Capítulo III

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Advertencias: Omegaverse, parejas secundarias, historia cliché, drama y angst

La última vez que Hoseok vio a su hermana, fue cuando tenía seis años y los dos vivían en la triste y deprimente casa con su padre borracho, que todas las noches solía llegar a golpear a alguien.

Normalmente, Hoseok se ponía a defender a Jiwoo, de entonces quince años, y se llevaba gran parte de los golpes.

Pero al pequeño omega no le importaba para nada, porque Jiwoo era su linda hermanita que nadie debía tocar. La única en ese mundo que lo protegía y le sonreía todavía con cariño. Ese fue el único cariño que Hoseok conocía, así que lo debía cuidar totalmente, a pesar de que muchas veces Jiwoo le gritara que por su culpa se quedaron sin mamá, que por él estaban en esa situación.

Hoseok siempre le perdonaba todo lo que le gritaba cuando las cosas iban mal, porque creía que Jiwoo no lo decía en serio. Le perdonaba todo, pues Jiwoo a veces le llevaba comida, le daba una caricia en el cabello, y se sentía querido con esos simples gestos.

Sin embargo, Jiwoo un día llegó saltando, diciendo que le ofrecieron un puesto de trabajo en una fábrica, y que debía irse de ese lugar. Hoseok lloró, gritó e hizo un berrinche diciendo que no quería que se fuera, pero no sirvió de nada.

Jiwoo hizo sus maletas cuando su padre no estaba, y Hoseok la dejó ir bajo la promesa de que ella volvería por él y tendrían la vida que siempre quisieron.

Por supuesto, Jiwoo nunca volvió. Pero Hoseok lo entendió siete años después, cuando su padre lo hecho de la casa, y no tuvo a nadie más en el mundo.

Jiwoo se marchó para siempre y nunca volvería por él.

Porque, ¿quién querría hacerse cargo de un patético omega hombre?

Jimin gimoteaba en sus brazos, sin comprender un poco el estado de shock en el que estaba su mami luego de volver a casa y echarse sobre el sillón. Sin embargo, Hoseok se limitó a apretarlo más, buscando aferrarse a algo desesperadamente.

Ver a Jiwoo hizo que algo dentro de él se removiera. Ese pasado que creía enterrado estaba saliendo a flote otra vez, y no quería eso. Cualquier cosa menos eso.

Y haber escuchado a Jiwoo decir que era prometida de Yoongi hizo que un dolor sordo se instalara en su pecho, como si algo lo hubiera atravesado, lo hubiera roto por completo.

No sabía por qué se sentía así, considerando que no quería casarse con Yoongi, considerando que ellos no eran nada. Considerando que apenas lo conocía.

Pero Yoongi lo trató tan bien, lo miraba con tanto cariño, que Hoseok no podía evitar querer ansiar un poco más de eso. Buscar un poco más de ternura.

—¿Mami? —miró a Jimin, que hacía un puchero—. No tiste. Favo.

—¡No estoy triste! —mintió, comenzando a darle besos en sus regordetas mejillas—. Es sólo que me entró algo en el ojo.

Jimin lo miró con expresión de no creerle nada, sin embargo, no dijo algo tampoco, sólo ocultó su rostro en el cuello del omega.

Hoseok sabía que su bebé iba a ser un omega, como él. No era necesario hacerle exámenes para que se le dijeran, se notaba en su forma de comportarse, en la manera en que todo el mundo alrededor de él actuaba. El sólo hecho de que Jungkook y Taehyung le prestaran más atención de la debida decía ya lo que era.

Unos minutos después, tocaron a la puerta trasera, en la cocina.

Hoseok se hizo bolita, tratando de ignorar los ruidos que volvieron a resonar. Ver a Yoongi en ese momento no era lo mejor, porque se sentía triste, asustado, y cuando se sentía así, solía buscar cariño en todas partes.

Pero la puerta no dejaba de ser tocada.

E incluso podía oír a Yoongi hablando, pidiéndole que abriera la puerta y haciéndolo sentir mal.

Nunca un alfa le pidió algo. Siempre eran órdenes, gritos, exigencias.

Jimin apretó sus manitos.

—¡Papi! —gritó, impaciente.

Hoseok lo miró.

—Yoongi no es tu papi —le dijo suavemente.

Pero Jimin negó con la cabeza, terco, molesto, y Hoseok suspiró, poniéndose de pie. Lo sentó en el sillón, diciéndole que se quedara allí, antes de ir a la cocina a abrirle a Yoongi y así hablar con él.

El alfa lo miró con alivio.

—¿No estás enojado, Hobi? —le dijo, preocupado.

—Yo... ¿qué? —Hoseok parpadeó, confundido repentinamente.

Yoongi dio un paso, acercándose, pero por primera vez desde que se conocían, el omega no retrocedió.

—Por Jiwoo —Yoongi lo observó—. No sabía que ella era tu hermana.

La mano del menor tembló un momento mientras pensaba en la chica, en las horribles palabras que le dijo para herirlo, en su mirada llena de desprecio dirigida hacia él y Jimin. Queriendo fingir que no lo conocía.

Los omegas solían tener vidas difíciles normalmente si no tenían la compañía de algún tutor o amigo alfa. Sin embargo, quienes la pasaban peor eran los hombres omegas, a quienes se les consideraba lo peor de lo peor, lo más bajo, seres despreciables que sólo pensaban en sexo.

Hoseok tuvo un poco de suerte en su vida, aunque aun así el resto lo despreciaba por ello.

—No hay nada que perdonar —respondió Hoseok, sonriendo tensamente—. Es sólo que... me agarró desprevenido que fuera tu prometida.

Yoongi ladeó la cabeza, sin dejar de observarlo con esa intensa mirada, su labio inferior sobresaliendo un poco en un extraño puchero, y tuvo el loco pensamiento de querer darle una pequeña mordida.

—No estamos comprometidos —contestó, suspirando—. Mis papás quieren que me case con ella, Jiwoo ha sido la asistente de mamá desde hace cinco años y cree que casándome con ella lograré manejar mejor la empresa que poseen —Yoongi dio otro paso—. Ella no me interesa. Me gustas tú.

Ahí, otra vez. Diciendo esas cosas con total convicción, como si él se sintiera cómodo con eso, como si no hubiera un bebé entre ellos impidiendo una relación más allá.

—Jiwoo es linda, yo no soy nada a su lado —trató de convencer Hoseok.

Los ojos de Yoongi se oscurecieron.

—Tú lo eres todo para mí.

Un escalofrío recorrió toda la espina dorsal de Hoseok, y su omega interior soltó un chillido de emoción ante sus palabras. Nunca nadie le dijo algo tan intenso antes, por lo que aquella declaración caló hondo en su interior.

—No digas eso —susurró Hoseok, sintiendo sus mejillas ruborizadas.

—Me gustas tú —repitió Yoongi, inclinándose un poco—. Todos los otros omegas pueden irse a la mierda si te tengo a ti, Jung Hoseok.

Ahora no sólo sus mejillas estaban coloreadas de rojo, sino todo su rostro, su cuerpo entero, y quiso por un momento acurrucarse al lado de Yoongi, ocultar su cara en su cuello como hacía Jimin con él, y quedarse allí por siempre.

—Tengo un bebé —dijo en voz baja.

Yoongi humedeció sus labios.

—No me importa —respondió como si nada—. ChimChim quiere un padre. Yo lo seré.

Hoseok jadeó, demasiado sorprendido, para luego negar con la cabeza. ¿Qué era lo que estaba diciendo Yoongi? Eso era imposible, estaba prohibido.

—No puedes hacerlo —susurró con rapidez—, está establecido que...

—Si así te hago feliz, lo aceptaré —Yoongi, de pronto, lo tomó de la cintura y lo atrajo a su cuerpo, oyendo su respiración acelerada—. Quiero hacerte feliz. Es lo único que quiero.

Se observaron a centímetros de distancia, sus respiraciones mezclándose, y Yoongi se inclinó un poco más, mientras los párpados de Hoseok comenzaban a cerrarse.

—¿Mami?

Se alejó bruscamente.

Yoongi hizo una pequeña mueca, comprendiendo el repentino empuje, sin hacer nada. En tanto, Hoseok se se giró hacia la puerta de la cocina donde un tambaleante Jimin se asomó. El infantil rostro del niño se iluminó al ver a Yoongi apoyado en la barra de la cocina.

—¡Papi! —chilló, dando otro paso.

Antes de que el niño siguiera avanzando, Hoseok lo tomó en brazos.

—Debes irte, Yoongi —le dijo.

—¡No! —Jimin se retorció, repentinamente disgustado—. ¡No quelo! —extendió una manito hacia Yoongi, desesperado—. ¡Mami!

El alfa miró al niño con lástima.

—Vendré a verte mañana, ChimChim —le dijo Yoongi.

—¡No! —Jimin rompió a llorar—. ¡Papi! ¡Papi!

Hoseok miró a Yoongi con una muda súplica, y sin decir nada más, el alfa se marchó pronto de allí, mientras el niño lloraba sin control ahora.

—ChimChim, por favor, tranquilo —murmuró Hoseok, levantando una mano para acariciar la mejilla del bebé, pero Jimin la manoteó con los ojos llenos de lágrimas.

—¡No, no! —gimió el niño pataleando—. ¡Quelo a papi!

—¡Yoongi no es tu padre, Park Jimin!

—¡Shi! —Jimin lloriqueó, mirándolo ahora—. ¡Te odo! ¡Te odo!

El corazón de Hoseok se quebró.

—¿Qué pasó, entonces?

Yoongi soltó un suspiro mientras soltaba el humo del cigarrillo de sus pulmones, negando con la cabeza. Namjoon enarcó una ceja.

—Al parecer, la omega con la que mi madre quiere casarme es hermana de Hoseok —gruñó en voz baja antes de dar una nueva calada—. Pero eso no es lo peor. Jimin ha decidido que soy su padre, Hoseok está vuelto loco, y no contesta mis llamadas ni mensajes.

Namjoon se apoyó en el barandal a su lado, bufando por las palabras que le dijo su amigo.

—¿Y?

Yoongi apretó sus labios un momento.

—Tal vez Jin tiene razón —dijo amargamente—. Tal vez debería dejar a Hoseok en paz, olvidarlo, y buscar otro omega menos complicado. Mierda, no somos algo todavía, pero mira todos los problemas que ya tengo —en ese momento, su móvil comenzó a sonar, y miró el número con una mueca—. Mamá no ha dejado de llamarme desde que Jiwoo se marchó.

Namjoon cortó la llamada, dejando el móvil a un lado, antes de prender el cigarrillo que el alfa le ofreció momentos antes. No dijo nada por varios segundos, pareciendo meditar bastante su respuesta. Lo que menos deseaba en ese momento era decir algo fuera de lugar.

—A Hoseok le gustas —declaró de pronto, tranquilo.

Yoongi dejó salir una carcajada burlona.

—Por favor, lo único que ha hecho es rechazarme cada vez que me acercó —respondió, sin mostrar un poco lo dolido que se sentía por eso.

—Aceptó trabajar para ti —recordó Namjoon.

—Tiene un hijo, aceptaría trabajar en todo —replicó el alfa.

—No —Namjoon sacudió la cabeza—. Si no le gustaras, no habría aceptado meterse en la casa de un alfa que podría aprovecharse de él en cualquier momento.

—No me aprovecharía de él —Yoongi apretó sus manos en puños.

—Claro que no —el beta hizo un gesto despreocupado—. Por eso es por lo que Hoseok no ha renunciado. Si realmente te odiara, no hablaría un poco contigo.

El alfa soltó un bufido, ignorando el nuevo llamado de su madre, y apagó el cigarrillo contra la baranda, pensativo.

—En ese caso, ¿qué debería hacer? —Yoongi hizo una mueca—. Sabes bien que no soy de perseguir las cosas. Me gusta Hoseok, sí, pero también sé cuándo rendirme.

—Oh, relájate un poco —Namjoon lo miró con una pequeña sonrisa—. Te ves demasiado tenso y tienes un aspecto horrible. Así no lograrás enamorar a nadie.

Yoongi lo miró de forma grosera, mostrándole su dedo medio sin disimular un poco su molestia por el comentario del beta.

—Ojalá Jin no te dé la pasada en mucho tiempo —gruñó, tomando su móvil.

—¡No te pases, viejo!

Miró el número, poniendo ahora una expresión sorprendida, pero antes de que Namjoon pudiera hacer alguna pregunta, respondió a la llamada.

—¿Hobi? ¿Qué ocurre?

Namjoon fue lo bastante inteligente para no decir algo, fumando de su cigarrillo en silencio.

Al otro lado de la línea hubo un pequeño silencio que duró unos segundos. Iba a volver a hablar cuando la temblorosa voz del omega sonó:

—Yoongi... —era un susurro quedo, bajito. Podía notar su tono quebrado—. ¿Po-podrías... venir, por favor...? —el omega sollozó—. Ji-Jimin está...

No lo dejó terminar.

—Estoy en dos minutos allá.

Cortó la llamada.

—Sabes dónde está la salida —le dijo a Namjoon, girándose.

—¡Qué encantador, Yoongi! —bufó el beta, apagando también su cigarrillo.

Pero Yoongi ignoró por completo sus palabras, preocupado más del pequeño llanto que escuchó al otro lado de la línea que de otra cosa. Se apresuró en salir de su casa por la cocina, cruzando el patio y entrando al de Hoseok, que llevaba un tiempo abandonado. Aun así, seguía teniendo mejor aspecto que el suyo propio.

Tocó la puerta de la cocina, impaciente.

Segundos después, un deplorable Hoseok abrió la puerta.

Sus ojos estaban hinchados y rojos por el llanto, y sorbía por su nariz, conteniendo las ganas de quebrarse.

A pesar de eso, para Yoongi seguía luciendo hermoso.

—¿Qué ocurre, Hobi? —preguntó con suavidad, sin atreverse a entrar al lugar.

Para su total sorpresa, Hoseok se lanzó a sus brazos, arrebujándose a su lado mientras sollozaba en silencio.

—Es... es Jimin —gimió contra su cuello—. M-me o-odia...

—Pero, ¿qué estás diciendo? —Yoongi se alejó un poco, tomándolo por sus bonitas mejillas, y lo observó a los ojos—. Jimin no te odia, eres su mami.

Hoseok sacudió su cabeza, sin querer que Yoongi lo viera en ese estado, pero el alfa lo tenía fuertemente agarrado, y tragó saliva para tratar de calmarse, aunque fuera un poco.

—Él... me lo di-dijo... —tartamudeó, sin soltarlo un poco—. No... no me habla, no quiere nada de mí, me odia —Yoongi le quitó las lágrimas de su rostro, asintiendo—. Por... por favor, Yoongi... ¿pu-puedes... hablar con él?

La expresión del alfa se suavizó ante sus palabras, dichas con total timidez y nerviosismo, para luego asentir, pues quería tranquilizarlo. Hoseok pareció percatarse que lo estuvo abrazando con desespero, por lo que murmuró unas disculpas antes alejar sus manos, pero Yoongi lo único que hizo fue revolverle el cabello y darle un beso suave en la mejilla.

En silencio, Hoseok lo guio al interior de la casa, subiendo al segundo piso con Yoongi detrás. El alfa notó los pasillos vacíos, lo frío que se sentía el ambiente en el hogar, sin embargo, no dijo nada para no hacer sentir avergonzado al chico. Hoseok se detuvo ante una puerta blanca, y la abrió con cuidado.

—ChimChim —la voz de Hoseok sonaba más animada, tratando de disimular su estado—, ¿sigues enojado? No seas así con mami —como respuesta, hubo silencio, y Yoongi enarcó una ceja. El omega suspiró derrotado—. Te traje una sorpresa. Te traje a... papi.

—¿Eeeeeeeeeeeeeeeeeeh?

Yoongi entró al cuarto detrás de Hoseok, sorprendiéndose al encontrar la habitación llena de juguetes, peluches y una cuna, siendo con toda probabilidad el cuarto más decorado de la casa. Y Jimin estaba sentado en una silla pequeña, detrás de una mesa donde dibujaba, con el rostro amurrado, que se iluminó cuando sus ojos se fijaron en Yoongi.

El alfa nunca fue muy bueno con los niños: es más, estaba bastante seguro que los detestaba un poco, con todo su llanto, sus gritos histéricos, sus exigencias para ser felices, sus risas escandalosas. Siempre concibió la idea de que, si llegaba a casarse alguna vez y a tener hijos, él no se haría cargo de ellos en momento alguno. Después de todo, eso era tarea del omega.

Pero Jimin era... era un bebé demasiado encantador para su propio gusto. Con sus ojitos oscuros que desaparecían al momento de sonreír, sus mejillas rechonchas que le daban un aspecto encantador, y su risa dulce y emocionada, no podía evitar sentir cariño por el bebé apenas jugó con él. Y el hecho de que Hoseok fuera su madre, fuera quien lo cuidara, quien lo protegiera, lo hizo sentir más enternecido.

Cualquier otro omega no habría dudado en darle su bebé al nuevo alfa para que lo matara, convencido de que era lo mejor. Hoseok, en cambio, protegía a Jimin de todo lo que le pudiera hacer daño, aunque eso significara condenarse a sí mismo.

—¡Paaaaaaapi! ¡Papi! ¡Papi!

Y que Jimin lo llamara de esa forma, con total convicción, aprobándolo indirectamente para que estuviera con Hoseok, lo hacía sentir más cálido y emocionado. Nunca creyó que llegaría a sentirse de esa forma por un omega y su bebé.

—¿Cómo estás, ChimChim? —le preguntó, caminando hacia la mesa mientras el niño se ponía de pie, estirando sus bracitos. Yoongi no dudó en tomarlo en brazos, causando que se riera y se aferrara a él.

Ben —infló sus mejillas, recostándose en su pecho.

No hacía falta que dijera más: después de todo, Jimin sólo sabía pronunciar bien algunas palabras, el resto todavía se le hacía difícil de decir.

Yoongi le acarició el cabello negro, volteándose hacia Hoseok en ese momento.

El omega los miraba con un extraño brillo en los ojos.

—Iré a preparar la cena, puedes jugar con ChimChim si quieres, Yoongi —dijo, desviando la vista.

—¡Shi, shi! —el niño aplaudió—. ¡Papi y ñam!

A pesar de haber utilizado sólo tres palabras, estaba claro lo que Jimin quería: que Yoongi se quedara a cenar.

Hoseok pareció querer decir que no por un momento, pero luego suspiró y miró al alfa.

—No te importaría, ¿cierto? —le preguntó con aspecto cansado.

—No —Jimin se rió cuando Yoongi le apretó la mejilla—. Por mí está bien.

El omega se limitó a asentir, marchándose del cuarto con un dolor en el pecho debido a la escena que presenció entre Yoongi y Jimin.

Su antiguo alfa no se comportó, en los breves meses que estuvo con Jimin de esa forma, como un padre orgulloso y contento de pasar tiempo con su hijo. Tenía claro, por supuesto que de haber estado todavía presente, tampoco habría tomado en cuenta mucho a Jimin. Hoseok siempre deseo, en lo profundo de su corazón, que Jimin tuviera una figura paterna a quien admirar, a quien tener como ejemplo. Que tuviera lo que él jamás tuvo.

Mierda, estaba agotado de eso. No de ChimChim, pero sí de todos los problemas que tuvo en menos de una semana.

Mientras Hoseok se ponía a cocinar la cena, en la habitación de Jimin el niño le estaba mostrando todos sus juguetes a Yoongi, sin pasárselos porque el alfa notó que el pequeño mocoso era un egoísta de primera cuando se trataba de sus cosas.

—Oye, Jimin —llamó su atención, y el niño levantó la cabeza, sin dejar de sonreír—. Necesito pedirte un pequeño favor.

El mocoso lo miró inquisitivo, preguntándole que era lo que necesitaba, y Yoongi le pellizcó la mejilla.

—Tienes que ayudarme con tu mami —le dijo—, quiero casarme con él.

Jimin puso una expresión de sorpresa, dejando el juguete de lado, para luego fruncir los labios.

—¡No! —chilló—. ¡Mami mía!

Yoongi parpadeó.

—¡No seas egoísta! —reclamó, antes de pensarlo un poco.

Ay, carajo, ¿realmente le dijo eso? ¿Realmente acababa de actuar como un niño de cinco años? ¡Pero no era justo! Jimin estaba actuando de forma infantil.

—¡Mami mía! —insistió el mocoso, cruzándose de brazos.

El alfa soltó un resoplido.

—¡Soy tu papi, puedo hacer lo que quiera! —respondió, y quiso volver a golpearse por lo que dijo.

¿Qué le estaba pasando? ¿Por qué estaba discutiendo eso con Jimin? ¿Es qué acaso perdió la cabeza?

Jimin se puso de pie.

—¡Papi feo! ¡Feeeeeeeeeeeeeeo! —Jimin hizo amago de pegarle en la pierna, pero Yoongi puso una mano en su cabello y lo detuvo—. ¡Mami mía, míaaaaaaa!

—¡Me voy a casar con tu mami y no necesito tu aprobación! —se burló.

Jimin detuvo sus intentos de darle un golpe a Yoongi, y cuando se miraron, el alfa notó que el niño se estaba poniendo rojo por la rabia. Sin embargo, segundos después, el labio del niño tembló.

Oh no, oh no...

Antes de poder decir algo, Jimin rompió a llorar.

Ay, santa Virgen...

—¡No llores!

Por supuesto, eso sólo hizo que Jimin llorara con más fuerza.

Yoongi estaba seguro de que ahora el niño no lo iba a querer más como papá, y todos sus planes de conquistar a Hoseok se habrían ido por el tacho.

Minutos después, Hoseok se apareció y Yoongi podía sentir como algo dentro de él se derretía al verlo con un mandil de flores. El omega contempló la escena, atónito, pero su rostro se iluminó al ver a Jimin caminando hacia él extendiendo sus bracitos en clara señal para que lo tomara en brazos.

—¿Qué pasó, ChimChim? —preguntó Hoseok, atrayendo al niño a su pecho.

—Mami mía —sollozó Jimin, y Yoongi contempló de primera mano la maldad del niño cuando Jimin lo miró con una sonrisa burlona, sin despegarse del pecho de Hoseok.

—Por supuesto que sí, mi amor —concedió Hoseok.

Yoongi iba a explotar de celos en ese momento.

Iba a agarrar a ese mocoso y lo tiraría por la ventana.

Pero se limitó a fruncir los labios, entrecerrando los ojos y enviando mil amenazas mentales hacia el niño.

—La cena ya está lista, por si acaso —dijo de pronto Hoseok, mirándolo.

Yoongi gruñó en respuesta, todavía medio enfadado por haber caído en la trampa de ese mocoso rechoncho, haciendo sobresalir su labio inferior en un puchero inconsciente.

El omega lo observó unos segundos para luego estirar su mano, acariciando su labio inferior.

—No pongas esa expresión —le pidió Hoseok—. Hace que quiera...

Pero Hoseok no completó la frase, notando que iba a decir algo que no correspondía en ese momento. Continuaron observándose en silencio, Yoongi todavía notando la suave caricia sobre su labio, y deseo que no hubieran sido los dedos del omega los que lo acariciaron.

—Si tu cena no me gusta, tendrás que completar esa frase —jugueteó de pronto Yoongi, saliendo detrás de Hoseok. Jimin lo seguía mirando de forma ganadora, y el alfa le hizo una expresión grosera.

—¿Y si te gusta? —Hoseok, para su sorpresa, le siguió el juego mientras bajaban la escalera.

—Le daré mi apellido a Jimin.

Hoseok se detuvo.

El bebé ocultó su rostro en el cuello de su mami, confundido por el repentino silencio, pero sin decir nada.

Yoongi notó los hombros de Hoseok crispándose.

—Min Jimin —Yoongi hizo una mueca—. Suena horrible, ¿no crees? Pero ChimChim estaría a salvo y tú también.

—¡Min ChimChim! —gritó de pronto el bebé.

Hoseok siguió caminando, ignorando las palabras del alfa mientras sentaba a Jimin en su sillita para comer.

—Traeré los platos, puedes sentarte si quieres —dijo Hoseok sin mirarlo todavía.

Yoongi soltó un suspiro, observando a Jimin, que tomaba una cuchara entre sus manitos y miraba hacia la puerta, expectante.

—Insisto en que me ayudes con tu mami —le dijo, llamando su atención.

Jimin lo miró de mala forma y Yoongi le sacó la lengua, sintiéndose un poco ridículo por su actuar.

—¿No quieres un hermanito, ChimChim? —dijo de pronto, con toda intención de persuadirlo.

Y lo logro, por supuesto. El rostro del niño se iluminó ante la palabra hermanito, sus ojos brillando con emoción, y sonrió ampliamente.

—Si me caso con tu mamá, te daré todos los hermanitos que quieras —prosiguió sin pensarlo

Jimin soltó la cuchara, que cayó al suelo, y abrió sus manitos. Extendió todos sus dedos, formando puños y volviendo a abrirlas en señal de la cantidad que quería.

Yoongi enarcó una ceja, viendo al niño prácticamente rebotar en su asiento.

Pero antes de poder decir algo, Hoseok apareció cargando los platos, dejándolos en la mesa.

—Espero que te guste la pasta —dijo el omega, tímido.

Iba a responderle, sin embargo, Jimin se le adelantó.

—¡Mami y papi! ¡Papi y mami!

Hoseok miró al bebé, confundido, en tanto Yoongi sentía que podía matar al bebé por no ser claro con su mensaje.

Aunque, por supuesto, Jimin sólo tenía un año y medio.

—¿Qué pasa, ChimChim? —preguntó Hoseok preocupado.

El bebé golpeó la mesita de su silla con sus pequeños puños, fastidiado por no ser comprendido, y señaló a Hoseok y luego a Yoongi.

—¡Papi y mami! —chilló.

—ChimChim, no te entiendo —dijo Hoseok suavemente.

El rostro del niño volvió a ponerse rojo.

Yoongi ya sabía lo que venía: una rabieta.

Ese mocoso era el diablo en persona, sin embargo, seguía agradándole. Debía estar loco como para creer eso, pero si era honesto, necesitaba llevarse bien con el niño para lograr su objetivo.

Hoseok lo tomó en brazos mientras el niño comenzaba a llorar.

—Yo creo que deberías dejarlo llorar —sugirió Yoongi de pronto.

El llanto de Jimin se detuvo.

Hoseok miró a Yoongi sorprendido.

Nadie se esperaba que Jimin agarrara el tenedor de Hoseok y lo lanzara hacia Yoongi, aunque claro, como era un bebé, el lanzamiento fue débil y ni siquiera cruzó la mesa.

—¡Papi feeeeeeeeeeeo! —chilló Jimin.

—¡Voy a tirarte por la ventana! —reclamó Yoongi.

—¡Ustedes son terribles! —gritó Hoseok.

Sin embargo, seguido de sus palabras, le acompañó una risa escandalosa que Yoongi jamás oyó en su vida. Una risa divertida, alegre.

Los ojos de Hoseok se arrugaron mientras Jimin lo veía con una expresión de sorpresa, para luego comenzar a reír también, siguiéndole el juego a su mami.

Y Yoongi lo único que podía hacer era observarlo en silencio, sintiendo como su corazón se derretía ante la expresión feliz de Hoseok, como algo dentro de él parecía enloquecer por la risa del omega frente a él.

Sintió ganas de hacerlo reír mil veces más.

Hoseok pareció darse cuenta de su mirada y cubrió su boca, tratando de controlarse un poco, pero fallando miserablemente. Sólo luego de unos minutos logró quedarse en silencio antes de ruborizarse, poniendo una expresión de disculpa.

—Lo siento, eso no estuvo...

—Tu risa es hermosa.

¿Por qué Yoongi decía esas cosas de la nada, tan improvisadamente, como si fuera lo más normal del mundo? ¿No sabía lo que le provocaba a su pobre estómago?

—No seas tonto —Hoseok lo miró—, sé que debo lucir como un caballo, todos me lo decían.

—Bueno —Yoongi sonrió de forma perezosa—, me gustaría domarte.

Y Hoseok volvió a reír de forma descontrolada ante sus palabras.

Jimin parecía un poco fastidiado de haber perdido la atención de su mami, pero se limitó a fruncir los labios, mientras Hoseok seguía riéndose.

Yoongi quería hacerle un gesto ganador a Jimin, sin embargo, llegó a la conclusión de que era demasiado infantil para alguien como él. Él era un adulto maduro, grande y que no debía perder su tiempo con esas tonterías.

Aun así, le sacó la lengua aprovechando que Hoseok no lo miraba, quien todavía trataba de controlarse para callarse.

—Eres lo peor, Yoongi —dijo Hoseok, sonriendo.

Lo podía notar más relajado, más tranquilo, y eso lo alivió un montón. Conseguir que el omega no estuviera tenso a su lado era el primera paso para empezar a ganarse su confianza.

—Eres horrible con los piropos —prosiguió Hoseok, comenzando a cortar la pasta para alimentar a Jimin, que se veía impaciente por comer algo—. ChimChim, no te pongas pesado, que luego andas llorando porque te duelen los dientes.

Jimin infló sus mejillas en actitud enfurruñada, pero se calmó y esperó que su mami le diera de comer.

—Hoseok —el aludido levantó la mirada, chocando con la intensa mirada de Yoongi—, realmente eres hermoso para mí. Como un rayo de sol.

Hoseok iba a morirse en ese mismo momento, sin embargo, no le importaba mucho.

¿Por qué Yoongi tenía que ser tan directo? ¿Acaso no veía lo avergonzado que lo hacía sentir?

—Lo dices sólo para seducirme —acusó con debilidad—, es lo único que te interesa de mí.

Supo que no fue la frase correcta para decir en ese momento. Lo adivinó cuando Yoongi se alejó con una expresión ofendida, apretando sus labios y mirándolo con los ojos entrecerrados.

Se encogió en su lugar.

—Si no tengo alguna oportunidad contigo, Jung Hoseok —dijo Yoongi de pronto, luciendo molesto—, entonces dímelo ahora para no volver a hablarte nunca más. Mi intención va más allá de seducirte, pero si no estás realmente interesado, necesito saberlo para no perder el tiempo.

La repentina declaración hizo que el aire escapara de sus pulmones.

Lo contempló con incredulidad, pero Yoongi estaba hablando en serio. Se notaba en su mirada, en su postura. Aquello lo tomó totalmente desprevenido, incapaz de hablar o poder moverse para responder.

¿Qué se suponía que debía decir?

El silencio respondió durante ese instante.

Yoongi no esperó mucho: pasado unos minutos, suspiró y se puso de pie. Dio unos pasos, alejándose de la mesa y dispuesto a irse del lugar.

Jimin se removió en los brazos de Hoseok, incómodo, sin embargo, no dijo nada, pareciendo notar que no era el momento para intervenir.

Hoseok sentía su corazón latiendo a mil, su estómago encogido, su boca seca. Por un breve milisegundo, se imaginó la mirada cálida de Yoongi sobre él, su voz suave hablándose sin exigirle nada, y algo pareció doler en su interior.

Yoongi lo hizo sentir amado con esos simples gestos, algo que nadie más hizo en su vida. Amado, apreciado y querido.

¿Cómo se sentiría volver a la oscuridad luego de ver por unos segundos la luz?

—Espera.

Yoongi se detuvo.

Hoseok jadeó, sintiendo sus mejillas húmedas, y sólo supo que estaba llorando cuando Jimin le tocó un cachete con expresión de pena.

El alfa se giró, pero no se movió.

La lógica le estaba diciendo a Hoseok que se callara, que dejara de hablar, que se estaba arriesgando demasiado en ese instante.

A la mierda la lógica.

—Por fa-favor... Yoongi... —Hoseok tomó aire—. Quédate. Por favor. Por mí. Por Jimin.

Yoongi seguía sin decir algo, con el rostro inescrutable.

Hoseok no sabía que más decir.

—Yo no... —el omega bajó la vista—. Quiero sentirme amado. Hazme sentir amado.

Aquellas palabras sólo escaparon de su boca sin pensarlas un poco y sus labios volvieron a temblar, esperando que Yoongi se marchara. No se sentía capaz de mirarlo, aterrado de lo que pudiera hacer.

Escuchó los pasos acercarse, sin embargo, tampoco levantó la vista.

Cuidadosamente, Yoongi levantó su rostro, haciendo que se miraran a los ojos.

—Eres mi omega, Jung Hoseok —declaró Yoongi tranquilo.

Hoseok asintió y abrió la boca para decir algo más.

—¡Min ChimChim! —chilló de pronto Jimin, buscando llamar la atención.

Hoseok soltó una risa baja mientras Yoongi fulminaba con la mirada al bebé, que lo miró con inocencia.

Con total calma, Yoongi se sentó a su lado y le tomó la mano.

—Min ChimChim suena bien —dijo Hoseok, observándolo.

—Suena perfecto —concedió Yoongi.

Hoseok dijo que sí, pero primero le pidió ir lento para conocerse mejor.

El alfa, por supuesto, pareció reticente al principio para luego suspirar y ceder, diciéndole que aceptaría sólo si Hoseok accedía salir a todos los lugares donde lo invitara.

Enfurruñado, contestó que estaba bien a cambio de que continuara limpiando la casa de Yoongi. El mayor protestó, estuvo a punto de hacer una pataleta como un niño pequeño, pero Hoseok no cedió y de mal humor Yoongi aceptó.

Así que, en ese momento, se encontraba arreglando el jardín del alfa con sumo cuidado, observando por el ventanal a Jimin, que estaba mirando la televisión mientras masticaba un juguete de plástico, y le sonrió con cariño.

Jimin parecía el más feliz con toda esa situación, y bueno, Hoseok se encontraba calmado también. Pasó una semana desde que cenaron juntos, y todos esos días Yoongi no lo tocó nunca más de la cuenta, hablándole con cariño, con cuidado, jugando también con Jimin, que no cesaba de decirle "papi".

Hoseok observó su celular que sonó en señal de un mensaje, y leyó lo que le escribió Yoongi, diciéndole que llegaría más temprano. Minutos después, el timbre de la casa resonó.

Frunció el ceño, quitándose los guantes llenos de tierra y sacudiendo su jardinera para no lucir tan sucio, entrando a la casa. Jimin lo observó sin dejar de chupar su juguete, así que le revolvió el cabello, y el niño le sonrió ampliamente antes de volver su atención a la pantalla.

Tratando de no ensuciar mucho la alfombra, Hoseok abrió la puerta de entrada encontrándose con una mujer.

Una alfa de cabello negro, piel pálida, ojos castaños. Delgada, con una expresión de disgusto al verlo, vistiendo ropas que se veían carísimas.

—¿Así que tú eres el hermano de Jiwoo? —preguntó la mujer, quitándose los lentes de sol con la nariz fruncida—. No te pareces en nada a ella. Pero, ¿qué más puedo esperar de un asqueroso omega aprovechador?

Hoseok se tensó cuando nombró a su hermana, ante su tono irritado y lleno de desprecio. Quería cerrar la puerta en el rostro de esa mujer, pero los ojos furiosos de la alfa le decían con claridad que se quedara quieto.

—Hoseok, ¿no? —la mujer dio un paso—. Si no te alejas ahora de mi hijo, voy a romperte el cuello.

Por supuesto, la madre de Yoongi, la pudo reconocer enseguida por su aspecto y porte.

Mordió su labio inferior, temblando ante la frase de la mujer, y tragó saliva.

—Él y yo no tenemos nada —mintió con la voz suave.

La madre de Yoongi estrechó sus ojos.

Adentro.

Su cuerpo se movió contra su voluntad al oír la voz alfa de la mujer dándole una orden clara. Hoseok estaba desesperado por librarse de esos hilos tirando de él, pero no podía hacerlo, porque todo su instinto estaba demandando obedecer.

Así que caminó hacia el interior, sintiendo a la mujer detrás de él, y se quedó quieto al llegar al comedor.

Jimin se giró hacia él con una sonrisa enorme, que desapareció con rapidez al ver a la alfa.

Hoseok quería esconder a su bebé, sacarlo de allí, adivinando lo que podría pasar a continuación.

—Oh —la mujer miró al bebé—. ¿Éste es tu cachorro? Es horrible.

Se giró quedando cara a cara frente a ella, sacando de su vista a Jimin, quien lucía temeroso, y trató de verse amable y suave.

—Si está buscando a su hijo...

—No lo estoy buscando —la alfa lo miró con desprecio—. Vine a deshacerme de una pequeña basura que está interfiriendo en mis planes.

Hoseok tembló.

—Señora, por favor–

Dame a tu cachorro.

Las manos del omega se movieron contra su voluntad, y quiso romper a llorar por la horrible situación en la que estaba, de la que no podía escapar. Dio unos pasos, mirando con desespero a Jimin, que lo observaba con ojos asustados.

—¿Mami? —preguntó el bebé con la voz tiritando.

Cuidadosamente, Hoseok lo tomó de las axilas, levantándolo. Jimin soltó su juguete, que cayó al suelo con un estrepitoso sonido, y estiró sus bracitos buscando abrazar a Hoseok por el cuello, pero no pudo hacerlo.

No cuando de pronto la mujer lo tomó, arrancándolo de los brazos de su mami.

Su instinto gritó en desespero, pero su cuerpo seguía sin obedecer.

La alfa miró a Jimin con odio y asco, en tanto el bebé se quedaba quieto, apenas pestañeando, pareciendo adivinar que algo no estaba yendo bien.

—Qué asco —la señora Min arrugó la nariz—. Un cachorro omega. De seguro será igual de puta que su madre.

Hoseok quería defenderse, decir algo, quitarle a Jimin y protegerlo como fuera, pero los ojos de la mujer le decían que no se moviera, y no podía hacerlo. No cuando algo dentro de él lo estaba haciendo quedar quieto.

—Podría romperle el cuello tan fácilmente —meditó la mujer sin acercar a Jimin, sólo sosteniéndolo de las axilas—, quizás así aprendes cuál es el lugar de una basura como tú —el rostro de la mujer se iluminó—. O podría llevármelo y venderlo, ¿sabes lo bien que pagan por los niños omegas? —se rió entre dientes—. Hay algunos alfas a los que los niños les van muy bien, si supieras–

—¿Qué mierda está pasando aquí?

La mujer se volteó hacia la entrada.

Yoongi estaba de pie con una mirada gélida, aunque sus ojos refulgían debido a la rabia y al odio.

Hoseok quería romper a llorar al verlo frente a él.

El alfa observó a su madre primero, gruñendo en advertencia, para luego mirar al bebé que sostenía. Jimin lo miró con desespero, moviendo sus piecitos. Entonces, Yoongi desvió la vista hacia Hoseok.

Su rostro se deformó por la cólera.

—Dame a ChimChim ahora mismo —ordenó, sin un poco de amabilidad en su voz ni en su expresión.

La mujer endureció su rostro.

—¿Te estás oyendo? ¡Te estoy aliviando la carga! —la señora Min miró al bebé con desagrado—. Si lo mato, tú podrás–

—Le pones un dedo encima a mi hijo y te romperé el cuello con mis dientes.

Y no fue Hoseok el que habló, sino Yoongi.

La alfa se quedó quieta por la sorpresa ante la repentina declaración de palabras de su hijo, en tanto Hoseok ponía una expresión atónita. Los ojos de Yoongi se suavizaron y parecieron decir que confiara en él.

—Ven aquí, Hobi —dijo con la voz dulce.

No había voz alfa pidiéndoselo, pero aun así, obedeció. Casi parecía correr a los brazos de Yoongi, que lo sostuvo por la cintura mientras ocultaba su rostro en su cuello.

La mujer rompió a reír.

—¿Tu hijo? —escupió—. ¡Tú no tienes ningún hijo, Min Yoongi!

—Papi... —gimió Jimin—, mami...

Por favor, susurró Hoseok contra Yoongi, por favor, mi ChimChim...

Yoongi lo soltó y sin mirarlo, se acercó a su madre. La mujer lo miró con burla, esperando algo, pero con cuidado, el alfa tomó al bebé en brazos y lo atrajo a su pecho.

Jimin rompió a llorar silenciosamente.

—¿Recuerdas que hace más de dos años —dijo Yoongi calmado, entregándole el bebé a Hoseok que se apresuró a sostenerlo para consolarlo— me acosté con un omega en una fiesta? Tú enloqueciste.

Toda expresión desapareció del rostro de la mujer ante las palabras de su hijo.

—Te mandé a deshacerte de ese error —gruñó sin gracia en su voz.

—Sí —Yoongi humedeció sus labios—, te dije que le pagué el aborto. Mentí —señaló a Hoseok con la cabeza—. Le entregué dinero a Hobi y le dije que desapareciera, que hiciera lo que quisiera.

—No puedes estar hablando en serio, Min Yoongi.

—¿Bromearía con eso? —la voz de Yoongi era inexpresiva—. Hobi se casó con un alfa que creía que ese bebé era suyo, su alfa murió, y ahora nos volvemos a encontrar —puso ahora una expresión amenazante—. Ese bebé es mío y nadie me lo va a quitar. Nadie me quitara a Hoseok ni a Jimin, ¿lo tienes claro?

Su madre se quedó quieta un momento, todavía demasiado atónita por lo que su hijo dijo, y terminó por bufar, agarrando con más fuerza su bolso.

—Quiero un examen de sangre —gruñó, mientras comenzaba a caminar hacia la puerta.

Yoongi hizo un gesto despectivo.

—Como quieras.

La mujer no les dirigió otra mirada al salir de la casa, cerrando la puerta de entrada con un portazo.

Apenas estuvieron a solas, Yoongi se acercó hacia Hoseok que lucía demasiado aterrado y aturdido como para hacer algo, abrazando a Jimin con desespero.

—Hobi —Yoongi lo llamó con suavidad—, está bien, mi amor, todo está bien.

Hoseok hipó, mirándolo con las pupilas dilatadas, y Yoongi lo tomó de los hombros cuidadosamente, sin querer asustarlo un poco. Podía sentir su miedo, su terror por lo que le acababan de hacer, así que el alfa no quería que también le tomara algo de miedo. No podía vivir con Hoseok mirándolo aterrorizado.

—Ella... Ella... —comenzó a balbucear Hoseok con la voz temblando.

—Ella no te hará daño —Yoongi lo sentó, tomándolo de la barbilla—. Eres mi omega y te protegeré como tal.

Los ojos de Hoseok se movieron, fijándose en la pequeña bola que era Jimin en sus brazos, tratando de lucir pequeñito para que no lo alejaran de su mami.

—Yoongi, tú... Jimin...

—Tienes que ayudarme a sostener esta mentira —dijo Yoongi en voz baja—, sólo así puedo protegerlos a ambos. Alteraré las pruebas de ADN, tengo contactos en la clínica, eso no es problema alguno —Yoongi se inclinó, quedando a su altura—. Voy a protegerte a ti y a Jimin, Hoseok, te lo prometí. ¿Puedes confiar en mí?

Hoseok lo observó a los ojos, todavía un poco alterado, sintiéndose enfermo por la horrible situación que tuvo que enfrentar.

Jimin puso una manito en su mejilla, llamando su atención.

—Sí —respondió asintiendo—. Sí puedo, Yoongi.

La mirada del alfa se suavizó mientras se inclinaba a darle un beso en la frente.

¡gracias por leer!

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