan... tu mirada, estabas desesperado porque yo respirara.

—Cualquiera se pondría así al ver a alguien ahogándose, Matt.

—No lo creo.

—Que sí.

—No, estabas a punto de llorar.

—¿Q-qué? —se puso más rojo—. Eso no es cierto.

Matt se levantó, sosteniendo su ropa en una mano. No dudó al acercarse al castaño que temblaba del frío... y por algo más que el mayor le causaba. Estaba acercándose mucho. Demasiado. El corazón del menor se aceleraba y su sangre corría con rapidez.

¿Qué carajos me pasa?, se preguntó a sí mismo.

—Lo es, estabas tratando de no llorar.

—¡Dije que no es cierto, cierra la boca! —Matt se acercó más, mirándolo a los ojos, con esa misma intriga que ponía nervioso a Harley—. ¡¿Quieres dejar de acercarte tanto?! T-tú...

—¿Qué pasa? —aunque pareciera imposible, no lo preguntó con picardía, seguía con la interrogación sobre su importancia—. Solo quiero saber...

—Desde que llegué aquí no has dejado de decir tonterías —se calmó, aún a la defensiva—. Es hora de irnos a casa. Vístete, Matt.

Irnos a casa...

Esas cortas y simples palabras comenzaban a significar algo lindo para Matt. Y es que, habían pasado varios días juntos en los que tenían atención el uno al otro, hablaban todo el día, bromeaban, y reían cuando estaban solos.

¿Cómo es posible en tan poco tiempo? Bueno, hay pocas veces en las que logras conectar con alguien desde el primer momento. Esa era la situación entre ellos.

Ya somos amigos, yo le importo, tengo un amigo.

El nuevo sentimiento que recorría todo el pecho de Matt era nuevo, era extrañamente bonito. Se sentía bien.

—¿Qué hay de ti? Estás todo mojado.

—No importa, solo vístete, yo estaré bien.

—Pero no-

—Matt, solo hazlo, ¿sí?

Harley se abrazó a sí mismo y se alejó de él, dándole su espacio para que se vistiera sin problemas. Cuando Matt terminó, ambos salieron de la sala. El mayor casi seco y el menor totalmente mojado, temblando del frío.

Se sintió mal, la culpa hizo que se detuviera y se quitara la chaqueta que traía. Harley de detuvo a mirarlo, sus labios comenzaban a tornarse morados por el frío que comenzaba hacer.

—¿Qué haces?

Matt no dijo ni una sola palabra, solo cubrió la espalda del contrario con la prenda y levantó el cierre segundos después.

—Es mejor antes de que tomes un resfriado, Har.

Harley no dijo nada, solo asintió con una ligera sonrisa en muestra de agradecimiento.

Y así, ambos escaparon de la escuela sin ser vistos. El regreso a casa tuvo un silencio para nada incómodo, era algo... nuevo. Ambos estaban cómodos con la compañía del otro.

Esa sensación fue tan nueva para Matt, que no dejaba de disimular sonrisas en su casi sonrojado rostro. Era la primera vez en toda su vida que se sentía así. Era nuevo y lindo. Y sí, se ilusionó demasiado con tenerlo como su amigo, así como lo hizo con sus anteriores compañeros de escuela.

Tengo un nuevo amigo, un nuevo amigo.

Y haría de todo para mantenerlo a su lado, no perdería a su nuevo amigo, no lo haría. Era uno de los casi inexistentes amigos reales que alguna vez tuvo, eso lo conmovió en su casi destruido corazón.

Por otro lado, Harley le echaba pequeñas miradas de curiosidad a Matt. ¿En qué era lo que pensaba ese chico? ¿Qué cosas se le pasaban por la cabeza? ¿Acaso ya había perdido totalmente la cabeza?

Nunca en toda su corta vida había conocido a alguien que fuera capaz de algo como lo que había visto. No conocía mucho a Matt, bueno, no al nuevo Matt.

Es que era tan diferente a lo que acostumbraba a ver... definitivamente él estaba dispuesto a irse del mundo, hasta él mismo causaría su muerte. Pero esa idea vaga no le agradaba. No quería que Matt se fuese así del mundo. Él... merecía vivir.

Pero Matt se iría pronto, el plan era que él dejaría de vivir en tres meses para volver a su vida.

No, no puedo encariñarme con él, de todos modos tendrá que morir en tres meses.

De pronto, una pequeña sensación de tristeza le tocó el pecho. ¿Qué hay de la familia de Harley en esta vida? Ellos... ellos sí sienten amor hacia él. Y él sería el que ayudaría a que Matt desapareciera. No era justo. No para ellos. Si él ayudaba en eso estaría arrebatándolo de las personas que sí lo quieren. ¿Acaso eso no era egoísta? La culpa lo mataría después de cometer un acto así.

Le comenzó a doler el pecho, la tristeza comenzaba a tocarlo con fuerza. No lo había pensado en ese modo y, probablemente, Matt tampoco.

Él no podía cometer eso. No estaba dispuesto a ello.

Entraron a casa en silencio, con cuidado de despertar a la hermana de Harley, quien siempre dormía. Una vez en la habitación, ambos se desvistieron y se dieron una ducha, turnándose respectivamente. Matt notó que a cada momento que pasaba, Harley daba un estornudo más fuerte que el anterior. Estaba resfriándose. No estaba acostumbrado al agua de ese modo.

Harley abrió una libreta y empezó a escribir. Matt tras de él, se preocupó por su aspecto.

—Deberías descansar, puedes dejar la tarea para otro día.

—Estas clases son importantes para mí, Matt.

—Pero estás resfriado.

—No lo estoy, solo échate a dormir tú.

—Harley, por favor... —se acercó más a él y al tocar su cuello, se alarmó. Este estaba caliente—. Harley, estás hirviendo en fiebre.

—No es nada, ya se me pasará.

—Dios, ¿por qué eres tan terco?

—¿Y tú por qué eres tan insistente?

—Porque estoy preocupado por ti. Hazme caso y échate a la cama.

—Yo no...

No lo dejó continuar y lo tomó del brazo, jaló de este haciendo que se levante de la silla en la que estaba sentado, y se inclinó.

—Matt, ¿qué estás...?

El mencionado no respondió, solo puso una mano detrás de sus rodillas y lo levantó entre sus brazos. Harley no era pesado y Matt hacía ejercicio.

—¡Idiota, bájame!

Lo dejó sobre la cama y se tomó la molestia de taparlo con las sábanas.

—Quédate aquí, ya regreso —mencionó y salió de la habitación.

Harley se cruzó de brazos, observando el techo. ¿Por qué era tan bueno con él de repente?

Pocos minutos después, Matt volvió con una olla de agua fría y una media dentro de esta.

—¿Qué estás tratando de hacer?

—Cuidarte.

—No necesito de cuidados, Matt, no soy un niño.

—Pero si un viejito que tiene las defensas bajas.

—Ugh, ya déjame —puso los ojos en blanco.

Matt sonrió, caminó hacia la mesa del castaño y jaló la silla para sentarse en ella al lado de la cama. Metió sus manos en la olla mojando por completo la media, la sacó y la exprimió. Con cuidado la colocó en la frente de Harley, quien lo observaba con atención y en silencio.

—Esto ayudará a bajar la fiebre, ahora tienes que descansar.

—Gracias...

—No es nada, me sacaste de esa piscina, y la culpa por que te enfermes me estaba matando, así que, esto es lo mejor que puedo hacer por ti.

—Es muy lindo, Matt —admitió—. ¿Puedo... preguntarte algo?

—Dime.

Harley acomodó su espalda en la cabecera de su cama y formuló lo que preguntaría en su mente antes de hacerlo.

—¿Por qué lo hiciste? ¿Por qué... llevabas tanto tiempo bajo el agua y no salías?

El semblante de Matt cambió a uno serio y evitó mirar a Harley.

—Eso no importa.

—Matt —anunció, mirándolo fijamente en busca de una respuesta.

Suspiró y correspondió los ojos que lo buscaban.

—La estaba pasando mal. Recordé algo y, solo me dejé llevar.

—¿Querías suicidarte?

—Quería entrar en paz.

—Matt, sabes que esa no era la manera, tú... ¿Qué hay de nuestro plan? Aún no podemos hacer... eso.

—Solo creí que no merecía esta tonta oportunidad, ¿lo entiendes? ¿Por qué darme otra oportunidad si soy basura? No merezco ninguna otra oportunidad, yo debería estar viviendo la misma vida de mierda en el futuro. Quizá sí merezco eso.

—Matt, no es así.

—Claro que lo es, yo no debería estar aquí.

—Matt, sí mereces una oportunidad. Claro que la mereces, tú no eres ninguna mierda. Olvídate de eso.

—No necesito que seas mi psicólogo, Harley.

—No lo soy, pero lo que te digo es verdad.

—¿La verdad? ¿Por qué yo merezco vivir, entonces?

Harley suspiró y lo miró a los ojos cuando dijo:

—Eres una buena persona, linda y... algo única. Apenas y conozco a este nuevo tú hace unos días, y sigo sin poder asimilar lo tan... diferente que eres.

—¿Diferente?

—Sí. Tan diferente al idiota que era el Matt que yo conocía.

—Harley, no tienes que-

—El Matt que yo conocía podía hacerme la vida imposible, me fastidiaba, me golpeaba, hacía que yo quisiera desaparecer del mundo. Ni siquiera podía tener algún amigo porque lo ponía en mi contra para joderme cada vez más.

—Yo lo siento, yo no...

—Entonces apareciste ese día, ofreciéndome dinero por la tarea.

—Es que era lo más justo.

—Exacto, y Matt nunca me hubiera dado dinero a cambio de algo. Jamás. Luego me protegiste de tus amigos... nunca lo habías hecho. Me llevaste a la sala de la piscina y, entonces, dijiste que venías del futuro.

Ambos comenzaron a reír. Harley continuó.

—Creí que estabas drogado, pero has seguido con esto ya varios días... y sigo pensando que sufres de alguna enfermedad que te hace delirar.

—Oye, yo estoy bien, te digo la verdad.

—Eso trato de creer, pero es algo difícil.

—Harley —advirtió.

—El punto es que, tú no eres ese chico, ya no. Matt, eres una nueva persona, un amigo.

Se quedaron en silencio, observándose el uno al otro. Matt lo pensó y, una extraña sensación, la misma que había sentido cuando Harley lo rescató, se apoderó de su pecho.

—¿Soy tu amigo? —preguntó con cuidado.

—Eso creo.

—Gracias, Harley.

—¿Por ser tu amigo?

—Por todo. Gracias por todo, Harley.

El castaño quería hablar sobre lo que creía con acabar con la vida del rubio. Quería decirle a Matt que él no podría con tanto. No podría hacerle algo así a la familia de su amigo.

—Matt, yo...

—Descansa, Har, debes estar cansado.

—Pero apenas y ha comenzado la tarde.

—Estás con fiebre, —quitó la media un poco tibia por la temperatura de Harley, volvió a remojarla en agua fría, la exprimió, y la colocó nuevamente en la frente del contrario— dormirás y por la noche seguirás con sueño.

—Probablemente, pero Matt, tengo que hablar contigo sobre el plan. Estuve pensando y...

Se detuvo un momento. Matt parecía ilusionado con eso de volver a casa, él creía que el castaño le podría salvar la vida. Entonces, Harley se oprimió. No podía hacerle eso a su amigo. Quizá, debía hacer un sacrifico, por más que le afectara. Matt no pertenecía allí y, él debía ayudarlo.

—Según mis cálculos y algo de lógica, cuando vuelvas a tu vida, hay posibilidades de que seas un recién nacido —dijo casi dudando.

—¿Un bebé? ¿Volveré a nacer?

—Exacto.

—Pero, yo morí en el accidente de auto, ¿no se supone que debo regresar a ese momento cuando muera aquí?

—Las probabilidades de que eso pase son una de diez, Matt.

—¿Y las otra nueve?

—Vuelves a nacer y... olvidas todo lo que viviste aquí.

—¿Lo olvidaré todo?

—Sí. La reencarnación significa que tu alma renace después de la muerte, en otro cuerpo humano, y todas las memorias que alguna vez tuviste, desaparecen.

—Pero, yo no quiero olvidar nada.

—Será un sacrificio que tendrás que hacer si quieres volver.

Matt suspiró.

—Dios, Harley, esto es muy difícil.

—Lo sé. Y en vez de descansar, deberíamos estar arreglando las cosas malas que hiciste en esta vida y hacer algunas buenas. Recuerda que solo tenemos tres meses. La cuenta regresiva ya comenzó.

—Lo sé, lo sé —repitió, pasando la mano en su cabello, despeinándolo. Estaba abrumado—. ¿Cómo podemos comenzar? ¿Con qué en primer lugar?

—No lo sé... ¿Cuál es el primer error que ha cometido el Matt anterior?

Divagó confuso. Su cerebro lo llevó al primer momento que pasó en esa vida. Fue cuando despertó en aquella habitación, sudando bastante agitado. Cuando bajó las escaleras y se encontró con su nueva vieja familia.

Sus hermanos.

Recordó la actitud del mayor, lucía desafiante frente a él, lo miraba con burla y parecía que no le caía muy bien su propio hermano.

En la línea original, antes de que el nuevo Matt apareciera, las características de Frank, su hermano mayor, eran bastante sencillas, y para el Matt de esa época, tontas.

Frank siempre intentaba imitar a su hermano menor. Al intermedio de los tres. A Matt. Frank no era una persona definida, fingía su personalidad para parecerse a su hermano. Digamos que para que el mayor pueda ser cool, tenía que ser igual al menor. Eso era lo que él creía.

El Matt de esa época era rebelde, fuerte, audaz y temido por todos en la escuela y, Frank admiraba eso, por ello, quería ser como él. Mejor que él. Quería superarlo.

Pero para hacerlo, tenía que tratarlo como lo que era: su hermano mayor y el que tiene el control cuando quiere. Aunque Frank no era ese tipo de persona. No lo era en sí, pero siempre creyó que ser un mejor «chico malo» que su hermano y superarlo en eso, lo haría verse cool, y ser respetado. Y aunque ya había ganado respeto, no se sentía muy bien, porque solo había logrado meterse en problemas y ser lastimado.

Las chicas lo seguían, pero no porque alguna de ellas esté verdaderamente enamorada de él, solo querían algo de fama y estar al lado del popular de la escuela, ya que eso las haría parecer cool.

Sí, incluso los estereotipos de los ochenta eran una mierda.

El menor de los tres hermanos, Oliver, se sentía un poco solo por ser el «raro» entre sus hermanos y por casi no encajar. La sociedad siempre rechazaba la rareza, y Oliver no era la excepción.

Sus únicos dos amigos que lo habían acompañado durante primer grado lo admiraban y querían, pero los demás no eran así con él. El estar solo y no tener la atención de tu familia no era lindo. No si Oliver era tan diferente a ellos. Tan diferente a sus hermanos.

Oliver era la versión del futuro de Matt, eso era obvio.

—¿Y bien? —la voz de Harley trajo de vuelta a la realidad a Matt.

—Comencemos con mis hermanos.

—Perfecto, los problemas vienen de casa. ¿Con cuál de los dos?

—Frank, primero con él.

—Okey, ¿cuál es el plan?

—No lo sé. Creo... que tengo que conocerlo primero, saber cuáles son las cosas que alguna vez lo dañaron, y arreglarlo.

—Una de esas cosas eres tú, Matt, lo sabes.

—Pero no sé que hice.

—Mhm... no sueles respetarlos, creo que siempre te creíste superior a ellos, en especial a Frank.

—Está en esta secundaria, ¿sabes en qué es bueno? Si está inscrito en algo, o cosas así.

—Está entre los de natación.

—¿Natación?

—Sí. Natación y básquet. Es uno de los mejores, casi como tú.

—¿Casi cómo yo?

—Sí. El año pasado competieron al mismo tiempo en las Olimpiadas. Recuerdo que todos hablaban sobre lo mucho que entrenaba, a diferencia de ti, que tú te la pasabas relajado, sin entrenar casi nunca. Pero cuando llegó el día de la competencia, todos se quedaron con la boca abierta.

La intriga comenzaba a apoderarse de Matt. Quien interrogó segundos después.

—¿Quién ganó?

—Llegaron a las finales, ustedes dos y uno más que no conozco. Todos hablaban sobre lo impresionante que era la competencia. El que tanto se había matado entrenando durante meses estaba sufriendo, mientras que el tonto egocéntrico la estaba pasando bien. ¿Y el otro? Pues, ya estaba perdido. Hicieron una ronda más, el chico quedó en tercer lugar, tú en el primero, y.... Frank en el segundo.

—Pero... el segundo puesto no fue tan malo para él, ¿no?

—Oh, créeme que lo fue. Uno de sus amigos estuvo diciendo en público que él se había encerrado en su propio círculo, no salía de casa, ni siquiera para entrenar. Le afectó tanto que estuvo a punto de rendirse. Para él, el ser el número dos era peor que ser el número tres. Era... algo que lograba matarlo por dentro. Tanto esfuerzo por nada.

Increíble, sus hermanos eran una mezcla de la versión del futuro de él mismo.

¿Esto es el karma, no? Todo el sufrimiento que le causó a sus hermanos en su vida pasada lo experimentaba en su siguiente vida.

Y era justo, eso era lo justo. Estaba pagando lo que su yo del pasado hizo alguna vez.

—¿A qué te refieres con rendirse?

—Quiso salir de los deportes en los que entró. Pero sus padres y amigos lo convencieron de que no. O al menos eso contó uno de ellos. Sus padres trataron de convencerlo por amor y pena, y sus amigos, por conveniencia.

—Es igual a mí...

—Pues sí, Matt. Esto es el karma, todo vuelve.

—Quisiera decirle que lo lamento, eres no era yo.

—Y puedes decírselo, aún es tiempo.

—¿Qué hice después de ganar la competencia?

—Te quedaste con la chica, la atención de todos y te burlaste de él.

Algo dicho confundió a Matt. ¿Acaso también separaba a parejas?

—¿Me quedé con la chica? ¿Su chica?

—Así es. Por lo que sé, ellos habían salido juntos alrededor de un año, pero llegaste tú... la chica te dio atención, más de la que debida, y entonces, el día del campeonato cuando ganaste ella se fue contigo, mientras que Frank había entrado en crisis. Él perdió todo.

—Dios, esto es demasiado. ¿Cómo... cómo puede alguien ser capaz de algo así? A su propio hermano, Harley, su propio hermano. No es justo, no lo es.

—Lo sé, Matt...

La mirada del castaño se compadeció de ver a un chico encerrado en sus pensamientos. Colocó su mano tibia sobre la del rubio, la cual estaba fría, y habló con voz suave.

—Lo arreglaremos, Matt, demostraremos que no eres un chico malo. Tranquilo, estoy contigo.

Matt levantó la mirada, encontrándose con la de su amigo. ¿Por qué de repente se le hacía más dulce? Quizá porque sí lo era. Harley era dulce, muy dulce, solo que todos no lo notaban, o simplemente no se daban el tiempo de observar la linda persona que era. ¿Por qué las cosas más lindas creadas son ignoradas mientras que las estúpidas recibían toda la atención?

—Eres una máquina del chisme —bromeó.

—¿De qué hablas?

—Vamos, te sabías toda la historia.

—¡Pero era lo que la gente decía! ¡¿Cómo se supone que no lo escuchara si estaba en la boca de todos?!

El sonido de la risa de Matt que pronto se hacía melodioso para Harley se hizo presente. Se le hacía gracioso la manera en la que su amigo trataba de tapar su afán por escuchar los chismes.

—Claro, te creo, bonito —admitió sonriendo.

—Deja de llamarme así.

—Pero lo eres. Bonito.

—Ajá.

Sus vidas estaban a punto de tomar un sentido contrario. Ambos desconocían lo peligroso que sería cambiar la historia de tantas personas. Sus futuros eran destinados, pero quizá no tanto como para que dos chicos tontos lo cambiaran todo. Cambiarían vidas ajenas y las propias suyas.

Matt en esta vida sería bueno, las personas que alguna vez conoció pronto serían tratadas correctamente, y Harley... el futuro de Harley era tan incierto como lo que comenzaba a sentir. Probablemente, sería feliz.

O Matt, sin saberlo, lo destruiría. 

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